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NOTAS SOBRE LA FONETICA DEL CASTELLANO EN BOLÍVIA
ALAN M. GORDON
1.0 Introducción
1.1 Bolívia es uno de los muy pocos países hispano­
americanos cuya fonética todavía no ha sido objeto de una 
investigación detallada. Los tres estudios ya publicados 
o bien se basan en textos literarios o bien se limitan a re­
giones pequeñas.1 Para tratar de aprender más sobre la 
fonética del castellano hablado en Bolivia, en el otoño de 
1968 me entrevisté con 118 informantes oriundos de todas 
partes de la nación y representativos de todo nivel educa­
tivo y clase social. Las observaciones siguientes se basan 
en las cintas magnetofónicas que grabé allí.2
1 .2 No es fácil explicar por qué los lingüistas han pasado 
por alto Bolivia. No es el menos populoso ni el más pe­
queño de los países americanos. En cuanto a su demogra­
fía, se estimó que la población a mediados de 1968 fue unos
4 .68 0 .0 0 0 habitantes.3 A eso del 53% de los bolivianos 
son indígenas puros mientras que el 32% son de sangre 
mestiza. Sólo el 15% son de ascendencia europea.4 La 
población es más bien rural que urbana, y solamente dos 
ciudades tienen más de 100.000 habitantes.5 El territorio 
nacional comprende 1.098.581 kilómetros cuadrados, 
repartidos en tres regiones de topografía muy distinta. 
En el oeste del país, desde el norte hasta el sur, se encuen­
tra el altiplano inhóspito con sus dos cordilleras, la Occi­
dental y la Real. Dejando de lado los majestuosos picos, 
el altiplano tiene una elevación media de 3.600 a 3.9ÍX) 
m etros. En el lado oriental de la Cordillera Real, a una 
elevación de sólo 1 .000 a 2 .000 metros, están las yungas, 
fértiles valles de clima semitropical. El altiplano y las 
yungas comprenden alrededor del 30% del territorio 
boliviano. El 70% restante lo forman los llanos, que se 
extienden desde las bases de la Cordillera Real hasta la 
frontera con el Brasil. Es una región tropical con una den­
sidad de población muy baja. M e he detenido en esta des­
cripción porque la división topográfica y la división dia­
lectal de Bolivia corren parejas: por un lado los llanos y 
por otro las tierras altas junto con las yungas.
1 .3 Describir en veinte minutos toda la fonética de un 
país es una tarea imposible. Ror lo tanto, se pasarán por 
alto los fonemas que no presentaron articulaciones de inte­
rés especial. Así, los párrafos siguientes no tratarán los 
fonemas consonánticos Ip, t, k, b, d, g, f, x, c, m, ñ/ ni 
/l/. Se limitarán a las vocales, a /y/ y /n/, y a las pocas 
consonantes que señalaron las regiones dialectales dentro 
de Bolivia.
