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Qué difícil es ser Dios

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carlos iván DEGREGORI 
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Qué difícil 
es ser Dios 
El Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso 
y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999 
 
IEP Instituto de Estudios Peruanos 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Serie: Ideología y Política, 33 
© IEP INSTITUTO DE ESTUDIOS PERUANOS 
Horacio Urteaga 694, Lima 11 
Telf. (511) 332-6194 
Fax (511) 332-6173 
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Web: <www.iep.org.pe> 
© COORDINADORA NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS 
Calle Pezet y Monel 2467 (ex-Tupac Amaru), Lince, Lima 14 
Telf. (511) 419-1111 
Fax: (511) 419-1112 
Web: <www.derechoshumanos.pe> 
© CARLOS IVÁN DEGREGORI 
ISBN: 978-9972-51-285-8 
ISSN: 1019-455X 
Impreso en Perú 
Primera edición en español: Lima, diciembre de 2010 
1500 ejemplares 
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2010-16365 
Registro del proyecto editorial en la Biblioteca Nacional N° 11501131001142 
Diagramación: Silvana Lizarbe 
Diseño de carátula: Gonzalo Nieto 
Cuidado de edición: Odín del Pozo 
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido y de las características gráficas de este libro 
por cualquier medio sin permiso de los editores. 
 
Cláusula de exención de Responsabilidad: "La presente publicación ha sido realizada con la financiación de la 
Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo - AECID. Su contenido es de responsabilidad 
exclusiva del autor y no refleja necesariamente la posición institucional de AECID. La inclusión de su logotipo no 
implica que apruebe o respalde las posiciones expresadas en este documento". 
DEGREGORI, Carlos Iván 
Qué difícil es ser Dios. El Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso y el conflicto armado 
interno en el Perú: 1980-1999. Lima, IEP, CNDDHH; DED, Servicio Alemán de Cooperación 
Social- Técnica. Programa Servicio Social para la Paz, ZFD, 2010. (Ideología y Política, 33) 
SENDERO LUMINOSO; VIOLENCIA POLÍTICA; TERRORISMO; GUZMÁN, ABIMAEL; 
MEMORIA; PERÚ; AYACUCHO 
W/04.04.02/I/33 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CAPÍTULO 1 
LOS AÑOS QUE VIVIMOS EN PELIGRO 
Sobre el conflicto armado interno en el Perú: 
1980-1999 
 
LA NOCHE DEL 17 DE MAYO DE 1980, en el pequeño poblado ayacuchano de 
Chuschi, un grupo de jóvenes irrumpió en el local donde se guardaban án- 
foras y padrones listos para las elecciones nacionales del siguiente día, y los 
quemó en la plaza pública. La noticia apareció días después en algún diario, 
perdida entre la avalancha de información sobre las primeras elecciones pre- 
sidenciales que se celebraban en el Perú en 17 años. En los meses siguientes, 
mientras la prensa reportaba el robo de dinamita en algunas minas, petar- 
dos aislados comenzaron a estallar en lugares impensados: en la tumba del 
general Velasco,1 en Lima; en un desfile escolar en Ayacucho; en una asam- 
blea campesina en esa misma ciudad (DESCO 1989). La situación adquirió 
ribetes folclóricos, si bien siniestros, cuando hacia fines de ese año, limeños 
madrugadores encontraron perros ahorcados colgados de algunos semáfo- 
ros con un letrero alrededor del cuello que decía: "Deng Xiaoping hijo de 
perra". Tanto el gobierno como el conjunto de fuerzas políticas, incluyendo 
a los partidos agrupados en el frente Izquierda Unida, restaron importancia 
a los hechos. 
Si nadie le dio importancia a las primeras escaramuzas de la guerra, fue 
porque hasta 1980 SL aparecía como una pequeña organización regional, 
que no había tenido presencia en los grandes movimientos sociales y paros 
nacionales que entre 1976 y 1979 conmocionaron el país y contribuyeron a 
que los militares se replegaran a sus cuarteles. Incluso en Ayacucho, donde 
 
 
1. Juan Velasco Alvarado fue Presidente de la República entre 1968 y 1975. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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90 Carlos Iván Degregori 
había nacido, su influencia social aparecía fuertemente erosionada. Hasta el 
momento mismo de iniciar sus acciones armadas, la columna vertebral de SL 
estaba constituida por una abrumadora mayoría de profesores, estudiantes 
universitarios y maestros rurales. De acuerdo con documentos partidarios 
analizados por la CVR y conversaciones con el propio Guzmán: 
Siempre fueron pocos. Quisieron ser pocos.2 Eran 51 militantes en todo el país 
y doce en Ayacucho en el momento en que la facción dirigida por Abimael Guz- 
mán...decidió afirmar su camino propio en 1970. Eran 520 entre militantes y 
simpatizantes más cercanos en el momento de iniciar el conflicto armado en 
1980 y alrededor de 2,700 militantes hacia 1990, aunque sin contar los ubica- 
dos en el [valle del] Huallaga,3 cuando la violencia alcanzaba su mayor expan- 
sión e intensidad. (CVR 2003: tomo II, cap.l: 23) 
Sin embargo, doce años después el Partido Comunista del Perú-Sendero 
Luminoso, que reivindicaba aquel ya lejano 17 de mayo como el inicio de la 
"guerra popular" en el Perú, se había convertido en el movimiento armado 
más importante de la historia peruana contemporánea y con seguridad el 
más singular surgido en América Latina en las últimas décadas. Entre 1980 
y 1982 SL se expandió vertiginosamente en las zonas rurales ayacuchanas.4 
En respuesta a esos avances, el gobierno civil de Fernando Belaúnde (1980- 
1985] encargó la lucha contrainsurgente a las Fuerzas Armadas (FF. AA.). 
Entre 1983 y 1984 éstas desataron una brutal contraofensiva en cuyo con- 
texto se produjo alrededor de un tercio del total de víctimas mortales de 
todo el conflicto, la mayoría civiles (gráfico 1). 
Lo asombroso con respecto a procesos similares en otros países de 
América Latina es que en estos años ambos contendientes se ensañaron 
por igual con la población civil, especialmente con el campesinado indígena, 
como puede observarse en el gráfico 2. 
Varios de los capítulos de este libro analizan más ampliamente las razo- 
nes de este comportamiento excepcional. En este panorama inicial, ampliaré 
2. Esta voluntad encaja con la definición leninista de "partido de cuadros", aunque no pode- 
mos saber en qué medida Guzmán se veía obligado a "hacer de la necesidad virtud". En 
todo caso, en 1988, en la única entrevista concedida antes de su captura, se preguntaba: 
"¿cuántos eran los bolcheviques en el momento del triunfo de la revolución rusa? ¡Seten- 
ta mil en un país de más de 100 millones de habitantes!" (Guzmán 1988). 
3. El valle del Huallaga era (y es) el mayor productor de hoja de coca del país. Las cifras 
tampoco incluyen a los miembros del Ejército Guerrillero Popular, que llegó a tener alre- 
dedor de 5 mil miembros, muchos de los cuales no eran militantes plenos del PCP-SL. 
4. Sobre los primeros años de la guerra, véase Degregori 1985a, Gorriti 1990. Además: CVR 
2003, tomo II, capítulo 1. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Gráfico 1 
Perú 1980-2000: N.° de muertos y desaparecidos reportados a la CVR, 
según año de ocurrencia de los hechos 
 
Fuente: CVR 2003, tomo I, cap.3, gráfico 23. 
únicamente la información que proporciona el gráfico 2 con la justificación 
ofrecida por Abimael Guzmán luego de una de las primeras y más brutales 
masacres campesinas cometidas por los senderistas en Ayacucho, cuando 
los campesinos de Lucanamarca (Ayacucho) se rebelaron contra el PCP-SL a 
inicios de 1983:5 
Frente al uso de mesnadas6 y la acción militar reaccionaria respondimos con- 
tundentemente con una acción: Lucanamarca. Ni ellos ni nosotros la olvidamos, 
claro, porque ahí vieron una respuesta que no se imaginaron, ahí fueron aniqui- 
lados más de 80, eso es lo real; y lo decimos, ahí hubo exceso, como se analizó 
en el año 83, pero toda cosa en la vida tiene dos aspectos: nuestro problema 
era un golpe contundente para sofrenarlos, para hacerles comprender que la 
cosa no era tan fácil [...]. Ahí lo principal es que les dimos un golpe contundente 
5. La justificación fue ofrecida por Guzmán en la denominada "Entrevista del Siglo", conce- 
dida en 1988 a El Diario, su vocero oficioso y posteriormente ratificada en conversacio- 
nes con miembros de la CVR (2003, tomo II, cap.l). En ambos casos, afirmó que se trató 
de una decisión de la Dirección Central del PCP-SL. Sobre la masacre de Lucanamarca, 
véase un extenso informe en: CVR 2003: tomo V, cap.2.2. 
6. Término arcaico, para referirse a tropas campesinas reclutadas por señores feudales. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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92 Carlos Iván Degregori 
Gráfico 2 
Perú 1980-2000: N.° de muertos y desaparecidos reportados a la CVR 
según principales agentes responsables, por año de ocurrencia de los hechos 
 
