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I 
 
 
ARTE TEURGICA 
FEDERICO GONZALEZ 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
II 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Si la Alquimia es el arte y ciencia de las transformaciones y transmutaciones, la Teúrgia persi-
gue los mismos fines y se basa en idénticos principios, es decir en analogías y correspondencias. Pero 
la Alquimia trata más del ser individual que del universal, del microcosmos más que del macrocosmos. 
En realidad tanto Alquimia como Teúrgia operan de modo semejante y deben ser distinguidas de la 
hiperquímica (material y metálica) y la magia mal llamada "ceremonial" en cuanto éstas buscan exclu-
sivamente logros verificables basados en la relación causa- efecto, siempre personalizados e individua-
listas en contraposición con la magia natural y la Alquimia auténtica, despersonalizadas, atentas siem-
pre a los principios y al orden dialéctico de la Creación. Lo interesante del asunto es que tanto Teúrgia 
como Magia utilizan además procedimientos similares por lo que tal vez su diferencia estriba no tanto 
en la índole de la coreografía ritual, sino más bien en el ánimo de los participantes, en sus intenciones, 
y sobre todo en el conocimiento directo del universo de energías invisibles que expresa y plasma la 
ceremonia. 
En la base de todo rito, incluido el mágico, se encuentra la idea de que el Universo es un Todo 
indisoluble e indivisible en partes. Esta armonía está dada por la oposición continua de dos factores que 
deben complementarse, bien por la guerra, o sea atacando y rechazando, o bien por la paz, asimilando 
por simpatía. En ambos casos se procede por correspondencias o analogías inversas. 
III 
 
Ejercer acción sobre una cosa es ejercer esa acción sobre un conjunto innumerable de cosas en 
un mundo concebido como concatenado; igualmente hacerlo sobre un ser humano implica realizarlo en 
toda la humanidad; la economía de la Teúrgia fija sus propios límites sin imponerlos. Sus fines son 
imprecisos, sus medios han de ser exactos, por paradigmáticos y míticos y perfectos, es decir, espe-
cialmente adecuados a la situación espacio- temporal que signa el rito aunque resulten totalmente pa-
radójicos para el propio operador que en su gestión no sabe definir con claridad –y no lo necesita– 
dónde y cómo los distintos sucesos de su propia y divina comedia pudieran ser traducidos en medio de 
una Revelación Permanente. 
El hombre es el corazón del Universo. Efectivamente el microcosmos cumple la misma función 
en el cosmos que el corazón en el cuerpo humano, y a través de su dualidad, referida a sus dos natura-
lezas: divina y humana (sístole y diástole), es capaz de recrear perennemente la vida con la que se en-
cuentra indisolublemente unido, pues es un todo con ella, correspondiéndose ambos de manera perfecta 
e idéntica al punto que constituyen, han constituido y constituirán, una misma entidad. El mundo entero 
está animado y perfectamente vivo hoy día (y siempre), como un animal o ser gigantesco cuyas partes u 
organismos se articulan y moldean constantemente entre sí impulsados por los movimientos de su co-
razón, el ser humano, centro del Universo. Y este ser, siendo parte esencial de la creación regenera 
permanentemente el cosmos, aun con su sola presencia. En un mundo así todo es mágico y cada gesto, 
signo o palabra un acto generativo capaz a su vez de producir indefinidos reflejos de sus mismas carac-
terísticas. Esto es estar haciendo el mundo perpetuamente y el hombre ha conocido esta realidad siem-
pre aun de modo inconsciente, y ha participado de ella, como lo prueban legiones de sabios, sacerdotes, 
chamanes, magos y también, a su nivel, artistas varios, políticos, ilusionistas y vendedores ambulantes. 
Por otra parte, entonces, ¿qué más operativo y mágico que la oración del corazón, la cual debida a una 
IV 
 
