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Publicado en Revista Mexicana del Caribe Numero 15 (2003) LA REGIÓN GEOHISTÓRICA DEL CARIBE. LA TIERRA FIRME Y CARTAGENA DE iNDIAS A COMIENZOS DEL SIGLO XVI Antonino Vidal “Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni gente ni animales, ni plantas. El mar estaba en todas partes. El mar era la madre. Ella era pensamiento y memoria” Mitología Kogi 1. El medio natural. A escala regional, un elemento geográfico significativo para la comprensión del poblamiento prehistórico del norte de Sudamérica, las Antillas y Centroamérica, fue el carácter de mar interior que tuvo el Caribe para los pueblos indígenas que habitaban las costas ribereñas y sobre todo el papel primordial que jugó como centro de su mundo. Hecho que dio lugar a la configuración de una región geohistórica donde fue especialmente destacado el papel que representaron vientos y corrientes marítimas en el desplazamiento humano incluso a grandes distancias. El arribo de los grupos indígenas en sus canoas y piraguas de isla en isla y litoral continental, en los espacios marítimos interiores que conforman el Mar Caribe en una extensión de más de dos millones de Km 2 , se vio posibilitada por la configuración del parabólico arco antillano y de las cortas distancias que separan a las islas entre sí y con el continente, además de la acción constante de los vientos y las corrientes marítimas, que constituían, al permitir desplazamientos con relativa velocidad, verdaderos caminos de mar. 1 Durante los ultimos años hemos venido realizando una investigación acerca de las relaciones de Cartagena de Indias con la región histórica del Caribe, algo que los investigadores dedicados a la historia de aquel pais habían obviado. En los años 90 un grupo de historiadores costeños encabezados por Alfonso Múnera empezaron a plantear las preguntas desde la perspectiva regional mirando la historia de la costa colombiana de la región del Caribe2 desde el mar y no desde el mundo andino, desde donde se creó 1 Cunnil, “La Geohistoria”, 1999, p.24-27. Para un detallado estudio de las migraciones en el Caribe desde la prehistoria americana a finales del siglo XV de nuestra era, ver Veloz, “Las sociedades", 1999, p. 570-580. Sanoja, “Regiones" 1995-97, pp. 93-98. 2 Munera, El fracaso, Bel Lemus (comp), El Caribe, la historia de Colombia, obteniéndose resultados parciales y forzados a la necesidad de la construcción del proyecto político de la nación colombiana. Aprovechando la actualidad de la discusión y nuestro trabajo de investigación sobre el siglo XVII, nos planteamos bajar esta mirada a los primeros tiempos de la colonia y hacer algunas reflexiones al respecto, teniendo en cuenta los avances conseguidos en la interpretación de los poblamientos prehispánicos de la región en la década de los 90 por los arqueólogos. Observamos que desde los primeros años de la conquista, el Caribe tuvo una entidad propia como región y que fue el lugar donde los pueblos ibéricos organizaron su primera forma de vida en el Nuevo Mundo. Ello conllevó una serie de relaciones que necesariamente tuvieron que sustentarse sobre los patrones de asentamientros de los pueblos indigenas caribeños que fueron a su vez agentes activos en el desarrollo de los acontecimientos de este periodo. Por otro lado, el presente trabajo no deja de ser tan sólo una reflexión desde la historia y sobre todo, desde la posibilidad que nos ha brindado un trabajo de investigación más amplio sobre la ciudad puerto de Cartagena de Indias en la primera mitad del siglo XVII 3 , ello nos fue dando la posibilidad de recopilar datos, información y consultar autores que nos permitieron hacer este trabajo. En ningún momento pretendemos con estas reflexiones invadir el campo de los especialistas en antropología e historia prehispánica, queremos tan sólo pensar sobre la región, sobre ese mar cerrado, lugar de tantos encuentros, sobre ese laboratorio humano de mezclas e hibrideces. El Caribe y las Antillas constituyen arqueológica e históricamente un vasto espacio que incluye desde las costas del oriente atlántico de Sudamérica hasta lo que hoy es la República de Belice y península de Yucatán. Así como el arco de islas que, partiendo de la costa oriental de la actual Venezuela, se extiende casi hasta el sur de la Florida. En este enorme espacio la vida humana prehispánica se desarrollaron de muy variada manera sociedades muy ligadas al mar, que evolucionaron hasta alcanzar el manejo de las corrientes marinas y el medio ambiente rico en fauna. 4 La zona es una región natural de límites algo imprecisos pero con características comunes: es la faja de tierra continental que rodea un mar cerrado. La parte oriental estaría cortada al océano abierto por la pequeñas Antillas, Barbados, Dominica, Granada, etc., y al norte por las grandes Antillas. Es la región de clima tropical situada al norte del ecuador barrida por los vientos alisios nororientales, portadores de energía advectiva y humedad del Atlántico, vientos que soplan todo el año 3 Vidal Ortega, Catagena de Indias, 2002 4 Veloz “Las sociedades", 1999, p. 571. Parece demostrado que el tránsito de los primeros grupos preagricultores hacia las Antillas se produjo hacia el año 4000 a.C. Migraciones que se produjeron tanto desde Centroamérica como desde la costa oriental venezolana. y son de los más constantes y ricos en energía de la Tierra, 5 y que fueron los responsables directos de la llegada de los pueblos ibéricos primero y el resto de los europeos posteriormente. 6 Estos vientos soplan del Atlántico hacia el oeste, cruzando las islas a lo largo de las costas de la Tierra Firme empujando las aguas del mar Caribe contra las costas de la América central. Fue dentro de la corriente de vientos alisios donde los españoles encontraron su primera experiencia de vida en los trópicos americanos. Un clima cálido y húmedo que les permitió una rápida adaptación, pues las temperaturas extremas eran reguladas por la circulación de masas de aire, donde la variación térmica anual era muy pequeña entre los meses más cálidos y más fríos. 7 El cambio estacional se reduce a la sucesión de una estación seca y otra lluviosa. Es en el verano cuando llueve, aunque por provenir los españoles de una tierra donde el fenómeno de la pluviosidad se da en invierno, llamaron así a la época de lluvias. 8 En un intento de construir los límites naturales de la región comenzaremos por describirla. En el extremo oriental de la Tierra Firme está la península de Paria, tierra de exuberante selva tropical, que en dirección al oeste en poco mas de cien kilómetros se acaba convirtiendo en la árida y semidesértica península de Araya, la tierra de las famosas y deseadas salinas. En dirección oeste, las lluvias escasean durante más de mil quinientos kilómetros, y tanto las tierras como las islas que se proyectan junto al mar, comprenden una de las áreas más ásperas y en ocasiones inhóspitas —península de Guajira— de la región. A partir de Cartagena, hay un aumento de la pluviosidad, tanto en intensidad como en duración, hasta más allá del Golfo del Darién. En la cuenca del río Atrato, el Istmo de Panamá y partes de Centroamérica se encuentra una de las regiones más lluviosas de los trópicos, especialmente ocupada por extensas selvas pluviales, manglares y un sinfín de terrenos pantanosos. 