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Universidad Nacional de Luján REPÚBLICA ARGENTINA Especialización y Maestría en Demografía Social Distribución espacial de la población de San Fernando: una aproximación a partir de los tipos de hábitat Trabajo final integrador para optar por el título de Especialista en Demografía Social 23 de mayo de 2019 Autora Chiara Camila Tutora Marcos Mariana RESUMEN Enmarcado en los estudios de demografía urbana, específicamente aquellos avocados en la dimensión espacial de los diferenciales de población, el presente trabajo de especialización tiene como objetivo conocer los distintos tipos de hábitat que componen el municipio de San Fernando al año 2010, e indagar en las especificidades sociodemográficas de cada uno de ellos. Esta propuesta analítica –que proviene de la geodemografía mexicana y fue replicada en Argentina para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires– considera que el período de urbanización y la forma de producción del espacio habitacional de las diferentes áreas de la ciudad definen tipos de hábitat diversos y les imprimen una serie de rasgos, características y dinámicas diferenciales y diferenciadas. A partir de estos criterios es posible identificar las áreas de poblamiento inicial de las ciudades, antiguos pueblos que se fueron conurbando –muchos de los cuales devinieron en subcentralidades y cabeceras municipales–; urbanizaciones de origen informal de distinto tipo (villas y asentamientos); conjuntos habitacionales que tuvieron al Estado como productor de ciudad; barrios cerrados cuya iniciativa es de índole privada; entre otras. Para abordar el objetivo propuesto, se apela a una estrategia metodológica cuantitativa en base a fuentes de datos secundarios: cartografía previa de tipos de hábitat específicos y datos del último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (INDEC). Como resultado, en primer lugar, se busca situar al municipio en el contexto metropolitano y determinar qué tipos de hábitat lo conforman; y, finalmente, se identifica a los tipos de hábitat en la cartografía censal, para así poder indagar en las particularidades sociodemográficas de cada uno de ellos. Palabras clave: demografía urbana, distribución espacial de la población, análisis sociodemográfico, tipos de hábitat o poblamiento, San Fernando. INDICE 1. INTRODUCCIÓN 1 2. ANTECEDENTES Y MARCO TEÓRICO 6 2. a. Conceptos imprescindibles I: cuando la demografía es espacial 6 2. b. Conceptos imprescindibles II: cuando la demografía es urbana 8 2. c. Los tipos de hábitat como herramienta teórica para la demografía urbana 11 2. c. 1. El concepto de tipos de hábitat 11 2. c. 2. Aplicaciones de tipos de hábitat: Ciudad de México, Zona Metropolitana de la Ciudad de México y Ciudad Autónoma de Buenos Aires 12 3. METODOLOGÍA 15 3. a. Estrategia metodológica general 15 3. b. Especificidades del diseño metodológico 16 4. CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO 24 4. a. El poblamiento y la estructura socioespacial del Aglomerado Gran Buenos Aires 24 4. b. El caso de San Fernando: su historia, poblamiento y estructura socioespacial 28 4. b. 1. Los orígenes del municipio 28 4. b. 2. El proceso de poblamiento y la estructura socioespacial del municipio 31 5. RESULTADOS 37 5. a. San Fernando como parte del Aglomerado Gran Buenos Aires en la actualidad 37 5. b. San Fernando desde adentro: el municipio como mosaico de tipos de hábitat 41 5. b. 1. La estructura de la población 45 5. b. 2. La estructura de los hogares 49 5. b. 3. Las condiciones de vida 52 5. b.3.1. Características educativas, ocupacionales y nivel socioeconómico de la población 52 5. b.3.2. Condiciones habitacionales 54 6. CONCLUSIONES 59 7. BIBLIOGRAFÍA 67 8. ANEXO 74 1 1. INTRODUCCIÓN En el marco en los estudios de demografía urbana, específicamente aquellos avocados en la dimensión espacial de los diferenciales de población, el presente trabajo tiene como propósito contribuir al estudio de los tipos de hábitat a partir de analizar un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos Aires (AGBA)1. La línea de trabajo de los tipos de hábitat proviene de la geodemografía mexicana (Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008; Sain, 2004) y fue replicada en Argentina para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015). Se trata de trabajos que parten de sostener que el momento y las condiciones históricas de urbanización de determinadas áreas de la ciudad, así como la forma de producción del espacio habitacional, definen distintos tipos de hábitat y les imprimen una serie de rasgos, características y dinámicas diferenciales y diferenciadas (Di Virgilio et al., 2015). Por tipos de hábitat se entiende a los distintos patrones de ocupación del espacio urbano que se pueden identificar a partir de reconocer la fecha de urbanización y la forma de producción del espacio habitacional (Connolly, 2005). Mediante estos criterios, es posible identificar las áreas de poblamiento inicial de las ciudades, es decir, aquellas que luego devinieron en el actual centro y una amplia conurbación en la que coexisten antiguos pueblos que coalescieron2; urbanizaciones de origen informal de distinto tipo (villas y asentamientos); conjuntos habitacionales que tuvieron al Estado como productor de ciudad; barrios cerrados, cuyo desarrollo integral –infraestructura urbana inclusive– es de índole privada; fraccionamientos por loteo formal de distinto nivel de consolidación; entre otras. Como objeto de estudio se considera la periferia del AGBA (Figura 1) debido a que, por un lado, los trabajos que abordan la ciudad desde un enfoque teórico de tipos de hábitat en Buenos Aires hasta ahora se han limitado a estudiar la CABA o, si bien consideran a la periferia, indagan en un solo tipo de hábitat en particular (por ejemplo: estudios de villas y asentamientos (Clichevsky, 2003; Cravino et al., 2008, 2010; Herzer et al., 2008; Di Virgilio, 2015), de barrios cerrados (Janoschka, 2003; Lacarrieu y Thuillier, 2001; Ríos y Pírez, 2008; Roitman, 2003; Svampa, 2001; Thuillier, 2005; Vidal-Koppmann, 2008), de conjuntos habitacionales (Chiara et al., 2017; Cravino, 2010; Girola, 2009), entre otros). Por otro lado, la periferia del AGBA integra particularidades que hacen de ella en un interesante objeto de estudio. En este sentido, Gorelik (2015) señala que el contexto metropolitano o la periferia, presenta dinámicas (demográficas y habitacionales) propias que lo hacen escindirse de ser una mera réplica imperfecta del centro de la ciudad. La periferia, tal como argumenta el autor, no se encuentra incluida 1 Según el INDEC (2003) el AGBA corresponde al área geográfica delimitada por la “envolvente de población” o “mancha urbana”, es decir, el límite hasta donde se extiende la continuidad de viviendas urbanas. Abarca la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y se extiende sobre el territorio de la Provincia de Buenos Aires, integrando la superficie total de 14 municipios, más la superficie parcial de otros 16 (sin considerar una pequeña participación de Cañuelas y La Plata). 2 El término coalescer da cuenta de cambios físicos que suceden en las aglomeraciones a lo largo del tiempo. Particularmente hace referencia a la unión de dos aglomeraciones que, en un primer momento, se encontraban separadas. Con el correr del tiempo se expandieron (una o ambas) sobre el campo abierto circundante y terminaron por conformar una única aglomeración, denominada “conurbación” (Vapñarsky, 1995: 232). 2 ni representada por el centro de la ciudad, sino que tiene vida propia. De aquí, la necesidad de estudiarla por separado de la ciudad central, porque “...ha multiplicado los centros, mostrándosecomo una estructura infinitamente más enmarañada que un cono monofocal, y porque los nuevos suburbios –en plural– encierran las claves que deben ser descifradas para comprender desde allí –desde “afuera”– lo que ha venido ocurriendo allí en la ciudad capital...” (Gorelik, 2015: 25). Figura 1. Región Metropolitana de Buenos Aires y Aglomerado Gran Buenos Aires. Argentina, 2016 Fuente: Marcos y Chiara (2017) En particular, dentro del contexto periférico, se selecciona como caso a San Fernando (Figura 2), un municipio localizado en la zona norte –a 30 kilómetros de la CABA– que forma parte del conjunto de 3 municipios exteriores abarcados por el principal aglomerado del país3. Su crecimiento a lo largo del tiempo, se vio inicialmente vinculado a la ciudad central, pero tal como sucedió con otras áreas periféricas, ha experimentado dinámicas específicas y novedosas en las últimas décadas. Como resultado de estos procesos, el municipio presenta importantes heterogeneidades habitaciones en su composición, que reflejan los extremos de la escala social, y se plasman en la coexistencia de diferentes entornos urbanos. Figura 2. Municipio de San Fernando (área continental). Buenos Aires, Argentina, 2019 Fuente: elaboración en base Google Earth e INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Cartografía. En consecuencia, el desafío principal que se propone este trabajo es identificar y caracterizar los tipos de hábitat que componen el municipio y que definen, a su vez, estructuras poblacionales, sociodemográficas y residenciales diferenciales, es decir, que se pretende abordar de manera conjunta procesos sociodemográficos y procesos espaciales. En este sentido, se intenta dar respuesta a los 3 Debido a que se trata de un trabajo que pone el foco en el proceso de poblamiento de la ciudad, en particular, del área urbana del municipio de San Fernando, el área insular no es considerada para este trabajo y sólo se contempla la superficie continental. 