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Cuestiones y Horizontes De la Dependencia Histórico-Estructural a la Colonialidad/Descolonialidad del Poder Quijano, Aníbal Cuestiones y horizontes: de la dependencia histórico-estructural a la colonialidad/descolonialidad del poder / Aníbal Quijano; selección a cargo de Danilo Assis Clímaco; con prólogo de Danilo Assis Clímaco. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2014. 860 p. ; 20x20 cm. - (Antologías) ISBN 978-987-722-018-6 1. Sociología. I. Assis Clímaco, Danilo, ed. lit. II. Assis Clímaco, Danilo, prolog. III. Título CDD 301 Otros descriptores asignados por CLACSO: América Latina / Dependencia / Colonialidad / Descolonialidad / Estado / Democracia / Capitalismo / Globalización / Poder / Imperialismo Aníbal Quijano Cuestiones y Horizontes Antología esencial De la Dependencia Histórico-Estructural a la Colonialidad/Descolonialidad del Poder Selección y prólogo a cargo de Danilo assis ClímaCo Colección antologías Editor Responsable Pablo Gentili - Secretario Ejecutivo de CLACSO Directora Académica Fernanda Saforcada Área de Acceso Abierto al Conocimiento y Difusión Coordinador Editorial Lucas Sablich Coordinador de Arte Marcelo Giardino Diseño de tapa e interiores Fluxus Estudio Correción de estilo Eugenia Cervio Impresión Gráfica Laf Primera Edición Cuestiones y Horizontes. De la Dependencia Histórico-Estructural a la Colonialidad/Descolonialidad del Poder (Buenos Aires: CLACSO, abril de 2014) ISBN 978-987-722-018-6 © Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723 CLACSO Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - Conselho Latino-americano de Ciências Sociais Estados Unidos 1168 | C1101AAX Ciudad de Buenos Aires, Argentina Tel. [54 11] 4304 9145 | Fax [54 11] 4305 0875 | <clacso@clacso.edu.ar> | <www.clacso.org> Patrocinado por la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo del editor. La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a los autores firmantes, y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretaría Ejecutiva de CLACSO. Índice Prólogo ........................................................................................................................................ 13 Bibliografía de Aníbal Quijano ................................................................................................. 55 EJE 1 HEtErogEnEiDaD HistóriCo-EstruCtural DEl poDEr y las tEnDEnCias DE la Crisis raigal DE la ColonialiDaD global DEl poDEr “Dependencia, cambio social y urbanización en Latinoamérica” ....................................... 75 En: Revista Mexicana de Sociología. Año 30, vol. XXX. Nº 3, julio-septiembre, 1968. “‘Polo marginal’ y ‘mano de obra marginal’” ........................................................................ 125 En: Imperialismo y Marginalidad en América Latina. Lima: Mosca Azul, 1977. (Primera edición: Santiago: CEPAL, 1970) “Sobre la naturaleza actual de la crisis del capitalismo (Primera conferencia)” ............ 171 En: Crisis imperialista y clase obrera en América Latina. Lima: Edición del autor, 1974. “América Latina en la economía mundial” ........................................................................... 199 En: Problemas del Desarrollo, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, vol. XXIV, Nº 95, octubre-diciembre, 1993. “¿Del ‘polo marginal’ a la ‘economía alternativa’?” ............................................................. 215 En: La Economía Popular y sus caminos en América Latina. Mosca Azul-CEIS. Lima, 1998. “El trabajo al final del siglo XX” ............................................................................................. 263 En : FOUNOU-TCHUIGOUA, Bernard. SY, Sams Dine. DIENG, Amady A. (eds). Pensée sociale critique pour le XXie siècle / critical social thought forthe XXIst century. Mélanges en I’honneur de/ Essais in honour of Sami Amin. Paris: L’Harmattan, 2003. “Colonialidad del poder y Clasificación Social”................................................................... 285 En: Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (eds). El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2007 (Primera edición en: Festschrift For Immanuel Wallerstein. En Journal of World Systems Research, vol. VI, Nº 2, Fall/Winter, pp.342-388. Special Issue. Giovanni Arrighi and Walter L. Goldfrank, eds. Colorado, 2000) . EJE 2 DE la Cultura polítiCa CotiDiana a la soCializaCión y la DEsColonizaCión DEl poDEr En toDos los ámbitos DE la ExistEnCia soCial “José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate. Prólogo a 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana” ...................................................... 331 En: Mariátegui. José Carlos 2007 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Caracas: Biblioteca de Ayacucho, 1979, 3ª ed. (Primera edición: 1979). “Nacionalismo, Neoimperialismo y Militarismo en el Perú (Introducción y Parte primera)” y “La modernización y homogeneización relativa del capitalismo en el Perú” .................................................... 429 En: Ediciones Periferia. Buenos Aires, 1971 (Primera edición bajo el nombre “Carácter y perspectiva del actual régimen militar en el Perú” en Documento de Seminario. Santiago de Chile: CESO-Universidad de Chile, 1970). “El nuevo terreno de la lucha de clases y los problemas de la revolución en América Latina”............................................................................................... 507 En: Crisis imperialista y clase obrera en América Latina Lima: Edición del autor, 1974. “¿Frente popular antimperialista o frente de trabajadores?” ............................................. 529 En: Sociedad y Politica, Nº 6, marzo de 1976. Lima, Perú. “Los usos de la democracia burguesa” ................................................................................. 545 En: Sociedad y Politica, Nº 10, noviembre de 1980, Lima, Perú. “Poder y democracia en el socialismo”................................................................................. 569 En: Sociedad y Politica, Nº 12, agosto de 1981, Lima, Perú. “La crisis en Europa del Este y la Izquierda en América Latina”....................................... 589 En: El Fujimorismo y el Perú. SEDES. Lima, Perú, 1995. “¿El fin de cual historia?” ........................................................................................................ 595 En: En Analisis Politico, Nº 32, Setiembre-diciembre, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. “Estado-nación, ciudadanía y democracia. Cuestiones abiertas” .................................... 605 En: Helena Gonzáles y Heidulf Schmidt, comps. Democracia Para Una Nueva Sociedad,Caracas, Nueva Sociedad, 1997. “Allende otra vez: en el umbral de un nuevo periodo histórico” ...................................... 625 En: América Latina en Movimiento, 2003. (Primera publicación: Il Manifesto, N° 11, Roma, 2003) “El ‘movimiento indígena’ y las cuestiones pendientes en América Latina” ................... 635 En: Revista Tareas, Nº 119, enero-abril. CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, R. de Panamá. 2005. pp. 31-62. EJE 3 iDEntiDaD latinoamEriCana y EuroCEntrismo; El nuEvo HorizontE DE sEntiDoHistóriCo y la DEsColonialiDaD DEl poDEr “Dominación y Cultura. (Notas sobre el problema de la participación cultural)” ....................................................................................................... 667 En: Quijano, Aníbal 1980 Dominación y cultura. Lo cholo y el conflicto cultural en el Perú (Lima: Mosca azul editores) pp. 17-45. Originalmente publicado en Revista latinoamericana de Ciencias Sociales (Santiago de Chile) N° 1-2, 1971) “Arguedas: la sonora banda de la sociedad” ........................................................................ 691 En: Hueso Húmero, Nº 19, octubre-diciembre, 1984. Lima, Perú. “La tensión del pensamiento latinoamericano” ................................................................... 697 En: Hueso Húmero, Nº 22, Lima, Perú, julio 1987, pp. 106-125 (Primera publicación: La torre, revista de la Universidad de Puerto Rico. Coloquio Marx ¿Para qué? Sociedad Puertoriqueña de Filosofía, Año XXXIV, No 131, 132,133, enero-setiembre 1986, Río Piedras, Puerto Rico). “Lo público y lo privado: un enfoque latinoamericano” ..................................................... 705 En: Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina. Ediciones Sociedad y Política. Lima, 1980. “Estética de la Utopía” ............................................................................................................ 733 Republicado en Hueso Húmero, Nº 27, Lima, Perú, 1990 (Primera publicación: En Estética y Sociedad en America Latina, CLACSO. Buenos Aires, Argentina, 1990). “La razón del Estado” .............................................................................................................. 