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Chiara Camila Trabajo de Esp Demografía Social

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Universidad Nacional de Luján 
REPÚBLICA ARGENTINA 
 
Especialización y Maestría en Demografía Social 
 
 
Distribución espacial de la población de San Fernando: 
una aproximación a partir de los tipos de hábitat 
Trabajo final integrador para optar por el título de 
Especialista en Demografía Social 
23 de mayo de 2019 
 
 
 
 
 
Autora 
Chiara Camila 
 
Tutora 
Marcos Mariana 
 
 
RESUMEN 
Enmarcado en los estudios de demografía urbana, específicamente aquellos avocados en la dimensión 
espacial de los diferenciales de población, el presente trabajo de especialización tiene como objetivo 
conocer los distintos tipos de hábitat que componen el municipio de San Fernando al año 2010, e indagar 
en las especificidades sociodemográficas de cada uno de ellos. 
Esta propuesta analítica –que proviene de la geodemografía mexicana y fue replicada en Argentina para 
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires– considera que el período de urbanización y la forma de 
producción del espacio habitacional de las diferentes áreas de la ciudad definen tipos de hábitat diversos 
y les imprimen una serie de rasgos, características y dinámicas diferenciales y diferenciadas. 
A partir de estos criterios es posible identificar las áreas de poblamiento inicial de las ciudades, antiguos 
pueblos que se fueron conurbando –muchos de los cuales devinieron en subcentralidades y cabeceras 
municipales–; urbanizaciones de origen informal de distinto tipo (villas y asentamientos); conjuntos 
habitacionales que tuvieron al Estado como productor de ciudad; barrios cerrados cuya iniciativa es de 
índole privada; entre otras. 
Para abordar el objetivo propuesto, se apela a una estrategia metodológica cuantitativa en base a fuentes 
de datos secundarios: cartografía previa de tipos de hábitat específicos y datos del último Censo 
Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (INDEC). 
Como resultado, en primer lugar, se busca situar al municipio en el contexto metropolitano y determinar 
qué tipos de hábitat lo conforman; y, finalmente, se identifica a los tipos de hábitat en la cartografía 
censal, para así poder indagar en las particularidades sociodemográficas de cada uno de ellos. 
Palabras clave: demografía urbana, distribución espacial de la población, análisis sociodemográfico, 
tipos de hábitat o poblamiento, San Fernando. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INDICE 
1. INTRODUCCIÓN 
 
1 
2. ANTECEDENTES Y MARCO TEÓRICO 
 
6 
2. a. Conceptos imprescindibles I: cuando la demografía es espacial 6 
2. b. Conceptos imprescindibles II: cuando la demografía es urbana 8 
2. c. Los tipos de hábitat como herramienta teórica para la demografía urbana 11 
2. c. 1. El concepto de tipos de hábitat 11 
2. c. 2. Aplicaciones de tipos de hábitat: Ciudad de México, Zona Metropolitana de la 
Ciudad de México y Ciudad Autónoma de Buenos Aires 
 
12 
3. METODOLOGÍA 
 
15 
3. a. Estrategia metodológica general 15 
3. b. Especificidades del diseño metodológico 
 
16 
4. CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO 
 
24 
4. a. El poblamiento y la estructura socioespacial del Aglomerado Gran Buenos Aires 24 
4. b. El caso de San Fernando: su historia, poblamiento y estructura socioespacial 28 
4. b. 1. Los orígenes del municipio 28 
4. b. 2. El proceso de poblamiento y la estructura socioespacial del municipio 
 
31 
5. RESULTADOS 
 
37 
5. a. San Fernando como parte del Aglomerado Gran Buenos Aires en la actualidad 37 
5. b. San Fernando desde adentro: el municipio como mosaico de tipos de hábitat 41 
5. b. 1. La estructura de la población 45 
5. b. 2. La estructura de los hogares 49 
5. b. 3. Las condiciones de vida 52 
5. b.3.1. Características educativas, ocupacionales y nivel socioeconómico de la 
población 
52 
5. b.3.2. Condiciones habitacionales 
 
54 
6. CONCLUSIONES 
 
59 
7. BIBLIOGRAFÍA 
 
67 
8. ANEXO 
 
74 
 
 
 
1 
 
1. INTRODUCCIÓN 
En el marco en los estudios de demografía urbana, específicamente aquellos avocados en la dimensión 
espacial de los diferenciales de población, el presente trabajo tiene como propósito contribuir al estudio 
de los tipos de hábitat a partir de analizar un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos 
Aires (AGBA)1. 
La línea de trabajo de los tipos de hábitat proviene de la geodemografía mexicana (Connolly, 2005; 
Duhau y Giglia, 2008; Sain, 2004) y fue replicada en Argentina para la Ciudad Autónoma de Buenos 
Aires (CABA) (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015). Se trata de trabajos que parten de sostener 
que el momento y las condiciones históricas de urbanización de determinadas áreas de la ciudad, así 
como la forma de producción del espacio habitacional, definen distintos tipos de hábitat y les imprimen 
una serie de rasgos, características y dinámicas diferenciales y diferenciadas (Di Virgilio et al., 2015). 
Por tipos de hábitat se entiende a los distintos patrones de ocupación del espacio urbano que se pueden 
identificar a partir de reconocer la fecha de urbanización y la forma de producción del espacio 
habitacional (Connolly, 2005). Mediante estos criterios, es posible identificar las áreas de poblamiento 
inicial de las ciudades, es decir, aquellas que luego devinieron en el actual centro y una amplia 
conurbación en la que coexisten antiguos pueblos que coalescieron2; urbanizaciones de origen informal 
de distinto tipo (villas y asentamientos); conjuntos habitacionales que tuvieron al Estado como productor 
de ciudad; barrios cerrados, cuyo desarrollo integral –infraestructura urbana inclusive– es de índole 
privada; fraccionamientos por loteo formal de distinto nivel de consolidación; entre otras. 
Como objeto de estudio se considera la periferia del AGBA (Figura 1) debido a que, por un lado, los 
trabajos que abordan la ciudad desde un enfoque teórico de tipos de hábitat en Buenos Aires hasta ahora 
se han limitado a estudiar la CABA o, si bien consideran a la periferia, indagan en un solo tipo de hábitat 
en particular (por ejemplo: estudios de villas y asentamientos (Clichevsky, 2003; Cravino et al., 2008, 
2010; Herzer et al., 2008; Di Virgilio, 2015), de barrios cerrados (Janoschka, 2003; Lacarrieu y 
Thuillier, 2001; Ríos y Pírez, 2008; Roitman, 2003; Svampa, 2001; Thuillier, 2005; Vidal-Koppmann, 
2008), de conjuntos habitacionales (Chiara et al., 2017; Cravino, 2010; Girola, 2009), entre otros). 
Por otro lado, la periferia del AGBA integra particularidades que hacen de ella en un interesante objeto 
de estudio. En este sentido, Gorelik (2015) señala que el contexto metropolitano o la periferia, presenta 
dinámicas (demográficas y habitacionales) propias que lo hacen escindirse de ser una mera réplica 
imperfecta del centro de la ciudad. La periferia, tal como argumenta el autor, no se encuentra incluida 
 
1 Según el INDEC (2003) el AGBA corresponde al área geográfica delimitada por la “envolvente de población” o 
“mancha urbana”, es decir, el límite hasta donde se extiende la continuidad de viviendas urbanas. Abarca la Ciudad 
Autónoma de Buenos Aires y se extiende sobre el territorio de la Provincia de Buenos Aires, integrando la 
superficie total de 14 municipios, más la superficie parcial de otros 16 (sin considerar una pequeña participación 
de Cañuelas y La Plata). 
2 El término coalescer da cuenta de cambios físicos que suceden en las aglomeraciones a lo largo del tiempo. 
Particularmente hace referencia a la unión de dos aglomeraciones que, en un primer momento, se encontraban 
separadas. Con el correr del tiempo se expandieron (una o ambas) sobre el campo abierto circundante y terminaron 
por conformar una única aglomeración, denominada “conurbación” (Vapñarsky, 1995: 232). 
2 
 
ni representada por el centro de la ciudad, sino que tiene vida propia. De aquí, la necesidad de estudiarla 
por separado de la ciudad central, porque “...ha multiplicado los centros, mostrándosecomo una 
estructura infinitamente más enmarañada que un cono monofocal, y porque los nuevos suburbios –en 
plural– encierran las claves que deben ser descifradas para comprender desde allí –desde “afuera”– lo 
que ha venido ocurriendo allí en la ciudad capital...” (Gorelik, 2015: 25). 
Figura 1. Región Metropolitana de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires. Argentina, 2016 
 
Fuente: Marcos y Chiara (2017) 
En particular, dentro del contexto periférico, se selecciona como caso a San Fernando (Figura 2), un 
municipio localizado en la zona norte –a 30 kilómetros de la CABA– que forma parte del conjunto de 
3 
 
municipios exteriores abarcados por el principal aglomerado del país3. Su crecimiento a lo largo del 
tiempo, se vio inicialmente vinculado a la ciudad central, pero tal como sucedió con otras áreas 
periféricas, ha experimentado dinámicas específicas y novedosas en las últimas décadas. Como 
resultado de estos procesos, el municipio presenta importantes heterogeneidades habitaciones en su 
composición, que reflejan los extremos de la escala social, y se plasman en la coexistencia de diferentes 
entornos urbanos. 
Figura 2. Municipio de San Fernando (área continental). Buenos Aires, Argentina, 2019 
 