concentración en el meollo del ser humano que pronuncia la plegaria o invocación, se dirige al corazón 
del Ser Universal con el que pretende, y logra armonizarse? 
Como se puede apreciar nada tiene en común esta ciencia con cualquier ceremonia mágica de 
tipo "positivista" y de elemental relación causa-efecto, siempre de corte inmediato, utilitario, y persona-
lizado. El Arte Teúrgico es impersonal y sus ritos adecuados a la cadencia y armonía de la magia natu-
ral, que genera permanentemente los fenómenos y sustancias de la creación mediante arquetipos inmu-
tables que paradójicamente cambian constantemente de modo; virtud esta última que permite a la indi-
vidualidad del chamán acomodarse al ritmo universal, ser uno con él, y por lo tanto generar su propia 
creación habiendo previamente destruido todas las formas como paso necesario para la construcción de 
cualquier orden, así fuese éste su personalidad, el entorno donde se proyecta, o el espacio que le ha sido 
asignado. 
En realidad cualquier interpretación acerca de este arte efectuada con ojos profanos, es decir, 
con la programación contemporánea, estará viciada de nulidad ya que será imposible comprender un 
tipo de mentalidad cuya cosmovisión, usos y costumbres, y sobre todo su actualización permanente de 
la realidad de lo invisible y desconocido, organiza su vida y comportamiento. Para este tipo de gente la 
vida es un juego perpetuo de luces y sombras, de espacios constantemente renovados, una representa-
ción lo suficientemente mimetizada como para parecer verdadera. La posibilidad es la raíz de la Teúr-
gia, la creación su indefinido campo experimental. Por su naturaleza el Universo es mágico; lo mismo 
vale para el microcosmos. Pero se debe hacer la salvedad que el rito impersonal al cabo se personaliza, 
que lo invocado deviene forma e imagen, materializa de distintas maneras; y que toda tentativa de ex-
poner de manera más o menos racional lo que no sigue ese discurso es de por sí un acto fallido respecto 
a la suma de lo incognoscible y la auténtica presencia del misterio inefable. En suma, que para el 
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chamán- mago es mucho más importante esa otra realidad, ese otro mundo, invisible, y sin embargo tan 
concreto que es la fuente –según él– donde se origina cualquier fenómeno o cosa. 
En la Teúrgia, no existen los fines particulares sino los prototípicos, que son simbólicos; en ese 
sentido suelen ser ejemplares, como los mitos, sus estructuras y personajes. 
Es necesario aclarar que la Teúrgia no espera resultados concretos, e igualmente muchas veces 
el chamán o mago es sólo un símbolo por el que se transmiten energías, o vibraciones que él canaliza 
con total prescindencia de su aprobación o desaprobación personal. El hecho de que si el propio intere-
sado es consciente o inconsciente de sus poderes, o mejor, en qué medida es consciente, tampoco afecta 
su múltiple irradiación, que puede transformarse en innumerables posibilidades desatadas a veces por 
su sola participación. En este sentido el chamán es en sí una teofanía, o se transforma en ella durante su 
actividad mágica, lo cual constituye el núcleo central de todo rito. 
La Teúrgia es siempre actual, jamás a nadie que participó en alguno de sus ritos se le ocurrió 
verificar el "resultado" de sus ceremonias. Cuando el chamán enciende el fuego genera vida, en el mo-
mento en que derrama agua sobre la tierra ya está lloviendo, el universo se encuentra estrechamente 
ligado a los hombres, los cuales lo conforman; somos señales en un mundo de señales y el mago es un 
generador, operando sus ritos ancestrales, renovando el mundo a perpetuidad. Sus ceremonias no son 
vanas, al contrario, son imprescindibles para que se reconozca el Sí Mismo dentro de sí mismo; son por 
lo tanto tan arquetípicas como necesarias y su acción inmediata, y sobre todo mediata, es fundamental, 
y pueden fructificar en innumerables formas, aunque cada una se organizará en conjuntos y éstos en 
estructuras precisas las que terminarán manifestándose concretamente. De allí la enorme importancia 
asignada a la Teúrgia, ciencia que acompaña a losritmos del cosmos, como lo hace la naturaleza, y 
que, como ella realiza su gesto desinteresado y gratuito para preservar la vida del mundo, como asi-
mismo la del hombre, la de la especie; por lo que el objetivo último de la Teúrgia es ligar con la cadena 
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interna de unión, con la Iglesia Secreta, que opera y se manifiesta en nosotros y en nuestro entorno, 
dándonos así el poder de expresar la Ciencia Sagrada. 
En realidad el arte mágico-teúrgico consiste en la efectivización del pensamiento y la doctrina 
cosmogónica tradicional realizada en la siempre cambiante realidad de gestos, ámbitos, voces y estruc-
turas que se van sucediendo en la cinta del tiempo. Esta adaptación a las circunstancias con que se con-
diciona la vida del hombre constituye una permanente actualización de los principios, a los que se re-
fiere siempre la cosmología, y una revivificación constante de las leyes universales, que el operador 
mágico conoce y proyecta –a veces sin objetivo aparente– en su medio bajo la forma de una circuns-
tancia anecdótica, histórica, siempre cambiante. 
En la realización de la Obra Teúrgica hay cierta teatralidad, se trate o no de ceremonias propia-
mente dichas. Esto es perfectamente lógico si se considera que el adepto es sacado totalmente de su 
condicionamiento puesto que sus valoraciones son ya otras, al punto que la programación que le servía 
hasta el momento no es válida para diferentes espacios mentales y distintos tiempos internos. Esto pro-
duce una contradicción, un drama (o comedia), en la psiqué del chamán, un auténtico psicodrama que 
incluye a veces extraños comportamientos o actitudes inhabituales, no sólo para los demás, sino para el 
mismo mago, inmovilizado de asombro. En el entrenamiento del arte de percibir la teatralidad constan-
te de la vida se presiente y comienza a recorrer una superestructura que la comprende a ésta, la cual, sin 
embargo, no es distinta de ella, aunque constituye un espacio otro. 
En cuanto a los trabajos del "aprendiz", lo primero es llevar la idea de rito a todos los ámbitos 
de la vida y su cotidianidad personal. Lo segundo es saber que esto no debe realizarse nunca de manera 
literal, de una forma lineal, sino que más bien se trata de vivir al ritmo del compás cósmico, advirtiendo 
la sacralidad del entorno físico- anímico, derivado de un ser espiritual, tan invisible como inteligente. 
No es pues sólo una sistematización de gestos e invocaciones que siempre acaban en forma esclerotiza-
VII 
 
