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el ascensor antecedentes historicos

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2. Introducción 
 
Se conoce como transporte vertical al desplazamiento en sentido ascendente y 
descendente de personas y bienes a través de las plantas de un edificio. Existen dos 
medios disponibles para llevar a cabo dicho transporte: escaleras y ascensores. Este 
documento se centrará fundamentalmente en el caso de los ascensores. 
 
Un ascensor consiste en una cabina sustentada por cables que se desplaza dentro de un 
hueco con guías verticales de acero, con mecanismos de subida y bajada y con una 
fuente de energía. El desarrollo del ascensor moderno ha afectado profundamente al 
ámbito de la arquitectura y ha supuesto una mayor evolución de las ciudades, al permitir 
la construcción de edificios con multitud de plantas. 
 
 
2.1 Antecedentes históricos 
 
El origen del primer ascensor puede establecerse en las obras del arquitecto romano 
Vitrubio, donde se documenta que Arquímedes habría construido (en torno al 236 a.c) 
un primer mecanismo elevador que hacía uso de poleas y cuerdas para su 
funcionamiento. Se sabe además que, por ejemplo, en el Coliseo romano (construido en 
torno al 80 d.c) ya se utilizaban montacargas para elevar a los gladiadores y las fieras al 
nivel de la pista. Como otras referencias de la antigüedad y la Edad Media puede 
mencionarse que en el siglo XVII se tiene constancia del uso de ascensores en algunos 
palacios de Francia e Inglaterra. 
 
Es a raíz de la invención de la máquina de vapor por James Watt y el comienzo de la 
revolución industrial cuando se produce la gran evolución del transporte vertical. En 
1823 aparece en Londres una denominada "cabina de ascenso". En 1835 comienza en 
Inglaterra el uso industrial de ascensores movidos por máquinas de vapor para 
levantar cargas en una fábrica. Diez años más tarde, William Thompson diseña el 
primer ascensor hidráulico empleando la presión del agua corriente. En 1851, Waterman 
inventa el primer prototipo de montacargas que consiste en una simple plataforma, 
unida a un cable, para subir y bajar tanto mercancías como gente. A medida que fue 
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aumentando la altura de los edificios, la gente se sintió menos inclinada a subir largos 
tramos de escaleras. Los grandes almacenes comenzaron a prosperar y surgió la 
necesidad de un aparato que trasladara a los clientes de un piso a otro sin la obligación 
de que estos realizaran esfuerzo. 
 
Elisha G. Otis, inspirado en el montacargas, diseñó y construyó el primer sistema 
elevador que incluía un mecanismo automático de seguridad (basado en un sistema 
dentado) que permitía amortiguar la caída del mismo en el supuesto de que se cercenara 
el cable de sustento. La aparición de un sistema elevador seguro junto a las técnicas de 
construcción con estructuras de hierro posibilitaron la incipiente construcción de 
rascacielos (hasta ese momento los edificios más altos solían contar con cinco o seis 
plantas como máximo). Como detalle destacable, puede mencionarse que en 1857 Otis 
instaló el primer ascensor para pasajeros del mundo en una tienda de cinco pisos en la 
esquina de la calle Broome de Broadway, en Nueva York. Era movido por una máquina 
a vapor a una velocidad de 0.2 m/seg de forma que subía los cinco pisos en menos de un 
minuto. 
 
El siglo XIX abre un nuevo mundo en cuanto al transporte vertical se refiere. El 
ascensor moderno es en gran parte un producto de este siglo. La mayoría de los 
ascensores del siglo XIX eran accionados por una máquina de vapor, ya fuera 
directamente o a través de algún tipo de tracción hidráulica (en este caso la cabina 
estaba montada sobre un émbolo de acero hueco que caía en una perforación cilíndrica 
en el suelo; el agua forzada dentro del cilindro a presión subía el émbolo y la cabina, 
que caían debido a la gravedad cuando el agua se liberaba de dicha presión). En el año 
1889 se instaló el primer ascensor eléctrico. Este ascensor era una modificación del de 
vapor con arrollamiento, sustituyendo el motor de vapor por uno eléctrico. En 1894 se 
instala el primer ascensor eléctrico con pulsadores automáticos. Las ventajas del 
ascensor eléctrico (rendimiento, costos de instalación relativamente bajos y velocidad 
casi constante sin reparar en la carga) animaron a los ingenieros a buscar una manera de 
usar la fuerza motriz eléctrica en estos edificios: los contrapesos que creaban tracción 
sobre las poleas dirigidas eléctricamente solucionaron el problema. 
 
