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Urbanismo ecológico. Volumen 9, Medir - Mohsen Mostafavi (editor)_ Gareth Doherty (editor) - (2014)

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MEDIR
Medir es esencial para el diseño de la ciudad ecológica. Stefano 
Boeri resume en cinco los retos de las políticas urbanas a gran 
escala y propone nuevas ideas que vinculen la ecología urbana con 
el desarrollo económico de las ciudades. El urbanismo ecológico 
debe crear híbridos, superar las fronteras interdisciplinarias y 
equilibrar las dicotomías establecidas entre el entorno y la 
economía, la tecnología y lo humano, lo racional y lo irracional, y, 
tal como sugiere Kathryn Moore, entre la naturaleza y la cultura. 
Kristin Frederickson, Gary Hildebrand y sus alumnos demuestran 
que en Estados Unidos, el típico árbol urbano, que a menudo se 
percibe como sostenible, tiene una huella de carbono bastante 
grande y se preguntan si los árboles deben cultivarse localmente 
en lugar de traerlos desde lejos. Mientras tanto, Bill Rankin nos 
explica que los cultivos locales no son siempre convenientes: 
dependiendo de cómo se mida la sostenibilidad, las respuestas 
serán particulares a cada cuestión y contexto. SlaveCity, de Atelier 
Van Lieshout, es una parodia del fenómeno contemporáneo de la 
ecociudad que inserta la lógica de la sostenibilidad –con su ávida 
adhesión al reciclaje, los programas rígidos y el compromiso con la 
energía cero– en el marco de un régimen económico estricto para 
llegar a una solución extrema: “SlaveCity es una ciudad ecológica 
que no gasta ni malgasta los recursos mundiales”. Así, Atelier Van 
Lieshout presenta una ciudad rentable y sostenible según ciertas 
dimensiones, pero ¿a qué coste para la humanidad?
 
Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea
Stefano Boeri
Re(e)volucionar la arquitectura
Jeremy Rifkin
El proyecto Canary
Susannah Sayler
“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo
Susannah Hagan
Cultura natural
Kathryn Moore
Investigar la importancia de la información de modelos 
energéticos a medida: un estudio del Gund Hall
Holly A. Wasilowski y Christoph Reinhart
Percepción de la densidad urbana
Vicky Cheng y Koen Steemers
La región del estuario de Londres
Terry Farrell
Planeta Urbano: Londres
Daniel Raven-Ellison
Iniciativas sostenibles para Londres
Camilla Ween
Más allá de LEED: evaluación ecológica a escala urbana
Thomas Schroepfer
Paisajes de la especialización
Bill Rankin
INVESTIGACIÓN DE LA GSD 
Medio millón de árboles: 
prototipos de lugares y sistemas para las ciudades sostenibles
Kristin Frederickson y Gary Hildebrand
SlaveCity
Atelier Van Lieshout
ECOBox/Red ecourbana autogestionada
atelier d’architecture autogérée
Acción urbana: playa en la plaza Luna
Ecosistema Urbano
MEDIR
 
 
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MEDIR
Cinco retos ecológicos para 
la ciudad contemporánea
Stefano Boeri
Al imaginar la ciudad del futuro, una que haya dejado de explo-
tar indiscriminadamente la Tierra y que esté en armonía con la 
naturaleza, el problema de las políticas urbanas contemporá-
neas se torna ineludible. Si partimos del enfrentamiento dia-
léctico entre los distintos temas, las siguientes notas –una 
antesala de las estrategias propuestas para la Expo Milán 
2015– sugieren cinco políticas urbanas de gran escala que no 
solo promueven un nuevo concepto de ecología urbana, sino que 
además presentan un modelo innovador de desarrollo económi-
co urbano.1
1. Sostenibilidad y democracia
Actualmente, en lo tocante al medio ambiente, nos encontramos 
en una situación de emergencia medioambiental tan grave y tan 
generalizada que el problema sería irresoluble si se dejase a 
merced de las políticas centralizadas “de arriba abajo”. Al 
reflexionar sobre la contaminación, el consumo del oxígeno y la 
producción de CO2, debemos enfrentarnos el hecho de que los 
responsables no son solo los grandes edificios, instituciones, 
fábricas y centros comerciales, sino que buena parte de la culpa 
recae en los cientos de miles de pequeños edificios solitarios y 
aglomerados que integran el tejido conectivo de nuestras zonas 
urbanas y suburbanas: millones de microorganismos de hormi-
gón, piedra y acero que consumen agua, electricidad y petróleo, y 
que producen carbono y suciedad.
La llamada que hace Jeremy Rifkin para que los arquitectos y 
los constructores se comprometan a realizar edificios que, ade-
más de consumir menos energía, puedan recolectar y producir 
más energía de la que necesitan, y aportarla a las redes energéti-
cas locales, parece ofrecernos una nueva perspectiva. Según Rif-
kin, la emergencia medioambiental debe afrontarse necesaria-
mente mediante una revolución molecular y democrática que 
reside en los incontables procesos de renovación y construcción 
de nuestras ciudades.
Por supuesto, la idea de edificios recolectores de ingentes can-
tidades de energía eólica y solar no es nueva. Sí son nuevas, sin 
embargo, las posibilidades técnicas (factibles gracias a la evolu-
ción más reciente del almacenaje de hidrógeno) de llevar a cabo 
de un modo eficaz una arquitectura más “generosa”, que absorba 
y guarde más energía de la que necesita, para luego abastecer a 
sus alrededores. También es nueva la responsabilidad indivi-
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dual de invertir la relación entre naturaleza y ciudad mediante el 
diseño y la construcción de una nueva arquitectura.
Además de estar cargada de artefactos tecnológicos (paneles 
fotovoltaicos, molinos de viento, baterías de hidrógeno, bombas 
de calor), esta arquitectura utiliza superficies vegetales –prados, 
campos de cultivo, árboles– para revestir sus cubiertas y pare-
des verticales y disminuir así el consumo de energía para la cli-
matización de interiores. Se trata de una arquitectura que alber-
ga pequeñas centrales para el control de la energía y que diseña 
estos espacios de servicio transformándolos en lugares para el 
encuentro y la proximidad de ciudadanos y barrios.
En Europa y Estados Unidos, y en muchos países asiáticos, 
algunas empresas e instituciones han comprendido la necesidad 
de esta política medioambiental democrática y sus ventajas eco-
nómicas. Roma, San Antonio y Madrid van a arrancar proyectos 
de sostenibilidad difusa que, nacidos de la hipótesis propuesta 
por Rifkin, incluyen empresas, instituciones, profesionales y 
técnicos con diferentes perfiles.
2. La agricultura y el consumo de la Tierra
Un estudio comparado del crecimiento extensivo de las ciudades 
italianas respecto a otras ciudades europeas muestra que, en las 
tres últimas décadas, Italia ha incorporado el doble de terreno a 
sus áreas urbanas que, por ejemplo, las ciudades francesas o ale-
manas. Nos queda claro que algo no funciona, sobre todo cuando 
esta expansión no concuerda con las tendencias demográficas 
negativas del país.
Es necesario encontrar un modelo de desarrollo que ya no esté 
ligado a la expansión horizontal permanente, que no solo ha 
devorado enormes superficies de tierra cultivable, sino que tam-
bién ha arrasado con hábitats de plantas y animales. La alterna-
tiva es una ciudad que crezca dentro de ella misma, un modelo 
que, de hecho, es típico de las ciudades europeas y que, en otros 
momentos de la historia (como en la Edad Media), evolucionó 
mediante procesos de densificación, estratificación o con la sus-
titución de partes antiguas por otras nuevas. El modelo forma 
parte integral de la historia europea, y deberíamos reconsiderar-
lo para nuestras ciudades actuales.
Sin embargo, para que esto pueda producirse, deberá vincu-
larse al futuro de la agricultura periurbana, para que las tierras 
cultivadas alrededor y entre las ciudades puedan, una vez más, 
convertirse en un recurso crítico para nuestras economías urba-
nas, si estamos dispuestos a defender el campo de la urbaniza-
ción expansiva y a darle un fuerte valor y uso económico. Tene-
mos que demostrar que los espacios agrícolas periurbanos 
pueden convertirse en espacios habitables y activos, que la 
agricultura no se corresponde con el desierto biológico del maíz 
y los cereales,sino con un paisaje articulado con cultivos múlti-
ples que promueva la biodiversidad. También es importante 
5
 