743 En: Modernidad en Los Andes, Henrique Urbano y Mirko Lauer, eds., Centro Bartolomé de las Casas, Cusco, 1991. “‘Raza’, ‘Etnia’ y ‘Nación’ en Mariátegui: Cuestiones Abiertas” ......................................... 757 En: José Carlos Mariategui y Europa : El otro aspecto del descubrimiento. Lima: Ed. Amauta. pp. 167-188, 1992. “Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina” .............................................. 777 En: Colonialidad Del Saber Y Eurocentrismo. Edgardo Lander, ed. UNESCO-CLACSO 2000. Buenos Aires, Argentina. “El regreso del futuro y las cuestiones del conocimiento” ................................................ 833 En: Hueso Húmero, Nº 37. Lima, Perú, 2001. “¿Bien vivir?: entre el ‘desarrollo’ y la Des / Colonialidad del poder” ............................... 847 En : Ecuador Debate, Nº 84, diciembre del 2011 (Primera publicación como “‘Bien Vivir’ para Redistribuir el poder. Los pueblos indígenas y su propuesta alternativa en tiempos de dominación global”. En Informe 2009-2010 Oxfam. Pobreza, desigualdad y desarrollo en el Perú, Julio 2010). Introducción La colonialidad es uno de los elementos cons- titutivos y específicos del patrón mundial de poder capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial / étnica de la pobla- ción del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder, y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la existencia cotidiana y a escala * Castro-Gómez, Santiago y Grosfoguel, Ramón (comps.) 2007 El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global (Bogotá: Siglo del Hombre / Universidad Central / Insti- tuto de Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad Javeriana / Instituto Pensar). Primera edi- ción en Giovanni Arrighi and Walter L. Goldfrank (eds.) 2000 Festschrift For Immanuel Wallerstein en Journal of World Systems Research (Colorado) Vol. VI, no. 2, Fall/Winter, pp.342-388. Special Issue. Colonialidad del poder y clasificación social* social1. Se origina y mundializa a partir de Amé- 1 Colonialidad es un concepto diferente, aunque vin- culado con el concepto de colonialismo. Este último se refiere estrictamente a una estructura de dominación y explotación, donde el control de la autoridad política, de los recursos de producción y del trabajo de una pobla- ción determinada lo detenta otra de diferente identidad, y cuyas sedes centrales están, además, en otra jurisdic- ción territorial. Pero no siempre, ni necesariamente, im- plica relaciones racistas de poder. El colonialismo es, obviamente, más antiguo, en tanto que la colonialidad ha probado ser, en los últimos quinientos años, más pro- funda y duradera que el colonialismo. Pero sin duda fue engendrada dentro de éste y, más aún, sin él no habría podido ser impuesta en la intersubjetividad del mundo, de modo tan enraizado y prolongado. Pablo González Casanova (1965) y Rodolfo Stavenhagen (1965) propu- sieron llamar “colonialismo interno” al poder racista / et- nicista que opera dentro de un Estado-nación. Pero eso tendría sentido sólo desde una perspectiva eurocéntrica sobre el Estado-nación. Sobre mis propuestas acerca del concepto de colonialidad del poder, remito, sobre todo, a 286 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes rica. Con la constitución de América (Latina)2, en el mismo momento y en el mismo movimien- to histórico, el emergente poder capitalista se hace mundial, sus centros hegemónicos se lo- calizan en las zonas situadas sobre el Atlántico –que después se identificarán como Europa–, y como ejes centrales de su nuevo patrón de do- minación se establecen también la colonialidad y la modernidad. En otras palabras: con Améri- ca (Latina) el capitalismo se hace mundial, eu- rocentrado y la colonialidad y la modernidad se instalan, hasta hoy, como los ejes constitutivos de este específico patrón de poder3. En el curso del despliegue de esas caracte- rísticas del poder actual, se fueron configuran- do las nuevas identidades sociales de la colo- mis textos (1991: 11-29; 1993 y 1994). Véase, también, mi texto escrito junto con Immanuel Wallerstein: “America- nity as a Concept or the Americas in the Modern World System” (1992). 2 La apropiación del nombre “América” por Estados Unidos ha originado una extendida confusión que aquí nos obliga a recordar que originalmente el nombre correspondía exclusivamente a los dominios ibéricos en este continente, que abarcaban desde Tierra del Fuego hasta más o menos la mitad suroeste del actual territorio de los Estados Unidos. 3 Véase “La modernidad, el capitalismo y América Latina nacen el mismo día” (1991b). nialidad (indios, negros, aceitunados, amari- llos, blancos, mestizos) y las geoculturales del colonialismo (América, África, Lejano Oriente, Cercano Oriente, Occidente y Europa). Las re- laciones intersubjetivas correspondientes, en las cuales se fueron fundiendo las experiencias del colonialismo y de la colonialidad con las necesidades del capitalismo, se fueron configu- rando como un nuevo universo de relaciones intersubjetivas de dominación bajo la hegemo- nía eurocentrada. Ese específico universo es el que será después denominado modernidad. Desde el siglo XVII, en los principales cen- tros hegemónicos de ese patrón mundial de poder –en esa centuria no por acaso Holan- da (Descartes, Spinoza) e Inglaterra (Locke, Newton)–, desde ese universo intersubjeti- vo fue elaborado y formalizado un modo de producir conocimiento que daba cuenta de las necesidades cognitivas del capitalismo: la medición, la cuantificación, la externalización (objetivación) de lo cognoscible respecto del conocedor, para el control de las relaciones de las gentes con la naturaleza, y entre aquellas respecto de ésta, en especial de la propiedad de los recursos de producción. Dentro de esa mis- ma orientación fueron, también, ya formalmen- te naturalizadas las experiencias, identidades y relaciones históricas de la colonialidad y de Colonialidad del poder y clasificación social 287 ladistribución geocultural del poder capitalista mundial. Ese modo de conocimiento fue, por su carácter y por su origen eurocéntrico, deno- minado racional; fue impuesto y admitido en el conjunto del mundo capitalista como la única racionalidad válida y como emblema de la mo- dernidad. Las líneas matrices de esa perspecti- va cognitiva se han mantenido, no obstante los cambios de sus contenidos específicos, y las críticas y los debates, a lo largo de la duración del poder mundial del capitalismo colonial y moderno. Esa es la modernidad / racionalidad que ahora está, finalmente, en crisis4. El eurocentrismo, por lo tanto, no es la pers- pectiva cognitiva de los europeos exclusiva- mente, o sólo de los dominantes del capitalis- mo mundial, sino del conjunto de los educados bajo su hegemonía. Y aunque implica un compo- nente etnocéntrico, éste no lo explica, ni es su fuente principal de sentido. Se trata de la pers- pectiva cognitiva producida en el largo tiempo del conjunto del mundo eurocentrado del capi- talismo colonial / moderno, y que naturaliza la experiencia de las gentes en este patrón de poder. Esto es, la hace percibir como natural, 4 He discutido antes esas cuestiones en Modernidad, identidad y utopía en América Latina (1988) y en “Colonialidad y modernidad / racionalidad” (1991a). en consecuencia, como dada, no susceptible de ser cuestionada. Desde el siglo XVIII, sobre todo con el Iluminismo, en el eurocentrismo se fue afirmando la mitológica idea de que Euro- pa era preexistente a ese patrón de poder; que ya era antes un centro mundial del capitalismo que colonizó al resto del mundo y elaboró por su cuenta y desde dentro la modernidad y la racionalidad5. En este orden de ideas, Europa y los europeos eran el momento y el nivel más avanzados en el camino lineal, unidireccional y continuo de la especie. Se consolidó así, junto con esa idea, otro de los núcleos principales de la colonialidad / modernidad eurocéntrica: una concepción de humanidad, según la cual la población del mundo se diferencia en infe- riores y superiores, irracionales y racionales, primitivos y civilizados, tradicionales y moder- nos. Más tarde, en especial desde mediados del siglo XIX y a pesar del continuado despliegue de la mundialización del capital, fue saliendo de la perspectiva hegemónica la percepción 5 “Europa” es aquí el nombre de una metáfora, no de una zona geográfica ni de su población. Se refiere a todo lo que se estableció como una expresión racial / étnica / cultural de Europa, como una prolongación de ella, es decir, como un carácter distintivo de la identidad no sometida a la colonialidad del poder. 