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Roche Diagnostics informa Evaluación del sistema cobas c 711 en dos centros Junio 2008 36 Roche Diagnostics informa | Junio 2008 [2] Edita : Roche Diagnostics S.L. Av. Generalitat s/n 08174 Sant Cugat del Vallès Tel. 935834000 Fax 935834340 Directora : Maite Panadero Comite de redacción : Luis de Cabo, Maribel Villarino, José Luis Salvador y José Mari Sanz Realización : Miguel Luis Maier e-mail : rd.informa@roche.com Depósito legal : B-4684 1980 Utilidad clínica de la procalcitonina. 4 Síndrome antifosfolípido. De la clínica al laboratorio. 14 Estudio exploratorio del efecto de tamoxifeno sobre la concentración plasmática de su principal metabolito activo (endoxifeno) en pacientes con cáncer de mama hormonodependiente portadoras de un genotipo de cyp2d6 “metabolizador lento”. 27 Evaluación del sistema cobas c 711 en dos centros. 37 Utilidad de la proteína S-100β en el traumatismo craneoencefálico. 44 La detección y genotipado del Virus del Papiloma Humano en la época de las vacunas anti-VPH: implicaciones locales y globales. 51 OMNIUM como instrumento para la gestión de los indicadores del cuadro de mando integral. 54 [3] Edita : Roche Diagnostics S.L. Av. Generalitat s/n 08174 Sant Cugat del Vallès Tel. 935834000 Fax 935834340 Directora : Maite Panadero Comite de redacción : Luis de Cabo, Maribel Villarino, José Luis Salvador y José Mari Sanz Realización : Miguel Luis Maier e-mail : rd.informa@roche.com Depósito legal : B-4684 1980 En el mercado del diagnóstico in vitro (IVD), el lanzamiento de un nuevo modelo de plataforma tecnológica de análisis para el área de suero, por parte de la empresa líder, supone un auténtico acontecimiento. Esto es un hecho que destaca de forma significativa en la evolución cotidiana del sector y que dinamiza a todos los actores involucrados. Reivindicar el protagonismo de este “paso adelante” en el sector de servicios para la salud es algo absolutamente legítimo y que ha de ser valorado por los que estamos involucrados directamente en el acontecimiento: La industria como proveedores y los laboratorios clínicos como usuarios. Desde el punto de vista de la industria, la puesta en escena de un nuevo modelo supone, ante todo, la culminación de un largo proceso en el que han intervenido, fundamentalmente, tres elementos: conocimiento, esfuerzo e ilusión. Estamos absolutamente convencidos de que el mercado sabe valorar el rigor y la profesionalidad que hay detrás de cada detalle, color y matiz que configuran el intangible que llegará al usuario final en forma de trabajo bien hecho. Para el laboratorio de análisis, objeto último y razón intrínseca de las propuestas de la industria, el lanzamiento de un nuevo equipo ha de representar un reto en su trabajo diario para la mejora continua en la calidad y el servicio a sus clientes y usuarios en forma de valor para la salud. No es fácil, en muchas ocasiones, poner de acuerdo todos los intereses que concurren en la renovación tecnológica y organizativa de un entorno tan complejo como es un laboratorio de análisis. Sin embargo, las propuestas que lanzamos desde la industria siempre son consecuencia de opiniones, a veces exigencias, recogidas directamente de todos los que actúan en el mercado. Este conocimiento y experiencia es fundamental para definir las características y prestaciones que conforman un nuevo modelo de plataforma tecnológica. Otra forma de hacer las cosas no sería un trabajo bien hecho. Finalmente, dentro del abanico de opciones que la industria puede elegir para desarrollar sus productos, la apuesta por el valor de la calidad entraña un riesgo en un entorno en el que al ajuste de presupuestos marca tendencia. Nuestra propuesta del cobas c 711 reúne todos los valores aquí recogidos y apuesta claramente por la calidad. Gracias por la acogida que tendrá en el mercado y a todos los que lo han hecho posible. [4] Roche Diagnostics informa | Junio 2008 Belén Prieto García Servicio de Bioquímica Clínica. Hospital Universitario Central de Asturias. Introducción La sepsis continúa siendo una de las principales causas de mortalidad en pacientes críticos. El tratamiento antibiótico precoz y eficaz tiene un papel crucial en el pronóstico de estos pacientes. Para prevenir complicaciones de la sepsis, es preciso optimizar su diagnóstico a nivel microbiológico así como su monitorización. En la mayoría de los procesos infecciosos, el laboratorio microbiológico actual no ofrece un diagnóstico suficientemente sensible ni precoz de la sepsis, basado en el cultivo de f luidos biológicos tomados de los posibles focos de la infección. Los síntomas clínicos del paciente séptico a menudo están enmascarados por procesos de respuesta inf lamatoria sistémica, de etiología infecciosa o no, o por el tratamiento. La dificultad diagnóstica de la sepsis adquiere mayor relevancia en las unidades de cuidados intensivos (UCI), tanto de adultos como pediátricas, y en las unidades de Neonatología, donde existe un riesgo incrementado de sepsis no sólo por tratarse de pacientes críticamente enfermos o inmunológicamente más vulnerables, sino por las actuaciones médicas a que son sometidos estos pacientes críticos (ej: ventilación mecánica) así como por la inespecificidad de los síntomas. Además, la administración preventiva de antibioterapia en pacientes críticos y/o de riesgo, origina un incremento no sólo de las resistencias, sino también de la incidencia de infecciones nosocomiales. Por otra parte, el factor tiempo también juega un papel crucial en el pronóstico de la sepsis, puesto que un retraso en la identificación, traslado y manejo adecuado de los pacientes críticos durante las primeras 6 h desde el ingreso en la UCI se asocia a mayor mortalidad (1). El concepto de Síndrome de Respuesta Inf lamatoria Sistémica (SRIS) se estableció por primera vez en la conferencia consenso sobre sepsis celebrada en 1992 por la Society of Critical Care Medicine y el American College of Chest Physicians (2) Desde entonces, se define el SRIS como un síndrome generalizado caracterizado por la presencia de al menos dos de los signos y síntomas clínicos de inf lamación que se presentan en la Tabla I, sin que se requiera demostrar por cultivo microbiológico la presencia de una infección bacteriana. Tabla I Signos y síntomas clínicos del SRIS. Temperatura corporal 36º C o 38º C Taquicardia > 90 latidos/minuto en ausencia de dolor o anemia. Hiperventilación >20 respiraciones/minuto o PaCO2 <32 mmHg. Recuento leucocitario >12000/ ?L o neutrófilos inmaduros Análogamente, se definió la sepsis como una respuesta inf lamatoria sistémica a un estímulo infeccioso. Asimismo, se introdujeron los conceptos de sepsis severa (sepsis asociada con al menos dos de los criterios de alteraciones de perfusión: acidosis láctica, oliguria, encefalopatía hipoxémica o coagulación intravascular diseminada) y de shock séptico (sepsis asociada a hipotensión persistente y alteraciones de la perfusión a pesar de la adecuada sustitución volémica y la administración continuada de vasopresores). El hecho de diferenciar el SRIS de origen infeccioso y poder estratificar la progresión de la enfermedad en estos tres estadios (sepsis, sepsis severa y shock séptico) es de gran importancia, ya que la presencia de una u otra situación clínica condiciona el manejo y la evolución de los pacientes (3). La aplicación clínica de estas definiciones puso pronto de manifiesto su insuficiente eficacia diagnóstica. La presencia de signos y síntomas clínicos de inf lamación se observa tanto en los procesos infecciosos como en los no infecciosos, siendo el cultivo microbiológico la única forma de diferenciarlos. Pero la baja especificidad de esta prueba no siempre permite identificar el SRIS de origen infeccioso. El desarrollo de nuevos marcadores bioquímicos de inf lamación, como la Proteína