5 Watt Las Indias,1992, cap 1. 6 Chaunu, Conquista, 1973. Céspedes, Las Indias, 1972. Parry, El descubrimiento, 1989. 7 Watt, Las indias, 1992, p. 42-43. 8 El intento implícito de los conquistadores de recuperar o reconstruir la zonalidad perdida, les llevó a trastocar la realidad estacional tropical americana, por las imágenes de sus zonas originarias, por lo que las temporadas de lluvias y sequías en el Caribe obtuvieron esas apelaciones. Cunill, "La Geohistoria", 1999, p. 79. Precipitación anual en el Caribe. Fuente: Watt. Climas de la región Caribe. Fuente : Watt. En cuanto a las islas de la región, reciben los vientos alisios de manera transversal y su modelo geográfico de época de lluvias es bastante complejo, debido a estar afectadas en función del relieve y la exposición solar. En su mayor parte las 1. Húmedo. 2. Húmedo. 3. Húmedo. 4. Húmedo. 5. Arido desértico. estaciones lluviosas de las islas son moderadas. En definitiva podemos decir que la historia natural de las islas (aves, reptiles, flora, grupos humanos, etc.) es básicamente una extensión reducida de la vecina Suramérica. Las islas son un corredor abierto a la dispersión orgánica por el sur, pero casi bloqueado al norte por el estrecho de la Florida. 9 2. La ocupación humana de la región. Región geohistórica, tal como la entendemos, se refiere a una comunidad de usos que de una misma región geográfica hacen diversos grupos territoriales diferenciados, los cuales a su vez están integrados por grupos domésticos que ocupan y usufructúan un determinado espacio geográfico. 10 Si las culturas se enriquecen al entrar en contacto con otras, los cambios y adelantos se desarrollan en el interior de los grupos mismos, después de adaptar a sus propias necesidades ideas y recursos materiales llegados del exterior. Y a través del mar Caribe, desde hacia varios miles de años, 11 se había configurado una región cultural donde las migraciones, los viajes —encuentros fortuitos en muchos casos—, la adaptación a un medio ambiente parecido, favorecieron los influjos entre los diferentes grupos humanos que lo habitaban. Como afirmaba Carl O. Sauer en los años ochenta, demostrado en la actualidad por los más recientes estudios arqueológicos llevados a cabo durante la década de los noventa en toda la región, 12 la población natural y autóctona que habitaba el Caribe era suramericana, étnica y culturalmente. 13 El arco oriental del Caribe, al que llegaron Cristóbal Colón y sus compañeros de viaje por el océano Atlántico, estaba dominado por dos pueblos principales, que desde el punto de vista lingüístico —pues sus culturas materiales eran semejantes en términos generales—, se podían dividir en dos subgrupos: los que hablaban caribe y los que hablaban arawako, cuya historia común se había originado en principio en las selvas tropicales de las tierras bajas del trópico sudamericano. Ambos son comunes en las regiones del norte y nordeste de Sudamérica. 14 En el momento del primer contacto europeo, todas las zonas del Caribe, salvo pequeñas áreas habitadas por poblaciones de mesoindios en lugares alejados e 9 Sauer, Descubrimiento, 1984, p. 19-21. Veloz, "Las sociedades", p. 571-586. 10 Sanoja y Vargas, Orígenes, 1992, p. 13-16. 11 Veloz, “Las sociedades", 1999 12 Ver los trabajos de Veloz y Sanoja, 13 Ibíd. pp. 21-22. 14 Brotherson, La América, 1997, p. 33. Quixalos y Auroux, S, “La geste du Caribe” inaccesibles, estaban ocupadas por gentes de una condición cultural y técnica más avanzada, familiarizadas con la agricultura, que hacían cerámicas de variados diseños y que eran marineros excepcionalmente diestros, y que en 1492 presentaban por doquier un conjunto bien equilibrado de rasgos culturales sudamericanos. 15 Los pueblos arawakos se habían expandido desde el continente a casi todas las islas habitables de las Antillas y habían aumentado demográficamente hasta ser poblaciones numerosas. A ellos, en una segunda oleada les siguieron los caribes, la última migración conocida por los pueblos originarios de la región antes de la llegada de los españoles, que se habían extendido por la mayor parte de las Antillas menores, al parecer pocas generaciones antes del descubrimiento. 16 Estas culturas, en general, conocieron y dominaron casi todo el litoral costero del Caribe. A excepción de las costas centroamericanas. Desde Panamá se hablaban lenguas de origen e influjos Chibchas por lo que estos grupos humanos estaban en mayor grado emparentados con las de la sierra norte colombiana. Pueblos con un grado de civilización menos complejo, aunque también de habla e influencias Chibcha, ocupaban las tierras caribes de Centroamérica hasta la actual Honduras. 17 Al norte de las grandes Antillas, el estrecho de la Florida formaba una barrera étnica entre el sur y Norteamérica muy marcada y clara. En Centroamérica se dio una separación cultural entre los pueblos aborígenes caribes y mesoamericanos, que nos permite establecer una línea imaginaria que iría desde el golfo de Honduras (el cabo Camarón) corriendo hacia el sur-sudeste hasta la costa más occidental de Panamá: aunque parece ser que la frontera de influjo cultural sudamericana se hallaba en una etapa de retroceso y disolución frente a la influencia de rasgos culturales de los pueblos mesoamericanas. 18 En general, las sociedades antillanas y de las costas continentales manejaban con propiedad y conocimiento su medio ambiente. Se trataba de navegantes 19 que mantenían ciertos contactos y en ocasiones llegaban a intercambiar algún tipo de objetos 15 Watt, Las indias, 1992, p. 85. Helms, "Los indios", 1990, p. 31-47. 16 Ibíd. p. 589. 17 Desde Panamá hasta Nicaragua, se depende del golfo del Darién y del Istmo de Panamá, el ‘lugar de los pescadores’ que sirvió de puerta de acceso al Pacífico y a los imperios del Perú mucho antes de que llegaran Balboa y Pizarro. Perteneció inicialmente a los orfebres Chibchas, cultura que creó un exquisito léxico sobre el oro en Tairona y Sinú. Sobre las áreas de influencia cultural de las sociedades prehispánicas de los Andes septentrionales ver, Reichel. Arqueología, 1997; Sanoja y Vargas “De Tribus", 1999, p. 200-221. Tovar. La formación, 1980. 18 Victoria. “Las sociedades", 1999, p. 315-349. 19 Robiou. “La navegación", 1993. Watt, Las Indias, 1992, p. 582. en lugares determinados de la región, facilitado por el desarrollo de actividades como la pesca en alta mar que les permitió tener conocimientos de la existencia de otros pueblos. 