da, sino la intuición de la Verdad y la Belleza reunidas armónicamente en el cuerpo de la Inteligencia 
Universal, deidad tan precisa como esquiva, siempre aérea o radiante. 
En todo caso, si muchas de nuestras labores no tienen éxito, o no contamos momentáneamente 
con la energía necesaria para llevarlas a cabo, o no estamos, sencillamente, satisfechos con nosotros 
mismos, de ninguna manera mengüemos en esa labor, mucho menos nos compadezcamos, adoptemos 
circunstancialmente valoraciones del hombre viejo, o encarnemos furiosas reacciones contra la igno-
rancia que nos margina; aun si nuestro enorme esfuerzo por realizar un mensaje pudiera parecernos 
transitoriamente cosa imposible, materia vana, debemos recordar que en el gran laboratorio de la crea-
ción universal se logran resultados a costa de ingentes gastos (nunca desperdicios) de energía, y eso 
particulariza a cualquier proceso creativo. Por otra parte, si nuestras diligencias y labores sólo sirviesen 
para difundir la Tradición Unánime que se mantiene viva desde los orígenes del hombre y el universo, 
esto ya fuera harto suficiente de acuerdo a unas posibilidades que cada vez se hacen menores a medida 
que se acerca el fin de los tiempos. Ya se sabe que el mal de existir es sólo momentáneo, como todo 
mal, incluyendo los sacrificios que se nos imponen y las "enfermedades" o "desajustes" que tantas ve-
ces nos afligen a lo largo del camino y que tendemos a ver como indignas (de acuerdo a la programa-
ción del hombre viejo), cuando no son sino, a veces, los síntomas evidentes de un proceso regenerador 
profundo. 
Para terminar, señalaremos que una de las prácticas teúrgicas de mayor importancia en Occiden-
te, y que ha tenido también bajo diversos aspectos primordialidad entre los pueblos arcaicos, es la invo-
cación a las Musas por medio de incantaciones; precisamente así lo hacen al encarnarlas los magos, 
chamanes, filósofos, sabios-sacerdotes, reyes auténticos, héroes, bardos y juglares. Sobre ellas nos 
habla Homero en la Ilíada y Hesíodo en su Teogonía. Este último así las invoca: 
"Dichoso aquel que las Musas quieren: dulce fluye de su boca el acento. 
VIII 
 