C-reactiva(PCR), la Procalcitonina (PCT) y la Interleucina-6 (IL-6), ha permitido diferenciar mejor ambas situaciones, lo que condujo a una redefinición de los conceptos de SRIS y sepsis en la Conferencia Internacional de Definición de Sepsis, celebrada en el año 2001 (4). En dicha conferencia, se estableció un nuevo sistema de estadiaje de la enfermedad, denominado sistema PIRO (Predisposition, Infection, Response, Organ dysfunction) con el fin de estratificar a los pacientes no sólo en función de la clínica, sino también atendiendo a los marcadores bioquímicos de inf lamación (incluyendo PCR y sugiriendo la utilización de PCT e IL-6), independientemente del resultado microbiológico. La presente revisión pretende dar una visión global de las aplicaciones clínicas más relevantes, descritas en los últimos años, de la PCT. UTILIDAD CLÍNICA DE LA PROCALCITONINA [5] Procalcitonina: Síntesis, regulación y eliminación La descripción de la PCT no se publicó hasta varios años después de su descubrimiento por Bohuon et al. (5) como precursor de la hormona hipocalcemiante calcitonina, marcador tumoral del cáncer medular de tiroides (Figura 1). Pero no fue hasta la guerra del Golfo (1990-1991) cuando, el estudio de marcadores de lesión pulmonar y quemaduras tras la inhalación de gases tóxicos, evidenció la elevación de las concentraciones de PCT en pacientes quemados que desarrollaban sepsis.(5, 7) En 1993, Carsin et al describían por primera vez la asociación entre concentraciones elevadas de PCT y sepsis (8). ORIGEN, INDUCCIÓN Y SÍNTESIS La PCT es un precursor polipeptídico de la calcitonina, hormona implicada en la homeostasis del calcio. Consta de 116 aminoácidos y tiene un peso molecular aproximado de 12.6 KDa (9). Pertenece a un grupo de proteínas relacionadas entre sí, denominadas “proteínas CAPA”, que incluye los péptidos relacionados con el gen de la Calcitonina (CGRP I y II), la Amilina, la Adrenomedulina y la Calcitonina, junto con sus precursores. El mRNA de la Calcitonina está codificado por el gen CALC-I, situado en el cromosoma 11, que también codifica para la PCT. Su origen exacto aún no está dilucidado. En condiciones fisiológicas la Calcitonina y sus precursores son sintetizados por las células C neuroendocrinas medulares del tiroides en respuesta a la activación del gen CALC-I. La hormona se sintetiza en el interior de gránulos con actividad enzimática para su maduración a partir de sus precursores, y se almacena en dichas células hasta su secreción mediada por un estímulo hormonal o metabólico (Figura 2A). El principal estímulo para la liberación de PCT durante una infección es la endotoxina bacteriana. En sujetos sanos se produce un gran incremento en las concentraciones séricas de PCT a las 3-4 h del estímulo de esta endotoxina, alcanzando concentraciones máximas a las 6-8 h y permaneciendo elevada al menos durante 24-30 h (10). En modelos animales, se ha demostrado que la PCT no es sólo un marcador sino también un mediador, contribuyendo a la patogénesis de la sepsis y sus secuelas (11). Por otra parte, situaciones críticas no asociadas a infección, como las quemaduras graves (12, 13), los traumatismos severos (14, 15) o la cirugía mayor (16, 17) presentan incrementos séricos de PCT. En neonatos también se ha descrito una elevación fisiológica de PCT, en las primeras 48- 72 h de vida, probablemente debido al estrés sufrido durante el nacimiento (18, 19). Todo esto sugiere la existencia de otra vía de activación de PCT, relacionada con la respuesta inmunitaria. Las citocinas, mediadores de la cascada inf lamatoria, podrían ser los inductores de la liberación de PCT tras un estímulo inf lamatorio, infeccioso o no (Figura 2B). El Factor α de necrosis tumoral (TNF-α) tiene un papel central en la patogénesis del SRIS y la sepsis, aunque el mecanismo que induce la liberación de PCT, en el cual también parece estar implicada la Interleucina-1β (IL-1β), aún no es del todo conocido. Prácticamente toda la PCT producida en las células C del tiroides se convierte a Calcitonina, por lo que la PCT apenas alcanza la circulación sistémica en condiciones normales. Sin Figura 2 Esquema de síntesis de PCT fisiológica en las células C del tiroides (A), y tras un proceso inflamatorio infeccioso bacteriano o vírico (B) (20, 21). Preprocalcitonina “1-141” Preprocalcitonina “26 (28)-141” Secuencia señal Región N-terminal Calcitonina Katacalcina “1-25” 25 AA “26(28)-81” 57 AA “85-116” 32 AA “121-141” 21 AA Figura 1 Esquema de la pre-Procalcitonina, la Procalcitonina y sus fragmentos (AA: aminoácidos) (6). R es pu es ta in fla m at or ia d el h ue sp ed Infección bacteriana (ej.: endotoxina) Infección vírica Aparato de Golgi CT-mRNA Células C tiroideas CT Pro-CT Secreción regulada Ca2+, Gastrina) CT A B Aparato de Golgi ProCT Secreción constitutiva CT-mRNA Pro-CT endocrino CT-mRNA Pro-CT hormocina Células parenquimáticas Ej.: pulmón, hígado, et. IL-1β TNFα INFγ Roche Diagnostics informa | Junio 2008 [6] embargo, en sujetos sanos se observa una débil expresión fisiológica de CALC-I en diversos tejidos (22), de modo que mediante métodos suficientemente sensibles pueden detectarse concentraciones de PCT del orden de 0,01-0,05 µg/L (23). Se ha descrito que los pacientes tiroidectomizados con sepsis son capaces de producir elevadas cantidades de la prohormona (24, 25), por lo que la PCT producida durante los procesos infecciosos ha de tener un origen extratiroideo. Estructuralmente esta PCT es idéntica a la producida por las células C del tiroides y no se conoce ningún otro gen que codifique para la síntesis de la PCT durante los procesos inf lamatorios e infecciosos, de modo que el propio CALC-I podría activar la producción de PCT extratiroidea, al expresarse en diversos tejidos del organismo. Sin embargo, no se observa incremento en las concentraciones de la hormona Calcitonina en presencia de sepsis, lo que sugiere la existencia de una ruta alternativa diferente de la ruta específica que conduce a la síntesis de Calcitonina. Debido al papel primordial que juega el hígado en la producción de la mayoría de los mediadores inmunológicos que se liberan durante los procesos inf lamatorios, incluyendo el sistema del complemento, las citocinas inf lamatorias y las proteínas de fase aguda, este órgano también ha sido propuesto como el principal órgano implicado en la síntesis de PCT (6, 26, 27). Estudios más recientes revelan que, tras una inf lamación importante y, en mayor medida, tras una infección sistémica, se produce una activación generalizada del gen de la Calcitonina, expresado en todas las células parenquimales del organismo, incluyendo el hígado, riñón, pulmón, células musculares y adipositos (22, 28, 29). Por lo tanto, la producción de PCT tampoco parece estar limitada exclusivamente a los hepatocitos. Asimismo, Linscheid et al. sugirieron una triple vía de expresión del gen CALC-I y, por lo tanto, de liberación de la PCT y del resto de moléculas relacionadas (30). En ausencia de infección, la transcripción extratiroidea del gen estaría suprimida, de modo que la expresión estaría mediada por calcio y estímulos hormonales tan sólo en las células neuroendocrinas, principalmente tiroideas pero también pulmonares. Por el contrario, tras una infección microbiana se induciría la expresión generalizada del gen en todo el organismo, mediada por la endotoxina y las citocinas proinf lamatorias. El organismo entero actuaría como una única glándula endocrina, de forma análoga a la liberación de citocinas por parte del sistema inmunitario.