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Revista de Psicanálise

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La sexualidad,
los sueños,
lo inconsciente
Revista de Psicoanálisis
EDITADA POR LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA
Tomo LXVIII | Marzo | 2011
Número 1
Buenos Aires, República Argentina
ISSN 0034-8740
Esta revista está incluida en el 
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reprografía y el tratamiento informático.
Impresión: Cosmosprint, E. Fernández 155, (1870) Avellaneda, 
Buenos Aires, Argentina, en marzo de 2010.
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INTERÉS GENERAL
Concesión N° 1.510
FRANQUEO PAGADO
Concesión N° 13513
Secretaria Administrativa
SILVINA RICHICHI
revista@apa.org.ar
Responsable de la Indización
SARA HILDA FERNÁNDEZ CORNEJO
Corrección
VALERIA MUSCIO
Diagramación y Armado
MIGUEL ANGEL GRAMAJO
Imagen de Tapa
Acrílico sobre cartón // Título: Mujer sobre naturaleza muerta
Autora: María Sloninsky de Groba
Fecha de realización: 2007
Revista de Psicoanálisis
PUBLICACIÓN TRIMESTRAL DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA
FILIAL DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA INTERNACIONAL (API)
SOCIEDAD COMPONENTE DE LA FEDERACIÓN PSICOANALÍTICA DE AMÉRICA LATINA (FEPAL)
Comité Editor
Directora
CLAUDIA LUCÍA BORENSZTEJN
Secretaria
LILIANA NOEMÍ PEDRÓN MARTIN
Miembros del Comité Editor
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SILVIA BEATRIZ BAJRAJ
JEANETTE DRYZUN
JUDITH GOLDSCHMIDT DE SCHEVACH
EDGARDO ADRIÁN GRINSPON
FERNANDO FÉLIX IMERONI
JUDITH KONONOVICH DE KANCYPER
GRACIELA MEDVEDOFSKY DE SCHVARTZMAN
MARÍA LOURDES REY DE AGUILAR
MARCELO DANIEL SALUSKY
Miembros del Consejo Editor Internacional
Comisión Directiva de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Vocales: Lic. Justa Paloma Halac, Dra. Victoria Korin, 
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Dr. Gustavo Dupuy, Lic. Emma N. Realini de Granero, Dr. Daniel Schmukler
Eduardo Agejas (Buenos Aires),
Alcira Mariam Alizade (Buenos Aires), 
Madeleine Baranger (Buenos Aires),
Elias M. da Rocha Barros (San Pablo), 
Carlos Basch (Buenos Aires), 
Ricardo Bernardi (Montevideo), 
Jorge Canestri (Roma), 
Guillermo Carvajal (Santa Fe de
Bogotá), 
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André Green (París), 
Aiban Hagelin (Buenos Aires),
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Jürgen Hardt (Wetzlar), 
Max Hernández (Lima), 
Paul Janssen (Dortmund), 
Juan Jordán Moore (Santiago de Chile),
Otto Kernberg (Nueva York), 
Rómulo Lander (Caracas), 
Jean Laplanche (París), 
Lucía R. Martinto de Paschero (Buenos
Aires), 
Norberto Marucco (Buenos Aires),
Robert Michels (Nueva York),
Thomas Ogden (San Francisco),
Cecilio Paniagua (Madrid), 
Ethel Person (Nueva York), 
Andrés Rascovsky (Buenos Aires), 
Owen Renik (San Francisco), 
Lía Ricón (Buenos Aires), 
Romualdo Romanowsky (Porto Alegre), 
Anne-Marie Sandler (Londres),
Gabriel Sapisochin (Madrid), 
Fanny Schkolnik (Montevideo),
Evelyne A. Schwaber (Brookline),
Marianne Springer-Kremser (Viena),
Jaime Szpilka (Madrid), 
David Tuckett (Londres), 
José Luis Valls (Buenos Aires), 
Juan Vives Rocabert (México DF),
Robert Wallerstein (Belvedere), 
Daniel Widlöcher (París), 
Paul Williams (Londres).
Dr. Andrés Rascovsky 
Dr. Federico Luis Aberastury
Lic. Mónica E. Hamra
Dr. Eduardo E. Agejas
Lic. Enrique M. Novelli
Presidente: 
Vicepresidente:
Secretaria:
Secretario Científico:
Tesorero:
Editorial
• Sexualidad, Sueños, Inconsciente
Comité Editor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VII
Paneles principales.
Exploración de conceptos fundamentales: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
La sexualidad
• Björn Salomonsson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
• René Roussillon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
• Luis Kancyper . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
• Nancy Kulish . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Los sueños
• Elias Mallet da Rocha Barros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
• Luis J. Martín Cabré . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
• Harold P. Blum. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Lo inconsciente
• Giuseppe Civitarese . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
• Jorge Luis Maldonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
• Miguel Kolteniuk Krauze . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
• Werner Bohleber . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Trabajos libres del Congreso
• El deseo de hijo y la pasión de hijo: destinos de la maternidad.
Patricia Alkolombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
• El trabajo del analista frente a los sueños con aspectos de función
evacuativa. Una aplicación clínica
Darío Arce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
• El analista en Jaque: La importancia de la supervisión.
Psicoanálisis de un adolescente. 
Primitivo Gómez, Marcela Dal Verme, Paulina Landolfi y
Luz Abatángelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
• El Yo-Piel, Xipe-Totec y otras pieles.
Norah Gramajo Galimany . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Índice
• El análisis ¿termina?
Marcos Guiter . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
• ¿Cómo enfocar el Abuso Sexual Infantil? El Psicoanálisis en la
interdisciplina.
María Kuitca, Juana Berezin y Dora Felbarg . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
• Las diferencias culturales en la sesión. La transferencia lateral.
Silvia Elena Leguizamón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
• Viejos y nuevos mitos en la familia. Mitos familiares y mitos sociales.
Roberto Losso y Ana Packciarz Losso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
• Sueños, sexualidad y delirios. Estudio sobre «Gradiva» de Jensen a la
manera de un caso clínico.
Pola Roitman Woscoboinik . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
• Comunicación sobre un caso de paidofilia con sueños elaborativos. 
José Ricardo Sahovaler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
• Trabajo del inconsciente en sueños y síntomas.
Enrique Rafael Torres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
• El Psicoanálisis y otras disciplinas en la era de la multimedia:
Amores por Facebook.
María Laura Trotta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
• El Olfato –profundizando lainvestigación–
Lo inconsciente y la sexualidad.
Liliana Ziaurriz de Jacoby . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199
Autor invitado
• Metalepsis, o retórica de la interpretación de transferencia
Giuseppe Civitarese . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
Revista de libros
• Diversidad sexual, Beatriz Zelcer
Por Eduardo Agejas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
• Resentimiento terminable e interminable, Luis Kancyper 
Por Jorge H. Schvartzman . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
Revista de revistas
• Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para graduados N° 33,
Por Gloria Gitaroff . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
VII
Así escribía Nezahualcóyotl, el señor de Texcoco, México, 1402 - 1472, una
generación antes de la llegada de los españoles. Escribía en náhuatl, la len-
gua de los aztecas. Y con su poesía comenzamos este número dedicado al
47 Congreso Internacional que se realiza en la ciudad de México en agosto
del 2011, cuyo tema es: “Exploración de conceptos fundamentales: La se-
xualidad, los sueños, lo inconsciente”.
En la primera parte se publican las contribuciones breves de los exposi-
tores en los paneles centrales para los que se formularon algunas pregun-
tas. La primera pregunta sobre sexualidad es acerca del lugar que el autor
da a la sexualidad en la clínica, sus ideas implícitas y explícitas acerca de ésta.
Salomonsson destaca el lugar de la sexualidad infantil y ubica su centralidad
a partir de tres fuentes: su relectura de Freud de los Tres ensayos, el tra-
bajo psicoanalítico con madres y bebés, y las teorías de Laplanche. Roussillon
diferencia lo sexual de la sexualidad, lo que es observable en esta última
como comportamiento, y lo que pertenece a la dimensión intrapsíquica, lo
que puede esconder además algo no sexual. La segunda pregunta sobre el
vínculo entre la sexualidad y la transferencia, entre aquella y el deseo, es
respondida por Kancyper con su propuesta acerca del complejo fraterno,
como uno de los componentes del complejo de Edipo junto con el narci-
sismo y que también tiene un destino como expresión más genuina de la
sexualidad inhibida en su meta: la amistad. El autor propone la idea de amis-
tad de transferencia en lugar del amor de transferencia como lo que pro-
mueve la alianza terapéutica y es motor del proceso analítico. Kulish afirma
que cuando toma un nuevo paciente siempre se pregunta de qué modo se
presentara la sexualidad en el campo clínico, en su mundo interno y ex-
terno. Apela al concepto de sexualidad infantil para explicar porqué aun
hoy, lejos de los patrones culturales que convertían el sexo en tabú, estos
problemas continúan existiendo. 
