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ANOTACIONES_SOBRE_LA_FORMACION_INTEGRAL

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ANOTACIONES SOBRE LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL ESTUDIA NTE UNIVERSITARIO 
 
 
 
POR: MARÍA ADELAIDA JARAMILLO G. 
DIRECTORA DE EXTENSIÓN CULTURAL - UNIVERSIDAD DE AN TIOQUIA 
 
 
 
 
 
SEMINARIO UNIVERSIDAD- EMPRESA - ESTADO 
CLUB CAMPESTRE EL RODEO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
MEDELLÍN, 24-26 DE SEPTIEMBRE DE 2002
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ANOTACIONES SOBRE LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL ESTUDIA NTE UNIVERSITARIO 
 
 
Por: María Adelaida Jaramillo González 
 Directora de Extensión Cultural, Universidad de Antioquia 
 
 
 
 “Reconocerse en sí misma es el gran desafío de la Colombia presente. Mientras los 
colombianos no tengamos un lenguaje común para hablar de nuestro territorio, y no 
tengamos un relato compartido de los mitos y de los símbolos que nos unen, será muy 
difícil cumplir juntos las tareas que nos está reclamando la historia. Un país sólo vive en 
confianza, sólo se constituye como nación solidaria cuando comparte una memoria, un 
territorio y unos saberes originales. No basta tenerlos, es necesario compartirlos. La 
urgente tarea de refundación de Colombia es antes que todo una tarea cultural: debemos 
emprender una gran expedición por el olvido, debemos pronunciar un conjuro contra la 
venganza desde las encrucijadas de nuestro territorio en peligro, debemos vivir una 
original aventura estética, mirando la naturaleza equinoccial, las ciudades nacidas del 
choque de la modernidad con la tradición, y explorando las riquezas del mestizaje, para 
encontrar los rostros y los lenguajes que definen nuestro lugar en el planeta”. 
 
William Ospina, Colombia en el Planeta 
 
 
La pregunta siempre presente en todo proyecto educativo responde a la necesidad de indagar por la 
pertinencia de la formación que reciben los alumnos, lo que nos ubica necesariamente en la pregunta 
por la formación integral como dimensión que intenta dar respuesta al papel que la educación está 
llamada a desempeñar en el seno de la sociedad. 
 
La formación integral pone del mismo lado aquello que históricamente fue separado: el conocimiento 
y el razonamiento de una parte, y de otra, el mundo de lo sensible, el sentido estético, las 
percepciones, la ética, el compromiso con el respeto al otro, y en general con los valores fundantes 
de la sociedad. 
 
Entender la educación como un proceso "a lo largo de la vida", nos permite abordar esta tarde las 
reflexiones sobre la formación integral del estudiante universitario, a partir de tres ejes 
fundamentales: 
 
 
 
 
I. La formación integral como respuesta a los desafíos de la sociedad desde la educación. 
II. La formación integral en el contexto universitario. 
III. ¿Qué le propone la formación integral a las relaciones Universidad-Empresa-Estado? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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I. LA FORMACIÓN INTEGRAL COMO RESPUESTA A LOS DESAF ÍOS DE LA SOCIEDAD 
 DESDE LA EDUCACIÓN 
 
1. Quisiera hacer mención a los planteamientos del Doctor Gustavo López Ospina de la 
UNESCO1, en relación con los “cambios globales que exigen trabajar por un nuevo proyecto 
humano desde la Universidad”, pero que podemos aplicar igualmente a los diversos niveles y 
modalidades de la educación, en tanto proceso que atraviesa toda la vida, en los que plantea, 
en primer lugar, el cambio HACIA UNA NUEVA CIVILIZACIÓN, pues el mundo occidental ha 
pasado de las guerras mundiales, que iban de la mano de la expansión territorial, a las guerras 
entre civilizaciones, esto es, entre culturas y religiones, géneros, pensamientos, ideales, 
saberes tradicionales e intereses comerciales, entre otros. 
 
Todo ello ha generado la inseguridad y el miedo al futuro, lo que impone una educación capaz 
de evidenciar no sólo conceptos y teorías, sino ante todo, prácticas de respeto y de diálogo 
cultural y social, que permitan “el intercambio de valores, principios universales, el respeto y la 
dignidad que afirmen la calidad de seres planetarios-humanos”2 y rompan las culturas 
hegemónicas, estableciendo nuevas formas de convivir y de relacionarse. 
 