(31) Debido a este complejo mecanismo de liberación, este tipo de moléculas son denominadas hormocinas por algunos autores, dado que actúan con funciones de hormona o de citocina en función del estímulo que las produce (28). REGULACIÓN La regulación de la PCT parece ser diferente según el estímulo sea infeccioso o no. Lascélulas C del tiroides responden a concentraciones elevadas de calcio, así como a diversos estímulos hormonales (glucocorticoides, glucagón, gastrina) y �-adrenérgicos. Por el contrario, durante un proceso inf lamatorio o infeccioso, la endotoxina bacteriana y las citocinas proinf lamatorias son las que inducen liberación de PCT. La corta vida media de de las citocinas en circulación sanguínea, con concentraciones normales a las 24 h, contrasta con la de la PCT, que permanece elevada mientras perdura el estímulo inf lamatorio (11,32). La liberación de la PCT a la circulación sanguínea se produce varias horas después que la de las citocinas proinf lamatorias, pero antes que la de la PCR, la cual comienza a aumentar su concentración sanguínea a las 4-6 h de producirse el estímulo, y alcanza la concentración máxima a las 36-48 h. En la Figura 3 se muestran las cinéticas de elevación de algunas citocinas, así como de la PCT y la PCR, tras la inyección de endotoxina en sujetos sanos. ELIMINACIÓN Dada la liberación relativamente rápida que se produce de PCT a la circulación sistémica en los procesos infecciosos, es importante conocer si los mecanismos que regulan su eliminación son suficientemente rápidos como para limitar su utilidad en la práctica clínica. Este no parece ser el caso, puesto que en el curso de una infección bacteriana no controlada la velocidad de incremento de PCT en general es mucho mayor que la velocidad de eliminación observada cuando la infección está bajo control (34). Figura 3 Cinética de liberación plasmática de las citocinas TNF-�, IL-1 e IL-6, de PCT y de PCR tras estimulación con endotoxina bacteriana (33). [7] Los mecanismos de eliminación de la PCT aún no han sido dilucidados completamente. Cabe esperar que, análogamente a otras proteínas plasmáticas, la PCT experimente algún grado de degradación por proteolisis y, dado su bajo peso molecular, también es posible su filtración glomerular. Sin embargo, la principal vía de eliminación de PCT no parece ser la renal (35, 36), lo que representa una importante ventaja de esta proteína para la monitorización de la sepsis, ya que los pacientes sépticos desarrollan con frecuencia patología renal. De hecho, no se ha observado que el descenso de las concentraciones de PCT cuando la infección bacteriana está bajo control se ralentice en pacientes con insuficiencia renal, incluso severa, respecto a pacientes con función renal normal (35). Sin embargo, algunos autores observaron concentraciones incrementadas de PCT en pacientes sometidos a hemodiálisis, sugiriendo incluso un punto de corte más alto para el diagnóstico de infección bacteriana en estos casos, de 1,0 ó 1,5 µg/L (37, 38). A la vista de la evidencia actual, aunque aún es limitada, la PCT parece no perder utilidad diagnóstica en pacientes con insuficiencia renal, independientemente del grado e incluso durante procesos de hemodiálisis o hemofiltración veno- venosa (39). Funciones biológicas En la actualidad aún se conocen pocas funciones de la PCT, a pesar de que los estudios que han tratado de establecer su papel biológico, especialmente en relación con el sistema inmunitario, son ya numerosos. Se ha descrito que contribuye a la producción de cAMP intracelular (40), modula la regulación de la integrina CD 11b, uno de los primeros receptores descritos de la molécula de adhesión intercelular 4 (ICAM-4) (41) y modifica la quimiotaxis en los monolitos (42). Por otra parte, la PCT parece estar implicada en la homeostasis del calcio (43, 44). En pacientes sépticos se observan frecuentemente concentraciones séricas disminuidas de calcio con concentraciones elevadas de PCT, siendo esta hipocalcemia proporcional a la gravedad de la infección. Sin embargo, la PCT no presenta este efecto hipocalcemiante a nivel óseo. Se ha observado asimismo, que cuando se añade PCT a células de músculo liso de ratas, pretratadas con polisacárido (LPS), TNF- � e interferón (IFN)�, aumentan las concentraciones de óxido nítrico (NO), dado que se amplifica la expresión del gen que codifica para la NO sintasa (NOS) (45). Este hecho le confiere un papel protector en la patología de la sepsis (46), ya que el NO es un mediador implicado en la apoptosis celular, el estrés oxidativo y la vasodilatación presentes durante el proceso séptico (47). Aplicaciones clínicas de la Procalcitonina A pesar de no ser un marcador bioquímico exclusivo de infección, ya que su concentración plasmática aumenta también en determinadas situaciones inf lamatorias no infecciosas, la PCT se considera, en la actualidad, como el marcador más sensible y específico en el diagnóstico diferencial de las causas infecciosas o no infecciosas de un proceso inf lamatorio, fallo orgánico o shock (48), capaz también de diferenciar las infecciones bacterianas o fúngicas de las virales. En los últimos años, se ha descrito la utilidad de la PCT en el diagnóstico, pronóstico y seguimiento de muy diversas patologías (Tabla II). Algunas de estas aplicaciones se describen con más detalle a continuación. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE INFLAMACIÓN BACTERIANA Y NO BACTERIANA El descubrimiento de que la concentración de PCT se eleva como respuesta a una infección bacteriana originó numerosos estudios orientados a evaluar su utilidad en el diagnóstico diferencial de las infecciones bacterianas o no bacterianas, incluyendo meningitis bacteriana y vírica, neumonía bacteriana y síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA). Otros estudios sobre PCT se han centrado en infecciones sin foco específico, como es la fiebre de origen desconocido (FOD) y la necrosis estéril o infectada secundaria a la pancreatitis aguda. Las principales indicaciones para la medida de PCT en el diagnóstico de infección y los puntos de corte correspondientes fueron resumidos por Meisner (Tabla III) (49-56). Tabla II Aplicaciones clínicas de la PCT. Roche Diagnostics informa | Junio 2008 [8] La endotoxina es una proteína exclusiva de bacterias Gram negativas, pero se ha observado que las infecciones causadas por bacterias Gram positivas también inducen liberación de PCT.lvii Las infecciones de etiología fúngica o por determinados parásitos, como el Plasmodium sp, cursan con incremento en las concentraciones de PCT (58, 59) aunque no tan elevado como el producido por las infecciones bacterianas. En el curso de una infección vírica se ha descrito también liberación de pequeñas cantidades de esta prohormona (49). En general, no se observan concentraciones muy elevadas de PCT si las infecciones no son generalizadas, lo que representa una ventaja a la hora de establecer la gravedad de una sepsis. Sin embargo, no siempre se obtiene una sensibilidad y especificidad óptimas debido a la inducción no infecciosa de PCT, como es el caso, por ejemplo, de situaciones clínicas como el shock cardiogénico, el periodo inmediatamente posterior a una intervención quirúrgica o un politraumatismo. No obstante, se han descrito concentraciones de PCT más elevadas en shock de origen séptico que en el de origen cardiogénico, así como en necrosis infectada secundaria a pancreatitis frente a la necrosis estéril (53). Por tanto, es preciso descartar ciertas situaciones que pueden inducir liberación de PCT, independiente de la sepsis y la infección, para poder diferenciar con fiabilidad entre inf lamaciones bacterianas y no bacterianas. Algunas de estas condiciones no infecciosas que elevan la PCT se discutirán en apartados posteriores. GRAVEDAD DE LA SEPSIS E INFLAMACIÓN SISTÉMICA Una de las ventajas definitivas de la PCT frente a otros marcadores de inf lamación, es la asociación entre la gravedad de una inf lamación sistémica y la concentración de PCT, (60) junto con su cinética de inducción y eliminación, que permite una cuantificación fiable en plasma en torno a las 6 h desde que se produce