Sexualidad, Sueños, Inconsciente
Un recuerdo que dejo
¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos
Para el panel de sueños la pregunta de cómo concibe la función de los
mismos, y si establece una distinción acerca de los sueños como producto
de un trauma u otros, es contestada por Rocha Barros en una clave bio-
niana/meltzeriana que los concibe como una función de la mente donde
se genera el significado. Se centra para su exploración en lo que los sue-
ños producen en relación a la reelaboración de sentimientos, y sostiene
que éstos son un reflejo del estado de la relación analista /paciente en el
plano de la transferencia. Cabré coincide con este planteo y agrega que
los sueños ofrecen un elemento imprescindible para el trabajo de la cons-
trucción porque simboliza emociones antiguas en ocasiones traumáticas
que se retrotraen a los primeros tiempos de la vida. Rescata la idea de
función traumatofílica de los sueños en Ferenczi, y lo conecta con los des-
arrollos actuales sobre el inconsciente no reprimido en formulaciones de
Bleger, Aulagnier, Bollas, Mancia, Marucco y los Botella con sus ideas
acerca del trabajo de figurabilidad. Blum responde a la pregunta sobre
cuánto privilegia los sueños en relación a otras formas de representación
mental diciendo que aunque ya no existe ninguna "vía regia " para la in-
terpretación psicoanalítica, los sueños siguen ocupando un lugar impor-
tante. Hace un recorrido de la evolución de sus ideas que culmina con la
afirmación de que ya no es posible concebir el contenido manifiesto como
el envoltorio del contenido latente, oculto, sino que hay una variedad de
situaciones, entre ellas la aparición cruda de fantasías inconscientes de
incesto, asesinato, suicidio, canibalismo, etc., que eluden la censura del
sueño, así como también la confusión de sueño y realidad, en pacientes
graves, y los sueños traumáticos o pesadillas. Dos viñetas ilustran el modo
en que el autor les da utilidad clínica.
En el tercer panel, la pregunta sobre lo inconsciente, solicita que el
autor exponga su propia teoría y la contraste con otras. La respuesta de
Civitarese se sustenta en Bion, sus ideas sobre pensamiento onírico de la
vigilia y su concepto radicalmente social sobre el origen del sujeto. Remite
a autores que como Odgen y Grotstein también han partido de Bion
para sus desarrollos, así como Ferro que ha tomado además las ideas de
campo de los Baranger. Según este modelo, lo inconsciente y lo cons-
ciente son dos vértices desde los que se observa el fenómeno mental.
Señala que hay un cambio de paradigma respecto al modelo freudiano,
sin que Bion mencione los puntos en que se diferencia de Freud, deja
abierto un carácter deliberadamente no saturado, favoreciendo en el ana-
lista una actitud critica ante cualquier dogmatismo, ligado a una escuela
determinada. Maldonado se refiere a la relación analítica como el contexto
de reconocimiento por excelencia de los procesos inconscientes y su se-
cuencia de transformaciones por medio de la interpretación. El mensaje
VIII
del inconsciente está destinado al analista en ese contexto, ya que en otros
contextos, no es ese el objetivo de la relación, ni la interpretación el des-
tino del mensaje. Krauze se pregunta si hay un inconsciente o muchos y
se propone responder apelando a los varios conceptos de inconsciente
formulados dentro de las distintas teorías psicoanalíticas, comenzando
con Freud y sus descripciones de inconsciente sistemático y dinámico.
El inconsciente como instancia en su primera formulación y el incons-
ciente como cualidad de las instancias en la segunda. Es a esta última
que corresponden los desarrollos de la la psicología del yo, la teoría de
las relaciones objetales, del self, de los interactivos e intersubjetivos. El
movimiento de retorno a Freud lacaniano y francés, se apoyan en la pri-
mera tópica. Teniendo en cuenta estos dos anclajes, pueden dilucidarse
algunos problemas del psicoanálisis contemporáneo. Boheleber responde
que el pensamiento pluralista nos enfrenta a concepciones diferentes de
inconsciente desde versiones clásicas como lugar de representaciones
reprimidas hasta concepciones acerca de estados del self desarrollados.
Las teorías implícitas dan cuenta de una diversidad de concepciones no
fácilmente expresables verbalmente, y que tienen una representación es-
pacial vertical en las formulaciones clásicas. En la teoría kleiniana hay
un espacio metafórico horizontal en el que proliferan las identificacio-
nes proyectivas. Un tercer modelo proviene de las teorías intersubjeti-
vas en donde el inconsciente está en un producto de la relación puesto
en acto (enacted), postura que predomina en muchas de las escuelas te-
óricas actuales. Hasta aquí los paneles.
La segunda parte incluye los trabajos libres de la Asociación Psicoanalítica
Argentina que han sido seleccionados por el Comité del Congreso para su
presentación.Alkolombre, en El deseo de hijo y la pasión de hijo: destinos de la maternidad,
repasa las motivaciones que implica el deseo de tener hijos y los caminos
de ese deseo cuando se tropieza con la infertilidad. El relato de una vi-
ñeta clínica nos muestra como se produce un viraje del deseo hijo a lo
que la autora propone como "la pasión" de hijo en una particular forma
de concepción que puede conducir a tanatizarse en la búsqueda de lograr
un embarazo a "cualquier precio". Muestra cómo con este deseo de em-
barazo se encubre una trama mucho más compleja que circula por un eje
narcisista-pulsional y advierte el peligro de que el analista se pliegue a esa
búsqueda perdiendo de vista las desinvesturas que se producen en la vida
de la paciente.
IX
Arce, en El trabajo del analista frente a los sueños con aspectos de función eva-
cuativa. Una aplicación clínica, presenta un material clínico, centrado en el
análisis de un sueño y su relato nos sumerge en el clima generado en el
campo analítico. A partir de una confusión acontecida en el analista, in-
troduce una discusión acerca del concepto de evacuación en los sueños y
destaca la importancia de utilizar este tipo de material para poder conquistar
un tipo de conocimiento emocional del paciente, que le permite al analista
integrarlo en su mente y luego devolver esta integración al paciente.
Gómez, Dal Verme, Landolfi y Abatángelo, en El analista en Jaque: La
importancia de la supervisión. Psicoanálisis de un adolescente, relatan mo-
mentos clave de un proceso analítico de 10 años de duración con un ado-
lescente, en los que la analista realiza tres supervisiones para destrabar
situaciones difíciles durante el mismo, que requieren la inclusión de los
padres en el mismo.
Gramajo Galimany, en El Yo-Piel, Xipe-Totec y otras pieles, aborda la pro-
blemática que presenta todo paciente con trastorno narcisista, cuya extrema
vulnerabilidad hace que el acercamiento del analista produzca intensas re-
sistencias, al transformarse con facilidad en intrusión. Privilegia para la com-
prensión de este fenómeno la teoría del yo-piel de D. Anzieu. Describe esa
zona de frontera, de unión madre-bebé en la que se irá operando la dife-
renciación y separación, donde el contacto amoroso permitirá el desplie-
gue, mientras que el odio separa deshollando, produciendo síntomas en la
piel y en la mente a través de procesos de desmentalización. Tres casos clí-
nicos apoyan su idea de partir de la inyección de libido que aporta la cons-
trucción en torno al trauma, generando simbolización. Culmina con el aná-
lisis del mito Xipe-Totec que ilustra el mismo fenómeno en la historia más
antigua del pueblo mexicano. 
Guiter, en El análisis ¿termina?, describe las modalidades de adoptan las re-
sistencias y sus múltiples variedades en el final del análisis. Supone tres
desenlaces para el proyecto psicoanalítico en tanto terminable o intermi-
nable donde trabaja los alcances de la alianza terapéutica y sus vicisitudes,
en función de la etiopatogenia y las modalidades de lo que resiste cuando
se trata del yo, del superyó y del ello.
Kuitca, Berezin y Felbarg, en ¿Cómo enfocar el Abuso Sexual Infantil? El
Psicoanálisis en la interdisciplina, ubican al niño abusado en relación a su fa-
milia, cuando éste es privado de su historia, desubjetivizado, deshumani-
zado. Presentan como hipótesis la existencia del Grupo Familiar Abusivo
X
Sexual en el cual predomina la vincularidad endogámica. Señalan la im-
portancia de un equipo interdisciplinario para su abordaje y los aportes del
psicoanálisis al tratamiento.
Leguizamón, en Las diferencias culturales en la sesión. La transferencia late-
ral, aborda un tema sorprendentemente poco tratado en los escritos psi-
coanalíticos, considerando la importancia que reviste, ya que, “es imposi-
ble para el analista convocar en el análisis y desde su persona real todas las
transferencias posibles…”. La transferencia lateral, considerada teórica-
mente por la autora como un acting defensivo frente a los peligros en que
podría situarla una afectividad abierta frente a su analista, es reconocida
como herramienta útil a la hora de resguardar el espacio analítico de una
emocionalidad desbordada.
Losso y Packciarz Losso, en Viejos y nuevos mitos en la familia. Mitos familia-
res y mitos sociales, plantean como tarea central en el trabajo psicoanalítico
con familias y parejas, explorar y develar el mito que portan, el relato que
muestra y a la vez encubre las vicisitudes de su historia , mito transmitido a
lo largo de las generaciones. Afirman que asistimos en los últimos decenios
a un “vacio mítico” que es llenado por mitos sociales, cuestión que enfrenta
a los analistas con un desafío para desentrañar los sufrimientos del sujeto y
a repensar los fenómenos transferenciales y contratransferenciales del campo
vincular terapéutico en nuestros esquemas referenciales.
Roitman de Woscoboinik y colaboradores, en Sueños, sexualidad y delirios.
Estudio sobre “Gradiva” de Jensen a la manera de “un caso clínico”, invitan a
revisitar el texto freudiano de 1906/7 a partir del Freud de 1920 quien re-
formula su metapsicología e introduce la noción de desmentida y sus efec-
tos, la escisión del yo, así como también a partir de los posfreudianos que
han contribuido a la comprensión de esta patología. Tomando al prota-
gonista como su propio paciente, describe las vicisitudes de su vida, sus
sueños y cómo se va armando el delirio. Luego, a través de una Zoe-
Gradiva-analista que trabaja dando vida a lo desmentido-escindido va re-
creando la salida a través del amor.