2 .0 Fonemas vocálicos: la , e, i, o, ul
2.1 En sílaba tónica los informantes emplearon los cin­
co fonemas vocálicos del castellano peninsular. Pero la 
distribución alofónica no fue absolutamente idéntica. La 
diferencia más notable fue el empleo general del alófono 
abierto [ t ] en sílaba trabada por /m/, /n/ y /s í , en sílaba 
libre ante Isl, y ante las mismas consonantes en sílaba
abierta por la fonética sintáctica: [ em férmo, en, es, 
ése, e-na-"feríl].6 Aunque se recogieron muy pocos casos de 
la reducción de vocales en hiato, fue casi universal la forma 
[máistro], término empleado para dirigirse a los taxistas 
en La Paz.7
2 .2 En contraste con ¡a estabilidad de las vocales tóni­
cas en toda Bolivia, se observó a veces el debilitamiento 
o hasta la desaparición completa de algunas vocales en 
posición átona en el habla de más de la mitad de los infor­
mantes oriundos del altiplano. Es importantísimo subra­
yar que este fenómeno, por cierto mencionado por inves­
tigadores anteriores, no se produjo constantemente en 
todos los informantes de esta zona. En términos estadís­
ticos, se dieron uno o más casos de debilitamiento en el 
58% de los informantes de las tierras altas. En este grupo 
hubo personas de toda edad, clase social y nivel educativo, 
hombres así como mujeres. Se encontró en campesinos 
(el eufemismo para referirse a los indígenas), en cholos 
(es decir, mestizos), y en europeos. Aunque ocurrió más 
a menudo en el habla informal, no faltó algún caso que otro 
en el habla formal. Entre los informantes de los llanos, 
por el contrario, no se cosechó un solo caso de debilita- 
.miento que no fuera a final de palabra tras le/. Hubo siete 
casos entre cinco informantes, quienes constituyeron el 
9 ,4 % del número total de informantes de esta zona.8 En 
vísta de que es notoria la tendencia al ensordecimiento 
de vocales finales tras Ici, en realidad no hubo debilita­
miento de vocales átonas en las tierras bajas,9
2.2.1 Las vocales caedizas de Méjico han sido estudia­
das detenida y perspicazmente por Lope Blanch.10 Los 
datos bolivianos, aunque no recogidos de manera tan sis­
temática, se asemejan en parte a los de él. Por ejemplo, 
en Méjico el 83% de las vocales átonas debilitadas o perdi­
das estuvieron entre consonante y I s l . La cifra correspon­
diente para el altiplano boliviano fue el 8 0 ,5% . Al analizar 
este entorno consonántico, Lope Blanch descubrió que el 
71% de las vocales átonas caducas estuvieron entre con­
sonante sorda y I s l . Resultó idéntico el porcentaje bolivia­
no. Hasta aquí las semejanzas. En Méjico, el entorno con- 
sonático particular que más favoreció la reducción y pér­
dida de la vocal fue ls 's i , con el 22 ,9% del total absoluto. En 
Bolivia el contexto /s's/ quedó en segundo lugar y con 
un porcentaje mucho menor que el mejicano: el 13 ,2% . 
Quizá la diferencia notable deba atribuirse al empleo fre­
cuente de entonces como muletilla en Méjico, lo cual no 
ocurrió en las entrevistas bolivianas. El contexto conso­
nantico boliviano de porcentaje más alto fue /t si, con el 
2 8 ,3 % . Dicho contexto quedó en segundo lugar en Méjico. 
Sería ocioso proseguir esta comparación de contextos foné­
ticos porque no hay correspondencias. En cuanto a las 
vocales mismas, tanto en Bolivia como en Méjico la que con 
mayor frecuencia se relajó fue l e í , seguida de lo i, fa l e Id .
Varios investigadores han citado como típicas de Bolívia 
las formas Pofsí y blocs prapunts. Aunque no recogí ésta, 
sí grabé [pot'sí] tres veces, todas en la misma Villa Impe­
rial. En la transcripción de este caso y los siguientes, se 
emplea la comilla (') para indicar cualquiera de los cuatro 
grados percibidos por el oído muy fino de Lope Blanch, 
desde una simple relajación intensiva hasta la pérdida apa­
rentemente completa: [alfaíet'sár, kárt's, d iferint's, 
of'sína, prof'sores, més's (por meses), pol'sía, m eí'sína, 
gránd's, ekipánd'se, pa r'hé mplo, ká sta rík', hé nt'].