288 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes de la totalidad mundial del poder capitalista y del tiempo largo de su reproducción, cambio y crisis. El lugar del capitalismo mundial fue ocupado por el Estado-nación y las relaciones entre Estados-nación, no sólo como unidad de análisis sino como el único enfoque válido de conocimiento sobre el capitalismo; no sólo en el liberalismo sino también en el llamado ma- terialismo histórico, la más difundida y la más eurocéntrica de las vertientes derivadas de la heterogénea herencia de Marx. La revuelta intelectual contra esa perspecti- va y contra ese modo eurocéntrico de producir conocimiento nunca estuvo exactamente au- sente, en particular en América Latina6. Pero no levanta vuelo realmente sino después de la 6 Una crítica explícita al evolucionismo unilineal y unidireccional del eurocentrismo está ya presente, por ejemplo, en el libro de Haya de la Torre El Antiimperialismo y el APRA (escrito según su autor en 1924, aunque su primera edición es de 1932). La percepción de las relaciones económicas de poder en el Perú, implicada en el primero de los Ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928) de José Carlos Mariátegui, puede ser considerada como el embrión del concepto de heterogeneidad histórico- estructural, elaborado a mediados de los años sesenta. Véase mi libro Notas sobre el concepto de marginalidad social (1966). Segunda Guerra Mundial, comenzando, por su- puesto, en las áreas dominadas y dependientes del mundo capitalista. Cuando se trata del po- der, es siempre desde los márgenes desde don- de suele ser más visto, y más temprano, porque entra en cuestión la totalidad del campo de relaciones y de sentidos que constituye tal po- der. Desde América Latina, sin duda la más in- fluyente de las tentativas de mostrar de nuevo la mundialidad del capitalismo fue la propuesta de Raúl Prebisch y sus asociados, para pensar el capitalismo como un sistema mundial dife- renciado en “centros” y “periferias”. Tal visión fue retomada y reelaborada en la obra de Im- manuel Wallerstein, cuya propuesta teórica del “sistema-mundo moderno”, desde una perspec- tiva donde confluyen la visión marxiana del ca- pitalismo como un sistema mundial y la brau- deliana sobre la larga duración histórica, ha reabierto y renovado, de modo decisivo, el de- bate sobre la reconstitución de una perspectiva global en la investigación científico-social del último cuarto del siglo XX7. En ese nuevo con- 7 Véase, de Raúl Prebisch, Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano (1963), “Crítica al capitalis- mo periférico” (1976) y Capitalismo periférico, crisis y transformación (1981). Véase también, de Immanuel Wallerstein, The Modern World System (1974-1989). Colonialidad del poder y clasificación social 289 texto están hoy activos otros componentes del debate latinoamericano que apuntan hacia una nueva idea de totalidad histórico-social, nú- cleo de una racionalidad no-eurocéntrica. Me refiero a las propuestas sobre la colonialidad del poder y sobre la heterogeneidad histórico- estructural de todos los mundos de existencia social, de las cuales hablaré inmediatamente. La cuestión del poder en el eurocentrismo Tal como lo conocemos históricamente, el po- der es un espacio y una malla de relaciones so- ciales de explotación / dominación / conflicto articuladas, básicamente, en función y en torno de la disputa por el control de los siguientes ámbitos de existencia social: 1) el trabajo y sus productos; 2) en dependencia del anterior, la “naturaleza” y sus recursos de producción; 3) el sexo, sus productos y la reproducción de la especie; 4) la subjetividad y sus productos materiales e intersubjetivos, incluido el cono- cimiento; 5) la autoridad y sus instrumentos, de coerción en particular, para asegurar la re- producción de ese patrón de relaciones socia- les y regular sus cambios. En las dos últimas centurias, sin embargo, y hasta la irrupción de las cuestiones de subjetividad y de género en el debate, la mirada eurocéntrica no ha podido percibir todos esos ámbitos en la configuración del poder, porque ha sido dominada por la con- frontación entre dos principales vertientes de ideas: una hegemónica: el liberalismo; y otra subalterna, aunque de intención contestataria: el materialismo histórico. El liberalismo no tiene una perspectiva uní- voca sobre el poder. Su más antigua variante (Hobbes) sostiene que es la autoridad, acor- dada por individuos hasta entonces dispersos, lo que ubica los componentes de la existen- cia social en un orden adecuado a las necesi- dades de la vida individual. Aunque de nuevo actual, como sustento del neoliberalismo, du- rante gran parte del siglo XX cedió terreno a la predominancia de las propuestas del estruc- turalismo, del estructural-funcionalismo y del funcionalismo, cuyo elemento común respecto del problema es que la sociedad se ordena en torno de un limitado conjunto de patrones his- tóricamente invariantes, por lo cual los com- ponentes de una sociedad guardan entre sí re- laciones continuas y consistentes, en razón de sus respectivasfunciones, y éstas, a su vez, son inherentes al carácter de cada elemento. Con todas esas variantes, hoy coexisten y se combi- nan de muchos modos el viejo empirismo y el 290 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes nuevo posmodernismo, para los cuales no hay tal cosa como una estructura global de relacio- nes sociales, una sociedad, en tanto que una totalidad determinada y distinguible de otras. De esa manera se dan la mano con la antigua propuesta hobbesiana. Para el materialismo histórico –la más eu- rocéntrica de las versiones de la heterogénea herencia de Marx–, las estructuras sociales se constituyen sobre la base de las relaciones que se establecen para el control del trabajo y de sus productos. Tales relaciones se denominan relaciones de producción. Pero, a diferencia de las variantes del liberalismo, no sólo afirma la primacía de uno de los ámbitos –el trabajo y las relaciones de producción– sobre los de- más, sino también, y con idéntica insistencia, que el orden configurado corresponde a una cadena de determinaciones que proviene del ámbito primado y atraviesa al conjunto. Desde ese punto de vista, el control del trabajo es la base sobre la cual se articulan las relaciones de poder y, a la vez, el determinante del conjunto y de cada una de ellas. A pesar de sus muchas y muy marcadas diferencias, en todas esas ver- tientes se puede discernir un conjunto de su- puestos y de problemas comunes que indican su común linaje eurocéntrico. Aquí es perti- nente poner de relieve, principalmente, dos cuestiones. En primer término, todas presupo- nen una estructura configurada por elementos históricamente homogéneos, no obstante la diversidad de formas y caracteres, que guardan entre sí relaciones continuas y consistentes – sea por sus “funciones”, sea por sus cadenas de determinaciones–, lineales y unidireccionales, en el tiempo y en el espacio. Toda estructura social es, en esa perspecti- va, orgánica o sistémica, mecánica. Y esa es, exactamente, la opción preferencial del euro- centrismo en la producción del conocimiento histórico. En esa opción, algo llamado “socie- dad”, en tanto que una articulación de múltiples existencias en una única estructura, o no es po- sible y no tiene lugar en la realidad, como en el viejo empirismo y en el nuevo posmodernismo, o si existe sólo puede ser de modo sistémico u orgánico. En segundo lugar, en todas esas ver- tientes subyace la idea de que de algún modo las relaciones entre los componentes de una es- tructura social son dadas, ahistóricas, esto es, son el producto de la actuación de algún agente anterior a la historia de las relaciones entre las gentes. Si, como en Hobbes, se hacen interve- nir acciones y decisiones humanas en el origen de la autoridad y del orden, no se trata en rigor de ninguna historia, o siquiera de un mito histó- rico, sino de un mito metafísico que postula un Colonialidad del poder y clasificación social 291 estado de naturaleza, con individuos humanos que entre sí no guardan relaciones distintas a la continua violencia, es decir, que no tienen en- tre sí genuinas relaciones sociales. Si en Marx también se hacen intervenir acciones humanas en el origen de las “relaciones de producción”, para el materialismo histórico eso ocurre por fuera de toda subjetividad, esto es, también metafísica y no históricamente. No de modo distinto, en el funcionalismo, en el estructu- ralismo y en el estructural-funcionalismo, las gentes están sometidas ab initio al imperio de ciertos patrones de conducta históricamente invariantes. La perspectiva eurocéntrica, en cualquiera de sus variantes, implica, pues, un postulado históricamente imposible: que las relaciones entre los elementos de un patrón histórico de poder tienen ya determinadas sus relaciones antes de toda historia. Esto es, como si fueran relaciones definidas previamente en un reino óntico, ahistórico o transhistórico. La moder- nidad eurocéntrica no parece haber terminado con el ejercicio de secularizar la idea de un Dios providencial. De otro modo, concebir la existencia social de gentes concretas como configurada ab initio