En sus reflexiones sobre los grandes problemas que aquejan a la Colombia de hoy, el escritor 
William Ospina plantea: 
 
"Hay quien dice que frente a los desafíos y los horrores de la guerra, es poco lo que pueden hacer el arte 
y la cultura. Muchos pensamos que, por el contrario, en una situación como la colombiana, casi todo 
tienen que hacerlo la cultura y la educación, porque hasta la guerra que vivimos es consecuencia de unos 
choques culturales, de unos procesos históricos en los cuales nuestra nación desdeñó su singularidad y 
se obstinó en copiar ideas, modelos y esquemas, creyendo ingenua o malintencionadamente que para 
una sociedad sirven las fórmulas que han sido descubiertas e implantadas en otras."3 
 
Y añade: 
 
"Hace setenta años, en muchas regiones de Colombia, cuando una persona iba por los montes aI 
anochecer y veía aparecer a alguien en la oscuridad, podía sentir alegría. Un desconocido era un 
compañero con quién sentarse a conversar. Siete décadas pasaron llevándose eso que alguna vez fue 
nuestro, y Colombia ha perdido casi del todo el tesoro mayor que cualquier sociedad puede poseer: la 
confianza espontánea en los demás. Con ella perdimos la conciencia de poseer una patria, de formar 
parte de una comunidad solidaria. Saqueados por la historia, los hijos de Colombia deberíamos vivir hoy 
la urgencia de lanzarnos a la búsqueda de esa confianza perdida, pero nadie conoce el camino que lleva 
hacia ella, porque la confianza es uno de esos extraños lazos vitales cuya realidad resulta mucho más 
fácil de percibir que de explicar."4 
 
2. Si entendemos que la ciencia y la tecnología se sitúan como parte de la cultura de los pueblos, 
dadas sus repercusiones sociales, políticas y económicas, ello nos ubica en la encrucijada de 
entender que las culturas actuales se construyen y alimentan cotidianamente desde procesos 
identitarios donde no sólo confluyen las tradiciones ancestrales, sino también las identidades 
individuales y colectivas en una nueva relación de complejidad: de género, raza, opción sexual, 
edad, religión, entre otras, a las que se suman las costumbres del lugar en que se habita, las 
de los seres humanos que comparten un espacio común y que provienen de otros contextos 
por razones de migración o desplazamiento forzado, así como los usos y formas de apropiación 
y transmisión del conocimiento y los desarrollos tecnológicos. 
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3. La formación integral ha de brindar a las personas, espacios y alternativas esenciales para un 
desarrollo armónico que hagan realidad la máxima de “educación a lo largo de la vida”5. Esto es, 
aquella que se entiende como un “proceso continuo de educación, que abarca toda la existencia y 
se ajusta a las dimensiones de la sociedad”. 
 
4. Así, la formación integral, debe alimentarse por propósitos que abran nuevos horizontes –como lo 
plantea Luis Enrique Osorio Silva6–, para la formación del carácter y de la personalidad, el 
desarrollo del pensamiento crítico, la formación para la integración y la participación social, así 
como para el fortalecimiento de los valores y una ética social que involucre la conciencia moral 
del individuo. La formación integral se evidencia en el desarrollo de la capacidad de asumir, crítica 
y valorativamente, todos aquellos aspectos de la vida que son la base de la vida en comunidad y 
comprende, además de la dimensión intelectual, el fortalecimiento de la conciencia moral, del 
sentido estético y del pensamiento crítico, elementos fundamentales para un desarrollo autónomo 
del individuo: un ser con capacidad de ser libre; libre para valorar, libre para decidir y libre para 
relacionarse, comprometidoa respetar al otro como ser diverso que comparte con él los 
diferentes espacios de la vida social. 
 
5. Esta perspectiva de la formación integral, permite una reflexión en torno a las relaciones entre la 
educación y la cultura, por cuanto en ellas es sustancial la interacción con la conciencia individual 
y colectiva de las personas. Es desde la cultura, entendida como "aquello que nos queda 
después de que hemos olvidado todo", desde donde se construyen no sólo los imaginarios, las 
sensibilidades, las historias y los referentes más caros, sino también las formas de relacionarnos 
con nosotros mismos y con el mundo. 
 