Fuente: CVR 2003, tomo 1, cap.3: gráfico 30. 
y los sofrenamos y entendieron que estaban con otro tipo de combatientes del 
pueblo, que no éramos los que ellos antes habían combatido, eso es lo que en- 
tendieron; el exceso es el aspecto negativo. Entendiendo la guerra y basándonos 
en lo que dice Lenin, teniendo en cuenta a Clausewitz, en la guerra la masa en 
el combate puede rebasar y expresar todo su odio, el profundo sentimiento de 
odio de clase, de repudio, de condena que tiene, esa fue la raíz; esto ha sido 
explicado por Lenin, bien claramente explicado. Pueden cometerse excesos, el 
problema es llegar hasta un punto y no pasarlo porque si lo sobrepasas te des- 
vías; es como un ángulo, hasta cierto grado puede abrirse, más allá no. Si a las 
masas les vamos a dar un conjunto de restricciones, exigencias y prohibiciones, 
en el fondo no queremos que las aguas se desborden; y lo que necesitábamos 
era que las aguas se desbordaran, que el huayco entrara, seguros de que cuando 
entra arrasa pero luego vuelve a su cauce. [...] Pero, insisto, ahí lo principal fue 
hacerles entender que éramos un hueso duro de roer, y que estábamos dispues- 
tos a todo, a todo. 
Dispuestos a todo contra civiles desarmados, habría que añadir.7 Sin 
embargo, mientras SL se ufanaba de que "el partido tiene mil ojos y mil 
 
7. Uno de los aspectos más reveladores de esta declaración es que cuando Guzmán se re- 
fiere a "ellos", a los que tenían que "sofrenar" y golpear, no se refiere a los campesinos de 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 93 
oídos" y sabía dónde y a quiénes golpear, las FF. AA. reprimían ciegamente. 
De esta forma, en muchas partes de Ayacucho, las contradicciones entre SL 
y el campesinado, que habían comenzado a aflorar ya desde fines de 1982, 
se postergaron. SL apareció como el mal menor y de esta manera fue capaz 
de sobrevivir y romper el cerco en Ayacucho, abriendo otros frentes, espe- 
cialmente en la sierra central y el valle del Huallaga, en esos años principal 
productor de hoja de coca del mundo; así como en Lima (mapa 1). En 1986 
logró reponerse de la masacre de casi 300 inculpados por terrorismo en las 
cárceles de esa ciudad. En enero de 1988 celebró su I Congreso. Poco des- 
pués, convertido en "Presidente Gonzalo", Abimael Guzmán concedió una 
larguísima entrevista a El Diario, su vocero oficioso.8 Al año siguiente, SL co- 
menzó a hablar del tránsito al "equilibrio estratégico" en su guerra contra el 
"viejo Estado". 
Un millón de muertos para conquistar el poder 
En las postrimerías del gobierno de Alan García (1985-1990), el 32% del te- 
rritorio y el 49% de la población del país se encontraban bajo control militar 
(Senado de la República 1992). La hiperinflación bordeaba el 60% mensual, 
la crisis económica hacía estragos entre la población y destruía el Estado y 
el tejido social con tanta o mayor eficacia que los propios subversivos. En las 
elecciones de ese mismo año, el desprestigio del conjunto de partidos polí- 
ticos llevó al triunfo de Alberto Fujimori, un outsider cuyo durísimo ajuste 
neoliberal arrojó a parte significativa de la población a la situación de ex- 
trema pobreza. "Que el equilibrio estratégico remezca más el país", procla- 
mó SL, que en 1991 consideró haber alcanzado ese equilibrio. La dirección 
senderista decidió entonces acelerar el desenlace de la guerra y desplazar el 
eje de su accionar del campo a la ciudad, aumentando su presión sobre Lima 
(PCP-SL 1991, Tapia 1997, CVR 2003, tomo II, cap.l). 
Fue por entonces que SL comenzó a reiterar también que el triunfo de 
la revolución costaría un millón de muertos. Es muy posible que uno de sus 
Lucanamarca, o no principalmente, sino a las Fuerzas Armadas. Ambos bandos pelearon 
esos años por interposita persona. Veinte años después la CVR no encontró signos de 
remordimiento entre los máximos dirigentes senderistas. Para ellos, "esas son las cosas 
que decimos que son errores, excesos que se cometen. Pero no son problemas de línea". 
8. Véase Guzmán 1988. Entre 1986 y 1988, El Diario apareció legalmente como vocero ofi- 
cioso de SL. Poco después de esa entrevista, fue declarado ilegal, pero siguió editándose 
clandestinamente, de manera cada vez más irregular, hasta 1993. Su director en los años 
legales, Luis Arce Borja, exilado en Bruselas, publicó por su parte, hasta 1994, El Diario 
Internacional. A mediados de 1996 volvió a circular una edición clandestina de El Diario, 
pero sin alcanzar nunca ninguna regularidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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94 Carlos IvánDegregori 
objetivos fuera provocar una respuesta de las FF. AA., que reprodujera en un 
ámbito ampliado el baño de sangre que tuvo lugar en Ayacucho en 1983- 
1984 para volver a aparecer ellos como el mal menor ante la población. En 
todo caso las FF. AA. los dejaron literalmente "fuera de juego" cuando en vez 
de incrementar la represión indiscriminada, desarrollaron más bien una es- 
trategia de represión selectiva, que podría definirse como "autoritaria no-ge- 
nocida" (Degregori y Rivera 1993). Este cambio de estrategia no significó el 
fin de la guerra sucia. Durante tres años (1989-1991), Perú ocupó el primer 
lugar del mundo entre los países que reportaban detenidos-desaparecidos. 
Pero la represión más selectiva fue acompañada desde fines de la década an- 
terior por una nueva política de aproximación al campesinado, que comenza- 
ba a organizarse o quería organizarse en Comités de Autodefensa (CAD). Esta 
aproximación fue difícil, especialmente por la desconfianza de las FF. AA. en 
el campesinado y por su voluntad de subordinarlo a la estrategia del Estado.9 
Pero esta vez fueron las FF. AA. las que aparecieron como el "mal menor" y 
los CAD se multiplicaron por amplias zonas de los Andes y la Amazonia. De 
esta forma, el PCP-SL sufría su primera derrota estratégica a manos de quien 
menos lo esperaba: el campesinado pobre, que debía haber sido el aliado 
"natural" de la revolución. 
Esta debilidad estratégica no se advirtió en toda su dimensión por la 
presión que por esos mismos años comenzó a ejercer el PCP-SL sobre las 
ciudades. 
1992 fue posiblemente el peor año de la historia del Perú contempo- 
ráneo. A la crisis económica se sumaba la violencia senderista, que se in- 
crementó de manera exponencial. Campesinos organizados en comités de 
autodefensa eran masacrados por decenas en Ayacucho y otros departa- 
mentos andinos. En las ciudades, los asesinatos de dirigentes de base y de 
autoridades locales asfixiaban y paralizaban las organizaciones sociales, ya 
bastante debilitadas por la crisis. El estallido de poderosos coches-bomba, 
tanto en distritos de clase media y alta como en zonas populares "beiruti- 
zaba" la capital y posibilitaba el éxito de los denominados "paros armados" 
durante los cuales SL inmovilizaba por el pánico a Lima, caótica metrópoli de 
7 millones de habitantes en cuyos barrios más pobres se agolpaban más de 
100 mil desplazados por el conflicto. 
La preocupación comenzó a trascender las fronteras del Perú. Se ha- 
blaba de núcleos senderistas o pro senderistas en Bolivia, Chile, Argentina 
 
 
9. A pesar de las relaciones obviamente asimétricas entre los CAD y las FF. AA. y el grado de 
coerción que muchas veces ejercieron los militares y "ronderos" para obligar a otros 
campesinos a organizarse en CAD, existe una diferencia significativa entre ellos y las Pa- 
trullas de Autodefensa Civil (PAC) de Guatemala. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 95 
y Colombia. SL por su parte, comenzó a imaginar/desear/advertir sobre 
una posible intervención norteamericana. Pintas con el slogan "Yanqui go 
home", aparecieron en paredes de diferentes partes del país, aunque los 
yanquis para efectos prácticos no habían llegado.10 En marzo, el Congreso 
de los EE. UU. celebró audiencias sobre la situación peruana, en las cuales el 
Subsecretario de Estado para América Latina, Bernard Aronson, advirtió so- 
bre el peligro del "tercer genocidio del S. XX" si triunfaba SL.11 Poco después, 
en un informe para la Rand Co., uno de los consultados en esas audiencias, 
Gordon McCormick, anunciaba la posibilidad del cerco de Lima y el colapso 
del gobierno. Terminaba afirmando, en tono exagerado: 
Si SL triunfa o fracasa en ese esfuerzo dependerá mucho más de SL como orga- 
nización que de cualquier conjunto realista de respuestas de parte del gobierno 
peruano, que ha mostrado escasa comprensión de la insurgencia y todavía me- 
nos habilidad para detenerla. (McCormick 1992: 78) 
Como para darle la razón a McCormick, los días 22 y 23 de julio un feroz 
paro armado conmocionó Lima. Todas las células de SL celebraron con un 
brindis la "consolidación del equilibrio estratégico". Días después, en entre- 
vista al semanario alemán Der Spiegel, el vocero de SL en Europa, Luis Arce 
Borja, declaraba eufórico: "Estamos a punto de tomar el poder. El enemigo 
está desmoralizado [...] acorralado. No le queda más que capitular sin condi- 
ciones. No hay nada que negociar". 
Poco antes, el 5 de abril de 1992, la asediada democracia peruana había 
trastabillado, empujada por el propio Presidente de la República quien, con 
el apoyo de las Fuerzas Armadas clausuró el Congreso, intervino el Poder 
Judicial y los gobiernos regionales, concentrando todos los poderes. 
Entonado por su avance en las ciudades, que ocultaba su talón de Aquiles 
rural, el Comité Central de SL aprobó en agosto de 1992 el inicio de su VI 
Gran Plan Militar, que los llevaría a "luchar por el poder en todo el país" y 
a "consolidar el equilibrio estratégico a nivel nacional". En el plano políti- 
co, eso significaba "volver ingobernable el país".12 Sumida en una suerte de 
 