y por elementos histó- ricamente homogéneos y consistentes, desti- nados indefinidamente a guardar entre sí rela- ciones continuas, lineales y unidireccionales, sería innecesario y a fin de cuentas impensable. La heterogeneidad histórico- estructural del poder Semejante perspectiva de conocimiento difícil- mente podría dar cuenta de la experiencia his- tórica. En primer término, no se conoce patrón alguno de poder en el cual sus componentes se relacionen de ese modo y en especial en el largo tiempo. Lejos de eso, se trata siempre de una articulación estructural entre elementos históricamente heterogéneos, es decir, que pro- vienen de historias específicas y de espacios- tiempos distintos y distantes entre sí, que de ese modo tienen formas y caracteres no sólo diferentes, sino discontinuos, incoherentes y aun conflictivos entre sí, en cada momento y en el largo tiempo. De ello son una demostración histórica eficiente, mejor quizás que ninguna otra experiencia, precisamente la constitución y el desenvolvimiento histórico de América y del capitalismo mundial, colonial y moderno. En cada uno de los principales ámbitos de la existencia social, cuyo control disputan las gentes, y de cuyas victorias y derrotas se for- man las relaciones de explotación / domina- 292 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes ción / conflicto que constituyen el poder, los elementos componentes son siempre históri- camente heterogéneos. Así, en el capitalismo mundial el trabajo existe actualmente, como hace quinientos años, en todas y cada una de sus formas históricamente conocidas (salario, esclavitud, servidumbre, pequeña producción mercantil, reciprocidad), pero todas ellas al servicio del capital y articulándose en torno de su forma salarial. Pero, del mismo modo, en cualquiera de los otros ámbitos –la autoridad, el sexo, la subjetividad– están presentes todas las formas históricamente conocidas, bajo la primacía general de sus formas llamadas mo- dernas: el “Estado-nación”, “la familia burgue- sa”, la “racionalidad moderna”. Lo que es realmente notable de toda estruc- tura social es que elementos, experiencias, pro- ductos, históricamente discontinuos, distintos, distantes y heterogéneos puedan articularse juntos, no obstante sus incongruencias y sus conflictos, en la trama común que los urde en una estructura conjunta. La pregunta pertinen- te indaga acerca de lo que produce, permite o determina semejante campo de relaciones, y le otorga el carácter y el comportamiento de una totalidad histórica específica y determinada. Y como la experiencia de América y del actual mundo capitalista lo demuestra, en cada caso lo que en primera instancia genera las condi- ciones para esa articulación es la capacidad que un grupo logra obtener o encontrar para imponerse sobre los demás y articular bajo su control, en una nueva estructura social, sus he- terogéneas historias. Es siempre una historia de necesidades, pero igualmente de intencio- nes, de deseos, de conocimientos o ignoran- cias, de opciones y preferencias, de decisiones certeras o erróneas, de victorias y derrotas. De ningún modo, en consecuencia, de la acción de factores extrahistóricos. Las posibilidades de acción de las gentes no son infinitas, o siquiera muy numerosas y di- versas. Los recursos que disputan no son abun- dantes. Más significativo aún es el hecho de que las acciones u omisiones humanas no pueden desprenderse de lo que está ya previamente hecho y existe como condicionante de las ac- ciones, externamente o no de la subjetividad, del conocimiento y/o de los deseos y de las in- tenciones. Por ello, las opciones,queridas o no, conscientes o no, para todos o para algunos, no pueden ser decididas, ni actuadas, en un va- cuum histórico. De allí no se deriva, sin embar- go, no necesariamente en todo caso, que las op- ciones estén inscritas ya en una determinación extrahistórica, suprahistórica o transhistórica, como en el destino de la tragedia griega clási- Colonialidad del poder y clasificación social 293 ca. No son, en suma, inevitables. ¿O lo era el hecho de que Colón tropezara con lo que llamó La Hispaniola en lugar de llegar a lo que hoy lla- mamos Nueva York? Las condiciones técnicas de esa aventura permitían lo mismo el uno que el otro resultado, o el fracaso de ambos. Pién- sese en todas las implicaciones fundamentales, no banales, de tal cuestión, para la historia del mundo capitalista. La capacidad y la fuerza que le sirven a un grupo para imponerse sobre otros no es, sin embargo, suficiente para articular heterogé- neas historias en un orden estructural durade- ro. Ellas ciertamente producen la autoridad, en tanto que capacidad de coerción. La fuerza y la coerción, o, en la mirada liberal, el consen- so, no pueden, sin embargo, producir, ni repro- ducir duraderamente el orden estructural de una sociedad, es decir, las relaciones entre los componentes de cada uno de los ámbitos de la existencia social, ni las relaciones entre los ámbitos mismos. Ni, en especial, producir el sentido del movimiento y del desenvolvimiento histórico de la estructura social en su conjun- to. Lo único que puede hacer la autoridad es obligar, o persuadir, a las gentes a someterse a esas relaciones y a ese sentido general del mo- vimiento de la sociedad que les habita. De ese modo contribuye al sostenimiento, a la repro- ducción de esas relaciones y al control de sus crisis y de sus cambios. Si desde Hobbes el liberalismo insiste, sin embargo, en que la autoridad decide el orden social, el orden estructural de las relaciones de poder, es porque también insiste en que to- dos los otros ámbitos de existencia social arti- culados en esa estructura son naturales. Pero si no se admite ese imposible carácter no-his- tórico de la existencia social, debe buscarse en otra instancia histórica la explicación de que la existencia social consista en ámbitos o campos de relaciones sociales específicas, y que tales campos tiendan a articularse en un campo conjunto de relaciones, cuya configu- ración estructural y su reproducción o remo- ción en el tiempo se reconoce con el concepto de sociedad. ¿Dónde encontrar esa instancia? Ya quedó señalada la dificultad de las pro- puestas estructuralistas y funcionalistas, no sólo para dar cuenta de la heterogeneidad histórica de las estructuras sociales, sino tam- bién por implicar relaciones necesariamente consistentes entre sus componentes. Queda, en consecuencia, la propuesta marxiana (una de las fuentes del materialismo histórico) so- bre el trabajo como ámbito primado de toda sociedad, y sobre el control del trabajo como el primado en todo poder social. Dos son los 294 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes problemas que levanta esta propuesta y que requieren ser discutidos. En primer lugar, es cierto que la experien- cia del poder capitalista mundial, eurocen- trado y colonial / moderno, muestra que es el control del trabajo el factor primado en este patrón de poder: éste es, en primer término, capitalista. En consecuencia, el control del trabajo por el capital es la condición central del poder capitalista. Pero en Marx implica, de una parte, la homogeneidad histórica de éste y de los demás factores, y de otra parte, que el trabajo determina, todo el tiempo y de modo permanente, el carácter, el lugar y la función de todos los demás ámbitos en la es- tructura de poder. Sin embargo, si se examina de nuevo la experiencia del patrón mundial del poder capitalista, nada permite verificar la homogeneidad histórica de sus componen- tes, ni siquiera de los fundamentales, sea del trabajo, del capital, o del capitalismo. Por el contrario, dentro de cada una de esas cate- gorías no sólo coexisten, sino se articulan y se combinan todas y cada una de las formas, etapas y niveles de la historia de cada una de ellas. Por ejemplo, el trabajo asalariado exis- te hoy, como al comienzo de su historia, junto con la esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad. Y to- dos ellos se articulan entre sí y con el capi- tal. El propio trabajo asalariado se diferencia entre todas las formas históricas de acumula- ción, desde la llamada originaria o primitiva, la plusvalía extensiva, incluyendo todas las gradaciones de la intensiva y todos los niveles que la actual tecnología permite y contiene, hasta aquellos en que la fuerza viva de trabajo individual es virtualmente insignificante. El capitalismo abarca, tiene que abarcar, todo ese complejo y heterogéneo universo bajo su dominación. Respecto de la cadena unidireccional de determinaciones que le permite al trabajo articular los demás ámbitos y mantenerlos articulados en el largo tiempo, la experiencia del patrón de poder capitalista, mundial, eu- rocentrado y colonial / moderno no muestra tampoco nada que obligue a admitir que el rasgo capitalista haya hecho necesarios, en el sentido de inevitables, los demás. De otra parte, sin duda el carácter