MEDIR
demostrar que la actividad agrícola puede volver a ser una fuen-
te significativa de empleos para los jóvenes y un recurso único 
para un abastecimiento de alimentos mejor controlado y más 
sano.
En el marco de la Expo Milán 2015 –cuyo tema es, de hecho, 
Alimentar el planeta: energía para la vida– ya está en marcha 
un proyecto para trabajar con unas cincuenta granjas municipa-
les. El proyecto incluye la revitalización de las estructuras exis-
tentes para convertirlas en lugares donde se practique la agri-
cultura urbana y donde se ofrezca a los jóvenes la oportunidad 
de formar parte del mercado agrario. No obstante, el tema tam-
bién tiene su vertiente urbana, que pasa por la posibilidad de 
introducir áreas biológicas y orgánicas por toda la ciudad (jardi-
nes urbanos), idea que encaja con las políticas promotoras de la 
desmineralización de los entornos urbanos mediante superficies 
verdes, tanto verticales como horizontales, sobre todo en los sec-
tores más densos de la ciudad.
3. Naturaleza y control
Pero incluso desde la perspectiva de una relación distinta entre 
naturaleza y ciudad, las políticas de proximidad agrícola y des-
mineralización urbana no son suficientes. Debemos pensar en 
aceptar una relación entre naturaleza y ciudad en términos igua-
litarios para garantizar que la primera goce de autonomía sin 
6
 
tener que verse continuamente influenciada por las necesidades 
humanas. Debemos comenzar a anticipar espacios para una 
naturaleza próxima a nosotros, pero no controlada, limitada ni 
artificializada. Dicho de otro modo, debemos comenzar a conce-
bir la posibilidad de territorios donde ya no tengamos el control, 
incluso cerca de las áreas habitadas.
Este no es un proyecto visionario, sino que ya se ha produci-
do a nuestro alrededor. El paisajista francés Gilles Clément lle-
va años afirmando la necesidad de reconocer la difusión de lo 
que él llama un “tercer paisaje”; es decir, zonas donde la natura-
leza ha reconquistado de forma gradual edificios o infraestruc-
turas abandonadas. En cierto sentido es inevitable que así sea: 
nuestras ciudades han crecido hasta el punto de que encierran 
zonas que tradicionalmente pertenecen a otras especies. Los 
venados se pasean por el centro de Bolzano, aparecen zorros en 
el metro de Londres, los jabalíes invaden las afueras de Floren-
cia, y esto no son más que síntomas de una nueva suerte de 
proximidad con el reino animal que debemos aprender a mane-
jar, sabiendo que a menudo la mejor manera de actuar es renun-
ciar al control, la suspensión voluntaria de cualquier forma de 
intervención.
En las siguientes décadas tendremos que afrontar el desafío 
de una ética urbana que ya no es completamente antropocéntri-
ca, una ética que, al bajar a nuestra especie de su pedestal, razo-
na con ideas de cohabitación de diferentes especies en el mismo 
territorio, incluso si estas no son domésticas.
Ya existen ciudades encaminadas en esta dirección, como 
Bombay o Nueva Delhi, donde las antiguas tradiciones de respe-
to por las demás especies se manifiestan aún hoy en la conviven-
cia entre humanos y animales en el espacio público. Pero tam-
bién ciudades, como Vancouver y Boston, donde la política 
urbana tiene por objetivo aprovechar todos los sistemas natura-
les y naturalistas, anticipando corredores verdes y parques sin 
acceso para el hombre. Y los casos de ciudades como Múnich, 
Madrid o Milán, donde los grandes bosques que rodean las ciu-
dades y las considerables superficies metropolitanas reforesta-
das se han pensado como lugares que den cabida a la biodiversi-
dad, ya sea animal o vegetal.
4. Compactación y descarte
Tanto en Europa como en Estados Unidos, existe un riesgo cons-
tante de que grandes porciones de áreas construidas en las últi-
mas décadas con un tipo de urbanización difusa entren irremisi-
blemente en crisis. Grandes superficies de urbanizaciones de 
baja densidad han comenzado a dar señales de decadencia, inse-
guridad y una habitabilidad limitada. Interminables extensio-
nes de viviendas unifamiliares, centros comerciales y almacenes 
presentan condiciones en las que ya no puede contemplarse la 
posibilidad de generar una infraestructura pública, ya sea por-
Proyecto de acueductos, estudios 
preliminares para el plan conceptual 
de la Expo Milán 2015 por la 
Consultoría Internacional de 
Arquitectura (Stefano Boeri, Richard 
Burdett, Jacques Herzog y William 
McDonough)
7Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea
 