Sahovaler, en Comunicación sobre un caso de paidofilia con sueños elaborativos,
relata el caso de una niña de 10 años que consulta promediando su octavo
mes de embarazo. El relato de sus sueños, demuestra el esfuerzo que suele
hacer un niño atrapado en la confusión de mensajes supuestamente amo-
rosos y los hostiles por parte de su abusador. Es violentado o es el elegido?
El autor nos dice que la paidofilia cuestiona la estructura básica del fun-
XI
XII
cionamiento social. Aquí la fantasía incestuosa de toda estructura familiar
no queda limitada al mundo de la fantasía. Forma sexual de la violencia
que solo cabe definir como lisa y llana maldad. 
Torres, en Trabajo del inconsciente en sueños y síntomas, parte del análisis de
una paciente, con síntomas fóbicos y una conjura obsesiva que obstruyen su
vida. El relato de las primeras entrevistas, la reconstrucción de una sesión,
y fragmentos más actuales acompañados de sueños, ilustran el proceso de la
cura. En pocos meses de análisis se producen cambios significativos en las
manifestaciones somáticas y en la producción onírica, a la vez que las re-
presentaciones obsesivas comienzan a ser procesadas simbólicamente.
Trotta, en El Psicoanálisis y otras disciplinas en la era de la multimedia: Amores
por Facebook, interrelaciona conceptos provenientes del psicoanálisis, la so-
ciología, la antropología y la lingüística, para incursionar en el tema de la
relación entre la subjetividad y los avances tecnológicos. En una lectura de
la actualidad que nos ubica en la era del capitalismo postindustrial, la au-
tora alude a cambios que se despliegan en lo corporal y en las modalidades
de comunicación que parecen un desafío al paso del tiempo, y al límite de
la vida. Ilustra en dos viñetas el tema de la presencia / ausencia que se ge-
nera a partir de la comunicación virtual.
Ziaurriz de Jacoby, en El Olfato –profundizando la investigación– Lo incons-
ciente y la sexualidad, se ocupa de esta poco frecuentada temática relacio-
nándola primariamente con la memoria y los afectos. Bajo la denominación
de aromas y fragancias las sensaciones olfatorias son descriptas como re-
gistros inconscientes no afectados por la represión. La autora atribuye la
dificultad de teorización del tema a la trama interconectada entre cuerpo
y psiquismopresimbólico y a la escasa vinculación con el lenguaje. Con
ejemplos de la literatura señala lo inaprensible de los olores y cómo éstos
son vehículos que llevan al poeta a los recuerdos perdidos de la infancia.
Describe la relación del olor con el objeto transicional, el fetiche y el ob-
jeto “a” adjudicando a éste último una condición de fugacidad, evanescen-
cia y discontinuidad que influye en experiencias de la sexualidad de acep-
tación o rechazo inconsciente.
Civitarese, en Metalepsis o retórica de la interpretación de transferencia, con una
terminología a la cual no estamos habituados por provenir de la retórica,
introduce en el texto psicoanalítico la metalepsis, como personajes escapa-
dos de un libro, de un recorte de prensa, de una fotografía, sueño, recuerdo,
etc., como juegos que manifiestan por la intensidad de sus efectos, que con
47° Congreso Internacional / México 2011
Exploración de conceptos
fundamentales: la sexualidad,
los sueños, lo inconsciente
LA SEXUALIDAD
Björn Salomonsson / Suecia
René Roussillon / Francia
Luis Kancyper / Argentina
Nancy Kulish / Estados Unidos
LOS SUEÑOS
Elias Mallet da Rocha Barros / Brasil
Luis J. Martín Cabré / España
Horold P. Blum / Estados Unidos
LO INCONSCIENTE
Giuseppe Civitarese / Italia
Jorge Luis Maldonado / Argentina
Miguel Kolteniuk Krauze / México
Werner Bohleber / Alemania
La Sexualidad
1 ¿Cuáles son sus ideas implícitas o explícitas acerca de la sexuali-
dad y cómo se manifiestan estas ideas en la situación psicoanalí-
tica? En otros términos, ¿cuán central es la sexualidad en sus
ideas acerca de la situación clínica?
RESPUESTA DE *BJÖRN SALOMONSSON
Para responder estas preguntas debemos diferenciar la sexualidad adulta de
la infantil. En la teoría de Freud esta diferenciación era obligatoria. Perso-
nalmente, no creo que la sexualidad adulta tenga un papel primordial en la
situación psicoanalítica. Dicho en términos simples, no creo que mis pa-
cientes se la pasen fantaseando constantemente con tener relaciones sexuales
conmigo. Estas falacias pertenecen al mundo de las historietas y dibujos ani-
mados, no al de la práctica psicoanalítica diaria.
Por otro lado, la sexualidad infantil está presente, como una corriente
subterránea, en toda situación analítica. Alimenta en forma permanente el
proceso analítico... y también lo obstruye. Uno de los objetivos fundamen-
tales del psicoanálisis es ayudar al paciente a encontrar la manera de tramitar
su sexualidad infantil dentro de las limitaciones que impone la realidad. En
mi caso, tres experiencias básicas me llevaron a reconocer cada vez más los
efectos de la sexualidad infantil en analizandos de cualquier edad: la relectura
de los Tres ensayos de teoría sexual, de Freud, el trabajo con madres y bebés
en tratamiento psicoanalítico y el estudio de las teorías de Jean Laplanche.
Al principio, al lenguaje incómodo que utiliza Freud en esa obra y sus
esfuerzos por fundar la teoría de las pulsiones en una teoría seudomédica
me desconcertaron, pero luego pude superar esos obstáculos y discernir cuál
era el mensaje esencial del libro. El niño que se chupa el pulgar ya es un
niño conflictuado. Su supervivencia o autoconservación está inextricable-
mente ligada al hecho de convertirse en un ser sexual. Esto no representaría
ningún problema si no fuera porque la madre que lo nutre no puede satis-
facer sino parcialmente las pulsiones sexuales del niño. Así pues, la sexualidad
le crea al bebé un conflicto consigo mismo y con su madre. Para Freud, la
autoconservación, el placer y el conflicto eran los tres ángulos que confor-
maban el triángulo de la vida humana, personificado en los protagonistas
del complejo de Edipo. 
* bjorn.salomonsson@comhem.se / Suecia
Freud sustentó su teoría de la sexualidad infantil en ese fenómeno trivial
de succión del pulgar. Su razonamiento era muy simple: todos los niños se
chupan el pulgar o algún sucedáneo, pero no lo hacen para obtener alimento;
entonces, ¿por qué lo hacen? Su respuesta fue: debido a su sexualidad infantil.
A continuación trazó la trayectoria evolutiva de esta última y sus nexos con la
psicopatología subsiguiente. Entretanto, aguardaba con ansiedad que los ana-
listas de niños corroboraran estas ideas. Lo logró en el caso del Pequeño Hans
y en otros posteriores. Por extensión, si hoy queremos averiguar más sobre la
sexualidad infantil, la lógica nos lleva a examinar la vida del bebé. Junto con
mi práctica psicoanalítica habitual, trabajo con madres y bebés en tratamiento
analítico, y estas experiencias han sido mi segunda razón para poner el énfasis
cada vez más, en mi pensamiento clínico, en la sexualidad infantil.
La psicoterapia de la madre y el bebé se viene practicando desde hace ya
varias décadas, pero hasta ahora tales experiencias clínicas no se integraron
suficientemente a la teoría psicoanalítica clásica. Uno de los motivos es que
la teoría del vínculo ha reemplazado a la teoría psicoanalítica como modelo
explicativo para estos tratamientos. Otro de los motivos es el temor reverente
que sentimos ante el mundo infantil. Este sentimiento contratransferencial
nos impide observar a la madre con la misma minuciosidad con que obser-
vamos a su bebé. Tendemos a considerar, entonces, que la sexualidad infantil
solo puede conceptualizarse en forma retrospectiva, a partir de los relatos de
pacientes adultos. Nos perdemos así la oportunidad de observarla en cualquier
interacción madre-hijo, ya sea normal o patológica. Veamos unos ejemplos.
Kevin, un bebé de cuatro meses, es un niño muy serio que sólo ocasio-
nalmente mira a su madre, Tracy, a los ojos. Cuando lo hace por un breve
instante, Tracy no le lleva el apunte sino que continúa hablando de sus an-
gustias hipocondríacas. Cuando le señalo que, en realidad, el bebé le está
buscando los ojos, Tracy piensa que exagero. En cambio, ella fija su mirada
atenta en mis ojos e incluso me sonríe de vez en cuando. Observar este con-
traste me resulta penoso, y por cierto también lo es para la madre.
Laura, una mujer de 40 años, suele sentirse muy desdichada en sus se-
siones de los lunes. Le molesta que yo vincule su desazón con la soledad que
experimentó durante el fin de semana. Conecto mis interpretaciones con
un sueño en el que ella veía una “luna maravillosa” (en inglés, el lunes, Mon-
day, es el “día de la luna”) y un bombero que le prometía extinguir un in-
cendio amenazador, etc. Con estas interpretaciones procuro, digamos así,
mirarla a los ojos para decirle que estoy presente y soy consciente de su
deseo; pero a ella todavía le resulta demasiado agraviante devolverme la mi-
rada y aceptar que me necesita.