20 En realidad, hemos de hacer hincapié en la idea de que fueron acercamientos esporádicos, en ocasiones fortuitos, que sucedieron entre hombres que habitaban un mismo medio, pero que no llegaron a estar organizados regularmente bajo relaciones sistemáticas de intercambios, al menos hoy en día eso no ha sido demostrado por los arqueólogos que trabajan la región, y de todas formas parece muy difícil imaginarlo. Atendiendo a los testimonios que nos ofrecen las fuentes españolas en sus primeros contactos, las filiaciones étnicas de la costa colombiana y también venezolanas son más confusas, aunque en la actualidad los últimos avances y conclusiones a las que han llegado cierto grupo de investigadores venezolanos, manifiestan que la región geohistórica del noroeste de Venezuela —unida de forma natural a la península de la Guajira—, fue durante el periodo precolonial,un sitio de confluencia de diversas poblaciones aborígenes de Sudamérica, al mismo tiempo que el asiento de poblaciones milenarias relacionadas con los primeros inmigrantes que llegaron al continente sudamericano. Punto de vista que creemos puede aplicarse a la costa colombiana. 21 De todas formas los nativos de estas tierras nunca fueron bien descritos, pues salvo en determinados lugares —bancos perlíferos y bahías seguras para la navegación, etc.— estas costas no despertaron un interés excesivo de colonización de los invasores castellanos: al ser hostiles simplemente se les denominó caribe; aunque algunos lo eran y otros no. La máxima confusión la encontramos en el litoral costero de lo que sería la actual Colombia. Para los españoles, caribes eran los indígenas que comían carne humana, costumbre que no se ha podido comprobar que realmente se diera en este lugar de la costa. 22 También el uso de flechas envenenadas era considerado característico de 20 Ibid, p 582. Hay evidencias en las sociedades agrícolas de las isla de Cuba de influencias norcolombianas: algunos dioses alados, o murciélagos representados en colgantes planos, son similares a los de la región del área de Santa Marta. 21 Sanoja y Vargas. Orígenes, 1992 . Izard, Tierra Firme, 1987. 22 Sobre la investigación de las culturas prehispánicas de la zona costera del Caribe colombiano queda mucho por hacer, y sería muy importante conocer en mayor profundidad ese período histórico. Eso nos permitiría mejorar cualitativamente la interpretación de las fuentes de información colonial del periodo correspondiente al siglo XVI y XVII, y aprender sobre temas tan cruciales para la colonia como la influencia de la organización espacial indígena en el ordenamiento colonial, el conocimiento del medio, el aprendizaje del uso de recursos naturales desconocidos por los españoles, etc. Existen algunas obras aunque centrada en el área del río Sinú, el ya clásico estudio de Leroy Gordon´s. El Sinú,1987 (la primera edición en inglés es de Berkeley, 1957). Plazas La sociedad, 1993. Ver también el estudio más general, Helms, "Los indios" 1990, y por último, el trabajo de Herrera Poder local, 1996, donde se desarrolla la idea de que la ocupación espacial territorial casi siempre se hizo sobre los patrones de asentamiento que los indígenas habían establecido en el periodo prehispánico. estos pueblos. Los llamados caribes de Colombia son, pues, dudosos y no se identificó la lengua que hablaban. Lo que sí se puede afirmar, según Gerardo Reichel Dolmatoff, es que en las tierras bajas de la costa colombiana siempre había habido un denominador común en cuanto a condiciones climáticas similares, y de un sistema económico generalizado, que se basaba en recursos ribereños, lacustres y marítimos. La adaptación a ambientes específicos llevó a la diversificación y al advenimiento de culturas locales que, aunque a veces ocupaban valles vecinos, se diferenciaban mucho en su ámbito y contenido. Aparentemente aquí no hubo estilos-horizontes comparables a los Andes centrales, sino más bien una marcada diversidad debida al aislamiento geográfico y cultural, así como a las diferentes maneras cómo las gentes confrontaban su medio ambiente local. 23 Hoy en día los avances en investigaciones arqueológicas mantienen que en las bahías y las islas costaneras entre la desembocadura del Magdalena y el golfo de Uraba, agrupaciones de agricultores y pescadores, habían establecido un gran número de pequeñas aldeas y campamentos, muchos de ellos sobre dunas y lomas arenosas del litoral. La cultura material que se encuentra asociada a estos lugares está ejemplificada por el sitio arqueológico de Crespo, cerca de Cartagena. Existen en lugares como éste relaciones tipológicas con los complejos culturales del Bajo Magdalena y eventualmente con culturas de la costa venezolana y Panamá. 24 Hacia la otra orilla del Magdalena floreció uno de los complejos culturales más destacado de la región: los Taironas de la Sierra Nevada de Santa Marta, que se trató de una gran agrupación de aldeas de habla Chibcha, cuyo avance cultural fue notable y se acercó a una etapa de desarrollo que señala el nivel de una naciente organización estatal. Se trató de una federación de aldeas sometidas bajo la autoridad de jefes, los cuales combinaban en su persona funciones políticas, administrativas y religiosas. A comienzos del siglo XVI gran número de poblaciones de los Taironas se habían aglutinado en dos centros urbanos importantes y de este modo comenzaban a formarse dos federaciones, dos pequeños Estados incipientes y antagónicos. Un centro en Bonda, situado en la parte plana, cerca de la actual Santa Marta, y el otro era Pocigüeica, situado en las faldas abruptas de la sierra. La base principal de subsistencia eran los grandes cultivos de maíz, pero fuera de este se sembraba la yuca, el auyama, frijoles y un gran número de árboles frutales. Una fuente importante de alimentos era el mar, y en algunas regiones se practicaba la apicultura en gran escala. Una hipótesis arqueológica 23 Warwick. “¿A dónde", 1991. Trabajo que nos explica cómo el uso de los bosques y el manejo de los recursos hídricos de la sierra por parte de los Taironas afectó directamente al hábitat, ya de por sí árido, de los pueblos indígenas de la Guajira. 24 Reichel, Colombia, 1998, p. 59-82. mantiene que el origen de los pueblos Taironas es centroamericano y que llegaron a las costas de Santa Marta por mar, puesto que faltan todos los indicios de una migración por tierra. A este respecto es de sumo interés tener en cuenta las tradiciones de los indios Kogi de la sierra, tribu actual que se identifica con los antiguos Taironas y que afirma que sus antepasados vinieron por vía marítima hace 52 generaciones, huyendo de un país amenazado por erupciones volcánicas. A lo que hay que añadir el hecho de que la actual cultura de lo Kogi contiene muchos elementos ideológicos que más hacen pensar en un origen mesoamericano, de carácter mayoide. 