4 siguientes interrogantes: ¿En qué contexto socioeconómico se encuentra inserto San Fernando? ¿Cuáles son las particularidades socioeconómicas del municipio? ¿Qué tipos de hábitat encontramos en San Fernando? ¿Cómo se distribuyen geográficamente? Y, por último, ¿Qué características demográficas, socioeconómicas y habitacionales tienen y comparten estas tipologías? Como objetivo general, el presente trabajo de especialización busca conocer los distintos tipos de hábitat que componen un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos Aires al año 2010, e indagar en las especificidades sociodemográficas de cada uno de ellos. De manera específica, el trabajo se propone: a. Definir e identificar los tipos de hábitat que conforman el municipio de San Fernando. b. Analizar los distintos tipos de hábitat presentes en el municipio, indagando en la articulación entre las características sociodemográficas, el período de urbanización y la forma de producción del espacio habitacional. El estudio se aborda metodológicamente a partir de una estrategia de investigación cuantitativa basada en datos secundarios. Para cumplir con el objetivo, se deben llevar a cabo diversas tareas. En primer lugar, repensar y adaptar las categorías originales de la tipología propuesta por la bibliografía mexicana y local a la realidad del municipio. Luego, a partir de decisiones teórico-conceptuales como de carácter técnico-operativo, se identifican y clasifican los radios censales –la unidad geoestadística más pequeña para la que se dispone de información censal– que integran San Fernando según las categorías resultantes. Para identificar y posteriormente clasificar cada radio censal que integra la superficie continental de San Fernando, se recopilan y utilizan diversas fuentes cartográficas que van desde cartografía histórica de la Aglomeración Gran Buenos Aires, hasta cartografía particular de distintos entornos urbanos (villas y asentamientos, barrios cerrados y conjuntos habitacionales), así como imágenes satelitales de Google Earth. Finalmente, se calcula una batería de indicadores demográficos, socioeconómicos y habitacionales para conocer las características de la población, los hogares y las viviendas de cada tipo de hábitat, realizar comparaciones e indagar en sus particularidades. Para ello, se utilizan datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (INDEC), ya que es la única fuente que permite obtener información a menor nivel de desagregación espacial. Una de las ventajas de este diseño metodológico, es que permite obtener resultados, en un extremo (macro), para el conjunto de San Fernando, y en el otro extremo (micro), para los distintos tipos de hábitat que integran el municipio. De aquí en adelante el trabajo se estructura en cinco secciones. En primer lugar, se recupera un andamiaje conceptual –y las discusiones al respecto– que aborda nociones fundamentales de la 5 dimensión espacial de la realidad social, así como se recopilan trabajos y/o investigaciones acerca de los tipos de hábitat. Luego, se detallan los procedimientos metodológicos que permiten llevar a cabo este trabajo. En una tercera sección se profundiza, por un lado, en el proceso de poblamiento y la estructura socioespacial de la metrópoli mayor en la cual se encuentra inserto San Fernando, ya que la dinámica que ha adquirido el AGBA a lo largo de la historia repercute en los procesos que atraviesa el municipio. Por otro, se reconstruye el componente histórico del proceso de poblamiento y la estructura socioespacial de San Fernando, con el fin de recuperar sus particularidades. En una cuarta sección se presentan los resultados del trabajo, donde en un primer apartado se ahonda en las características socioeconómicas que adquiere San Fernando como parte del Aglomerado Gran Buenos Aires; y luego, en un segundo apartado, se interioriza en San Fernando y se desagregan los resultados según tipo de hábitat. Por último, se presentan las conclusiones. 6 2. ANTECEDENTES Y MARCO TEÓRICO Conocer los distintos tipos de hábitat que componen un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos Aires (AGBA) e indagar en las especificidades sociodemográficas de cada uno de ellos, requiere recuperar un andamiaje conceptual –y las discusiones al respecto– que aborde nociones fundamentales acerca de la dimensión espacial de la realidad social, es decir, si bien estas cuestiones no son comunes –ni exclusivas– de la disciplina demográfica, tal como señalan Matthews y Parker (2013), el pensamiento espacial y las perspectivas analíticas espaciales tienen –cada vez más– roles importantes para pensar respuestas a preguntas demográficas. Dentro del campo de la demografía, investigaciones acerca de la segregación racial/étnica, la estratificación y desigualdad, los hábitos vinculados con la salud, la morbilidad y mortalidad, la fertilidad, la estructura de la población, la transición familiar y las interacciones población-ambiente, han incorporado la dimensión espacial (Matthews y Parker, 2013). Por lo tanto, antes de profundizar en los tipos de hábitat, es necesario definir una serie de conceptos básicos –como espacio, espacio urbano, territorio, entre otros– que se alimentan de distintas disciplinas, tales como la geografía, la sociología, la historia y, en algunos casos, la economía. 2. a. Conceptos imprescindibles I: cuando la demografía es espacial El presente trabajo de especialización forma parte del campo de la demografía, sin embargo, corresponde a aquella rama que se ocupa de la dimensión espacial dentro de esta disciplina. Según Voss (2007: 457), la demografía espacial comprende al estudio demográfico formal de áreas agregadas, es decir, atributos demográficos agregados –en algún nivel–dentro de una estructura geográfica. En este caso, las áreas agregadas –que el autor menciona– sobre las que se analizan particularidades sociodemográficas, corresponden a los distintos tipos de hábitat. Por lo tanto, resulta imprescindible repasar las distintas conceptualizaciones que ha adquirido el espacio (y también el territorio), por parte de aquellas disciplinas que se ocupan de la dimensión espacial de la realidad social. Reflexionar sobre el espacio, en tanto concepto, es pensar en una cantidad infinita de dimensiones, posibilidades y significados. Las diferencias que surgen en torno a la conceptualización del espacio no dependen solamente de la disciplina desde donde se lo está mirando, sino también, del momento histórico, el lugar y la ideología desde donde se lo piensa (Ramírez Velázquez y López Levi, 2015). Autores como Ramírez Velázquez y López Levi (2015) o Souto (2011) han recorrido y sistematizado las distintas acepciones que el espacio ha adquirido a lo largo de la historia. Las perspectivas más tradicionales –provenientes de la geografía clásica o positivista (Dollfus como uno de los pioneros)–, conciben al espacio como un soporte natural para la vida del hombre, un contenedor de objetos y sujetos, una materia inerte que es modificada por la sociedad (Souto, 2011). En contraposición, a partir de la década de 1960 –pero principalmente desde mediados de los años ochenta– surgen enfoques que entienden al espacio como una construcción social (Lefebvre, Castells y Harvey, entre los principales exponentes). 7 En este trabajo, en línea con la última corriente, adherimos a la interpretación que hace Soja (1985), quien considera no sólo que el espacio es un producto social, sino que es parte integral de la construcción material y de la estructuración de la vida social. Es decir, el espacio no puede ser entendido y teorizado por fuera de la sociedad y de las relaciones sociales, así como de forma inversa, la teoría social debe contener una dimensión espacial. En este sentido, el espacio es producto del puje de la vida social donde distintos actores buscan realizar sus intereses y así dar forma a la vida cotidiana, inmersos en un contexto histórico y geográfico determinado que, a su vez, condiciona su horizonte de posibilidades. Por lo tanto, siguiendo a Lefebvre (1972), cada sociedad, en cada coyuntura histórica, produce espacio –su propio espacio– como resultado de las relaciones de producción que se establecen en un momento dado y de la acumulación de un proceso histórico que se materializa en una determinada forma espacio- territorio. Este devenir es, según este autor, una secuencia compleja –muchas veces contradictoria– que entremezcla cuestiones relativas a las prácticas espaciales que de manera objetiva se dan en un determinado espacio (es decir, el espacio percibido que integran las relaciones sociales de producción y reproducción), las representaciones simbólicas que se producen en torno a él (un espacio concebido y abstracto que suele representarse en forma de mapas, planos técnicos, discursos, entre otros) y el imaginario social que genera (el espacio experimentado directamente por sus habitantes a través de una compleja trama de símbolos e imágenes). En este marco, el territorio es un espacio atravesado por el poder, ya que en él se despliegan relaciones de fuerza entre clases y grupos de clases, que imponen su posición mediante marcas y se apropian de porciones (Rodríguez y Di Virgilio, 2016). La manera de pensar el territorio depende de la definición de espacio que se utilice. Souto (2011) identifica a lo largo del pensamiento geográfico moderno –desde fines del siglo XIX al presente– siete maneras de conceptualizar el territorio. Estas van desde enfoques naturalistas –propuestos por los primeros referentes de la disciplina geográfica (Ratzel, Haeckel, Kjellén, Mackinder, Haushofer, entre otros)– que piensan el territorio como una realidad objetiva, asociada con la noción de suelo o terreno. Hasta corrientes críticas (Santos, Soja, Haesbaert, entre los principales), que se apoyan en concepciones amplias de espacio, y piensan el territorio, no como sinónimo de medio natural o terreno, sino como un producto social e histórico. En línea con esta corriente, adscribimos a la noción de territorio que propone Santos (2000; en Souto, 2011: 39), entendiendo al mismo como “territorio usado”. Por lo cual, el territorio ya no es algo inerte, no es un escenario en donde la vida sucede y tampoco es el resultado de una superposición de sistemas naturales y cosas creadas por el hombre. “El territorio es la tierra más la población, es decir, una identidad, el hecho y el sentimiento de pertenecer a aquello que nos pertenece (...) Es la base del trabajo, de la residencia, de los intercambios materiales y espirituales y de la vida, sobre los cuales él influye” (Santos, 2000: 96–97; en Souto, 2000: 39). Es el resultado de un proceso de dominio (político– 8 económico) o de apropiación (simbólico–cultural) del espacio por los grupos humanos, en un complejo y variado ejercicio del poder (Haesbaert, 2011). El territorio, entonces, expresa una construcción social activa que ancla la vida cotidiana de los habitantes a partir de definir un juego de relaciones intrínsecamente conflictivo (Rodríguez y Di Virgilio, 2016). En este juego, poderosos jugadores compiten para lograr mayores ganancias, mientras que lo más débiles luchan para sobrevivir, reproducirse y –a veces– para organizarse, resistir, desafiar y proponer otro orden de cosas. Estos procesos –de dominio, apropiación, trasformación y consolidación– que suceden en el territorio a partir de la interacción de distintos actores, le imprimen particularidades que se expresan en las heterogeneidades que existen –por ejemplo– al interior de la ciudad. Luego de haber revisado las distintas acepciones que tienen el espacio y el territorio, en este trabajo se considera que la demografía es espacial cuando incorpora al espacio como protagonista, es decir, como un elemento construido por y constitutivo de las relaciones sociales y –con ello– de las particularidades que asumen las estructuras y los fenómenos demográficos. Por lo tanto, el espacio no es pensado como un mero escenario y tampoco es una variable pasiva de agregación de datos, sino que –muy por el contrario– es problematizado. 2. b. Conceptos imprescindibles II: cuando la demografía es urbana El interés por analizar el espacio en lo urbano surge asociado a la importancia que adoptan las ciudades a partir del crecimiento que tuvieron en el ámbito del capitalismo del siglo XX, y del papel que tuvo la acción del Estado –durante la posguerra en Europa– en la organización de dichas ciudades. La diferenciación que se manifestó entre la ciudad y el campo originó que se empezara a escribir sobre asuntos urbanos y, posteriormente, sobre la ciudad misma. En este contexto, no es de extrañar que las ciencias sociales se hayan preocupado por el espacio urbano, y en el caso de la disciplina demográfica, este proceso dio lugar al surgimiento de la demografía urbana (Voss, 2007). Aquí también, al igual que como sucedía con los conceptos más generales de “espacio” y “territorio”, se pueden distinguir dos paradigmas que proponen explicar estos procesos (Gottdiener y Feagin, 1988). Por un lado, los Ecologistas urbanos (McKenzie, Hawley, Kasarda, entre otros) sostienen que la sociedad urbana es –en sí misma– un todo orgánico. Se desarrolla a través de una “adaptación biótica” (Gottdiener y Feagin, 1988: 5), es decir, la población es concebida como un agregado que se adapta a su ambiente, el cual es definido de manera extra-social mediante diferenciación funcional y cambio tecnológico externo. En este escenario, la competencia promueve la sucesión, las subespecies de un determinado hábitat desplazan a otras subespecies por medio delcontrol social y espacial de los recursos (Gottdiener y Feagin, 1988). En el lado opuesto, escuelas como la geografía crítica y la “nueva sociología urbana” (Lefebvre, Castells, Harvey, entre otros) sostienen que la sociedad urbana –sociedad que surge de la industrialización (Lefebvre, 1972)– no es una comunidad biótica unificada que experimenta cambios debido a factores externos; por el contrario, es una sociedad estratificada, que se 9 diferencia por sus formas de organización, se caracteriza por tener sus propias fisuras, contradicciones y desigualdades, que surgen como consecuencia del propio modelo de producción (capitalista). Está compuesta por clases, relaciones de propiedad, el Estado y administradores estatales, y mecanismos de regulación y lógicas específicas de producción y reproducción (Gottdiener y Feagin, 1988). En este sentido, Castells (1977: 19) entiende que la ciudad es el lugar geográfico donde se instala la superestructura político-administrativa de una sociedad que supone la existencia de: un sistema de clases sociales; un sistema político que asegure el funcionamiento del conjunto social y la dominación de una clase; un sistema institucional de inversión –en particular en lo que refiere a la cultura y la técnica–; y un sistema de intercambio con el exterior. Siguiendo esta línea, en este trabajo se concibe la ciudad como el resultado de la interacción contradictoria y compleja de distintas lógicas: i) la lógica de la ganancia, en donde la ciudad es objeto y soporte de negocios; ii) la lógica de la necesidad, la cual está impulsada por aquellos grupos y sectores sociales que no logran procurar sus condiciones de reproducción social a través del mercado; y, por último, iii) la lógica de lo público, en donde el Estado actúa, a través de las políticas e intervenciones, proveyendo el sustento para el despliegue de las lógicas anteriores (Herzer et al., 1994, en Rodríguez et al., 2007). Estas interacciones hacen que las ciudades sean dinámicas, es decir, constantemente se enfrentan y atraviesan cambios que se expresan en distintas escalas: desde cambios generales identificados con el contexto global, nacional, regional, a dinámicas, tensiones y conflictos que se producen en ámbitos locales (Rodríguez y Di Virgilio, 2016). En todas las ciudades, pero principalmente en las latinoamericanas, estas transformaciones –que son resultado de procesos de producción, apropiación y modificación del espacio– dan lugar a un mayor distanciamiento entre grupos sociales, lo que lleva a intensificar la desigualdad y la fragmentación a nivel socioespacial (Linares y Lan, 2007). Esto, combinado con una dinámica de crecimiento explosivo –tanto en términos demográficos como espaciales–, conduce a la exclusión social de una parte de la población, así como a procesos de segregación en todas sus expresiones (Tamayo et al., 2017). Tal como sostienen Rodríguez y Arriagada (2004), en sentido estricto, la segregación socioespacial o residencial remite a la desigual distribución de grupos de población en el territorio, sin embargo, puede presentarse de diferentes maneras. Por ejemplo, a partir de la proximidad física entre los espacios residenciales de los diferentes grupos sociales; en relación con la homogeneidad social de las distintas subdivisiones territoriales en que puede estructurarse una ciudad; y, por último, según la concentración de grupos sociales en zonas específicas de una ciudad. En este sentido, pareciera que la segregación, además de no ser negativa, formara parte de la vida urbana. No obstante, tal como señalan Tamayo et al. (2017), cuando la segregación socioespacial o residencial se acompaña de barreras territoriales y simbólicas que obstaculizan la integración de un grupo en la sociedad –e introduce esquemas de distinción y estigmatización– se convierte en un problema. Para los grupos sociales más vulnerables, la segregación se presenta como una dificultad importante ya que contribuye a sostener el aislamiento y la 10 exclusión, es decir, incrementa la desigualdad de las condiciones de acceso a los beneficios de la ciudad –estructuras de oportunidades4– en función de la zona donde se habita. Los primeros estudios acerca de esta problemática comienzan a desarrollarse a principios del siglo XX de la mano de la Ecología Social Clásica –misma corriente que se ocupó de reflexionar sobre el espacio urbano– representada fundamentalmente por la Escuela de Chicago (donde se destacan Robert E. Park, Ernest W. Burgess y Louis Wirth). Estos trabajos surgen como respuesta a la preocupación social y política que había en torno a la creciente presencia de inmigrantes en las ciudades –principalmente de Estados Unidos– y su distribución al interior de la misma. Estos autores parten de concebir la ciudad como un organismo, por lo que la fragmentación de los distintos grupos sociales en el territorio es resultado de un proceso de selección natural (que tiene como respaldo la segregación económica). Años más tarde, a mediados de 1960, a esta teoría explicativa se le incorpora la idea de que la segregación residencial no es solamente el producto de una selección natural, sino que también es consecuencia del deseo de los individuos a agruparse con otros con sus mismas características (Ruiz Tagle, 2016; Tamayo et al., 2017). Por el contrario, la corriente marxista –representada por Harvey y Castells– sostiene que los procesos de segregación son consecuencia de los efectos del sistema de acumulación capitalista, es decir, las desigualdades económicas y sociales –como así la persistente lucha de clases– se trasladan al territorio dejando a los individuos situados según su condición económica. Es decir, la segregación es el resultado de las fuerzas del mercado, de la interacción entre la estructura social y de la segmentación del mercado residencial, que plasma en la fragmentación de las clases sociales y se refleja sobre el territorio –y el entorno habitacional– (Rodríguez y Arriagada, 2004; Monkkonen, 2012; Tamayo et al., 2017). En este trabajo, al momento de pensar la segregación socioespacial, se toman ciertos elementos de ambas corrientes y se complementa con la propuesta de Correa do Lago (2000; en Linares y Lan, 2007), quien señala que la segregación no sólo se utiliza para referirse a aquellos que vieron dificultada su inclusión en el territorio debido a procesos políticos, económicos y/o culturales, sino que también hace referencia a los que por su favorable condición socioeconómica, buscan cierta exclusividad residencial y han optado por auto-segregarse, refugiarse y aislarse en barrios cerrados, clubes de campo y otras nuevas formas de urbanización. 