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Incipit. Curso básico de lengua y cultura latinas. 
Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
Ampliación 1.1. 
Indoeuropeos, itálicos, latinos y romanos. El latín y las 
lenguas románicas. 
 Origen y formación del latín 
El latín es lengua una indoeuropea de la rama itálica que surgió en una pequeña región 
del centro de la península italiana llamada Lacio como consecuencia de la confluencia 
de pueblos indoeuropeos, de otros pueblos indígenas preexistentes (sustrato 
paleomediterráneo), de pueblos que vivieron con ellos sin dominarlos ni depender de 
ellos (adstrato osco, umbro y griego) y de las hablas de los pueblos a los que los latinos 
estuvieron temporalmente sometidos (superestrato etrusco). 
El núcleo indoeuropeo es el elemento más abundante en latín, tanto por lo que respecta 
a su gramática como en cuanto al léxico. El substrato paleomediterráneo proporcionó el 
nombre de algunos animales y plantas que los indoeuropeos conocieron a su llegada a 
las regiones menos frías. Los adstratos osco y umbro son responsables de numerosos 
términos del vocabulario agrícola y militar, mientras que el griego hizo sus aportes 
especialmente en el vocabulario relacionado con la literatura, el arte y la ciencia y, algo 
más tarde, en el relacionado con la mitología y las divinidades. El último lugar, el 
superestrato etrusco es responsable de buena parte del vocabulario de la religión oficial 
y de la política. 
Como lengua indoeuropea, el latín posee características que la hacen similar a muchas 
otras lenguas asiáticas y europeas con las que comparte filiación. Hablamos de 
proindoeuropeo (PIE) para referirnos a un conjunto de hablas que compartían unos 
pueblos que vivieron —según la hipótesis más difundida— entre el 3500 y el 3000 aec 
en las orillas de los mares Negro y Caspio. Más adelante, hacia el 2000 aec, ya podemos 
hablar de un estadio de diferenciación en el que han surgido diversas lenguas 
indoeuropeas (IE), organizadas por ramas que conservan entre sí parentesco más 
estrecho e interrelaciones más evidentes. 
Las lenguas IE modernas presentan tipologías muy diferentes entre sí; solo un análisis 
detallado permite descubrir su relación profunda y unas características comunes a todas 
ellas que, naturalmente, también poseía el latín: 
 
• Las lenguas IE son flexivas, es decir, incluyen mucha información en los sufijos 
y prefijos que participan de la flexión de las palabras. Por ejemplo, en la palabra 
española gata, el morfema –a indica al mismo tiempo número singular y género 
femenino. 
• La organización morfosintáctica marca preferentemente el complemento directo 
(el llamado caso acusativo). En el sujeto no aparecen marcas para distinguir si es 
capaz de hacer la acción (sujeto activo), de recibirla (sujeto pasivo) o si es sujeto 
de un verbo intransitivo. 
Incipit. Curso básico de lengua y cultura latinas. 
Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
• Las lenguas IE distinguen géneros gramaticales, aunque algunas, como el inglés, 
hayan reducido esta categoría a los pronombres personales y otras, como el 
armenio, la hayan eliminado completamente. 
• Las lenguas IE más antiguas de todas las ramas de la familia (hitita, sánscrito, 
griego clásico, latín, antiguo irlandés, eslavo eclesiástico) son lenguas flexivas 
con un sistema de 5 a 8 casos morfológicos; es decir, indican las funciones 
sintácticas dentro de la oración mediante sufijos añadidos a sustantivos, 
pronombres y adjetivos. Hoy en día, entre las lenguas derivadas del latín solo el 
rumano conserva un sistema reducido de casos. El latín fue reduciendo el uso de 
los casos a lo largo de su historia y lo substituyó paulatinamente por el empleo 
de preposiciones. 
• El sistema verbal de las lenguas IE modernas ha sufrido cambios mayores que el 
sistema de flexión nominal. A grandes rasgos, podemos decir que el sistema IE 
se caracterizaba por tener cuatro modos (indicativo, subjuntivo, imperativo, 
infinitivo), dos voces (activa y medio-pasiva) y tiempos gramaticales derivados 
mediante sufijación de tres grandes temas (formas alteradas del lexema verbal) 
que remiten al aspecto de la acción verbal: tema de presente, tema de perfecto y 
tema de aoristo. En las lenguas modernas, especialmente las europeas, han 
aparecido numerosas formas verbales basadas en verbos auxiliares y perífrasis. 
Las lenguas románicas y las germánicas han perdido las formas sintéticas de la 
voz pasiva y de la mayoría de las formas de perfecto para sustituirlas por 
perífrasis con los verbos ser y haber: latín amamur = español ‘somos amados’. 
 