25 Los auténticos caribes diferían de los grupos arawakos y chibchas en su organización política: los dos últimos se asemejaban a una especie de sociedad de clases en la cual generalmente la posición social era por línea hereditaria: constituían Estados regidos por gobernantes hereditarios que los españoles denominaron — adoptando el término empleado entre los arawakos de las islas— caciques; cacicazgos y señoríos es una categoría de sociedad indígena que se caracterizaba por una combinación de rasgos, ante todo sociopolíticos y económicos, es decir, una unidad política autónoma que abarcaba varias aldeas o comunidades bajo control permanente de un jefe supremo. Una etapa de desarrollo cultural que con frecuencia forma parte de una transición entre la sociedad tribal y la estatal, como mencionamos anteriormente en el caso de los Taironas. Los cacicazgos constituyeron un fenómeno frecuente en la evolución de Colombia, 26 Venezuela y Centroamérica, y muchos de ellos habían florecido en el siglo de conquista española, o sea, el siglo XVI. 27 A diferencia de esto, los pueblos caribes no tenían ninguna aristocracia de este tipo. Los primeros españoles que anduvieron por la región pronto observaron que el control o eliminación de los caciques dejaba a la población autóctona a merced de los nuevos amos. 28 La economía aborigen era prácticamente la misma en toda el área del Caribe. Pueblos agricultores y pescadores tropicales. El cultivo principalera de raíces ricas en almidones; plantas de antigua domesticación en Tierra Firme. 29 Los granos — principalmente el maíz, aunque también otros-, eran de menor importancia en las islas, mientras que en el litoral continental su importancia iba aumentando en dirección hacia 25 Ibídem, pp. 87-88. 26 El carácter jerarquizado de estas comunidades indígenas costeras de las costas de la actual Colombia, se pone de relieve en el tratamiento diferencial que se daba a los muertos, algunos de los cuales estaban asociados a ricas ofrendas en alfarería y orfebrería, y por el grado de organización de la fuerza de trabajo necesaria para construir, mantener y poner en servicio los extensos campos elevados de cultivo. Sanoja y Vargas “De tribus", p. 218. 27 Reichel, Arqueología, 1997, p. 180. 28 Sauer, Descubrimiento, 1984, p. 22. 29 Sanoja, Los hombres, 1981. Centroamérica, tal y como ha sido señalado por los arqueólogos como el lugar de origen y difusión. La pesca tanto en los ríos como en el mar proporcionaba abundantes alimentos, especialmente las zonas de manglares donde se podían encontrar una gran cantidad de recursos alimenticios marinos. En todas partes los aborígenes eran hábiles fabricantes de canoas —palabra de origen arawako adoptada por los españoles—, habituados a viajar en ellas hasta el punto de haber llegado a ocupar las más remotas regiones del Caribe partiendo de sus primeros lugares de residencia en Tierra Firme. 30 Las más septentrionales de las Antillas estaban pobladas, —con excepciones— por aborígenes que hablaban una misma lengua, obtenían sus medios de subsistencia del mismo modo, habitaban casas en forma similar, tenían la misma organización social y en su mayoría el mismo origen étnico. Un mismo pueblo con una civilización única ocupaba las Antillas Mayores. Se trataba de los arawakos del norte, separados de los arawakos de Sudamérica por los caribes de las Antillas menores. 31 Partiendo de la idea de que las regiones son, desde nuestra mirada de historiadores, espacios humanizados singulares, que son modificados y se reestructuran, precisamente, a través de la vida humana. 32 Haciendo hincapié en que una región es un territorio preciso pero no inmutable retomamos el momento de la llegada de los españoles a este espacio, a fines del siglo XV. El primer contacto se dio en las Antillas pero en poco tiempo, hacia el año 1500, ya se iba haciendo evidente que al sur de las islas había un territorio de proporciones continentales, que durante algún tiempo no tuvo nombre definido, nombrándose solamente partes específicas, hasta ser reconocido como Tierra Firme. Cuando se implantó más tarde la nueva organización política colonial, el nombre propio oficial de la costa meridional del Caribe, desde la península de Paria, hasta Centroamérica, fue la conocida Tierra Firme: Islas eran las Antillas y Tierrafirme, el litoral meridional del Caribe. Pronto los españoles descubrieron que la región bañada por el mar Caribe se trataba de un área con ciertas similitudes culturales: el estilo disperso de las poblaciones, la utilización de ciertos recursos naturales, hábitos alimenticios, las formas de organización social, etc 33 30 Sauer, Descubrimiento, 1984, p. 22. Ver también Pérez "Comercio", 1992, p. 29-32. 31” Sauer, Descubrimiento, 1984 p. 65; Pichardo, Los aborígenes, 1956; Cassa, Los indios, 1992. Deagan, “The Archaeology 32 Campi, "Historia regional", 1990. 33 El ordenamiento político de la isla de la Española estaba regido por unos jefes llamados Quebi, escrito de varios modos en las fuentes. PedroMartir de Anglería dice que Quivi Ciertas noticias coincidentes en las descripciones de los invasores, nos inducen a pensar en ciertas similitudes, contactos e influencias sociolingüísticas entre los distintos pueblos de la región; de las islas al continente y viceversa. Las afinidades culturales entre los grupos de población que habitaban por toda el área circuncaribe, se hizo evidente a los ojos de los nuevos protagonistas de la historia de la región, y aunque no fueran conscientes de ellos, sus testimonios así lo demuestran. Ya desde la época de Colón, se originó la distinción entre indios buenos y malos. A estos últimos se los llamó "caribes" o caníbales, al parecer unos indígenas procedentes de unas islas situadas al sur. Esta propuesta pronto fue atendida por los españoles. La maquiavélica distinción, desde nuestra perspectiva, obedecía fundamentalmente a la posibilidad de haber encontrado una extraordinaria fuente de beneficios: el comercio de esclavos. Durante los primeros años de explotación de los recursos auríferos de las Antillas, fue una de las actividades principales ejercidas por el grupo de los españoles que se instalaron en la región. 34 Aunque lo interesante aquí es resaltar la presencia de frecuentes navegaciones indígenas, por un mar familiar que formaba parte de sus vidas y que surcaban con seguridad y conocimiento desde bastante antes de la llegada de los pueblos íberos. En el segundo viaje de Colón, en el año 1493, los barcos se detuvieron en las islas que actualmente se corresponden con Guadalupe y Santa Cruz (Saint Croix), donde se produjo un choque violento con los "caribes". Como resultado de los enfrentamientos se consiguió liberar a algunas mujeres arawacas prisioneras, que posteriormente mostraron la ruta directa hasta la Española bordeando la costa de Puerto Rico; ello evidencia que esas mujeres poseían buen conocimiento de la geografía de las islas y de la navegación entre ellas. 35 Del mismo modo, en las costas del caribe centroamericano, Hernando Colón como cronista y testigo directo, describió en el cuarto viaje de su padre, una imponente canoa de origen Maya que recorría las costas de Centroamérica: […] una canoa tan larga como una galera, de ocho pies de anchura, toda de un solo tronco […] tenía en medio un toldo hecho de palma, no distinto del que llevan en Venecia las Góndolas, el cual defendía lo que estaba de tal modo que ni la lluvia ni el agua podían mojar significaba reyezuelo, y que en la Española los los Quebies del Istmo; Colón dice tambien que el cacique de Veragua se llamaba Quibio. Ramos Gomez, “Huellas”, 1992. 