Fuente: elaboración en base Google Earth e INDEC, Censo Nacional de Población, 
Hogares y Viviendas 2010. Cartografía. 
En consecuencia, el desafío principal que se propone este trabajo es identificar y caracterizar los tipos 
de hábitat que componen el municipio y que definen, a su vez, estructuras poblacionales, 
sociodemográficas y residenciales diferenciales, es decir, que se pretende abordar de manera conjunta 
procesos sociodemográficos y procesos espaciales. En este sentido, se intenta dar respuesta a los 
 
3 Debido a que se trata de un trabajo que pone el foco en el proceso de poblamiento de la ciudad, en particular, del 
área urbana del municipio de San Fernando, el área insular no es considerada para este trabajo y sólo se contempla 
la superficie continental. 
4 
 
siguientes interrogantes: ¿En qué contexto socioeconómico se encuentra inserto San Fernando? ¿Cuáles 
son las particularidades socioeconómicas del municipio? ¿Qué tipos de hábitat encontramos en San 
Fernando? ¿Cómo se distribuyen geográficamente? Y, por último, ¿Qué características demográficas, 
socioeconómicas y habitacionales tienen y comparten estas tipologías? 
Como objetivo general, el presente trabajo de especialización busca conocer los distintos tipos de 
hábitat que componen un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos Aires al año 2010, e 
indagar en las especificidades sociodemográficas de cada uno de ellos. 
De manera específica, el trabajo se propone: 
a. Definir e identificar los tipos de hábitat que conforman el municipio de San Fernando. 
b. Analizar los distintos tipos de hábitat presentes en el municipio, indagando en la articulación entre 
las características sociodemográficas, el período de urbanización y la forma de producción del espacio 
habitacional. 
El estudio se aborda metodológicamente a partir de una estrategia de investigación cuantitativa basada 
en datos secundarios. Para cumplir con el objetivo, se deben llevar a cabo diversas tareas. En primer 
lugar, repensar y adaptar las categorías originales de la tipología propuesta por la bibliografía mexicana 
y local a la realidad del municipio. Luego, a partir de decisiones teórico-conceptuales como de carácter 
técnico-operativo, se identifican y clasifican los radios censales –la unidad geoestadística más pequeña 
para la que se dispone de información censal– que integran San Fernando según las categorías 
resultantes. 
Para identificar y posteriormente clasificar cada radio censal que integra la superficie continental de San 
Fernando, se recopilan y utilizan diversas fuentes cartográficas que van desde cartografía histórica de la 
Aglomeración Gran Buenos Aires, hasta cartografía particular de distintos entornos urbanos (villas y 
asentamientos, barrios cerrados y conjuntos habitacionales), así como imágenes satelitales de Google 
Earth. 
Finalmente, se calcula una batería de indicadores demográficos, socioeconómicos y habitacionales para 
conocer las características de la población, los hogares y las viviendas de cada tipo de hábitat, realizar 
comparaciones e indagar en sus particularidades. Para ello, se utilizan datos del Censo Nacional de 
Población, Hogares y Viviendas 2010 (INDEC), ya que es la única fuente que permite obtener 
información a menor nivel de desagregación espacial. 
Una de las ventajas de este diseño metodológico, es que permite obtener resultados, en un extremo 
(macro), para el conjunto de San Fernando, y en el otro extremo (micro), para los distintos tipos de 
hábitat que integran el municipio. 
De aquí en adelante el trabajo se estructura en cinco secciones. En primer lugar, se recupera un 
andamiaje conceptual –y las discusiones al respecto– que aborda nociones fundamentales de la 
5 
 
dimensión espacial de la realidad social, así como se recopilan trabajos y/o investigaciones acerca de 
los tipos de hábitat. Luego, se detallan los procedimientos metodológicos que permiten llevar a cabo 
este trabajo. 
En una tercera sección se profundiza, por un lado, en el proceso de poblamiento y la estructura 
socioespacial de la metrópoli mayor en la cual se encuentra inserto San Fernando, ya que la dinámica 
que ha adquirido el AGBA a lo largo de la historia repercute en los procesos que atraviesa el municipio. 
Por otro, se reconstruye el componente histórico del proceso de poblamiento y la estructura 
socioespacial de San Fernando, con el fin de recuperar sus particularidades. 
En una cuarta sección se presentan los resultados del trabajo, donde en un primer apartado se ahonda en 
las características socioeconómicas que adquiere San Fernando como parte del Aglomerado Gran 
Buenos Aires; y luego, en un segundo apartado, se interioriza en San Fernando y se desagregan los 
resultados según tipo de hábitat. Por último, se presentan las conclusiones. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
2. ANTECEDENTES Y MARCO TEÓRICO 
Conocer los distintos tipos de hábitat que componen un municipio de la periferia del Aglomerado Gran 
Buenos Aires (AGBA) e indagar en las especificidades sociodemográficas de cada uno de ellos, requiere 
recuperar un andamiaje conceptual –y las discusiones al respecto– que aborde nociones fundamentales 
acerca de la dimensión espacial de la realidad social, es decir, si bien estas cuestiones no son comunes 
–ni exclusivas– de la disciplina demográfica, tal como señalan Matthews y Parker (2013), el 
pensamiento espacial y las perspectivas analíticas espaciales tienen –cada vez más– roles importantes 
para pensar respuestas a preguntas demográficas. Dentro del campo de la demografía, investigaciones 
acerca de la segregación racial/étnica, la estratificación y desigualdad, los hábitos vinculados con la 
salud, la morbilidad y mortalidad, la fertilidad, la estructura de la población, la transición familiar y las 
interacciones población-ambiente, han incorporado la dimensión espacial (Matthews y Parker, 2013). 
Por lo tanto, antes de profundizar en los tipos de hábitat, es necesario definir una serie de conceptos 
básicos –como espacio, espacio urbano, territorio, entre otros– que se alimentan de distintas disciplinas, 
tales como la geografía, la sociología, la historia y, en algunos casos, la economía. 
2. a. Conceptos imprescindibles I: cuando la demografía es espacial 
El presente trabajo de especialización forma parte del campo de la demografía, sin embargo, corresponde 
a aquella rama que se ocupa de la dimensión espacial dentro de esta disciplina. Según Voss (2007: 457), 
la demografía espacial comprende al estudio demográfico formal de áreas agregadas, es decir, atributos 
demográficos agregados –en algún nivel–dentro de una estructura geográfica. En este caso, las áreas 
agregadas –que el autor menciona– sobre las que se analizan particularidades sociodemográficas, 
corresponden a los distintos tipos de hábitat. Por lo tanto, resulta imprescindible repasar las distintas 
conceptualizaciones que ha adquirido el espacio (y también el territorio), por parte de aquellas 
disciplinas que se ocupan de la dimensión espacial de la realidad social. 
Reflexionar sobre el espacio, en tanto concepto, es pensar en una cantidad infinita de dimensiones, 
posibilidades y significados. Las diferencias que surgen en torno a la conceptualización del espacio no 
dependen solamente de la disciplina desde donde se lo está mirando, sino también, del momento 
histórico, el lugar y la ideología desde donde se lo piensa (Ramírez Velázquez y López Levi, 2015). 
Autores como Ramírez Velázquez y López Levi (2015) o Souto (2011) han recorrido y sistematizado 
las distintas acepciones que el espacio ha adquirido a lo largo de la historia. Las perspectivas más 
tradicionales –provenientes de la geografía clásica o positivista (Dollfus como uno de los pioneros)–, 
conciben al espacio como un soporte natural para la vida del hombre, un contenedor de objetos y sujetos, 
una materia inerte que es modificada por la sociedad (Souto, 2011). En contraposición, a partir de la 
década de 1960 –pero principalmente desde mediados de los años ochenta– surgen enfoques que 
entienden al espacio como una construcción social (Lefebvre, Castells y Harvey, entre los principales 
exponentes). 
7 
 
En este trabajo, en línea con la última corriente, adherimos a la interpretación que hace Soja (1985), 
quien considera no sólo que el espacio es un producto social, sino que es parte integral de la construcción 
material y de la estructuración de la vida social. Es decir, el espacio no puede ser entendido y teorizado 
por fuera de la sociedad y de las relaciones sociales, así como de forma inversa, la teoría social debe 
contener una dimensión espacial. 
En este sentido, el espacio es producto del puje de la vida social donde distintos actores buscan realizar 
sus intereses y así dar forma a la vida cotidiana, inmersos en un contexto histórico y geográfico 
determinado que, a su vez, condiciona su horizonte de posibilidades. 
Por lo tanto, siguiendo a Lefebvre (1972), cada sociedad, en cada coyuntura histórica, produce espacio 
–su propio espacio– como resultado de las relaciones de producción que se establecen en un momento 
dado y de la acumulación de un proceso histórico que se materializa en una determinada forma espacio-
territorio. Este devenir es, según este autor, una secuencia compleja –muchas veces contradictoria– que 
entremezcla cuestiones relativas a las prácticas espaciales que de manera objetiva se dan en un 
determinado espacio (es decir, el espacio percibido que integran las relaciones sociales de producción y 
reproducción), las representaciones simbólicas que se producen en torno a él (un espacio concebido y 
abstracto que suele representarse en forma de mapas, planos técnicos, discursos, entre otros) y el 
imaginario social que genera (el espacio experimentado directamente por sus habitantes a través de una 
compleja trama de símbolos e imágenes). 
En este marco, el territorio es un espacio atravesado por el poder, ya que en él se despliegan relaciones 
de fuerza entre clases y grupos de clases, que imponen su posición mediante marcas y se apropian de 
porciones (Rodríguez y Di Virgilio, 2016). 
La manera de pensar el territorio depende de la definición de espacio que se utilice. Souto (2011) 
identifica a lo largo del pensamiento geográfico moderno –desde fines del siglo XIX al presente– siete 
maneras de conceptualizar el territorio. Estas van desde enfoques naturalistas –propuestos por los 
primeros referentes de la disciplina geográfica (Ratzel, Haeckel, Kjellén, Mackinder, Haushofer, entre 
otros)– que piensan el territorio como una realidad objetiva, asociada con la noción de suelo o terreno. 
Hasta corrientes críticas (Santos, Soja, Haesbaert, entre los principales), que se apoyan en concepciones 
amplias de espacio, y piensan el territorio, no como sinónimo de medio natural o terreno, sino como un 
producto social e histórico. 
En línea con esta corriente, adscribimos a la noción de territorio que propone Santos (2000; en Souto, 
2011: 39), entendiendo al mismo como “territorio usado”. Por lo cual, el territorio ya no es algo inerte, 
no es un escenario en donde la vida sucede y tampoco es el resultado de una superposición de sistemas 
naturales y cosas creadas por el hombre. “El territorio es la tierra más la población, es decir, una 
identidad, el hecho y el sentimiento de pertenecer a aquello que nos pertenece (...) Es la base del trabajo, 
de la residencia, de los intercambios materiales y espirituales y de la vida, sobre los cuales él influye” 
(Santos, 2000: 96–97; en Souto, 2000: 39). Es el resultado de un proceso de dominio (político–
8 
 