MEDIR
que no merezca la pena por la baja densidad de la población, o 
porque el espacio ya no existe dentro de la alfombra intermina-
ble y la profusión difusa de pequeños objetos y recintos priva-
dos. Pensar cómo afrontar esta crisis implica también imaginar 
alternativas que, dentro de la compacidad del centro de las ciu-
dades, ofrezcan las condiciones de vida, el confort y la economía 
de los suburbios.
Una densificación urbana que incorpore el crecimiento com-
pacto y en altura en determinadas partes de la ciudad –y por 
ende, un desarrollo demográfico circunscrito a espacios particu-
lares– es una posible solución a la crisis de viviendas de la que 
Metrobosque, multiplicity.lab 
(Stefano Boeri, con Isa Inti, Giovanni 
La Varra y Camilla Ponzano), 
auspiciado por la provincia de 
Milán, 2007
8
 
adolecen los territorios de urbanización difusa. Debemos pensar 
en una densificación limitada, dirigida y selectiva en nodos don-
de el transporte público funcione como un elemento disuasivo 
contra el uso del automóvil y, en consecuencia, que el tráfico pri-
vado no aumente. También es importante que esta densificación 
–que además puede incluir procesos de reutilización, sustitución 
o implantación de edificios existentes– se traduzca en una alter-
nativa rentable y de calidad que sustituya a la vivienda unifami-
liar tradicional.
La idea de proponer edificios altos llenos de superficies y 
espacios verdes comunes –como el proyecto del Bosque Vertical 
en Milán– se inscribe dentro de las políticas de desmineraliza-
ción de la ciudad, idealmente combinadas con proyectos de den-
sificación demográfica y reforestación urbana. No se trata de 
una propuesta para sustituir la presencia de parques y bosques 
en la ciudad, sino que se basa en la posibilidad de aportar a la 
ciudad el equivalente a casi cuatro hectáreas de bosque en plantas 
y árboles (más de 2.100 plantas en los 43 pisos de las dos torres). Y 
en cuanto que superficie compacta habitable –las dos torres 
del Bosque Vertical cuentan con casi 18.000 m2 de espacio inte-
rior y 6.000 m2 de terrazas arboladas con sombra– funciona 
como un modelo alternativo a la urbanización difusa de un 
barrio de 45.000 m2, pero con una huella de carbono de tan solo 
1.200 m2.
Asociar los proyectos de densificación urbana con políticas 
para descartar territorios periurbanos en desuso mediante 
incentivos fiscales y de crédito es hoy una elección osada, aun-
que fundamental si lo que queremos es reducir de manera efecti-
va la extensión urbana desmedida y propiciar una nueva rela-
ción entre la esfera vegetal y la antropocéntrica en el corazón de 
nuestras ciudades.
5. Desertificación y subsidios
Nada de esto tiene sentido si no activamos inmediatamente polí-
ticas para reducir drásticamente la actual “desertificación” 
urbana. Aunque vivimos en ciudades vacías, nos obstinamos en 
querer expandirlas aún más. Estamos rodeados de miles de 
viviendas vacías, pero solo pensamos en construir y reconstruir 
casas nuevas, en cómo ampliarlas, hacerlas más altas y repetir-
las. Ya no podemos permitirnos ignorar esta evidente paradoja.
Tendría que bastar con mirar a nuestro alrededor: ser cons-
cientes de cuántos carteles de “se vende” o “se alquila” hay en las 
fachadas de los edificios y del gran númerode casas, apartamen-
tos y oficinas vacíos que nos encontramos en nuestros itinera-
rios diarios. De las 1.715.000 viviendas que hay en Roma, 245.000 
(una de cada siete) están vacías. De las 1.640.000 viviendas que 
hay en Milán, más de 80.000 están vacías, y casi 900.000 m2 de 
espacio de oficinas –el equivalente a la superficie de treinta 
torres Pirelli– están desocupados.
9Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea
 
MEDIR
La poca atención que se presta a las causas de esta desertifica-
ción es realmente alarmante. En Italia, las razones son tres: la 
desconfianza en un sistema inmobiliario que no garantiza cier-
tas reglas, el miedo a perder inmuebles valiosos debido a inquili-
nos endeudados o inmóviles, y, por último (y específicamente en 
lo que se refiere a los edificios de oficinas), normativas rígidas 
que prohíben usos mixtos o diversificados (vivir y trabajar en un 
mismo edificio, por ejemplo).
La desertificación urbana no es solo un problema urbano, sino 
un fenómeno generalizado que, si se afronta, podría cubrir las 
necesidades de millones de familias, pequeñas constructoras y 
profesionales, constituyendo así un gran laboratorio para las 
políticas urbanas. En este sentido, los espacios vacíos de nues-
tras ciudades son el reflejo físico del abismo que hoy separa a las 
instituciones públicas de la energía vital que caracteriza a la 
sociedad civil. Tampoco es casual que hayan aparecido una serie 
de agencias “sociales privadas” para llenar este vacío con progra-
mas de subsidios y acciones públicas: inmobiliarias sin ánimo de 
lucro –como las que pueden encontrarse en Barcelona, Turín y 
Milán– que garantizan un ingreso a los propietarios y ofrecen 
alquilar espacios a precios bajos (aproximadamente un 30 % por 
debajo que los precios de mercado) para quienes los necesiten (no 
solo inmigrantes y personas en situaciones inciertas, sino tam-
bién estudiantes, trabajadores temporales y familias jóvenes).
El Bosque Vertical, Studio Boeri 
(Stefano Boeri, Gianandrea Barreca, 
Giovanni La Varra), 2009
10
 
11Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea
 
MEDIR
Para que estas experiencias se conviertan en una realidad más 
generalizada, tienen que superarse los miedos y la inercia, al 
tiempo que se promueve un mercado para las intervenciones de 
recuperación y reestructuración del stock inmobiliario. Es nece-
sario fomentar políticas públicas que impulsen a que nuestras 
autoridades locales ofrezcan fondos de garantía que respalden 
las intervenciones inmobiliarias.
Y es más importante aún crear políticas urbanas capaces de 
instigar una recuperación creativa de nuestros territorios urba-
nos. Las ciudades tienen que dejar de crecer a base de consumir 
naturaleza y territorio agrícola y, en lugar de ello, preocuparse 
por su entorno, dedicarse a regenerar y recuperar los desiertos 
urbanos que señalan la verdadera medida de la miope política 
actual.
1 Establecida en marzo de 2009 por el 
alcalde de Milán, la Consultoría Internacio-
nal de Arquitectura para la Expo 2015 
– cuyo alcance incluye su plan maestro– 
está integrada por Stefano Boeri, Joan 
Busquets, Richard Burdett, Jacques Her-
zog y William McDonough.
Registro de los edificios abandonados 
en Milán. Proyecto de tesis de Camilla 
Ramírez y Hana Narváez en el marco 
del multiplicity.lab (tutores: Stefano 
Boeri y Salvatore Porcaro), 2009
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13Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea
 