"Pues si a alguien, con duelo en el alma recién apenada, afligido, se le seca el co-
razón, y un aedo, de las Musas siervo, las hazañas de los hombres antiguos canta, y a 
los dioses beatos que el Olimpo poseen, aquél, luego, de sus angustias se olvida, y 
nada de penas recuerda; pues pronto de las diosas lo divierten los dones. 
"Salve, hijas de Zeus, el deleitoso canto donadme. 
"Celebrad la sacra estirpe de los dioses siempre existentes, los que de Gea nacieron y 
de Urano estrellado, y de Noche tenebrosa, y los que crió Ponto salobre; (decid cómo, 
primero, los dioses y la tierra nacieron y los ríos y el ponto infinito, que furioso se 
hincha, y los astros resplandecientes y, arriba, el cielo espacioso;) y los que de ellos 
nacieron, dioses donadores de bienes, y cómo dividieron las riquezas y honores par-
tieron y en fin cómo, primero, el multidoblado Olimpo ocuparon. Esto decidme, oh 
Musas, que tenéis moradas olímpicas, desde el principio..." 
En Grecia y Roma eran nueve, estaban bajo la dirección de Apolo y eran veneradas por todos 
aquellos que se dedicaban a labores de Conocimiento, o sea: Ciencia y Arte; por otra parte muchos 
otros autores las mencionan. Hijas de Zeus y Mnemósine, a grandes rasgos se puede resumir la activi-
dad de estos entes espirituales, de estas diosas: Calíope, poesía épica. Clío, historia. Erato, poesía lírica 
y cantos sagrados. Euterpe, música de instrumentos de viento. Melpómene, tragedia. Polimnia, mímica. 
Talía, comedia. Terpsícore, música general y baile. Urania, astronomía. 
Walter F. Otto en su estudio "Las Musas" afirma: "Horacio, en la más hermosa de sus odas ro-
manas (Carm. III 4), llamó a la Musa desde el cielo para cantar un extenso poema y como él experi-
mentó su hechizante proximidad, vio cómo las Musas lo protegieron como a un niño y más tarde lo 
salvaron en el peligroso camino de la vida y se sintió dispuesto a enfrentar alegremente toda tempestad 
y toda molestia, sólo cuando ellas estaban a su lado". 
IX 
 
Sin embargo toman igualmente formas diversas en el huerto mágico del alma. Así Platón en su 
Fedro, al hablar del delirio como don profético "un don magnífico cuando nos viene de los dioses," "es 
más noble que la sabiduría de los hombres," nos explica
 
(1): "Hay una tercera clase de delirio y de po-
sesión, que es la inspirada por las musas; cuando se apodera de un alma inocente y virgen aún, la trans-
porta y le inspira odas y otros poemas que sirven para la enseñanza de las generaciones nuevas, cele-
brando las proezas de los antiguos héroes. Pero todo el que intente aproximarse al santuario de la poes-
ía, sin estar agitado por este delirio que viene de las musas, o que crea que el arte solo basta para hacer-
le poeta, estará muy distante de la perfección: y la poesía de los sabios se verá siempre eclipsada por 
los cantos que respiran un éxtasis divino". 
Como se ve por sus atributos estos espíritus femeninos han estado presentes a lo largo de la his-
toria del hombre, como otros muchos bajo distintas formas en la totalidad de los pueblos, los cuales han 
sabido reconocerlos y entablar relaciones con ellos de manera unánime. ¿Por qué motivo esos seres 
espirituales, o energías reales, si se quiere, se supone que no existen hoy en día? ¿Acaso sóloporque se 
los niega? Por otra parte: ¿qué o quién nos impediría tomar contacto con las diosas y entes espirituales 
que nos aguardan y conforman? 
NOTA 
1. "Cuando los pueblos han sido víctimas de epidemias y de otros terribles azotes en castigo de un 
antiguo crimen, el delirio, apoderándose de algunos mortales y llenándoles de espíritu profético, los 
obligaba a buscar un remedio a estos males, y un refugio contra la cólera divina con súplicas y ce-
remonias expiatorias. Al delirio se han debido las purificaciones y los ritos misteriosos que preser-
varon de los males presentes y futuros al hombre verdaderamente inspirado y animado de espíritu 
profético, descubriéndole los medios de salvarse". Fedro. Platón.