económico) o de apropiación (simbólico–cultural) del espacio por los grupos humanos, en un complejo 
y variado ejercicio del poder (Haesbaert, 2011). 
El territorio, entonces, expresa una construcción social activa que ancla la vida cotidiana de los 
habitantes a partir de definir un juego de relaciones intrínsecamente conflictivo (Rodríguez y Di Virgilio, 
2016). En este juego, poderosos jugadores compiten para lograr mayores ganancias, mientras que lo más 
débiles luchan para sobrevivir, reproducirse y –a veces– para organizarse, resistir, desafiar y proponer 
otro orden de cosas. 
Estos procesos –de dominio, apropiación, trasformación y consolidación– que suceden en el territorio a 
partir de la interacción de distintos actores, le imprimen particularidades que se expresan en las 
heterogeneidades que existen –por ejemplo– al interior de la ciudad. 
Luego de haber revisado las distintas acepciones que tienen el espacio y el territorio, en este trabajo se 
considera que la demografía es espacial cuando incorpora al espacio como protagonista, es decir, como 
un elemento construido por y constitutivo de las relaciones sociales y –con ello– de las particularidades 
que asumen las estructuras y los fenómenos demográficos. Por lo tanto, el espacio no es pensado como 
un mero escenario y tampoco es una variable pasiva de agregación de datos, sino que –muy por el 
contrario– es problematizado. 
2. b. Conceptos imprescindibles II: cuando la demografía es urbana 
El interés por analizar el espacio en lo urbano surge asociado a la importancia que adoptan las ciudades 
a partir del crecimiento que tuvieron en el ámbito del capitalismo del siglo XX, y del papel que tuvo la 
acción del Estado –durante la posguerra en Europa– en la organización de dichas ciudades. La 
diferenciación que se manifestó entre la ciudad y el campo originó que se empezara a escribir sobre 
asuntos urbanos y, posteriormente, sobre la ciudad misma. En este contexto, no es de extrañar que las 
ciencias sociales se hayan preocupado por el espacio urbano, y en el caso de la disciplina demográfica, 
este proceso dio lugar al surgimiento de la demografía urbana (Voss, 2007). 
Aquí también, al igual que como sucedía con los conceptos más generales de “espacio” y “territorio”, 
se pueden distinguir dos paradigmas que proponen explicar estos procesos (Gottdiener y Feagin, 1988). 
Por un lado, los Ecologistas urbanos (McKenzie, Hawley, Kasarda, entre otros) sostienen que la 
sociedad urbana es –en sí misma– un todo orgánico. Se desarrolla a través de una “adaptación biótica” 
(Gottdiener y Feagin, 1988: 5), es decir, la población es concebida como un agregado que se adapta a 
su ambiente, el cual es definido de manera extra-social mediante diferenciación funcional y cambio 
tecnológico externo. En este escenario, la competencia promueve la sucesión, las subespecies de un 
determinado hábitat desplazan a otras subespecies por medio delcontrol social y espacial de los recursos 
(Gottdiener y Feagin, 1988). En el lado opuesto, escuelas como la geografía crítica y la “nueva 
sociología urbana” (Lefebvre, Castells, Harvey, entre otros) sostienen que la sociedad urbana –sociedad 
que surge de la industrialización (Lefebvre, 1972)– no es una comunidad biótica unificada que 
experimenta cambios debido a factores externos; por el contrario, es una sociedad estratificada, que se 
9 
 
diferencia por sus formas de organización, se caracteriza por tener sus propias fisuras, contradicciones 
y desigualdades, que surgen como consecuencia del propio modelo de producción (capitalista). Está 
compuesta por clases, relaciones de propiedad, el Estado y administradores estatales, y mecanismos de 
regulación y lógicas específicas de producción y reproducción (Gottdiener y Feagin, 1988). En este 
sentido, Castells (1977: 19) entiende que la ciudad es el lugar geográfico donde se instala la 
superestructura político-administrativa de una sociedad que supone la existencia de: un sistema de clases 
sociales; un sistema político que asegure el funcionamiento del conjunto social y la dominación de una 
clase; un sistema institucional de inversión –en particular en lo que refiere a la cultura y la técnica–; y 
un sistema de intercambio con el exterior. 
Siguiendo esta línea, en este trabajo se concibe la ciudad como el resultado de la interacción 
contradictoria y compleja de distintas lógicas: i) la lógica de la ganancia, en donde la ciudad es objeto y 
soporte de negocios; ii) la lógica de la necesidad, la cual está impulsada por aquellos grupos y sectores 
sociales que no logran procurar sus condiciones de reproducción social a través del mercado; y, por 
último, iii) la lógica de lo público, en donde el Estado actúa, a través de las políticas e intervenciones, 
proveyendo el sustento para el despliegue de las lógicas anteriores (Herzer et al., 1994, en Rodríguez et 
al., 2007). 
Estas interacciones hacen que las ciudades sean dinámicas, es decir, constantemente se enfrentan y 
atraviesan cambios que se expresan en distintas escalas: desde cambios generales identificados con el 
contexto global, nacional, regional, a dinámicas, tensiones y conflictos que se producen en ámbitos 
locales (Rodríguez y Di Virgilio, 2016). En todas las ciudades, pero principalmente en las 
latinoamericanas, estas transformaciones –que son resultado de procesos de producción, apropiación y 
modificación del espacio– dan lugar a un mayor distanciamiento entre grupos sociales, lo que lleva a 
intensificar la desigualdad y la fragmentación a nivel socioespacial (Linares y Lan, 2007). Esto, 
combinado con una dinámica de crecimiento explosivo –tanto en términos demográficos como 
espaciales–, conduce a la exclusión social de una parte de la población, así como a procesos de 
segregación en todas sus expresiones (Tamayo et al., 2017). 
Tal como sostienen Rodríguez y Arriagada (2004), en sentido estricto, la segregación socioespacial o 
residencial remite a la desigual distribución de grupos de población en el territorio, sin embargo, puede 
presentarse de diferentes maneras. Por ejemplo, a partir de la proximidad física entre los espacios 
residenciales de los diferentes grupos sociales; en relación con la homogeneidad social de las distintas 
subdivisiones territoriales en que puede estructurarse una ciudad; y, por último, según la concentración 
de grupos sociales en zonas específicas de una ciudad. En este sentido, pareciera que la segregación, 
además de no ser negativa, formara parte de la vida urbana. No obstante, tal como señalan Tamayo et 
al. (2017), cuando la segregación socioespacial o residencial se acompaña de barreras territoriales y 
simbólicas que obstaculizan la integración de un grupo en la sociedad –e introduce esquemas de 
distinción y estigmatización– se convierte en un problema. Para los grupos sociales más vulnerables, la 
segregación se presenta como una dificultad importante ya que contribuye a sostener el aislamiento y la 
10 
 
exclusión, es decir, incrementa la desigualdad de las condiciones de acceso a los beneficios de la ciudad 
–estructuras de oportunidades4– en función de la zona donde se habita. 
Los primeros estudios acerca de esta problemática comienzan a desarrollarse a principios del siglo XX 
de la mano de la Ecología Social Clásica –misma corriente que se ocupó de reflexionar sobre el espacio 
urbano– representada fundamentalmente por la Escuela de Chicago (donde se destacan Robert E. Park, 
Ernest W. Burgess y Louis Wirth). Estos trabajos surgen como respuesta a la preocupación social y 
política que había en torno a la creciente presencia de inmigrantes en las ciudades –principalmente de 
Estados Unidos– y su distribución al interior de la misma. 
Estos autores parten de concebir la ciudad como un organismo, por lo que la fragmentación de los 
distintos grupos sociales en el territorio es resultado de un proceso de selección natural (que tiene como 
respaldo la segregación económica). Años más tarde, a mediados de 1960, a esta teoría explicativa se le 
incorpora la idea de que la segregación residencial no es solamente el producto de una selección natural, 
sino que también es consecuencia del deseo de los individuos a agruparse con otros con sus mismas 
características (Ruiz Tagle, 2016; Tamayo et al., 2017). 
Por el contrario, la corriente marxista –representada por Harvey y Castells– sostiene que los procesos 
de segregación son consecuencia de los efectos del sistema de acumulación capitalista, es decir, las 
desigualdades económicas y sociales –como así la persistente lucha de clases– se trasladan al territorio 
dejando a los individuos situados según su condición económica. Es decir, la segregación es el resultado 
de las fuerzas del mercado, de la interacción entre la estructura social y de la segmentación del mercado 
residencial, que plasma en la fragmentación de las clases sociales y se refleja sobre el territorio –y el 
entorno habitacional– (Rodríguez y Arriagada, 2004; Monkkonen, 2012; Tamayo et al., 2017). 
En este trabajo, al momento de pensar la segregación socioespacial, se toman ciertos elementos de ambas 
corrientes y se complementa con la propuesta de Correa do Lago (2000; en Linares y Lan, 2007), quien 
señala que la segregación no sólo se utiliza para referirse a aquellos que vieron dificultada su inclusión 
en el territorio debido a procesos políticos, económicos y/o culturales, sino que también hace referencia 
a los que por su favorable condición socioeconómica, buscan cierta exclusividad residencial y han 
optado por auto-segregarse, refugiarse y aislarse en barrios cerrados, clubes de campo y otras nuevas 
formas de urbanización. 
 