MEDIR
Re(e)volucionar la arquitectura
Jeremy Rifkin
Esta declaración, presentada en la XI Bienal de Arquitectura de 
Venecia, sostiene que la arquitectura debe desarrollar nuevas 
estrategias de diseño y construcción que tengan en cuenta las 
futuras crisis energéticas y el calentamiento global. Es el pro-
ducto de un intenso debate entre cuatro arquitectos activa-
mente comprometidos en la incorporación de soluciones soste-
nibles en sus proyectos: Enric Ruiz-Geli (Cloud 9), José Luis 
Vallejo (Ecosistema Urbano), Jan Jongert (2012 Architekten) y 
Stefano Boeri (Boeri Studio).1
NOSOTROS, los arquitectos del mundo, somos conscientes de 
que el aumento de los costes energéticos está llevando a una des-
aceleración de la economía global y, como consecuencia, fami-
lias de todo el mundo atraviesan dificultades.
NOSOTROS somos conscientes de que el aumento drástico 
de las emisiones de dióxido de carbono producido por el uso de 
combustibles fósiles está elevando la temperatura de la Tierra, y 
amenaza con un cambio sin precedentes en la bioquímica de las 
plantas y el clima global, que tendría consecuencias funestas 
para el futuro de la civilización humana y de los ecosistemas 
terrestres.
NOSOTROS somos conscientes de que los edificios son los 
mayores consumidores de energía; son el elemento que más con-
tribuye al calentamiento global inducido por los humanos al 
consumir entre un 30 y un 40 % de toda la energía generada y pro-
ducir un porcentaje similar de emisiones de CO2.
NOSOTROS somos conscientes de que la comunidad global 
necesita una nueva y potente narrativa económica, para abordar 
el debate y la agenda sobre la crisis energética global y el cambio 
climático no desde el miedo sino desde la esperanza, y no desde 
las limitaciones económicas que acarrean sino desde las posibi-
lidades que abren.
NOSOTROS somos conscientes de que, por primera vez en la 
historia, las innovaciones tecnológicas hacen posible reconfigu-
rar los edificios existentes y construir otros nuevos que generen 
su propia energía a partir de fuentes de energía renovables y 
locales, permitiendo que volvamos a conceptualizar nuestros 
edificios como “centrales productoras de energía”.
NOSOTROS somos conscientes de que los mismos principios 
de diseño y las tecnologías inteligentes que hicieron posible 
Internet y las grandes redes de comunicación global “horizonta-
les” apenas han comenzado a ser utilizadas para reconfigurar las 
14
 
redes eléctricas del mundo, pero que lo harán, de modo que la 
gente podrá producir energía renovable en sus edificios y com-
partirla peer-to-peer a través de regiones y hasta de continentes, 
tal como ya se produce y se comparte la información, para crear 
una nueva forma descentralizada de usar la energía.
NOSOTROS somos conscientes de que volver a conceptualizar 
los edificios como centrales productoras de energía y transfor-
mar las redes eléctricas del mundo en redes inteligentes para su 
distribución abrirá la puerta a una Tercera Revolución Indus-
trial, cuyos efectos en la economía del siglo xxi serán tan impor-
tantes como lo fueron los efectos de la primera y la segunda 
Revolución Industrial para los siglos xix y xx, respectivamente.
POR TANTO, RESOLVEMOS comprometernos con un nuevo 
concepto revolucionario de la arquitectura, en el que se renova-
rán o construirán viviendas, oficinas, centros comerciales, fábri-cas y parques tecnológicos e industriales como hábitats y cen-
trales productoras de energía.
RESOLVEMOS que dichos edificios recogerán o producirán 
energía localmente a partir del sol, del viento, de la basura, de 
los desechos forestales y agrícolas y de las fuentes hidro y 
geotérmicas, así como de las olas y las mareas, y que esa energía 
será suficiente para abastecer sus propias necesidades energéti-
cas y generar un excedente que pueda compartirse.
RESOLVEMOS colaborar con las industrias químicas e inge-
nierías para desarrollar métodos –como el hidrógeno, las baterías 
de flujo, el almacenamiento en bombas, etc.– que puedan alma-
cenar formas intermitentes de energía renovable para garantizar 
el abastecimiento ininterrumpido a la energía eléctrica.
RESOLVEMOS colaborar con las industrias logísticas y de 
transporte con el fin de establecer las interfaces adecuadas para 
que los edificios puedan proporcionar energía renovable destina-
da a la propulsión de vehículos eléctricos y baterías combustibles.
RESOLVEMOS que esta transformación radical del papel de la 
arquitectura se apoyará en el confinamiento del crecimiento 
urbano a los límites actuales de nuestras ciudades y en la refo-
restación de las extensas áreas urbanas limítrofes todavía sin 
construir.
NOSOTROS, por tanto, apelamos a nuestros colegas arquitec-
tos de todo el mundo para que se unan a esta re(e)volución de la 
arquitectura, con el objeto de empoderar a millones de personas 
en sus negocios, instituciones públicas y hogares para que gene-
ren su propia energía limpia y renovable y para que compartan 
sus excedentes en redes inteligentes, con el fin de impulsar una 
Tercera Revolución Industrial y una nueva era poscarbono basa-
da en la democratización de la energía y en el desarrollo econó-
mico sostenible.
1 The Reader #11 (suplemento de Abitare, 
núm. 485, Milán, septiembre de 2008).
15
 
MEDIR
La geografía y la población de Perú 
hacen que el país sea extremada-
mente vulnerable a los impactos del 
cambio climático. Más del 70 % de la 
población vive en la franja desértica 
de la costa donde casi no hay fuen-
tes naturales de agua. Para estas 
personas (unos ocho millones solo 
en Lima), el agua procede de los gla-
ciares andinos del centro del país y, 
durante la temporada de lluvias, del 
agua de lluvia. Los científicos y el 
Panel Interregional sobre Cambio 
Climático predicen que los glaciares 
peruanos habrán desaparecido den-
tro de quince años. Perú ya ha 
comenzado a prepararse para esta 
eventualidad con proyectos de inge-
niería a gran escala, esfuerzos para 
la conservación del agua y una ree-
valuación de las tecnologías utiliza-
das por las sociedades antiguas 
para su conservación y almacenaje.
En Lima y en sus alrededores se 
están construyendo comunidades en 
las áridas laderas y las dunas cerca-
nas al mar. Muchas de ellas no cuen-
tan con agua corriente, de modo que 
se abastecen a diario mediante 
camiones cisterna que rellenan barri-
les de plástico frente a las casas. En 
esas zonas, el agua es más cara que 
en los barrios más pudientes de la 
ciudad, que cuentan con un servicio 
de agua entubada municipal. A medi-
da que el agua se vuelva más escasa, 
los precios subirán más y la pobla-
ción con menos recursos para 
pagarla será la más afectada. En la 
laguna de Parón, en los Andes perua-
nos, se hace acopio de agua durante 
la temporada de lluvias y se extrae 
con sifón en la temporada seca, un 
ejemplo del tipo de proyecto necesa-
rio para asegurar el abastecimiento 
de agua futuro en Perú.
El proyecto 
Canary
Susannah Sayler
Almacenaje de agua, laguna de Parón, 
Perú, 2008
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17
 