2 .2 .2 O tro tipo de imprecisión vocálica se encuentra 
en algunos campesinos y cholos cuya lengua materna es 
el quechua o el aymara. Dichos idiomas tienen solamente 
un fonema vocálico anterior y uno posterior, ambos de 
articulación cerrada. Si estos individuos aprenden imper­
fectamente el castellano, confunden /e/ con /i/ y lo i con 
l o i . Sirvan de ejemplo los casos siguientes, de boca de un 
maestro rural: [eliksján, fwéntis, stntjéndo, ésu],
3 .0 Fonemas consonanticos: ls, y , n,X , r, Ti
3.1 El fonema fricativo Isl tiene seis alófonos en Bo­
livià. El más común, empleado por el 84% de los infor­
mantes de todas partes del país, fue [s], articulación predor- 
sodentoalveolar convexa sorda. Los otros diez informantes, 
todos oriundos del altiplano, emplearon el alófono ápico- 
alveolar cóncavo sordo [s]. Sólo el 22% de los informantes 
usaron los alófonos sonoros correspondientes [z] o [z] ante 
consonante sonora, y en algunos esa asimilación no se dio 
con regularidad. Los otros dos alófonos de Isl fueron [h], 
aspiración glotal sorda, y [ 0 ] , cero fonético. Estos dos 
últimos alófonos se encontraron casi exclusivamente en 
posición implosiva. En dicho contexto, el cien por ciento 
de los informantes de las tierras bajas emplearon indistin­
tamente [s], [h] y [ 0 ] . En las tierras altas, por el contrario, 
el 90% de los informantes siempre usaron [s] en posición 
implosiva. En los llanos, el empleo o desempleo de [s]en 
. posición final de sílaba o de palabra suelta no reveló patrón 
alguno. Más bien reinó la anarquía; un mismo informante 
pudo articular en un momento [s] y a los dos minutos, en 
la misma palabra, [h] o [ 0 ] . Pero cuando la [s] implosiva 
no estuvo en posición final de frase, la elección entre [h] 
o [ 0 ] pareció depender del fonema siguiente: si fue vocal, 
se solía emplear [h]; si fue consonante, se empleó o 
bien [h] o bien [ 0 ] , Algunos ejemplos de esta variación 
son:
(a) con [h]: [má ho méno, uno cfjé háño, síqko muhére 
hi kwátro ámbre, é hágyva potáfcle, la hindústrja prinsi- 
pále haká san, lo sáfedb hi ¡fcmíqgo, no í ha mí, no 
hémo (nos hem os) pwéto, toda lah noce, d jlh minuto, 
máh ke todo, b h pedido, sjértah kásah partikuláreh];
(b) con [ 0 ] : [mil nótáesjénto kwarénta, nosótro
despacámas, el sé¿ de agosto, úno kínse año ke, em 
póka palátras, sjéte ermáno menores, muco pasahéro, 
la kósa kambjáran, lo álto héfe militáre, lo mehóre alúm- 
no].
En unos casos muy contados de [ 0 ] en lugar de [s], los 
informantes emplearon el cierre glotal [ ?] para separar 
vocales idénticas o distintas: [lobm breh, dosj£nto?óco, 
lo ’ ího].
3 .2 Para el 97 ,5% de mis informantes, el fonema /y/ 
tuvo un solo alófono: el palatal fricativo sonoro [y] sin 
rehilamiento. Entre los ejemplos recogidos en todas partes 
del país constan [yó, yéma, ayér, máyo],
3 .3 De los tres fonemas nasales, solamente Inl ofreció 
divergencias de las normas peninsulares. Tiene cuatro aló- 
fonos: el alveolar sonoro [n], el dental sonoro [n], el pa­
latal sonoro [n], y el velar sonoro [q]. El de empleo más 
frecuente es el alveolar. Los otros tres son resultado de la 
asimilación de In l al punto de articulación de la consonante 
siguiente. Donde se separa la fonética boliviana es en el 
empleo del alófono velar [q] ante sonidos no velares y ante 
pausa. El 73% de los informantes emplearon tanto [n] 
como [ijj en dichos contextos. La elección de un alófono 
u otro no pareció obedecer a sistema alguno. En términos 
estadísticos, el 29% de estos informantes alternaron [n] 
y [q] solamente ante vocal y pausa, el 25% los alternaron 
sólo ante vocal, y el 12% los alternaron ante vocal, conso­
nante y pausa. Ejemplos de [q] ante consonante no velar 
son: [ tq la fárma, eq sánta krús, estáq ya selsksjonááos, 