4 El concepto de estructuras de oportunidades refiere a la probabilidad de acceso a bienes, servicios o al desempeño 
de actividades. Dichas oportunidades inciden sobre el bienestar de los hogares, debido a que permiten o facilitan 
a los miembros del hogar el uso de sus propios recursos o les proporcionan recursos nuevos. En este sentido, el 
término "estructura" alude a que las rutas al bienestar están estrechamente vinculadas entre sí, de forma tal que el 
acceso a determinados bienes, servicios o actividades, proveen recursos que facilitan, a su vez, el acceso a otras 
oportunidades (Kaztman y Filgueira, 1999). En este sentido, la ubicación en el espacio funciona también como un 
elemento de acceso o clausura a ciertos recursos. 
11 
 
Si bien este no es un trabajo exclusivo de segregación socioespacial o residencial –incluso no es habitual 
encontrar este concepto en los trabajos de tipos de hábitat–, aquí interesa recuperar esta noción para 
explicar la distribución en el espacio de algunas categorías de la tipología. 
2. c. Los tipos de hábitat como herramienta teórica para la demografía urbana 
2. c. 1. El concepto de tiposde hábitat 
El interés de este trabajo radica en aproximarse a las diferencias sociodemográficas y las desigualdades 
residenciales a partir de los distintos tipos de hábitat que integran un municipio de la periferia 
metropolitana. 
Para ello se retoma una línea de trabajo que proviene de la geodemografía mexicana y que ahonda tanto 
en la dimensión sociológica como material de los espacios metropolitanos. El primero de estos trabajos 
fue realizado desde el ámbito de la gestión (Centro de Operación de Vivienda y Planeamiento –
COPEVI–, 1978) y luego, décadas más tarde, la academia mexicana retoma esta línea (Sain, 2004; 
Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008). En Argentina, Di Virgilio et al. (2015) replican y adaptan esta 
propuesta para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). 
Todos estos trabajos parten de sostener que el momento y las condiciones históricas de urbanización de 
determinadas áreas de la ciudad, así como la forma de producción del espacio habitacional, definen 
distintos tipos de hábitat y les imprimen una serie de rasgos, características y dinámicas diferenciales y 
diferenciadas (Di Virgilio et al., 2015). Según Connolly (2005), los tipos de hábitat son el eslabón que 
articula la dinámica de producción del espacio urbano con la dinámica demográfica de la población. Es 
decir, permiten conocer y cuantificar las diferencias y desigualdades que atraviesan tanto la población 
como los hogares, y que se manifiestan en el espacio urbano. En este sentido, el concepto de segregación 
socioespacial o residencial permite identificar áreas residenciales –de distintos grupos sociales– 
definidas a partir del nivel socioeconómico, que tienen a su vez una estructura y una dinámica 
demográfica específica. Sin embargo, existen otras estructuras demográficas –como la morfología de 
los hogares– cuyo comportamiento espacial intraurbano no se relaciona únicamente con la condición 
socioeconómica de la población, sino con el proceso de poblamiento de la ciudad y las posibilidades de 
acceder a ella. Por lo tanto, el concepto de tipos de hábitat es una herramienta fundamental para 
identificar entornos urbanos con características específicas que trasciendan el aspecto económico. 
Los tipos de hábitat (Connolly, 2005) –también denominados tipos de poblamiento– son una forma de 
clasificar los entornos urbanos que refiere fundamentalmente al origen de la urbanización de un área 
determinada de la ciudad, diferenciado por dos criterios: a) fecha de urbanización y b) forma de 
producción del espacio habitacional. Este último, es un concepto que conjuga la condición legal original 
del asentamiento, los principales agentes sociales involucrados en la urbanización y en la producción de 
vivienda, la duración de los procesos de construcción y los rangos de precios de acceso consiguientes. 
El supuesto que se encuentra por detrás de estos criterios es que los mismos inciden de manera 
12 
 
significativa en la determinación de las características actuales de las áreas y sus tendencias de cambio. 
Esta forma de diferenciar los entornos urbanos reconoce la relación entre los procesos de producción de 
las áreas construidas, la fisonomía de las mismas y las características sociales y demográficas de los 
residentes (Connolly, 2005). 
Las aplicaciones realizadas en México (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) identifican 
nueve categorías que dan cuenta de los tipos de poblamiento de la Zona Metropolitana de la Ciudad de 
México: Ciudad colonial, Ciudad central, Cabeceras conurbadas, Pueblos conurbados, Colonias 
populares, Conjuntos habitacionales, Fraccionamientos residenciales medios y altos, y Pueblos no 
conurbados. La propuesta adaptada para la CABA –que parte de la tipología anterior– propone las 
siguientes siete categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, Urbanizaciones populares de origen 
informal (subdivididas en Villas, Asentamientos y Núcleos Habitacionales Transitorios), Conjuntos 
habitaciones y Áreas residenciales de Nivel Socioeconómico Alto, Medio y Bajo. 
La ventaja de clasificar así el espacio metropolitano radica en que además de ser –como señala Sain 
(2004)– una llave maestra para articular la dinámica demográfica con la espacial, es un insumo 
fundamental para la toma de decisiones en materia de diseño y ejecución de políticas sociales, así como 
de planificación y gestión de los usos del suelo en la ciudad (Di Virgilio et al., 2015). Es una herramienta 
que permite clasificar las aglomeraciones, identificar zonas marginadas, proyectar partes de la población 
de la ciudad –en función de la capacidad de alojamiento de los diversos tipos de poblamiento– y estudiar 
el mercado habitacional (Connolly, 2005). 
Tal como se señaló en el apartado anterior, la ciudad pone de manifiesto las desigualdades que afectan 
a los diversos grupos sociales que la habitan, las cuales quedan materializadas en los contrastes que 
surgen –al interior de la misma– entre las áreas residenciales urbanas (Formiga y Marenco, 2000). En 
este sentido, los tipos de hábitat permiten analizar en conjunto la dinámica demográfica con la espacial, 
en este caso, en un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos Aires donde la diversificación 
social existente contribuye a repensar la tipología – tanto la mexicana como la local– y a enriquecer esta 
línea de trabajos. 
2. c. 2. Aplicaciones de los tipos de hábitat: Ciudad de México, Zona Metropolitana de la 
Ciudad de México y Ciudad Autónoma de Buenos Aires 
Los primeros estudios que proponen abordar –a partir de clasificar el territorio en tipos de hábitat o 
poblamiento– tanto la dimensión sociológica como material de los espacios metropolitanos provienen 
de la geodemografía mexicana. El primero de estos trabajos fue realizado por el Centro de Operación 
de Vivienda y Planeamiento (COPEVI) en 1977-1978 para la Dirección General de Planificación del 
Departamento del Distrito Federal. El propósito del mismo, según Connolly (2005) –quien junto con 
Alejandro Suárez Pareyón coordinaron este estudio–, fue conocer las densidades máximas probables 
que podrían alcanzar las diferentes zonas de la ciudad, dada la cantidad de terrenos baldíos y 
13 
 