34 Mira, El indio, 1997. Deive. La esclavitud, 1995. 35 Sauer, Descubrimiento. 1984, p. 114. nada de lo que iba dentro. Bajo aquel toldo estaban los niños, las mujeres, y todo el bagaje y las mercancías. Los hombres que llevaban la canoa, eran veinticinco no tuvieron ánimo para defenderse de los bateles que les persiguieron […] se mando sacar de la canoa lo que le pareció ser de mayor vista y precio, como algunas mantas y camisetas de algodón sin mangas, labradas y pintadas con diferentes colores y labores […] espadas de maderas largas […] hachuelas para cortar leña, semejante a la que utilizaban los demás indios salvo que eran de buen cobre […] y por vituallas llevaban raíces y grano y cierto vino hecho de maíz […] y muchas de aquellas almendras que tienen por monedas.[…].36 Parece que esta fue la primera alusión directa, por parte de los europeos, a lo que podía ser un comercio indígena extenso y complejo, centrado en este caso entre México y el golfo de Honduras, aunque nos estamos refiriendo a una actividad de la alta civilización maya, por lo queno se puede afirmar que este tipo de viajes fuese realizado por los otros pueblos del Caribe. La descripción nos muestra un barco con cierta capacidad de navegación, complejidad técnica y una importante disposición para el almacenaje de productos. Embarcaciones que hacían singladuras por las costas centroamericanas dedicadas al intercambio de productos de todo tipo. Cuando fueron abordados por los bateles españoles no hubo ninguna resistencia agresiva, por lo que podemos entender que eran expediciones comerciales sin ánimo de violencia. Así, en el Caribe centroamericano, parece ser que existió algún tipo de relación de intercambios de diferentes artículos con lo que en un futuro próximo sería la Nueva España —la presencia del cacao como moneda lo demuestra—, y donde parece ser que se había desarrollado una navegación que unía de tiempo en tiempo determinadas zonas de estos territorios. Del mismo modo que Hernando Colón, Pascual de Andagoya, mencionaba a los chuchures de lengua extraña, que llegaron en canoa desde Honduras, y que murieron por efecto del clima, y comenta que en la segunda fundación de Nombre de dios todavía quedaban unos pocos. En este sentido, es posible, según el profesor Sauer, que el mencionado conquistador haga referencia a otro u otros indicios de navegaciones mayas a lo largo del Istmo. 37 El padre Bartolomé Las Casas describió también la presencia de un pan de cera de abeja en Cuba, que debió haber llegado de Yucatán. La arqueología cubana ha descubierto ocasionalmente fragmentos de cerámica maya, es razonable suponer por otra parte que los isleños, que surcaban libremente los mares y conocían los indicios de 36 Ibíd. p. 196 y 197. El texto de Hernando Colón lo extrajimos del libro de Sauer, donde el autor menciona que Pedro Mártir lo describe en sus escritos. 37 Ibid, p. 356. El principal relato de los Cunas, Tatkan ikala, se inicia con la creación y hazañas de héroes épicos (neles) dados a luz en bandejas de oro, como las que se producían en grandes cantidades en Panamá y se exportaban hasta las ciudades mayas de Chichén Itzá, en el norte de Yucatán. Brotherson, La América,1997, p. 34. tierras —por ejemplo, las poblaciones aborígenes, tanto de las costas continentales, como de las Antillas, debieron conocer perfectamente los vuelos estacionales de las aves terrestres de las islas al continente— llegaran también a Yucatán38. Los habitantes de las islas estaban capacitados para viajar por su mar, así lo demuestra el hecho de que iban y venían por ejemplo entre Jamaica y Barbados. 39 El cronista de las expedición de Cortés en México, Bernal Díaz del Castillo, en su viaje desde la isla de Cuba a las costas continentales de Yucatán (cabo Catoche) describía lo siguiente: Diez canoas muy grandes, que se dicen piraguas, llenas de indios naturales de aquella poblazón, y venían a remo y a vela. 40 En este sentido, el uso de las velas en la navegación indígena, nos hace concluir que poseían una cierta complejidad en las técnicas empleadas en la construcción de sus barcos, además de un buen conocimiento del movimiento de vientos y corrientes, aspectos ambos que permitieron la práctica usual de ciertas travesías marítimas, y la posibilidad con ellas de alguna forma de intercambio, desde luego no con el sentido económico que los españoles en su proceso de occidentalización impusieron en América, 41 se trataría con toda probabilidad de encuentros esporádicos, irregulares pero que parece evidente que sucedieron. Entendemos, según estos testimonios de los primeros españoles que arribaron a la región, que el mar Caribe era un lugar donde a lo largo de la historia se habían producido ciertos intercambios culturales a través de las navegaciones. Objetos, técnicas y determinados conocimientos circulaban entre el continente y las islas, donde se había constituido un espacio singular resultado tanto de una naturaleza concreta, compartida por todos, como de las culturas allí desarrolladas producto de la misma 42 . Respecto a las costas de la actual Colombia, los cacicazgos allí existentes en su base económica, a finales del siglo XV, habían alcanzado un nivel tan eficiente que 38 Domínguez et al “Las comunidades”. 39 Sauer, C.O. p. 321. 40 Ibíd. pp. 323. El texto de la crónica de Bernal Díaz del Castillo tomado del libro de Sauer. 41 Sobre este aspecto hemos tomado el concepto que nos ofrece Gruzinski “Las Imágenes", 1999, p. 498-567. Donde refiere lo siguiente: “La conquista no fue exclusivamente una fuente de perturbaciones y caos. En el área de influencia hispánica tuvo lugar una tentativa descomunal para transformar seres y cosas, mal expresadas con el término anacrónico de colonización. Por tanto, es preferible utilizar la voz occidentalización, por ser ésta más específica. La occidentalización constituyó en América un proceso ternario: el descubrimiento-exploración precedió a la conquista, la cual, a su vez, dio lugar a formas de dominación orientadas a la explotación de todos los recursos y energías de la Europa renacentista.”, p. 502-505. 42 J.Guerrero y M. Veloz, “los inicios”, 1988. permitía una acumulación de excedente que bien pudieron además de servir de recompensa de servicios en caso de guerra, utilizarse para algún tipo de intercambio 43 y, por tanto, de esta manera mantener esa relación de contactos hacia el Caribe y su región. 3. Una irrupción que lo alteró todo. En tan sólo ocho años de presencia de los navegantes españoles en la región, se empezó a advertir un conocimiento notable del mar que la bañaba. A comienzos del siglo XVI, el trazado de mapas de los nuevos descubrimientos progresó rápidamente. Los pilotos de las naos, utilizando los instrumentos técnicos de la época —brújulas, astrolabios, ballestillas, portulanos, cuadrantes, etc.