capitalista de este patrón de poder tiene implicaciones decisivas sobre el carácter y el sentido de las relaciones intersubjetivas, de las relaciones de autoridad y sobre las relaciones en torno del sexo y sus productos. Pero, primero, sólo si se ignora la heterogeneidad histórica de esas relaciones y del modo como se ordenan en cada ámbito Colonialidad del poder y clasificación social 295 y entre ellos, sería posible admitir la unili- nealidad y unidireccionalidad de esas impli- caciones. Y, segundo, a esta altura del debate debiera ser obvio que si bien el actual modo de controlar el trabajo tiene implicaciones so- bre, por ejemplo, la intersubjetividad social, sabemos, del mismo modo, que para que se optara por la forma capitalista de organizar y controlar el trabajo, fue necesaria una in- tersubjetividad que la hiciera posible y prefe- rible. Las determinaciones no son, pues, no pueden ser, unilineales, ni unidireccionales. Y no sólo son recíprocas. Son heterogéneas, discontinuas, inconsistentes, conflictivas, como corresponde a las relaciones entre ele- mentos que tienen, todos y cada uno, tales características. La articulación de heterogé- neos, discontinuos y conflictivos elementos en una estructura común, en un determinado campo de relaciones, implica, pues, requiere, relaciones de recíprocas, múltiples y hetero- géneas determinaciones. El estructuralismo y el funcionalismo no lograron percibir esas necesidades históricas. Tomaron un camino mal-conducente, redu- ciéndolas a la idea de relaciones funcionales entre los elementos de una estructura social. De todos modos, sin embargo, para que una estructura histórico-estructuralmente hete- rogénea tenga el movimiento, el desenvolvi- miento o, si se quiere, el comportamiento de una totalidad histórica, no bastan tales modos de determinación recíproca y heterogénea entre sus componentes. Es indispensable que uno (o más) entre ellos tenga la primacía –en el caso del capitalismo, el control combinado del trabajo y de la autoridad– pero no como determinante o base de determinaciones en el sentido del materialismo histórico, sino es- trictamente como eje(s) de articulación del conjunto. De ese modo, el movimiento con- junto de esa totalidad, el sentido de su des- envolvimiento, abarca, trasciende cada uno de sus componentes. Es decir, determinado campo de relaciones sociales se comporta como una totalidad. Pero semejantetotalidad histórico-social, como articulación de hetero- géneos, discontinuos y conflictivos elemen- tos, no puede ser de modo alguno cerrada, no puede ser un organismo, ni puede ser, como una máquina, consistente de modo sistémico, y constituir una entidad en la cual la lógica de cada uno de los elementos corresponde a la de cada uno de los otros. Sus movimientos de conjunto no pueden ser, en consecuencia, uni- lineales, ni unidireccionales, como sería nece- sariamente el caso de entidades orgánicas o sistémicas o mecánicas. Lo que aquí propongo es abrir una cuestión crucial de nuestro crucial período históri- co: Bien Vivir1 para ser una realización histó- * Este texto fue publicado en Ecuador debate (Quito) N° 84: 77-87, diciembre, 2011. Una primera y breve versión se publicó en el Boletín de OXFAM, mayo, 2010. 1 “Bien Vivir” y “Buen Vivir”, son los términos más difundidos en el debate del nuevo movimiento de la sociedad, sobre todo de la población indigenizada en América Latina, hacia una existencia social diferente de la que nos ha impuesto la Colonialidad del Poder. “Bien Vivir” es, probablemente, la formulación más antigua en la resistencia “indígena” contra la Coloniali- dad del Poder. Fue, notablemente, acuñada en el virrei- nato del Perú, por nada menos que Guamán Poma de Ayala, aproximadamente en 1615, en su Nueva Cróni- ca y buen gobierno. Carolina Ortiz Fernández es la pri- mera en haber llamado la atención sobre ese histórico hecho. Véase: Ortiz Fernández, Carolina 2009 “Felipe Guamán Poma de Ayala, Clorinda Matto, Trinidad Hen- ríquez y la teoría crítica. Sus legados a la teoría social contemporánea” en YUYAYKUSUN (Lima: Universi- dad Ricardo Palma) N° 2, diciembre. Las diferencias rica efectiva, no puede ser sino un complejo de prácticas sociales orientadas a la produc- ción y a la reproducción democráticas de una sociedad democrática, un otro modo de existencia social, con su propio y específico horizonte histórico de sentido, radicalmente alternativos a la Colonialidad Global del Po- pueden no ser lingüísticas solamente, si no, más bien, conceptuales. Será necesario deslindar las alternati- vas, tanto en el español latinoamericano, como en las variantes principales del Quechua en América del Sur y en el Aymara. En el Quechua del norte del Perú y en Ecuador, se dice Allin Kghaway (Bien Vivir) o Allin Kghawana (Buena Manera de Vivir) y en el Quechua del Sur y en Bolivia se suele decir “Sumac Kawsay” y se traduce en español como “Buen Vivir”. Pero “Sumac” significa bonito, lindo, hermoso, en el norte del Perú y en Ecuador. Así, por ejemplo, “Imma Sumac” (Qué Her- mosa), es el nombre artístico de una famosa cantante peruana. “Sumac Kawsay” se traduciría como “Vivir Bonito”. Inclusive, no faltan desavisados eurocentris- tas que pretenden hacer de Sumac lo mismo que Suma y proponen decir Suma Kawsay. “Bien Vivir” Entre el “desarrollo” y la Des/Colonialidad del Poder* Todo el dilatado proceso histórico de constitución de la Colonialidad Global del Poder ha ingresado en una profunda crisis. El “Bien Vivir” como expresión de las poblaciones indígenas de América Latina configura una alternativa de vida social que sólo puede ser realiza da como la Des/Colonialidad del Poder. 848 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes der y a la Colonialidad / Modernidad / Euro- centrada2. Este patrón de poder es hoy aún 2 La teoría de la Colonialidad del Poder, o Colo- nialidad del Poder Global, y del Eurocentrismo o Colonialidad / Modernidad / Eurocentrada como su específico horizonte histórico de sentido, fue original- mente propuesta en mis textos desde comienzos de la década final del siglo XX. Para los fines del actual debate, puede ser útil mencionar los principales. “Co- lonialidad y modernidad / racionalidad” originalmen- te publicado en Perú Indígena (Lima),Vol. 13, N° 29, 1991; publicado en coautoría: Wallerstein, Immanuel 1992 “Americanity as a Concept or the Americas in the Modern World-System” en International Social Science Journal (París: UNESCO / Blackwel) N° 134: 549-557, noviembre.; “América Latina en la Economía Mundial” en Problemas del desarrollo (México: Insti- tuto de Investigaciones Económicas-UNAM) Vol. XXIV, N° 95, oct.-dic., 1993; “Raza, etnia y nación: cuestiones abiertas” en José Carlos Mariátegui y Europa (Lima: Amauta, 1993) pp. 167-188; “Colonialité du Pouvoir et Democratie en Amérique Latine” en Future Anterieur: Amérique Latine, Democratie et Exclusion (París: L’Harmattan, 1994); “Colonialidad, poder, cultura y conocimiento en América Latina” en Anuario maria- teguiano (Lima) Vol. IX, N° 9: 113-122, 1998; “Qué tal raza” en Familia y cambio social (Lima: CECOSAM, 1998); “Colonialidad del poder, eurocentrismo y Amé- rica Latina” en Lander, Edgardo (comp.) Colonialidad del saber, eurocentrismo y Ciencias Sociales (Buenos Aires: CLACSO / UNESCO, 2000) p. 201 y ss; “Colonia- lidad del poder y clasificación social” originalmente publicado en Arrighi, Giovanni y Goldfrank, Walter L. mundialmente hegemónico, pero también en su momento de más profunda y raigal crisis desde su constitución hace poco más de qui- nientos años. En estas condiciones, Bien Vi- vir, hoy, sólo puede tener sentido como una existencia social alternativa, como una Des/ Colonialidad del Poder. “Desarrollo”, una paradoja eurocéntrica: modernidad sin Des/Colonialidad Desarrollo fue, sobre todo en el debate lati- noamericano, el término clave de un discur- so político asociado a un elusivo proyecto de desconcentración y redistribución relativas del control del capital industrial, en la nueva geografía que se configuraba en el capitalismo colonial-moderno global, al término de la Se- gunda Guerra Mundial. (eds.) 2000 Journal of World Systems Research (Colo- rado) Vol. VI, N° 2: 342-388, fall-winter, Special Issue: Festschrift for Immanuel Wallerstein; “Colonialidad del poder, globalización y democracia” en San Marcos (Lima: Universidad de San Marcos) N° 25: 51-104, julio, Segunda época, Versión revisada, 2006. Actualmente se desarrolla un debate mundial sobre la teoría. “Bien Vivir” 849 En un primer momento, ese fue un discur- so virtualmente oficial. Sin embargo, pronto dio lugar a complejas y contradictorias cues- tiones que produjeron un rico e intenso de- bate, con reverberación mundial, como clara expresión de la magnitud y de la profundidad de los conflictos de interés político-social im- plicados en toda esa nueva geografía de po- der y en América Latina en particular. Así fue producida una extensa familia de categorías (principalmente, desarrollo, subdesarrollo, modernización, marginalidad, participación, de un lado, e imperialismo, dependencia, marginalización, revolución, en la vertiente opuesta) que se fue desplegando en estrecha relación con los conflictivos y violentos mo- vimientos de la sociedad, que llevaron sea a procesos inconducentes o a cambios relati- vamente importantes, pero inacabados, en la distribución de poder3. 