6. Tal como lo propone Jerome Fichte7 en la cita que de él hace Orozco, “una formación integral, es 
entonces, aquella que contribuye a enriquecer el proceso de socialización del estudiante, que 
afina su sensibilidad mediante el desarrollo de sus facultades artísticas, contribuye a su desarrollo 
moral y abre su espíritu al pensamiento crítico”. Así entendida, la formación integral es algo más 
que la capacitación profesional, ya que permite entender al estudiante integralmente, como un ser 
con la necesidad de adquirir una educación para su desempeño en la vida, pero ante todo como 
un ser que tiene derechos y compromisos con una realidad y con las personas que en ella 
habitan, responsable de contribuir a mejorar sus propias condiciones de vida y las de la sociedad. 
 
7. La formación integral es una concepción que debe traducirse en una práctica educativa centrada 
en la persona humana y en las relaciones que establece con el otro, con el medio inmediato que 
le rodea y con el mundo. Es igualmente una estrategia que, mediante múltiples formas, debe 
conducirle a encontrar su propio proyecto de vida, su propia realización, su propio camino de ser. 
Ella aglutina todas las áreas del quehacer educativo y no es potestad exclusiva de algunos 
saberes, o de algunas personas, que por su interés particular asumen una responsabilidad en 
este campo particular del proyecto educativo. 
 
 
 
 
 
 
II. LA FORMACIÓN INTEGRAL EN EL CONTEXTO UNIVERSITA RIO 
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8. Boaventura de Sousa8, refiere a Karl Jaspers, quien en 1946 definió la misión de la Universidad, 
"como el lugar donde por concesión del Estado y de la sociedad, una determinada época puede 
cultivar la más lúcida conciencia de sí misma. Sus miembros se congregan en ella con el único 
objetivo de buscar, incondicionalmente, la verdad y sólo por amor a la verdad. (Jaspers, 1965:19). 
De ahí se desprenderían por orden decreciente de importancia, los tres grandes objetivos de la 
Universidad: porque la verdad sólo es accesible a quien la busca sistemáticamente, la 
investigación es el principal objetivo de la universidad; porque el campo de la verdad es mucho 
más amplio que el de la ciencia, la universidad debe un centro de cultura, disponible para la 
educación del hombre como un todo; finalmente porque la verdad debe ser transmitida, la 
universidad enseña, e incluso, la enseñanza de las aptitudes profesionales, debe ser orientada 
hacia la formación integral. (Jaspers, 1965: 51)" 
 
9. Las funciones de la Universidad que propone más tarde Ortega y Gasset (1982: 41), se 
fundamentan en la transmisión de la cultura, la enseñanza de las profesiones, la investigación 
científica y la educación de nuevos hombres de ciencia, paradigmas que según refiere 
Boaventura de Sousa Santos (1998:227), fueron replanteados en la década de los sesenta y 
desde entonces se asumen la investigación, la enseñanza y la extensión entendida desde las 
múltiples interpretaciones (prestación de servicios, gestión, cultura, entre otros) como las tres 
funciones sustantivas de la Universidad. 
 
10. Sin embargo, las contradicciones internas inherentes al desarrollo articulado de estas funciones le 
ha generado a la Universidad, según Sousa, tres grandes crisis: La crisis de hegemonía, 
expresada en las contradicciones entre la llamada alta cultura y la cultura popular, y las 
dicotomías entre educación y trabajo, teoría y práctica, universidad y productividad; la crisis de 
legitimidad, que expresa la contradicción entre jerarquización y democratización y la crisis 
institucional, expresada en la dicotomía autonomía institucional y productividad social. 
 
11. Ello ha definido la vida universitaria a lo largo de los siglos XIX y XX, especialmente en América 
Latina, de tal manera, que las políticas universitarias en los campos de la educación, la cultura y 
la ciencia han sido abordadas, de manera general, a partir de un modelo elitista cerrado y 
excluyente, centrado en el iluminismo desde el conocimiento, en el estatismo desde lo 
gubernamental, y en el mecenazgo desde lo cultural, formas de intervención social propias del 
siglo XIX y comienzos del siglo XX, pasando por un modelo ciertamente populista, centrado en 
los públicos, que da origen a la llamada cultura de masas sobre la cual recae el proyecto 
democratizador que empieza a fraguarse en los años treinta, el cual se consolida en la década de 
los sesenta y que encuentra en la llamada extensión, una estrategia fundamental para cumplir la 
misión de expansión del conocimiento, concepto un tanto evangelizador que desconoce la validez 
de los saberes no académicos. 
 