restricciones reglamentarias. Es decir, se trataba de clasificar las unidades territoriales en relación con 
su capacidad de densificación. Para ello, se utilizaron los siguientes criterios: el grado de urbanización 
de la zona (que está compuesto por la fecha de urbanización y la proporción de superficie urbanizada), 
el ritmo de aumento o disminución de la densidad habitacional y el nivel económico de la población 
residente. Según Connolly (2005), esta clasificación permitió justificar la elevada densidad en las zonas 
centrales de la ciudad y demostró que, a pesar de ello, no se iban a generar niveles intolerables de 
densidad en el entorno urbano. Sin embargo, la autora sostiene que el esquema tuvo importantes fallas. 
Décadas más tarde, entre los años 1995 y 1996 el Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos (CENVI) 
en coordinación con el Área de Sociología Urbana de la Universidad Autónoma Metropolitana-
Azcapotzalco y el Consejo Nacional de Población (CONAPO) realizaron un estudio donde retomaron 
la metodología del trabajo anterior con el objetivo de elaborar escenarios demográficos para la Zona 
Metropolitana de la Ciudad de México. A diferencia del trabajo llevado a cabo por el COPEVI, este 
presenta un alcance mayor, ya que comprende a la Zona Metropolitana y cuenta con los primeros datos 
censales desagregados por unidades geoestadísticas pequeñas (denominados Área Geoestadística Básica 
en México, equivalentes a los radios censales argentinos), lo que permite mayor precisión. Partiendo de 
los criterios del estudio anterior, se identificaron seis tipos básicos de poblamiento: Centro Histórico, 
Pueblo conurbado, Colonia popular, Conjunto habitacional, Colonia residencial de nivel medio y 
Coloniaresidencial de nivel alto. Como resultado, según Connolly (2005), esta propuesta de 
clasificación del espacio urbano resultó acertada para la elaboración de escenarios demográficos y 
urbanos, así como para el análisis de las tendencias de expansión de la ciudad. 
Años más tarde –entre 1999 y 2001– Sain (2004) replica y analiza este último trabajo también para la 
Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Si bien no cuestiona la tipología en sí, señala la dificultad 
en la disponibilidad y naturaleza de la información para poder realizar el seguimiento de un proceso 
como el de poblamiento. 
Entre 2001 y 2004 el Observatorio Urbano de la Ciudad de México - Sistema de Información Geográfica 
para la investigación y planificación metropolitana (OCIMSIG) coordinado por Connolly, retoma la 
propuesta de clasificación de las áreas urbanas por tipo de poblamiento para la Zona Metropolitana de 
la Ciudad de México y mantiene la hipótesis de que la forma de producir el espacio habitacional 
determina en gran medida sus características y evoluciones posteriores. Sin embargo, revisaron y 
reformularon algunas cuestiones metodológicas ya que identificaron problemas en las propuestas 
anteriores. A partir de considerar la fecha de urbanización y forma de producción del espacio 
habitacional, identifican nueve categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, Cabeceras conurbadas, 
Pueblos conurbados, Colonias populares, Conjuntos habitacionales, Fraccionamientos residenciales 
medios y altos, y Pueblos no conurbados. Este trabajo permitió ajustar y actualizar la tipología, y 
presentarla como una herramienta básica para la investigación, planeación y gestión metropolitana. 
Finalmente, en 2008, Duhau y Giglia reelaboran la propuesta de la CENVI y el OCIMSIG y la aplican 
de forma específica –incluso con un tinte antropológico– para la Ciudad de México. 
14 
 
Siguiendo los desarrollos conceptuales y metodológicos propuestos por la geodemografía mexicana, 
principalmente por el último trabajo del OCIMSIG, Di Virgilio, Marcos y Mera publican en 2015 una 
adaptación de la tipología para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Al igual que el trabajo mexicano 
que utilizan como referencia, para clasificar la Ciudad en tipos de hábitat consideran dos criterios: el 
período de urbanización y la forma de urbanización del espacio habitacional. En función de ello –y a 
partir fundamentalmente de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010–, 
identifican siete categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, Urbanizaciones populares de origen 
informal (subdivididas en Villas, Asentamientos y Núcleos Habitacionales Transitorios), Conjuntos 
habitaciones y Áreas residenciales de Nivel Socioeconómico Alto, Medio y Bajo. 
Esta propuesta, por un lado, excluye tres categorías del trabajo mexicano –Cabeceras conurbadas, 
Pueblos conurbados y Pueblos no conurbados– ya que remiten a las formas que adquiere la expansión 
de la mancha urbana en su dinámica de desarrollo histórico y al centrarse sólo en la CABA, no 
contemplan la conurbación. Asimismo, identifican contextos específicos de la estructura urbana de 
Buenos Aires, como las Villas, los Asentamientos, los Núcleos Habitacionales Transitorios y las Áreas 
residenciales de Nivel Socioeconómico Bajo. Para calcular el nivel socioeconómico de las áreas 
residenciales, adaptan las variables y las categorías de la propuesta original en función de las 
posibilidades de las fuentes de datos argentinas. 
Al igual que en los trabajos mexicanos, clasificar las áreas de la ciudad en base a los tipos de hábitat les 
permite a las autoras argentinas obtener un panorama macro-social, ya que abarca a la ciudad en su 
totalidad, y a la vez micro-espacial, en la medida que permite visualizar las diferencias que se producen 
a nivel intraurbano (Virgilio et al., 2015). Sin embargo, al analizar las dinámicas de cada tipología en 
particular, surgen diversos interrogantes en torno a las características imperantes en cada uno de ellos, 
donde se articulan procesos sociales, económicos, culturales y políticos. Al mismo tiempo, restringir el 
análisis sólo a la CABA, imposibilita indagar en procesos de configuración del espacio –que inciden en 
la distribución de los tipos de hábitat– que podrían vincularse con dinámicas de la periferia. 
 
 
 
 
 
 
 
15 
 
3. METODOLOGÍA 
3. a. Estrategia metodológica general 
El presente trabajo de especialización tiene como objetivo general conocer los distintos tipos de hábitat 
que componen el municipio de San Fernando en el año 2010, e indagar en las especificidades 
sociodemográficas de cada uno de ellos. El mismo se aborda a partir de una estrategia de investigación 
cuantitativa y se sustenta en fuentes de datos secundarios. De forma específica, los principales insumos 
que se utilizan para llevar a cabo este trabajo son los datos y la cartografía elaborados por el INDEC 
(Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) en el marco del Censo Nacional de Población, Hogares y 
Viviendas 2010; y, a su vez, se recurre mapas históricos y cartografía de barrios cerrados, urbanizaciones 
de origen informal y conjuntos habitacionales proveniente de otras fuentes para identificar a los tipos de 
hábitat que conforman el municipio. 
El universo espacio-temporal está constituido por el municipio de San Fernando –excluyéndose su sector 
insultar5– en el año 2010. Esta fecha está determinada por la disponibilidad de información (más actual) 
a nivel micro-espacial, ya que sólo se dispone del Censo como fuente confiable para obtener datos 
representativos de unidades espaciales pequeñas (construidas ad hoc) que permitan reconstruir y luego 
caracterizar los tipos de hábitat que conforman el municipio. De forma adicional, debido a que San 
Fernando no se encuentra aislado y con el fin de situarlo en el contexto, se construyen y presentan datos 
sobre el universo espacial mayor del que forma parte: el Aglomerado Gran Buenos Aires. 
Las principales decisiones metodológicas –que se toman en este trabajo– se sustentan en las experiencias 
mexicanas de clasificación del espacio urbano en tipos de poblamiento (aquí denominados “tipos de 
hábitat”) (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) y, en su aplicación en el contexto argentino 
para la CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015). Se procura aplicar esta metodología debido 
a que ya fue testeada y produjo resultados válidos para los casos analizados por dichos autores. 
Para cumplir con el objetivo, la principal tarea es clasificar el territorio de San Fernando según tipos de 
hábitat. Esto implica: 1) repensar y adaptar a la realidad del municipio las categorías originales de la 
tipología propuesta por la bibliografía mexicana y local; 2) recopilar fuentes de datos secundarias de 
cada uno de los tipos de hábitat; 3) clasificar los radios censales que integran San Fernando según el 
tipo de hábitat con el que se superponen; y 4) analizar los atributos que tiene cada tipo de hábitat –cada 
categoría de la tipología– a partir de la información censal, calculando indicadores sociodemográficos, 
socioeconómicos y socio-habitacionales para conocer las características de la población, los hogares y 
las viviendas de cada uno de ellos, realizar comparaciones e indagar en sus particularidades. 
 
5Tal como se señaló en la introducción, debido a que se trata de un trabajo que pone el foco en el proceso de 
poblamiento de la ciudad, en particular, del área urbana del municipio de San Fernando, se descartan los radios 
que corresponden a zonas rurales. Por este motivo, el área insular del municipio de San Fernando no es considerada 
para este trabajo y sólo se contempla la superficie continental. 
16 
 
3. b. Especificidades del diseño metodológico 
Más allá de las características generales del diseño metodológico, se debieron adoptar estrategiasdistintas para resolver cada uno de los objetivos específicos, las cuales se detallan a continuación. 
3. b. 1. El primer objetivo específico supone definir e identificar los tipos de hábitat que conforman 
San Fernando. 
Tal como se mencionó al comienzo de este apartado, tanto para la definición conceptual de cada 
categoría de la tipología como para la metodología de clasificación de radios, se utilizan como 
referencia los trabajos mexicanos (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) y los realizados 
en Argentina para la CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015). Sin embargo, en ambos 
conjuntos de trabajos el sistema clasificatorio y los lineamientos teóricos-metodológicos que proponen, 
deben ser adaptados tomando en consideración las características propias de la periferia del AGBA, la 
disponibilidad de información y las fuentes de datos existentes. 
El modelo tipológico mexicano identifica nueve categorías que dan cuenta de los tipos de poblamiento 
de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México: Ciudad colonial, Ciudad central, Cabeceras 
conurbadas, Pueblos conurbados, Colonias populares, Conjuntos habitacionales, Fraccionamientos 
residenciales medios y altos, y Pueblos no conurbados. La propuesta adaptada para la CABA –que parte 
de la tipología mexicana– propone las siguientes siete categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, 
Urbanizaciones populares de origen informal (subdivididas en Villas, Asentamientos y Núcleos 
Habitacionales Transitorios), Conjuntos habitaciones y Áreas residenciales de nivel socioeconómico 
Alto, Medio y Bajo. En esta última conceptualización operativa se introducen adaptaciones al caso 
argentino, por ejemplo: las Colonias populares mexicanas aparecen reemplazadas por las 
Urbanizaciones populares de origen informal, subdivididas a su vez en Villas, Asentamientos y NHT –
tipologías que se pueden encontrar específicamente en Buenos Aires–; a los Fraccionamientos 
residenciales medios y altos se le agregan, para Buenos Aires, los de nivel bajo, ya que en esta ciudad 
no todos los entornos de bajo nivel socioeconómico son informales; y, por último, otros tipos de 
poblamiento, como las Cabeceras y Pueblos conurbados y no conurbados, no figuran en el sistema 
clasificatorio de Di Virgilio, Marcos y Mera debido a que son propios de la periferia de la ciudad y las 
autoras circunscriben su estudio a la CABA. 
Para este trabajo se toman como punto de partida los avances realizados por ese corpus de antecedentes 
y se continúa la adaptación de los conceptos al caso argentino, puesto que al situarse San Fernando en 
la periferia del AGBA, se generan tres situaciones: 1) algunas de las categorías elaboradas por las 
investigaciones locales para la CABA no aplican (por ejemplo: Ciudad colonial, Ciudad central y 
Núcleos Habitacionales Transitorios); 2) ciertas categorías mexicanas propias de zonas periféricas no 
fueron pensadas en el contexto local y eventualmente adaptadas a él; y 3) específicas realidades de la 
periferia del AGBA, como son los barrios cerrados, no fueron incluidas en la propuesta local. 
17 
 
