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TÉCNICAS DE AUTOENSAMBLADO EN NANOCIENCIA Trabajo de Fin de Grado Curso 2020 - 2021 Grado en Física Autor: Luis Faustino Pérez Sánchez Tutor: Carlos Quirós Fernández 1 Índice: 1 Introducción ………………………………………………………………………..2 2 Técnicas top-down y bottom-up …………………………………………………3 3 Interacciones a escala nanométrica …………………………………………….8 4 Técnicas de preparación de sistemas autoensamblados ....……………….15 4.1 Bombardeo iónico …...……………………………………………......16 4.2 Métodos químicos ……………………………………………………..23 4.3 Métodos electroquímicos ....…………………………………………..28 4.4 Autoensamblado en superficies ……………………………………..35 4.5 Autoensamblado dirigido por tensiones ..………………………..….44 5 Conclusiones …………………………...……………………………………….49 6 Bibliografía y Referencias ...……………………………………………………50 2 1 - Introducción En las últimas décadas, se han realizado numerosos avances en el campo de la nanociencia y la nanotecnología, posibilitando la fabricación de materiales que poseen propiedades muy interesantes con las que trabajar. Los nanomateriales pueden incorporarse en el diseño de dispositivos y herramientas para hacerlos más eficientes y otorgarles propiedades y funciones nuevas. En su famosa charla de 1960, Richard Feynman desarrolla de forma esquemática técnicas de fabricación de nanomateriales empleando los dispositivos que existían en ese momento, décadas antes del nacimiento de la nanotecnología. Comenta cómo se podrían escribir los 24 tomos de la enciclopedia británica en la superficie de la cabeza de un alfiler, empleando radiación de electrones y fotones de forma similar a las técnicas de litografía que veremos más adelante.1 El foco principal de este trabajo es la revisión de los procesos de autoensamblado y de las técnicas de preparación mediante las que fabricar nanoestrucutras autoensambladas. Como veremos en el siguiente capítulo, el autoensamblado consiste en el ordenamiento espontáneo de átomos o moléculas siguiendo un patrón específico marcado por las condiciones del sistema, pudiendo controlar la estructura resultante modulando ciertos parámetros de forma concreta. Este tipo de procesos permiten la fabricación masiva de nanomateriales y nanoestructuras, como cadenas monoatómicas, superficies con patrones específicos o nanopartículas de distintos tamaños y composiciones, con aplicaciones importantes en muchos campos diferentes, como electrónica, óptica, biomedicina, etc.2 A lo largo de este trabajo, comentaremos los distintos métodos de producción de estructuras nanométricas autoorganizadas, estudiaremos las diferentes fuerzas e interacciones que conducen al autoensamblado de átomos y moléculas, y profundizaremos en las técnicas de preparación empleadas para la producción de sistemas autoensamblados, centrándonos en técnicas concretas y variadas con aplicaciones relevantes en nanociencia. 3 2 – Técnicas top-down y bottom-up Para poder hablar de las técnicas de autoensamblado, es importante comentar y diferenciar las dos categorías generales que engloban las estrategias empleadas en nanociencia para producir las estructuras nanométricas deseadas: los métodos top- down y bottom-up. Los métodos top-down, de forma resumida, se basan en fabricar las estructuras con la forma y características deseadas empleando herramientas externas al sistema, partiendo de un sistema de mayor escala y reduciendo la escala del mismo hasta que sea lo más pequeño posible, manteniendo las características del original. Por otra parte, los métodos bottom-up se basan en las interacciones propias del sistema existentes entre sus componentes internas e interacciones con elementos externos al mismo, como puede ser un campo eléctrico, para generar estructuras nanométricas ordenadas cuando el sistema llegue al mínimo energético. En estos últimos, los métodos bottom-up, está centrado este trabajo, ya que el proceso mediante el cual los átomos y moléculas pasan a formar estructuras ordenadas de manera espontánea se denomina autoensamblado.2 A continuación, vamos a profundizar un poco en ambas categorías para ver algunas de las principales estrategias empleadas en nanociencia, así como las ventajas y desventajas de cada una. Este capítulo está principalmente basado en el artículo de revisión de Biswas et al.3 Top-down: Los principales métodos se basan en la aplicación de técnicas de litografía, es decir, en técnicas de grabado en las superficies de los materiales que alteran su estructura para que adquieran unas características y propiedades determinadas. Para realizar estas técnicas a veces es necesario emplear un material protector, denominado máscara, que sea muy resistente al mecanismo de grabado, evitando así que zonas determinadas del material se vean afectadas. Estos grabados pueden ser químicos, en los que se emplean ácidos, u otros métodos, para erosionar la parte que no está protegida, o mecánicos, en los que la erosión del material expuesto se realiza empleando bombardeo de partículas como fotones, iones o electrones. A continuación, vamos a ver algunos ejemplos de técnicas de litografía empleadas en la producción de nanoestructuras. 4 Litografía óptica: También llamada fotolitografía, se basa en el bombardeo de fotones colimados a través de una máscara de cuarzo que inciden sobre una superficie recubierta de un material, al que llamaremos fotorresina. Esta fotorresina es sensible a la luz y su respuesta al estímulo puede ser positiva o negativa. Si es de respuesta positiva, las zonas de la fotorresistencia que han recibido la radiación ven alterada su estructura de enlaces y se eliminan tras un proceso de revelado, dejando así un patrón de sustrato expuesto y sin material que lo cubra. Si la respuesta es negativa, se eliminan las partes de la fotorresina que no se han visto afectadas por el bombardeo de fotones, dejando así sobre la superficie el patrón deseado de material fotorresistente. Tras el bombardeo, las fotorresinas que aún cubren la superficie evitan que el material sobre el que se encuentran sea erosionado y/o que se deposite material nuevo sobre esas zonas, por lo que podremos generar una gran variedad de patrones depositando material sobre las zonas que no estén cubiertas, erosionando dichas zonas o incluso erosionando las zonas desprotegidas y sustituyendo el material eliminado por otro que proporcione las propiedades deseadas al objeto resultante. EL principal parámetro de estas técnicas es la apertura numérica de la lente, que relaciona el índice de refracción del material que atraviesa la luz y el ángulo máximo de luz recolectada en el plano focal de la lente. Gracias a este parámetro, podemos conocer cuál es la dimensión mínima de los patrones que se crean en función de la longitud de onda de los fotones que estamos bombardeando. Litografía por haz de electrones: Es un tipo muy común de método de fabricación top-down por ser muy preciso y no necesitar máscara para realizarse. Al igual que la fotolitografía, el haz de electrones bombardeados dibujan un patrón en la resina ubicada encima de la superficie de un material, que funciona como sustrato. Después, se lleva a cabo un proceso de revelado para eliminar la resina y, por tanto, el patrón dibujado en esta pasa a la superficie del sustrato. Posteriormente, se podría depositar una lámina del material de interés, que crecería directamente sobre el sustrato en las zonas erosionadas y sobre la resina restante en las zonas protegidas. Finalmente, en el proceso conocido como lift-off, se utilizaría un disolvente, típicamente acetona, para eliminar las zonas con resina que no afectaría al material directamente depositado sobre el sustrato. 5 Este es un método mucho más preciso que la fotolitografía, ya que no se ve afectada por el límite de la difracción de la luz y permite grabar patronesde dimensiones de nanómetros. Sin embargo, a pesar de su gran precisión y su mínima generación de defectos, es un tipo litografía muy lento y poco eficiente. Esto se debe a que el bombardeo de electrones es secuencial, por lo que los tiempos necesarios para completar un patrón complejo sean largos, incluso de horas, haciendo que el tamaño de las estructuras y patrones generados sea también bastante reducido. Empleando máscaras y lentes, se ha conseguido mejorar este método para poder grabar un patrón a gran escala sobre una superficie recubierta de material sensible a electrones. Esta variación se denomina litografía de proyección de electrones, pero no vamos a profundizar en ella. Litografía suave: Es muy diferente a las litografías de bombardeo de partículas, ya que consiste en transferir un patrón molecular previamente diseñado a una superficie. Este tipo de técnicas son muy ventajosas ya que, una vez generado el patrón que servirá de molde, se pueden repetir indefinidamente con un coste muy reducido y sin necesitar condiciones de pureza extrema en el aire para evitar defectos. Sin embargo, el patrón molecular es muy específico y es muy difícil de modificar, por lo que si necesitásemos variar el molde necesitaríamos construir uno nuevo. Aunque hay varios tipos de técnicas de litografía suave, las más empleadas son las técnicas de microestampado. Consisten en colocar el molde del patrón molecular en una superficie, denominada superficie de estampado, y transmitiendo el patrón a otra superficie secuencialmente, generando así un patrón de grandes dimensiones mediante un único procedimiento. El microestampado es utilizado principalmente para fabricar nanoestructuras magnéticas del orden de unos 100 nm. Litografía de nanoimpresión: La litografía de nanoimpresión es uno de los métodos de fabricación top-down más potentes, ya que consigue generar patrones de muy alta resolución de forma muy eficiente. Esto se debe a que no tiene las limitaciones de las técnicas de bombardeo de partículas y permite una eficiencia bastante superior a la alcanzada por las técnicas de litografía suave. 