La situación lingüística en la Italia prerromana 
Poco antes de la fundación de Roma en el 753 
aec y, sobre todo, antes de su expansión política 
por la península itálica, en ese territorio se 
podían distinguir dos grandes agrupaciones 
lingüísticas de la rama IE: 
• Lenguas latino-faliscas: 
o El falisco, hablado en la zona de 
Falerii Veteres (actual Civita Castellana), a unos 
50 km al norte de donde más tarde se fundaría 
Roma. 
o El latino, hablado en una parte de 
la región llamada Latium (Lacio), que 
comprende el curso final del río Tíber y la 
región de colinas al sur de este río. 
o El véneto, hablado en el norte del 
Adriático y, según la hipótesis más extendida, 
emparentado con este grupo lingüístico. 
• Lenguas oscoumbras: 
o El osco hablado en el centro y sur 
de la península itálica y otras hablas muy próximas a éste y menos 
extendidas. 
o El grupo umbro, con el marso, el volsco, el sabino y el ecuo. 
Incipit. Curso básico de lengua y cultura latinas. 
Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
o El grupo piceno. 
Junto a estas lenguas de estirpe itálica, en la Italia prerromana se hablaban otras lenguas 
IE: 
• Dialectos griegos occidentales 
• El mesapio, posiblemente del grupo IE ilírico. 
• El galo y el lepóntico, del grupo IE céltico. 
 
Lenguas no IE que también dejaron huella en el léxico latino fueron sobre todo el 
etrusco, pero también el lígur, el rético y otras lenguas de las islas de Sicilia, Cerdeña y 
Córcega. 
 
Vocabulario comparado de las lenguas itálicas. Los términos señalados con un 
*asterisco son reconstrucciones o conjeturas en base a datos incompletos. 
 
 
Latín 
arcaico 
Latín 
clásico Falisco Umbro Osco 
uno *oinos ūnus — uns uinus 
dos *duō duō du duf / tuf dus 
tres *trēs trēs tris tref / trif tris 
cuatro *kwatuor quattuor — petur petora 
cinco *kwenkwe quinque *cuique pumpe pompe- 
seis *sēks sēx zex sehs- *sehs- 
siete *septem septem *zepten — *seften 
ocho *oktō octō octu — *uhto 
nueve *newem novem *neuen nuvim *nuven 
diez *dekem decem — desem *deken 
 
La expansión del latín 
Antes de la expansión política y militar de Roma, el latín era una lengua muy poco 
extendida. El osco, por ejemplo, ocupaba en la península itálica un lugar mucho mayor. 
Solo una serie de circunstancias históricas excepcionales hicieron que pocos siglos el 
latín se convirtiera en la lengua más extendida del occidente europeo. 
El mapa que sigue muestra la situación del latín antes de la expansión de Roma. Se 
puede observar cómo las lenguas célticas eran las más extendidas en Europa occidental 
y central. Las hablas ibéricas, no IE, se extendían por el este de la península ibérica. 
Incipit. Curso básico de lengua y cultura latinas. 
Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
Las lenguas célticas ocupaban una gran extensión de terreno, del cual hoy han 
desaparecido casi por completo, siendo substituidas por las lenguas románicas, 
derivadas del latín y por las lenguas germánicas. Otro gran grupo que ha sufrido un 
importante retroceso es el de las lenguas paleobalcánicas (llamado también grupo 
ilírico), que ha dejado como único testimonio vivo el albanés. 
Llamamos proceso de romanización al mecanismo cultural quehizo que gran parte de 
los pueblos dominados por Roma en el occidente europeo asumieran la lengua y los 
valores culturales de los dominadores. Este proceso no fue ni inmediato ni uniforme, y 
se articula alrededor de numerosas variables. La más importante es la colaboración de 
las elites locales con los nuevos gobernantes. En las sociedades antiguas, y 
especialmente en las comunidades célticas e ibéricas, en las cuales el concepto de 
Estado no estaba muy desarrollado, la población se organizaba por grupos familiares 
extensos —lo que entre los romanos se llamaba gentes y que hoy conocemos también 
con el nombre de clanes—. Estos grupos, de estructura fuertemente patriarcal, 
constituían unidades económicas de producción que compartían el uso de la tierra, el 
ganado y el resto de propiedades, como casas, granjas e instrumentos de labranza. 
Los dominadores romanos procuraron dejar intactas estas estructuras económicas y 
sociales —que les aseguraban la producción y, por tanto, la recogida de tasas e 
impuestos— y, a cambio, las aristocracias locales se aseguraron un puesto en el nuevo 
ordenamiento político (consejos municipales y estructuras militares aliadas). Para 
progresar en este nuevo escenario político y económico, era necesario conocer la lengua 
de los nuevos dominadores y, de este modo, el latín se extendió primero entre la nobleza 
local y paulatinamente entre los menos favorecidos. 
Otro factor que contribuyó al proceso de substitución cultural fue el impacto de la 
superioridad de la cultura literaria, técnica y artística en relación a las sociedades menos 
desarrolladas del occidente europeo. Por el contrario, en el oriente, las culturas egipcia, 
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Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
persa y sobre todo la griega gozaban de mayor prestigio que la latina, y el fenómeno de 
la romanización fue mucho menos profundo y se limitó a los ámbitos administrativos. 
Es por ello que el latín solo substituyó a las lenguas prerromanas en el occidente 
europeo, mientras que en oriente, el griego y las lenguas semíticas como arameo, 
egipcio y siríaco mantuvieron su posición sin demasiados problemas, incluso después 
de varios siglos de dominación romana. 
 