En mi opinión, Kevin y Laura se debaten con cuestiones similares: cómo
reconocer que quieren ser confirmados, mirados, sostenidos, acariciados,
Exploración de conceptos fundamentales4 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
amados. Estos deseos son conflictivos. Laura lucha contra la agresión nar-
cisista de tener que reconocer que depende de mí. El pequeño Kevin tiende
a apartar la vista cuando, ocasionalmente, Tracy lo mira. Aún es prematuro
decir si la evita porque se siente avergonzado de sus ansias de ella, o porque
está enojado con ella, o porque la madre se ha convertido en un objeto malo
que a Kevin lo asusta. Sea como fuere, las miradas de Kevin y su afán por
pasar inadvertido nos indican que su sexualidad infantil ya está en conflicto.
Podríamos expresar su experiencia con estas palabras: “Deseo lo que no ob-
tengo y obtengo lo que no deseo”.
Ahora bien: al afirmar que la sexualidad infantil es clínicamente observable,
nos vemos obligados a preguntarnos cómo es que se engendra en los albores
de la vida. La respuesta de Freud fue la “Anlehnung” (apuntalamiento o ana-
lisis)1. Con este concepto, quería explicar que la pulsión sexual es indisociable
del instinto de autoconservación. Noobstante, ¿cómo se entiende que una
pulsión se apoye en un instinto? Aquí me parece indispensable incorporar la
idea de Jean Laplanche sobre la “situación antropológica fundamental”. La-
planche niega que la sexualidad infantil sea innata; piensa, más bien, que le
es transmitida al bebé por los “mensajes enigmáticos” de la madre. Esta co-
municación avasalla al bebé con impactos que él no puede captar, precisamente
por su inmadurez sexual. Laplanche suelda la teoría de las pulsiones freudiana
a una teoría de la interacción que da cabida no solo a las longitudes de onda
observables, sino también a las inconscientes. La aleación resultante es la se-
xualidad infantil, tal como yo la concibo y como la observo en la clínica. Creo
que ésta se muestra igualmente activa en la labor psicoanalítica con bebés,
niños y adultos. En todos los casos, es el combustible que mueve la transfe-
rencia: en el bebé, sus reacciones cuasi-transferenciales con la madre; en el
niño y el adulto, su transferencia sobre el analista.
Traducción: Leandro Wolfson
DESCRIPTORES: SEXUALIDAD INFANTIL / OBSERVACIÓN DE NIÑOS Y LACTANTES / APUN-
TALAMIENTO.
KEYWORDS: CHILDHOOD SEXUALITY / OBSERVATION OF CHILDREN AND INFANTS /
ANACLISIS.
PALAVRAS-CHAVE: SEXUALIDADE INFANTIL / OBSERVAÇÃO DA CRIANZA E LACTANTES
/ APOIO.
| 5Sexualidad
1 Aparece en la expresión “elección de objeto por apuntalamiento” o “elección analítica
de objeto”, tal como figura en los Tres ensayos de teoría sexual. (N. del T.)
Bibliografía
Freud S. (1905): Three essays on sexuality. S. E., 7
—(1909): Analysis of a phobia in a five-year-old boy. S. E., 10.
Laplanche J. (1989): New foundations for psychoanalysis [Nouveaux fondements
pour la psychanalyse, 1987]. Oxford: Basil Blackwell.
—(2007): Sexual. La sexualite elargie au sens Freudien [‘‘Sexual’’. Sexuality en-
larged in the Freudian sense]. Paris: PUF.
****************************
RESPUESTA DE *RENÉ ROUSSILLON
La escucha de la dimensión de lo sexual en la cura de psicoanálisis y la inter-
pretación de la dimensión sexual de la transferencia o de los contenidos aso-
ciativos depende estrechamente de la concepción psicoanalítica sobre lo sexual
y la sexualidad. Mi propósito es centrarme en la evolución de esta concepción.
La concepción psicoanalítica de la sexualidad se caracteriza, en lo fun-
damental, por proponer una considerable extensión de su campo. Aunque
la vida psíquica no se reduzca a la dimensión de lo sexual, tal dimensión está
siempre presente y activa en los procesos que la atraviesan y en los conflictos
y formaciones que la constituyen. La hegemonía de lo sexual en psicoanálisis
está íntimamente ligada a la primacía del principio de placer-displacer: lo
sexual es la mayor forma de expresión de este principio fundamental, rector
del funcionamiento psíquico.
Al mismo tiempo que extiende la concepción de lo sexual, el psicoanálisis
enriquece notablemente su sentido. Distingue entre lo sexual y la sexualidad,
reconoce una parte de lo sexual independiente de las manifestaciones de la
sexualidad, pero también puede indicar la presencia en ésta de situaciones no
sexuales. Al introducir la noción de una sexualidad pregenital, distingue tam-
bién la sexualidad del sexo en sí, reconoce un carácter sexual «normal» a zonas
corporales que no son las propiamente «genitales». Nos enseña a leer lo sexual
en las fantasías, y en procesos en los que no aparece de un modo manifiesto.
La concepción psicoanalítica de lo sexual y de la sexualidad no puede ser
entendida, pues, sin referencia al reconocimiento de configuraciones in-
conscientes en la vida psíquica. La sexualidad es un comportamiento parti-
cular, un comportamiento «observable»; lo sexual, en cambio, concierne a
Exploración de conceptos fundamentales6 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
* rroussillon7@gmail.com / Francia
la dimensión intrapsíquica, al «curso de los acontecimientos psíquicos»: es
sexualidad interior, interiorizada. La medida de lo sexual no está dada por
determinado comportamiento; surge del sentido oculto, inconsciente, de
las manifestaciones expresivas del sujeto. Lo sexual se descubre, se recons-
truye, se infiere más allá de lo manifiesto: es fantasía inconsciente.
Ésta es la razón por la cual el psicoanálisis comenzó a descubrirlo y a pen-
sarlo en el seno de las formaciones del inconsciente, en el sueño, el lapsus,
el acto fallido y el síntoma, en cuanto aquello que permitía restituir su sentido
a lo que se presentaba en las producciones psíquicas como carente de él o,
por lo menos, como enigmático, permitiendo así restituir continuidad e in-
teligibilidad a la vida psíquica y sus producciones.
Ahora bien, ni Freud ni sus principales sucesores se quedaron en esto pues
la presión de los hechos clínicos lo impedía. Bajo la acción en particular de la
clínica de las perversiones y de ciertas problemáticas narcisistas, los psicoana-
listas empezaron a comprender que una sexualidad podía ocultar otra, que de-
trás de una sexualidad manifiesta podía disimularse una sexualidad distinta. Se
piensa en la importancia de distinguir la sexualidad adulta de la infantil, y en
la manera en que la segunda infiltra en la primera sus reglas propias, su poli-
morfismo. Incluso dentro de la sexualidad infantil empezó a hacerse reconocer
cierta complejidad, empezó a mostrar su activa presencia en los hechos psí-
quicos una serie de encastres, de ecuaciones simbólicas, de «transposiciones».
Las pulsiones y sus manifestaciones tienen una historia, llevan la huella de ésta,
de sus tiempos y momentos sucesivos. Historia pregenital de las manifesta-
ciones de la genitalidad, pero también historia, en el seno de la pregenitalidad,
de las diferentes mociones pulsionales, historia de sus transposiciones pero
también de sus reorganizaciones sucesivas o de sus sustituciones.
Siempre como resultado de la clínica de la sexualidad, con sus particula-
ridades, empezó a advertirse que, cuando lo sexual era manifiesto, podía cons-
tituir un disfraz de otras situaciones. Ante todo, las narcisistas, es decir, las
correspondientes a una sexualización de la relación del yo consigo mismo;
por ejemplo, cuando de una u otra manera «la sombra del objeto ha caído
sobre el yo» y el yo es conducido a tomarse como objeto, a confundirse con
el objeto. Asimismo, configuraciones de otra naturaleza se descubrían a me-
dida que se profundizaba la exploración del narcisismo y de sus patologías.
El psicoanálisis ve llegar entonces una segunda revolución en la concep-
ción de la sexualidad y de lo sexual, y comienza a introducir la idea de que
lo sexual puede esconder a su vez algo no sexual.
¿Qué significa lo sexual cuando no está velado, cuando aparece en los con-
tenidos manifiestos? ¿Se reduce entonces la existencia de procesos inconscien-
tes al problema de sus respectivos objetos, o el sexo y lo sexual pueden ser ellos
mismos contenidos manifiestos que esconden contenidos latentes?
| 7Sexualidad
Freud, al introducir la noción de coexcitación libidinal (1914)1 y luego
la de coexcitación sexual (1925),2 planteó la idea de la sexualización posible
de una experiencia de índole no sexual, de una experiencia traumática, por
ejemplo. Ya sea para encontrar un vector de descarga (1914), como en el
caso del «hombre de los lobos» niño, que defeca entre el desborde de ex-
citaciones traumáticas producido por la confrontación con el coito de los
padres, ya sea para encontrar una modalidad de ligazón (1925) de experien-
cias traumáticas que no comportan suficientes posibilidades de satisfacción.
Freud introduce de este modo la idea de una función de lo sexual y de la se-
xualización, de una función de estos en la economía narcisista del sujeto, o
incluso, para decirlo mejor, en su economía de autoconservación.