4 El concepto de estructuras de oportunidades refiere a la probabilidad de acceso a bienes, servicios o al desempeño de actividades. Dichas oportunidades inciden sobre el bienestar de los hogares, debido a que permiten o facilitan a los miembros del hogar el uso de sus propios recursos o les proporcionan recursos nuevos. En este sentido, el término "estructura" alude a que las rutas al bienestar están estrechamente vinculadas entre sí, de forma tal que el acceso a determinados bienes, servicios o actividades, proveen recursos que facilitan, a su vez, el acceso a otras oportunidades (Kaztman y Filgueira, 1999). En este sentido, la ubicación en el espacio funciona también como un elemento de acceso o clausura a ciertos recursos. 11 Si bien este no es un trabajo exclusivo de segregación socioespacial o residencial –incluso no es habitual encontrar este concepto en los trabajos de tipos de hábitat–, aquí interesa recuperar esta noción para explicar la distribución en el espacio de algunas categorías de la tipología. 2. c. Los tipos de hábitat como herramienta teórica para la demografía urbana 2. c. 1. El concepto de tiposde hábitat El interés de este trabajo radica en aproximarse a las diferencias sociodemográficas y las desigualdades residenciales a partir de los distintos tipos de hábitat que integran un municipio de la periferia metropolitana. Para ello se retoma una línea de trabajo que proviene de la geodemografía mexicana y que ahonda tanto en la dimensión sociológica como material de los espacios metropolitanos. El primero de estos trabajos fue realizado desde el ámbito de la gestión (Centro de Operación de Vivienda y Planeamiento – COPEVI–, 1978) y luego, décadas más tarde, la academia mexicana retoma esta línea (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008). En Argentina, Di Virgilio et al. (2015) replican y adaptan esta propuesta para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Todos estos trabajos parten de sostener que el momento y las condiciones históricas de urbanización de determinadas áreas de la ciudad, así como la forma de producción del espacio habitacional, definen distintos tipos de hábitat y les imprimen una serie de rasgos, características y dinámicas diferenciales y diferenciadas (Di Virgilio et al., 2015). Según Connolly (2005), los tipos de hábitat son el eslabón que articula la dinámica de producción del espacio urbano con la dinámica demográfica de la población. Es decir, permiten conocer y cuantificar las diferencias y desigualdades que atraviesan tanto la población como los hogares, y que se manifiestan en el espacio urbano. En este sentido, el concepto de segregación socioespacial o residencial permite identificar áreas residenciales –de distintos grupos sociales– definidas a partir del nivel socioeconómico, que tienen a su vez una estructura y una dinámica demográfica específica. Sin embargo, existen otras estructuras demográficas –como la morfología de los hogares– cuyo comportamiento espacial intraurbano no se relaciona únicamente con la condición socioeconómica de la población, sino con el proceso de poblamiento de la ciudad y las posibilidades de acceder a ella. Por lo tanto, el concepto de tipos de hábitat es una herramienta fundamental para identificar entornos urbanos con características específicas que trasciendan el aspecto económico. Los tipos de hábitat (Connolly, 2005) –también denominados tipos de poblamiento– son una forma de clasificar los entornos urbanos que refiere fundamentalmente al origen de la urbanización de un área determinada de la ciudad, diferenciado por dos criterios: a) fecha de urbanización y b) forma de producción del espacio habitacional. Este último, es un concepto que conjuga la condición legal original del asentamiento, los principales agentes sociales involucrados en la urbanización y en la producción de vivienda, la duración de los procesos de construcción y los rangos de precios de acceso consiguientes. El supuesto que se encuentra por detrás de estos criterios es que los mismos inciden de manera 12 significativa en la determinación de las características actuales de las áreas y sus tendencias de cambio. Esta forma de diferenciar los entornos urbanos reconoce la relación entre los procesos de producción de las áreas construidas, la fisonomía de las mismas y las características sociales y demográficas de los residentes (Connolly, 2005). Las aplicaciones realizadas en México (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) identifican nueve categorías que dan cuenta de los tipos de poblamiento de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México: Ciudad colonial, Ciudad central, Cabeceras conurbadas, Pueblos conurbados, Colonias populares, Conjuntos habitacionales, Fraccionamientos residenciales medios y altos, y Pueblos no conurbados. La propuesta adaptada para la CABA –que parte de la tipología anterior– propone las siguientes siete categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, Urbanizaciones populares de origen informal (subdivididas en Villas, Asentamientos y Núcleos Habitacionales Transitorios), Conjuntos habitaciones y Áreas residenciales de Nivel Socioeconómico Alto, Medio y Bajo. La ventaja de clasificar así el espacio metropolitano radica en que además de ser –como señala Sain (2004)– una llave maestra para articular la dinámica demográfica con la espacial, es un insumo fundamental para la toma de decisiones en materia de diseño y ejecución de políticas sociales, así como de planificación y gestión de los usos del suelo en la ciudad (Di Virgilio et al., 2015). Es una herramienta que permite clasificar las aglomeraciones, identificar zonas marginadas, proyectar partes de la población de la ciudad –en función de la capacidad de alojamiento de los diversos tipos de poblamiento– y estudiar el mercado habitacional (Connolly, 2005). Tal como se señaló en el apartado anterior, la ciudad pone de manifiesto las desigualdades que afectan a los diversos grupos sociales que la habitan, las cuales quedan materializadas en los contrastes que surgen –al interior de la misma– entre las áreas residenciales urbanas (Formiga y Marenco, 2000). En este sentido, los tipos de hábitat permiten analizar en conjunto la dinámica demográfica con la espacial, en este caso, en un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos Aires donde la diversificación social existente contribuye a repensar la tipología – tanto la mexicana como la local– y a enriquecer esta línea de trabajos. 2. c. 2. Aplicaciones de los tipos de hábitat: Ciudad de México, Zona Metropolitana de la Ciudad de México y Ciudad Autónoma de Buenos Aires Los primeros estudios que proponen abordar –a partir de clasificar el territorio en tipos de hábitat o poblamiento– tanto la dimensión sociológica como material de los espacios metropolitanos provienen de la geodemografía mexicana. El primero de estos trabajos fue realizado por el Centro de Operación de Vivienda y Planeamiento (COPEVI) en 1977-1978 para la Dirección General de Planificación del Departamento del Distrito Federal. El propósito del mismo, según Connolly (2005) –quien junto con Alejandro Suárez Pareyón coordinaron este estudio–, fue conocer las densidades máximas probables que podrían alcanzar las diferentes zonas de la ciudad, dada la cantidad de terrenos baldíos y 13 restricciones reglamentarias. Es decir, se trataba de clasificar las unidades territoriales en relación con su capacidad de densificación. Para ello, se utilizaron los siguientes criterios: el grado de urbanización de la zona (que está compuesto por la fecha de urbanización y la proporción de superficie urbanizada), el ritmo de aumento o disminución de la densidad habitacional y el nivel económico de la población residente. Según Connolly (2005), esta clasificación permitió justificar la elevada densidad en las zonas centrales de la ciudad y demostró que, a pesar de ello, no se iban a generar niveles intolerables de densidad en el entorno urbano. Sin embargo, la autora sostiene que el esquema tuvo importantes fallas. Décadas más tarde, entre los años 1995 y 1996 el Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos (CENVI) en coordinación con el Área de Sociología Urbana de la Universidad Autónoma Metropolitana- Azcapotzalco y el Consejo Nacional de Población (CONAPO) realizaron un estudio donde retomaron la metodología del trabajo anterior con el objetivo de elaborar escenarios demográficos para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. A diferencia del trabajo llevado a cabo por el COPEVI, este presenta un alcance mayor, ya que comprende a la Zona Metropolitana y cuenta con los primeros datos censales desagregados por unidades geoestadísticas pequeñas (denominados Área Geoestadística Básica en México, equivalentes a los radios censales argentinos), lo que permite mayor precisión. Partiendo de los criterios del estudio anterior, se identificaron seis tipos básicos de poblamiento: Centro