MEDIR
“Performalismo”: medidas 
medioambientales y urbanismo
Susannah Hagan
Cuando el diseño medioambiental amenazó con volverse la 
corriente predominante en la arquitectura europea hace una 
década –en parte porque las directrices de la Unión Europea se 
empeñaron en que así fuera–, circularon oscuras profecías sobre 
la muerte de la arquitectura, el estrangulamiento de la estética 
y la apropiación del discurso teórico por parte de gente que lle-
vaba calcetines con sandalias y cuya motivación era solo ética. 
Lo que recibimos a cambio fue una serie de arquitecturas emer-
gentes muy variadas en su posicionamiento ante la tecnología y 
la naturaleza; una minoría son muy ingenieriles y están determi-
nadas por su función medioambiental; la mayor parte de ellas 
son hijas de la convención y la invención.
De la misma manera, el diseño medioambiental a escala urba-
na está hoy provocando alarma y suscitando la caricatura: la 
nueva ciudad será informal, anticorporativista y antidiseño, o 
una masa de ecosistemas “naturales” excesivamente planifica-
dos y diseñados que interrumpen la geometría y la materialidad 
de la ciudad. Si la “ecoarquitectura” pudiera servirnos de ejem-
plo, entonces ambas versiones aparecerían a la escala del “urba-
nismo ecológico”, aunque la mayor parte de los proyectos sea 
una mezcla entre lo emergente y lo planificado, lo biótico y lo 
geométrico, y a esta síntesis le falte aún tiempo para evolucio-
nar. La narrativa ecológica y sus prácticas aún se encuentran en 
estado embrionario. La narrativa del urbanismo es vieja, sus 
prácticas son diversas y las tenemos asumidas. Estas discipli-
nas nunca habían estado antes en contacto, y no es un matrimo-
nio que vaya a avenirse de un día para otro. Ambas establecen 
relaciones distintas dependiendo de las culturas, los climas, las 
políticas y las economías donde se llevan a cabo. Así, aunque 
aquí vaya a tratar del potencial de diseño de las medidas 
medioambientales, también trataré de sus limitaciones.
Quienes estén formados en materia de diseño medioambiental 
se tomarán el “urbanismo ecológico” de forma bastante literal. 
Con tantas ciudades que sufren patologías medioambientales 
–aunque estas se deban a causas y efectos socioeconómicos–, 
esta literalidad se hace necesaria. Además, para quienes estén 
dispuestos a reflexionar, el urbanismo ecológico ofrece una 
perspectiva interesante sobre la idea de un “urbanismo metabó-
lico”, una metáfora que ya ha dejado de serlo. A escala urbana, en 
la actualidad el objetivo medioambiental consiste en crear “eco-
sistemas artificiales”, ciudades capaces de lograr las mismas 
eficiencias interdependientes que los ecosistemas naturales:
18
 
Un ecosistema puede caracterizarse por sus constituyentes abióti-
cos, que incluyen minerales, clima, suelo, agua, luz natural, etc., y 
por los bióticos, sus miembros vivos. Dos importantes fuerzas vin-
culan estos elementos constituyentes: el flujo de energía a través 
del ecosistema y el ciclo de nutrientes en el mismo.1
Las ciudades pueden verse de exactamente la misma manera. Hay 
pocos ejemplos a escala urbana, pero la ciudad danesa de Kalund-
borg es uno de ellos: sus flujos y sus ciclos de recursos y sus dese-
chos se reconfiguran como un metabolismo más integrado y toda-
vía en evolución.2 Convertir la ciudad en un ecosistema artificial 
es un proceso bastante más complejo, a la par que interesante, 
para cubrir todas las superficies disponibles de vegetación.
Mientras que hay mucha gente en el mundo de la arquitectura 
que celebra el glorioso derrocamiento del binomio naturaleza y 
cultura, no hay suficientes profesionales preparados para acep-
tar todas las consecuencias que comporta. Además de teorizar y 
estetizar las relaciones entre arquitectura, ciudades y naturale-
za, cabe considerar que el rendimiento de la naturaleza está 
comprometido por el rendimiento medioambiental de la cultura 
construida. En ambos casos, este rendimiento se entiende mejor, 
y se mejora, mediante medidas. El proceso es descaradamente 
utilitario, empírico, cuantificador y políticamente tendencioso. 
Se cuantifica lo cualitativo, y el entorno construido cuantificado 
esun indicador básico de la calidad de vida, o su ausencia,3 si no, 
pregúntenle al habitante de una favela.
Si el binomio naturaleza y cultura puede analizarse hasta el 
infinito, lo mismo puede decirse del binomio cantidad y calidad. 
Si la naturaleza es cultura, entonces ha llegado la hora de que la 
cultura se convierta en naturaleza; es necesario que sea recípro-
co. El concepto medioambiental de un paisaje “performativo” o 
“productivo” para la biomasa, la agricultura urbana, la gestión 
Un aspecto hasta ahora 
desatendido de las ciudades: la 
ciudad como metabolismo que 
debe modelarse sobre el 
ecosistema, más que sobre un 
Cadillac de la década de 1950
ECOSISTEMA
flujo de energía 
abiótico
minerales, clima, suelo, agua, luz natural
biótico
todos los seres vivos
minerales, clima, suelo, agua, luz natural
abiótico
todos los seres vivos
biótico
ciclo de nutrientes
CIUDAD COMO ECOSISTEMA
19
 
MEDIR
La antigua favela de Paraisópolis, 
São Paulo, ahora incorporada a la 
ciudad
El lugar de 70 hectáreas en Barra 
Funda, São Paulo, dividido por una 
línea férrea regional y con el río 
Tiete al norte
20
 
del agua, etc., propone una forma muy distinta de concebir la 
ciudad y la no ciudad, y como tal supone implicaciones cultura-
les. Los terrenos sin construir ya no pueden considerarse vacíos, 
sino que están llenos de otra cosa. Lo no construido es potencial-
mente una condición que tiene la misma intensidad que lo cons-
truido. Haciendo un guiño a Patrick Geddes, dentro de una conti-
nuidad regional hoy podemos deslizarnos conceptualmente 
entre zonas de una mayor intensidad ecosistémica (los subur-
bios, la campiña) y zonas de mayor intensidad construida (las 
ciudades).4 En un futuro, lo ideal sería poder deslizarnos entre 
ecosistemas naturales (sin importar cuánto los hayamos reconfi-
gurado) y artificiales (sin importar cuán naturales sean). Mien-
tras tanto, el número creciente de ciudades no puede mantener el 
ritmo de su propia urbanización, y en estos casos –donde los pro-
blemas económicos, sociales y medioambientales son indisocia-
bles– puede abogarse por no comenzar por las causas (gobernan-
za) sino por los efectos medioambientales. Podría argumentarse 
que es necesaria una buena gobernanza para ser capaces de 
comenzar a actuar de manera efectiva a cualquier escala y, aun-
que esto es indiscutible, en la práctica podría estarse discutien-
do indefinidamente con un único departamento municipal acer-
ca de la buena gobernanza de un único lugar, lo que lo convierte 
en una tarea abrumadora. Por ejemplo, en los lugares con un cli-
ma subtropical lo bastante frío durante el invierno como para 
necesitar calentadores eléctricos y lo bastante cálido en verano 
como para tener aire acondicionado, podría discutirse con los 
departamentos de urbanismo que las familias con bajos recur-
sos deban gastar dinero y energía en aparatos que serían innece-
sarios si las viviendas utilizaran energía solar pasiva y estuvie-
ran bien aisladas. Por otro lado, los gobiernos municipales 
contarían con más recursos para invertir en este tipo de vivien-
das si no tuvieran que reparar los daños de las inundaciones de 
cada año, resultado de un incumplimiento del porcentaje míni-
mo de porosidad en la superficie urbana y de la falta de limpieza 
de los ríos urbanos contaminados. Los costes económicos de la 
energía son cuantificables; los costes sociales no.
En consecuencia, en el diseño medioambiental la opción del 
proyectista es saber hasta dónde llevar estas medidas: pueden 
utilizarse sencillamente para evaluar los inputs y outputs de un 
determinado lugar, o para evaluarlos al comienzo de un proceso 
de proyecto para, al final, medir el éxito si se ha conseguido 
minimizarlos. O, lo que resulta más controvertido aún, pueden 
utilizarse como partes del proceso de diseño en sí. El análisis de 
medidas de un lugar mostrará las prioridades medioambientales 
específicas de ese lugar, y entre estas algunas podrán generar un 
primer nivel de un proyecto, una superficie performativa conti-
nua sobre el plano horizontal por la que abogaba el urbanismo 
del paisaje y Kenneth Frampton.5 El rendimiento medioambien-
tal particularizado puede introducirse en cualquier otra parte: 
21“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo
 