Se pasa progresivamente de localizar lo sexual a partir de su definición
como forma de interiorizaciónde la sexualidad infantil, a aprehenderlo como
proceso de sexualización o de desexualización de los contenidos y experien-
cias psíquicos. Lo sexual ya no aparece solamente como una propiedad con-
tenida «en sí» por ciertos procesos durante el curso de los acontecimientos
psíquicos, sino que se muestra como un proceso puesto al servicio de la vida
psíquica o en detrimento de ésta.
Lo sexual encubre situaciones distintas de las que parece manifestar, tiene
un sentido inconsciente, «metaforiza» también él otras apuestas psíquicas
que el trabajo psicoanalítico deberá despejar. Vale entonces por su papel me-
taforizante, por su capacidad para producir un trabajo de metaforización,
para volver metaforizables experiencias psíquicas potencialmente desorga-
nizadoras, así como experiencias de encuentro con un otro-sujeto.
Traducción de Irene Agoff
DESCRIPTORES: SEXUALIDAD / SEXO / FANTASÍA INCONSCIENTE / NARCISISMO.
KEYWORDS: SEXUALITY / SEX / UNCONSCIOUS PHANTASY / NARCISSISM.
PALAVRAS-CHAVE: SEXUALIDADE / SEXO / FANTASIA INCONSCIENTE / NARCISISMO.
Bibliografía
Freud S. (1914): De la historia de una neurósis infantil (El hombre de los lobos). A.
E. XVII.
—— (1924): El problema económico del masoquismo. A. E. XIX.
Exploración de conceptos fundamentales8 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
1. En el texto consagrado al «Hombre de los lobos»
2. El problema económico del masoquismo.
2 ¿Existen elementos (excluyendo la agresión o la destructividad) que
sean exclusivamente no-sexuales, o es la sexualidad la idea unifica-
dora en su concepto de transferencia? ¿Hasta qué punto considera
a la transferencia como sexual o hasta qué punto existen factores
no sexuales (excluyendo la agresión)? ¿Es el deseo un equivalente
de la sexualidad en sus conceptualizaciones clínicas?
RESPUESTA DE *LUIS KANCYPER
UNA REVISIÓN DE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LA SEXUALIDAD
El concepto de sexualidad representa un meridiano de la teoría y práctica
psicoanalíticas. Es un Shibbolet, concepto fundamental y fundacional que
distingue al psicoanálisis de otras disciplinas.
A principios del Siglo XX las concepciones de Freud y su definición re-
volucionaria de la sexualidad irreducible a una finalidad biológica o a esque-
mas conductuales predeterminados, y dependiente, en cambio, de la preg-
nancia simbólica, de la relación con el otro humano hablante y deseante,
abrieron un debate aún vivaz en el día de hoy. 
En efecto, al inscribir lo sexual allí donde hasta entonces era impensable –
en la infancia y en lo inconsciente – Freud afirma la incidencia determinante
en el ser humano de un orden libidinal inconsciente no sólo en la instauración
y el ejercicio de la sexualidad en el sentido corriente del término, sino también
en una definición más amplia de la sexualidad en los diversos aspectos de lo que
él define como sexual: un conjunto de actividades, representaciones y síntomas.
Freud al señalar que la vida sexual forma parte de todos los aspectos de la
vida de un sujeto lleva hasta sus últimas consecuencias la problemática que
sostiene la participación de la vida libidinal en los procesos de vida y de muerte.
NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO Y COMPLEJO FRATERNO
La sexualidad humana se constituye en el seno de estructuras intersubjetivas
imaginarias y simbólicas que preexisten a su emergencia en el individuo. Se
regula por el par de opuestos placer/displacer y se manifiesta a través de múl-
tiples formas de deseo. Éste se diferencia de la necesidad y de la demanda,
porque hace depender la satisfacción de condiciones fantaseadas que deter-
minan estrictamente la elección del objeto y el ordenamiento de la actividad.
| 9Sexualidad
* kancyper@uolsinectis.com.ar / Argentina
Al indagar el sentido de los síntomas psíquicos, al explorar las fantasías
que los subtienden, Freud describe la articulación, la coexistencia de lo sexual
y lo inconsciente tramada por el deseo inconsciente del cual el síntoma, la
fantasía y las realizaciones sublimatorias son sus manifestaciones.
Para Freud, la organización y la insistencia del deseo inconsciente están
estrechamente ligadas a la voz de los progenitores, a las exigencias de la civi-
lización, y a las leyes simbólicas (prohibición del incesto y del parricidio) que
recortan el campo específico de lo humano. No sólo el despertar de lo sexual,
sino también las modalidades de organización de la vida libidinal y su movi-
miento, son orientados y estructurados por este dispositivo simbólico que
Freud discierne problematizando la experiencia del Edipo y la castración.
Si bien el Complejo de Edipo representa el complejo nuclear en la teoría
y práctica psicoanalíticas, estimo que requiere ser descomprimido de las di-
námicas narcisista y fraterna.
Considero que las fantasías inherentes al complejo fraterno requieren ser
por un lado diferenciadas y separadas de las provenientes del complejo de
Edipo y del narcisismo. Pero además subrayo la importancia de que, por
otro lado, sean integradas para poder así reemplazar al pensamiento disyun-
tivo y reductor por un pensamiento complejo en el sentido original del tér-
mino complexus: lo que está tejido apretadamente.
La determinación de la sexualidad se halla implicada indisolublemente
con la complejidad de las fantasías relacionadas con estas tres estructuras
cuyos efectos convergen en el seno de la teorización freudiana en su con-
cepto del complejo parental (1919). 
En el interior de este concepto se aúnan en una intersección múltiple los
influjos provenientes de Narciso, Edipo y de Caín-Abel. Entre ellas se trama
una urdimbre fantasmática particular e irrepetible que orienta y determina
el deseo singular de cada sujeto.
Freud admitió la importancia del complejo fraterno, pero no lo estudió
de un modo sistemático como al complejo de Edipo (1916).
Cada sujeto presenta, según la coexistencia entre ambas formas en la re-
lación dialéctica, un particular caso mixto de un complejo de Edipo. Las
fantasías edípicas de la prohibición del incesto y del parricidio se articulan
a la vez con las fantasías de: inmortalidad, perfección, bisexualidad y espe-
cularidad inherentes a la dinámica de la estructura narcisista.
El complejo fraterno presenta una estructura irrevocable. No se reduce
a un mero desplazamiento de la estructura edípica y se escenifica a través
de sus propias fantasías: del gemelo imaginario, del siamés imaginario, de
los vasos comunicantes y además de las fantasías fratricidas y furtivas, de ho-
rizontal complementariedad y confraternidad (Kancyper, 2004).
La inclusión de los psicodinamismos referidos a la fratría en la estructu-
Exploración de conceptos fundamentales10 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
ración de la vida psíquica no intenta clausurar ninguno de los temas con-
cernientes a la nodal importancia de Narciso y Edipo. Al contrario, una de
sus finalidades centrales es, precisamente, suplementar y ensanchar las fron-
teras de la comprensión de cómo la sexualidad se vincula con las tres estruc-
turas interactuantes y se expresa en el campo analítico.
SEXUALIDAD Y RELACIÓN DE DOMINIO EN EL CAMPO ANALÍTICO: LA AMISTAD DE
TRANSFERENCIA
Resulta notable comprobar cómo en la práctica clínica de los últimos años se
asiste a la poca presencia de la sexualidad en los materiales clínicos que suele
ser reemplazado por un cambio de paradigma: el que prefiere tomar como re-
ferencia la teoría de las relaciones de objeto (Green, 1996); minimizando y
hasta ignorando las manifestaciones de la pulsión sexual y de las relaciones de
dominio que se presentifican en el campo analítico con niños, adolescentes y
adultos y creándose, en consecuencia, un baluarte “distraído” de la sexualidad. 
Éste proviene de la colusión de las resistencias del analizante y de las con-
trarresistencias del analista, como si se hubieran puesto de acuerdo entre sípara no ver lo que pasa con el carácter potencialmente traumático de la se-
xualidad humana y de la agresión en la dinámica transferencial-contratrans-
ferencial (Baranger, 1978) 
Las categorías que usamos habitualmente para diferenciar las formas de
transferencia en la situación analítica (transferencia positiva, transferencia
negativa y transferencia erótica) son en realidad descriptivas y se fundamen-
tan sobre los matices del amor y del odio.
La categorización que propongo se fundamenta sobre las estructuras in-
volucradas, distinguiendo la transferencia y contratransferencia narcisista
de la edípica, y a ésta de la fraterna. Dentro de esta última diferencio además
a la amistad de transferencia-contratransferencia.
El tema de la amistad ha sido escasamente profundizado en la teoría y
clínica psicoanalíticas (Kancyper, 2010). En la amistad se inhibe la meta se-
xual y se desactivan, en gran medida, las relaciones de dominio que se re-
significan en los vínculos endogámicos.
Freud señala la contribución de la fuente sexual en los vínculos de ternura que
se traman “entre padres e hijos, los sentimientos de amistad y los lazos afectivos
en el matrimonio” (1922, pág. 253) y “En los vínculos sociales normales entre los
seres humanos difícilmente se colegirá la verdadera magnitud de estas contribu-
ciones de fuente erótica con inhibición de la meta sexual.”(1921, pág. 131).
La amistad de transferencia, en contraste al amor de transferencia, es una
transferencia positiva sublimada que favorece la alianza terapéutica y promueve,
en consecuencia, la instalación, despliegue y evolución fecundas del proceso.
| 11Sexualidad
En cambio, el vínculo afectivo que comanda al amor de transferencia
tiene la naturaleza de un enamoramiento compulsivo, con aspectos plena-
mente sensuales y hostiles inconciliables con la tarea del análisis, al que no
vacila en llevar a un dilema sin salida.