el estímulo. La vida media de eliminación de la PCT del plasma, tras un proceso inflamatorio, es aproximadamente de 25 a 30 h (Figura 4). La gravedad de una disfunción o fallo orgánico se puede definir según diferentes clasificaciones, como son las conocidas SOFA (Sepsis-related Organ Failure Assessment) (62) o APACHE II (Acute Physiology and Chronic Health Evaluation II) (63). En ambos casos, la PCT ha demostrado mayor grado de asociación con el estado funcional que otros marcadores de inf lamación como la PCR (64). Dada la implicación de la PCT como modulador de la respuesta inf lamatoria/inmunológica durante la sepsis, se ha observado descenso del calcio iónico paralelamente al incremento de PCT que se produce en función de la severidad de la infección (43). MONITORIZACIÓN TERAPÉUTICA La concentración de PCT se relaciona con la gravedad de la inf lamación sistémica, y su cinética de inducción y eliminación son predecibles. Por tanto, pueden emplearse Diagnóstico Umbral (µg/L) S E Mediana Intervalo n Ref Meningitis (bacteriana/vírica) 1,8 100 100 54 ±35 59 49 0,5 69 100 1,75 0,16-60 30 50 Neumonía (bacteriana/vírica) 2 63 96 10 0,6-21 72 51 Neumonía (bacteriana/atípica) 1,41 0,05-65 36 52 Pancreatitis (infectada/necrosis estéril) 1,8 94 90 28,8 3,1-186 53 Shock séptico 1,5 100 72 96 ±181 29 54 Infección bacteriana pediátrica (local / invasiva) 0,89 92 14,45 ±28 160 55 0,9 95 3,6 0,25-364 124 56 Tabla III. PCT en el diagnóstico diferencial de inflamación de origen infeccioso(6). Figura 4 Tiempo de inducción de diversas citocinas inflamatorias, PCR y PCT posterior a un trauma quirúrgico (61). [9] medidas seriadas de PCT para monitorizar la actividad de la enfermedad en pacientes con sepsis e inf lamación sistémica, constituyendo una posible guía para la terapia. La evolución de las concentraciones de PCT en el tiempo parece estar relacionada con el pronóstico de la inf lamación sistémica. El incremento continuado de las concentraciones de PCT plasmática suele indicar que la inf lamación sistémica no está controlada o que las medidas terapéuticas no están siendo eficaces, lo que significa un peor pronóstico para estos pacientes (64). En principio, concentraciones altas de PCT tomadas de manera aislada no indican necesariamente un peor pronóstico, especialmente cuando la inf lamación o enfermedad subyacente responde bien al tratamiento (53). Se han publicado diversos estudios que revelan relación entre los niveles de PCT y la gravedad de la disfunción orgánica, el resultado y el pronóstico (64, 65), incluyendo pacientes pediátricos (66) y cirugía cardiaca (67). Cabe destacar un ensayo aleatorizado, controlado y doble ciego, en pacientes con sospecha de infección del tracto respiratorio inferior, donde se demostró que, guiando la terapia en función de las concentraciones de PCT, se reduce la exposición a antibióticos (riesgo relativo: 0,49; IC95%: 0,44 – 0,55) (68), manteniendo el resto de los parámetros clínicos de seguimiento iguales. Estos resultados se han constatado asimismo en 302 pacientes de un servicio de Urgencias con sospecha de neumonía comunitaria adquirida. En este caso, se observó no sólo una reducción significativa en la tasa de prescripción de antibióticos sino también en la duración de dicha antibioterapia (69). Estos estudios demuestran la ventaja de la estrategia del tratamiento guiado por la PCT en comparación con el juicio clínico a la hora de eliminar antibioterapia superf lua en un departamento de urgencias. La estrategia de guiar el tratamiento con la PCT está siendo investigado actualmente en pacientes críticamente enfermos, en un ensayo clínico aleatorizado y controlado en Dinamarca (70). UTILIDAD DE LA PCT EN DIFERENTES ESPECIALIDADES Procalcitonina en traumatismo y Cirugía Las complicaciones infecciosas postquirúrgicas causan un alto nivel de morbilidad y mortalidad. Al igual que en otras infecciones bacterianas graves, el pronóstico depende mucho de la precocidad del diagnóstico y del tratamiento dirigido hacia el agente etiológico, ya sea una quimioterapia antimicrobiana o el control del foco infeccioso. Cuando se inicia un tratamiento, es importante monitorizarlo para evitar un retraso en el cambio de la terapia, caso de que inicialmente no sea la adecuada. Las medidas diarias de PCR son muy utilizadas con esta finalidad, pero están sujetas a muchas limitaciones en el manejo del paciente postoperado. Una desventaja importante de la PCR es que tras la cirugía o el traumatismo se eleva durante varios días, alcanzando una meseta habitualmente entre los 20 y 40 días posteriores a la intervención. Por tanto, en la mayoría de los casos, no ofrece la guía necesaria para un tratamiento precoz de una infección bacteriana (71). Se observa un incremento de PCR prácticamente en todos los pacientes sometidos a cirugía abdominal por lo que sólo se puede predecir la complicación por infección bacteriana en un periodo más tardío del postoperatorio (72, 73). La PCT constituye un marcador alternativo para monitorizar pacientes tras cirugía y traumatismo. Aunque tras cirugía abdominal la PCT puede elevarse en ausencia de infección bacteriana postquirúrgica, en la mayoría de los pacientes sin complicaciones las concentraciones de PCT descienden a valores normales ya en el primer día del periodo postoperatorio, incrementándose, por el contrario, en presencia de infección bacteriana postquirúrgica. Por este motivo, la principal utilidad de la PCT en estas situaciones quizá sea la de guiar la actuación más adecuada para el paciente. Las complicaciones infecciosas posteriores a trauma o cirugía abdominal, por ejemplo, se asocian a altas tasas de morbi-mortalidad y tratamientos de elevado coste, incluyendo la disfunción orgánica relacionada con la sepsis, cuya mortalidad alcanza hasta un 70%. La PCT permite diferenciar si se trata de un proceso localizado (susceptible de reintervención quirúrgica para eliminar el foco infeccioso) o bien sistémico (lo que llevaría a un posible cambio de antibioterapia, evitando nuevas intervenciones innecesarias) (74) De hecho, en un reciente estudio realizado en 160 pacientes con sepsis postquirúrgica, se ha observado mediante análisis multivariante que la puntuación APACHE II y la PCT son indicadores precoces e independientes para predecir la letalidad de la sepsis tras una cirugía abdominal. La combinación de ambos parámetros en una sencilla fórmula matemática permitiría además calcular una puntuación de pronóstico con elevada eficacia diagnóstica (75). También se ha descrito utilidad en el manejo postoperatorio del paciente sometido a trasplante hepático. La determinación de PCT a las 24 h del trasplante parece tener valor pronóstico de posibles complicaciones (76). Procalcitonina en Neonatología El diagnóstico de la sepsis neonatal continúa siendo un reto importante desde el punto de vista clínico y del laboratorio, debido fundamentalmente a la inespecificidad de los síntomas clínicos y a la baja sensibilidad y especificidad de las pruebas del laboratorio. Se ha descrito una elevación fisiológica de la PCT en neonatos sanos, tanto pretérmino como a término, con una concentración máxima a las 18-30 h de vida, que desciende posteriormente a valores de normalidad en torno a las 42-48 h. Este rápido incremento postnatal de la PCT no puede explicarse por difusión trasplacentaria, e indica producción endógena de PCT por Roche Diagnostics informa | Junio 2008 [10] parte del recién nacido. Por este motivo, la interpretación de los valores de PCT en las primeras 72 h de vida debe realizarse con cautela, sobre todo cuando se trata de diagnosticar una infección bacteriana temprana en el neonato, especialmente la sepsis de transmisión vertical (77, 78, 79). Se han propuesto nomogramas para establecer valores de normalidad de PCT en función de la edad durante los primeros días de vida (Figura 