Histórico, Pueblo conurbado, Colonia popular, Conjunto habitacional, Colonia residencial de nivel medio y Coloniaresidencial de nivel alto. Como resultado, según Connolly (2005), esta propuesta de clasificación del espacio urbano resultó acertada para la elaboración de escenarios demográficos y urbanos, así como para el análisis de las tendencias de expansión de la ciudad. Años más tarde –entre 1999 y 2001– Sain (2004) replica y analiza este último trabajo también para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Si bien no cuestiona la tipología en sí, señala la dificultad en la disponibilidad y naturaleza de la información para poder realizar el seguimiento de un proceso como el de poblamiento. Entre 2001 y 2004 el Observatorio Urbano de la Ciudad de México - Sistema de Información Geográfica para la investigación y planificación metropolitana (OCIMSIG) coordinado por Connolly, retoma la propuesta de clasificación de las áreas urbanas por tipo de poblamiento para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y mantiene la hipótesis de que la forma de producir el espacio habitacional determina en gran medida sus características y evoluciones posteriores. Sin embargo, revisaron y reformularon algunas cuestiones metodológicas ya que identificaron problemas en las propuestas anteriores. A partir de considerar la fecha de urbanización y forma de producción del espacio habitacional, identifican nueve categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, Cabeceras conurbadas, Pueblos conurbados, Colonias populares, Conjuntos habitacionales, Fraccionamientos residenciales medios y altos, y Pueblos no conurbados. Este trabajo permitió ajustar y actualizar la tipología, y presentarla como una herramienta básica para la investigación, planeación y gestión metropolitana. Finalmente, en 2008, Duhau y Giglia reelaboran la propuesta de la CENVI y el OCIMSIG y la aplican de forma específica –incluso con un tinte antropológico– para la Ciudad de México. 14 Siguiendo los desarrollos conceptuales y metodológicos propuestos por la geodemografía mexicana, principalmente por el último trabajo del OCIMSIG, Di Virgilio, Marcos y Mera publican en 2015 una adaptación de la tipología para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Al igual que el trabajo mexicano que utilizan como referencia, para clasificar la Ciudad en tipos de hábitat consideran dos criterios: el período de urbanización y la forma de urbanización del espacio habitacional. En función de ello –y a partir fundamentalmente de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010–, identifican siete categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, Urbanizaciones populares de origen informal (subdivididas en Villas, Asentamientos y Núcleos Habitacionales Transitorios), Conjuntos habitaciones y Áreas residenciales de Nivel Socioeconómico Alto, Medio y Bajo. Esta propuesta, por un lado, excluye tres categorías del trabajo mexicano –Cabeceras conurbadas, Pueblos conurbados y Pueblos no conurbados– ya que remiten a las formas que adquiere la expansión de la mancha urbana en su dinámica de desarrollo histórico y al centrarse sólo en la CABA, no contemplan la conurbación. Asimismo, identifican contextos específicos de la estructura urbana de Buenos Aires, como las Villas, los Asentamientos, los Núcleos Habitacionales Transitorios y las Áreas residenciales de Nivel Socioeconómico Bajo. Para calcular el nivel socioeconómico de las áreas residenciales, adaptan las variables y las categorías de la propuesta original en función de las posibilidades de las fuentes de datos argentinas. Al igual que en los trabajos mexicanos, clasificar las áreas de la ciudad en base a los tipos de hábitat les permite a las autoras argentinas obtener un panorama macro-social, ya que abarca a la ciudad en su totalidad, y a la vez micro-espacial, en la medida que permite visualizar las diferencias que se producen a nivel intraurbano (Virgilio et al., 2015). Sin embargo, al analizar las dinámicas de cada tipología en particular, surgen diversos interrogantes en torno a las características imperantes en cada uno de ellos, donde se articulan procesos sociales, económicos, culturales y políticos. Al mismo tiempo, restringir el análisis sólo a la CABA, imposibilita indagar en procesos de configuración del espacio –que inciden en la distribución de los tipos de hábitat– que podrían vincularse con dinámicas de la periferia. 15 3. METODOLOGÍA 3. a. Estrategia metodológica general El presente trabajo de especialización tiene como objetivo general conocer los distintos tipos de hábitat que componen el municipio de San Fernando en el año 2010, e indagar en las especificidades sociodemográficas de cada uno de ellos. El mismo se aborda a partir de una estrategia de investigación cuantitativa y se sustenta en fuentes de datos secundarios. De forma específica, los principales insumos que se utilizan para llevar a cabo este trabajo son los datos y la cartografía elaborados por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) en el marco del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010; y, a su vez, se recurre mapas históricos y cartografía de barrios cerrados, urbanizaciones de origen informal y conjuntos habitacionales proveniente de otras fuentes para identificar a los tipos de hábitat que conforman el municipio. El universo espacio-temporal está constituido por el municipio de San Fernando –excluyéndose su sector insultar5– en el año 2010. Esta fecha está determinada por la disponibilidad de información (más actual) a nivel micro-espacial, ya que sólo se dispone del Censo como fuente confiable para obtener datos representativos de unidades espaciales pequeñas (construidas ad hoc) que permitan reconstruir y luego caracterizar los tipos de hábitat que conforman el municipio. De forma adicional, debido a que San Fernando no se encuentra aislado y con el fin de situarlo en el contexto, se construyen y presentan datos sobre el universo espacial mayor del que forma parte: el Aglomerado Gran Buenos Aires. Las principales decisiones metodológicas –que se toman en este trabajo– se sustentan en las experiencias mexicanas de clasificación del espacio urbano en tipos de poblamiento (aquí denominados “tipos de hábitat”) (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) y, en su aplicación en el contexto argentino para la CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015). Se procura aplicar esta metodología debido a que ya fue testeada y produjo resultados válidos para los casos analizados por dichos autores. Para cumplir con el objetivo, la principal tarea es clasificar el territorio de San Fernando según tipos de hábitat. Esto implica: 1) repensar y adaptar a la realidad del municipio las categorías originales de la tipología propuesta por la bibliografía mexicana y local; 2) recopilar fuentes de datos secundarias de cada uno de los tipos de hábitat; 3) clasificar los radios censales que integran San Fernando según el tipo de hábitat con el que se superponen; y 4) analizar los atributos que tiene cada tipo de hábitat –cada categoría de la tipología– a partir de la información censal, calculando indicadores sociodemográficos, socioeconómicos y socio-habitacionales para conocer las características de la población, los hogares y las viviendas de cada uno de ellos, realizar comparaciones e indagar en sus particularidades. 5Tal como se señaló en la introducción, debido a que se trata de un trabajo que pone el foco en el proceso de poblamiento de la ciudad, en particular, del área urbana del municipio de San Fernando, se descartan los radios que corresponden a zonas rurales. Por este motivo, el área insular del municipio de San Fernando no es considerada para este trabajo y sólo se contempla la superficie continental. 16 3. b. Especificidades del diseño metodológico Más allá de las características generales del diseño metodológico, se debieron adoptar estrategiasdistintas para resolver cada uno de los objetivos específicos, las cuales se detallan a continuación. 3. b. 1. El primer objetivo específico supone definir e identificar los tipos de hábitat que conforman San Fernando. Tal como se mencionó al comienzo de este apartado, tanto para la definición conceptual de cada categoría de la tipología como para la metodología de clasificación de radios, se utilizan como referencia los trabajos mexicanos (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) y los realizados en Argentina para la CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015). Sin embargo, en ambos conjuntos de trabajos el sistema clasificatorio y los lineamientos teóricos-metodológicos que proponen, deben ser adaptados tomando en consideración las características propias de la periferia del AGBA, la disponibilidad de información y las fuentes de datos existentes. El modelo tipológico mexicano identifica nueve categorías que dan cuenta de los tipos de poblamiento de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México: Ciudad colonial, Ciudad central, Cabeceras conurbadas, Pueblos conurbados, Colonias populares, Conjuntos habitacionales, Fraccionamientos residenciales medios y altos, y Pueblos no conurbados. La propuesta adaptada para la CABA –que parte de la tipología mexicana– propone las siguientes siete categorías: Ciudad colonial, Ciudad central, Urbanizaciones populares de origen informal (subdivididas en Villas, Asentamientos y Núcleos Habitacionales Transitorios), Conjuntos habitaciones y Áreas residenciales de nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo. En esta última conceptualización operativa se introducen adaptaciones al caso argentino, por ejemplo: las Colonias populares mexicanas aparecen reemplazadas por las Urbanizaciones populares de origen informal, subdivididas a su vez en Villas, Asentamientos y NHT – tipologías que se pueden encontrar específicamente en Buenos Aires–; a los Fraccionamientos residenciales medios y altos se le agregan, para Buenos Aires, los de nivel bajo, ya que en esta ciudad no todos los entornos de bajo nivel socioeconómico son informales; y, por último, otros tipos de poblamiento, como las Cabeceras y Pueblos conurbados y no conurbados, no figuran en el sistema clasificatorio de Di Virgilio, Marcos y Mera debido a que son propios de la periferia de la ciudad y las autoras circunscriben su estudio a la CABA. Para este trabajo se toman como punto de partida los avances realizados por ese corpus de antecedentes y se continúa la adaptación de los conceptos al caso argentino, puesto que al situarse San Fernando en la periferia del AGBA, se generan tres situaciones: 1) algunas de las categorías elaboradas por las investigaciones locales para la CABA no aplican (por ejemplo: Ciudad colonial, Ciudad central y Núcleos Habitacionales Transitorios); 2) ciertas categorías mexicanas propias de zonas periféricas no fueron pensadas en el contexto local y eventualmente adaptadas a él; y 3) específicas realidades de la periferia del AGBA, como son los barrios cerrados, no fueron incluidas en la propuesta local. 