3 Los nombres de Raúl Prebisch, Celso Furtado, Aníbal Pinto, Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto, Andrew Gunder Frank, Rui Mauro Marini, Theotonio Dos Santos, José Nun, entre los muchos que tomaron parte en dicho debate, son probable- mente familiares a la generalidad de los lectores. Y hay, por supuesto, disponible, a ese respecto, una ex- tensa literatura. De modo breve, se podría decir que en América Latina el resultado principal fue la remoción del “Estado oligárquico” y de algu- nas de sus instancias en la existencia social de la población de estos países. Pero ni su dependencia histórico / estructural en la Co- lonialidad Global de Poder, ni los modos de explotación y de dominación inherentes a este patrón de poder, fueron erradicados o al- terados suficientementecomo para dar lugar a una producción y gestión democráticas del Estado, ni de los recursos de producción, ni de la distribución y apropiación del producto. Ni el debate logró, a pesar de su intensidad, liberarse de la hegemonía del Eurocentrismo. En otros términos, esos cambios no llevaron al “desarrollo”. De otro modo no podría enten- derse por qué el término reaparece siempre, ahora por ejemplo, como fantasma de un in- concluso pasado4. 4 Ver de Quijano, Aníbal 2000 “El fantasma del de- sarrollo en América Latina” en Revista venezolana de Economía y Ciencias Sociales (Caracas: UCV) N° 2: 73-91. Quijano, Aníbal 2006 “Os Fantasmas da América Latina” en Adauto Novais (org.) Oito Visões da Ameri- ca Latina (San Pablo: SENAC) pp. 49-87. 850 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes La Colonialidad Global del Poder y el fantasma del Estado-nación La hegemonía del Eurocentrismo en el debate llevaba en América Latina a plantearse el “desa- rrollo” en relación al Estado-nación. Pero, en el contexto de la Colonialidad Global del Poder, esa perspectiva era históricamente incondu- cente. Más aún, precisamente cuando después de la Segunda Guerra Mundial, este patrón de poder ingresaba a escala global, en un prolon- gado período de cambios decisivos que aquí es útil sumarizar: 1. El capital industrial comenzó a vincularse estructuralmente con lo que entonces fue de denominada como “revolución científi- co-tecnológica”. Esa relación implicaba, de una parte, la reducción de las necesidades de fuerza de trabajo viva e individual y, en consecuencia, del empleo asalariado como estructuralmente inherente al capital en su nuevo período. El desempleo dejaba de ser un problema coyuntural o cíclico. “Desem- pleo estructural” fueron los términos poste- riormente acuñados entre los economistas convencionales para significar ese proceso. 2. Esas tendencias de cambio de las relacio- nes entre capital y trabajo implicaron la ampliación del margen de acumulación es- peculativa, también como tendencia estruc- tural y no solamente cíclica, y llevaron a la dominación progresiva de la “financiariza- ción estructural”. Así se fue configurando un nuevo capital industrial / financiero, que pronto tuvo una relativamente rápida ex- pansión mundial. 3. Un proceso de tecnocratización / instru- mentalización de la subjetividad, del ima- ginario, de todo el horizonte de sentido histórico específico de la Colonial / Moder- nidad / Eurocentrada. Se trata, en rigor, de un proceso de creciente abandono de las promesas iniciales de la llamada “racio- nalidad moderna” y, en ese sentido, de un cambio profundo de la perspectiva ético / política de la eurocéntrica versión original de la “Colonialidad / Modernidad”. Ésta no dejó de ser, no obstante su nuevo carácter, atractiva y persuasiva, aun que tornándose cada vez más paradójica y ambivalente, his- tóricamente imposible en definitiva. 4. El desarrollo y la expansión del nuevo capi- tal industrial/financiero, junto con la derrota de los grupos nazi-fascistas de la burguesía mundial, en la disputa por la hegemonía del capitalismo durante la Segunda Guerra Mun- dial, facilitaron la desintegración del colo- “Bien Vivir” 851 nialismo europeo en Asia y África, y, al mis- mo tiempo, la prosperidad de las burguesías, de las capas medias, inclusive de sectores importantes de los trabajadores explotados, de los países euro/americanos. 5. La consolidación del despotismo burocrá- tico (rebautizado de “socialismo realmente existente”) y su rápida expansión dentro y fuera de Europa, ocurrió dentro de ese mismo cauce histórico. Dicho modo de dominación fue siendo afectado, cada vez más profunda e insanablemente, por esa corriente tecnocrática e instrumental de la “racionalidad” colonial / moderna. 6. En ese contexto, la hegemonía de esa ver- sión de la “modernidad” operaba como el más poderoso mecanismo de dominación de la subjetividad, tanto por parte de la burguesía mundial como de la despótica burocracia del llamado “campo socialista”. De ese modo, no obstante sus rivalidades, ambos modos de dominación / explotación / conflicto confluyeron en su antagonismo represivo a los nuevos movimientos de la sociedad, en particular en torno de la ética social respecto del trabajo, del género, de la subjetividad y de la autoridad colectiva. Sería más difícil explicar de otro modo, la exitosa alianza de ambos modos de domi- nación para derrotar (sea en París, Nueva York, Berlín, Roma, Jakarta, Tlatelolco, o en Shanghái y Praga) a los movimientos, juveniles sobre todo, que entre fines de los sesenta y comienzos de los setenta del si- glo XX, luchaban, minoritariamente pero en todo el mundo, entonces ya no solamente contra la explotación del trabajo y contra el colonialismo y el imperialismo, contra las guerras colonial-imperiales (en ese pe- ríodo, Vietnam era el caso emblemático), sino también contra la ética social del productivismo y del consumismo; contra el pragmático autoritarismo burgués y bu- rocrático; contra la dominación de “raza” y de “género”; contra la represión de las formas no convencionales de sexualidad; contra el reduccionismo tecnocrático de la racionalidad instrumental y por una nueva tesitura estética / ética política. Pugnando, en consecuencia, por un horizonte de sen- tido histórico radicalmente distinto que el implicado en la Colonialidad / Modernidad / Eurocentrada. 7. Al mismo tiempo, emergía un nuevo patrón de conflicto. En primer término, la desle- gitimación de todo sistema de dominación montado sobre el eje “raza” / “género” / “et- nicidad”. La tendencia comenzó ya desde 852 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes fines de la Segunda Guerra Mundial, como resultado de la revulsa mundial respecto de las atrocidades del nazismo y del au- toritarismo militar japonés. El racismo / sexismo / etnicismo de dichos regímenes despóticos no sólo quedaba, por lo tanto, derrotado en la guerra, sino también y no menos, convertido en referencia deslegiti- matoria de la racialización, del patriarca- do, del etnicismo y del autoritarismo mili- tarista en las relaciones de poder. Pero fue sobre todo durante la década de los años sesenta del siglo XX que el gran debate so- bre la “raza” y sobre el “género” pudieron cobrar un nuevo y definitivo relieve, anun- ciando el gran conflicto mundial actual en torno del control de los respectivos ámbi- tos de práctica social. 