La búsqueda y necesidad de un amigo en el campo analítico se funda en el
encuentro y alojamiento en un otro exogámico, con un extranjero confiable,
solidario y complementario; doble maravilloso no consanguíneo que opera en
flagrante oposición a la lógica trágica comandada por un doble ominoso que
subyace en la dinámica de la lucha narcisista, en la que el otro es investido e
identificado en el sitio de un enemigo o rival y gesta los reincidentes fratricidios,
filicidios y parricidios a lo largo de la infausta historia de la humanidad.
Así como el sueño es la vía regia para el estudio del inconsciente, las fluc-
tuaciones de las distintas transferencias-contratransferencias representan
una otra vía para obtener un entendimiento más abarcativo y a la vez más
aguzado de la sexualidad y de la relación de dominio que suelen entrelazarse
en la polifacética situación analítica.
DESCRIPTORES: SEXUALIDAD / COMPLEJO DE EDIPO / NARCISISMO / COMPLEJO FRA-
TERNO / TRANSFERENCIA / AMISTAD.
KEYWORDS: SEXUALITY / OEDIPUS COMPLEX / NARCISSISM / FRATERNAL COMPLEX /
TRANSFERENCE / FRIENDSHIP.
PALAVRAS-CHAVE: SEXUALIDADE / COMPLEXO DE ÉDIPO / NARCISISMO / COMPLEXO
FRATERNO / TRANSFERÊNCIA / AMIZADE.
Bibliografía
Baranger, M., Baranger, W y Mom, J. (1978): Patología de la transferencia y la con-
tratransferencia en el psicoanálisis actual en el campo perverso, Rev. de Psicoa-
nálisis, XXXV, 5.
Freud S. (1916): Conferencia 21: Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales,
Buenos Aires, A. E., XVI.
—— (1919): Pegan a un niño, Buenos Aires, A. E., XVII.
—— (1921): Psicología de las masas y análisis del yo A. E., XVIII 
—— (1922): Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los
sueños, Buenos Aires, A. E., XIX.
Green A. (1996): Apertura para una discusión sobre la sexualidad en el psicoanálisis
contemporáneo. Rev. de Psicoanálisis, LIII,3
Kancyper L. (2004): El complejo fraterno, Buenos Aires, Lumen.
—— (2010): Resentimiento terminable e interminable, Buenos Aires, Lumen
Exploración de conceptos fundamentales12 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
RESPUESTA DE *NANCY KULISH
Cada vez que entra a mi consultorio un paciente nuevo, siento una oleada
de entusiasmo y de curiosidad anticipada por el viaje psicoanalítico que
vamos a emprender. Como lo que ha de suceder es imprevisible, al abordar
mi trabajo intento expresamente dejar de lado toda teoría o idea preconce-
bida sobre la gente. Debo admitir, empero, que siempre tengo algunas ex-
pectativas implícitas sobre lo que podría acontecer en la situación clínica;
una de ellas es que, en algún punto de nuestra exploración, aparecerá la se-
xualidad. Y ello se debe a que creo que la sexualidad es un ámbito funda-
mental de la experiencia humana. No es que ocupe un lugar prominente en
los relatos de todos los pacientes ni que sea el núcleo de todos los problemas,
pero siempre está entramada en el tejido de nuestra mente, ya sea con colores
llamativos o con finas hebras que apenas se distinguen.
Me formé con las certidumbres derivadas de la teoría del conflicto y de
la psicología del yo (Smith, 2008). Aprendí que la sexualidad y, más concre-
tamente, el conflicto entre las pulsiones sexuales (y agresivas) y las defensas
constituía el eje de la labor clínica. De hecho, en aquella época era corriente
inquirirle al paciente, ya en la evaluación inicial, acerca de sus fantasías mas-
turbatorias y toda su historia sexual. (Nunca me sentí cómoda con esta in-
quisitoria, ya que todo el “conocimiento” que así se adquiría sobre el paciente
se perdía por el perjuicio causado a su confianza en el análisis). Luego pasé
a trabajar más bien dentro del marco de las relaciones objetales en que se
insertan las necesidades y pulsiones del individuo, y a apreciar la importancia
que tenía seguir mis propios sentimientos en la situación clínica. No obs-
tante, debo reconocer que mi formación inicial en lo que respecta al papel
central de la sexualidad dejó su impronta en mí. Tarde o temprano, en cual-
quier análisis, procuro intuir o tratar de comprender el lugar que tiene la
sexualidad en el mundo interno y externo de mis pacientes.
Tomemos el caso de un hombre deprimido, que tiene un trabajo que no
le gusta, un matrimonio con dificultades y una vida sexual insatisfactoria, y
viene a la consulta. Mencionemos que uno de los temas de su historia personal
es que había sido abandonado por la madre. Después de cuatro años de análisis
ha desarrollado una profesión muy absorbente y que le exige viajar; y esto co-
menzó a interferir con las sesiones. En una de ellas, me contó que su esposa
se quejaba de que le daba más importancia al trabajo que a ella. También yo
comencé a sentir que no me daba importancia y me hacía a un lado. En tono
reflexivo, le pregunté sobre su vida sexual, de la que no había hablado durante
| 13Sexualidad
* nkulish@aol.com / Estados Unidos
meses.Incómodo, me respondió que “no había tenido tiempo” para el sexo
en varias semanas. A continuación, consciente de mi contratransferencia, pude
explorar con él cómo ubicaba su deseo entre su esposa y yo.
La sexualidad resulta problemática para muchos. ¿A qué se debe? ¿Por
qué parece tan cargada de conflictos, incluso en nuestra permisiva sociedad
contemporánea? La respuesta radica, en primer lugar, en la existencia de la
sexualidad infantil. La sociedad no quiere aceptar esta inquietante realidad
y hasta algunos psicoanalistas actuales se resisten a ella. La sexualidad deriva
de las sensualidades corporales tempranas, de los intercambios tiernos entre
madre e hijo, del erotismo anal, de la curiosidad y las comparaciones que
hace el niño entre su cuerpo y el de otros, de las precoces fantasías estimuladas
por la escena primaria. Inevitablemente, estas tempranas experiencias sexua-
les o bien permanecen sin ser asimiladas (Fonagy, 2008) o bien son desesti-
madas y quedan sujetas a la confusión, la represión, la negación, el horror,
el castigo, la vergüenza,la culpa o la prohibición. Laplanche (1968, 1997)
argumenta que la sexualidad y sus temores concomitantes cobran forma en
la mente por las huellas que dejan en el niño sus hallazgos e identificaciones
relativos a la sexualidad adulta. Estos descubrimientos ineludibles son hipe-
restimulantes, generan confusión – en palabras de Ferenczi (1949), “una con-
fusión de lenguas”– y son traumáticos. Pero el niño no es un ser asexual con
la mente en blanco: su sexualidad innata y su apronte sexual surgen junto con
las funciones cognitiva y otras, y en interacción con el mundo exterior.
En segundo lugar, dentro de este arco evolutivo, quiero destacar que el
período “edípico” triangular constituye una transición importante; como
dice Loewald (1985), es “la iniciación y el ingreso del niño en el mundo
adulto” (pág. 435) así como una fuente duradera de fantasías, conflictos y
pasiones sexuales. Coincido con Ruth Stein (2006) cuando escribe que “a
lo largo de la vida la pasión resuena con matices edípicos [...] y tiene con-
notaciones de un deseo conflictivo o prohibido” (pág. 771).
En tercer lugar, pienso que, como insinuó Freud (1914), la experiencia
misma de la sexualidad tiene algo de perturbador y misterioso. Los deseos
sexuales propios se vivencian como algo compulsivo, ingobernable y poten-
cialmente descontrolado; requieren, pues, la atención consciente e incons-
ciente del individuo. La sexualidad tiene un carácter intranquilizador e in-
cluso inquietante [uncanny] porque a menudo viene entremezclada con una
relación íntima con lo otro – ya sea otra fuerza interna u otra persona externa
– que a veces es un objeto de apetito sexual intercambiable pero con más
frecuencia es un objeto de deseo especial e insaciable.
Si volvemos una y otra vez a esta cuestión del papel central que tiene la
sexualidad, no es simplemente porque nuestras teorías hayan cambiado y
ahora hagan menos hincapié en el papel de la sexualidad en la etiología de
Exploración de conceptos fundamentales14 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
los síntomas, sino por estas otras razones inherentes a la naturaleza de la se-
xualidad y sus raíces en la infancia.
Subrayo que la experiencia de la sexualidad es interna. El hecho de que
la clínica se haya centrado en la comprensión de las experiencias internas
de las pacientes mujeres ayudó al psicoanálisis a superar las concepciones
falsas propias de las primeras teorías sobre la sexualidad femenina. También
hemos comenzado a revisar nuestros anteriores conceptos reduccionistas y
teorizaciones dialécticas sobre la sexualidad masculina. Creo que nuestro
estudio de la sexualidad humana se beneficiará con esta preeminencia que
ahora tienen las experiencias internas de la sexualidad, y el apartamiento
respecto de las categorizaciones y teorizaciones alejadas de la clínica.