—,44 registraron y designaron con minuciosidad los contornos e islas de las nuevas costas recién conocidas. La conformación de la costa occidental del mar Atlántico apareció por primera vez en el año mil quinientos en el mapa del piloto y navegante Juan de la Cosa, donde se representó a las Antillas y los bordes continentales de la Tierra Firme con bastante nitidez, es decir, las costas de la actual Venezuela y Colombia. Y al oeste de las islas, un difuso gran golfo enmascarado, primer atisbo de un mar tropical cerrado. Lo que no tenía nada que ver con un descubrimiento previo de América Central: los marinos ibéricos sabían que las mareas constituían características del mar abierto y habían observado que era muy escasa la variación de las mismas dentro de la cadena de islas. 45 Desde el primer desembarco de Colón el oro y la obtención de riquezas obsesionaron a los castellanos, dirigieron las exploraciones y dominaron sus acciones y comportamientos. El primer intento de colonización española que persiguió trasplantar el modelo agrario proveniente de la península fracasó, en las islas nadie quiso trabajar la tierra aún los labradores que venían asoldados para cavar y labrar la tierra y sacar el oro de las minas (se dedicaban) a haraganear y andar el lomo enhiesto, comiendo los sudores de los indios”.46 La gran mayoría de la actividad económica derivó hacia un modelo minero extractivo. Desde 1499 la Corona intentó participar de forma directa de las posibilidades económicas que ofrecían las Indias, debido a las expectativas levantadas en la península ibérica, y decidió otorgar licencias a expediciones independientes para salir de España a43 Las obras hidráulicas de los pueblos indígenas, tanto zenúes como Taironas, así lo demuestran. Plazas, La sociedad. 1993 y Reichel, La arqueología, 1997, cap. VII. 44 Cespedes, América., 1983. cap I 45 Ibíd. p. 16. 46 Palabras del padre Bartolomé de Las Casas en Historia de las Indias, Lib. I, cap. CLV,. Milhou, “Los intentos", 1974. descubrir y comerciar, 47 acabando de esta manera con el rígido monopolio colombino. Sencillamente, los monarcas reasumieron su libertad de acción en ultramar, había muchos intereses en juego y muchas expectativas de conseguir riquezas. Pronto se inauguró una nueva era de viajes comerciales, que marcaron el comienzo de la economía privada del Nuevo Mundo, que conjuntamente llevó aparejada la tarea de explorar ese nuevo espacio descubierto. Todos los establecimientos y actividades entre 1499 y 1517 se convirtieron en colonias de explotación rígidamente especializadas en la producción de oro. 48 La irrupción española en el Caribe tuvo un motivo, una causa principal: la posibilidad de extraer riquezas. De este modo los primeros años insulares estuvieron basados en la incautación directa de los excedentes de metales, perlas y piedras preciosas. El primer establecimiento español en el Caribe fue en la isla de Santo Domingo, llamada La Española, concebido al estilo de las factorías comerciales portuguesas de la costa occidental africana, modelo procedente a su vez de la tradición comercial mediterránea. Pauta que se extendería en los sucesivos años en los asentamientos posteriores que se implantaron por toda la región Caribe. Las factorías eran pequeños establecimientos comerciales para rescatar productos con las poblaciones naturales de las tierras recién descubiertas. Las primeras que fueron surgiendo en el Caribe insular se desarrollaron entre el descubrimiento del oro aluvial, de los bancos perlíferos y de un provechoso, aunque modesto, rescate o trueque de mercancías con los nativos de Tierra Firme. 49 Como consecuencia de la presencia y actividad castellana en el mar Caribe se produjeron dos fenómenos que vinieron a modificar bruscamente la fisonomía de la región indígena: El primero, la explotación aurífera en primer lugar de Santo Domingo, y luego, del resto de las Antillas, que se llevó a cabo mediante la compulsión violenta del trabajo de los naturales, que trajo como una de sus más relevantes consecuencias la desarticulación de las sociedades indígenas de las islas y posteriormente, del resto de la región, hasta el punto de desaparecer una importante proporción de ellas en tan sólo un cuarto de siglo. 50 Una vez que pasó el primer momento de explotación de los recursos 47 Fernandez Colección, 1825-29. Vol. 2, doc. 141; Moya, Después, 1987. 48 Céspedes, "Las Indias", Barcelona, 1972. 49 Ramos, Audacia, 1981. Parry, La época, 1964. 50 Sánchez Albornoz, La población, 1977. propios, en la española, a través de los excedentes generados y obtenidos de la misma, se buscaron otros lugares de inversión para los capitales extraídos, destinándose parte de ellos a financiar la expansión por las demás Antillas, Puerto Rico, Cuba, Jamaica, etc., y también por las costas de Tierra Firme. De esta forma se extendió la presencia española por todo el Caribe, motivando esto una época de viajes que ampliaron de una forma rápida el conocimiento de la región, y posteriormente su dominación y control definitivo. En segundo lugar, las expectativas de estas continuas exploraciones hicieron mas constantes las conexiones de la península Ibérica con el nuevo mar descubierto. Así, el espacio regional quedó conectado a la economía atlántica, por lo que sufrió una modificación y reestructuración profunda a través de la actividad humana de los nuevos visitantes. Desde este momento la región dejó de formar parte de un continente aislado y se convirtió en el lugar de conexión y encuentro de América con el viejo mundo. Ello supuso una profunda ruptura temporal en el curso histórico de la región, que llevó aparejada una violenta aceleración en el proceso de intercambios culturales en apenas unas décadas. Desde este momento la relación del hombre con la naturaleza cambió de forma brusca en toda la región. Hasta el momento del encuentro de los dos mundos, las sociedades originarias del Caribe habían procurado identificarse con la tierra, hacer que sus pueblos fueran una prolongación de la misma, que todo en sus vidas imitara el orden natural y limitaron sus actividades de transformación a lo indispensable para la supervivencia. Con la llegada de los españoles se construyó un mundo diferente, un mundo en conflicto con ella, poseido por la voluntad de saqueo y de dominación. Los mitos del Meta y de El Dorado tuvieron gran importancia en la Geohistoria de la invasión de la Tierra Firme. Fueron muchos los viajes expedicionarios que enriquecieron la aventura humana en territorios que hoy corresponden a Colombia y Venezuela, en función del imaginario y la avidez desencadenada por la fiebre del oro. 51 Las palabras del padre Bartolomé de las Casas describen perfectamente, como testigo y observador privilegiado de la época, el espíritu y las motivaciones que embargaron a aquellos hombres, y cómo se desarrollaron los acontecimientos que llevaron a estos marinos a explorar los extensos y desconocidos bordes continentales del mar Caribe. El texto seleccionado refiere el acontecimiento de la arribada