8. Por todo eso, no obstante la de rota de los movimientos antiautoritarios y antiburocrá- ticos, y de la secuente imposición de la “glo- balización” del nuevo Capitalismo Colonial Global, la simiente de un horizonte histó- rico nuevo pudo sobrevivir entre la nueva heterogeneidad histórico / estructural del imaginario mundial, y germina ahora como uno de los signos mayores de la propuesta de Bien Vivir. El nuevo período histórico: la crisis raigal de la Colonialidad Global del Poder El desarrollo de aquellas nuevas tendencias his- tóricas del capital industrial-financiero llevó a ese prolongado período de auge y de cambios a culminar con la explosión de una crisis raigal en el patrón de poder como tal, la Colonialidad Glo- bal del Poder, en su conjunto y en sus elementos raigales, desde la segunda mitad de 1973. Con esa crisis, el mundo ha ingresado en un nuevo período histórico, cuyos procesos específicos tienen profundidad, magnitud e im- plicaciones equivalentes, aunque con un casi inverso signo, a los del período que denomina- mos como “Revolución industrial / burguesa”. Los términos “neoliberalismo”, “globalización” y “posmodernidad” (que aquí no podrían ser discutidos detenidamente)5 presentan con 5 Mi contribución al debate de esas cuestiones, principalmente en: Modernidad, identidad yutopía en América Latina (Lima: Sociedad y política, 1988); “Colonialidad del Poder, Globalización y Democracia” originalmente publicado en Tendencias Básicas de nuestra era (Caracas: Instituto de Estudios Internacio- nales Pedro Gual, 2001). Una versión revisada, “Entre la Guerra Santa y la Cruzada” en San Marcos (Lima: Universidad de San Marcos) N° 25, julio, 2006, y origi- “Bien Vivir” 853 razonable eficacia, no obstante todas sus am- bivalencias y complejidades, el carácter y las tendencias mayores del nuevo período. Lo primero consiste, básicamente, en la im- posición definitiva del nuevo capital financiero en el control del capitalismo global colonial / moderno. En un sentido preciso, se trata de la imposición mundial de la “desocupación estruc- tural”, plenamente tramada con la “financiariza- ción estructural”. Lo segundo, en la imposición de esa definida trama sobre todos los países y sobre toda la población humana, inicialmente en América Latina, con la sangrienta dictadura del general Pinochet en Chile, y después por la política de los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en Inglaterra y en Estados Unidos, respectivamente, con el respaldo y/o la sumisión de todos los demás países. Esa imposición produjo la dispersión social de los trabajadores explotados y la desintegra- ción de sus principales instituciones sociales nalmente publicada en América Latina En Movimien- to (Quito) N° 341, octubre, 2001; “El trabajo al final del siglo XX” originalmente publicado en Amin, Samir (ed.) 2003 Pensée Sociale Critique Pour le XXI Siécle (París: L’Harmattan) pp. 131-149; y “Paradojas de la colonia- lidad / modernidad / eurocentrada” en Hueso húmero (Lima) N° 53: 30-59, abril, 2009. y políticas (sindicatos, sobre todo); la derrota y desintegración del llamado “campo socia- lista”, y de virtualmente todos los regímenes, movimientos y organizaciones políticas que le estaban vinculados. China, y después Vietnam, optaron por ser miembros del nuevo “capitalis- mo realmente existente”, industrial-financiero y globalizado, bajo un despotismo burocrático reconfigurado como socio de las mayores cor- poraciones financieras globales y del Bloque Imperial Global6. En fin, “posmodernidad” denomina, no del todo inapropiadamente, la imposición definiti- va de la tecnocratización / instrumentalización de la hasta entonces conocida como la “racio- nalidad moderna”. Esto es, de la Colonialidad / Modernidad / Eurocentrada. Estamos, pues, inmersos en un proceso de completa reconfiguración de la Colonialidad Global del Poder, del patrón de poder hegemóni- co en el planeta. Se trata, en primer término, de la aceleración y profundización de una tenden- cia de re-concentración del control del poder. Las tendencias centrales de dicho proceso consisten, en un apretado recuento, en: 6 Sobre el concepto de Bloque Imperial Global, remi- to a “Colonialidad del poder, globalización y democra- cia”, ya citado. 854 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes 1. la re-privatización de los espacios públicos, del Estado en primer término; 2. la reconcentración del control del trabajo, de los recursos de producción y de la pro- ducción-distribución; 3. la polarización social extrema y creciente de la población mundial; 4. la exacerbación de la “explotación de la na- turaleza”; 5. la hiperfetichización del mercado, más que de la mercancía; 6. la manipulación y control de los recursos tecnológicos de comunicación y de trans- porte para la imposición global de la tec- nocratización / instrumentalización de la Colonialidad / Modernidad; 7. la mercantilización de la subjetividad y de la experiencia de vida de los individuos, principalmente de las mujeres; 8. la exacerbación universal de la dispersión individualista de las personas y de la con- ducta egoísta travestida de libertad indi- vidual, lo que en la práctica equivale a la universalización del “sueño americano” pervertido en la pesadilla de brutal per- secución individual de riqueza y de poder contra los de más; 9. la “fundamentalización” de las ideologías religiosas y de sus correspondientes éticas sociales, lo que re-legitima el control de los principales ámbitos de la existencia social; 10. el uso creciente de las llamadas “industrias culturales” (sobre todo de imágenes, cine, TV, video, etc.) para la producción indus- trial de un imaginario de terror y de mis- tificación de la experiencia, de modo de legitimar la “fundamentalización” de las ideologías y la violencia represiva. La “explotación de la naturaleza” y la Crisis de la Colonialidad Global del Poder Aun que aquí de manera apenas alusiva, no se- ría pertinente dejar de señalar que uno de los elementos fundantes de la Colonialidad / Mo- dernidad / Eurocentrada es el nuevo y radical dualismo cartesiano, que separa la “razón” y la “naturaleza”7. De allí, una de las ideas / imáge- nes más características del eurocentrismo, en cualquiera de sus vertientes: la “explotación de la naturaleza” como algo que no requiere justi- ficación alguna y que se expresa cabalmente en 7 Un debate más detenido puede ser encontrado en “Colonialidad del poder y clasificación social” en Arrighi y Goldfrank (2000), op. cit. “Bien Vivir” 855 la ética productivista engendrada junto con la “revolución industrial”. No es en absoluto di- fícil percibir la inherente presencia de la idea de “raza” como parte de la “naturaleza”, como explicación y justificación de la explotación de las “razas inferiores”. Es al amparo de esa mistificación metafísi- ca de las relaciones humanas con el resto del universo, que los grupos dominantes del homo sapiens en la Colonialidad Global del Poder, en especial desde la “Revolución industrial”, han llevado a la especie a imponer su hegemonía explotativa sobre las demás especies animales y una conducta predatoria sobre los demás ele- mentos existentes en este planeta. Y, sobre esa base, el Capitalismo Colonial / Global practica una conducta cada vez más feroz y predatoria, que termina poniendo en riesgo no solamen- te la sobrevivencia de la especie entera en el planeta, sino la continuidad y la reproducción de las condiciones de vida, de toda vida, en la tierra. Bajo su imposición, hoy estamos matán- donos entre nosotros y destruyendo nuestro común hogar. Desde esta perspectiva, el llamado “ca- lentamiento global” del clima en la tierra, o “crisis climática”, lejos de ser un fenómeno “natural”, que ocurre en algo que llamamos “naturaleza” y separado de nosotros como miembros de la especie animal Homo Sa- piens, es el resultado de la exacerbación de aquella desorientación global de la especie sobre la tierra, impuesta por las tendencias predatorias del nuevo Capitalismo Industrial / Financiero dentro de la Colonialidad Global del Poder. En otros términos, es una de las expresiones centrales de la crisis raigal de este específico patrón de poder. La nueva resistencia: hacia la Des / Colonialidad del Poder Desde fines del Siglo XX, una proporción cre- ciente de las víctimas de dicho patrón de poder ha comenzado a resistir a esas tendencias, en virtualmente todo el mundo. Los dominadores, los “funcionarios del capital”, sea como due- ños de las grandes corporaciones financieras o como gobernantes de regímenes despótico- burocráticos, responden con violentas repre- siones, ahora no sólo dentro de las fronteras convencionales de sus propios países, sino a través o por encima de ellas, desarrollando una tendencia a la re-colonización global, usando los más sofisticados recursos tecnológicos que permiten matar más gente, más rápido, con me- nos costo. 