17 Como resultado, se propone –para el caso específico de San Fernando– un sistema de ocho categorías: Cabecera conurbada, Pueblo conurbado, Urbanizaciones populares de origen informal (Villas y asentamientos precarios), Conjuntos habitacionales, Barrios cerrados y Fraccionamientos por loteo de nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo. A partir de estas categorías resultantes, que se respaldan en definiciones conceptuales y operacionales, y mediante diversas fuentes de datos (cartográficas y estadísticas), que se presentan en el Cuadro 1, se clasifica cada unidad de análisis, cada radio censal, según el tipo de hábitat que corresponda. Es decir, se toma de la cartografía del Censo 2010 (INDEC) el área continental de San Fernando (ya que es la que forma parte del AGBA) y se clasifica cada radio censal según las distintas las categorías de la tipología, esta tarea requiere tanto de decisiones teórico-conceptuales como de carácter técnico-operativo. Cuadro 1. Definiciones (conceptual y operacional), fuente y metodología utilizada para la clasificación de radios censales según tipos de hábitat. Municipio de San Fernando, 2010 Tipos de hábitat Definición conceptual Definición operacional y fuente Metodología de clasificación de radios Cabeceras y/o pueblos conurbados Refiere a los espacios ocupados por los núcleos de las cabeceras y pueblos mayores que se encontraban separados del área urbanizada continua de la ciudad, pero estaban ligados a ella por vías de comunicación, y que, posteriormente, fueron absorbidos por la expansión de la misma. Fuente: Connolly (2005) La cabecera conurbada remite al centro de San Fernando (zona donde se encuentra la plaza central y en torno a ella la Parroquia principal, la Municipalidad y los Bancos), próxima a la estación del ferrocarril. Como pueblo conurbado se identifica la zona de Victoria, en torno también a la estación del ferrocarril. Entre 1910 y 1938, San Fernando se funde con Victoria y Las Conchas (Tigre) formando una única mancha urbana y, con posterioridad a 1938, coalescen con el Aglomerado Gran Buenos Aires (Vapñarsky, 2000). Fuente: Cartografía histórica de la Aglomeración Gran Buenos Aires (Vapñarsky, 2000). Se superpone la cartografía censal (polígonos de radio) con la cartografía histórica del municipio de San Fernando y se clasifican los radios que contienen más del 50% de su superficie dentro de esta área. Al mismo tiempo, se explora el parque habitacional mediante imágenes satelitales de Google Earth. Conjuntos habitacionales Comprende a los terrenos urbanizados para la construcción en serie de viviendas (de carácter multifamiliar o unifamiliar) financiadas total o parcialmente por programas de financiamiento habitacional subsidiado por el sector público. Fuente: Connolly (2005) y Marcos et al. (2015) Se presentan como barrios de vivienda, ya sea mediante edificios de varios pisos (monoblock) o complejos de casas en una planta, edificados por el Estado Nacional o el municipio, con el fin de brindar una solución habitacional definitiva a los hogares adjudicatarios. Fuente: Registros de conjuntos habitacionales de la Provincia de Buenos Aires del IVBA (2011) y la DPOUyT (2007). Se superpone la cartografía censal (polígonos de radio) con los polígonos correspondientes a conjuntos habitacionales y se clasifican los radios que contienen más del 50% de su superficie dentro de esta área. Al mismo tiempo, se explora el parque habitacional mediante imágenes satelitales de Google Earth. 18 Urbanizaciones populares de origen informal (Villas y asentamientos precarios) Corresponde a los asentamientos producidos por diversas modalidades de poblamiento popular, que se caracterizan por la irregularidad inicial en la ocupación del suelo (ya sea por la falta de títulos de propiedad o por el carácter no autorizado de la urbanización), con escasa o nula infraestructura urbana de servicios, y por el predominio de viviendas resultado de la autoconstrucción. En general, las primeras ocupaciones de los predios suceden con anterioridad a la construcción definitiva de las viviendas y la introducción de infraestructura urbana y servicios. Fuente: Connolly (2005) y Marcos et al. (2015) Las villas son urbanizaciones o autourbanizaciones informales que surgen como consecuencia de ocupaciones de tierra urbana vacante o de la afectación de tierras fiscales por el Estado para asentar a las familias provisoriamente. Sus características son: trama/trazado irregular; no están organizadas en manzanas, sino en intrincados pasillos; las viviendas son construidas con materiales precarios; presentan alta densidad poblacional; falta de espaciosverdes; y, en general, la infraestructura está provista por sus propios vecinos (Cravino, 2008; Cravino et al., 2010). Por otro lado, los asentamientos precarios se presentan como barrios informales (en términos dominiales) pero se encuentran amanzanados y tienden a ser regulares y planificados. Gran parte de ellos suele ser: decididos y organizados colectivamente; se ubican en tierras degradadas; sus ocupantes buscan legitimarse como propietarios; y, las viviendas presentan algún nivel de firmeza (Cravino, 2008; Cravino et al., 2010). Fuente: Registro Público Provincial de Villas y Asentamientos Precarios (Ley 14.449). Subsecretaría Social de Tierras, Urbanismo y Vivienda. Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos de la Provincia de Buenos Aires (2015). Se superpone la cartografía censal (polígonos de radio) con los polígonos correspondientes a villas y asentamientos precarios, y se clasifican los radios que contienen más del 50% de su superficie dentro de esta área. Al mismo tiempo, se explora el parque habitacional mediante imágenes satelitales de Google Earth. Barrios cerrados Comprende a terrenos autorizados para uso habitacional que se urbanizaron principalmente por medio de iniciativas privadas para vender los lotes o viviendas a los estratos de ingresos medios-altos y altos.La urbanización se realizó bajo la normatividad correspondiente y cuenta con infraestructura urbana completa. Es un conjunto de terrenos y viviendas, de mayores dimensiones que los fraccionamientos por loteo, con un perímetro definido por muros o rejas y con entradas controladas por un servicio de seguridad. En su interior coexisten zonas de uso común (club house, pileta, plaza, gimnasio, otros) con terrenos privados. Fuente: Connolly (2005) Los barrios cerrados se presentan como áreas residenciales cerradas por muros y barreras que cuentan con vigilancia las 24 horas del día (Roitman, 2003). En San Fernando se ubican principalmente en la zona este, aledaña al Río Luján, y en la zona oeste, cercana a la Autopista Panamericana. Fuente: Cartografía de barrios cerrados al año 2010 (Observatorio del Conurbano Bonaerense) Se superpone la cartografía censal (polígonos de radio) con los polígonos correspondientes a barrios cerrados y se clasifican los radios que contienen más del 50% de su superficie dentro de esta área. Al mismo tiempo, se explora el parque habitacional mediante imágenes satelitales de Google Earth. 