6 El proceso de nanoimpresión comienza con el cubrimiento de la superficie con un material líquido que tenga ciertas propiedades a modo de resina. A continuación, se presiona el sistema con otra superficie en la que hemos diseñado un patrón, provocando que la resina adopte dicho patrón sobre la superficie. Por último, se activan de forma externa propiedades de la resina que le otorgan rigidez y se retira la plantilla, obteniendo así una superficie con un patrón concreto. Según el tipo de resina que escojamos, estamos hablando de nanoimpresión termoplástica, fotónica o electroquímica. En la nanoimpresión termoplástica la resina es un polímero termoplástico, que al aplicarle calor y llegar al punto de transición cristalina se vuelve rígido y adopta la forma de la plantilla que está presionando. En la nanoimpresión fotónica se emplean resinas que reaccionan a los rayos ultravioleta solidificándose, y las plantillas usadas son ópticamente transparentes para que la radiación solidifique la resina. Por otra parte, en la nanoimpresión electroquímica no se emplea ningún tipo de resina, sino que se graba el patrón de la plantilla directamente en el sustrato. Esto se consigue construyendo la plantilla con un conductor superiónico que, al aplicar un voltaje elevado, sea capaz de erosionar el sustrato y grabar el patrón en la superficie del mismo. Estas técnicas han avanzado mucho en los últimos años y se emplean principalmente para fabricar instrumentos y componentes ópticos a escala nanométrica. Bottom-up: Existe una gran variedad de métodos de producción bottom-up que dan lugar a muy distintas configuraciones y sistemas, por lo que estos métodos nos proveen de un gran número de nanomateriales y nanodispositivos con los que poder trabajar. Cada técnica, entre otras cosas, viene caracterizada por la o las interacciones que median y producen el autoensamblado del sistema, de las cuales hablaremos en mayor profundidad en el capítulo 3, como pueden ser las fuerzas de Van der Waals, interacción electromagnética o ciertos efectos producidos por la entropía del sistema. En las técnicas de autoensamblado pueden emplearse plantillas para guiar la colocación de las sustancias y así obtener una estructura concreta. Estas plantillas pueden ser superficies con unas ciertas características que favorecen la deposición de los materiales en lugares específicos, en los que la energía del sistema se vuelve mínima. Las características de las estructuras producidas en este tipo de plantilla dependen de numerosos factores, como la composición de la misma, las sustancias que se van a depositar, la velocidad de deposición, la existencia de patrones grabados en la 7 superficie, etc. Los patrones de estas plantillas se pueden grabar empleando técnicas de litografía top-down, de forma que tenemos mucha libertad a la hora de elegir las propiedades de una plantilla para tratar de obtener una estructura autoensamblada concreta.2 También hay métodos bottom-up en los que el autoensamblado se produce en disoluciones. Estos sistemas permiten un gran control de la organización de las especies disueltas, siendo los parámetros más influyentes la composición del disolvente y del soluto y la concentración del soluto en la disolución. En estas disoluciones también pueden introducirse ciertas especies que dirijan el autoensamblado funcionando como plantillas, ya sea porque los componentes se organicen siguiendo la superficie de estas especies o porque, al interactuar con estas, les marquen posiciones concretas en la disolución energéticamente favorables.2 Existen además multitud de parámetros externos que influyen en el proceso de autoensamblado. Entre ellos se encuentran la temperatura, campos electromagnéticos externos o radicación aplicada para excitar o activar propiedades de algunos componentes del sistema. Modificando estos parámetros con cuidado se puede modular el proceso de autoensamblado, de forma que este sea reversible o podamos escoger la periodicidad de la estructura resultante. En este trabajo, vamos a estudiar de forma general ciertos tipos de técnicas de autoensamblado, y dentro de cada tipo veremos varias técnicas que se han empleado para la fabricación de estructuras concretas, con los parámetros del sistema construido y los estímulos externos empleados para su realización. Las técnicas y métodos de fabricación bottom-up son muy ventajosas frente a las técnicas top-down debido a que son, en general, más rápidas, eficientes y baratas. Sin embargo, este tipo de técnicas conllevan la inevitable formación de defectos en las estructuras periódicas generadas, problema que en las técnicas litográficas se puede evitar. Además, las técnicas de autoensamblado son relativamente nuevas y aún hay mucho que estudiar y comprender sobre ellas, principalmente los efectos individuales de cada interacción que influye en la realización de una técnica concreta.2 8 3 – Interacciones a escala nanométrica Antes de profundizar en las técnicas de autoensamblado, es importante conocer y comprender las fuerzas e interacciones involucradas en dichos procesos, así como las posibles estructuras resultantes de su aplicación. Este capítulo está basado en el artículo de revisión de Bishop et al.4 Para caracterizar estas interacciones, debemos conocer su magnitud, que es la intensidad de la interacción, su longitud de escala, que es el rango de distancias en las que los efectos de la interacción son relevantes, así como saber si son fuerzas atractivas o repulsivas. En concreto, la longitud de escala es muy determinante a la hora de producir estructuras autoensambladas ordenadas, siendo las interacciones más eficientes aquellas con un granrango de acción con respecto al tamaño de la muestra. Las interacciones de rango “corto”, por otro lado, necesitarán una magnitud de interacción entre componentes muy elevada para poder superar a los efectos entrópicos que se oponen al ordenamiento. Otro factor muy importante a tener en cuenta, propio del autoensamblado en disoluciones, es la concentración de la disolución, ya que en sistemas muy diluidos los efectos de las interacciones entre partículas que se opongan al autoensamblado se ven disminuidas por el reducido número de partículas que pueden interaccionar. Podemos decir, por tanto, que la magnitud de interacción entre partículas necesaria para producir estructuras autoensambladas en un sistema es inversamente proporcional a la concentración de partículas de dicho sistema o disolución. Para tratar de predecir las estructuras autoensambladas resultantes de la acción de uno o varios potenciales de interacción en un sistema concreto, se desarrollan modelos y aproximaciones en los que se desprecian ciertos términos de dichos potenciales, limitando las interacciones entre partículas a las más significativas o simplificando la geometría del sistema. La estructura resultante se determina considerando que el estado final es el correspondiente al mínimo de un potencial termodinámico determinado, como pueden ser las energías libres de Gibbs o Helmholtz. Sin embargo, salvo por muy escasas excepciones, los modelos no son capaces de predecir correctamente el autoensamblado de un sistema determinado debido, entre otras cosas, a que los modelos que consideran varios potenciales de interacción son poco precisos y a que la capacidad de los ordenadores no es suficiente como para simular las interacciones entre un gran número de componentes. Dicho esto, vamos a 9 comentar los principales tipos de interacciones a escala nanométrica que pueden dar lugar a estructuras autoensambladas. Fuerza de Van der Waals La primera de todas es la fuerza de Van der Waals, la cual se debe al constante movimiento de las cargas positivas y negativas dentro de los átomos y de las moléculas, resultando generalmente en una fuerza atractiva bastante intensa. Debido a su intensidad, estas fuerzas no son favorables para el proceso de autoensamblado si no se controlan y aplican de la forma adecuada. Para describir su acción y la manera de aplicar dichas fuerzas, existen varios modelos y aproximaciones. Uno de ellos es la aproximación integral de Hamaker, que estima bastante bien la magnitud y el rango de estas interacciones. Sin embargo, ignora los efectos de los átomos externos y considera que la interacción es instantánea, por lo que no es una buena aproximación de la acción de estas fuerzas. Un mejor modelo sería la teoría de Dzyaloshinskii–Lifshitz–Pitaevskii o DLP, que se basa en una aproximación continua de las fuerzas de Van der Waals teniendo en cuenta también los efectos de los cuerpos ajenos a la interacción que la aproximación de Hamaker ignoraba. Sin embargo, para el estudio del autoensamblado son más interesantes los modelos discretos, como es el método de dipolos emparejados. Este consiste en una aproximación discreta de las fuerzas de Van der Waals, aplicando también una corrección por la interacción de muchos cuerpos al igual que el modelo DLP. Se basa en considerar el material como un conjunto de dipolos eléctricos puntuales en posiciones fijas. Las fuerzas de Van der Waals son responsables del autoensamblado de nanopartículas esféricas dispersas en estructuras bidimensionales, como redes hexagonales, y tridimensionales, como cristales compactos hcp y fcc. En general, el ordenamiento de las nanopartículas en estas estructuras se consigue variando la concentración de la disolución con la que estemos trabajando. Sin embargo, es bastante complicado determinar cuál es la función de las fuerzas de Van der Waals en estos procesos. 