Como resultado, se propone –para el caso específico de San Fernando– un sistema de ocho categorías: 
Cabecera conurbada, Pueblo conurbado, Urbanizaciones populares de origen informal (Villas y 
asentamientos precarios), Conjuntos habitacionales, Barrios cerrados y Fraccionamientos por loteo de 
nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo. 
A partir de estas categorías resultantes, que se respaldan en definiciones conceptuales y operacionales, 
y mediante diversas fuentes de datos (cartográficas y estadísticas), que se presentan en el Cuadro 1, se 
clasifica cada unidad de análisis, cada radio censal, según el tipo de hábitat que corresponda. Es decir, 
se toma de la cartografía del Censo 2010 (INDEC) el área continental de San Fernando (ya que es la que 
forma parte del AGBA) y se clasifica cada radio censal según las distintas las categorías de la tipología, 
esta tarea requiere tanto de decisiones teórico-conceptuales como de carácter técnico-operativo. 
Cuadro 1. Definiciones (conceptual y operacional), fuente y metodología utilizada para la clasificación 
de radios censales según tipos de hábitat. Municipio de San Fernando, 2010 
Tipos de hábitat Definición conceptual Definición operacional y fuente 
Metodología de clasificación de 
radios 
Cabeceras y/o 
pueblos conurbados 
Refiere a los espacios ocupados 
por los núcleos de las cabeceras y 
pueblos mayores que se 
encontraban separados del área 
urbanizada continua de la ciudad, 
pero estaban ligados a ella por 
vías de comunicación, y que, 
posteriormente, fueron absorbidos 
por la expansión de la misma. 
 
Fuente: Connolly (2005) 
 
La cabecera conurbada remite al 
centro de San Fernando (zona 
donde se encuentra la plaza central 
y en torno a ella la Parroquia 
principal, la Municipalidad y los 
Bancos), próxima a la estación del 
ferrocarril. 
Como pueblo conurbado se 
identifica la zona de Victoria, en 
torno también a la estación del 
ferrocarril. 
Entre 1910 y 1938, San Fernando se 
funde con Victoria y Las Conchas 
(Tigre) formando una única mancha 
urbana y, con posterioridad a 1938, 
coalescen con el Aglomerado Gran 
Buenos Aires (Vapñarsky, 2000). 
 
Fuente: Cartografía histórica de la 
Aglomeración Gran Buenos Aires 
(Vapñarsky, 2000). 
Se superpone la cartografía censal 
(polígonos de radio) con la 
cartografía histórica del municipio 
de San Fernando y se clasifican los 
radios que contienen más del 50% 
de su superficie dentro de esta área. 
Al mismo tiempo, se explora el 
parque habitacional mediante 
imágenes satelitales de Google 
Earth. 
Conjuntos 
habitacionales 
Comprende a los terrenos 
urbanizados para la construcción 
en serie de viviendas (de carácter 
multifamiliar o unifamiliar) 
financiadas total o parcialmente 
por programas de financiamiento 
habitacional subsidiado por el 
sector público. 
 
Fuente: Connolly (2005) y 
Marcos et al. (2015) 
Se presentan como barrios de 
vivienda, ya sea mediante edificios 
de varios pisos (monoblock) o 
complejos de casas en una planta, 
edificados por el Estado Nacional o 
el municipio, con el fin de brindar 
una solución habitacional definitiva 
a los hogares adjudicatarios. 
 
Fuente: Registros de conjuntos 
habitacionales de la Provincia de 
Buenos Aires del IVBA (2011) y la 
DPOUyT (2007). 
Se superpone la cartografía censal 
(polígonos de radio) con los 
polígonos correspondientes a 
conjuntos habitacionales y se 
clasifican los radios que contienen 
más del 50% de su superficie dentro 
de esta área. Al mismo tiempo, se 
explora el parque habitacional 
mediante imágenes satelitales de 
Google Earth. 
18 
 
Urbanizaciones 
populares de origen 
informal (Villas y 
asentamientos 
precarios) 
Corresponde a los asentamientos 
producidos por diversas 
modalidades de poblamiento 
popular, que se caracterizan por la 
irregularidad inicial en la 
ocupación del suelo (ya sea por la 
falta de títulos de propiedad o por 
el carácter no autorizado de la 
urbanización), con escasa o nula 
infraestructura urbana de 
servicios, y por el predominio de 
viviendas resultado de la 
autoconstrucción. 
 
En general, las primeras 
ocupaciones de los predios 
suceden con anterioridad a la 
construcción definitiva de las 
viviendas y la introducción de 
infraestructura urbana y servicios. 
 
Fuente: Connolly (2005) y 
Marcos et al. (2015) 
Las villas son urbanizaciones o 
autourbanizaciones informales que 
surgen como consecuencia de 
ocupaciones de tierra urbana 
vacante o de la afectación de tierras 
fiscales por el Estado para asentar a 
las familias provisoriamente. 
Sus características son: 
trama/trazado irregular; no están 
organizadas en manzanas, sino en 
intrincados pasillos; las viviendas 
son construidas con materiales 
precarios; presentan alta densidad 
poblacional; falta de espaciosverdes; y, en general, la 
infraestructura está provista por sus 
propios vecinos (Cravino, 2008; 
Cravino et al., 2010). 
 
Por otro lado, los asentamientos 
precarios se presentan como 
barrios informales (en términos 
dominiales) pero se encuentran 
amanzanados y tienden a ser 
regulares y planificados. Gran parte 
de ellos suele ser: decididos y 
organizados colectivamente; se 
ubican en tierras degradadas; sus 
ocupantes buscan legitimarse como 
propietarios; y, las viviendas 
presentan algún nivel de firmeza 
(Cravino, 2008; Cravino et al., 
2010). 
 
Fuente: Registro Público 
Provincial de Villas y 
Asentamientos Precarios (Ley 
14.449). Subsecretaría Social de 
Tierras, Urbanismo y Vivienda. 
Ministerio de Infraestructura y 
Servicios Públicos de la Provincia 
de Buenos Aires (2015). 
Se superpone la cartografía censal 
(polígonos de radio) con los 
polígonos correspondientes a villas 
y asentamientos precarios, y se 
clasifican los radios que contienen 
más del 50% de su superficie dentro 
de esta área. Al mismo tiempo, se 
explora el parque habitacional 
mediante imágenes satelitales de 
Google Earth. 
Barrios cerrados 
Comprende a terrenos autorizados 
para uso habitacional que se 
urbanizaron principalmente por 
medio de iniciativas privadas para 
vender los lotes o viviendas a los 
estratos de ingresos medios-altos 
y altos.La urbanización se realizó 
bajo la normatividad 
correspondiente y cuenta con 
infraestructura urbana completa. 
 
Es un conjunto de terrenos y 
viviendas, de mayores 
dimensiones que los 
fraccionamientos por loteo, con 
un perímetro definido por muros 
o rejas y con entradas controladas 
por un servicio de seguridad. En 
su interior coexisten zonas de uso 
común (club house, pileta, plaza, 
gimnasio, otros) con terrenos 
privados. 
 
Fuente: Connolly (2005) 
Los barrios cerrados se presentan 
como áreas residenciales cerradas 
por muros y barreras que cuentan 
con vigilancia las 24 horas del día 
(Roitman, 2003). 
 
En San Fernando se ubican 
principalmente en la zona este, 
aledaña al Río Luján, y en la zona 
oeste, cercana a la Autopista 
Panamericana. 
 
Fuente: Cartografía de barrios 
cerrados al año 2010 (Observatorio 
del Conurbano Bonaerense) 
Se superpone la cartografía censal 
(polígonos de radio) con los 
polígonos correspondientes a 
barrios cerrados y se clasifican los 
radios que contienen más del 50% 
de su superficie dentro de esta área. 
Al mismo tiempo, se explora el 
parque habitacional mediante 
imágenes satelitales de Google 
Earth. 
19 
 
Fraccionamientos 
por loteo de nivel 
socioeconómico: 
Alto, Medio y Bajo 
Áreas residenciales, sin estar 
comprendidas en las tipologías 
previas, que se originaron a partir 
de fraccionamientos legales por 
loteo y se diferencian 
internamente por el nivel 
socioeconómico de la población 
que contienen. 
 
Fuente: Di Virgilio et al. (2015) 
y Marcos et al. (2015) 
Son aquellas unidades espaciales 
que no se corresponden con el resto 
de los tipos de hábitat. Se 
diferencian por el nivel 
socioeconómico de la población 
que contienen (Alto, Medio y Bajo). 
 