uq m otar, saq lásaro, eq sjérta fárma]. Este empleo 
“no académico" de [q] no pareció tener un foco central 
desde el cual se había propagado, ni tampoco se limitó a 
ciertas áreas, clases sociales o niveles educativos. Es tan 
pegajosa esta articulación velar que hasta la encontré en 
posición interior de dos palabras articuladas por sendos 
informantes: [ptqsámas, áqse].11
3 .4 De los dos fonemas laterales, solamente 1X1 nos 
interesa. Tiene un solo alófono, de articulación predorso- 
prepalatal sonora. En vista de que el 99 ,3% de los infor­
mantes emplearon [ X ] y distinguieron clara y regular­
mente entre [ X ] y [y], no parece aventurado decir que 
Bolivia, a diferencia de la mayor parte del mundo hispá­
nico, es un país lleísta. Entre los muchos ejemplos que 
grabé son [ Xáma, Xufeja, amaríXo, káXe]. Importa 
recalcar que estos ejemplos (y los muchos otros no citados 
aquí) proceden de toda clase social y de todas partes del país, 
tanto del norte como del sur, del altiplano así como de los 
llanos. Según varios estudios la provincia sureña de Tarija 
es yeísta-, según otros, sólo parte de Bolivia es lleísta. Esta 
noticia parece haberse originado en una nota que Alonso 
y Rosenblat añadieron a su edición de Espinosa.12 Desde 
1930 se viene repitiendo, aun después de la publicación en 
1960 de El castellano popular en Tarija por Víctor Varas 
Reyes, quien afirmó que no existía ni "yeísm o" ni "scheís- 
m o" en Tarija, a pesar de la proximidad de la Argentina.13 
A despecho de esta aseveración categórica de parte de un 
investigador calificado, se sigue diciendo que Tarija es 
yeísta. Los datos arriba presentados indican que el yeísmo 
de Tarija es hoy tan inexistente como el ¡leísmo de Atoto- 
nilco el Grande.14 La fuerte conciencia del valor palatal 
del grafema ll en Bolivia se ve claramente en la bolíviani- 
zación de palabras extranjeras. La línea aérea nacional se 
deletrea ¡l-o-y-d. Es apellido de origen galés, y en esa len­
gua el grafema II representa una fricativa dental lateral, 
generalmente sorda, que se aspira luertemente en posición 
inicial.15 En el mundo inglés, los que no somos galeses 
decimos [lóid]. En Bolivia, ll-o-y-d se pronuncia [Xójct],
y cuando uno telefonea a esta compañía, las secretarias 
contestan con [ X ó ií aéreo]. La preservación en Bolivía de 
la distinción / X / — /y/ probablemente fue facilitada por 
la fuerte presencia del elemento indígena en la población 
(tanto el quechua como el aymara contienen / X /),
3 .5 El vibrante simple /r/ se realizó de cuatro modos. 
El empleo de [r], alófono ápicoalveolar vibrante simple 
sonoro, de [ i ] , alófono alveolar fricativo sonoro, y de [ i] , 
alófono fricativo sordo, no discrepó de la norma penin­
sular. El cuarto alófono fue [r], de articulación fricativa 
asibilada sorda. La pronunciación de /r/ tras /t/ reveló otra 
diferencia más entre la fonética del altiplano y la de los 
llanos. En las tierras altas, el 18% de los informantes em­
plearon [tr] exclusivamente y otro 59% alternaron [tr] y 
[tr]. En los llanos, por el contrario, las cifras respectivas 
fueron sólo el 4 % y el 27% . Linos pocos ejemplos de la 
articulación ápícoprepalatal africada sorda del grupo /tr/ 
son [tres, tr é inta, éntre, nosótr o s, pátrja, s é ntfo, 
el t ktrisida, otro].
3 .5 .1 Aunque ninguno de los informantes confundió 
[r] y [1] implosivas, parece que esta confusión y la de [r] 
y [I] inicíales sí se dan en las clases populares de los llanos: 
una poetisa trinitaria, al declamar su poesía de estilo po­
pular, empleó [arkááé, réhos, rístas, bañar]. Sin em­
bargo, no atestiguan estas confusiones los autores cos­
tumbristas regionales, cuya ortografía sí reproduce otras 
"incorrecciones" fonéticas.