10 Fuerzas electroestáticas La siguiente interacción a tratar es la debida a las fuerzas electroestáticas, las cuales se generan por la acción del potencial electroestático del sistema. Estas fuerzas pueden ser tanto repulsivas como atractivas, según si la carga de los cuerpos tiene mismo signo o distinto signo, y, en el caso en que la densidad de carga superficial sea asimétrica, pueden ser direccionales. Además, la magnitud y el rango de estas interacciones puede controlarse escogiendo correctamente el disolvente y la concentración de la disolución, lo cual puede resultar útil a la hora de producir estructuras autoensambladas. El modelo más común para tratar esta interacción es la teoría de Poisson- Boltzmann del campo medio, en el cual se consideran los iones como puntuales y se desprecian los efectos de correlación entre los mismos. Esto resulta en un potencial electroestático caracterizado únicamente por la longitud de escala al cuadrado, la cual decae exponencialmente al alejarse de los cuerpos cargados de la disolución. Estos cuerpos poseen una carga de superficie debida a la absorción y emisión de iones de la disolución y, al alcanzar el equilibrio en el sistema, la carga superficial del cuerpo alcanza un valor de equilibrio, que es mantenido por esta emisión y absorción de iones. Más allá de la teoría de Poisson-Boltzmann existen varios efectos que no han sido considerados en el modelo, como los fenómenos de inversión de carga o de atracción entre cuerpos con una carga de mismo signo, pero no vamos a entrar en ellos. Empleando interacciones electroestáticas atractivas, podemos inducir el autoensamblado de estructuras a partir de nanopartículas. Por ejemplo, para partículas esféricas, se han observado formaciones de cristales con la estructura del diamante al formar un sistema de baja concentración de partículas altamente cargadas. Por otro lado, partículas no esféricas, como los nanotubos, son un buen ejemplo de interacciones con orientaciones favorecidas, ya que, en función de la diferencia de carga y tamaño entre un nanotubo y una nanopartícula esférica que interactúe con el mismo, la partícula se acoplará a uno de los extremos o a uno de los lados. Lamentablemente, al igual que con las fuerzas de Van der Waals, es complicado concretar la función de estas interacciones en el proceso de autoensamblado debido a todos los demás efectos que intervienen en la formación de nanoestructuras. 11 Fuerzas magnéticas Vamos ahora con las interacciones debidas a las fuerzas magnéticas. El autoensamblado de nanopartículas magnéticas regido por este tipo de interacciones se basa en que estas partículas tienden a alinear su momento magnético con la dirección del campo magnético al que están sometidas, ya sea un campo magnético producido por otras partículas cercanas o un campo aplicado para buscar un ordenamiento concreto. Los ensamblados de nanopartículas magnéticas son especialmente importantes hoy día, ya que tienen multitud de aplicaciones en medicina, biología y en dispositivos de almacenamiento de información. Las nanopartículas, en función de ciertos parámetros, pueden encontrarse en el régimen ferromagnético, en el que el momento magnético de las partículas se mantiene constante, o en el régimen superparamagnético, en el que el momento magnético de las partículas varía constantemente de forma que su valor es nulo en promedio y sólo muestran momento magnético bajo la acción un campo externo. Un material puede pasar, por ejemplo, del régimen ferromagnético al superparamagnético aumentando su temperatura por encima de una temperatura límite, la cual depende principalmente del tamaño de las partículas. Por lo tanto, para controlar correctamente el autoensamblado de partículas magnéticas, es importante conocer esta temperatura límite para trabajar en un régimen u otro según se desee. La principal contribución de la interacción magnética al autoensambladoes la interacción entre dipolos, la cual es direccional y puede ser tanto atractiva como repulsiva. Su magnitud está definida por la máxima energía magnética al contacto y, aunque no tienen una longitud de escala definida, su intensidad decae rápidamente a largas distancias. Debido a la direccionalidad de la interacción, las estructuras autoensambladas por interacciones magnéticas son más complejas que las formadas por las interacciones atractivas vistas hasta ahora, formando cadenas o anillos que se juntan para crear redes de tipo gel. Además, aplicando un campo magnético externo podemos aumentar la intensidad de la interacción para formar redes tetragonales centradas en el cuerpo (tbc) o inducir el autoensamblado de partículas con un momento dipolar reducido, quedando este alineado con el campo magnético. Estos comportamientos son observados cuando la concentración de nanopartículas es ciertamente reducida, ya que cuando estamos en sistemas más concentrados la interacción dominante son los efectos entrópicos, de los cuales hablaremos más adelante. Además, cuando tomamos partículas de tamaño reducido, las Fuerzas de Van der Waals dominan sobre la interacción magnética, por lo 12 que la escala del sistema con el que estamos trabajando es determinante en estos procesos. Fuerzas entre superficies moleculares Un tipo de interacción con muchos efectos en el autoensamblado son las fuerzas entre superficies moleculares. Estas son las responsables de la formación de cristales y moléculas complejas o, dicho de otra manera, son las fuerzas existentes en los enlaces que forman moléculas, cristales y otras estructuras. Aunque individualmente sean relativamente débiles, la fuerza total de estas interacciones es directamente proporcional al número total de enlaces existentes en la estructura. El rango de estas interacciones depende de las moléculas con las que se esté trabajando, pero siempre es del orden del tamaño molecular. Estas interacciones pueden usarse para producir estructuras autoensambladas acoplando moléculas a la superficie de los nanocomponentes, de las cuales sabemos cómo interaccionan entre ellas. Esto dará lugar a una gran variedad de estructuras que dependerán de la interacción entre estas moléculas. A continuación, vamos a comentar tres de estas interacciones que son útiles para los procesos de autoensamblado. Una de ellas es la interacción entre dipolos moleculares, presente entre moléculas que tienen un momento dipolar eléctrico permanente. De forma natural, estas interacciones no son lo suficientemente fuertes para inducir un ordenamiento, incluso en medios poco dieléctricos. Sin embargo, si acoplamos estas moléculas en la superficie de varias partículas, las interacciones entre las moléculas sí serán lo suficientemente intensas como para conseguir que las partículas se ordenen en estructuras concretas. En concreto, se ha comprobado que estas interacciones pueden emplearse para producir largos cristales tridimensionales de estructura hcp. Otra interacción es la existente en la formación de los enlaces o puentes de hidrógeno, en los que un protón sirve como unión entre dos átomos con carga parcialmente negativa, cuya magnitud depende mucho de las condiciones de la disolución y que, en general, solo se producen cuando tenemos un disolvente polar prótico, que contienen un enlace del tipo O-H o N-H2, como son el alcohol o el agua. Estas interacciones pueden emplearse para el autoensamblado de nanopartículas, nanotubos y, en concreto, son útiles para generar nanopartículas metálicas funcionalizadas. Además, si aumentamos el pH de la disolución, podemos modificar la 13 forma en que estas nanoestructuras se ordenan, llegando incluso a romper los enlaces por completo y deshacer la estructura. La tercera interacción molecular que vamos a tratar es un tipo específico de enlace de hidrógeno que se produce entre las bases complementarias de la cadena de ADN, de forma que la adenina sólo se enlaza con timina y la citosina sólo se enlaza con guanina. Esto es muy útil a la hora de producir estructuras autoensambladas ya que, acoplando a la superficie de varios objetos nanométricos cadenas simples de ADN, podemos controlar el ordenamiento de estos objetos eligiendo correctamente las bases de las cadenas, pudiendo crear así multitud de estructuras diferentes. Además, aumentando la temperatura por encima de una cierta temperatura límite que depende del sistema, podemos desactivar las interacciones, lo que nos da una herramienta más para generar diferentes estructuras autoordenadas. Mediante este tipo de interacciones, se han podido producir circuitos nanométricos a partir de metales y polímeros conductores, conjuntos ordenados de nanotubos y cadenas, anillos y espirales de nanopartículas. Efectos entrópicos Por último, vamos a comentar los efectos entrópicos presentes en un sistema que pueden conducir o favorecer la generación de estructuras ordenadas. Estos efectos no se valen de la interacción electromagnética entre los elementos del sistema para producir el ordenamiento, sino que se basan en las fuerzas atractivas y repulsivas que existen en los sistemas diluidos, como son las fuerzas de agotamiento, o en los efectos producidos simplemente porque el sistema esté altamente concentrado. Un ejemplo es la repulsión estérica, generada cuando un grupo de moléculas es aparentemente debilitado o protegido por grupos funcionales menos cargados y se producen entre cadenas de polímeros cuando se adhieren a la superficie de las partículas interactuantes. Este efecto es muy útil de cara a producir estructuras autoensambladas, ya que muchas veces las fuerzas atractivas del sistema son demasiado intensas como para generar un ordenamiento de las partículas. En estos casos, las repulsiones estéricas pueden emplearse para regular la intensidad de las atracciones, permitiendo así procesos de autoensamblado controlables mediante la elección de las cadenas poliméricas adheridas. 