Hoy, el desafío de la Universidad, que compete tanto a las universidades oficiales como privadas, 
es hacer del modelo universitario, un modelo centrado en el ciudadano, en el que la construcción 
de la democracia y de la participación social, alimente nuevas formas de vernos, de relacionarnos 
con nosotros mismos, con los otros y con el mundo, y que reconozca en el diálogo intercultural, la 
base para un mejoramiento de las condiciones de respeto, no discriminación y valoración del otro 
en nuestra sociedad. 
 
 
Los modelos antes enunciados, pueden evidenciarse en el siguiente gráfico: 
 
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MODELO DIRIGIDO A EXPRESIÓN 
ILUMINISMO 
ELITISTA 
___________________ 
 
Estatismo 
Mecenazgo 
 
CONSUMIDORES 7 Modelo excluyente 
7 La cultura, potestad de las 
clases con mayores ingresos 
7 Se reconoce la alta cultura como 
la cultura nacional 
7 La Universidad como modelo 
hegemónico 
CULTURA DE MASAS 
DIVULGACIONISTA 
 
___________________ 
 
Privatismo 
Populismo 
PÚBLICOS 7 Modelo de transición 
7 La cultura, potestad de los 
creadores 
7 Reconocimiento de la diversidad 
cultural 
7 Surgimiento del modelo 
extensionista en la Universidad. 
7 Crisis de la hegemonía 
universitaria 
CONSTRUCCIÓN 
SOCIAL 
 
___________________ 
 
Democracia 
Participativa 
CIUDADANOS 7 Modelo de integración, 
participativo 
7 Construcción de tejido social 
7 Reconocimiento de la 
multiculturalidad y de la 
interculturalidad como 
fundamento de la democracia. 
7 Necesidad de replantear las 
responsabilidades de la 
Universidad. 
 
 
12. Así, la formación integral implica pensar la cultura como un proyecto de construcción 
democrática, donde el diálogo intercultural se constituye en la base para establecer nuevas 
formas de relación e inclusión social. Esta perspectiva integra lo global, lo nacional, lo regional y 
lo local, estableciendo espacios donde cada una de las expresiones del arte y de la cultura se 
encuentran e interactúan; donde los lenguajes ancestrales y las nuevas formas del conocimiento 
y las nuevas percepciones estéticas, dialogan de manera dinámica; donde las viejas teorías se 
contrastan con nuevas prácticas y se construyen otros meridianos para el pensamiento y la 
comprensión de los problemas; donde los valoresdel pasado, se nutren de las contradicciones y 
de las fuerzas del presente, para armonizarlos de acuerdo con las nuevas percepciones de la 
vida de las actuales generaciones. 
 
13. Sin embargo, viejos paradigmas definen las relaciones con el acto formador, en la educación 
superior: Algunos plantean que la ética, los valores y principios, no se enseñan. Otros, que la 
formación integral no es responsabilidad de la Universidad; ella es un asunto de la familia o de la 
educación básica, en tanto son las instancias con las que el ser humano se relaciona de manera 
más temprana. Se escucha con frecuencia por los pasillos universitarios que los currículos de la 
educación superior no pueden dedicar tiempo a “actividades secundarias” en la formación 
profesional, en detrimento de los conocimientos que debe adquirir el estudiante para dominar los 
temas de su especialidad. 
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14. Todo ello hace parte de la crisis que la Universidad atraviesa, signada por la fragmentación y la 
atomización de los saberes, por las contradicciones internas entre docencia, investigación y 
extensión, y por la marcada división entre los "saberes esenciales" y los "contenidos accesorios"; 
entre los saberes académicos y los saberes tradicionales y saberes empresariales; en la crisis 
relacionada con la cosntrucción del sentido de lo público; en la crisis de liderazgo y de 
gobernabilidad, que ha hecho que la Universidad se encierre en sus propios laberintos. 
 
15. Adicionalmente, el contexto en el que la Universidad se debate: la inequidad creciente de la 
población en el acceso y disfrute de los bienes y servicios que le garanticen una calidad de vida 
mínima, las crisis de las economías locales en un contexto de globalidad y la guerra cada vez 
más creciente en el país, hacen que la Universidad exprese de alguna manera esa pérdida de 
norte en el papel que ho está llamada a jugar, lo que demanda de ella un proceso de autocrítica 
que replanteee su accionar. 
 