de las naves 51 Ramos, El mito, 1981. del grupo del marino Rodrigo de Bastidas a Santo Domingo después de una expedición de dos años por las costas de la Tierra Firme entre 1500 y 1502: En este año de 1500, como cada día creciese la nueva de que la Tierrafirme tenía oro y perlas, y los que iban por la costa della, por rescate de cosillas de poco valor, como cuentas verdes y azules, y otros colores, y espejuelos y cascabeles, cuchillos y tijeras, etc., traían mucho provecho, y por poco que fuese, según entonces estaba España pobre en dinero, era tenido por mucho, y hacíase mucho con ello, y así crecía el ansia de ser rico en los nuestros, y hacía perder el miedo a navegar mares tan profundos y de tan luenga distancia, nunca jamás navegada, mayormente vecinos de Triana, que por la mayor parte todos son marineros […], un Rodrigo de Bastidas, vecino de Triana […], determinó armar dos navíos e ir a descubrir, juntamente con rescatar oro y perlas que era de todos el fin principal […]. [De Venezuela] navegaron la costa abajo, y pasaron por la ribera de la mar, de lo que nombramos al presente Santa Marta y Cartagena, y lo demás que es hasta la culata o ensenada que el golfo de Urabá […]. Decíase que traían dos o tres arcas de piezas de oro, que entonces se tenían por riqueza grande, y nunca tanta imaginada. 52 El primer acercamiento que se hizo a Tierra Firme fue por la zona que poco después fue conocida como la costa de las perlas, desde Paria hasta el Cabo de Vela en la Guajira. Estas expediciones fueron directamente al citado litoral y desde allí bordearon las sucesivas playas hasta la península de Araya donde por casualidad, según se desprende de las fuentes analizadas, descubrieron el comienzo de la costa de las perlas. Desde el estrecho entre la costa y la isla Margarita y hacia Cumaná, llegando hasta el cabo de Vela. Así se continuó avanzando por las costas, durante meses, con un comercio ventajoso. 53 En primera instancia, el éxito de estas expediciones fue comercialdebido fundamentalmente al trueque de las perlas, no por la localización de los bancos perlíferos; la información obtenida de estos viajes abrió nuevas y prometedoras posibilidades, y pronto se empezaron a obtener otros productos: palo de Brasil, cañafístula y, sobre todo, esclavos indígenas. La necesidad de aumentar el rendimiento y explotación de las minas aluviales auríferas de las islas, demandó rápidamente abundante mano de obra. Las poblaciones 52 Las Casas Historia, 1875-76, Libro II, capítulo 2. 53 Ramos, Los viajes , 1981. antillanas, sometidas a trabajos abusivos, mal alimentadas y expuestas a enfermedades desconocidas, pronto disminuyeron alarmantemente. 54 Desde el inicio del proceso de extracción del oro, las pequeñas islas y las costas de la Tierra Firme empezaron a proporcionar trabajadores forzados para la grandes Antillas. 55 El comercio pronto se transformó en saqueo. Como ejemplo de estas actividades podemos tomar las expediciones de la familia trianera de los Guerra. Ellos no parecían estar interesados ni en la exploración, ni en la colonización; fue el rescate lo que les llevó al comercio de pillaje y a la caza de esclavos, asolando a placer las costas de la Tierra Firme. 56 No resulta difícil entender cómo se fueron dilatando las navegaciones con estas actividades hasta las costas de Cartagena y el golfo de Urabá. 57 Las noticias de estos viajes y sus posibilidades, pronto despertaron un fuerte interés en la península. Y se estableció así una sólida organización, formalizada en el año 1503 con la Casa de Contratación, que controlaba los negocios y la administración de las Indias con un objetivo claro y único de aumentar los ingresos de Ultramar para la Corona. 58 Desde este año, se abrió la posibilidad de obtener licencias para descubrir y gobernar por todo el espacio Caribe que se empezaba a conocer, como un lugar donde se había desarrollado una atractiva contingencia económica sobre la que poder actuar. La Hacienda real padecía una necesidad de fondos crónica y en el Caribe se podían obtener en su forma más deseable: el oro. Entre 1500 y 1501, en las riberas del Sinú y en el golfo de Urabá, Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa encontraron cómo los aborígenes poseían piezas de oro en abundancia y calidad nunca antes vista. Juan de la Cosa en su primer viaje por las costas de la Tierrafirme había oído decir a los indígenas que el oro se encontraba hacia el Oeste. 59 En estas expediciones iniciales cuya naturaleza no era más que comercial, ni se 54 La economía aborigen había sido capaz de mantener una población numerosa en la abundancia y sin trabajo excesivo, pero su excelente equilibrio ecológico se hizo trizas con la presencia española por varias razones, una de las cuales fue la ignorancia dietética. El cazabe era nutritivo y se podía conservar fácilmente; se producía en gran cantidad y no parece que los trabajadores padecieran nunca escasez de él. Pero sólo los alimentaban con este pan, sin preocuparse por el necesario equilibrio alimenticio; las dosis de proteínas y grasas que antes se obtenían de la caza y la pesca fueron eliminadas porque pasaban todo el día en los pláceres mineros. Por tanto, los trabajadores indígenas se hallaron subalimentados. Ver sobre este asunto Crosby. Imperialismo, 1988. 55 Mira. El indio, 1997. 56 Vigneras, "Viajes", 1957, y también Tovar, La estación, 1997, cap.1. 57 Mantilla "Los viajes", 1945. Es sumamente interesante consultar para el periodo la colección Documentos Históricos para la historia de Colombia. Friede, 1955-60. 58 Sauer, Decubrimiento, 1984, p. 165. Sánchez-Bella La organización, 1968. Ots Capdequi, El estado, 1975. 59 Sauer, Decubrimiento, 1984, p. 183. encontraron minas auríferas, ni se buscaron. Lo cierto era que una gran parte de los artículos que se rescataron eran de oro fino, en forma de collares, canoas, trompetas, con formas de animales, etc., 60 lo que de aquí en adelante estimuló las expediciones de rescate por este litoral. En el primer contacto que hubo con los indígenas, estos se mostraron pacíficos y amistosos, al igual que había ocurrido con los habitantes de la costa de las perlas. Aunque el curso tranquilo de estos viajes contrasta con los acontecimientos que tuvieron lugar posteriormente en el mismo litoral costero. 61 El 30 de octubre de 1503, la reina Isabel concedió la autorización para capturar caníbales rebeldes. Sujetas a tales acciones punitivas se mencionaban específicamente la bahía de Cartagena, la isla de Barú, las islas de San Bernardo y la isla de Fuerte, supuestamente habitadas por indígenas caníbales que jamás admitirían ni escucharían a los capitanes. 62 Como afirma Carl O. Sauer, la provisión fue una carta blanca para futuras expediciones; cualquier capitán podía afirmar que los aborígenes eran caníbales y se resistían al cristianismo, lo que les legitimó el proceder de éstos como quisieron, con lo que se aprobaba la captura de esclavos americanos. Los resultados no se hicieron esperar, dejándonos una gran incertidumbre y confusión hasta hoy, acerca de quienes eran los nativos de la costa colombiana. La caza de esclavos se había iniciado con Guerra y Hojeda en la costa de Venezuela, y ahora toda la Tierra Firme estaba abierta a estas depredaciones. 