14 Otro efecto entrópico son las fuerzas atractivas de agotamiento, producido cuando en una disolución están presentes partículas o moléculas más pequeñas que los componentes del sistema. La atracción ocurre cuando los componentes de la disolución se acercan lo suficiente como para que ninguna de las partículas más pequeñas pueda colocarse entre ambas. En esta situación, las partículas grandes sufren una presión osmótica que las atrae entre sí, pudiendo llegar a producir estructuras autoensambladas como cadenas de nanocilindros unidos por la base, micelas de copolímeros de dos bloques o cadenas de partículas de plaquetas. El rango de estos efectos viene dado por el tamaño del soluto más pequeño y la intensidad aumenta si las partículas interactuantes son asimétricas o si la interacción se produce entre partículas y superficies. Cuando la concentración de soluto en el sistema es muy elevada, las partículas tienden a ordenarse maximizando el volumen del sistema que les corresponde, maximizando también la entropía del sistema y dejando así huecos en los que no entra ningún componente de la disolución. Cuando tratamos con sistemas muy concentrados de nanotubos, esto es especialmente útil, ya que la orientación de los tubos en una misma dirección conlleva un aumento significativo de la entropía del sistema, provocando al alcanzar una cierta concentración la transición entre la fase isotrópica, con los tubos orientados de forma arbitraria, y la fase nemática, en la que los nanotubos están orientados en la misma dirección. Estos efectos suelen tener lugar cuando el disolvente del sistema se evapora de forma gradual, aumentando así la concentración de soluto hasta que, al evaporarse el disolvente, el soluto cristaliza en una estructura ordenada. Todos estos efectos entrópicos pueden combinarse con diferentes tipos de interaccionesatractivas como las que hemos visto en este capítulo, de forma que podamos obtener una gran variedad de estructuras ordenadas. Tras haber estudiado varias de las interacciones que pueden dar lugar a estructuras autoensambladas, podemos concluir que la forma más eficaz y a la vez más compleja de avanzar en este campo es estudiar el efecto conjunto de varias interacciones diferentes, tanto atractivas como repulsivas, y aplicarlas a la producción de sistemas autoensamblados. 15 4 – Técnicas de preparación de sistemas autoensamblados La parte principal de este trabajo se centra en las técnicas de preparación empleadas para producir sistemas autoensamblados, así como el control que se tiene sobre las estructuras generadas mediante la variación de los parámetros del proceso y las posibles aplicaciones de estos materiales y técnicas de producción. Hay multitud de métodos de preparación, los cuales se pueden clasificar siguiendo varios criterios, como las especies que interaccionan, las interacciones que intervienen en el proceso, el medio en el que se produce el autoensamblado, etc. Por ejemplo, un tipo de técnicas de autoensamblado, en las que no vamos a profundizar, son aquellas que emplean cadenas de ADN como plantilla para producir estructuras nanométricas, como el crecimiento hilos de oro o adhiriendo segmentos de ADN a superficies y nanopartículas para que se ensamblen siguiendo un patrón específico. Por otra parte, los polímeros de bloque son también ampliamente usados para la formación de estructuras autoensambladas sobre plantillas previamente preparadas.5-7 En nuestro caso, vamos a separar las técnicas en 5 categorías, empezando por el autoensamblado por bombardeo iónico, en los que la incidencia de un haz de iones sobre una superficie produce nanoestructuras periódicas, cuyas características se pueden controlar modulando las condiciones del proceso. Continuaremos con los métodos de autoensamblado basados en fenómenos químicos, que se centran en la producción de diversas nanopartículas y sistemas ordenados en disoluciones. Después, hablaremos de los métodos electroquímicos, en los cuales el autoensamblado de las especies es dirigido mediante campos eléctricos y voltajes aplicados sobre una disolución concreta previamente tratada. También trataremos el autoensamblado empleando superficies como plantilla, que se vale de la deposición de átomos y moléculas en puntos energéticamente favorables del sustrato para producir estructuras nanométricas periódicas. Por último, trataremos el autoensamblado de nanoestructuras ordenadas dirigido por tensiones con redes con dislocaciones, que es un método muy eficiente de fabricación de materiales semiconductores. Para estudiar y caracterizar las estructuras formadas por autoensamblado, se emplean diversas técnicas de microscopía que proporcionan imágenes de alta resolución a escala nanométrica. Por lo tanto, vamos a comentar brevemente las 16 principales técnicas de microscopía, mediante las cuales se obtuvieron la mayor parte de las imágenes que veremos a lo largo del trabajo. En microscopía de fuerza atómica (AFM), una sonda lo más fina posible, idealmente de un átomo, se mueve próxima a la superficie del sistema que se esté estudiando, manteniéndose fija en un plano paralelo a la misma. Esta sonda mide la energía potencial entre la punta y el material, dando así una imagen topográfica de la superficie, siendo el eje z la energía potencial medida.8,9 La microscopía de efecto túnel (STM) emplea una sonda que mide la corriente del efecto túnel que se produce entre su punta y el material al aplicar un voltaje concreto. Por ello, solo se puede aplicar para muestras conductoras de electricidad, consiguiendo a cambio una elevada resolución atómica lateral y verticalmente.8,9 Por último, la microscopía de electrones se basa en bombardear la muestra con un haz de electrones acelerados y observar los resultados de las colisiones producidas. Cuando se miden los electrones secundarios, electrones del material que salen disparados por el impacto del haz, estamos hablando microscopía electrónica de barrido (SEM), mientras que, si se miden los electrones del haz después de ser transmitidos a través de la muestra, estamos hablando de microscopía electrónica de transmisión (TEM). Mediante programas de análisis de imagen, la información obtenida por estos tipos de microscopía nos da información del tamaño y forma de los objetos observados, así como de su estructura interna en el caso de TEM.8,9 4.1 – Bombardeo iónico Las primeras técnicas que vamos a estudiar son aquellas que emplean el bombardeo de iones sobre una superficie para producir patrones y estructuras nanométricas sobre la misma, pudiendo modificar ciertos parámetros del proceso para obtener un estado final concreto. Estas estructuras se forman debido a que un ion, si es suficientemente energético, al impactar sobre la superficie de un material penetra la capa atómica superficial y puede arrancar átomos de su posición de equilibrio, haciendo que se difundan por la superficie y creando vacantes en el punto de impacto. El ion continuará avanzando hasta que su energía disminuya por debajo de la necesaria para arrancar un átomo de la red. Los átomos difundidos pueden impactar de nuevo con la red y, si tienen la suficiente energía, arrancar más átomos que repitan este proceso, creando así también vacantes en el punto de colisión. Esto se reproduce hasta que la 17 energía de los átomos difundidos se reduzca lo suficiente como para que no puedan arrancar más átomos y sencillamente se depositen sobre la superficie.10 Al bombardear una superficie con un flujo constante de iones, estos sucesos se producen de forma continua y en gran cantidad, pudiendo dar como resultado estructuras nanométricas periódicas sobre la superficie, cuya naturaleza y características dependen de multitud de factores, como son la temperatura del sustrato y su composición, el flujo de iones, el ángulo de incidencia y la naturaleza del haz, que generalmente se compone de iones de gases nobles por no ser reactivos. En concreto, según el ángulo con el que inciden los iones sobre la superficie, hay tres posibles morfologías finales. A incidencia normal, la estructura obtenida es una red periódica de nanopuntos, ya que los átomos arrancados no pueden desplazarse mucho por la superficie y acaban formando crestas alrededor de las vacantes generadas en los puntos de impacto. Cuando el ángulo de incidencia aumenta, el patrón producido por el bombardeo es uno de surcos perpendiculares a la dirección de incidencia sobre el plano, de forma similar a las ondulaciones que el viento crea en la arena de las playas y desiertos. A medida que el ángulo se acerca a la incidencia rasante, las líneas dejan de ser perpendiculares a la dirección de incidencia y pasan a ser paralelas. Un ejemplo evidente de esta dependencia se muestra en la figura 1, en la que las líneas formadas sobre la superficie de Cu (110) cambian de orientación en el intervalo de 55º a 65º de ángulo de incidencia.11,12 Estos patrones, son una sucesión de picos y valles caracterizados por su rugosidad, la diferencia de altura entre un valle y un pico, y su periodo, que es la distancia entre picos. Estas dos propiedades se pueden modular controlando los demás parámetros del sistema, como el flujo y energía de los iones, o la temperatura del sustrato, teniendo en cuenta que, para temperaturas superiores a un cierto límite los átomos difundidos pueden depositarse de forma desordenada, impidiendo así la formación de patrones periódicos. También influyen características del sustrato, como la curvatura, composición o la red en la que se ordenan los átomos del mismo, de forma Figura 1: Imágenes de STM de 400 x 400 nm2 de una superficie de Cu (110) tras el bombardeo de