16. Una encuesta reciente realizada por la Revista Semana y publicada en su edición de la semana 
anterior, sobre la oferta universitaria y los servicios que ofrecen las instituciones de educación 
superior a los nuevos aspirantes, revela interesantes datos en relación con la formación integral: 
 
De una parte, el interés fundamental de las Universidades colombianas en las cuatro pricipales 
ciudades del país, de acuerdo con los estudiantes entrevistados, se centra en formar a los 
alumnos en la capacidad de análisis, en el liderazgo, y en la solución de problemas, en 
detrimento del interés por formarlos en la honestidad y la ética, la creatividad, el trabajo en 
equipo, o la capacidada de tomas decisiones, tal como lo evidencia la siguiente tabla: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿CUÁL DE ESTOS ASPECTOS CREE USTED ES EL QUE MÁS IN TENTA TRANSMITIR ESTA 
UNIVERSIDAD A SUS ESTUDIANTES? 
 
Las respuestas a esta pregunta se expresan en porcentajes. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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ASPECTOS BOGOTÁ MEDELLÍN CALI BARRANQUILLA 
Capacidad de 
análisis 
53 22 12 40 27 30 5 10 47 17 25 32 45 22 32 37 
Liderazgo 8 7 28 15 20 12 13 30 13 37 17 22 8 48 22 20 
Solución 
problemas 
 7 12 7 20 7 15 13 12 10 20 17 12 20 10 15 18 
Honestidad y 
ética 
 2 18 7 13 25 5 43 28 0 0 3 13 7 3 2 7 
Trabajo en 
equipo 
 5 20 15 3 3 13 5 5 10 7 10 3 2 2 8 5 
Toma de 
decisiones 
 5 3 7 8 7 7 12 8 7 10 7 2 10 10 5 5 
Conceptualizació
n 
10 3 8 5 12 12 2 2 8 3 12 5 5 0 12 5 
Creatividad 8 12 0 2 2 7 3 2 5 7 7 8 2 5 5 3 
Fe religiosa 2 3 10 0 0 0 2 3 0 0 3 3 0 0 0 0 
No sabe 0 0 0 0 0 0 2 0 0 0 0 0 2 0 0 0 
 
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Fuente: Revista Semana No. 1063, Septiembre 16-23 de 2002, pág. 108 
 
 
 
 
Frente a este panorama urge a las universidades preguntarse por el modelo educativo que están 
desarrollando, en un país que como Colombia, demanda con urgencia la reconstrucción de un tejido 
social deteriorado por la crisis económica, los altos índices de corrupción y de violencia, de poco 
respeto por los derechos ciudadanos, en fin, un país resquebrajado, incapaz de brindar a los 
ciudadanaos, en todos los ámbitos de su vida personal, las más mínimas garantías para su desarrollo 
pleno y para mejorar su calidad de vida y la de los suyos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
III. ¿QUÉ PROPONE LA FORMACIÓN INTEGRAL A LAS RELAC IONES UNIVERSIDAD-
EMPRESA-ESTADO? 
 
"Un desarrollo armónico no requiere que todas las 
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dimensiones del individuo se desarrollen de la misma 
manera, ni con la misma intensidad, ni ninguna entidad 
educativa puede darlo todo. Se trata, más bien, de propiciar 
el desarrollo del talento humano, de permitir que cada quien 
sea lo que puede ser, que avive y busque perfeccionar sus 
fortalezas en el contexto de la totalidad de su ser” (Campo, 
Restrepo). 
 
 
“El futuro pertenece a aquellos que sean capaces de 
resolver creativamente los problemas, y la clave para 
construir el futuro es el desarrollo de la habilidad mental 
para tomar riesgos y explorar múltiples soluciones” 
(Schwartz, SD) 
 
 
17. La formación, como proceso "a lo largo de la vida", de acuerdo con el informe Delors, sobre 
Educación para el siglo XXI, nos induce a pensar en la necesidad de plantear desde la 
Universidad, un nuevo proyecto educativo centrado en el ser humano y no sólo en el desarrollo 
del conocimiento, un proyecto que se inserte en las demandas que la sociedad actual propone 
como alternativa a la solución de los principales problemas económicos, políticos, sociales y 
culturales. 
 