 
Las lenguas neolatinas 
A partir de la caída del Imperio Romano, diversos movimientos de población y 
sucesivas conquistas representaron un retroceso de la romanización en algunos 
territorios europeos y africanos. El territorio que aparece en el mapa en negro, que había 
sido romanizado —y en algunos casos muy profundamente, como la provincia de 
África, cuya capital, Cartago, fue un centro cultural importante y uno de los centros de 
difusión del cristianismo— cayó dentro de la órbita cultural de nuevos pueblos: 
germanos, eslavos y magiares en el caso de Europa, y árabes en el caso de África. El 
territorio del antiguo Imperio Romano que figura en gris no sufrió un proceso completo 
de substitución lingüística. 
Por su parte, con el paso del tiempo en el área romanizada se fragmentó la unidad 
lingüística que el Imperio Romano había impuesto mediante sus estructuras estatales. 
Dos grandes grupos de dialectales fueron formándose y dieron lugar a las actuales 
lenguas románicas. El área occidental, en verde oscuro, estaba formada a grandes rasgos 
por aquellas hablas que formaban el plural de los sustantivos a partir del acusativo 
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Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
latino (-os/-es). El área oriental, sin embargo, prefirió formar el plural a partir del 
nominativo de la primera y segunda declinaciones (-e/-i): 
 
latín tardío italiano rumano francés catalán español portugués 
pini (nom) 
pinos (acus) 
pini pini pins pins pinos pinhos 
pire (nom) 
piras (acus) 
pere pere poires peres peras peras 
 
La consolidación de los estados modernos y, sobre todo, la escolarización obligatoria 
que se extendió paulatinamente en Europa occidental a partir de la Revolución Francesa 
y las guerras napoleónicas, inició un proceso de estandarización de la lengua dominante 
en cada uno de los estados europeos, y la desaparición de gran parte de las 
características dialectales de las hablas románicas. En el caso de Italia, el prestigio de la 
lengua toscana y posteriormente la unificación política italiana, que eligió esta variante 
de prestigio como lengua oficial, cambió en el norte de Italia la situación lingüística 
antigua. Las hablas norditalianas, que tenían como límite la línea La Spezia-Rímini (en 
rojo en el mapa), y que pertenecían al grupo lingüístico occidental, fueron fuertemente 
influidas por el italiano estándar y hoy en día presentan características de transición 
entre ambos grupos y muy poca presencia social. 
 
 
Incipit. Curso básico de lengua y cultura latinas. 
Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
 