ionesde Ar+ incidiendo con un ángulo de (a) 15º, (b) 55º, (c) 65º y (d) 70º respecto de la normal.12 18 que la dirección de incidencia respecto de la orientación de la red cristalina también es un parámetro que influye en el proceso.10 Para comprender mejor el efecto del bombardeo iónico, podemos estudiar la dependencia de la erosión producida localmente por el haz en función de los distintos parámetros, la cual viene dada por la ecuación: 𝑐 = 𝐽 𝑌(𝜃) 𝑐𝑜𝑠 𝜃 𝑁 Donde J es la densidad media del flujo del haz, es el ángulo de incidencia, N es la densidad atómica del sustrato y Y() es la eficiencia media de pulverización, que se corresponde con el número de átomos arrancados por ion incidente y es diferente según el material bombardeado. Por tanto, la erosión de la superficie es directamente proporcional al flujo del haz en inversamente proporcional a la densidad atómica superficial. Para ángulos de incidencia pequeños, Y() puede aproximarse por cos()-1 y, a partir de 60º, la función se estabiliza y decrece hasta llegar a 90º, ángulo para el cual no se produce erosión debido a que cos() se anula. El ángulo de incidencia para el que la erosión es máxima depende del material, y es aquel para el cual el producto de Y() y cos() es máximo. En resumen, bombardeando una superficie con iones se produce un ordenamiento espontáneo de los átomos de la red, formando así estructuras nanométricas autoensambladas sobre el sustrato, cuyas características dependen de los parámetros empleados en su producción. A continuación, vamos a estudiar casos concretos en los que se aplican estas técnicas para generar estructuras periódicas autoensambladas en superficies por bombardeo iónico. Producción de redes de nanopuntos de silicio Para empezar, vamos a hablar de la producción de redes de nanopuntos mediante el bombardeo de iones sobre una superficie de silicio, y de la dependencia de estas estructuras con la temperatura del sustrato y la duración del bombardeo. Las nanoestructuras de silicio tienen propiedades ópticas interesantes y están implementadas en muchos dispositivos actuales, por lo que un método de fabricación a gran escala, de bajo coste y que permita control sobre las características del material, como es el autoensamblado mediante bombardeo iónico, resulta muy ventajoso.13 19 Para la producción de la red de nanopuntos, se bombardea una superficie de silicio cortada por el plano cristalográfico (001) con iones Ar+ de 1 keV de energía, a incidencia normal durante 10 minutos. El bombardeo se realiza en una cámara a 2·10-4 mbar de presión, con la fuente de iones localizada a 15 cm de la superficie de silicio y un flujo total de iones de argón de 9·1017 iones/cm2. El proceso se realiza entre 300 K y 625 K para ver el efecto de la temperatura en la estructura resultante, calentando el sustrato por el lado opuesto al bombardeo al ponerlo en contacto directo con una fuente de calor.13 En la figura 2 podemos ver el patrón producido en la superficie tras 10 minutos de exposición para varias temperaturas. En la temperatura más baja, 300 K, observamos claramente una red de nanopuntos, los cuales miden entre 40 y 50 nm de diámetro y entre 5 y 6 nm de alto. A medida que la temperatura aumenta, los nanopuntos son más pequeños y la estructura pierde rugosidad. A partir de 525 K, el patrón pierde orden y la red se vuelve más compacta, y para temperaturas superiores a 550 K la red de nanopuntos desaparece.13 Para comprobar la dependencia de la red de nanopuntos con la duración del bombardeo, se procede de forma similar al experimento anterior. Los resultados que vemos en la figura 3, se obtuvieron siguiendo el procedimiento que acabamos de ver, salvo que en este los iones de argón estaban acelerados con 1.2 KeV de energía y la temperatura se ha mantenido constante, siendo el tiempo de exposición al haz el parámetro que se ha ido variando para comprobar sus efectos.14 Figura 2: Imágenes de AFM de la superficie de Si (001) tras el bombardeo iónico con una temperatura de sustrato de (derecha) 300 K, (centro) 500 K y (izquierda) 550 K.13 20 Como podemos ver en la figura 3, al bombardear durante 12 horas se ha obtenido una red de nanopuntos más ordenada y a mayor escala que cuando el bombardeo ha sido de 6 minutos. Sin embargo, aunque al tener diferentes escalas en las imágenes no lo parezca, la distancia entre primeros vecinos se mantiene constante en el tiempo y, en ambos casos, existe una simetría hexagonal de rango corto, tal y como se aprecia en las funciones de autocorrelación recogidas en la figura 3. Los nanopuntos formados en ambas situaciones tienen características similares, unos 6 nm de altura y entre 40 y 50 nm de diámetro, y están presentes en la superficie con una densidad de 3.5·1010 puntos/cm2.14 Por lo tanto, esta técnica se puede emplear para la fabricación en masa de redes periódicas de nanopuntos en superficies de silicio, teniendo control sobre la rugosidad y el periodo mediante la modulación de la temperatura. Además, se puede encontrar un tiempo de bombardeo óptimo en el que se alcance el tamaño y el nivel de ordenamiento deseados sin emplear más tiempo y recursos de los necesarios.13,14 Producción de nanosurcos en superficies amorfas de carbono En este caso, se bombardea una superficie de carbono para producir un patrón de surcos periódicos sobre la misma, además de estudiar la dependencia de estas líneas con el ángulo de incidencia de los iones y la energía de los mismos. Para ello, se emplean láminas finas de carbono tetraédrico amorfo, de unos 270 nm de grosor, crecidas sobre una superficie de silicio (100). Estas finas capas tienen una densidad de 3 g/cm3 y son extremadamente lisas, con una rugosidad media de 0.1 nm.15 Estas láminas de carbono son bombardeadas con iones Ne+ con energías entre 250 eV y 1.5 keV y un flujo total de 1·1017 iones/cm2, estando la superficie a temperatura Figura 3: Imágenes de AFM de la red de nanopuntos y su función de autocorrelación cuando el bombardeo iónico dura (izquierda) 6 minutos y (derecha) 12 horas. Las líneas de escala miden 277 nm para la red de la izquierda, 831 nm para la red de la derecha y 111 nm para las funciones de autocorrelación.14 21 Figura 4: Imágenes de AFM de la red de nanosurcos en la superficie de carbono cuando los iones bombardeados tienen una energía de 250 eV e inciden con un ángulo de (izquierda) 45°, (centro) 60° y (derecha) 75°.15 Figura 5: Imágenes de AFM de la red de nanosurcos en la superficie de carbono cuando los iones bombardeados tienen una energía de 1500 eV e inciden con un ángulo de (izquierda) 45°, (centro) 55° y (derecha) 65°.15 ambiente. Además, se emplean varios ángulos de incidencia, comprendidos entre 35° y 75°, para ver cómo cambia el patrón al incidir el haz con distintos ángulos.15 En la figura 4, podemos ver el patrón creado por el bombardeo de iones de neón con una energía de 250 eV y varios ángulos de incidencia. Cuando el haz se emite a 45° o menos, no se observa ningún patrón sobre la superficie de carbono. Cuando el ángulo aumenta a 60°, se aprecia una serie de nanosurcos periódicos orientados perpendicularmente a la dirección del haz, con una separación de 17 nm. Para ángulos mayores, las líneas y pasan a estar separadas 31 nm y pierden parte de su uniformidad.15 Para que los nanosurcos se aprecien mejor, se emplean iones con 1.5 keV de energía en el bombardeo, resultando en las estructuras que vemos en la figura 5. Como antes, a 45° no se observa ninguna estructura, ya que el ángulo de incidencia es demasiado bajo. A 55° podemos ver un patrón de nanosurcos perpendiculares a la dirección del haz, siendo ahora mucho más visibles que cuando la energía era de 250 eV, y con un periodo de 22 nm. Cuando el ángulo se aumenta a 65°, las líneas empiezan a orientarse ligeramenteen la dirección del haz, produciendo esa pérdida en la uniformidad de las líneas que también se observaba para energías más bajas, y la distancia entre surcos aumenta hasta 25 nm.15 22 De esta forma, hemos estudiado un método de fabricación de láminas de carbono con un patrón de líneas paralelas ordenadas, así como su dependencia con el ángulo de incidencia del haz de iones y la energía de los mismos. Estas superficies se pueden emplear como sustrato sobre el que depositar y crecer diversos materiales.15 Producción de nanosurcos en una superficie de Ag (110) El caso del bombardeo iónico sobre superficies metálicas es especial, ya que incluso una radiación prolongada, si no se realiza con las condiciones adecuadas, puede no afectar al material en absoluto. El caso que estamos estudiando, el bombardeo de la superficie de plata cortada por el plano cristalográfico (110), fue uno de los primeros experimentos en que se consiguió modificar la superficie de un metal mediante bombardeo iónico, creando un patrón de nanosurcos periódicos en la dirección 〈11̅0〉 de la red. Lo curioso de este patrón, entre otras cosas, es que se puede obtener con incidencia normal, algo que en materiales no metálicos daría lugar a una red de nanopuntos y nunca produciría ondulaciones periódicas en la superficie.11,16 Para que se genere este patrón, se parte de una superficie de Ag (110) limpia y se bombardea con iones de 1 keV y un flujo fijo de 3·1013 iones/(s·cm2) durante 15 minutos, seguido de unos minutos de enfriamiento hasta que la muestra llega a 200 K. Este proceso se repite para diferentes temperaturas en el rango de 230 a 400 K para estudiar su efecto en la estructura resultante. Tras todos los procesos, se obtienen patrones como los que vemos en la figura 6, según sea la temperatura del sustrato durante el bombardeo.16 En la primera imagen de todas, cuando la superficie está a 230 K, el sustrato sí ha sido modificado por el haz de iones, pero no