19 Fraccionamientos por loteo de nivel socioeconómico: Alto, Medio y Bajo Áreas residenciales, sin estar comprendidas en las tipologías previas, que se originaron a partir de fraccionamientos legales por loteo y se diferencian internamente por el nivel socioeconómico de la población que contienen. Fuente: Di Virgilio et al. (2015) y Marcos et al. (2015) Son aquellas unidades espaciales que no se corresponden con el resto de los tipos de hábitat. Se diferencian por el nivel socioeconómico de la población que contienen (Alto, Medio y Bajo). Fuente: Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (INDEC, 2010. Base de datos Redatam+SP a nivel de radios censales). A partir del análisis factorial de componentes principales y el análisis de cluster jerárquico, se clasifican los polígonos de radio que no corresponden con el resto de los tipos de hábitat en Fraccionamientos por loteo de nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo. Para ello, se introduce en el modelo los siguientes indicadores: Hogares con agua de red pública dentro de la vivienda; Hogares que utilizan como combustible para cocinar gas de red, gas a granel o gas en tubo; Hogares con computadora; y Población de 25 a 64 años con educación universitaria completa. Fuente: Elaboración propia. En relación a la clasificación de radios censales según el tipo de hábitat que contienen, la principal dificultad a la que se enfrenta este trabajo se debe a que la delimitación de estas unidades espaciales censales pequeñas no responde a fines investigativos, por lo que trae aparejadas consecuencias en la heterogeneidad de su superficie, forma, cantidad y composición de población (Marcos et al., 2015). Este problema es denominado por Openshaw (1977) “Problema de la Unidad Espacial Modificable” (PUEM) y refiere al hecho de que –en algunos casos– la división del territorio puede no reflejar y hasta incluso encubrir, la realidad socio-territorial. En este sentido, este trabajo no es ajeno a este problema, ya que se encuentran radios censales que abarcan a más de una tipología. Por lo tanto, para sortear esta dificultad y determinar qué tipo de hábitat es el preponderante en las unidades espaciales mixtas, se implementan tres estrategias complementarias: en primer lugar, se revisan antecedentes, en este caso los trabajos locales de CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015) y los mexicanos (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) para ver cómo –otros autores– afrontaron el problema; en segundo lugar, se realizan exploraciones del parque habitacional mediante imágenes satelitales de Google Earth, visitas, recorridas en campo y datos censales asociados a los polígonos de radio en cuestión; por último, se toman decisiones y se establecen criterios en sintonía con los objetivos propuestos. Siguiendo los lineamientos de los antecedentes, para las categorías de la tipología que no comprenden a los Fraccionamientos por loteo –es decir, Cabecera conurbada, Pueblo conurbado, Urbanizaciones populares de origen informal (Villas y asentamientos precarios), Conjuntos habitacionales y Barrios cerrados– se establece como criterio de clasificación, para los casos de radios censales mixtos, el tipo de hábitat predominante en la superficie de uso residencial tomando como umbral el 50 por ciento. Es decir, en aquel radio censal donde algún tipo de hábitat –de los anteriormente mencionados– cubra más del 50 por ciento de la superficie, se lo considera perteneciente a dicha categoría. Cuando se evidencian diferencias importantes de densidad de los tipos de hábitat abarcados por un mismo radio, se complementa la exploración con datos censales de tipo de vivienda. En resumidas cuentas, al ser esta 20 tarea de carácter “artesanal” y siendo San Fernando no muy extenso en su superficie continental, se revisa con rigurosidad cada caso particular. Las unidades espaciales restantes –aquellas que no fueron clasificadas en las categorías antes señaladas– conforman los Fraccionamientos por loteo de nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo. Para su clasificación, se requiere la construcción de la variable “nivel socioeconómico” y se toman como referencia los indicadores propuestos por los autores mexicanos (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) ya que, según ellos, resultan ser los más significativos para establecer la condición socioeconómica de los hogares. Las variables y las categorías utilizadas por los autores mexicanos debieron ser adaptadas a las posibilidades de las fuentes de datos argentinas por Marcos et al. (2015), resultando de ello: Fuente: Marcos et al. (2015) Estos cálculos se realizan a escala metropolitana –para todo el AGBA– dado que permiten: por un lado, poner a San Fernando en contexto, presentar su estructura socio-urbana como parte de una mayor; y, por otro, distinguir niveles socioeconómicos diferenciales entre los Fraccionamientos por loteo, que no siempre alcanzan el mismo nivel de consolidación y presentan profundas diferencias en relación a las condiciones de vida y las características sociodemográficas en general. Una vez calculados los indicadores para clasificar los radios censales según el nivel socioeconómico de su población, se emplean técnicas de análisis factorial de componentes principales y de análisisde conglomerados jerárquicos o clusters6 con el fin de resumir los cuatro indicadores en uno sólo, y luego categorizarlo en tres grupos. 6 Previo a la realización del análisis factorial y el cluster, aquellos radios que cuentan con menos de 100 personas se funden con el radio consecutivo con el fin de evitar sesgos. El radio 067490101 se funde con el 067490102 y, el 067491307 con el 067491308. Esta operación también se realiza para los objetivos específicos. Indicadores utilizados según la metodología mexicana (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008) Indicadores con base en el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del año 2010 Viviendas que disponen de agua entubada en su interior. Hogares con agua de red pública dentro de la vivienda. Viviendas que disponen de calentador de agua. Hogares que utilizan como combustible para cocinar principalmente gas de red, gas a granel o gas en tubo. Viviendas que disponen de computadora. Hogares con computadora. Población de 18 años o más con instrucción superior. Población de 25 a 64 años con educación universitaria completa. Población ocupada que obtiene más de cinco salarios mínimos. (No se incluye, ya que no se dispone de información censal sobre ingresos). 21 El análisis factorial es un método estadístico –muy utilizado en los estudios espaciales cuantitativos– que pretende sintetizar la información original en un número de variables mínimo e imprescindible. Estas nuevas variables –que resumen la información– se las denomina factores (Santos Preciado, 1991). Cada factor representa la relación existente entre un conjunto de variables intercorrelacionadas y explica el máximo de su varianza común, es decir, que los factores pueden interpretarse como las dimensiones subyacentes de un conjunto amplio de variables (Visauta Vinacua, 1998:220-221 en Di Virgilio et al., 2015). El análisis factorial comprende cuatro fases: la primera, consiste en la preparación de la información original, es decir, elaborar una matriz con “n” variables y “N” casos (en este trabajo, radios censales). La segunda, en descubrir el número mínimo de factores que permiten explicar el máximo de la varianza. En este caso, se selecciona la extracción de los factores por componentes principales7. La tercera fase implica la rotación, es decir, producir un giro de los ejes factoriales con el objetivo de logar que la relación entre los factores y las variables sea o bien máxima, o bien mínima. Al igual que en la fase anterior, existen distintos métodos de rotación, sin embargo, para este trabajo se selecciona la rotación por Varimax8. Por último, la cuarta fase, consiste en la interpretación de los resultados. En nuestro caso, para cada radio censal del AGBA se obtienen puntuaciones factoriales (en formato puntaje z), que se interpretan como la intensidad que asume el factor en cada unidad espacial (Buzai, 2003: 186 en Di Virgilio et al., 2015). Una vez obtenidas las puntuaciones factoriales, se clasifican los radios censales en tres categorías (Nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo)9 a partir del análisis de conglomerados o clusters. El análisis de cluster es una técnica utilizada por la demografía urbana para la obtención de grupos homogéneos de unidades espaciales (casos) en base a la totalidad de variables medidas en ellas (Buzai, 2003). Busca generar clases dentro de las cuales los elementos que las componen tendrán máxima similaridad y –al mismo tiempo– mayor diferencia respecto de los elementos que se encuentran incluidos en otro grupo (Buzai, 2003). Si bien existen distintos procedimientos para realizar el análisis de cluster, se utiliza el de tipo jerárquico que –partiendo de los elementos muestrales considerados individualmente– va creando grupos hasta llegar a la formación de un único grupo o conglomerado constituido por todos los elementos de la muestra (Treiman, 2014). Los agrupamientos, se realizan mediante el método de Ward, que presenta la 7 El método de factorización por componentes principales asume que es posible explicar el 100% de la varianza observada, por lo cual, todas las variables iniciales son iguales a la unidad (varianza de una variable en puntuaciones típicas). Esto permite problematizar la cantidad de factores extraídos y su relación con las variables explicadas (Treiman, 2014). 8 Varimax es un método de rotación ortogonal que minimiza el número de variables que tienen saturaciones altas en cada factor. Simplifica la interpretación de los factores, optimizando la solución por columna (Treiman, 2014). 9 Debido a que en la metodología mexicana (Sain, 2004; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008), y en la replicada para CABA (Di Virgilio et al., 2015; Marcos et al., 2015), se desagrega esta variable en las mismas dos o tres categorías, aquí también se respeta este criterio. 22 ventaja de evaluar todas las uniones posibles y elegir aquella que produce menor variación (heterogeneidad) en el interior de los grupos (Buzai, 2003). El principal resultado que se obtiene luego de haber realizado las actividades hasta aquí descritas es la clasificación de cada uno de los radios censales que cubren la superficie continental de San Fernando según el tipo de hábitat que contienen o, en su defecto, que prepondera en ellos. Una vez clasificada cada unidad espacial según tipo de hábitat, la información que de allí se desprende se presenta en un mapa temático, es decir, un mapa de San Fernando en el que se distinguen la Cabecera conurbada, el Pueblo conurbado, Urbanizaciones populares de origen informal (Villas y asentamientos precarios), Conjuntos habitacionales, Barrios cerrados y Fraccionamientos por loteo de nivel socioeconómico Alto, Medio y Bajo, con el fin de observar su localización en el territorio. 