856 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes Dadas esas condiciones, en la Crisis de la Colonialidad Globaldel Poder y, en especial, de la Colonialidad / Modernidad / Eurocentrada, la exacerbación de la conflictividad y de la vio- lencia se ha establecido como una tendencia estructural globalizada. Tal exacerbación de la conflictividad, de los fundamentalismos, de la violencia, apa- rejadas a la creciente y extrema polarización social de la población del mundo, va llevando a la resistencia misma a configurar un nuevo patrón de conflicto. La resistencia tiende a desarrollarse como un modo de producción de un nuevo sentido de la existencia social, de la vida misma, precisa- mente porque la vasta población implicada per- cibe, con intensidad creciente, que lo que está en juego ahora no es sólo su pobreza, como su sempiterna experiencia, sino, nada menos que su propia sobrevivencia. Tal descubrimiento entraña, necesariamente, que no se puede de- fender la vida humana en la tierra sin defender, al mismo tiempo, en el mismo movimiento, las condiciones de la vida misma en esta tierra. De ese modo, la defensa de la vida humana, y de las condiciones de vida en el planeta, se va constituyendo en el sentido nuevo de las luchas de resistencia de la inmensa mayoría de la población mundial. Y sin subvertir y des- integrar la Colonialidad Global del Poder y su Capitalismo Colonial / Global hoy en su más predatorio período, esas luchas no podrían avanzar hacia la producción de un sentido his- tórico alternativo al de la Colonialidad / Mo- dernidad / Eurocentrada. Des / Colonialidad del Poder como continua producción democrática de la existencia social Ese nuevo horizonte de sentido histórico, la defensa de las condiciones de su propia vida y de las demás en este planeta, ya está planteado en las luchas y prácticas sociales alternativas de la especie. En consecuencia, en contra de toda forma de dominación / explotación en la existencia social. Es decir, una Des / Colonia- lidad del Poder como punto de partida, y la autoproducción y reproducción democráticas de la existencia social, como eje continuo de orientación de las prácticas sociales. Es en este contexto histórico donde hay que ubicar, necesariamente, todo debate y toda ela- boración acerca de la propuesta de Bien Vivir. Por consiguiente, se trata, ante todo, de admitir- la como una cuestión abierta, no solamente en el debate, sino en la práctica social cotidiana de las “Bien Vivir” 857 poblaciones que decidan urdir y habitar históri- camente en esa nueva existencia social posible. Para desarrollarse y consolidarse, la Des / Colonialidad del poder implicaría prácticas so- ciales configuradas por: a. la igualdad social de individuos heterogé- neos y diversos, contra la desigualizante clasificación e identificación racial / sexual / social de la población mundial; b. por con siguiente, ni las diferencias ni las identidades no serían más la fuente o el argumento de la desigualdad social de los individuos; c. las agrupaciones, pertenencias y/o identi- dades serían el producto de las decisiones libres y autónomas de individuos libres y autónomos; d. la reciprocidad entre grupos y/o individuos socialmente iguales, en la organización del trabajo y en la distribución de los productos; e. la redistribución igualitaria de los recursos y productos, tangibles e intangibles, del mun- do, entre la población mundial; f. la tendencia de asociación comunal de la población mundial, a escala local, regional o globalmente, como el modo de producción y gestión directas de la autoridad colectiva y, en ese preciso sentido, como el más eficaz mecanismo de distribución y redistribución de derechos, obligaciones, responsabilida- des, recursos, productos, entre los grupos y sus individuos, en cada ámbito de la existen- cia social, sexo, trabajo, subjetividad, auto- ridad colectiva y co-responsabilidad en las relaciones con los demás seres vivos y otras entidades del planeta o del universo entero. Los “indígenas” del “sur global” y la propuesta de Bien Vivir: cuestiones pendientes No es por accidente histórico que el debate sobre la Colonialidad del Poder y sobre la Colonialidad / Modernidad / Eurocentrada, haya sido produci- do, en primer término, desde América Latina. Así como no lo es que la propuesta de Bien Vivir pro- venga, en primer término, del nuevo movimiento de los “indígenas” latinoamericanos. América Latina es el mundo constituido en las “Indias Accidentales” (irónica referencia a la di- vulgada idea de “Indias Occidentales”)8. Por eso, como el espacio original y el tiempo inaugural de un nuevo mundo histórico y de un nuevo patrón 8 Finley, Robert 2003 Las Indias Accidentales (Bar- celona: Barataria). 858 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes de poder, el de la Colonialidad Global del Poder. Y, así mismo, como el espacio / tiempo original e inaugural de la primera “indigenización” de los sobrevivientes del genocidio colonizador, como la primera población del mundo sometida a la “racialización” de su nueva identidad y de su lu- gar dominado en el nuevo patrón de poder. América Latina y la población “indígena” ocupan, pues, un lugar basal, fundante, en la constitución y en la historia de la Colonialidad del Poder. De allí, su actual lugar y papel en la subversión epistémica / teórica / histórica / es- tética / ética / política de este patrón de poder en crisis, implicada en las propuestas de Des / Colonialidad Global del Poder y del Bien Vivir como una existencia social alternativa. Empero, si bien América, y en particular América Latina, fue la primera nueva identidad histórica de la Colonialidad del Poder y sus po- blaciones colonizadas los primeros “indígenas” del mundo, desde el siglo XVIII, todo el resto del territorio del planeta, con todas sus pobla- ciones, fue conquistado por Europa Occidental. Y tales poblaciones, la inmensa mayoría de la población mundial, fueron colonizadas, racia- lizadas y, en consecuencia, “indigenizadas”. Su actual emergencia no consiste, pues, en otro “movimiento social” más. Se trata de todo un movimiento de la sociedad cuyo desarrollo po- dría llevar a la Des / Colonialidad Global del Po- der, esto es a otra existencia social, liberada de dominación / explotación / violencia. La crisis de la Colonialidad Global del Poder, y el debate y la lucha por su Des / Colonialidad, han mostrado a plena luz que la relación social de dominación / explotación fundadas en torno de la idea de “raza” es un producto de la historia del poder y de ninguna cartesiana “naturaleza”. Pero también hacen patente la extrema hetero- geneidad histórica de esa población “indigeni- zada”, primero en su historia previa a la coloni- zación europea; segundo, en la que se ha produ- cido por las experiencias bajo la Colonialidad del Poder, durante casi medio millar de años y, finalmente, por la que está siendo ahora produ- cida en el nuevo movimiento de la sociedad ha- cia la Des / Colonialidad Global del Poder. No tendría sentido esperar que esa histórica- mente heterogénea población, que compone la abrumadoramente inmensa mayoría de la po- blación del mundo, haya producido o cobijado un imaginario histórico homogéneo, universal, como alternativa a la Colonialidad Global del Poder. Eso no podría ser concebible inclusive tomando en cuenta exclusivamente América Latina, o América en su conjunto. De hecho, todas esas poblaciones, sin excep- ción, provienen de experiencias históricas de “Bien Vivir” 859 poder. Hasta donde sabemos, el poder parece haber sido, en toda la historia conocida, no so- lamente un fenómeno de todas las existencias sociales de larga duración, sino, más aún, la principal motivación de la conducta histórica colectiva de la especie. Tales experiencias de poder sin duda son distintas entre sí y respectode la Colonialidad del Poder., no obstante po- sibles comunes experiencias de colonización. Sin embargo, las poblaciones “indigenizadas” bajo la dominación colonial, primero en “Amé- rica” bajo Iberia, y más tarde en todo el mundo bajo “Europa Occidental”, no sólo han compar- tido en común, universalmente, las perversas formas de dominación / explotación impuestas con la Colonialidad Global del Poder. También, paradojal pero efectivamente, en la resistencia contra ellas han llegado a compartir comunes aspiraciones históricas contra la dominación, la explotación, la discriminación: la igualdad social de individuos heterogéneos, la libertad de pensa- miento y de expresión de todos esos individuos, la redistribución igualitaria de recursos, así como del control igualitario de todos ellos, sobre todos los ámbitos centrales de la existencia social. Por todo eso, en la “indigenidad” histórica de las poblaciones víctimas de la Colonialidad Glo- bal del Poder, no alienta solamente la herencia del pasado, sino todo el aprendizaje de la resis- tencia histórica de tan largo plazo. Estamos, por eso, caminando en la emergencia de una identi- dad histórica nueva, histórico / estructuralmente heterogénea como todas las demás, pero cuyo desarrollo podría producir una nueva existencia social liberada de dominación / explotación / vio- lencia, lo cual es el corazón mismo de la demanda del Foro Social Mundial: Otro Mundo es Posible. En otros términos, el nuevo horizonte de sentido histórico emerge con toda su heteroge- neidad histórico / estructural. En esa perspectiva, la propuesta de Bien Vi- vir es, necesariamente, una cuestión histórica abierta9 que requiere ser continuamente inda- gada, debatida y practicada. 9 Acerca de eso, por ejemplo las recientes entrevis- tas a dirigentes aymaras en Bolivia, hechas y difundidas por medio del correo electrónico de la CAOI. La revista América Latina en Movimiento, de la Agencia Lati- noamericana de Información (ALAI), ha dedicado el N° 452, febrero de 2010, íntegramente a este debate, bajo el título general de “Recuperar el sentido de la vida”. Respecto de las prácticas sociales mismas, hay ya un muy importante movimiento de investigación especí- fica. Ver: “Vivir Bien frente al desarrollo. Procesos de planeación participativa en Medellín” en Gómez, Espe- ranza et al. (Medellín: Universidad de Medellín, 2010).
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