Fuente: Censo Nacional de 
Población, Hogares y Viviendas 
2010 (INDEC, 2010. Base de datos 
Redatam+SP a nivel de radios 
censales). 
A partir del análisis factorial de 
componentes principales y el 
análisis de cluster jerárquico, se 
clasifican los polígonos de radio 
que no corresponden con el resto de 
los tipos de hábitat en 
Fraccionamientos por loteo de nivel 
socioeconómico Alto, Medio y 
Bajo. Para ello, se introduce en el 
modelo los siguientes indicadores: 
Hogares con agua de red pública 
dentro de la vivienda; Hogares que 
utilizan como combustible para 
cocinar gas de red, gas a granel o 
gas en tubo; Hogares con 
computadora; y Población de 25 a 
64 años con educación universitaria 
completa. 
Fuente: Elaboración propia. 
En relación a la clasificación de radios censales según el tipo de hábitat que contienen, la principal 
dificultad a la que se enfrenta este trabajo se debe a que la delimitación de estas unidades espaciales 
censales pequeñas no responde a fines investigativos, por lo que trae aparejadas consecuencias en la 
heterogeneidad de su superficie, forma, cantidad y composición de población (Marcos et al., 2015). Este 
problema es denominado por Openshaw (1977) “Problema de la Unidad Espacial Modificable” (PUEM) 
y refiere al hecho de que –en algunos casos– la división del territorio puede no reflejar y hasta incluso 
encubrir, la realidad socio-territorial. En este sentido, este trabajo no es ajeno a este problema, ya que 
se encuentran radios censales que abarcan a más de una tipología. 
Por lo tanto, para sortear esta dificultad y determinar qué tipo de hábitat es el preponderante en las 
unidades espaciales mixtas, se implementan tres estrategias complementarias: en primer lugar, se 
revisan antecedentes, en este caso los trabajos locales de CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 
2015) y los mexicanos (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) para ver cómo –otros 
autores– afrontaron el problema; en segundo lugar, se realizan exploraciones del parque habitacional 
mediante imágenes satelitales de Google Earth, visitas, recorridas en campo y datos censales asociados 
a los polígonos de radio en cuestión; por último, se toman decisiones y se establecen criterios en sintonía 
con los objetivos propuestos. 
Siguiendo los lineamientos de los antecedentes, para las categorías de la tipología que no comprenden 
a los Fraccionamientos por loteo –es decir, Cabecera conurbada, Pueblo conurbado, Urbanizaciones 
populares de origen informal (Villas y asentamientos precarios), Conjuntos habitacionales y Barrios 
cerrados– se establece como criterio de clasificación, para los casos de radios censales mixtos, el tipo 
de hábitat predominante en la superficie de uso residencial tomando como umbral el 50 por ciento. Es 
decir, en aquel radio censal donde algún tipo de hábitat –de los anteriormente mencionados– cubra más 
del 50 por ciento de la superficie, se lo considera perteneciente a dicha categoría. Cuando se evidencian 
diferencias importantes de densidad de los tipos de hábitat abarcados por un mismo radio, se 
complementa la exploración con datos censales de tipo de vivienda. En resumidas cuentas, al ser esta 
20 
 
tarea de carácter “artesanal” y siendo San Fernando no muy extenso en su superficie continental, se 
revisa con rigurosidad cada caso particular. 
Las unidades espaciales restantes –aquellas que no fueron clasificadas en las categorías antes señaladas– 
conforman los Fraccionamientos por loteo de nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo. Para su 
clasificación, se requiere la construcción de la variable “nivel socioeconómico” y se toman como 
referencia los indicadores propuestos por los autores mexicanos (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y 
Giglia, 2008) ya que, según ellos, resultan ser los más significativos para establecer la condición 
socioeconómica de los hogares. Las variables y las categorías utilizadas por los autores mexicanos 
debieron ser adaptadas a las posibilidades de las fuentes de datos argentinas por Marcos et al. (2015), 
resultando de ello: 
Fuente: Marcos et al. (2015) 
Estos cálculos se realizan a escala metropolitana –para todo el AGBA– dado que permiten: por un lado, 
poner a San Fernando en contexto, presentar su estructura socio-urbana como parte de una mayor; y, 
por otro, distinguir niveles socioeconómicos diferenciales entre los Fraccionamientos por loteo, que no 
siempre alcanzan el mismo nivel de consolidación y presentan profundas diferencias en relación a las 
condiciones de vida y las características sociodemográficas en general. 
Una vez calculados los indicadores para clasificar los radios censales según el nivel socioeconómico de 
su población, se emplean técnicas de análisis factorial de componentes principales y de análisisde 
conglomerados jerárquicos o clusters6 con el fin de resumir los cuatro indicadores en uno sólo, y luego 
categorizarlo en tres grupos. 
 
6 Previo a la realización del análisis factorial y el cluster, aquellos radios que cuentan con menos de 100 personas 
se funden con el radio consecutivo con el fin de evitar sesgos. El radio 067490101 se funde con el 067490102 y, 
el 067491307 con el 067491308. Esta operación también se realiza para los objetivos específicos. 
Indicadores utilizados según la metodología 
mexicana (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau 
y Giglia, 2008) 
Indicadores con base en el Censo Nacional de 
Población, Hogares y Viviendas del año 2010 
 
Viviendas que disponen de agua entubada en su 
interior. 
 
Hogares con agua de red pública dentro de la vivienda. 
 
Viviendas que disponen de calentador de agua. 
 
Hogares que utilizan como combustible para cocinar 
principalmente gas de red, gas a granel o gas en tubo. 
 
Viviendas que disponen de computadora. 
 
Hogares con computadora. 
 
Población de 18 años o más con instrucción 
superior. 
 
Población de 25 a 64 años con educación universitaria 
completa. 
 
Población ocupada que obtiene más de cinco 
salarios mínimos. 
 
(No se incluye, ya que no se dispone de información 
censal sobre ingresos). 
 
21 
 
El análisis factorial es un método estadístico –muy utilizado en los estudios espaciales cuantitativos– 
que pretende sintetizar la información original en un número de variables mínimo e imprescindible. 
Estas nuevas variables –que resumen la información– se las denomina factores (Santos Preciado, 1991). 
Cada factor representa la relación existente entre un conjunto de variables intercorrelacionadas y explica 
el máximo de su varianza común, es decir, que los factores pueden interpretarse como las dimensiones 
subyacentes de un conjunto amplio de variables (Visauta Vinacua, 1998:220-221 en Di Virgilio et al., 
2015). 
El análisis factorial comprende cuatro fases: la primera, consiste en la preparación de la información 
original, es decir, elaborar una matriz con “n” variables y “N” casos (en este trabajo, radios censales). 
La segunda, en descubrir el número mínimo de factores que permiten explicar el máximo de la varianza. 
En este caso, se selecciona la extracción de los factores por componentes principales7. La tercera fase 
implica la rotación, es decir, producir un giro de los ejes factoriales con el objetivo de logar que la 
relación entre los factores y las variables sea o bien máxima, o bien mínima. Al igual que en la fase 
anterior, existen distintos métodos de rotación, sin embargo, para este trabajo se selecciona la rotación 
por Varimax8. Por último, la cuarta fase, consiste en la interpretación de los resultados. En nuestro caso, 
para cada radio censal del AGBA se obtienen puntuaciones factoriales (en formato puntaje z), que se 
interpretan como la intensidad que asume el factor en cada unidad espacial (Buzai, 2003: 186 en Di 
Virgilio et al., 2015). 
Una vez obtenidas las puntuaciones factoriales, se clasifican los radios censales en tres categorías (Nivel 
socioeconómico Alto, Medio y Bajo)9 a partir del análisis de conglomerados o clusters. 
El análisis de cluster es una técnica utilizada por la demografía urbana para la obtención de grupos 
homogéneos de unidades espaciales (casos) en base a la totalidad de variables medidas en ellas (Buzai, 
2003). Busca generar clases dentro de las cuales los elementos que las componen tendrán máxima 
similaridad y –al mismo tiempo– mayor diferencia respecto de los elementos que se encuentran incluidos 
en otro grupo (Buzai, 2003). 
Si bien existen distintos procedimientos para realizar el análisis de cluster, se utiliza el de tipo jerárquico 
que –partiendo de los elementos muestrales considerados individualmente– va creando grupos hasta 
llegar a la formación de un único grupo o conglomerado constituido por todos los elementos de la 
muestra (Treiman, 2014). Los agrupamientos, se realizan mediante el método de Ward, que presenta la 
 
7 El método de factorización por componentes principales asume que es posible explicar el 100% de la varianza 
observada, por lo cual, todas las variables iniciales son iguales a la unidad (varianza de una variable en 
puntuaciones típicas). Esto permite problematizar la cantidad de factores extraídos y su relación con las variables 
explicadas (Treiman, 2014). 
8 Varimax es un método de rotación ortogonal que minimiza el número de variables que tienen saturaciones altas 
en cada factor. Simplifica la interpretación de los factores, optimizando la solución por columna (Treiman, 2014). 
9 Debido a que en la metodología mexicana (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008), y en la replicada 
para CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015), se desagrega esta variable en las mismas dos o tres 
categorías, aquí también se respeta este criterio. 
22 
 
ventaja de evaluar todas las uniones posibles y elegir aquella que produce menor variación 
(heterogeneidad) en el interior de los grupos (Buzai, 2003). 
El principal resultado que se obtiene luego de haber realizado las actividades hasta aquí descritas es la 
clasificación de cada uno de los radios censales que cubren la superficie continental de San Fernando 
según el tipo de hábitat que contienen o, en su defecto, que prepondera en ellos. 
Una vez clasificada cada unidad espacial según tipo de hábitat, la información que de allí se desprende 
se presenta en un mapa temático, es decir, un mapa de San Fernando en el que se distinguen la Cabecera 
conurbada, el Pueblo conurbado, Urbanizaciones populares de origen informal (Villas y asentamientos 
precarios), Conjuntos habitacionales, Barrios cerrados y Fraccionamientos por loteo de nivel 
socioeconómico Alto, Medio y Bajo, con el fin de observar su localización en el territorio. 
3. b. 2. El segundo objetivo específico propone analizar los distintos tipos de hábitat presentes en el 
municipio, indagando en la articulación entre las características sociodemográficas, el período de 
urbanización y la forma de producción del espacio habitacional. 
Para ello, como fuente de información se utilizan los datos el Censo Nacional de Población, Hogares y 
Viviendas del año 2010 –provenientes del cuestionario básico, ya que los datos del cuestionario 
ampliado, al haber sido por muestreo, no son representativos si se desagrega la escala– y la cartografía 
censal correspondiente al mismo año. 
Cada tipo de hábitat es considerado una unidad de análisis y cada radio censal, una unidad de 
observación o recolección. Estos últimos se agregan en función de cada categoría de la tipología y, a 
partir de ello, se calculan indicadores para cada conjunto. A continuación, se detallan los indicadores 
para cada eje de análisis: 
✓ Indicadores de estructura/dinámica de la población y los hogares: Cantidad de población, 
Población según sexo, Población en edades quinquenales y edades en grandes grupos, Edad 
promedio de la población, Razón de masculinidad, Porcentaje de extranjeros (en viviendas 
particulares10), Cantidad de hogares particulares, Tipo de hogar y Tamaño de los hogares 
multipersonales. 
 