3 .6 El fonema múltiple vibrante ¡ i / tuvo tres alófonos 
en Bolivia. Uno fue [r], ápicoalveolar vibrante múltiple 
sonoro. Otro fue [r], ápicoalveolar fricativo asibilado so­
noro. El tercero fue el fricativo asibilado sordo [r]. El em­
pleo de los dos primeros alófonos es otra diferencia impor­
tante entre la fonética de los collas del antiplano y la de los 
cam bas del Oriente. El 67 ,7% de los informantes collas 
emplearon el fricativo asibilado sonoro [r] exclusivamente, 
y sólo el 4 ,8 % usaron [f] exclusivamente. El 27 ,4% res­
tante emplearon tanto [f] como [r], con marcadísimo pre­
dominio de la articulación asibilada en la gran mayoría de 
los informantes. En las tierras bajas las cifras estuvieron 
a la inversa: el 78% de los informantes emplearon [f] ex­
clusivamente y el 14% usaron [r] exclusivamente. Sólo el 
8% emplearon ambas articulaciones, y con marcado pre­
dominio de [r] en la mayoría. Entre los muchos ejemplos 
recogidos de [r] en posición inicial, entre vocales, y tras 
/n/ y /l/ constan [rikésas, ráho, pera, kacára, Enredó, 
Snfa, sanrjénte, alrededor], Ya se ha indicado que hay 
correlación entre el empleo de [r] y [tr] en los mismos 
territorios.16 En cuanto a la presencia de ambos sonidos 
en los mismos hablantes, el 78 ,3% de los informantes que
usaron [r] exclusivamente también emplearon [tr], o bien 
exclusivamente o bien en alternancia con [tr].17
4 .0 Conclusiones
4.1 Los datos presentados en los apartes anteriores nos 
permiten postular la existencia de dos áreas dialectales en 
Bolivia. El altiplano y los llanos se separan tajantemente 
en la articulación de /r/, en la realización fonética de Isl 
en posición implosiva, y, aunque en menor grado, en la 
articulación de las vocales átonas. En el altiplano, el empleo 
de [r] es más frecuente que el de [f], pero entre los cambas 
hay marcado predominio de [f]. En posición implosiva, Isl 
suele realizarse mediante [s]en el altiplano, mientras que 
alternan [s], [h] y [ 0 ] , con predominio de los dos últimos, 
en los llanos. Entre los collas, las vocales átonas a veces se 
articulan de manera imprecisa, fenómeno que no se da en 
las tierras bajas.
4 .2 No es fácil precisar las causas de esta dicotomía 
dialectal. Quizá se remonte al período colonial. Ambas 
zonas de Bolivia eran de difícil acceso en los siglos xvi y 
xvu. El altiplano fue conquistado y colonizado desde el 
Perú. Pero la primera ciudad oriental, Santa Cruz de la 
Sierra, no fue fundada desde el altiplano, sino desde Asun­
ción y el Río de la Plata. Más tarde, fueron los crúcenos, 
y no los paceños, quienes exploraron y se establecieron 
en las otras partes de los llanos. Sanabria Fernández esti­
ma que en las huestes hispanizadoras del altiplano hubo 
m ayor concurrencia de castellanos y vascongados, y que 
en el Oriente, por el contrario, predominaron los andaluces 
y extrem eños.18 Si tiene razón el historiador y lingüista 
boliviano, no es nada sorprendente la aspiración de Isl en 
posición implosiva en las tierras bajas.