hay ninguna estructura ordenada en él. Cuando la temperatura es de 250 K, la difusión en la dirección 〈11̅0〉 empieza a ser cada vez más importante y los cúmulos observados a 230 K comienzan a orientarse en esa Figura 6: Imágenes de STM del patrón formado sobre la superficie de Ag(110) tras el bombardeo iónico cuando la temperatura del sustrato era de (de izquierda a derecha) 230 K, 250 K, 300 K y 320 K.16 23 dirección. La temperatura óptima de difusión en la dirección 〈11̅0〉 es 300 K, para la cual observamos surcos bien definidos paralelos a dicha dirección y con una periodicidad de 63 nm. Para temperaturas cercanas a 320 K y superiores, el patrón de líneas periódicas desaparece pues se posibilita el traspaso de materia entre capas, haciendo que la difusión a lo largo de la dirección 〈11̅0〉 pierda prioridad.16 Estos experimentos se han realizado también para varios ángulos y direcciones de incidencia, obteniendo orientaciones y periodicidades similares a las resultantes del proceso a incidencia normal. Además, si no se realiza el enfriado de la muestra tras el bombardeo, el patrón de la superficie desaparece lentamente en el tiempo, por lo que este paso es importante si se desea conservar la nanoestructura producida.16 Mediante esta técnica, por tanto, se pueden producir nanoestructuras de plata a gran escala, y es aplicable a muchos otros metales, siempre y cuando se apliquen las condiciones de temperatura y energía de los iones adecuada para cada caso.16 4.2 – Métodos Químicos Las técnicas de preparación que vamos a estudiar a continuación, son aquellas que se basan en las interacciones existentes entre las distintas especies presentes en una disolución, como son la formación de determinados enlaces químicos o las propiedades hidrófobas e hidrófilas que puedan presentar, para formar estructuras autoensambladas ordenadas. Estas interacciones dependen principalmente de la naturaleza de los elementos disueltos, ya sean átomos o moléculas, la concentración de cada uno y la temperatura del sistema, así como de la composición del medio en el que se produce la interacción, por lo que escogiendo y controlando de forma adecuada estos parámetros, es posible modular las características que presentarán las estructuras autoensambladas resultantes. Mediante este tipo de técnicas, se pueden producir una gran variedad de materiales y nanoestructuras con multitud de aplicaciones diferentes. Son especialmente interesantes para la obtención de nanopartículas, tanto orgánicas como inorgánicas, que pueden ser empleadas en la fabricación de dispositivos de almacenamiento de información o en el campo de la biomedicina, entre muchas otras aplicaciones.7,17 Dado que hay un gran número de técnicas diferentes que entran dentro de la categoría de métodos químicos, nos vamos a centrar en el estudio de tres técnicas en 24 concreto: el autoensamblado de microesferas de poliestireno, la formación de nanopartículas metálicas y la producción de nanopartículas basadas en polisacáridos hidrófobos. Autoensamblado de capas de poliestireno Para la realización de esta técnica, se parte de una lámina de óxido de silicio de unos 300 nm, la cual se sumerge en una solución de poliestireno monodisperso. Para que se forme una única capa ordenada de microesferas sobre la superficie de SiO2, la disolución debe tener una concentración de 0.22% de poliestireno en porcentaje de masa y calentarse a 50 °C. Tras la formación de la monocapa, se depositan 120 nm de silicio amorfo sobre la muestra y se sinteriza a 500 °C bajo un flujo de 2 litros de nitrógeno molecular N2 por minuto, garantizando que el silicio depositado se haya adherido correctamente en los espacios creados entre las esferas. Para la fabricación de multicapas, la concentración en la disolución debe ser de 1.72% de poliestireno en masa, y la capa de silicio amorfo depositada debe ser de unos 3000 nm.18 Tras el proceso, las microesferas de poliestireno, de 660 nm de diámetro, se encuentran ordenadas sobre la superficie de óxido de silicio tal y como se observa en la figura 7, presentando defectos ocasionales, principalmente vacantes. Si la concentración de soluto en la disolución inicial no hubiese sido lo suficientemente alta como para producir una monocapa de esferas, estas se agruparían ordenándose en pequeñas islas distribuidas de forma no homogénea sobre la superficie.18 Estas estructuras pueden ser empleadas directamente como cristales fotónicos, siendo esta técnica un medio eficiente y barato de producir estos materiales en masa. Además, si se retiran las microesferas del sustrato, se obtienen estructuras 2D y 3D con forma de ópalo inverso, las cuales pueden emplearse como plantilla sobre la crecer Figura 7: Imágenes de SEM de (izquierda) monocapas y (derecha) multicapas de microesferas de poliestireno sobre una superficie de SiO2 Las líneas de escala son de 1 m y 10 m respectivamente.18 25 Figura 8: Imágenes de SEM de estructuras con forma de ópalo inverso (izquierda) bidimensionales, en el caso de la formación de monocapas, y (derecha) tridimensionales, en el caso de la formación de multicapas.18 átomos o moléculas, y obtener materiales ordenados siguiendo esta morfología. Para despegar las esferas de poliestireno, se sumerge el sistema en una solución de cloroformo a la que se le aplican ultrasonidos hasta que el sustrato queda limpio, obteniendo estructuras como las que se muestran en la figura 8.18 Formación de nanopartículas de hierro-platino (FePt) Esta técnica se centra en la producción de nanopartículas monodispersas de hierro y platino, las cuales pueden ordenarse sobre una superficie formando redes tridimensionales periódicas. Para acceder a los átomos de platino y hierro que van a formar las nanopartículas, se emplea acetilacetonato de platino, el cual se reduce a platino empleando 1,2 hexadecanediol,y pentacarbonilo de hierro, el cual se descompone a altas temperaturas dando partículas de Fe. Ambas reacciones se producen de forma simultánea en una solución formada por la mezcla de ácido oleico y oleilamina, que se encarga de la formación y estabilización de las nanopartículas de FePt y previene su oxidación.17 La composición de estas nanopartículas, la proporción de hierro y platino que las forman, puede ser controlada ajustando la relación entre la cantidad de hierro y de platino que se introduce inicialmente. Por ejemplo, con una relación molar de 3:2 moles de hierro frente a platino, se obtienen nanopartículas de Fe48Pt52, para una relación de 2:1 moles de hierro frente a platino, las nanopartículas resultantes son Fe52Pt48 y para 4 moles de hierro por cada mol de platino, las nanopartículas producidas son Fe70Pt30.17 El tamaño de las nanopartículas producidas es también modulable. Para ello, se forman inicialmente nanopartículas de 3 nm, su tamaño mínimo, y se van añadiendo más reactivos a la solución en la misma proporción, de forma que las partículas crecen en tamaño hasta un máximo de 10 nm.17 26 Figura 9: Imágenes de TEM de las estructuras formadas por nanopartículas de Fe50Pt50 sobre una superficie de SiO y cobre empezando para su formación (izquierda) ácido oleico y oleilamina o (derecha) ácido hexanoico y hexilamina 17 Cuando la disolución de nanopartículas FePt se coloca sobre un sustrato y se permite que el disolvente se evapore lentamente, las partículas se ordenan formando redes periódicas tridimensionales a gran escala. En este caso que estamos estudiando, se deposita 0.5 l de una disolución de nanopartículas de Fe50Pt50 de 6 nm, con una concentración de 1 mg/ml, sobre una superficie de óxido de silicio recubierta de una red de cobre. Manteniendo el sistema a temperatura ambiente, las partículas se autoensamblan formando redes hexagonales empaquetadas tridimensionales con 4 nm de distancia a primeros vecinos, tal y como se observa en la imagen izquierda de la figura 9.17 La forma en que se ordenan las nanopartículas depende de cómo se han producido inicialmente. Por ejemplo, si para producir las partículas se emplea ácido hexanoico y hexilamina como disolvente, la estructura que se forma sobre la superficie de SiO y cobre es una multicapa cúbica empaquetada con 1 nm de distancia a primeros vecinos, tal y como se aprecia en la imagen derecha de la figura 9.17 Una vez ensamblada la estructura tridimensional, si el sistema se somete a un tratamiento térmico de 30 minutos a 560 °C en un ambiente de N2 a 1 atm de presión, las nanopartículas de FePt se reordenan formando una red a gran escala de celdas tetragonales centradas en las caras. Mientras que las estructuras formadas sin aplicar el tratamiento térmico presentan superparamagnetismo, coercitividad nula, las partículas nanométricas formadas tras el recocido tienen un comportamiento ferromagnético, cuya coercitividad puede ser modulada variando la temperatura y duración del tratamiento térmico del material. Estos nanomateriales ferromagnéticos pueden emplearse para la fabricación de dispositivos de almacenamiento de información de alta densidad de bits.17 27 Producción de nanopartículas basadas en polisacáridos hidrófobos Los polisacáridos son materiales biosostenibles y biocompatibles, por lo que las nanopartículas compuestas de estos materiales tienen numerosas aplicaciones en el campo de la biología y la biomedicina. Estas nanoestructuras pueden prepararse empleando tanto técnicas top-down, en las que se induce la descomposición de un ensamblado de polisacáridos en nanopartículas, como bottom-up, en las que polisacáridos moleculares se agrupan y ordenan para formar nanopartículas.7 Dentro de las estrategias bottom-up, vamos a estudiar un caso concreto de autoensamblado de polisacáridos modificados con compuestos hidrófobos en disolución. En concreto, vamos a centrarnos