10. Habían algunos en una base militar en el Huallaga, como parte de su "guerra contra las 
drogas", pero la lógica de esa consigna era otra. Según Carlos Tapia (1996), Guzmán era 
consciente de su debilidad estratégica. Su escalada en Lima apostaba a provocar una re- 
presión sangrienta de los agentes del Estado y una intervención norteamericana —por 
lo demás totalmente improbable en el nuevo escenario internacional— como única sali- 
da a su entrampe. 
11. Considerando que los dos anteriores eran los producidos por Hitler y Pol Pot. 
12. En el III Pleno de su Comité Central, celebrado en medio de la escalada senderista en 
Lima en julio de 1992, el PCP-SL decidió modificar profundamente ciertos aspectos de su 
 
 
 
 
 
 
 
 
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96 Carlos Iván Degregori 
parálisis fatalista, Lima esperaba la nueva ofensiva de SL programada para 
coincidir con las elecciones para un nuevo Congreso Constituyente, que el 
presidente Fujimori se había visto obligado a convocar presionado por la 
OEA y los EE.UU. 
Por contraste, para el militante promedio senderista, Guzmán parecía 
realmente capaz de interpretar las leyes de la historia y de moldearla con la 
precisión y la facilidad de un virtuoso. Habían encontrado la cuarta espada, 
estaban en tren de hacer una revolución irreversible, que no repetiría los 
errores de las anteriores. Los retrocesos, las derrotas parciales, los errores 
estratégicos y las fallas geológicas del proyecto senderista no eran adverti- 
dos o quedaban finalmente como las aristas limadas de lo que aparecía como 
una curva de pendiente permanentemente ascendente. Dentro de esa larga 
marcha, Guzmán se ubicaba en la más alta cúspide. Era: 
[...] el más grandioso fruto de la materia consciente, engendrado y forjado por la 
clase, por el proletariado comunista: el jefe de la revolución mundial... síntesis 
de millones de voluntades, luz, maestro y guía de comunistas y revolucionarios 
que conforman el pueblo... conductor de los oprimidos y explotados hacia su 
emancipación.(El Diario: 13.12.91) 
Gonzalo no sólo aparecía como intérprete de las leyes de la Historia sino 
como conductor militar inalcanzable para los aparatos represivos del "viejo 
Estado". Se hallaba en todas partes y en ninguna: 
Simultáneamente lo buscan en el extranjero, entre los obreros, campesinos, in- 
telectuales, en todas partes. Pero él está en cada célula del PCP, en cada unidad 
del EGP [Ejército Guerrillero Popular], en cada Comité Popular... Está dirigiendo 
personalmente la revolución, está presidiendo la República Popular del Perú 
que avanza a la victoria final. (El Diario: 13.12.91) 
Y entonces, la noche del 12 de septiembre de 1992, Abimael Guzmán fue 
capturado sin disparar un tiro por agentes de la Dirección Nacional contra 
 