Vale la pena recordar a Edgar Morin9, en relación con los siete saberes necesarios para la 
educación del futuro, que propone como alternativa para una formación verdaderamente integral. 
Se requiere así: 
 
a) "Una educación que cure la ceguera del conocimiento", es decir aquella que permita al 
estudiante adquirir la capacidad de detectar los errores del conocimiento y le permita convivir 
con sus ideas. 
 
b) "Una educación que garantice el conocimiento pertinente", encaminada a ser capaces de 
plantear y resolver problemas, a partir de las relaciones entre lo particular y lo general, en un 
campo de relaciones multidimensionales y de interacción compleja. 
 
c) "Enseñar la condición humana", para ser capaces de situarse como seres humanos en un 
contexto global y universal, diverso, que nos demanda saber de dónde venimos, para 
entender el lugar actual y poder plantear el donde vamos. Esta dimensión ubica la educación 
en el contexto de las culturas como núcleo central de la tarea educativa. 
 
d) "Enseñar la identidad terrenal", para entender la dimensión planetaria de nuestra pertenencia. 
Es la dimensión que nos permite relacionar lo disperso y entender más allá del desarrollo 
económico, aquellas dimensiones del desarrollo intelectual, afectivo y moral que subyacen en 
la concepción del bienestar de los seres humanos. 
 
e) Una educación que permita "enfrentar las incertidumbres", de tal manera que podamos hacer 
frente a los cambios permanentes y constantes de la sociedad en la que vivimos. Ello nos 
permitirá adoptar las incertidumbres como consustanciales al desarrollo del conocimiento y de 
la vida misma, y prepararnos para resolverlas de manera creativa. 
 
f) Una educación que "enseñe la comprensión", paralograr unas mejores relaciones con 
nosotros mismos y con los demás seres humanos. De acuerdo con Morin, la comunicación no 
implica comprensión y la educación deberá mobilizar la capacidad de entendimiento y 
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compresión que supere los códigos éticos diversos y contradictorios, las opciones políticas y 
estéticas opuestas, las cosmovisiones encontradas, y permita entender a los seres humanos 
en su multidimensionalidad compleja, no reduciéndolos a categorías simplistas o etiquetas 
demarcatorias, para aceptar la diferencia de ideas, de culturas, de formas de entender el 
mundo. Esta dimensión se ubica en el seno mismo de la construcción de una verdadera 
democracia. 
 
g) Una educación que enseñe "la ética del género humano", de manera que el concepto de 
ciudadanía sea el fundamento para entender por fin la "humanidad" no como un concepto 
abstracto, sino como una esencia de interacciones entre los seres humanos. 
 
18. Estos presupuestos de la nueva tarea educadora, nos deben permitir el abordaje de nuevos 
paradigmas que permitan superar la tradicional tarea transmisora de la Universidad para 
convertirla en epicentro de la tarea reeducadora de la sociedad. Así la Universidad podrá liderar 
de la mano de la Empresa y del Estado, procesos encaminados a: 
 
a) Formar además del saber conocer y hacer, en el saber ser y en el saber relacionarse. 
 
b) Asumir la creación científico-técnica como una dimensión de la cultura. 
 
c) Hacer de la educación un proceso verdaderamente proactivo, que permita al estudiante no 
sólo comprender, sino participar y liderar procesos de desarrollo y bienestar para la sociedad. 
 
d) Crear una verdadera comunidad académico -empresarial que de manera conjunta ponga al 
servicio una red de transferencia de conocimientos en los campos de la ciencia y de la 
tecnología, al servicio de la sociedad. 
 
e) Desarrollar procesos de investigación aplicada a la solución de problemas locales y 
regionales. 
 
f) Convertir la empresa en un espacio educador, donde todos los partícipes de un proceso 
productivo puedan aportar sus conocimientos y experiencias al desarrollo institucional y social. 
 
g) La construcción de una ciudadanía democrática, que brinde: 
 
7 Un adecuado conocimiento y práctica de los derechos humanos y de los deberes 
ciudadanos. 
 
7 El desarrollo de prácticas para la convivencia, la valoración y respeto de la vida en 
comunidad, regidas por valores y principios éticos y responsables con el otro y con el 
medio ambiente y con el patrimonio natural. 
 
7 La formación para el respeto y la defensa de lo público, como factor de equidad social. 
 
7 La formación para la paz, en la perspectiva de poder darle solución por medios pacíficos a 
los conflictos y dificultades. 
 
7 La formación para la responsabilidad social 
 
h) El fortalecimiento de los principios identitarios, para: 
 
7 Fortalecer el sentido de pertenencia local y regional, que le permita a la persona reconocer 
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y valorar su historia, comprender su presente y fundamentar sus relaciones para proyectar 
su futuro. 
 