5) (77, 80). Empleando estos nomogramas, se describieron una sensibilidad y especificidad globales para la detecciónde sepsis temprana neonatal de 92,6% y 97,5% respectivamente con un valor predictivo positivo del 94,3% y valor predictivo negativo del 96,8% (81). Dada la prolongada vida media de la PCT, se ha sugerido la posible utilidad de su cuantificación en sangre de cordón umbilical en neonatos con riesgo de sepsis de transmisión vertical (82). Recientemente se han descrito valores de referencia de PCT en suero de cordón cuantificada mediante tecnología TRACE (Time Resolved Amplified Cryptate Emission). En un grupo de más de 160 neonatos sin sepsis se observaron concentraciones entre 0.04 µg/L (IC 95% 0,02 a 0,06 µg/L) y 0,43 µg/L (IC 95% 0,35 a 0,60 µg/L) respectivamente (83). Sin embargo, serán necesarios más estudios orientados a dilucidar si variables como la edad gestacional, la rotura prolongada de membranas o la amnionitis clínica pueden ser factores que eleven la concentración de PCT en sangre de cordón, lo que constituiría una limitación a la hora de utilizar este marcador para la sepsis neonatal temprana. La PCT como marcador de pronóstico en Medicina Intensiva En un estudio longitudinal prospectivo reciente, Jensen et al estudiaron una cohorte de 472 enfermos críticos de una unidad de cuidados intensivos, observando que concentraciones de PCT persistentemente altas o con tendencia a aumentar progresivamente en 3 determinaciones realizadas en el mismo día son predictores independientes de la mortalidad en los 90 días posteriores (34). La monitorización diaria de la PCT parece identificar, pues, aquellos pacientes críticos con un riesgo incrementado de mortalidad en el contexto de una Unidad de Cuidados Intensivos (Figura 6). En este estudio, el riesgo de mortalidad de los pacientes que presentaron concentraciones máximas de PCT inferiores a 1,0 �g/L fue muy bajo comparado con el de aquellos cuyos valores de PCT superaron dicho umbral. Esto sugiere que el valor de 1,0 �g/L podría ser considerado como posible un punto de corte a la hora de valorar el riesgo de mortalidad relacionado con la infección en un paciente crítico. Por el contrario, otros marcadores biológicos y bioquímicos de inf lamación ampliamente utilizados (PCR y recuento leucocitario) pueden elevarse tardíamente en la fase aguda, haciéndolo a veces cuando la infección ya está bajo control o incluso por otras causas diferentes, lo que limita su valor pronóstico. También se ha propuesto un algoritmo para el manejo del paciente crítico, basado en la evaluación clínica, el cultivo microbiológico y la medida de la PCT (Figura 7) (84). Con respecto a pacientes críticos en edad pediátrica, se ha descrito también la utilidad de la PCT en el diagnóstico y establecimiento del estadio de la sepsis. En un estudio realizado con 94 niños ingresados en una UCI Pediátrica, incluyendo problemas respiratorios (21,3%), cardiacos (2,1%), neurológicos (13,8%), infecciosos (19,1%), renales (4,3%), traumáticos (13,8%), postoperatorios (23,4%) y otros (2,1%), se obtuvo una sensibilidad del 92% y especificidad del 76% para el diagnóstico de la sepsis, cuando la 0 6 12 18 24 30 36 42 48 Tiempo (h) Lo g 1 0 pr oc al ci to ni na ( μ g/ m L) Figura 5 Valores de referencia de PCT en población neonatal sana, durante las primeras horas de vida. Po rc en ta je d e su pe rv iv en ci a Tiempo (días) Procalcitonina baja o en disminución (no alerta de medida) Procalcitonina en aumento (alerta de medida) P<0,0001 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 Figura 6. Incremento de PCT y supervivencia a 90 días en pacientes de UCI (34). [11] concentración de PCT era superior a 1.1 ng/ml, cifra muy similar a la descrita anteriormente en adultos (Figura 8) (85). Conclusiones En resumen, la PCT es un marcador prometedor con un perfil cinético especialmente útil para el seguimiento diario de procesos infecciosos o de riesgo, sobre todo en pacientes críticos. Existen diversos estudios clínicos que avalan su estrecha relación con la infección bacteriana generalizada y su valor pronóstico como predictor independiente de complicaciones posquirúrgicas y mortalidad en pacientes de UCI. Actualmente se están llevando a cabo ensayos clínicos orientados a demostrar su utilidad en la monitorización Figura 7. Algoritmo diagnóstico propuesto para el diagnóstico diferencial del SRIS en UCI (84). Figura 8. Concentración de PCT en los diferentes grupos de diagnóstico de una UCI Pediátrica PC T (n g /m L) Negative SIRS Severe sepsis Localized infection Sepsis Sepsis shock Group 125 100 75 50 25 0 Paciente ingresado en UCI con SIRS Evaluación clínica Medida de procalcitonina Análisis microbiológico Enfermedad sin riesgo letal Autoinmunidad no comprometida Evolución del intervalo de decisión de la procalcitonina en función de la clínica <0,25 μg/L APLAZAR/DETENER antibiótico ¿Otros diagnósticos no infecciosos? Reevaluación de la evolución clínica y procalcitonina 6-8 horas despues y cada 24-48 horas Mejora del paciente Empeoramiento Transferir a vigilancia médica, reevaluar precalcitonina, p. ej. días 3, 5, 7, considerar detener tratamiento antibiótico Considerar el cambio de régimen antibiótico, cirugía, drenaje, eliminación de todo cuerpo extraño u obstrucción, diagnóstico no infeccioso diferencial Enfermedad de riesgo letal Elevada sospecha de infección bacteriana 0,25-0,5 μg/L 0,5-1 μg/L >1 μg/L Aplazar/Detener antibiótico Iniciar/Continuar antibiótico INICIAR/CONTINUAR antibiótico No identificación Identificación de organismo Considerar terapia empírica inmediata con antibióticos Exclusión de contaminación Roche Diagnostics informa | Junio 2008 [12] terapéutica, dados los enormes beneficios que podría comportar el disponer de un marcador que permita guiar la retirada de la antibioterapia con fiabilidad. Sin embargo, existen algunos aspectos limitantes que deben ser considerados para realizar una correcta valoración de la PCT. En primer lugar, los puntos de corte óptimos de PCT son variables y dependen de la aplicación clínica (poscirugía, urgencias, traumatismo...), el lugar y extensión de la infección, ciertas co-morbilidades (ejemplo: cirrosis hepática) y la aplicación clínica que se desee (diagnóstico, pronóstico, guía de antibioterapia) (21). Por otra parte, es importante tener en cuenta que la PCT no es un marcador muy precoz de infección, lo que hace necesario el seguimiento de pacientes con sospecha clínica, mediante determinaciones seriadas antes que valoraciones aisladas, de modo que la PCT adquiera utilidad pronóstica. Por último, los ensayos comerciales disponibles actualmente presentan muy diferentes características, por lo que la utilidad de la PCT dependerá de emplear un test sensible adecuado. La mejor sensibilidad funcional descrita hasta ahora es de 0,06 µg/L (86). Serían necesarios más estudios clínicos que evalúen la capacidad de cada método para detectar elevaciones sutiles de PCT, y su posible repercusión en la estratificación diagnóstica. BIBLIOGRAFÍA 1. Rivers EP, McIntyre L, Morro DC, Rivers KK. Early and innovative interventions for severe sepsis and septic shock: taking advantage of a window of opportunity. CMAJ 2005;173(9):1054-65 2. American College of Chest Physicians/Society of Critical Care Medicine Consensus Conference: definitions for sepsis and organ failure and guidelines for the use of innovative therapies in sepsis. Crit Care Med 1992;20:864-74. 3. Mitaka C. Clinical laboratory differentiation of infectious versus non- infectious systemic inf lammatory response syndrome. Clin Chim Acta 2005;351:17-29 4. Levy MM, Fink MP, Marshall JC, Abraham E, Angus D, Cook D et al. 2001 SCCM/ESICM/ACCP/ATS/SIS International Sepsis Definitions Conference. Crit Care Med 2003;31:1250-6. 5. Bohuon, C. A brief history of procalcitonin. 