estrategia. Por ejemplo, comenzar a respetar las convenciones de Ginebra en sus accio- 
nes bélicas, preservando lo más posible a la población civil. Tal vez el repudio provocado 
por sangrientos atentados terroristas como los de Tarata y Villa el Salvador (Lima), en- 
tre otros muchos, haya influido en esa decisión. Pero ella parece haber tenido motivos 
más pragmáticos y era parte de virajes mayores, que incluían la preparación para una 
supuesta intervención norteamericana y el cambio de carácter de la guerra, que se con- 
vertiría en "guerra de liberación nacional". SL llamó a construir un Frente de Liberación 
Nacional y decidió cambiar de nombre a su denominado Ejército Guerrillero Popular, 
que debía pasara llamarse Ejército de Liberación Nacional. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 97 
el Terrorismo (DINCOTE), organismo especializado de la Policía Nacional.13 
Nunca en el Perú contemporáneo, la suerte de un individuo cambió de modo 
tan profundo y súbito, literalmente de un día para otro, el ánimo del país. 
La sensación de alivio que recorrió el Perú, en toda su geografía y diversi- 
dad social, fue proporcional al temor y la desmoralización que se vivía hasta 
el día anterior. Porque para entonces, salvo bolsones geográficos y sociales 
muy puntuales, el PCP-SL se había ganado el repudio de la inmensa mayoría, 
especialmente por su creciente violencia contra el campesinado en las zonas 
rurales (gráfico 2) y sus acciones terroristas en las ciudades. 
Con Guzmán cayeron dos de los tres miembros del Buró Permanente del 
Comité Central,14 la instancia más alta de dirección, así como ingentes archi- 
vos partidarios. En los meses siguientes, las capturas se sucedieron en cade- 
na. A fin de 1992, diecinueve de un total de veintidós miembros del Comité, 
Central de SL estaban presos. 
En doce días Guzmán fue juzgado y condenado a cadena perpetua por 
un tribunal militar, de acuerdo con leyes draconianas y no reconocidas por 
la comunidad internacional, que fueron promulgadas por el gobierno de 
Fujimori después del autogolpe de 1992.15 El 24 de septiembre, el senten- 
ciado aprovechó de un torpe operativo de guerra psicológica montado por el 
gobierno, que lo presentó ante la prensa encerrado en una jaula y con traje a 
rayas, para pronunciar una arenga en la cual llamó a sus huestes a ratificarse 
en la aplicación del VI Gran Plan Militar: "¡que el equilibrio estratégico re- 
mezca más el país!". Luego de ese discurso fue llevado a una prisión de alta 
seguridad donde debía pasar el resto de sus días. 
13. Sobre la estrategia antisubversiva del Estado, véase CVR 2003, tomo II, capítulos 3 y 4. 
También Degregori y Rivera 1993, Obando 1991, Mauceri 1989, Tapia 1997. 
14. Las dos eran mujeres: Laura Zambrano (c. Meche) y Elena Iparraguirre (c. Miriam). Esta 
última era compañera sentimental de Guzmán y, en la tradición de Qian Qing, segunda 
en la línea de mando senderista. El tercer miembro del Buró, Alberto Ramírez Durand 
(Feliciano), responsable del trabajo militar del partido, no fue apresado pues se encon- 
traba en una alejada zona rural. 
15. La legislación antiterrorista de 1992 daba amplios poderes a los tribunales militares, 
que operaban a través de jueces sin rostro, sin permitir un mínimo debido proceso. La le- 
gislación fue recusada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos de Costa Rica, 
ante lo cual el gobierno decidió el "retiro parcial" del Pacto de San José, para eludir las 
decisiones de dicha Corte. Luego de la caída del gobierno y la restauración del Tribunal 
Constitucional, la legislación antiterrorista fue modificada y, a partir del año 2004, cien- 
tos de sentenciados volvieron a ser juzgados y condenados, entre ellos los principales 
líderes del PCP-SL y del MRTA. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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98 Carlos Iván Degregori 
Defender la vida y la salud del presidente Gonzalo 
Como prueba de su terca voluntad política, hacia inicios de 1993 un cierto 
nivel de dirección nacional de SL había sido reconstruido. Desde entonces y 
en oleadas por cierto bastante menores que las de los meses previos, reini- 
ciaron sus campañas militares cuyo impacto político y psicológico no fue sin 
embargo el mismo. Las elecciones al Congreso Constituyente se desarrolla- 
ron normalmente en noviembre de 1992; en buena medida también las mu- 
nicipales en enero de 1993. SL logró movilizar, asimismo, a su pequeña pero 
activa red de solidaridad internacional.16 En diversos lugares se formaron 
"Comités de defensa de la vida y la salud del Dr. Abimael Guzmán". 
En septiembre de 1993, SL se movilizó con ocasión del primer aniversa- 
rio de la captura de su líder. Mientras su aparato militar golpeaba en diversos 
puntos del país, en varias ciudades de Europa y EE. UU. tenían lugar reunio- 
nes de solidaridad con el "preso político más importante del mundo".17 Si 
bien muy lejos de aquellas de 1992, la ofensiva sirvió para levantar el ánimo 
de las huestes gonzalistas. "¿De qué le ha valido al chumbeque Fujimori, si- 
nuosa serpiente oriental, apresar al más grande marxista-leninista-maoísta 
viviente? De nada, porque la guerra popular avanza incontenible", proclama- 
ron desafiantes (El Diario, septiembre 1993). 
No sospechaban que el 1 de octubre el destino, o tal vez "las leyes de la 
historia", les depararía una nueva sorpresa. En su discurso ante la Asamblea 
General de las Naciones Unidas, el ing. Alberto Fujimori leyó una carta que le 
enviaba Abimael Guzmán, dirigiéndose a él como Presidente de la República 
y solicitándole conversaciones de paz. La carta decía textualmente: 
Señor Presidente: Acudimos a usted en su condición de jefe del Estado Peruano 
para solicitarle celebrar conversaciones que conduzcan a un Acuerdo de Paz 
cuya aplicación lleve a concluir la guerra que por más de trece años vive el país. 
Damos este paso de gran trascendencia partiendo de nuestra ideología y prin- 
cipios de clase, cabalmente seguros de la necesidad histórica insoslayable del 
16. Desde mediados de la década de 1980, SL formó parte del Movimiento Revolucionario 
Internacionalista (MRI). Este movimiento estaba conformado por poco más de una do- 
cena de micropartidos nostálgicos del maoísmo, entre ellos el Partido Comunista Re- 
volucionario de los EE. UU. y grupos de Irán, Italia, Nueva Zelanda, India, Bangladesh, 
Colombia, Sri Lanka, Nepal, Turquía, Gran Bretaña, Haití, República Dominicana.El MRI 
encontró la casi única razón de su existencia —la otra era el Partido Comunista Kurdo 
(antes de la captura de Occalam) y actualmente el nepalés— en el apoyo a SL, que los 
trataba con inocultable y a veces ofensivo sentimiento de superioridad. Véase la revista 
del MRI, A World to Win. 
17. Véase El Diario Internacional. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 99 
mismo y con la clara comprensión de que refleja lo que ha devenido en necesi- 
dad del pueblo, la nación y la sociedad peruana en su conjunto. Sírvase, Señor 
Presidente, prestar atención a nuestra solicitud y acceder a ella. / Base Militar 
Naval del Callao, 15 de septiembre de 1995. / (Firmado) Abimael Guzmán R. 
(P. Gonzalo) y Elena Albertina Iparraguirre Revoredo, (c. Miriam). (Diversos 
diarios de Lima) 
La solicitud de iniciar conversaciones resultaba totalmente inesperada 
en tanto uno de los pilares de la identidad senderista era que cualquier nego- 
ciación era sinónimo de traición. El dirigirse a Fujimori como Presidente era 
también excepcional, en tanto SL nunca le reconoció legitimidad, conside- 
rándolo representante del "viejo Estado" y contrastándolo con el auténtico 
"presidente Gonzalo".18 
La respuesta de SL fue lo más inmediata que su maltrecho aparato lo- 
gístico se lo permitió. En una Declaración fechada el 7 de octubre, la nueva 
dirección rechazó la carta como: "patraña burda y ridícula que nadie con dos 
adarmes de seso puede tomar en serio y que se esfumará como sus anteceso- 
ras ante el torbellino de la Guerra Popular...". Al mismo tiempo, se ratificaban 
con todavía mayor hipérbole en su reconocimiento a: 
[...] nuestro querido, heroico y respetado Presidente Gonzalo, el más grande 
marxista-leninista-maoísta viviente sobre la tierra... [que] con su inmarcesible 
luz, el todopoderoso Pensamiento Gonzalo... nos ha traído hasta aquí y nos con- 
duce hasta el dorado y resplandeciente comunismo con mano firme y segura... 
(PCP-SL 1992b) 
Pero para entonces, una segunda misiva había aparecido, en la cual 
Guzmán no sólo reiteraba su solicitud de entablar conversaciones de paz 
sino que reconocía los méritos del autogolpe del 5 de abril de 1992. Esta 
segunda carta comenzaba justificando la insurgencia senderista contra: "un 
sistema estatal de seudo democracia burguesa y caducos partidos políticos 
parasitarios; una sociedad de cuya opresión y explotación, desde siglos atrás, 
sufre el pueblo". Criticaba luego al gobierno de Belaúnde, que: "después de 
llamarnos 'abigeos', desató una sangrienta represión del pueblo"; y al de Alan 
18. Guzmán adoptó este título no sólo por seguir el modelo maoísta y como parte del culto 
a su personalidad, sino por ser presidente del Comité Organizador de la "República de 
Nueva Democracia", que SL pretendía construir en las que consideraba "zonas liberadas". 
Concebirse desde muy temprano como contraestado o "nuevo Estado" fue uno de los 
puntos fuertes de la estrategia de SL, permitiéndole explotar desde una perspectiva di- 
ríamos hobbesiana, la necesidad de orden de la población, por ejemplo en las zonas de 
narcotráfico de la Amazonia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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100 Carlos Iván Degregori 
García, quien: "luego de decir que no combatiría la 'barbarie con la barbarie', 
siguió igual camino genocida, hundiendo además al país en la peor crisis eco- 
nómica de su historia". A continuación, la mayor de las sorpresas: 
Y luego usted asume el poder. Y los hechos muestran que su gestión ha logrado 
objetivos avances, especialmente después de los sucesos del 5 de abril del 92, 
situación que claramente se veía venir como una necesidad del Estado perua- 
no, a cuyo efecto se han puesto las bases para el proceso económico y llevado 
adelante el reajuste del Estado; y en lo que a nosotros directamente se refiere, 
a partir de esa fecha y bajo su dirección política, ha desenvuelto una estrate- 
gia sistemática, coherente y desarrollada en diferentes planos, en especial en el 
campo de la inteligencia, alcanzando reales éxitos principalmente con la captu- 
ra de cuadros y dirigentes, entre ellos a nosotros los firmantes, lo que evidente- 
mente constituye el más importante éxito del Estado peruano bajo su jefatura 
en estos trece años de guerra. (En: Caretas, 14.10.93:12-13) 
La carta, que critica a los gobiernos democráticos y alaba al gobierno 
autoritario surgido del autogolpe de 1992, además de ilustrar cómo los ex- 
tremos se tocan, sugiere una suerte de síndrome de Estocolmo con ribetes 
masoquistas. Al igual que la primera, estaba firmada por Guzmán y por Elena 
Iparraguirre, admitía que la situación del PCP-SL no podría ser resuelta en 
mucho tiempo y terminaba llamando a "una nueva decisión histórica": lu- 
char por un acuerdo de paz, considerando que "la paz ha devenido en necesi- 
dad del pueblo, la nación y la sociedad peruana en su conjunto". 
Las sospechas de que Guzmán había sido torturado psicológicamente y 
sometido a un "lavado de cerebro", surgieron no sólo entre los senderistas 
sino entre miembros de la oposición. Para convencer a los incrédulos, el pro- 
pio Abimael apareció días después en TV, más delgado pero saludable, en vez 
del traje a rayas llevaba chaqueta estilo Mao, con barba y cabello recortados 
y al parecer teñidos. No fue suficiente. Algunos panfletos de SL comenzaron 
a hablar de un doble, un sosías que usurpaba la personalidad del presidente 
Gonzalo, quien bien podría estar muerto. Pero la Cruz Roja tuvo acceso al 
prisionero y constató que se encontraba en buenas condiciones. 
El Diario Internacional (n.° 14, sept. 1993) publicó entonces una edición 
especial cuyo artículo central se titulaba: "El presidente Gonzalo responde". 
Allí, a lo largo de cuatro páginas y en forma de entrevista, los argumentos 
de las cartas eran refutados a partir de textos que el propio Guzmán había 
escrito entre 1980 y 1992. 
—¿Qué es el diálogo para el presidente Gonzalo? 
—...ese diálogo es un siniestro tráfico...[que] busca socavar la guerra popular." 
(Guzmán 1991a: 16) 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 101 
—¿Cuál sería la condición del PCP para el diálogo? 
—...no queremos Perú del norte y Perú del sur, queremos un solo Perú. Esa es 
nuestra condición, la rendición cabal, completa y absoluta." (Guzmán 1988) 
—¿Es correcto llamar al golpista Fujimori "presidente de la República"? ¿Es 
acaso un régimen legítimo? 
—Fujimori se ha puesto al margen de su Constitución...El artículo 82 de la Consti- 
tución plantea que nadie debe obediencia a un régimen que se haya puesto al mar- 
gen de ella y que corresponde el derecho a la insurgencia..." (Guzmán 1992: 2) 
—¿Cuál es la posición del PCP sobre el golpe militar de Fujimori? 
—... el golpe de Estado del 5 deabril... es un paso más en el proceso de centraliza- 
ción absoluta de la reacción peruana... la dictadura genocida de hoy va a sembrar 
más hambre y más represión contra nuestro pueblo... (Guzmán 1992: 1, 4, 5) 
—¿Habría algún motivo político que lleve a los dirigentes del PCP a detener y 
paralizar la guerra revolucionaria? 
—La dirección podría ser desaparecida, en parte, no toda, pero los dirigentes 
que quedaran deben y pueden proseguir los planes, la lucha, la guerra popular; 
estamos forjados en que la revolución no se detiene, no se paraliza. (Guzmán 
1993: 3) 
—¿Cuál sería el resultado histórico de volver atrás en la lucha armada? 
—Hemos predicado, llamado a las armas... Nuestra voz no ha caído en el desier- 
to, la semilla cayó en buen surco, comienza a germinar... Aquellos a quienes diji- 
mos ponerse de pie, levantarse en armas... responden: estamos prestos, guíen- 
nos, organícennos —actuemos!... O nosotros cumplimos lo que prometimos o 
seremos hazmerreír, fementidos traidores. Y eso no somos nosotros. (Guzmán 
1990a) 
El partido ya no podrá desarrollarse más sino a través de las armas, a través de 
la lucha armada. (Guzmán 1990b) 
Sin embargo, el 28 de octubre, en vísperas del referéndum convocado 
por el gobierno para aprobar una nueva Constitución, Guzmán apareció nue- 
vamente en TV.19 Esta vez se hallaba acompañado por cinco miembros de la 
 