3. b. 2. El segundo objetivo específico propone analizar los distintos tipos de hábitat presentes en el municipio, indagando en la articulación entre las características sociodemográficas, el período de urbanización y la forma de producción del espacio habitacional. Para ello, como fuente de información se utilizan los datos el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del año 2010 –provenientes del cuestionario básico, ya que los datos del cuestionario ampliado, al haber sido por muestreo, no son representativos si se desagrega la escala– y la cartografía censal correspondiente al mismo año. Cada tipo de hábitat es considerado una unidad de análisis y cada radio censal, una unidad de observación o recolección. Estos últimos se agregan en función de cada categoría de la tipología y, a partir de ello, se calculan indicadores para cada conjunto. A continuación, se detallan los indicadores para cada eje de análisis: ✓ Indicadores de estructura/dinámica de la población y los hogares: Cantidad de población, Población según sexo, Población en edades quinquenales y edades en grandes grupos, Edad promedio de la población, Razón de masculinidad, Porcentaje de extranjeros (en viviendas particulares10), Cantidad de hogares particulares, Tipo de hogar y Tamaño de los hogares multipersonales. ✓ Indicadores de nivel socioeconómico de la población y los hogares: Tasa de analfabetismo, Máximo nivel educativo alcanzado, Porcentaje de hogares sin computadora y Tasa desocupación. ✓ Indicadores de condiciones socio-habitacionales de las viviendas y los hogares: Cantidad de viviendas particulares, Tipo de vivienda particular, Porcentaje de hogares que residen en 10 Debido a que en el cuestionario básico no se cuenta con la variable “lugar de residencia habitual”, para conocer el porcentaje más acertado de extranjeros se considera aquellos que residen enviviendas particulares. 23 viviendas con techos y pisos deficitarios, Cantidad de hogares por vivienda, Porcentaje de hogares con agua de red dentro de la vivienda, Porcentaje de hogares con baño con descarga a red pública, Porcentaje de hogares con gas de red, tubo o granel, Porcentaje de hogares con tenencia irregular de la vivienda, Hacinamiento y Porcentaje de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Conocer el comportamiento espacial de estos indicadores en San Fernando permite articular las características sociodemográficas de la población, los hogares y el parque habitacional con los distintos tipos de hábitat. Por un lado, permite comparar las características y atributos de cada tipología y conocer su especificidad, por otro, complejiza el análisis a nivel municipal más allá de un mero mapa social. Toda la información que se obtiene a partir del cálculo de los distintos indicadores se presenta en cuadros bivariados y representaciones gráficas (pirámides de población), donde el tipo de hábitat se considera variable independiente. 24 4. CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO Este trabajo se propone conocer los distintos tipos de hábitat que componen un municipio de la periferia del Aglomerado Gran Buenos Aires, por lo cual, resulta imprescindible trazar un recorrido por el contexto socio-histórico que se encuentra inmerso. El mismo refiere a aquellos aspectos del área de estudio que luego se recuperarán a lo largo del análisis de los resultados y que parten desde una mirada macro, abarcando la totalidad de la ciudad de la que San Fernando forma parte, para luego enfocarse en el caso de estudio. 4. a. El poblamiento y la estructura socioespacial del Aglomerado Gran Buenos Aires Las metrópolis son dinámicas y constantemente se enfrentan a cambios que inciden en su tamaño, forma, densidad y distribución espacial la población. Hasta el momento, no se han encontrado trabajos específicos que estudien el AGBA, la Región Metropolitana de Buenos Aires o el Conurbano Bonaerense desde el enfoque de los tipos de hábitat. No obstante, desde distintas disciplinas se han ido documentado procesos y estructuras que contribuyen a comprender las dinámicas por las que el Aglomerado se ha visto atravesado, y que en este trabajo se recuperan como antecedentes indirectos, en tanto alimentan el corpus de conocimiento acumulado acerca de las distintas dimensiones constitutivas de los tipos de hábitat. Según la recopilación cartográfica que realiza Vapñarsky (2000) para documentar el proceso de crecimiento físico del AGBA, la ciudad abarcaba hacia fines de la década de 1860, aproximadamente una superficie de 500 manzanas alrededor de la Plaza de Mayo, y sólo se extendía por dos jurisdicciones: las actuales Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Avellaneda. Sin embargo, para ese entonces ya existían varias localidades emergidas en el siglo XVII como Morón, Las Conchas-San Fernando y Quilmes, y otras en el XVIII como San Isidro, Pilar, San Vicente y Merlo; todas ellas pequeñas ciudades o pueblos independientes hacia mediados del siglo XVIII, que antes o después coalescerían con el aglomerado Gran Buenos Aires. En este sentido, Bertoncello (2004) –retomando a Vapñarsky (2000)– señala que en los años subsiguientes el AGBA creció aceleradamente, y su población pasó de 181 mil habitantes en 1869, a 319 mil en 1881 y a 671 mil en 1895. Ya para 1914 la superficie del Aglomerado había superado los límites de la CABA y se estimaba que contaba con 1.883.811 habitantes. Pero es con la industrialización intensiva del país, cuyo inicio se suele situar en la década de 1930, que el AGBA comienza a delinear su dimensión y estructura actuales. Desde 1940, en línea con la periodización que propone Torres (2006), en el AGBA se pueden identificar etapas diferenciadas –vinculadas con procesos socioeconómicos, demográficos y políticos– que generan impactos socio-territoriales específicos. En términos generales, como sostiene Buzai (2014), las ciudades latinoamericanas pre-industriales (tanto aquellas que tuvieron su origen antes de la primera mitad del siglo XIX como aquellas posteriores 25 que mantuvieron un tamaño pequeño), se caracterizaron por conservar el diseño urbanístico heredado de la etapa colonial, es decir, el centro caracterizado por la plaza central y la ubicación de los edificios del poder, el amanzanamiento urbano en cuadrícula y el nivel económico de sus habitantes que va disminuyendo con la distancia al centro. Sin embargo, el acelerado crecimiento poblacional y la importante expansión física impactan de manera notable en la estructura urbana de estas ciudades. Durante el período de que se inicia en 1940 y termina en 1960, el AGBA se caracterizó por atravesar procesos acelerados de metropolización y suburbanización (Torres, 2006). Por un lado, hubo un desarrollo masivo de “loteos económicos o populares” formales periféricos, que estaban destinados principalmente a los trabajadores urbanos. Esto originó, según Torres (2006), una banda urbana amorfa, poco estructurada y desprovista de servicios en la segunda corona de municipios que rodean a la ciudad capital, servida por la red de transporte público –especialmente el ferrocarril suburbano–. Al mismo tiempo, comienzan a multiplicarse los edificios residenciales en altura en las zonas centrales y subcentrales del Aglomerado –sobre el parcelamiento colonial–, destinados a los sectores medios. Esto dio lugar al aumento de densidad en zonas centrales y subcentrales y a la expansión de un vasto sector formal con distintos niveles de consolidación. Por último, comenzaron a proliferar las “villas miseria” –a partir de procesos fuera del mercado– en los espacios intersticiales (tanto periféricos como centrales)11, donde los inmigrantes recientes procedentes del interior y de países limítrofes que contaban con una inserción laboral precaria, encontraban un lugar para asentarse12. La expansión de la estructura vial, sanitaria y educativa contribuyen a la integración del centro y de los subcentros (Gorelik, 2015). Respecto a la forma en que se distribuye la población en el AGBA según su nivel socioeconómico, Torres (2006) identifica tres patrones en sus mapas sociales de la ciudad: en primer lugar, una preeminencia del norte sobre el sur; en segundo lugar, un predominio del centro sobre la periferia; y, por último, una clara dominancia de los ejes principales –servidos por la red ferroviaria suburbana– sobre los espacios intersticiales (poco accesibles y con escases de servicios). En el transcurso del período que va de 1960 a 1980, las dinámicas que caracterizaron la primera etapa tienden a agotarse, es decir, el crecimiento físico y poblacional del AGBA se desacelera y en su interior la suburbanización residencial de los sectores populares comienza a dirigirse hacia los espacios internos vacantes e intersticiales. Esto acompañado de un importante deterioro de la parte central del Aglomerado (Torres, 2006). 11 Los espacios intersticiales o intersticios son aquellas zonas que se ubican entre los ejes de crecimiento, ejes principales, de la ciudad. En general suelen ser zonas poco accesibles, estar mal comunicadas con los centros y/o subcentros urbanos y presentar dificultades en relación con la provisión de servicios (Marcos y Mera, 2018). 12 Según Torres (2006), este período se enmarca en la primera década de gobierno peronista (1945–1955), en el contexto de industrialización por sustitución de importaciones. Entre las medidas que permiten estos cambios en el AGBA, se destaca el subsidio al transporte público urbano, que en los hechos implicó un subsidio a la tierra periférica –que benefició principalmente a los asalariados de menores recursos–. Y las políticas tendientes a la redistribución del