4 .3 Los datos arriba presentados muestran que Bolivia 
en conjunto forma una región dialectal distinta de las áreas 
dialectales circunvecinas. Se distingue del Paraguay por 
no emplear [y] africada, sino [y]-19 Bolivia se aparta de 
las provincias argentinas colindantes de Salta y Jujuy por 
la preservación de / X /, por la preservación de Isl en posición 
implosiva en Tarija, y por las vocales a veces caedizas de 
este departamento en la frontera con la Argentina.20 Las 
tierras chilenas al sudoeste, que formaron parte de Bolivia 
y del Perú hasta la Guerra del Pacífico, son ycístas.21 
Bolivia, tierra lleísta, se distingue también del Perú porque 
¡a sierra peruana colindante ya no es exclusivamente lleís­
ta .22 Cuando los lingüistas se refieren a Bolivia, por lo 
tanto, no deben agruparla con las grandes áreas dialecta­
les que la rodean. A base del conjunto de sus rasgos foné­
ticos, Bolivia es una zona dialectal con fisonomía propia, 
sui generis en América.
University o f Toronto
1 H.L.A. van Wijk, “Los bolivíanísmos fonéticos en la obra costum­
brista de Alfredo Guillen Pinto,” B F C h , 17 (1961), 49-73; Víctor. Varas 
Reyes, E l c a s t e l la n o p o p u la r e n T a r ifa ([La Paz], 1960), los d a to s fonéti­
cos están en las pp. 63-77; Hernando Sanabria Fernández, El h a b la p o p u ­
l a r á e la p r o v in c ia d e V a l le g r a n d e (Santa Cruz, 1965), versan sobre foné­
tica las pp. 17-24. A pesar de los títulos, no tienen que ver con la fonética 
ni el estudio del Padre Joaquín Herrero, “Apuntes del castellano hablado 
en Bolívia,” B F E , 9 (1969), 37-43, ni el de C.E. Kany, “Bolivian Popular 
Speech,” HR, 15 (1947), 193-205. Hay una lista corta de "incorrec­
ciones” fonéticas, sin comentarios, en Nicolás Fernández Naranjo y Dora 
Gómez de Fernández, D ic c io n a r io d e b o liv ia n ís m o s , 2a. ed. (La Paz, 
1967), p. 235.
2 E sta investigación fue subvencionada por el Canada Councíi; qui­
siera dejar constancia de mi profunda gratitud por su ayuda generosa. 
También le estoy muy agradecido al Dr. Melvyn C. Resnick de la Florida 
Atlantic University, quien muy gentilmente me proporcionó en 1968 el 
cuestionario tan útil que publicó más tarde en su P h o n o lo g íc a l V ar ian ts 
a n d D ia l e c t Id e n t i f i c a t io n in L a t in A m e r ic a (The Hague, 1975), pp. 
456-60.
3 U n ite d N a t io n s D é m o g r a p h ie Y e a r b o o k , 1 9 6 8 , que también es la 
fuente de la cifra por ei área de Bolívia. No ha habido censo nacional 
desde 1950.
4 Harold Osborne, B o l iv ià : A L a n d D iv id ed , 3a. ed. (London, 1964),
p. 106.
5 Según el U n ite d N a t io n s D é m o g r a p h ie Y e a r b o o k , 19 6 8 , la pobla­
ción de La Paz fue 360.329 en 1965, y la de Cochabamba fue 138.077 en 
1967.
6 Esta diferencia de la norma castellana no es desconocida; ver Joseph 
Matluck, L a p r o n u n c ia c ió n en e l e s p a ñ o l d e l V a lle d e M éx ic o (México, 
1951), § 10.
7 En las transcripciones se emplean, con unas pocas excepciones, los 
símbolos fonéticos de Tomás Navarro Tomás, M a n u a l d e p ro n u n c ia c ió n 
e s p a ñ o la , 6a. ed. (New York, 1967). Las excepciones son [ej y [ £ J que 
representan respectivamente, los alótonos cerrado y abierto de e/, [oj 
y [ o ] que simbolizan, respectivamente, los alófonos cerrado y abierto 
de o/, y 1 X que representa el fonema palatal s o n o r o . Debido ¿i limita­
ciones tipográficas, no se invierten los símbolos por los alófonos asibi- 
lados de los fonemas vibrantes ni tampoco se señala la dentaíi/.ación de 
[1, n, s| ante sonido dental.