19. Con su popularidad al tope por haber doblegado la hiperinflación heredada del gobierno 
anterior y apenas dos meses después de la captura de Guzmán, Fujimori había obtenido 
una cómoda mayoría en las elecciones para un Congreso Constituyente en noviembre 
de 1992. El nuevo Parlamento se dedicó desde entonces a redactar una Constitución a 
la medida del autoritarismo del régimen y sus reformas neoliberales. Todo este inter- 
cambio epistolar tenía lugar en las semanas previas a un referéndum fijado para el 31 de 
octubre, en el cual la población debía pronunciarse sobre la nueva Carta Magna. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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102 Carlos Iván Degregori 
dirección nacional de SL, varios de ellos trasladados a Lima desde la prisión 
de alta seguridad de Yanamayo (Puno=, en el extremo sur del país. Los diri- 
gentes presos habían firmado una carta, redactada después de una reunión 
con Guzmán, en la que aceptaban el viraje de su líder y llamaban a sus com- 
pañeros que permanecían libres a no caer en "provocaciones" y "luchar por 
un acuerdo de paz" (diarios y revistas de Lima). 
La respuesta vino esta vez del "Comité de familiares de presos políticos 
y prisioneros de guerra y desaparecidos del Perú" que en un comunicado 
condenaron: 
[...] con rotundo odio de clase, la siniestra acción de ese puñado de conocidos y 
probados capituladores, delatores, cobardes de baja moral que no supieron dar 
la vida, excrementos de perra revisionista, sirvientes del imperialismo yanqui y 
de la dictadura genocida y vende patria... [que pretenden] vanamente sembrar 
capitulación en nuestro heroico pueblo, liquidar al partido y aniquilar la guerra 
popular. 
En los meses siguientes, sin embargo, la realidad se fue imponiendo so- 
bre los cuadros senderistas en toda su grisura. Guzmán ya no sólo escribía 
cartas sino que al parecer preparaba documentos para la celebración de un II 
Congreso de SL (que sólo podría llevarse a cabo con aquiescencia del Servicio 
de Inteligencia Nacional). En un extenso documento que se filtró a la prensa, 
el doctor Guzmán ampliaba los argumentos de su segunda carta y llamaba a 
"Asumir y combatir por una Nueva Decisión y Nueva Definición", de impor- 
tancia semejante a la que el partido había tomado en 1980 cuando decidió 
iniciar la lucha armada: luchar por un acuerdo de paz y pasar a una nueva 
etapa de "guerra política" (Guzmán 1994a). 
Las cartas de octubre de 1993 y la "nueva gran decisión" de luchar por 
un acuerdo de paz tuvieron un efecto devastador en las filas senderistas. 
Los que se acogieron desde entonces a la ley de arrepentimiento pasaron a 
contarse por centenares, porque al solicitar un acuerdo de paz —algo que 
para cualquier otro grupo armado de América Latina hubiera estado dentro 
del rango de opciones posibles o al menos no hubiera sido considerado un 
sacrilegio— Guzmán hizo saltar al primer plano una de las fracturas más 
profundas sobre las cuales se construyó la identidad senderista a partir de 
1977-1980: la exacerbación de un doble registro, científico y religioso al mis- 
mo tiempo. 
Porque lo que para Guzmán constituyó, al menos en parte, una cons- 
trucción intelectual, fue asumido durante 13 años por los militantes como 
identidad religiosa y vivido casi como arrebato místico. Era la fe la que en 
última instancia movía la "máquina de guerra" senderista. En ese contexto,
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 103 
la prisión del líder no significaba el fin. Varias divinidades y muchos héroes 
míticos han pasado "una temporada en el infierno". Tampoco la prisión era 
una condición irreversible. SL organizó una brigada encargada del rescate 
de Gonzalo (Sí: 24.4.93). Ni siquiera la muerte hubiera significado la derrota 
definitiva. Gonzalo, el mito20 (1990: 53), hubiera alimentado el imaginario 
del núcleo duro senderista mucho tiempo después de su desaparición física. 
Por eso el asombro cuando el dios de la guerra decidió volver a ser humano; 
un político común y corriente para ser más precisos. 
La última tentación del presidente Gonzalo, 
o un regreso (parcial) al realismo 
Y dejas pastor santo 
tu grey en este valle 
hondo, escuro, 
con soledad y llanto 
FRAY LUIS DE LEÓN 
A raíz de sus cartas se habló sobre la supuesta cobardía de Guzmán, sobre 
su incapacidad de soportar el confinamiento solitario; también sobre posi- 
bles torturas psicológicas y lavados cerebrales. Incluso si hubiera algo de 
verdad en esas afirmaciones, ellas no explican lo central: el lado burocrático, 
largo tiempo opacado por el discurso profético y la guerra, fue el que hizo 
posible el gran viraje de Guzmán en la prisión. Si se le recuerda en 1970, 
replegado en la universidad y funcionario de un régimen al cual tildaba de 
fascista, se puede atisbar algo de su conducta actual. Entonces hablaba de 
"defensa de la universidad", hoy escribe sobre la "defensa del partido". En 
ambos casos, también defensa de sí mismo. Quiere regresar a la táctica de los 
setenta sin tener en cuenta los 13 años de jihad y el endiosamiento de su fi- 
gura.21 Manipulando símbolos cristianos y conceptos marxistas se construyó 
una imagen cuasi divina,22 la alimentó hasta el paroxismo y cuando lo creyó 
conveniente procedió a dejarla como quien cambia de piel. Decidió bajar de 
la cruz, parafraseando a Nikos Katzansakis en La última tentación de Cristo. 
Ello fue posible porque el profeta nunca llegó a subordinar en él al político 
 