MEDIR
edificios, infraestructuras, lo biótico, lo abiótico, lo denso, lo 
vacío. Después, tendrán que producirse negociaciones entre el 
historial de encarnaciones de la ciudad, su vida actual y este pai-
saje medioambiental de datos.
Las medidas medioambientales también pueden utilizarse 
para generar parámetros, hoy muy presentes en el diseño experi-
mental, sobre todo en la vanguardia digital. En este caso el inte-
rés se divide entre encontrar formas y la relación entre forma y 
rendimiento en aras de una nueva y elegante economía de 
medios. Como Haresh Lalvani observa: “Esta aproximación […] 
está profundamente conectada con la sostenibilidad, puesto que 
los recursos limitados requieren maximizar su rendimiento”.6 
Allí donde quienes innovan en materia digital han tendido a 
inventar sus propias ecologías electrónicas, quienes innovan en 
materia medioambiental han tratado con ecologías de hecho, 
regresando del ciberespacio para aplicar este trabajo paramétri-
La morfología ajerárquica de São 
Paulo, con edificios y densidades 
altas y bajas dispersas por la ciudad
Barra Funda: típicos terrenos 
industriales abandonados
22
 
co al mundo material. Buena parte del diseño digital experimen-
tal está lejos de su realización material. En palabras de Karl Chu, 
la “incorporación de la vida artificial y los sistemas inteligentes 
[…] mediante la mutación biomaquínica de sustancias orgánicas 
e inorgánicas”7 es muy remota, como lo son los edificios que 
encontrarían y adaptarían sus formas en respuesta a presiones 
internas (genéticas) y externas (medioambientales).
En el contexto medioambiental, esta postura paramétrico-per-
formativa resulta más fácil de ver y ejecutar a escala arquitectó-
nica,8 pero a escala urbana, donde lo medioambiental tiene un 
bagaje económico y cultural comparativamente mayor, no existe 
una relación directa y similar entre las causas medioambienta-
les y los efectos de diseño. Una cubierta puede ser simplemente 
un refugio, pero una ciudad no. Aun así, podría ser útil comenzar 
a recurrir a paramétricas medioambientales a escala urbana, 
porque la reacción a estos datos medioambientales puede 
influenciar enormemente la construcción del lugar. La elección 
de la estrategia medioambiental (pues, en efecto, se trata de una 
elección) llevará a una de las varias relaciones posibles entre los 
edificios y el lugar, y entre el lugar y la ciudad.
En São Paulo, junto con Joana Gonçalves y Denise Duarte de la 
Universidade de São Paulo, y Swen Geiss de R/E/D, examinamos 
la interrelación entre las medidas medioambientales y los resul-
tados socialmente beneficiosos.9 En Londres, R/E/D se centra en 
las relaciones entre las medidas medioambientales y el urbanis-
mo para desarrollar un proceso de diseño transferible dirigido 
por el rendimiento medioambiental, por más difícil que resulte 
implementarlo en una cultura de gobernanza a corto plazo. El 
Laboratorio de Confort Ambiental y Eficiencia Energética 
(LCAEE)10 escogió un lugar de prueba de 70 hectáreas en Barra 
Funda, São Paulo, porque tipificaba muchas de las condiciones 
de la ciudad: estar situada cerca del casco viejo, estar perdiendo 
población, sufrir inundaciones anuales, ubicarse lejos de la 
infraestructura ferroviaria y/o viaria y tener parches de solares 
industriales abandonados. Hacia el sur hay un parque y unos 
bloques de viviendas de clase media; hacia el norte, literalmente 
al otro lado de las vías férreas –puesto que una línea regional 
divide el lugar en dos–, hay favelas, viviendas obreras del siglo 
xix y un río contaminado. Una gran estaciónde autobuses y tre-
nes se encuentra entre las vías en el centro del lugar, y hacia el 
este de la estación hay un parque diseñado por Oscar Niemeyer, 
o más bien una colección de pabellones sin parque.
El gobierno municipal anterior clasificó Barra Funda como 
una de sus “operaciones urbanas”, pero las difíciles condiciones 
del lugar han dificultado su regeneración. Como muchas de estas 
dificultades eran medioambientales –aunque con causas y efec-
tos socioeconómicos–, nos pareció apropiado sugerir una apro-
ximación justamente medioambiental. Aunque comenzamos con 
el mismo tipo de usos de tierras, tipologías y análisis de densi-
23“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo
 
MEDIR
dad que cualquier otro profesional, pasamos luego a identificar 
los recursos y problemas medioambientales en el lugar y sus 
alrededores para concentrarnos en escenarios medioambienta-
les de primer orden. Barra Funda goza de buenas condiciones de 
luz natural y régimen de lluvias, aunque estas últimas sean esta-
cionales. El río contaminado al norte se inunda una vez al año, y 
hay niveles muy altos de contaminación acústica y del aire a 
causa de las vías férreas, que parten el lugar en dos, y de las arte-
rias viarias circundantes. El asoleo sugiere el uso de tecnologías 
solares pasivas (calefacción gratuita) y paneles solares para 
agua caliente, al menos para las viviendas más pobres, y, en el 
caso de mayores recursos, paneles fotovoltaicos para producir 
electricidad. Debería recogerse el agua de las lluvias estaciona-
les para soportar las épocas de sequía sin necesidad de traer 
agua desde fuera de la ciudad, y deberían gestionarse las inun-
daciones y aumentar la porosidad del lugar.
De todos estos parámetros medioambientales, la tecnología 
solar pasiva y la gestión de las inundaciones tienen un efecto 
directo en el diseño del lugar. La energía solar pasiva afecta 
directamente a la distribución de los edificios, mientras que la 
gestión de las inundaciones afecta a la distribución de los edifi-
cios y a la propia construcción del lugar. Al tener como objetivo 
una densidad específica de viviendas por hectárea y utilizar 
diferentes combinaciones de un catálogo acordado de tipologías, 
generamos una serie de diagramas para entender las consecuen-
cias espaciales iniciales de un rango de estrategias medioam-
bientales (y decimos iniciales porque, aunque uno o más de los 
escenarios resultantes puedan cumplir nuestros objetivos, estos 
podrían ser menos aceptables como lugares urbanos, e incluso 
completamente inaceptables). Este es el punto en el que deben 
negociar ambas narrativas, la ecológica y la urbana, y tratar de 
igual modo las distintas prioridades en un proyecto.
Contexto ambiental del lugar: las 
medidas de los recursos acuíferos 
in situ
Precipitación anual
1.455 l/m2
14.550 m3/ha
1.047.600 m3/a in situ
Demanda anual de agua potable
43,8 m3/pp a
17.520 m3/ha
919.800 m3 in situ
Potencial reducción anual de agua potable
25 %
4.380 m3/ha
229.950 m3/a in situ
24
 