7 El conocimiento, valoración y fortalecimiento de nuestra propia identidad, entendida no 
desde la perspectiva nostálgica, que mira al pasado con añoranzas, sino como la 
posibilidad de construir de manera permanente y nunca acabada nuestro devenir, nuestras 
relaciones, nuestros imaginarios, encontrando los anclajes necesarios que nos permitan 
reconocernos para transformar nuestra propia realidad. 
 
7 Reconocer y desarrollar unos principios, actitudes y compromisos, que contribuyan a la 
reafirmación de los valores de la nacionalidad en un contexto de interculturalidad. 
 
7 Fortalecer el diálogo con otros, en el contexto de mundialización de las culturas y de 
globalización de las economías. 
 
i) El fortalecimiento de las cualidades individuales, que nos permitan: 
 
7 Desarrollar la capacidad de pensar10, de tal manera que se estimulen las cualidades del 
pensamiento lógico (para analizar un problema), de comunicación del pensamiento (para hablar, 
escuchar, leer y escribir y conversar con transparencia), de idoneidad (para formular juicios 
relevantes) y capacidad para discriminar valores (distinción entre valores intelectuales, estéticos, 
religiosos, etc.). 
 
7 Desarrollar el sentido estético. 
 
7 Desarrollar el sentido histórico, que haga posible adquirir la facultad de distinguir el pasado del 
presente, y para saber que es posible o no en un momento dado. En otras palabras, el sentido 
histórico es el que permite desarrollar la conciencia frente al individuo mismo y frente a la 
realidad, como proceso en cambio y mutación permanente. 
 
7 Desarrollar el sentido común, con el fin de resolver situaciones concretas, más allá de los juicios 
de valoración, para dominar éticamente una situación concreta. 
 
7 Desarrollar capacidades como la comunicación, la motricidad, la sensorialidad, la capacidad de 
abstracción, la lectura y la escritura, de manera que la persona cuente con las herramientas 
necesarias para resolver los más diversos asuntos de la vida cotidiana. 
 
7 El cuidado y atención de nuestro cuerpo, como principio de respeto por sí mismo y por el otro. 
 
7 El manejo de la incertidumbre. 
 
7 El manejo de: recursos, destrezas interpersonales, información, sistemas, tecnologías 
 
7 Competencias básicas y aptitudes analíticas. 
 
IV. CONCLUSIONES 
 
1. Una verdadera política educativa en el campo de la educación superior, debe incluir la formación 
integral como eje articulador de las funciones universitarias en los campos de la docencia, la 
invetigación y la extensión, para el logro de una verdadera pertinencia social que haga de la 
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Universidad un verdadero proyecto educativo y cultural. 
 
2. La Universidad debe fortaler sus funciones simbólicas, para crear y recrear de manera 
permanente la cultura, y de esta manera superar el simple papel de transmisora y reproductora 
en la que se le ha encasillado hasta el momento. 
 
3. La Universidad debe emprender una intensa tarea encaminada a la revaloración de los saberes 
no científicos, de manera que pueda encontrar en este diálogo, la posibilidad de consolidar un 
desarrollo científico y técnico verdaderamente articulado con las realidades locales, regionales y 
nacionales. 
 
4. La educación superior debe formar en la apertura al otro, como verdadero fundamento de la 
democratización de la Universidad, ya que no puede entenderse simplemente como la 
posibilidad de dar accceso a todos al sistema educativo, sino ante todo como la posibilidad de 
conformar una sólida base social que contribuya a la reconformación del tejido social. 
 
5. Las instituciones de educación superior deben asumir la transitoriedad de los currículos, como 
alternativa para la flexibilización permanente de los mismos, en consonancia con las demandas 
de la sociedad. 
 
6. El proceso formativo universitario debe brindar al estudiante no sólo los saberes tradicionales de 
su área de desempeño específico, sino que al mismo tiempo, y como parte integrante de su 
proceso formativo, debe incluir en los currículos aquellos contenidos y logros que le permitan al 
estudiante el desarrollo de competencias y habilidades individuales y colectivas que contribuyan 
a su formación integral. 
 
4� La Universidad deberá incentivar la solidaridad y todos los valores colectivos que contribuyan a 
hacer de ella un verdadero espacio para la libertad.�
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BIBLIOGRAFÍA: 
 
 
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