 
2.2 El ascensor moderno 
 
Los ascensores modernos no se diferencian esencialmente del modelo Otis: consisten en 
una cabina que se alza mediante cables de acero por dos rieles guía y ostentan un 
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mecanismo de seguridad que impide el desplome. Los cables salen de la cabina y van 
hasta una polea situada en la parte superior del cubo del elevador que es accionada por 
un motor. Los cables bajan por la fuerza de un contrapeso que corre por rieles guía. 
 
El elemento portante del sistema de ascensores es la cabina. En sus extremos inferior o 
superior se encuentra el sistema de paracaídas que puede ser instantáneo o progresivo: 
libera unas cuñas contra las guías que frenan la cabina en caso de que descienda a una 
velocidad mayor que la permitida por el limitador de velocidad, impide que la cabina 
pueda caer libremente incluso si se diera el caso de que se rompieran todos los cables 
que la sujetan. En los ascensores actuales, según la normativa de cada país o región, 
también es posible encontrar escenarios en los que se frena en subida. 
 
Los costes asociados a un ascensor, incluidos los costes directos de su instalación y 
mantenimiento y los indirectos por el espacio que ocupan, es demasiado alto como para 
tolerar una instalación poco eficiente. Los ascensores deben ser dispuestos y diseñados 
para prestar el servicio necesario con una mínima inversión, pues ascensores 
ineficientes pueden causar ingentes pérdidas del tiempo productivo de sus usuarios. En 
este sentido el área de la cabina o la plataforma en la que los usuarios viajan ha de ser lo 
suficientemente amplia como para acomodar a los pasajeros sin causar molestias por 
aglomeración y permitir a cada usuario un acceso fácil desde y hacia las puertas. A 
menudo se habla de espacio medio por pasajero, lo que implica que la capacidad del 
ascensor se disponga con dimensiones óptimas para el acomodo de los usuarios. Una 
disposición adecuada permite que los pasajeros formen filas y columnas de forma que 
se optimicen las dimensiones de las cabinas. 
 
Para solventar los problemas dispuestos con anterioridad surge lo que se conoce como 
control de los sistemas de ascensores, que funciona mediante sistemas electrónicos que 
ejecutan reglas lógicas (Derek, 1995) encargadas de hacer funcionar la dirección de 
movimiento de la cabina y seleccionar los pisos en los que esta ha de detenerse. En 
1925 la compañía de ascensores Otis Elevator Company elaboró el primer sistema de 
control con "memoria" para grupos de ascensores, lo que permitió su automatización y 
prescindir de los clásicos ascensoristas (el 30 de agosto de 1957 fue empleado por 
primera vez el sistema de puertas automáticas en los ascensores de pasajeros). 
 
En 1979 es también la Otis Elevator Company la que diseña el primer controlador con 
microprocesadores electrónicos. Actualmente estos ejecutan avanzados algoritmos de 
inteligencia artificial (Kameli, 1989) que determinan la forma de administrar la 
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respuesta a los pedidos de llamadas, coordinando los distintos dispositivos de transporte 
para aumentar la capacidad y la calidad del servicio. 
 
Actualmente la investigación en los sistemas de control de grupo de ascensores 
constituye una parcela de la investigación científica en el ámbito del transporte vertical 
que se encuentra en auge debido a dos razones fundamentales: 
 
- Por un lado, la continua revalorización del suelo urbano y la necesidad de 
maximizar su aprovechamiento tienen como consecuencia el incremento de la 
construcción de edificios cada vez másaltos donde el transporte vertical 
constituye una enorme dificultad logística. La solución a dicho problema es vital 
para el aprovechamiento del suelo dentro del marco de desarrollo urbanístico 
(Schlemmer, 2002). 
 
 
- Por otro, actualmente existe una fuerte tendencia a mejorar la calidad del 
servicio ofrecido al usuario, y la innovación en sistemas de control se convierte 
en una de las piezas claves que, independientemente de satisfacer una capacidad 
de transporte requerida, garantiza dicha calidad, lo que se traduce en una mayor 
competitividad de cara al mercado.

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