50 m de distancia a calles principales
100 m de distancia a calles principales
50 m de distancia a vías férreas
100 m de distancia a vías férreas
Contexto medioambiental del lugar: 
diagrama de condiciones acústicas
zona de amortiguación 
de inundaciones
zonas porosas
terrenos bajos
terrenos altos
Contexto medioambiental 
del lugar: diagrama de 
inundaciones del río Tiete
riesgo de inundación por el río 
tóxico cercano
 riesgo de inundación por 
calles cuesta abajo
Estrategia contra inundaciones: 
incremento de un 48 % de la 
porosidad del lugar
25“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo
 
MEDIR
Un método preeminente medioambiental como este puede miti-
gar los peores problemas medioambientales de un lugar y gene-
rar beneficios sociales, pero no necesariamente refleja las con-
diciones sociales de una ciudad. Barra Funda cuenta con 
muchos pequeños negocios que a duras penas sobreviven en un 
área de alquileres bajos. Al norte hay favelas o asentamientos 
autoconstruidos. Esta actividad “de abajo arriba” no encaja con 
la creación de ecosistemas artificiales, que exigen un conoci-
miento especializado para ser efectivos, y una intervención 
gubernamental para abrir un espacio dentro de la economía de 
mercado, sin la cual no se puede llevar a cabo este tipo de expe-
rimentos. Esto no tiene nada que ver con las corporaciones que 
crean mercados nuevos para ellas mismas. Se trata de una 
reforma medioambiental a gran escala en ciudades donde exis-
tan importantes problemas ecológicos. La intención del LCAEE 
y R/E/D consistía, pues, en reservar parte del lugar para la 
autoconstrucción de unidades de trabajo/vivienda con compo-
nentes fabricados según estándares medioambientales. Aun-
que puede que esto sirva para salvaguardar la tradición de la 
autosuficiencia, solo puede garantizarse un rendimiento 
medioambiental suficiente si se regula, aunque sea parcial-
mente, la distribución. Las unidades autoconstruidas tendrán 
que respetar ciertas distancias entre ellas para garantizar la 
suficiente luz natural y beneficiarse del diseño solar pasivo, y 
el apelotonamiento típico de las favelas no se reproduciría en 
las nuevas urbanizaciones. En otras palabras, en muchas ciu-
dades se necesita una síntesis diferente a partir del urbanismo 
ecológico –a caballo entre la autosuficiencia “de abajo arriba” y 
la gestión “de arriba abajo”– para proteger el rendimiento 
medioambiental. Esto debería ser aceptable para todos, salvo 
aquellos con una actitud más romántica hacia las favelas, 
siempre y cuando la gestión se haga consultando a quienes son 
Estrategia acústica: bermas 
plantadas a lo largo de las grandes 
carreteras y vías férreas (su 
porosidad se incrementa un 48 % 
de lo requerido para contrarrestar 
las inundaciones)
10,5 ha
8 ha
26
 
gestionados para que puedan discutirse y entenderse los cam-
bios espaciales.
El proyecto EnLUDe (Environmentally Led Urban Design, 
urbanismo dirigido desde un punto de vista medioambiental) de 
R/E/D difiere de obras actuales de sesgo enfáticamente medioam-
biental –como pueden ser Dongtan, de Arup, o Masdar, de Nor-
man Foster–, pues no empieza a proyectar sobre una tabla rasa, 
sino que va dirigido a ciudades existentes con problemas reales. 
Aunque los beneficios de las llamadas ecociudades incluyen la 
trasferencia de conocimiento, no ponderan la mitigación directa 
de las patologías de las ciudades existentes. R/E/D investiga si 
algún tipo de “performalismo” –alguna relación directa entre la 
forma urbana y el rendimiento medioambiental– puede unir un 
diseño medioambiental culturalmente desinformado con un 
diseño urbano medioambientalmente desinformado, sobre todo 
en ciudades de crecimiento muy rápido.
Densidad deseada 21.000 p
 400 p/ha
Superficie construida bruta 740.000 m2
Volumen construido bruto 2.190.000 m3
Huella construida deseada 170.000 m2
 < 33 %
Infraestructura deseada 100.000 m2
 < 19,2 %
Espacio verde/porosidad 
deseados 250.000 m2
Densidad actual 18.500 p
 356 p/ha
Superficie construida bruta 649.500 m2
Volumen construido bruto 1.495.300 m3
Huella construida actual 115.700 m2
 < 22,2 %
Infraestructura actual 118.000 m2
 < 22,6 %
Espacio verde/porosidad 
actuales 248.000 m2
 < 47,7 %
Edificios existentes
Edificios de 4 plantas 
de crujía simple, 
norte-sur
Edificios de 8 plantas 
de crujía simple, 
este-oeste
Edificios de 20 
plantas de crujía 
simple, norte-sur
Escenario 1: objetivos de 
porosidad: conseguido; vivienda 
mixta (60 % social, 40 % para 
ingresos más altos): conseguido; 
grandes superficies de cubierta 
para recoger agua: conseguido; 
objetivo de densidad: no del todo 
satisfecho al privilegiarse el 
rendimiento urbano sobre la 
densidad. Otro escenario podría 
invertir estas prioridades para 
generar una configuración 
diferente del lugar.
1 Encyclopaedia Britannica,vol. 4, 
Encyclopaedia Britannica, Chicago, 1985, 
págs. 358-359. 
2 Véase: www.symbiosis.dk/industrial-
symbiosis.aspx.
3 Véase: Thomas, Randall (ed.), Sustaina-
ble Urban Design, Spon, Londres/Nueva 
York, 2003.
4 Geddes, Patrick, Cities in Evolution, Rout-
ledge, Londres, 1997 (versión castellana: 
Ciudades en evolución, KRK, Oviedo, 2009).
5 Frampton, Kenneth, “Toward an Urban 
Landscape”, Columbia Documents, núm. 
4, 1994, págs. 83-93.
6 Lalvani, Haresh, “The Milgo Experiment: 
An Interview with Haresh Lalvani”, Architec-
tural Design, núm. 76 (Programming Cultu-
res, editado por John Lobell), 2006, pág. 53.
7 Chu, Karl, “Metaphysics of Genetic Archi-
tecture and Computation”, Ibíd., pág. 53.
8 Véase: www.ecologicstudio.com. 
9 Véase: Hagan, Susannah, Digitalia: 
Architecture and the Digital, the Environ-
mental, and the Avant-Garde, Routledge, 
Londres/Nueva York, 2008, págs. 115-124.
10 Laboratorio de Confort Ambiental y Efi-
ciencia Energética (LCAEE), Faculdade de 
Arquitectura e Urbanismo, Universidade de 
São Paulo.
27“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo
www.symbiosis.dk/industrialsymbiosis.
www.ecologicstudio.com.
 