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Roche Diagnostics informa | Junio 2008 [14] Introducción El síndrome antifosfolípido (SAFL) es una enfermedad autoinmune no inf lamatoria caracterizada por trombosis arterial o venosa y/o complicaciones del embarazo asociadas a la presencia de autoanticuerpos dirigidos contra fosfolípidos (FL) o proteínas fijadoras de fosfolípidos que actúan como cofactores (1-3). Los fenómenos trombóticos se producen generalmente en vasos de mayor calibre, aunque puede verse afectado cualquier lugar del territorio vascular. En su forma más grave, el SAFL catastrófico, se presenta como trombosis de los vasos de pequeño y gran tamaño asociada a fallo multiorgánico (4, 5). Las primeras informaciones de este Síndrome se remontan a 1952, cuando Conley y Hartman describieron dos pacientes con diátesis hemorrágica y aumento del tiempo de protrombina que presentaban resultados falsos positivos en las pruebas serológicas para el diagnóstico de la sífilis. Al mismo tiempo, Moore y Mohr se preguntaban cual era la causa de la presencia de los falsos positivos en las pruebas diagnósticas de la sífilis. Un gran estudio retrospectivo de aquellos enfermos con falsos positivos sirvió para definir dos grupos de pacientes, unos con positividad transitoria y otros en los que ésta perduraba durante meses. Mientras que en los primeros era frecuente encontrar diversas enfermedades de tipo infeccioso, en el segundo grupo existía un alto porcentaje de pacientes con diversas enfermedades autoinmunes, especialmente Lupus. A partir de ese momento se empezó a considerar de importancia clínica la asociación de los anticuerpos antifosfolípidos (AFL) con la presencia de trastornos de la coagulación tipo anticoagulante lúpico (AL). En la década de los 80 (6-8) se describió la asociación entre trombosis recurrente, problemas obstétricos, anticoagulante lúpico (AL) y anticuerpos anticardiolipina (ACL) (Síndrome de Huges). Desde entonces se han dedicado numerosos esfuerzos en investigación clínica y bioquímica para caracterizar este síndrome, describiéndose nuevos métodos diagnósticos serológicos y clasificaciones clínicas más precisas. Fue en 1999, en Sapporo, cuando se establecieron los primeros criterios diagnósticos consensuados (9), revisados posteriormente (10) en un intento de mejorar la clasificación de los pacientes. La heterogeneidad de la presentación clínica y de los hallazgos de laboratorio hacen necesaria esta correcta clasificación a fin de incluir grupos homogéneos de pacientes en diferentes estudios clínicos (11). Los criterios de clasificación del SAFL reúnen tanto aspectos clínicos como biológicos, siendo imperativo para definirlo la presencia de al menos un criterio clínico y un criterio biológico (tabla I). Aunque la prevalencia del SAFL es relativamente baja, afectando especialmente a mujeres jóvenes, es de crucial importancia su diagnóstico ya que existe una alta tasa de recurrencias trombóticas que, combinada a la alta morbilidad de este síndrome, hace imprescindible establecer tratamientos adecuados (12). Además de la patología trombótica característica de este Síndrome, se han descrito diversas situaciones clínicas asociadas a la presencia de AFL. Entre ellas: valvulopatías cardíacas (13), trombocitopenia (14-16), livedo reticularis (17), accidentes vasculares cerebrales trombóticos (18-20)y nefropatías vasculares (21). Sin embargo, hasta el momento, ninguna de estas manifestaciones se ha incorporado como criterio diagnóstico clínico debido a la aún escasa información existente. Desde el punto de vista clínico el SAFL se clasifica en Primario o secundario, este último asociado a otros trastornos autoinmunes, especialmente el lupus (LES). Sin embargo, se ha sugerido (22) que debería abandonarse este tipo de subclasificación dado que en realidad no se conoce si el SAFL y el LES son dos entidades distintas que coinciden en un mismo sujeto, o bien si la presencia del LES favorece el desarrollo y presentación del SAFL o si el SAFL y el LES son dos elementos del mismo proceso patológico. Sea como sea, lo que si es cierto es que los pacientes afectos de LES desarrollan con frecuencia SAFL (22-23). Existen otras causas que se asocian a la presencia de AFL, entre ellas diversas infecciones, la edad avanzada y la ingesta de diversos fármacos como los betabloqueantes, quinidina y neurolépticos. En estos casos, sin embargo, solo se observan fenómenos tromboembólicos en raras ocasiones a pesar de que los anticuerpos pueden reconocer las dianas principales de los AFL como la β2 Glicoproteína I y la protrombina (24). No es objetivo de este artículo hacer una revisión de los aspectos clínicos o terapéuticos del SAFL, sino dar una pincelada a las pruebas del laboratorio de hemostasia imprescindibles para un correcto diagnóstico de este síndrome. Esto no es una tarea fácil, debido a la heterogeneidad de datos biológicos que hace necesario SÍNDROME ANTIFOSFOLÍPIDO. DE LA CLÍNICA AL LABORATORIO Artur Oliver i Samper Servicio de Laboratorios. Fundación Puigvert. Barcelona [15] disponer de una batería compleja de pruebas de laboratorio. Para complicar más esta labor, no existe un acuerdo unánime en la validez de todas las pruebas disponibles, existiendo problemas de estandarización de muchas de ellas, especialmente por el hecho de no disponer de materiales de referencia adecuados, lo cual ha sido puesto de manifiesto en distintos estudios de concordancia entre laboratorios (25-28). ¿Cuales son las dianas antigénicas para los AFL? Actualmente se conoce que los anticuerpos antifosfolípidos no están dirigidos contra los propios fosfolípidos sino contra diversas proteínas que se fijan a estos fosfolípidos, siendo la ß2 Glicoproteína I (ß2GPI) y la protrombina (PT) los más conocidos y estudiados. Aunque también se han descrito la presencia de autoanticuerpos contra otras proteínas, como Proteína C, Proteína S, Anexina A5, etc., no se dispone de una evidencia firme de su asociación con el fenómeno trombótico. Revisemos brevemente la estructura de estas dos proteínas y como los AFL provocan una inhibición de los mecanismos de la coagulación in vitro y paradójicamente son trombógénicos in vivo. β2 GLICOPROTEÍNA I La β2 Glicoproteína I (apolipoproteína H) es una glicoproteína de cadena simple de 326 aminoácidos . En la figura 1 se muestra la estructura de la proteína, con los cinco dominios homólogos (dominios sushi). Es a través del dominio V por donde se une a los fosfolípidos sin precisar iones calcio. No se conoce con precisión cual es el papel fisiológico de esta proteína, pero dada su débil afinidad por los fosfolípidos aniónicos, se ha sugerido que podría actuar como un débil anticoagulante fisiológico. PROTROMBINA La protrombina (factor II) es también una glicoproteína de cadena simple de 579 aminoácidos (Figura 2). Posee 10 residuos de ácido γ-carboxiglutámico concentrados en la región N-terminal de la molécula por donde se fija a los Criterios clínicos 1. Trombosis vascular: Uno o más episodios de trombosis arterial o venosa en cualquier tejido u órgano. Cualquier evento trombótico debe ser confirmado con métodos objetivos y validados. 2. Morbilidad del embarazo: a. Antecedentes de una o más muertes fetales inexplicables (fetos morfológicamente normales) o mas allá de las 10 semanas, o b. Antecedentes de uno o más partos prematuros de recién nacidos normales antes de las 34 semanas de gestación por: eclampsia, pre-eclampsia severa o insuficiencia placentaria. c. Tres o más abortos consecutivos inexplicados antes de las 10 semanas de gestación sin anomalías anatómicas u hormonales maternas ni anomalías cromosómicas de ambos progenitores. Criterios de laboratorio: 1. Anticoagulante lúpico, presente en más de dos ocasiones (con un intervalo de 12 semanas), detectado con los métodos recomendadosen las Guías de la ISTH. 2. Anticuerpos anticardiolipina (ACL) IgG o IgM a títulos medios o altos (> 40 GPL o MPL), presentes en dos o más ocasiones con un intervalo de 12 semanas, determinado con ELISA estandarizado. 