63 La Corona sabía perfectamente que la labor de evangelizar a los indígenas no era más que una excusa que justificaba las acciones de sus súbditos, y tal vez su conciencia, pues durante años se repitieron las denuncias que manifestaban que los españoles no iban allí a adoctrinar sino a esclavizar a los aborígenes de esas tierras, consintiéndolo descaradamente por los notorios ingresos que le proporcionaban las armadas de rescate. 64 En este sentido escribió el teniente de gobernador de la isla de Cuba a S.M., en 1519 lo siguiente: 60 Lo que en la actualidad es atestiguado por las importantes colecciones que existen en los museos de oro de Colombia, destacando el de Santafé de Bogotá y Cartagena. 61 Sauer, Decubrimiento, 1984, p. 183-184. 62 Fernandez de Navarrete Colección , 1945, Vol. II , pp. 414-416. 63 Otte. “Los Jerónimos", 1989. 64 La corona cobraba el quinto de todos los beneficios obtenidos en los rescates. A partir de 1536 ordenó que se cobrase también el almojarifazgo de todos los indios esclavizados que se traían a las Grandes Antillas. Marrero. Cuba, 1972. Vol. II, p. 251. Que da lugar como hasta aquí se ha dado, a que algunas personas hagan armadas para ir a rescatar y descubrir por la Tierra Nueva, que él que ha descubierto se le hace muy notorio agravio como claramente parece porque su fin, de los tales españoles, no es pacificar, ni amansar a los indios, ni traerlos a nuestra fe. Y antes a robarlos y alborotarlos, porque desamparan sus haciendas como se ha visto por experiencia de dos navíos que con licencias de los padres Jerónimos, fueron de la isla de la Española a rescatar por las costas de Tierra Firme, que dejaron a los indios tan desabridos y aterrorizados que han aborrecido el trato y la conversación de los cristianos que por allí ahora pasa. 65 Un excelente relato de una de estas expediciones de comienzos del siglo XVI, concretamente la de Juan de la Cosa, que se llevó a cabo entre 1504 y 1506, lo ofrece el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de Indias, donde censuraal marino, que por entonces era asesor de la Casa de Contratación, de ser uno de esos descubridores que: Con más razón se podrían […] llamar alteradores y destruidores de la tierra, pues que su fin no era tanto servir a Dios, ni al Rey, como de robar. 66 Juan de la Cosa entró al Caribe por la isla Margarita y Cumaná, cargó una cantidad de palo de Brasil de excelente calidad y prosiguió hacia Cartagena, donde se encontró con las naves del marino trianero Cristóbal Guerra, quien había sido muerto en una escaramuza con los indios turbacos y Canapotes; sus hombres se hallaban enfermos, desalentados y sin un mando fuerte. Querían volver a España y Juan de la Cosa se puso de acuerdo con ellos para que se llevaran su cargamento de maderas y los esclavos que habían capturado en el camino. Para completar la carga atacó la isla de Codega, en la bahía de Cartagena, apresó a más de seiscientos indígenas, escogió los que más le gustaban y entregó el resto a los patrones de las naves de la familia Guerra. El viaje de Juan de la Cosa se extendió por toda la costa de la Tierra Firme, capturando esclavos por todo el camino hasta Cartagena, donde le habían precedido los Guerra, que encontraron allí su fin en una aventura esclavista, por lo demás insignificante. Los indígenas de los alrededores de Cartagena, asaltados primero por los Guerra y después por la expedición de Juan de la Cosa, 67 de ahora en adelante, 65 Carta de Diego de Velazquez a S.M. de 1519. AGI, Patronato 178, R6. Aunque no dudamos de que se trate de una auténtica confesión de lo que allí pasaba, debemos reseñar que Velázquez no pretendía defender los intereses de los aborígenes sino su propia exclusividad en la explotación de la Tierra Firme. Mira. El indio, 1997, p. 262. 66 No es el primero que es tratado y descrito por un cronista de esa manera. Fray Pedro de Aguado, hacia el año 1498, en sus escritos, decía de Juan Ojeda que al parecer fue el primero que recorrió el litoral Caribe de la actual Colombia “que vivía de hurtar o rescatar esclavos indígenas”. Historia de la provincia de Santa María y Nuevo Reino. Madrid, 1916-1917. 67 Que acabó pereciendo en uno de sus encuentros violentos con los indígenas turbacos. recibieron con fuerte hostilidad y rabia a los cristianos, siendo señalados desde ese momento por ello con el dudoso nombre de indios caribes. 68 Cartagena de Indias se convirtió desde entonces en uno de los puertos más destacados de la Tierra Firme; se conocía desde su descubrimiento por los marinos Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa, y siguió siendo el principal puerto de escala de la Tierra Firme durante todo el periodo de dominio español del Caribe. Su nombre, que aparecía ya en la provisión de la Reina contra los caníbales, declaraba su excelencia y su semejanza con el mejor puerto de España sobre el Mediterráneo. La ruta que tomaron los barcos de Alonso Hojeda y Diego de Nicuesa era la más corta y la más conveniente para los navíos procedentes de Santo Domingo; en invierno tenía la ventaja de los vientos del noroeste. Los barcos que iban directamente a Cartagena desde España seguían generalmente los vientos alisios todo el tiempo, como observa Herrera en su descripción de las rutas habituales de navegación, 69 Cartagena era, además, el punto de partida para el viaje hacia las costas centroamericanas, ya fuera directamente, aprovechando los vientos alisios, ya fuera la costa hacia el sur, por zonas de vientos inciertos. Pronto se supo que era conveniente regresar a Cartagena desde el Golfo del Darién, a fin de tener vientos y corrientes de través, para cruzar el Caribe hacia las islas del norte y proseguir hasta España (lo que posteriormente se convirtió en la ruta de las flotas). La excelente calidad y la ubicación del puerto fueron conocidas por los marinos desde el principio y durante todo el periodo colonial, 70 pero pasó una generación antes de que se instalara una población en ese lugar. 71 avidal@uninorte.edu.co Bibliografia 68 Sauer, Decubrimiento, 1984. 257. 69 Navarrete, Colección, 1825-1829. Vol. II, Sauer, Descubrimiento, p. 414-416. 70 Archivo General de Indias, Contaduría 145, R28. Contamos con el testimonio en 1570 de un capitán de los tercios españoles llamado Juan Díaz de Vallejera, que después de 27 años de servicio militares por toda Europa y el Mediterraneo, en un viaje de las flotas a Indias, en una nao de la Tierra Firme, declaraba sobre el puerto que era uno de los mejores del mundo. 71 Gomez Pérez, C. “Pedro de Heredia” Brotherson, Gordon. La América indígena en su literatura: los libros del cuarto mundo, Fondo de Cultura Económica, México, 1997. Cassa, Roberto. Los indios de las Antillas, Mapfre, Madrid, 1992. 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