20. Título de un libro escrito por un admirador. Véase Roldan 1990. 
21. Sobre Guzmán en la década de 1970, véase Degregori (1990, cap. XV). Sobre la transfor- 
mación de Guzmán de burócrata en profeta a fines de esa década, véase el capítulo 8 de 
este volumen. 
22. Véase el capítulo 8 de este volumen. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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104 Carlos Iván Degregori 
stalinista. Construcción intelectual, manipulación, cualquiera sea el término 
y cualquiera sea el grado, la divinización fue siempre instrumental. 
Siempre ocupó un lugar central en el "pensamiento Gonzalo" la afirma- 
ción de Mao: "salvo el poder, todo es ilusión". Si eso era cierto, entonces el 
partido, instrumento privilegiado para la conquista del poder, era lo único 
real. La sociedad se convertía en una ilusión. Por eso cuando él / SL decide(n) 
que es conveniente un acuerdo de paz, súbitamente todo cambia. El acuerdo 
se convierte en: "necesidad histórica del pueblo, de la nación, incluso de la 
sociedad peruana en su conjunto..." (Segunda carta a Fujimori). 
Imbuido de un súbito realismo, como después de un viaje alucinado, el 
cosmócrata parece ver por fin lo que desde hace mucho tiempo veía el común 
de los mortales. Su interpretación de la coyuntura mundial se trastoca. Hasta 
1991 SL afirmaba que se vivía "la ofensiva estratégica de la revolución mun- 
dial" (PCP-SL 1991). Pero ahora reconoce que el inicio de sus acciones arma- 
das en 1980 no fue el inicio de la ofensiva estratégica de la revolución mundial 
(¡sic!) y que vivimos: "un contexto internacional de ofensiva general del im- 
perialismo, de repliegue político general de la revolución proletaria mundial, 
que debe contarse en décadas, más de una por lo menos". 
El éxito de Guzmán en congregar a los suyos en torno a la nueva gran 
decisión fue desigual. Tuvo más acogida entre los militantes presos, no sólo 
porque pudo acceder a ellos directamente o a través de sus lugartenien- 
tes ya convencidos, sino porque las cárceles son el hábitat por excelencia 
de Guzmán, que nunca se movió en espacios abiertos. Invicto en debates y 
eventos partidarios a los cuales asistían sólo pequeños núcleos dirigentes, 
insuperable en el manejo de la escolástica estalinista, incansable en "macha- 
car" las ideas en la mente de los militantes hasta encerrarlos por completo 
en los argumentos circulares, atraparlos en la telaraña del discurso cerrado 
construido con el hilo pegajoso de las citas a medida. Es allí, además, donde 
puede ejercerse con más éxito la coerción del grupo sobre los individuos y 
donde el superior ejerce de manera más directa la influencia sobre los esca- 
lones más bajos de la jerarquía.23 
23. En realidad, las cárceles llegaron a ser una suerte de prefiguración de la futura socie- 
dad senderista. Durante la década de 1980, SL logró crear allí una realidad foucaultiana, 
una situación "panóptica". Al Estado se le dejó sólo la potestad de encerrar (y no por 
mucho tiempo pues la corrupción y el miedo de jueces y carceleros habían convertido 
las cárceles en verdaderas coladeras), mientras que el propio partido se encargaba de 
"vigilar y castigar" a sus militantes, de organizar y reglamentar sus vidas durante las 
24 horas del día, de indoctrinarlos, "machacando y remachando" ideas a través de lec- 
turas, grupos de estudio, charlas, himnos, actuaciones teatrales y todo tipo de actividad 
incesante. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 105 
Guzmán tuvo también mayor éxito entre los más "ideologizados" en los 
meandros de la línea política. Y también entre la vieja guardia senderista, 
especialmente entre aquellos provenientes del antiguo PCP stalinista he- 
rederos de los Partidos Comunistas de la III Internacional, acostumbrados 
como se sabe a los virajes más abruptos y a los pactos más sorprendentes. 
Finalmente, el nuevo discurso de Guzmán tuvo mayor aceptación entre los 
que eran miembros del aparato partidario, que entre quienes formaban par- 
te del aparato militar. A todos ellos pudo convencerlos no sólo por su antiguo 
e indiscutido liderazgo, sino porque compartían una identidad y un lenguaje 
básico común que no han cambiado. 
La nueva gran decisión no implicó, además, un abandono del dogma. El 
viraje se realizó dentro de los marcos de la ortodoxia más estricta, recurrien- 
do simplemente a otras citas. Al Lenin de El izquierdismo, enfermedad infantil 
del comunismo, por ejemplo. Por eso Guzmán afirma que el acuerdo de paz: 
"no implica ni puede implicar capitulación, rendición, ni menos renegar de 
nuestra ideología de clase...". La guerra popular sólo ha sido suspendida "tem- 
poralmente", pues la guerra de clases tiene dos formas: "Primero incruenta: 
'política es guerra sin derramamiento de sangre' y dos: cruenta, 'guerra es 
política con derramamiento de sangre'". 
El cambio de piel sería, pues, tan sólo una apariencia. Para sus seguido- 
res, él sigue siendo el cosmócrata, capaz de interpretar magistralmente las 
leyes de la Historia. Es Ella la que les ordena ahora, por boca de Guzmán, 
esperar varias décadas. Quienes no lo comprenden son un: "grupillo de mi- 
litarejos trasnochados en aventuras políticas... derramando sus babas de in- 
sujeción [al presidente Gonzalo]" (Guzmán 1994b). 
Para un observador externo, sin embargo, la superestructura religiosa 
que construyó SL se ha derrumbado. Pero a diferencia de otras experien- 
cias de América Latina o Europa Oriental, el dogma estalinista permanece 
como basamento geológico, duro como roca. Y he aquí que al bajar el profeta 
de su pedestal, lo que queda es un político antediluviano que habla sólo de 
una "suspensión temporal de la guerra popular", convirtiéndola por ahora en 
"guerra política", y que si bien pide un "acuerdo de paz", reitera su rechazo a 
las elecciones y la democracia representativa (Guzmán 1994b). 
En busca de la quinta espada 
La división que a pesar de todo produjo la "nueva gran decisión" fue enton- 
ces un golpe bastante fuerte para un partido que, teniendo a Guzmán como 
figura "cosmocrática", había logrado la hazaña de exacerbar la "lucha entre 
las dos líneas" de la tradición maoísta hasta grados inéditos y al mismo tiem- 
po había logrado evitar las clásicas divisiones de la izquierda, forjando por el 
 
 
 
 
 
 
 
 
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106 Carlos Iván Degregori 
contrario una unidad que parecía inquebrantable, orgánica. Como afirmaba 
un militante de base en la década de 1980: 
Ya no pienso como persona. Uno siente el partido como uno mismo, yo soy el 
partido... y todo lo que hacemos y pensamos es parte del partido... Dos personas 
pueden estar en diferentes lados pero piensan igual. Tal es la compenetración 
política que tenemos, que sacamos las mismas conclusiones por más distante 
que estemos. En lo político también es igual, en lo armado mejor todavía. Tal vez 
haya una columna que se separa porque el enemigo la cerca y la divide. Esos dos 
mandos saben qué hacer. Es una unidad tan fuerte que todos tenemos la misma 
iniciativa. Sin coordinar, coordinamos (Roberto).24 
Bajo el liderazgo de Alberto Ramírez Durand, (a) Feliciano, único miem-bro del Buró Político que no fue capturado en septiembre de 1992, los disi- 
dentes se denominaron primero "Sendero Rojo" y luego fracción "Proseguir". 
Sendero Rojo trata de continuar la guerra en las peores condiciones: acosa- 
dos por las FF. AA., infiltrados por los aparatos de inteligencia del Estado, a 
contracorriente de la desmoralización que corroe a la periferia e incluso a 
los cuadros que continúan libres, con el temor a ser delatados por los del 
Sendero Negro, que es como llaman a los que se alinean con Guzmán, apabu- 
llados por el peso que su figura conserva después de 13 años de deificación. 
"Presidente Gonzalo es lucha armada", decía el himno senderista. Nadie pue- 
de llenar ese vacío, porque nadie podría convertirse en cosmócrata y acumu- 
lar tal cantidad de capital simbólico en corto tiempo. 
Los seguidores de Feliciano han procedido a una tímida reubicación, tra- 
tando de desligar el "pensamiento Gonzalo" del hombre concreto Abimael 
Guzmán, pero esto les resulta muy difícil, pues los 'gonzalistas' contestan 
que: "sólo el presidente Gonzalo es capaz de generar Pensamiento Gonzalo" 
y acusan a quienes quieren continuar la lucha armada de: "cometer un cri- 
men monstruoso contra el partido, la clase, el pueblo y la revolución". Sordos 
a esas críticas, los felicianistas han tratado de tapar el sol con un dedo y 
"proseguir la guerra popular... desarrollando el equilibrio estratégico por la 
conquista del poder en todo el país..." (Sí: 25.4.94), como si nada hubiera pa- 
sado.25 Pero cualquier posibilidad de conseguirlo desapareció muy pronto. 
 