 Entre las lenguas descendientes del latín, el sardo forma un grupo particular, aunque 
muy reducido, por la peculiar evolución de sus vocales, que mantienen el timbre 
originario latino, y la conservación sin palatalizar de las oclusivas velares latinas. 
En el caso del grupo romance oriental, el grupo balcano-románico posee una lengua, el 
rumano, que posee dos estándares oficiales, el rumano y el moldavo, con pequeñas 
variantes entre sí que corresponden a dialectos históricos diferentes. El arumano, en 
fuerte retroceso, no cuenta con un estándar estatal, y se habla en pequeñas comunidades 
en el interior de Grecia y Macedonia, principalmente. 
El grupo ítalo-románico, formado por numerosas lenguas históricas y con numerosos 
testimonios literarios (el siciliano fue la primera lengua neolatina escrita en Italia, el 
napolitano cuenta con una todavía vigorosa literatura popular), ha convertido en lengua 
estatal al toscano, con fuertes aportes del romanesco en el estándar hablado. Lo que hoy 
en día llamamos italiano es fruto de una normativización que tuvo su origen en el 
prestigio cultural de la lengua toscana, pero que solo se consumó a partir de la unidad 
italiana y de la escolarización masiva a partir de la segunda mitad del s. XX. 
El grupo reto-románico sufre importantes problemas para asegurar su supervivencia. La 
única lengua que goza de cierta protección estatal es el romanche, cooficial junto con el 
alemán en algunos cantones suizos. El friulano goza de un estatuto de protección 
regional muy limitado y no se enseña en las escuelas públicas, que utilizan el italiano 
como lengua oficial. Lo mismo sucede con el ladino, que se mantiene a duras penas en 
algunas localidades alpinas del este de Italia. El dálmata desapareció a mediados del s. 
XIX, siendo substituido por el serbocroata. 
El grupo galo-románico ha sufrido influencias muy diversas, porque ha caído bajo la 
influencia de tres poderosos estados europeos diferentes. En el caso del véneto, el 
emiliano y el romañol, hay que hablar de un profundo retroceso en su uso social a lo 
largo de la segunda mitad del siglo XX. Aquellas personas que conocen estas lenguas 
regionales, no las hablan corrientemente en ámbitos formales y no son transmitidas a las 
nuevas generaciones. Sufren una profunda diglosia —es decir, un reparto desigual en el 
uso social— a favor del italiano estándar, la única lengua de la escuela y de los medios 
de comunicación. A ello se añade el hecho de que solo el veneciano ha tenido 
históricamente presencia escrita oficial, y por ello han sido percibidas por sus hablantes 
como lenguas no aptas para los ámbitos sociales de prestigio. 
En Francia, el prestigio de la corte y de la cultura oficial primero, y la escolarización 
universal —en francés— posteriormente, han puesto en dificultad la supervivencia del 
occitano, que tuvo una influencia cultural importantísima entre los s. XII y XIV, pero 
que no consiguió crear unaestructura estatal en la Edad Moderna. Aunque sufrió un 
proceso de renacimiento en el siglo XIX, su uso no ha llegado a remontar y hoy en día 
encuentra serias dificultades para integrarse en el sistema escolar público francés y para 
conseguir una estandarización consensuada entre todas las variantes dialectales. Una 
variante del gascón, el aranés, tiene estatuto de cooficialidad junto con el catalán y el 
español en el Valle de Arán, pero en el resto de su área geográfica carece de apoyos por 
parte de los poderes públicos y sufre un avanzado proceso de substitución lingüística en 
beneficio del francés. 
Incipit. Curso básico de lengua y cultura latinas. 
Carles Padilla; Josep Ll. Teodoro 
 
 
El arpitano —nombre común de las hablas alpinas— se conserva solo en los ambientes 
familiares de ciertas comunidades de montaña de población muy reducida. 
El valón, lengua hablada en Bélgica y en el norte de Francia, ha sido desplazada por el 
francés estándar, lengua oficial también en Bélgica, y lengua de la corte real desde la 
fundación de este estado a principios del s. XIX. 
El caso del catalán es diferente, desde el momento en cuenta con un número muy 
elevado de hablantes nativos en Cataluña, Baleares y el País Valenciano. En estas tres 
regiones, los poderes públicos han actuado de diferente modo, y solo en Cataluña existe 
actualmente una red escolar completa en catalán y medios de comunicación 
audiovisuales públicos en esta lengua. De todos modos, aunque no es una lengua estatal 
—excepto en Andorra—, su proceso de normativización y de estandarización está 
completado desde mediados del siglo XX, cuenta con una tradición cultural continuada 
y su transmisión intergeneracional está asegurada, aunque ha sufrido un serio retroceso 
en el País Valenciano y en Baleares, sobre todo por una menor presión social sobre los 
poderes públicos para asegurar su vitalidad. 
El grupo ibero-románico cuenta con dos lenguas estatales con amplia presencia en el 
mundo, el portugués y el español, y algunas lenguas regionales en diverso estado de 
conservación. Una de las variantes del astur-leonés es cooficial en Asturias, donde, sin 
embargo, mantiene un uso social reducido. El aragonés es cooficial en algunas comarcas 
pirenaicas, pero su uso no llega a las instituciones públicas de Aragón, puesto que en su 
capital, Zaragoza, la substitución lingüística es completa desde hace siglos. Los avances 
hechos en su estandarización y normativización quedan de este modo muy limitados, y 
su continuidad está en serio peligro.

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