Y ya sea que la sexualidad constituya o no el núcleo último de los tras-
tornos o conflictos de nuestros pacientes, ella está presente en nuestra mente
con suma frecuencia, por su plasticidad psíquica y la plasticidad de la ima-
ginación humana. Puede recurrirse a ella para expresar o para encubrir gran
cantidad de estados o necesidades afectivos. Ornstein (1993) señala, por
ejemplo, que a menudo el individuo recurre a sus impulsos y conductas se-
xuales observables con el fin de apuntalar un self fragmentado. Agregaría
que, en tales casos, la sexualidad no es menos importante que si fuera algo
más “básico”. Si siempre está a mano para que le demos esos usos es porque,
desde la infancia, constituye una parte decisiva de lo que somos, que adopta
diferentes formas, funciones y significados: una fuerza que no puede dejar
de tenerse en cuenta y a la que se debe comprender.
Traducción de Leandro Wolfson
DESCRIPTORES: SEXUALIDAD / SEXUALIDAD INFANTIL / TRATAMIENTO PSICOANALITICO.
KEYWORDS: SEXUALITY / CHILDHOOD SEXUALITY / PSYCHOANALYTIC TREATMENT.
PALAVRAS-CHAVE: SEXUALIDADE / SEXUALIDADE INFANTIL / TRATAMENTO PSICANALÍTICO.
Bibliografía
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International Journal of Psychoanalysis, 30, 225-230.
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Freud S. (1914): On the history of the psychoanalytic movement. S. E., 14, 3-66.
| 15Sexualidad
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of Psychoanalysis, 49, 1-18.
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Exploración de conceptos fundamentales16 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
1 ¿Cómo concibe la función de los sueños? ¿Establece una distinción
entre los sueños como resultado de un trauma y otros tipos de sueños?
RESPUESTA DE *ELIAS MALLET DA ROCHA BARROS
LOS SUEÑOS
Me gustaría explorar los sueños como parte de una de las muchísimas funciones
que es capaz de cumplir la mente mientras la persona duerme y sus defensas no
operan cabalmente; es decir, examinar el funcionamiento de los sueños como forma
de pensamiento inconsciente, como un teatro privado donde se genera y transforma
el significado. Podemos considerar los sueños de nuestros pacientes como si
fueran la obra de un dramaturgo que saca a la luz la realidad psíquica del muy
privado teatro del paciente, y nos muestra de qué manera cobró vida y se trans-
formó desde su infancia. Sostengo que la función de elaboración psíquica rea-
lizada por los sueños es una forma de pensamiento inconsciente que transforma
los afectos en recuerdos y estructuras mentales. También abarca el proceso merced
al cual se aprehende, construye y transforma el significado en un nivel expresivo no
discursivo, basado en la representación mediante imágenes figurativas. En dicho
proceso se generan nuevos símbolos que amplían la capacidad de los individuos
para pensar en el significado de sus experiencias emocionales.
La noción de elaboración psíquica [working out] incluye el concepto de
reelaboración [working through] como un tipo especial de trabajo psíquico,
resultante de las interpretaciones del analista o de las experiencias vitales,
que puede seguirse de cerca examinando los sueños del paciente. Al estudiar
este tema, he tratado expresamente de aclarar el modo en que se construye
y transforma el significado en la vida psíquica.
Las emociones no solo indican estados anímicos sino que, por sobre todas
las cosas, representan núcleos de significado. Estos núcleos están confor-
mados por objetos internos que, como estructuras del yo, funcionan a la ma-
nera de polos magnéticos complejos que organizan las experiencias emo-
cionales. Dentro de estos núcleos, la atracción se ejerce por similitud de
significados y función emocional. Estas estructuras operan como moldes o
plantillas internas inconscientes que atribuyen significado a otras experien-
Los Sueños
* erbarro@terra.com.br / Brasil
cias afectivas. A fin de tornarse pensables y comunicables, las emociones
deben sufrir un proceso de transformación y adquirir una forma simbólica
apropiada. De este modo también se transforman las experiencias emocio-
nales, ya que la nueva forma simbólica presente en los sueños evoca dife-
rentes experiencias y nuevas conexiones.
Me centraré, pues, en lo que ocurre conlos sentimientos en los sueños,
en relación con su significado como resultado y expresión de las diversas etapas
del proceso de reelaboración. Si se lo compara con la vigilia, el estado onírico
permite mejor la reelaboración, puesto que en él la mente continúa funcio-
nando sin distracciones y sin la influencia de estímulos externos.
El “mundo onírico” es, en sí mismo, el escenario en el cual la mente procura
inicialmente tratar los conflictos dando expresión figurativa a las emociones en ellos
involucradas: y éste es un primer paso hacia la pensabilidad. Escribe J. Lear
(1998): “Quizá las imágenes concretas del proceso primario sean preconceptuales,
pero también son protoconceptuales, porque son aquello de lo cual emergen los con-
ceptos” (pág. 85). Desde esta perspectiva, los sueños tienen un papel central en
el proceso de reelaboración de las experiencias emocionales. Cuando el trabajo
onírico no cumple su función, queda afectada la capacidad de crear símbolos.
También me gustaría conjeturar que la función de reelaboración propia de
los sueños se cumple merced a un proceso de progresión de las características
formales (Meltzer, 1978, pág. 73) de las representaciones que el soñar torna
accesibles en la forma que he llamado pictogramas afectivos, principalmente como
reacción a las interpretaciones. De ahí que las imágenes visuales utilizadas en
el trabajo onírico “aumenten en complejidad, sofisticación y nivel de abstrac-
ción”. Dicho aumento “incrementa el grado de generalidad de la formulación
mental y, por ende, la especificidad de los usos que pueden dársele” (ibíd.).
A través de este canal (la progresión en las características formales de la
representación), las capacidades de pensar propias de la vida afectiva se des-
arrollan y pasan a formar parte del proceso que, metafóricamente, podríamos
llamar la metabolización de la vida anímica. Esta metabolización tiene lugar
merced a la migración de significado entre los distintos niveles del proceso
mental. La interpretación del analista procura encontrar la ley que estructura
el patrón, con todas sus tensiones dialécticas y contradicciones.
Sugiero que la acción de un sueño se organiza, en primer término, sobre
la base de experiencias afectivas que movilizan fantasías inconscientes cre-
adas en torno de uno o más núcleos de significado. Debido a estas estructuras
básicas, los seres humanos no organizan sus experiencias emocionales de
manera azarosa sino cumpliendo, inconscientemente, con ciertos patrones
estructurantes que son en parte innatos, pero que principalmente son mol-
deados por la experiencia.
Como el inconsciente opera con imágenes, para seguir el proceso de
Exploración de conceptos fundamentales18 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
la reelaboración debemos prestar atención a los cambios en la represen-
tación figurativa. 
Utilizo el concepto de pictograma para referirme, específicamente, a una
forma muy precoz de representación psíquica de las experiencias emociona-
les, resultado de la función alfa (Bion, 1963), la cual genera símbolos mediante
figuraciones del pensamiento onírico como fundamento de los procesos de
pensamiento y primer paso en dirección a ellos. Sin embargo, en rigor los
pictogramas no son todavía procesos de pensamiento, ya que se expresan me-
diante imágenes y no mediante el discurso verbal, y contienen poderosos ele-
mentos expresivos-evocativos. Un pictograma no es fruto de una elección ni
de una creación libre, sino el resultado de las leyes que rigen la actividad de
la representación. Mediante la representación figurativa, los sueños no nom-
bran sino que ejemplifican tipos de experiencias que muestran de qué manera
la vivencia subjetiva de un sentimiento puede expresarse en forma objetiva.
Creemos que si examinamos los cambios o ampliaciones del significado de
los símbolos presentes en los sueños podemos comprender mejor cómo ope-
ran en el yo las transformaciones semióticas (Solomonsson, 2007). Estos pro-
cesos se observan mejor cuando tienen lugar en los sueños, dado que éstos
son el dominio privilegiado de la representación visual o figurabilidad (sim-
bolismo representacional) en su forma pura. Quiero agregar que los signi-
ficados se amplían al relacionarse con otras partes del self al derrumbarse las
barreras que impiden tomar contacto con otras experiencias emocionales.
En mi opinión, las interpretaciones de los sueños que lleva a cabo el analista
ejecutan lo que los lingüistas denominan una “transmutación de la base simbó-
lica”, proceso indispensable para que la mente mejore su capacidad de pensar.
En la situación analítica, los sueños pueden cambiar: en un momento
serán comunicaciones hechas al analista, en otro serán realizaciones o regalos
para él, actos serviciales en su favor o manifestaciones del proceso de ree-
laboración como respuesta a las interpretaciones del analista. En tal sentido,
reflejan asimismo lo que ocurre en la relación paciente-analista en el plano
de la transferencia.
Traducción de Leandro Wolfson
DESCRIPTORES: SUEÑO / PENSAMIENTO / INCONSCIENTE / SIGNIFICADO / FIGURABILI-
DAD / EXPERIENCIA EMOCIONAL / FUNCIÓN ALFA / PICTOGRAMA.
KEYWORDS: DREAM / THOUGHT / UNCONSCIOUS / MEANING / FIGURABILITY / EMO-
TIONAL EXPERIENCE / ALPHA FUNCTION / PICTOGRAM.
PALAVRAS-CHAVE: SONHO / PENSAMENTO / INCONSCIENTE / SIGNIFICADO / FIGURABILI-
DADE / EXPERIÊNCIA EMOCIONAL / FUNÇÃO ALFA / PICTOGRAMA.
| 19Sueños
Bibliografía
Bion W. (1962): A theory of thinking. The International Journal of Psychoanalysis, 43. 