8 Para no falsear la situación, se han restado los casos de ensordeci­
miento en las palabras sueltas pronunciadas en contestación a ciertas 
preguntas del cuestionario.
9 Ver, entre otros, Angel Rosenblat, "Contactos interhngüístícos en 
el mundo hispánico; el español y las lenguas indígenas de América,” 
Actos d e l Segundo Congreso internacional de Hispanistas (Nimega, 
1967), p. 123.
10 juan M. Lope Blanch, ” En torno a las vocales caedizas en el español 
mexicano/' E stu d io s s o b r e e l e s p a ñ o l d e M é x ic o (México, 1972), pp. 
53-73. Se publicó antes en N R F H , 17 (1963-64), 1-19.
11 Estas observaciones discrepan de las de Angel Rosenblat; "La n 
final no se velariza en la ciudad de Méjico ni en el Valle ni en Guanajuato, 
Parece que tampoco en las sierras de Colombia, Perú y Bolivía,” p. 133 
de "Contactos interlingüístícos. . . ” en A c t a s . . . , 1967.
12 Amado Alonso y Angel Rosenblat, traductores y anotadores de 
Aurelio M. Espinosa, E stu d io s s o b r e e l e s p a ñ o l d e N u e v o M é jic o , I, 
Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, I (Buenos Aires, 1930), 
p. 195 nota. Se repite en Amado Alonso, "La II y sus alteraciones en 
España y América," E stu d io s l in g ü ís t ic o s : T e m a s h is p a n o a m e r ic a n o s 
(Madrid, 1953), p. 234.
13 En una entrevista particular, grabada en Tarija el 15 de noviembre 
de 1968, Varas Reyes reafirmó lo que había escrito en la p, 66 de su libro; 
"Merece destacar, asimismo, que sin embargo de la vecindad argentina, 
no hay 'yeísmo' ni 'scheísmo/ sino temporario y personal, por los que 
llegan de la respectiva zona después de cierto arraigo y que luego desa­
parece/’'
14 Ver Peter Bovd-Bowman, “Sobre restos de íleísmo en México/' 
NRFH, 6 (1952), 69-72.
15 R-M .S. Heffner, G e n e r a l P h o n e t ic s (Madison, Wisconsin, 1950), 
p. 145.
16 Amado Alonso, “ La pronunciación de rr y de tr en España y en 
América," E st. l in g . : T e m a s h i s p a n o a m ., p. 194.
17 Tanto en Guanajuato como en Bogotá las personas con [?} suelen 
ser las mismas que tienen [tr] ; ver Lope Blanch, "La -r final del español 
mexicano y el sustrato nahua," E stu d io s . . .M é x ic o , p. 87 nota 34.
18 Sanabria Fernández, E l h a b l a . . .d e V a lleg ra n d e , p. 14. Sobre el 
papel de los cruceños en la exploración de los llanos, ver del mismo autor 
En b u s c a d e E ld o ra d o (Santa Cruz, 1958).
19 Ver Bertil Malmberg, "Notas sobre la fonética del español en el 
Paraguay/" Yearbook of t h e N ew S o c ie ty o f L e t te r s a t L u n d (1947), 
175-92.'
20 Por el y e ís m o de Salta y Jujuy, ver Vladimir Honsa, "The Phonemic 
System of Argentine Spanish," Híspanía, 48 (1965), 275-8*3, y Berta 
Elena Vidal de Battíni, E l e s p a ñ o l d e la A r g e n t in a , I (Buenos Aires, 
1964), p. 126.
21 Ver Rodolfo Oroz, L a len g u a c a s t e l la n a en C h i le (Santiago, 1964), 
p. 119.
22 Ver Douglas Gifford, "Serrano Speech; Notes on the Mestizo 
Dialect of S.E. Perú/' F o ru m fo r M o d er n L a n g u a g e S tu d ies , 5 (1969),
p. 168.