✓ Indicadores de nivel socioeconómico de la población y los hogares: Tasa de analfabetismo, 
Máximo nivel educativo alcanzado, Porcentaje de hogares sin computadora y Tasa 
desocupación. 
 
✓ Indicadores de condiciones socio-habitacionales de las viviendas y los hogares: Cantidad de 
viviendas particulares, Tipo de vivienda particular, Porcentaje de hogares que residen en 
 
10 Debido a que en el cuestionario básico no se cuenta con la variable “lugar de residencia habitual”, para conocer 
el porcentaje más acertado de extranjeros se considera aquellos que residen enviviendas particulares. 
23 
 
viviendas con techos y pisos deficitarios, Cantidad de hogares por vivienda, Porcentaje de 
hogares con agua de red dentro de la vivienda, Porcentaje de hogares con baño con descarga a 
red pública, Porcentaje de hogares con gas de red, tubo o granel, Porcentaje de hogares con 
tenencia irregular de la vivienda, Hacinamiento y Porcentaje de hogares con Necesidades 
Básicas Insatisfechas (NBI). 
Conocer el comportamiento espacial de estos indicadores en San Fernando permite articular las 
características sociodemográficas de la población, los hogares y el parque habitacional con los distintos 
tipos de hábitat. Por un lado, permite comparar las características y atributos de cada tipología y conocer 
su especificidad, por otro, complejiza el análisis a nivel municipal más allá de un mero mapa social. 
Toda la información que se obtiene a partir del cálculo de los distintos indicadores se presenta en cuadros 
bivariados y representaciones gráficas (pirámides de población), donde el tipo de hábitat se considera 
variable independiente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
24 
 
4. CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO 
Este trabajo se propone conocer los distintos tipos de hábitat que componen un municipio de la periferia 
del Aglomerado Gran Buenos Aires, por lo cual, resulta imprescindible trazar un recorrido por el 
contexto socio-histórico que se encuentra inmerso. El mismo refiere a aquellos aspectos del área de 
estudio que luego se recuperarán a lo largo del análisis de los resultados y que parten desde una mirada 
macro, abarcando la totalidad de la ciudad de la que San Fernando forma parte, para luego enfocarse en 
el caso de estudio. 
4. a. El poblamiento y la estructura socioespacial del Aglomerado Gran Buenos Aires 
Las metrópolis son dinámicas y constantemente se enfrentan a cambios que inciden en su tamaño, forma, 
densidad y distribución espacial la población. Hasta el momento, no se han encontrado trabajos 
específicos que estudien el AGBA, la Región Metropolitana de Buenos Aires o el Conurbano 
Bonaerense desde el enfoque de los tipos de hábitat. No obstante, desde distintas disciplinas se han ido 
documentado procesos y estructuras que contribuyen a comprender las dinámicas por las que el 
Aglomerado se ha visto atravesado, y que en este trabajo se recuperan como antecedentes indirectos, en 
tanto alimentan el corpus de conocimiento acumulado acerca de las distintas dimensiones constitutivas 
de los tipos de hábitat. 
Según la recopilación cartográfica que realiza Vapñarsky (2000) para documentar el proceso de 
crecimiento físico del AGBA, la ciudad abarcaba hacia fines de la década de 1860, aproximadamente 
una superficie de 500 manzanas alrededor de la Plaza de Mayo, y sólo se extendía por dos jurisdicciones: 
las actuales Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Avellaneda. Sin embargo, para ese entonces ya 
existían varias localidades emergidas en el siglo XVII como Morón, Las Conchas-San Fernando y 
Quilmes, y otras en el XVIII como San Isidro, Pilar, San Vicente y Merlo; todas ellas pequeñas ciudades 
o pueblos independientes hacia mediados del siglo XVIII, que antes o después coalescerían con el 
aglomerado Gran Buenos Aires. 
En este sentido, Bertoncello (2004) –retomando a Vapñarsky (2000)– señala que en los años 
subsiguientes el AGBA creció aceleradamente, y su población pasó de 181 mil habitantes en 1869, a 
319 mil en 1881 y a 671 mil en 1895. Ya para 1914 la superficie del Aglomerado había superado los 
límites de la CABA y se estimaba que contaba con 1.883.811 habitantes. Pero es con la industrialización 
intensiva del país, cuyo inicio se suele situar en la década de 1930, que el AGBA comienza a delinear 
su dimensión y estructura actuales. 
Desde 1940, en línea con la periodización que propone Torres (2006), en el AGBA se pueden identificar 
etapas diferenciadas –vinculadas con procesos socioeconómicos, demográficos y políticos– que generan 
impactos socio-territoriales específicos. 
En términos generales, como sostiene Buzai (2014), las ciudades latinoamericanas pre-industriales 
(tanto aquellas que tuvieron su origen antes de la primera mitad del siglo XIX como aquellas posteriores 
25 
 
que mantuvieron un tamaño pequeño), se caracterizaron por conservar el diseño urbanístico heredado 
de la etapa colonial, es decir, el centro caracterizado por la plaza central y la ubicación de los edificios 
del poder, el amanzanamiento urbano en cuadrícula y el nivel económico de sus habitantes que va 
disminuyendo con la distancia al centro. Sin embargo, el acelerado crecimiento poblacional y la 
importante expansión física impactan de manera notable en la estructura urbana de estas ciudades. 
Durante el período de que se inicia en 1940 y termina en 1960, el AGBA se caracterizó por atravesar 
procesos acelerados de metropolización y suburbanización (Torres, 2006). Por un lado, hubo un 
desarrollo masivo de “loteos económicos o populares” formales periféricos, que estaban destinados 
principalmente a los trabajadores urbanos. Esto originó, según Torres (2006), una banda urbana amorfa, 
poco estructurada y desprovista de servicios en la segunda corona de municipios que rodean a la ciudad 
capital, servida por la red de transporte público –especialmente el ferrocarril suburbano–. Al mismo 
tiempo, comienzan a multiplicarse los edificios residenciales en altura en las zonas centrales y 
subcentrales del Aglomerado –sobre el parcelamiento colonial–, destinados a los sectores medios. Esto 
dio lugar al aumento de densidad en zonas centrales y subcentrales y a la expansión de un vasto sector 
formal con distintos niveles de consolidación. Por último, comenzaron a proliferar las “villas miseria” 
–a partir de procesos fuera del mercado– en los espacios intersticiales (tanto periféricos como 
centrales)11, donde los inmigrantes recientes procedentes del interior y de países limítrofes que contaban 
con una inserción laboral precaria, encontraban un lugar para asentarse12. La expansión de la estructura 
vial, sanitaria y educativa contribuyen a la integración del centro y de los subcentros (Gorelik, 2015). 
Respecto a la forma en que se distribuye la población en el AGBA según su nivel socioeconómico, 
Torres (2006) identifica tres patrones en sus mapas sociales de la ciudad: en primer lugar, una 
preeminencia del norte sobre el sur; en segundo lugar, un predominio del centro sobre la periferia; y, 
por último, una clara dominancia de los ejes principales –servidos por la red ferroviaria suburbana– 
sobre los espacios intersticiales (poco accesibles y con escases de servicios). 
En el transcurso del período que va de 1960 a 1980, las dinámicas que caracterizaron la primera etapa 
tienden a agotarse, es decir, el crecimiento físico y poblacional del AGBA se desacelera y en su interior 
la suburbanización residencial de los sectores populares comienza a dirigirse hacia los espacios internos 
vacantes e intersticiales. Esto acompañado de un importante deterioro de la parte central del Aglomerado 
(Torres, 2006). 
 
11 Los espacios intersticiales o intersticios son aquellas zonas que se ubican entre los ejes de crecimiento, ejes 
principales, de la ciudad. En general suelen ser zonas poco accesibles, estar mal comunicadas con los centros y/o 
subcentros urbanos y presentar dificultades en relación con la provisión de servicios (Marcos y Mera, 2018). 
12 Según Torres (2006), este período se enmarca en la primera década de gobierno peronista (1945–1955), en el 
contexto de industrialización por sustitución de importaciones. Entre las medidas que permiten estos cambios en 
el AGBA, se destaca el subsidio al transporte público urbano, que en los hechos implicó un subsidio a la tierra 
periférica –que benefició principalmente a los asalariados de menores recursos–. Y las políticas tendientes a la 
redistribución del

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