24. La entrevista fue realizada en 1986 por Rita Márquez, quien nos la cedió generosamente. 
25. Sólo a partir de ese autoengaño es posible que los decapitados continúen luchando y, 
más aún, que intenten reclutar nuevos adeptos. En realidad, ambas fracciones tendrán 
gran dificultad en reclutarlos: pocos entrarán a SL para desarrollar una "guerra política"; 
y menos a guerrear en un ejército acorralado y abandonado por su mariscal de campo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Los años que vivimos en peligro 107 
De acuerdo con indicadores estadísticos confiables, ya en 1994 el nivel de las 
acciones armadas senderistas había regresado al de 1982 (IDL 1994). 
Esa triste realidad se filtra, a pesar de todas sus precauciones, en los 
documentos de Sendero Rojo cuando reproducen una cita de Lenin, por 
ejemplo, que dice: "Marchamos en pequeño grupo unido por un camino es- 
carpado y difícil, fuertemente cogidos de la mano. Estamos rodeados de ene- 
migos por todas partes, y tenemos que marchar casi siempre bajo el fuego" 
(Sí: 25.4.94,23). Y hemos quedado huérfanos, deberían añadir. 
En los últimos tiempos Sendero Rojo enmudeció, concentrando todas sus 
fuerzas en la mera supervivencia. El silencio se hizo todavía más denso des- 
pués de la captura de dirigentes nacionales del entorno de Feliciano. Es que 
quienes caen presos son arrojados como Daniel en la fosa de los leones a los 
pabellones donde se concentran los "acuerdistas" y, si es necesario, son en- 
viados donde el presidente Gonzalo que, con su nuevo realismo y a partir de 
la fascinación que sigue ejerciendo sobre sus seguidores, se encarga de "mar- 
tillar sus duras cabezas hasta hacer saltar en pedazos sus especulaciones",26 
hasta convertirlos a la nueva gran decisión. Así, hacia septiembre de 1995 se 
sucedieron en la televisión largas, monótonas y feroces autocríticas de los 
seguidores de Feliciano —Margie Clavo, Rodolfo Cárdenas Ruiz— que reco- 
nocen su error como en una versión extravagante de los famosos juicios de 
Moscú, donde el gran juez resulta siendo un condenado a cadena perpetua. 
Los que no mueran en combate y no caigan en prisión podrán continuar 
guerreando, algunos bolsones aislados de Sendero Rojo tal vez persistan 
incluso después de la captura de Feliciano, como esos soldados japoneses 
perdidos en las islas del Pacífico Sur, que ignoraban o se negaban a aceptar 
que la guerra había terminado. Pero será imposible que a partir de ellos se 
reconstruya un proyecto senderista. Porque será imposible que en el lapso 
de sus vidas encuentren "la 5.a espada del marxismo". En el Perú o en cual- 
quier parte del mundo. 
26. La frase es de un discurso de Guzmán (1990b). Imágenes similares aparecen reiteradas 
veces en sus escritos, refiriéndose a la necesidad de "educar a las masas" o a los militan- 
tes del partido en la "línea correcta". Véase, por ejemplo, el capítulo 7 de este volumen. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CAPÍTULO 7 
QUÉ DIFÍCIL ES SER DIOS 
Ideología y violencia política en Sendero Luminoso 
EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ "Sendero Luminoso" (PCP-SL) surgió del 
encuentro, que tuvo lugar en las décadas de 1960 y 1970 en Ayacucho, en- 
tre una élite intelectual provinciana mestiza y una juventud universitaria 
también provinciana, andina y mestiza (véase Degregori 1985a). ¿Por qué 
el partido político que nace como producto de ese encuentro es capaz de 
desarrollar tal grado de violencia? ¿Qué factores en la historia peruana y en 
la cultura de los dos núcleos sociales constitutivos de SL lo posibilitan? ¿Por 
qué cuando se "comunican" con otros actores políticos y sociales es sólo en 
función de la confrontación absoluta? 
Mientras, la vieja guardia intelectual senderista marcó decisivamente a 
SL —y en tanto jóvenes provincianos mestizos con una educación superior al 
promedio siguen constituyendo la columna vertebral de dicha organización 
(véase Chávez de Paz 1989)—, expondré a continuación algunas reflexiones 
sobre ambos sectores, intentando responder esas preguntas. Antes es nece- 
sario precisar que hablaremos de una minoría de jóvenes e intelectuales pro- 
vincianos, que son los que se adhieren a SL. Hasta hoy, a pesar de la crisis del 
país y la ausencia de alternativas políticas, la inmensa mayoría ha canalizado 
su radicalismo por caminos más flexibles y constructivos. 
Jóvenes: Los hijos de los engañados en busca de la espada 
de la verdad para vengar el engaño 
Como sucede con frecuencia en nuestro país, es necesario remontarse hasta 
el principio. Uno puede aproximarse al nacimiento del Perú y ver el triunfo de 
los conquistadores como producto, entre otras cosas, de una manipulación
 
 
 
 
 
 
 