en la producción de nanopartículas de acetato de celulosa, que es un éster hidrófobo habitualmente empleado en este tipo de experimentos.7 Para el autoensamblado de las nanopartículas, primero se disuelve el éster de celulosa en un disolvente orgánico, el cual es sustituido por agua destilada produciendo así el ordenamiento de los polisacáridos hidrófobos. Este intercambio se puede realizar de dos maneras; mediante diálisis o por goteo.19 Para la técnica de diálisis, se pone en contacto la disolución con el agua destilada a través de una membrana semipermeable de celulosa regenerada durante al menos 3 horas, tras las cuales las nanopartículas de acetato de celulosa estarán suspendidas en el agua. Para obtener las nanoestructuras que se observan en la imagen derecha de la figura 10, se disuelven 20 mg de acetato de celulosa en 5 ml de dimetilacetamida, el cual se sustituye por 500 ml de agua destilada empleando una membrana de diálisis de celulosa regenerada.19 Por otra parte, el método de goteo consiste en la adición de agua destilada en la disolución gota a gota, aunque también se puede realizar goteando la disolución sobre el agua destilada. Una vez se completa el goteo, la mezcla se agita a una temperatura concreta hasta que el disolvente inicial se haya eliminado de la solución acuosa, quedando así las nanopartículas suspendidas. Para la producción de los sistemas que se observan en las imágenes central e izquierda de la figura 10, se han disuelto 20 mg y 5 mg de acetato de celulosa respectivamente en 5 ml de acetona, y se han añadido 15 ml de agua destilada por goteo. Después, el sistema se ha agitado a 60 °C hasta que la acetona no esté presente en la disolución.19 28 Aunque el método de goteo parezca la mejor opción, por ser más barato y menos tóxico por emplear acetona, utilizando el método de diálisis las nanopartículas resultantes son esféricas, mientras que las producidas por goteo son irregulares y de tamaños dispares, por lo que el método más recomendable para fabricar nanopartículas regulares es el de diálisis. La estabilidad de las nanoestructuras formadas ha sido también estudiada, obteniendo que las nanopartículas suspendidas en la solución acuosa se mantienen estables en el tiempo y siempre que el pH se encuentre entre 3.4 y 10. Cuando el pH sale de este rango, las partículas se aglomeran y desestabilizan.19 Por tanto, siguiendo estos procedimientos es posible fabricar en masa y de forma eficiente nanopartículas de polisacáridos con aplicaciones interesantes en la biomedicina, principalmente en la administración de medicamentos, y que se mantienen estables en el tiempo.19 4.3 – Métodos Electroquímicos Además de los métodos químicos, también existen técnicas de autoensamblado que emplean métodos electroquímicos. Los principales procesos que llevan a la formación de estructuras ordenadas, aplicando estos métodos electroquímicos, son la anodización y la electrodeposición. La anodización consiste en la oxidación artificial de un metal inmerso en una solución de una composición determinada, generalmente un ácido, que funciona como electrolito. A esta solución se le aplica un voltaje, el cual provoca que las capas externas del metal se oxiden. Las características de la capa oxidada, principalmente el espesor, depende de las condiciones en las que se haya realizado el proceso. Los principales parámetros que podemos variar para controlar dicho espesor son la temperatura del Figura 10: Imágenes de SEM de nanopartículas una superficie de mica producidas mediante (izquierda) diálisis y (centro y derecha) goteo, con una concentración inicial de (centro) 1 mg/ml y (derecha) 4 mg/ml.19 29 sistema, el tipo de electrolito empleado, el voltaje aplicado y el tiempo de duración del proceso.20,21 Mediante la anodización de láminas de aluminio, como veremos en breve, podemos provocar el autoensamblado de láminas deóxido de aluminio, también llamado alúmina, con poros a escala nanométrica. Además, controlando correctamente los parámetros del sistema previamente mentados, podemos modular la estructura de las láminas de alúmina, siendo posible variar el diámetro de los poros y la distancia entre los mismo.21 Estas placas de alúmina porosa pueden emplearse como plantillas para conducir el autoensamblado de muchos otros materiales diferentes, como por ejemplo hilos metálicos que crezcan siguiendo la dirección marcada por los poros de la lámina. Esto nos da una forma eficiente y barata de producir numerosos objetos nanométricos con multitud de aplicaciones relevantes en nanociencia.20 La electrodeposición, por su parte, es similar al proceso de anodización, ya que se aplica un voltaje sobre un sistema formado por un material inmerso en un electrolito, salvo que, en este caso, el electrolito es una solución acuosa con iones del material a depositar y el voltaje produce la precipitación de dichos iones sobre el material inmerso. El proceso de electrodeposición debe ser controlado con mucha precisión, ya que es complicado producir una deposición uniforme del material. Por tanto, se debe escoger con cuidado la concentración de iones en la solución acuosa, el voltaje, el tipo de corriente aplicada, continua o alterna, y la temperatura del sistema.20 Como veremos más adelante, podemos emplear esta técnica en combinación con las plantillas de alúmina porosa obtenidas por anodización para generar estructuras y materiales muy interesantes. Autoensamblado de alúmina porosa Para empezar, vamos a estudiar en detalle un ejemplo de la técnica de autoensamblado de alúmina porosa. En este caso en concreto, las celdas tendrán un tamaño de 500 nm, que es mayor al habitual. Como comentamos antes, la alúmina porosa anodizada se forma mediante la oxidación anódica del aluminio, resultando en una red hexagonal de poros. El parámetro de celda de la red depende principalmente del ácido usado como electrolito, obteniendo, por ejemplo, una celda de 65 nm al usar ácido sulfúrico y una celda de 100 nm al emplear ácido oxálico. Dependiendo del ácido empleado, inducir el autoensamblado requiere un voltaje diferente, siendo 25 V para el 30 ácido sulfúrico y 40 V para el ácido oxálico. En este caso que estamos revisando, se emplea una solución de ácido fosfórico como electrolito, ya que se sabe que produce anodización a voltajes bastante altos, lo cual nos interesa pues se busca un parámetro de celda mucho mayor al de los otros casos.21 Para conseguir el autoensamblado de la alúmina porosa, se parte de una lámina de aluminio con una pureza del 99.999% y de dimensiones 10 x 50 x 0.3 mm y se sumerge en una solución de 60% de ácido perclórico y etanol con fracción de volumen ¼ para electropulirla durante 4 minutos a 10 °C con una corriente constante de 100 mA/cm2. De esta forma, se elimina material de la parte más superficial de la lámina, suavizando las posibles imperfecciones que pudiese tener. Una vez pulido el aluminio, se sumerge en la solución de ácido fosfórico, con una concentración de 0.3 moles por litro de disolución, y, manteniendo el sistema a 0 °C, se le aplica un voltaje de 195 V de corriente continua durante 16 horas. Al finalizar el proceso de anodización, se elimina el sustrato y la parte inferior de la capa de óxido, llamada capa barrera, y se obtiene una lámina porosa como la que se muestra en la figura 11.21 Como indica la imagen, la extensión de dos celdas es 1 m, por lo que cada celda mide 500 mn aproximadamente. En este caso la periodicidad es muy buena y tiene muy pocos defectos ya que el tiempo de anodización ha sido bastante elevado. De haber reducido el tiempo que se aplica el voltaje, el patrón sería mucho más irregular y, aunque seguiría habiendo poros, estos no serían tan regulares como los que vemos en la imagen.21 Además, para evitar que en el proceso de anodización se generen puntos de temperatura mayor que 0 °C, el sitema fue removido empleando un agitador magnético. Si no se removiese la solución, el crecimiento del óxido se desetabilizaría y la lámina de óxido se destruiría.21 Figura 11: Imágenes de SEM de una lámina de alúmina porosa anodizada con 500 nm de parámetro de red.21 31 Este tipo de láminas, como comentamos al principio y veremos a continuación, pueden emplearse como plantilla para crecer nuevas estructuras a raíz de esta geometría tan especial. También se pueden emplear como redes de cristales fotónicos y como máscaras para la fabricación de cristales fotónicos. Esta técnica puede ser aplicada de forma bastante similar para fabricar láminas porosas de otros metales, como platino y oro.18,22 Autoensamblado de una red de nanohilos de níquel Como vimos antes, las láminas de alúmina porosa son muy interesantes para emplearse como plantillas sobre las que depositar y crecer materiales que sigan la forma y dirección de los poros, formando así redes de nanohilos con una periodicidad y grosor variables según cómo hayamos construido la lámina en cuestión. Además del método anterior, las plantillas de alúmina porosa se pueden diseñar mediante métodos de litografía top-down, como bombardeo de electrones o litografía de nanoimpresión, pero estos son mucho más caros y menos eficientes.20,23 Para esta técnica en concreto, se emplea una lámina de alúmina porosa, de 700 nm de grosor, autoensamblada siguiendo el método anterior, empleando como electrolito ácido oxálico en vez de ácido fosfórico, teniendo así que la distancia entre dos celdas de la red sea de unos 100 nm. Sobre esta lámina, se crece níquel de una solución acuosa mediante electrodeposición, la cual se puede realizar empleando corriente continua o alterna. Ya que la deposición del material empleando corriente continua no es uniforme ni estable, en este caso se emplea corriente alterna para generar los hilos de níquel.20 Antes de comenzar con la electrodeposición del metal, se reduce la capa barrera existente en los poros. Esta capa barrera, que mencionamos en el apartado anterior, es una acumulación no uniforme de óxido dentro de los poros, y de su espesor y uniformidad depende el voltaje necesario para la electrodeposición y su eficiencia, además del diámetro de los propios poros. Por tanto, reduciendo e igualando la capa barrera se aumenta la uniformidad del proceso y se disminuye el voltaje necesario para el llenado de los poros. Para conseguirlo, primero se calienta el ácido oxálico a 30 °C y se mantiene durante 3 horas, tras las cuales se vuelve a enfriar a 2 °C. A continuación, la lámina se anodiza dos veces durante 15 minutos, empleando corrientes constantes de 290 mA/cm2 y 135 mA/cm2 respectivamente. Al completar este proceso, la capa barrera será más fina y uniforme que antes, haciendo que el diámetro de los poros sea mayor y que la deposición de material pueda realizarse de forma mucho más uniforme. 