3. Anticuerpos anti-ß2 GPI IgG o IgM a títulos > al percentil 99%, presentes en dos o más ocasiones con un intervalo de 12 semanas, determinado con ELISA estandarizado. La coexistencia de factores de riesgo de trombosis congénitos o adquiridos no es una razón suficiente para excluir a los pacientes de los ensayos clínicos para SAFL. Sin embargo, deben hacerse dos subgrupos. Los pacientes se han de clasificar en una de las siguientes categorías: I. Más de un criterio de laboratorio (cualquiera) IIa. Solo AL IIb. ACL solo IIc. a�β2GPI solo Tabla I. Criterios de clasificación del SAF (Revisión 2005). Figura 1. Representación esquemática de la molécula de β2 Glicoproteína I. [16] fosfolípidos en presencia de calcio, seguidos por dos dominios “kringle” y la región catalítica en la porción C- terminal (30). BASES BIOQUÍMICAS: Una característica de los anticoagulantes lúpicos es que su actividad es más evidente a concentraciones bajas de fosfolípidos y desaparece al aumentarlas. Este fenómeno se atribuyó primero a la ocupación de los fosfolípidos por los anticuerpos AFL, pero ello no explica completamente el fenómeno, debido a la débil afinidad de la β2GPI por los fosfolípidos procoagulantes (31). Sin embargo, en presencia de una superficie fosfolipídica procoagulante fisiológica, algunas moléculas de IgG AFL pueden fijar dos moléculas de β2GPI que interactuarán entonces con alta afinidad con los fosfolípidos (30-32) (Figura 3). Parece probable que la dimerización de la proteína, producida por el reconocimiento del anticuerpo AFL de aquellos epítopos que están presentes en la región aminoterminal de la molécula, aumentará la afinidad del complejo anticuerpo-proteína por la membrana fosfolipídica. Un mecanismo similar parece producirse con la protrombina. Esta alta afinidad por el complejo Ig-β2GPI- fosfolipído (o Ig-PT-fosfolipído) es la base del fenómeno AL (33). Así, solo los anticuerpos AFL que tengan la capacidad de provocar la dimerización de la ß2GPI serán los que manifiesten AL, ya que estos complejos bivalentes tienen una mayor afinidad por los fosfolípidos que la β2GPI aislada. Otra teoría sugiere que el anticuerpo está dirigido contra un epítopo críptico de la β2GPI que solo se expone cuando esta proteína interacciona con una membrana lipídica o cuando se adsorbe sobre una placa de poliestireno oxigenada e irradiada (34, 35). Dentro de la molécula de β2GPI, se han propuesto varios epítopos como los responsables de esta interacción, aunque el epítopo I (Gly40-Arg43)es el más probable. Este epítopo solo es accesible a los AFL después de un cambio conformacional de la molécula inducido por la fijación a una superficie negativa a través de la carga positiva del dominio V (37, 39). En cuanto a la protrombina, el mecanismo es similar (40), siendo el epítopo más relacionado el kringle 2 (41). ¿De que manera los AFL producen trombosis? La trombogenicidad producida por los AFL es debida al depósito de complejos inmunes sobre la superficie de los fosfolípidos aniónicos que interfieren con los procesos anticoagulantes fisiológicos de la superficie celular que dependen de ellos y provocando la activación celular (30-42). La Tabla II recoge algunos de los principales mecanismos descritos. Se han descrito dos mecanismos para explicar el modo de actuación de los AFL: El primero de ellos se basa en la interferencia de los AFL con las vías anticoagulantes que dependen de fosfolípidos como el sistema de la Proteína C/ Proteína S (43) o el TFPI (44). La ocupación de la superficie fosfolipídica necesaria para el efecto inhibitorio de estos sistemas impediría su acción aumentando la generación de Figura 2: Representación esquemática de la molécula de Protrombina. Figura 3: Dimerización de la molécula de b2GPI sobre la superficie fosfolipídica en presencia de AFL. Tabla II. Mecanismos principales de trombosis en el APS Trastorno de la vía de la Proteína C/Proteína S. Inducción de la síntesis y exposición del TF. Inhibición del TFPI. Desplazamiento de la Anexina V del endotelio. Inhibición de la fibrinolisis. Aumento del PAI-1. Disminución PGI2. Inducción de apoptosis. [17] trombina y provocando una resistencia a la PCA. Figuras 4 y 5. Sin embargo, la extrapolación de todos estos hallazgos in vitro a lo que sucede realmente in vivo es difícil. Los complejos inmunes podrían en teoría impedir también el depósito de los complejos procoagulantes sobre la superficie fosfolipídica limitando su función, con lo que se compensarían los efectos. Este teórico efecto compensatorio estaría inf luenciado por distintas situaciones patológicas. Se han descrito dos mecanismos que pueden explicar este fenómeno. Por una parte, la oxidación de la fosfatidiletanolamina liposomal potencia el efecto anticoagulante de la vía de la Proteína C sin afectar los mecanismos procoagulantes. Se ha demostrado que los AFL de pacientes con trombosis inhiben selectivamente el efecto anticoagulante de la oxidación fosfolipídica (45). Además, se ha sugerido que los mismos inmunocomplejos pueden producir trombosis in vivo (46), ya que el depósito de protrombina sobre la superficie fosfolipídica que producen los AFL, puede incrementar la generación de trombina en condiciones de f lujo. El segundo mecanismo que podría explicar la trombogenicidad de los AFL es el de la activación celular. Actualmente se acepta la teoría (30) de que el depósito de complejos inmunes sobre las células ligeramente activadas podría provocar su activación posterior con generación de micropartículas, lo que paradójicamente expondría una superficie fosfolipídica mucho mayor produciéndose un aumento de la generación de trombina (47,48) (Figura 6). Este mecanismo de activación celular también se ha propuesto para la trombocitopenia inducida por heparina asociada a trombosis (49). En esta situación, los anticuerpos contra los complejos heparina y factor 4 plaquetar se dispondrían sobre la superficie plaquetar y su fracción Fc se uniría al receptor plaquetar FcγR2a produciéndose una segunda fase de activación plaquetar, generación de micropartículas (50) y formación de agregados de leucocitos y plaquetas (51). Sin embargo, en el caso de los AFL no parece ser necesaria la participación de este receptor (52). Se ha sugerido además, que la presencia de estas micropartículas endoteliales procoagulantes podrían servir de indicador de la patogenicidad de los AFL en el plasma de pacientes con SAFL (53). En resumen, según la teoría de la activación celular, el mecanismo de trombosis se produciría en dos pasos: Después de una leve lesión endotelial, se produciría una moderada activación plaquetar y endotelial (primer paso). Estas células ligeramente activadas expondrían los fosfolípidos aniónicos, produciéndose un depósito irregular de complejos bivalentes de β2GPI-AFL que provocarán una posterior activación celular mediante los mecanismos de transducción de señales (NF-κB), liberación del contenido de los gránulos plaquetares, formación de micropartículas y aumento de la generación de trombina (segundo paso). Así, una de las piezas clave que explican la fisiopatología de la trombosis en el SAFL es la activación procoagulante celular, que también se acompañará de un aumento de expresión de factor tisular (TF) y sobreregulación de la vía del TF/TFPI (54). Se ha demostrado que los AFL producen un aumento de Figura 4: Interferencia de AFL con el complejo TF/FVIIa/FXa/TFPI. Figura 5. Interferencia de los AFL con el sistema de la Proteina C/S. Figura 6: Mecanismos de activación celular en el AFL Roche Diagnostics informa | Junio 2008 [18] TF (55) y que los anticuerpos anticardiolipina y anti-β2 GPI inducen la transcripciónde mRNA TF y aumento de la actividad TF en