 
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236 Carlos Iván Degregori 
de la comunicación. Porque si se recuerda, en el encuentro de Cajamarca 
que va a dar nacimiento a este país en 1532, más bien en la emboscada de 
Cajamarca, el padre Valverde aparece con un libro en la mano, la Biblia, y 
le dice a Atahualpa: "esta es la palabra de Dios". El Inca, que desconoce el 
medio, se lleva el libro al oído, no escucha palabra alguna, arroja la Biblia al 
suelo y con su gesto "justifica" la conquista. 
Desde un primer momento, entonces,el dominio de la lengua castellana, 
la lectura y la escritura fueron instrumento de dominación. Hay una tradi- 
ción de Ricardo Palma que recordaba Max Hernández: la del conquistador 
que siembra melones en Pachacámac y cuando maduran le manda algunos 
de regalo a un amigo afincado en Lima. A los indios cargadores les entrega 
una carta y les advierte que no coman ningún melón porque la misiva los 
delataría. A mitad de camino, tentados por el hambre y el olor de la nueva 
fruta, los indios esconden cuidadosamente el papel y comen algunos melo- 
nes, confiados en que la carta no los podía haber visto. La tradición termina 
con el estupor de esos indios ante el poder de la palabra escrita, cuando el 
destinatario les dice exactamente cuántos melones se habían comido. 
Surge así una sociedad basada en el engaño, hecho posible entre otras cau- 
sas por el monopolio que ejercían los dominantes del conocimiento de la lengua 
castellana, la lectura y la escritura. Desde entonces, las poblaciones conquis- 
tadas fluctuaron entre la resignación y la rebeldía. Se trata, por cierto, de dos 
polos ideales, que en la realidad se presentan sumamente matizados o incluso 
entremezclados contradictoriamente. El concepto "adaptación-en-resistencia" 
(Stern 1990), da cuenta de buena parte de esas situaciones intermedias. 
La resignación está incluso interiorizada en mitos. Una de las variantes 
del mito de Inkarrí (véase Marzal 1979:12) dice que los mistis son los chanas 
de la creación, los hijos últimos de Dios y, por consiguiente, sus engreídos. 
Dios les dio el don de hablar castellano y de leer y escribir, y por eso "pueden 
hacer lo que les da la gana". Es decir, su dominio es arbitrario o, para usar las 
palabras de Gonzalo Portocarrero (1984), es la "dominación total". 
La otra actitud es la rebeldía, que fluctúa a su vez entre dos polos ideales: 
el repliegue de la cultura andina sobre sí misma, rechazando a "Occidente"; o 
la apropiación de los instrumentos de dominación de los vencedores. Ambas 
variantes pueden rastrearse hasta el mismo siglo XVI. El movimiento del Taki 
Onqoy a inicios del siglo XVII, sería un ejemplo de repliegue. También la re- 
beldía de Juan Santos Atahualpa a mediados del siglo XVIII. Pero, en actitud 
contraria, tenemos a Manco Inca II, quien trató de conformar una caballería 
y de manejar armas de fuego para enfrentar a los españoles. Túpac Amaru II 
se acercaría más a este segundo polo; Túpac Katari al primero. Lo que nos in- 
teresa destacar, sin embargo, es que en el siglo XX predomina la segunda for- 
ma de rebeldía: aquella que busca apropiarse de los instrumentos de poder 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Qué difíciles ser Dios 237 
de los dominantes y, entre ellos, de uno clave: la educación. Arrancarles a 
los mistis el monopolio de sus conocimientos es el equivalente al gesto de 
Prometeo arrebatándole el fuego a los dioses. Aquí, las poblaciones andinas 
le quitan el monopolio del castellano, la lectura y la escritura a los mistis que 
se comportaban como dioses en tanto ejercían la "dominación total". 
Conforme avanza el siglo, el ímpetu con que las poblaciones andinas se 
lanzan a la conquista de la educación resulta excepcional. Según cifras de la 
CEPAL (1985) sobre cobertura educativa, entre los países de América Latina, 
el Perú pasa del puesto décimo cuarto en 1960 al puesto cuarto en 1980 y 
entre los que las Naciones Unidas llama "países de nivel medio de desarro- 
llo", que son alrededor de setenta. La evolución del porcentaje de jóvenes de 
18 a 25 años que siguen educación secundaria o superior es la siguiente: en 
el conjunto de esos setenta países el porcentaje pasa de 17% en 1960 a 52% 
en 1980. En ese mismo período, el porcentaje de jóvenes de 18 a 25 años 
que estudia secundaria o superior en el Perú aumenta de 19% a 76%. Este 
empuje por la educación sobrepasa ampliamente los esfuerzos del Estado 
y avanza más bien a contracorriente del repliegue estatal, pues a partir de 
mediados de la década de 1960 comienza a disminuir la inversión relativa 
del Estado en educación (Degregori 1989b). Planteamos como hipótesis que 
el impulso por la educación sería más fuerte entre las poblaciones andinas 
que entre las criollo-populares. 
Pero ¿qué buscan esas poblaciones andinas en la educación?1 Buscan, 
por cierto, instrumentos muy pragmáticos para su lucha democrática con- 
tra los mistis y los poderes locales, y para hacerse un lugar en la "sociedad 
nacional". Buscan aprender a leer, escribir y las cuatro operaciones básicas. 
Pero, además, buscan la verdad. Varios testimonios recogidos precisamente 
en Ayacucho, lugar de origen de SL, durante una coyuntura muy relevante 
para nuestro argumento, pueden ilustrar esta afirmación. En 1969 se produjo 
un importante movimiento en Ayacucho y Huanta, exigiendo la restitución 
de la gratuidad de la enseñanza, que había sido suprimida por el gobierno 
del general Velasco. Los jóvenes secundarios fueron el detonante, pero en los 
momentos culminantes del movimiento, los campesinos tomaron la ciudad 
de Huanta y los sectores urbano-populares se levantaron masivamente en 
Ayacucho. Poco después, recolectando materiales para redactar sus tesis sobre 
dicho movimiento, Aracelio Castillo le preguntó a un dirigente campesino de 
Huanta cómo veía la situación del campesinado. El dirigente respondió: 
1. Nos limitamos a señalar apenas algunas de las características que adquiere la educación 
en los Andes. No nos explayamos, por ejemplo, en sus evidentes aspectos etnocidas ni en 
su utilización como instrumento de dominación de nuevas clases burguesas. Al respecto 
véase Montoya 1980: 310 ss. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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238 Carlos Iván Degregori 
[...] en comparación con los atropellos de otros tiempos, claro que ahora está un 
poquito mejor. Pero necesita que se le instruya, que alguien le dé orientación, que 
haya cursillos... para ver si de esa manera puede progresar, puede salir de la escla- 
vitud, del engaño, sino, seguirá siendo pobre y explotado. (Castillo 1972: 272) 
Educarse equivaldría entonces a "salir del engaño", a partir de lo cual la 
educación puede adquirir un carácter explosivo. Un dirigente de Ayacucho le 
dice al mismo Castillo (1972: 280) poco después del movimiento de 1969: 
Han habido movilizaciones cuando quisieron cerrar nuestra Universidad San 
Cristóbal de Huamanga, a la cual la tildan otros, que está malogrando a los bue- 
nos cristianos... en vez de decir que la Universidad nos está despertando, esta- 
mos aprendiendo algo nuevo, algo objetivo, lo cual no les gusta, no les cuadra en 
absoluto a los otros porque quieren que sigamos engañados... 
A ese engaño, que se remonta al momento mismo de la conquista, se 
opondría una "verdad objetiva" a la cual se accedería a través de la educa- 
ción. En pleno movimiento por la gratuidad de la enseñanza, un comunicado 
del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho se expresa en estos términos: 
"La Junta Militar ha abolido la gratuidad de la enseñanza porque saben per- 
fectamente que cuando los hijos de los obreros y campesinos abran los ojos 
peligra su poder y su riqueza" (Castillo 1972: 205). 
El poder tradicional, basadono sólo en el monopolio de los medios de 
producción sino, además, en el monopolio del conocimiento y su manipula- 
ción engañosa, se desmorona conforme los dominados rompen ambos mo- 
nopolios. Por eso la educación escolar aparece como superación del engaño 
y, consecuentemente, de rebeldía y "peligro" para los dominantes. 
Pero si bien la lucha por la educación tiene efectos democratizadores 
evidentes en el plano social, no implica necesariamente un avance demo- 
crático cualitativo en todos lo ámbitos políticos y culturales. Si regresamos 
al testimonio del dirigente huantino, por ejemplo, veremos que según él, el 
campesinado "necesita que se le instruya", que alguien implícitamente exter- 
no "le dé orientación". El viejo orden jerárquico es trasladado así a la relación: 
maestro (mestizo/urbano) y alumno (campesino/indígena). La masificación 
educativa puede producirse, pues, sin romper sustancialmente las concep- 
ciones de la sociedad tradicional. No estaríamos frente a una educación libe- 
radora sino autoritaria, además de etnocida. 
Cuando Castillo (1972: 272) le pregunta al mismo dirigente: "¿qué as- 
piraciones le desearía al campesinado de Huanta?", la complejidad de la 
propuesta campesina aparece todavía más transparente: 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Qué difícil es ser Dios 239 
La máxima aspiración es el progreso de la gente del campo, sería, pues, de que 
sus colaboradores, mejor dicho sus guías, den orientación para conseguir el 
progreso, a mi concepto, evitando los vicios que tienen los campesinos, los vi- 
cios del trago, de la coca, del cigarro. Si siguen con estos vicios nunca consegui- 
remos una vida mejor. 
La asociación entre ignorancia y vicio la creíamos patrimonio de la ideo- 
logía oligárquica, pero vemos que puede formar parte también del horizonte 
campesino,2 donde se mezclarían las ansias vehementes de progreso con el 
reclamo de un orden moral conservador: rechazo al trago, la coca, el cigarro; 
y con la necesidad de un guía que conduzca a la consecución de los objetivos 
deseados. ¿En qué medida es por estar frente a un catedrático como Castillo, 
que el campesino recalca la necesidad de orientación externa? No lo sabe- 
mos, pero en todo caso, sus aspiraciones parecen posibles de ser satisfechas 
tanto por las propuestas de algunas denominaciones evangélicas, como por 
Sendero Luminoso. 
En efecto, a partir de la necesidad de un guía externo no es de extrañar 
la aparición de un caudillo-maestro como el que lidera Sendero Luminoso. 
A partir del testimonio resulta también más comprensible el carácter mo- 
ralizante de SL, sus castigos a adúlteros o bebedores. Y no resulta extraño, 
2. Fue Rodrigo Montoya (1980: 309 ss.) quien primero llamó la atención sobre lo que sig- 
nifica la educación para el campesinado andino: paso de la noche al día, de la ceguera a 
la visión. Esas mismas asociaciones aparecen en estos testimonios, y otras más: 
Ausencia de educación Educación 
atraso progreso 
esclavitud libertad 
engaño verdad 
pobreza bienestar 
explotación igualdad 
ausencia de guía guía 
vicios (coca, trago, etc.) virtud 
Pero advertimos una diferencia. Para Montoya, la educación cumple un rol liberador sólo 
frente a la dominación ideológica feudal; pero no sería sino un medio para implantar una 
dominación ideológica capitalista más vasta. En otros artículos hemos cuestionado esta 
generalización (Degregori 1986b, 1989b). Añadamos que según los testimonios aquí ci- 
tados, la educación no es necesariamente un "aparato ideológico de Estado" sin fisuras. 
La expansión del marxismo en las universidades, por ejemplo, difunde elementos ideo- 
lógicos anticapitalistas entre franjas juveniles. También en las escuelas se difunde lo que 
Portocarrero y Oliart (1989) denominan la "idea crítica del Perú". Aunque es necesario 
precisar que el marxismo comparte la misma fe en el progreso que el capitalismo y que, 
al menos las versiones marxistas-leninistas "duras" que se imponen en nuestras univer- 
sidades, comparten también el autoritarismo y la vocación "liquidadora de la cultura 
andina" que Montoya advierte en la escuela. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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240 Carlos Iván Degregori 
tampoco, el auge que en los setenta van a tener en las universidades naciona- 
les los manuales de marxismo.3 Porque son los hijos de los engañados, jóvenes 
provincianos de origen andino, los que por entonces acceden masivamente 
a la universidad y se encuentran con la versión simplificada y por tanto más 
accesible de una teoría, el marxismo-leninismo, que se define como única 
"verdad científica", legitimada por su referencia a los clásicos, 'maestros' del 
marxismo como principio de autoridad. Esa ciencia propone un orden nue- 
vo, pero estrictamente jerarquizado, donde ellos al acceder al partido y su 
verdad, pueden pasar de la base al vértice de la pirámide social; y de la pirá- 
mide del conocimiento, recordemos que son estudiantes universitarios. 
Podríamos preguntarnos si en esa necesidad tan grande de orden y 
progreso en un contexto todavía parcialmente estamental, tradicional, no 
se encuentra una de las raíces del cientificismo cuasi religioso de Sendero 
Luminoso, para el cual "la ideología del proletariado... es científica, exacta, 
todopoderosa" (El Diario 24.5.89: 16) o, como dicen sus documentos ofi- 
ciales: "todopoderosa porque es verdadera" (PCP 1988a: II); así como una 
de las raíces del culto a la personalidad y la sacralización del "pensamiento 
Gonzalo": el caudillo-maestro es la educación encarnada y, por tanto, el guía, 
la verdad, la virtud encarnadas. Porque según SL la ideología proletaria tiene, 
como se ve, atributos cuasi divinos. Estaríamos frente a una nueva divinidad 
capaz de derrotar a esos viejos dioses Wiracochas que durante siglos los so- 
metieron a la "dominación total". 
Si en general acceder a la educación básica significa romper el engaño, 
los que acceden a la universidad tienden a buscar con gran empeño algo más 
que la verdad: coherencia. ¿Por qué? Para responder permítaseme exponer 
algunas ideas sugeridas por la lectura de un artículo de Umberto Eco (1986). 
Para los campesinos andinos que se lanzan a la conquista del "progreso", la 
escuela sería, en una primera etapa, una suerte de "culto del cargo"; y para 
algunos de sus hijos que llegan a la universidad, la modernidad sería en cier- 
ta medida un pidgin. Expliquémonos. 
Los antropólogos están familiarizados con el "culto del cargo". Surgió a 
raíz de la segunda Guerra Mundial, cuando los aliados establecieron bases 
militares en territorio de grupos étnicos de Papua-Nueva Guinea y constru- 
yeron pistas donde aterrizaban clandestinamente aviones de carga (cargo 
3. En la década de 1970, los manuales de marxismo de Politzer, Martha Harnecker y en 
especial los de la Academia de Ciencias de la URSS adquirieron enorme difusión en las 
universidades nacionales y luego entre los estudiantes secundarios y de institutos supe- 
riores, llegando a crear un cierto "sentido común" que favoreció la posterior expansión 
de una propuesta como la de SL, entre ciertas franjas juveniles universitarias. Al respec- 
to, véase el artículo "La revolución de los manuales"