Lear J. (1998): Love and its place in nature. New Haven and London: Yale University
Press.
Meltzer D. (1978): The Kleinian experience. Vol III Bion. Perthshire: Clunie Press.
Salomonsson B. (2007): Semiotic transformations in psychoanalysis with infant and
adults. The International Journal of Psychoanalysis, 88:1201–21.
****************************
RESPUESTA DE *LUIS J. MARTÍN CABRÉ
Desde que Freud definió al sueño, primero en el “Proyecto” (1895) y luego
en “La Interpretación de los sueños” (1899) como la realización alucinatoria de
un deseo inconsciente reprimido, hasta las contribuciones más recientes de
las neurociencias sobre la memoria implícita y el denominado inconsciente
no reprimido, podemos decir que la teoría psicoanalítica sobre el sueño ha
recorrido un largo camino lleno de transformaciones y desarrollos. 
En lo que respecta a la primera pregunta, mi concepción de la función del
sueño, considero que el sueño ofrece al analista, desde un punto de vista clí-
nico, una doble potencialidad. Por un lado, el sueño tiene la capacidad de
brindar una información incomparable de los afectos predominantes en el es-
pacio analítico, de ser el vehículo preferencial para afrontar analíticamente el
hic et nunc de la relación transferencial a través de la interpretación y de ser
además un auxiliar imprescindible en el trabajo de construcción. Por otro, el
sueño reactiva y es capaz de simbolizar emociones antiguas, derivadas de ex-
periencias, en ocasiones traumáticas, que se retrotraen a los primerísimos pe-
riodos de la vida relacional y a una fase del funcionamiento mental presim-
bólico y preverbal, que quedan depositadas en la memoria implícita
(Matte-Blanco, 1975, Sandler 1987, Mancia 2004, 2008). En este sentido, el
sueño permite además la posibilidad de un trabajo reconstructivo.
Centrándome en la segunda pregunta, diría que, por supuesto, establezco
una distinción fundamental entre los sueños que se derivan de emociones
y vivencias traumáticas de otro tipo de sueños. Mi aportación va a consistir
en establecer una conexión teórica entre la denominada función traumato-
Exploración de conceptos fundamentales20 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
* ljmartin@telefonica.net / España
lítica del sueño propuesta por Ferenczi (1931), que acompañaba a toda su
genial aportaciónsobre la teoría psicoanalítica del trauma, y la concepción
y los desarrollos actuales sobre el inconsciente no reprimido.
El 26 de marzo de 1931, Ferenczi escribió un corto trabajo titulado “Revisión
de la interpretación de los sueños”, proponiendo dos cuestiones interesantes.
La primera era si se podría atribuir al sueño una segunda función relacionada
con las vivencias traumáticas y la segunda, una ampliación metapsicológica que
incluyera los mecanismos que subyacen a la patología psicótica y al traumatismo,
especialmente la fragmentación y atomización de la personalidad, anticipando
sus conocidas hipótesis sobre la “confusión de lenguas”.
En efecto, a través de su experiencia analítica con pacientes muy graves,
Ferenczi había descubierto que las escisiones del yo producidas por experien-
cias traumáticas precoces eran mecanismos de defensa anteriores a la represión
y que, por tanto, los pacientes que habían sido objeto de tales vivencias no
ofrecían al analista un material inconsciente de las mismas susceptibles de ser
interpretadas, ya que en muchos casos nunca habían sido conscientes. 
En este sentido, Ferenczi planteaba que una definición mas completa de
la función del sueño incluiría junto a la indiscutible función de la satisfacción
de deseos, una segunda función, la función traumatolítica, que sería la de
disolver y deshacer las experiencias y vivencias traumáticas. En su opinión,
muchos sueños, desprovistos de representaciones inconscientes, no presen-
tarían contenidos psíquicos o imágenes oníricas susceptibles de ser inter-
pretadas, y producirían exclusivamente sensaciones dolorosas o experiencias
de sufrimiento corporal o psíquico. El sueño, desde su perspectiva, además
de su función de realización de deseos, tendría el papel de recuperar, a través
de estas vivencias sensoriales y corporales, las huellas mnémicas de un len-
guaje enmudecido. Esta posibilidad elaborativa era lo que Ferenczi deno-
minó la función traumatolítica del sueño, que anticipaba en algunos años el
concepto de “sueños curativos” acuñado por Winnicott en su conocido texto
sobre “El odio en la contratransferencia” (1947). 
Lo realmente sorprendente es que Freud había ya anticipado en parte las
intuiciones de su fiel discípulo en “Sobre los recuerdos encubridores” (1899),
“Recordar, repetir y reelaborar”1(1914) y, sobre todo en Mas allá del principio
del placer2 (1920), pero Ferenczi insistió en la necesidad de profundizar en
esta hipótesis, distinguiendo dos momentos en la función del sueño: el pri-
mario, y el secundario. Mientras el sueño secundario consiste en un intento
de superar el trauma, introduciendo una distorsión de la experiencia trau-
| 21Sueños
1. “… Una especie particular de situaciones que se verifican en una época muy remota infantil no
es recuperable a través del recuerdo, sino solo a través del sueño…” (vo.XII, p.149)
mática a través de una escisión narcisista, que permita recuperar conscien-
temente la experiencia traumática, el sueño primario, por el contrario, so-
metido inexorablemente a la ley de la repetición, estaría constituido por im-
presiones sensoriales violentas, intramitables, inaccesibles a la memoria, a
la conciencia y al recuerdo y acaecidas en momentos de inconsciencia y que
por tanto nunca fueron objeto de represión. Se trataría de una relación di-
recta, aunque inaccesible, con la escena traumática.
Bastantes años después los avances neurocientíficos y muchos plantea-
mientos psicoanalíticos actuales han venido a confirmar las intuiciones de
Ferenczi que encontraron eco en algunos de los últimos escritos de Freud,
especialmente en “Construcciones en el análisis” (1938). En efecto, las neu-
rociencias han desarrollado la idea de la memoria como construcción y no
como archivo y han confirmado los planteamientos de muchos autores con-
temporáneos de que no solo existe una memoria a largo plazo, autobiográ-
fica, explícita, accesible a la conciencia y al recuerdo y derivada del meca-
nismo psíquico de la represión, sino también una memoria implícita, no
reprimible, no susceptible de ser recordada y no verbalizable. 
Desde esta perspectiva, el sueño puede por una parte constituir una re-
presentación de suma importancia para poder captar las fantasías y las emo-
ciones que se manifiestan en la transferencia y por otra puede ofrecer ele-
mentos reconstructivos de experiencias preverbales y presimbólicas
características de la memoria implícita depositada en el inconsciente no re-
primido. En consecuencia, además de la función tradicional del sueño de
realización de deseos, la otra función del sueño sería, corroborando la hi-
pótesis de Ferenczi, la de crear imágenes que pudieran colmar el vacío de
la no representación y de representar simbólicamente experiencias de origen
presimbólico y de carácter traumático. La posibilidad de interpretar estas
imágenes y representaciones simbólicas favorecería el proceso reconstruc-
tivo necesario al psiquismo para mejorar las propias capacidades de menta-
lización y transformar en pensables, aunque no recordables, experiencias
inicialmente ni pensables ni representables.
Y este sería el punto de conexión entre las aportaciones de Ferenczi y los
desarrollos actuales sobre el inconsciente no reprimido. De hecho, plantea-
mientos relativamente recientes de autores como Bleger, Aulagnier, Bollas,
Exploración de conceptos fundamentales22 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 1 | 2011
2. “…Podría haber llegado el momento de admitir por primera vez una excepción a la regla de que
el sueño sea la realización de un deseo... Los sueños que tienen lugar durante el tratamiento psi-
coanalítico y que reproducen los traumas psíquicos de la infancia no pueden ser entendidos como
realización de deseos… Parecería, por tanto, que la función del sueño consistente en eliminar las
causas que podrían interrumpir el dormir realizando los deseos de las pulsiones perturbadoras no
sea la función primaria y originaria del propio sueño…”.
Mancia, Coderch, Marucco y Cesar y Sara Botella, que entienden la vida psí-
quica como una continua transformación entre la no representación y la fi-
gurabilidad y entre la huella de la memoria sin recuerdo y el sueño que intenta
simbolizarla, se aproximan al planteamiento de Ferenczi al entender una de
las funciones más importantes del trabajo del analista la de un trabajo de fi-
gurabilidad que, derivado de la regresión formal de su pensamiento en sesión,
intenta acceder a la memoria sin recuerdo o al inconsciente no reprimido.
DESCRIPTORES: SUEÑO / TRAUMA / ESCISIÓN DEL YO / MEMORIA / FIGURABILIDAD / IN-
CONSCIENTE..
KEYWORDS: DREAM / TRAUMA / SPLITTING OF THE EGO / MEMORY / FIGURABILITY /
UNCONSCIOUS.
PALAVRAS-CHAVE: SONHO / TRAUMA / CLIVAGEM DO EGO / MEMÓRIA / FIGURABILIDADE
/ INCONSCIENTE.
Bibliografía
Ferenczi, S. (1931): On the revision of the interpretation of Dreams. In Notes and Frag-
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Winnicott, D.W. (1949): Hate in the Countertransference. The International Journal
of Psychoanalysis, 30:69–74.
| 23Sueños
2 ¿Hasta qué punto privilegia la interpretación de los sueños en re-
lación a otras formas de representación mental?
RESPUESTA DE *HAROLD P. BLUM
NUEVA VISITA A

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