32 La capa de barrera no debe reducirse mucho más, ya que esto conllevaría la separación de los hilos de níquel y la placa de alúmina, lo cual no interesa en absoluto, ya que impediría muchas de sus aplicaciones, como sistemas de almacenamiento de datos.20 Una vez se ha tratado la plantilla, se procede a la precipitación de los iones de níquel desde la solución acuosa a 35 °C, en la cual están disueltos una mezcla de compuestos ricos en níquel, manteniendo así una alta concentración de iones en todo momento. En vez de una electrodeposición mediante corriente alterna normal, para esta técnica se emplea la electrodeposición pulsada, en la que el voltaje no varía de forma uniforme con una frecuencia determinada, sino que cambia de forma brusca con el periodo deseado, controlando así de forma precisa la velocidad de precipitación y la concentración de iones en la intercara de la deposición. Un periodo de electrodeposiciónpulsada está dividido en tres partes: primero un pulso de voltaje negativo en el que se produce la deposición del metal, después un pequeño pico de voltaje positivo que decae rápidamente a voltaje 0, y la tercera zona en la que el voltaje es nulo durante un tiempo relativamente largo. El pico de voltaje positivo descarga el sistema e interrumpe la deposición del material, ayudando además a corregir las posibles discontinuidades presentes en la capa barrera. Durante la fase de voltaje nulo, la concentración de iones en la solución se restaura, garantizando así que la concentración de níquel sea alta en todo momento y la deposición sea lo más homogénea posible. Los parámetros óptimos empleados para la electrodeposición pulsada en este caso, son: - Pulso negativo de 8 ms con una corriente de -70 mA/cm2 y con un voltaje entre -8 y -12 V - Pulso positivo de 2 ms con una corriente de 70 mA/cm2 y 3 V de voltaje - Tiempo de reposo con corriente y voltaje nulo de 1 s.20 Si el tiempo de reposo es demasiado largo, a partir de 2 segundos aproximadamente, los poros pasan un mayor tiempo en contacto con el electrolito, llegando a provocar desprendimientos de la lámina de alúmina de un tamaño considerable.20 Al finalizar el proceso, obtenemos un sistema similar a los observados en la figura 12. La imagen de la izquierda se observó en un material para el que se emplearon parámetros diferentes a los óptimos indicados arriba, por lo que se aprecian numerosas irregularidades y poros sin llenar de níquel. La imagen central muestra una red casi 33 perfecta salvo por poros puntuales que no han sido completamente llenados de níquel, la cual ha sido generada con los parámetros óptimos mencionados.20 La imagen de la derecha está tomada mediante la técnica de microscopía de fuerza magnética, y es sensible a la orientación magnética de los hilos de Ni. Las zonas claras corresponden a hilos cuya magnetización apunta en un sentido perpendicular a la lámina y las zonas oscuras a hilos con magnetización que apunta en sentido opuesto. Estos hilos funcionan como unos y ceros en un disco duro y pueden ser empleados para el almacenamiento masivo de datos. Si redujésemos el parámetro de red a 50 nm, el material resultante podría almacenar cerca de 50 Gbit/cm2.23 Este método es bastante flexible y permite modular tanto el tamaño de los hilos como la distancia entre los mismos. Además, se puede aplicar de forma análoga para la deposición y formación de nanohilos de otros metales, como cobre o hierro.20,23 Autoensamblado de una red de alúmina con nanosurcos En este caso, se parte de una lámina de aluminio y se anodiza para llegar a una estructura ordenada de pequeños conos separados por nanosurcos. Como veremos a continuación, en algunas zonas del material esta estructura existe a ambos lados de la lámina, siendo estas redes prácticamente inter-perpendiculares, de forma que el material crece en la misma dirección y en sentidos opuestos, y estando separadas por una fina capa de óxido de aluminio.24 Para la fabricación de este material, se recuece la lámina de aluminio, que tiene una pureza del 99.99%, a 500 °C bajo una atmósfera de argón durante 4 horas. Esto ayuda a que la hoja de aluminio se ablande y relaje sus tensiones internas. A continuación, el material se limpia con acetona y se sumerge en una solución acuosa Figura 12: Imágenes de SEM de una red de alúmina porosa llena de nanocables de níquel (izquierda) sin aplicar los parámetros óptimos y (centro) aplicando los parámetros óptimos. (derecha) Imágenes obtenidas por microscopía de fuerza magnética, diferenciando los hilos con polarización magnética up (claros) y down (oscuros).20,23 34 Figura 13: Imágenes de SEM de la red y los elementos de la misma (izquierda) a los 5 minutos de anodización y (derecha) a los 10 minutos de anodización.24 con 50 g de ácido fosfórico por litro para electropulirla y dejarla lista para la anodización.24 La lámina de aluminio elecetropulida se introduce en una solución de 1.2 moles de ácido sulfúrico por litro de disolución y se anodiza con un voltaje constante de 60 V durante 5 minutos. Tras ese tiempo, observamos que se ha formado una capa de alúmina encima del aluminio con estructuras desordenadas en forma de agujas. Si el voltaje seleccionado hubiese sido de 30 V, la estructura de esa capa de alúmina sería la red hexagonal de poros que hemos visto antes. Sin embargo, esta red desordenada de agujas no nos interesa, por lo que se erosiona químicamente con una mezcla de 60 g de ácido fosfórico y 18 g de ácido crómico por litro de disolución. A continuación, se anodiza la lámina por segunda vez empleando la misma solución acuosa con ácido sulfúrico, pero aplicando inicialmente 60 V que se reducen hasta 30 V. Para esta segunda anodización, se han tomado 5, 10 y 15 minutos de duración para comprobar las distintas fases del proceso de autoensamblado.24 A los 5 minutos de la segunda anodización, se observa una capa de alúmina ordenada en una red de pequeñas protuberancias, similares a las papilas existentes en la boca, con diámetros de entre 10 y 100 nm. Pasados los 10 minutos, estas papilas se agrupan formando conos bastante mayores, y al llegar a 15 minutos de anodización estos conos están mucho mejor formados, son más finos y afilados y tienen un diámetro de 500 nm, tal y como se observa en la figura 13. Estos conos están separados los unos de los otros por valles paralelos, que son los surcos de 20 nm que mencionamos al principio. En algunas zonas del material, se observan estas estructuras a ambos lados de una capa de pocas decenas de nanómetros, como las que observamos en la parte derecha e la figura 14.24 35 La formación de esta curiosa configuración mediante procesos de autoensamblado se debe a la ruptura del balance entre la oxidación electroquímica producida en la anodización y la abrasión producida por el ácido sulfúrico ya que, con voltajes tan elevados, la oxidación se produce a un ritmo que el poder de disolución del ácido no puede compensar. De ahí que, al aplicar un voltaje inferior, se obtenga de nuevo la red de alúmina porosa en la que ambos procesos están en equilibrio.24 El material resultante es muy hidrofóbico y puede ser empleado como superficie para microcanales de fluidos y tiene muy prometedoras aplicaciones biológicas y farmacéuticas. Además, estos resultados pueden ser útiles en la producción de nanoestructuras de silicio o de arseniuro de galio, ya que el proceso de anodización del aluminio es similar al de los semiconductores.24 4.4 – Autoensamblado en superficies Las siguientes técnicas de preparación que vamos a estudiar son aquellas en las que el autoensamblado se produce sobre la superficie de un material, la cual guía el ordenamiento espontáneo de objetos inicialmente desordenados que entran en contacto con dicha superficie, ya sea por deposición sobre la misma o por interacciones inducidas en una disolución. Las estructuras producidas por el autoensamblado sobre una superficie dependen principalmente de la velocidad con la que se deposita el material y de la velocidad de difusión que tiene dicho material sobre la superficie en concreto. Por tanto, las estructuras generadas se pueden modular controlando de forma adecuada estos dos parámetros, así como las condiciones Figura 14: Imágenes de SEM de (izquierda) la red y sus elementos a los 15 minutos de anodización y (derecha) una zona en la que la estructura se encuentra a ambos lados de la lámina.24 36 ambientales del sistema, la composición de los elementos del mismo y la geometría de la superficie.25 Este último parámetro, la geometría y simetría, es de especial importancia cuando se emplean superficies no homogéneas como sustrato. En estos casos, los objetos depositados se adherirán a la superficie en puntos específicos marcados