endotelio y monocitos circulantes (56). ¿Qué pruebas debemos utilizar para el diagnóstico del SAFL? El enfoque que deberemos adoptar desde el laboratorio debe dirigirse a conseguir la máxima sensibilidad y especificidad diagnósticas. Para ello no nos bastará con una única prueba, sino que deberemos utilizar un abanico de ellas debido a la heterogeneidad intrínseca de los AFL. Así, emplearemos tanto métodos antigénicos (ELISA) como funcionales (AL), ya que no necesariamente la presencia de anticuerpos antifosfolípidos detectados mediante técnicas ELISA se asocian a la presencia de actividad anticoagulante lúpico y viceversa. Así, y basándonos en los criterios actuales de clasificación (22) (Tabla I), determinaremos los anticuerpos anticardiolipina (ACL), anti-β2Glicoproteína I (aβ2GPI), anti-protrombina (aPT) y la actividad anticoagulante lúpico. Un aspecto importante a destacar es que la presencia de AL circulante a títulos elevados asociado a ACL y aβ2GPI a títulos elevados identifican un subgrupo de pacientes que seguirán un curso más severo de la patología trombótica (57, 58). Como ya hemos visto, los anticuerpos antifosfolípidos se fijan a distintas proteínas plasmáticas como la β2- Glicoproteína I (β2GPI) y la protrombina (PT) formando complejos con fosfolípidos aniónicos (59) y de este modo pueden prologar los tiempos de coagulación de aquellas pruebas que dependan de fosfolípidos produciendo el fenómeno AL. La fijación del anticuerpo a estas proteínas aumentará su afinidad por los fosfolípidos compitiendo con los factores de la coagulación y los mecanismos anticoagulantes naturales para fijarse a la superficie de los mismos (60). Uno de los problemas más importantes con que nos encontramos en cualquiera de las pruebas que utilicemos para el diagnóstico del SAFL, ya sean inmunológicas o funcionales es la inexistencia de un gold standard para ninguna de las pruebas empleadas. Asimismo tampoco existe un buen acuerdo entro los resultados obtenidos por los diferentes métodos inmunológicos o coagulativos entre laboratorios, especialmente a concentraciones bajas. Veamos ahora brevemente la información que nos aportan cada una de estas pruebas. INMUNOANÁLISIS PARA ANTICUERPOS ANTI-FOSFOLÍPIDOS (AFL) Como hemos visto, hoy en día se conoce que la utilidad real de la detección de AFL reside en el hecho que los pacientes con SAFL poseen anticuerpos que reconocen un amplio abanico de proteínas fijadoras de fosfolípidos, las cuales son capaces de actuar como antígenos de los AFL cuando se fijan a fosfolípidos aniónicos (Cardiolipina, fosfatidilserina, fosfatidiletanolamina, etc). De entre todas las pruebas que se han descrito en diferentes estudios, solo la presencia de anticuerpos anti-Cardiolipina (aCL), anti-β2-Glicoproteína I (aβ2GPI) y anti-protrombina (aPT) en menor medida, han demostrado un rendimiento clínico significativo y han sido incluidas en las guías internacionales (a excepción de los aPT). Como ya hemos mencionado, uno de los problemas inherentes a estos inmunoanálisis, al igual que al resto de pruebas diagnósticas de SAFL, es la falta de estandarización, a pesar de los grandes esfuerzos realizados por distintos grupos de trabajo y reuniones de consenso internacionales. La variabilidad interlaboratorios es aún demasiado elevada. La elaboración de calibradores de referencia para anticuerpos IgG, IgM e IgA [en unidades GPL (IgG antiphospholipid antibodies), MPL (IgM antiphospholipid antibodies) y APL IgA antiphospholipid antibodies)], el desarrollo de anticuerpos monoclonales anti-β2GPI así como la expresión de los resultados en escalas semicuantitativas ha mejorado también el grado de concordancia. El forum europeo de anticuerpos antifosfolípidos ha propuesto algunas recomendaciones a fin de estandarizar las pruebas para la detección de AFL: • Utilizar controles con anticuerpos monoclonales. • Utilizar unidades arbitrarias para informar los resultados (MPL, GPL). • Realizar cada prueba por duplicado. • Cada laboratorio debe utilizar su propio punto de corte obtenido al menos de 50 plasmas normales (percentiles) Anticuerpos anticardiolipina (aCL): La cardiolipina es un fosfolípido aniónico presente en las membranas celulares. La detección de anticuerpos aCL ha sido y es el inmunoanálisis más utilizado para el diagnóstico del SAFL. Desde la descripción del primer ELISA en 1985 por Louizou (Clin Exp Imm 1985), esta prueba ha sufrido diferentes modificaciones a fin de aumentar su sensibilidad y especificidad. Actualmente, las pruebas que miden los ACL se basan en el hecho que los AFL son fijados a la β2GPI inmovilizada a la cardiolipina fijada en la placa de ELISA. Sin embargo, como sucede con otras pruebas diagnósticas de SAFL, la determinación de ACL no tiene la especificidad adecuada. Ya hemos comentado que diversos cuadros infecciosos y algunos fármacos pueden producir anticuerpos ACL en sistemas libres de proteínas. Así, la presencia de ACL puede ser un hallazgo accidental en pacientes sin clínica evidente de SAFL. A pesar de todo ello, y aunque se ha cuestionado la validez de esta prueba debido a su escasa especificidad, diversos trabajos han demostrado que su exclusión del panel de pruebas diagnósticas puede dejar de diagnosticar casi un 25% de [19] casos de SAFL (61-63). Anticuerpos anti-β2Glicoproteína I (anti-β2GPI): En 1990 se descubrió que los pacientes con SAFL presentan anticuerpos dirigidos contra un componente proteico del ELISA ACL, la anti-β2GPI (64, 65). Aunque en un principio se atribuyó este efecto a un artefacto, posteriormente se demostró que la �2GPI, adsorbida sobre placas irradiadas fija ACL de aquellos pacientes con SAFL. La irradiación de las placas crea residuos carbonilo con carga negativa que provocan un cambio conformacional de la β2GPI similar a cuando ésta se une a los fosfolípidos aumentando la densidad antigénica en los pocillos de la microplaca (24). Posteriormente, se ha ido demostrando en diferentes estudios clínicos que la β2GPI es un antígeno diana muy importante en los pacientes con SAFL (67). Al igual que lo dicho para la ACL, la estandarización de los ELISA para aβ2GPI es uno de los temas que quedan por resolver (27). Del mismo modo, el grado de concordancia interlaboratorios aumenta a concentraciones elevadas de anticuerpos, superiores a 40 kU/L (U/ml). Por su valor como factor de riesgo trombótico, en especial el subtipo IgG y en pacientes con LES (67), la determinación de los anticuerpos anti-β2GPI se incluyó dentro de los criterios diagnósticos de SAFL. Además, puede ser la única prueba de toda la batería diagnóstica que presente positividad (69). Por otra parte, a pesar de que la detección de anti-β2GPI tiene mejor especificidad que la de los anti-ACL, tiene peor sensibilidad, por lo que ambas deben ser incluidas dentro de los protocolos diagnósticos. Anticuerpos anti-protrombina (aPT): La detección de anticuerpos aPT no se ha incluido aún dentro del panel de pruebas diagnósticas, pero algunos estudios han sugerido que puede ser un buen marcador diagnóstico del SAFL (67, 70, 71). Sin embargo no queda clara su asociación con los eventos trombóticos en pacientes con AL (72). Los procedimientos analíticos para cuantificar la aPT se realizan de un modo similar a lo dicho para la β2GPI debido a que su comportamiento es muy parecido. Se realizan sobre placas de ELISA modificadas y recubiertas de fosfolípidos aniónicos (fosfatidilserina) y calcio. La protrombina fijada a la fosfatidilserina puede desplazarse lateralmente, permitiendo así la agregación y orientación molecular adecuadas, lo cual producirá unas mejores condiciones a la fijación de los anticuerpos. Así el ELISA con fosfatidilserina podría capturar con mediación del calcio los complejos inmunes PT-aPT y detectaría neoepítopos que expondría la PT cuando está fijada a los FL. Así, al igual que la β2GPI, la PT sufrirá