MEDIR
Cultura natural
Kathryn Moore
El paisaje no es solo el contexto físico, el espacio público cons-
truido, los parques naturales, litorales, plazas, paseos y calles, 
ni los lugares para caminar, sentarse o ver pasar la vida. El pai-
saje se refleja también en nuestros recuerdos y valores, en las 
experiencias que tenemos de un lugar, ya sea como ciudadanos, 
trabajadores, visitantes, estudiantes o turistas. El paisaje es el 
contexto material, cultural y social de nuestras vidas.
Esta perspectiva exige que redefinamos la naturaleza y que 
nos sobrepongamos a la dicotomía que tradicionalmente nos ha 
separado de ella. Esta dualidad perniciosa le otorga un estatus 
casi místico y es una de las razones principales por las que se 
sigue asociando el paisaje a la tecnología más que a las ideas. Sin 
embargo, ¿qué entendemos exactamente por naturaleza? ¿Por 
qué creemos que la “naturaleza” es buena para nosotros, si por 
naturaleza nos referimos a lo verde, a las cosas que crecen? Pre-
gúntenle al ciudadano medio qué entiende por naturaleza en la 
ciudad, por ejemplo, y mencionará los árboles, los zorros urba-
nos y las ratas, no necesariamente en ese orden y sin considerar-
los a todos intrínsecamente buenos para nuestro espíritu. ¿Es 
acaso nuestro supuesto afecto por la naturaleza algo que com-
partimos cultural, e incluso universalmente, como muchos nos 
harían creer? ¿Son su eficacia y su valor cuestiones de hecho, 
fuera de todo debate? Para salvar el planeta, ¿es una prerrogati-
va científica descubrir todo cuanto podamos de la naturaleza? 
¿Hay que dejarla a su aire, o alterarla y falsificarla para que se 
ajuste a nuestros designios? Si descuidamos un jardín crecerá la 
maleza, pero si permitimos que un bosque crezca tenemos “bio-
diversidad”. La naturaleza es lo que hagamos de ella, y el proble-
ma es que en la ciudad la naturaleza (el paisaje, “lo verde”, lláme-
se como se quiera) es una idea a posteriori: árboles y arbustos 
importados y un césped que plantamos una vez que los arquitec-
tos ya han acabado el edificio.
Adoptar una postura fría, objetiva y científica, o bien o alegre-
mente metafísica respecto a la naturaleza le hace un flaco favor 
al propio concepto. Ambas visiones aíslan la naturaleza de una 
perspectiva mayor, la disocian de la cultura, de los costes, del 
valor y de la rentabilidad. Reducir la naturaleza a sistemas natu-
rales produce la impresión de que sencillamente puede separar-
se de la toma de decisiones estratégicas y espaciales. Fácil 
de marginar, se la deja fuera del cuadro, es difícil de justificar, de 
confirmar, y acusa las consecuencias de las acciones a posteriori, 
28
 
más que desde un inicio. Y todos hemos visto los resultados. 
Relegada a disputados metros cuadrados de césped, árboles, 
setos y acequias, “la naturaleza” se intercala después de haber 
tomado las importantes decisiones económicas, se encaja pul-
cramente entre urbanizaciones y calles –por lo general a lo largo 
de arroyos, ríos o en esquinas de parques o de “espacios verdes 
informales”–, reducida a poco más que un bordado viviente. Vis-
ta así, a menudo se asume con cinismo que la naturaleza es sufi-
ciente para tratar cuestiones de calidad, y que el espacio verde se 
justifica en términos de su beneficio para la vida silvestre. No 
importa la estructura espacial del espacio público construido, la 
facilidad de movimiento, el sentido de pertenencia, la identidad 
cultural del lugar o la experiencia social y física de la gente que 
vive y trabaja en los lugares que diseñamos. Al margen de cuánta 
espiritualidad revolotee en torno al concepto de naturaleza, en 
El plan maestro para los jardines 
evolucionó a partir de un estudio 
inicial sobre la organización y 
fisiología de la orquídea hasta 
convertirse en una red 
tridimensional muy sofisticada 
de horticultura, ingeniería 
y arquitectura
29
 
MEDIR
realidad nos es muy difícil no relacionarla con la tecnología. En 
un escenario más amplio resulta crítico dejar de dividir las cosas 
en pequeñas piezas, ya sean estas biológicas o culturales, de 
interés científico o artístico. Todo esto significa deshacerse tan-
to de las posturas frente a la naturaleza inflexiblemente científi-
cas como de las desbocadamente subjetivas.
Más que ideas contra la naturaleza, lo que tenemos son ideas 
de la naturaleza. En lugar de considerar la naturaleza como algo 
separado de la cultura, hemos de reconocer que, por cómo vivi-
mos, con cada intervención que hacemos expresamos (conscien-
te o inconscientemente) una actitud hacia el mundo físico. La 
elección no es si trabajamos con el arte o la ecología, con la natu-
raleza o la cultura… La pregunta es en qué medida nuestro com-
portamiento resulta considerado, imaginativo y responsable, 
porque por cada una de nuestras acciones hay una reacción en el 
mundo físico. Dónde decidimos construir nuevas ciudades o 
ampliar las antiguas, o dónde colocamos calles, plazas, parques 
y jardines refleja el valor que le damos a la calidad de nuestro 
entorno físico. Dados los retos globales a los que nos enfrenta-
mos, trabajar con los procesos naturales es un imperativo ecoló-
gico, no hay otra alternativa. Pero lo que nos define es todo en 
conjunto, nuestras ideas y nuestros valores y sus manifestacio-
nes físicas, sean verdes, azules o grises. Esto es lo que enmarca 
la experiencia que todos tenemos de los lugares en que vivimos, 
El Bosque de los Amantes, jardín 
del pabellón del Reino Unido, Expo 
Aichi 2005. Un jardín floral 
cambiante e iluminado, con una 
cerca de cal y plantado 
secuencialmente con dedaleras, 
helechos y césped bajo las copas 
de los árboles cambiantes.
30
 
y esta experiencia es la que constituye adecuadamente una defi-
nición relevante de la naturaleza. Al fin y al cabo, los sistemas 
naturales no se detienen ahí donde empieza lo construido.
Nuestras ideas sobre el paisaje son un tema de discusión y 
también una explicación que afecta a los clientes, a la comuni-
dad y a las diversas profesiones. Las ideas pueden ser cohesivas 
y aglutinar todo tipo de cosas: argumentos, opiniones y valores. 
No hay mejor manera para ganarse los corazones y las mentes de 
todo el mundo implicado que una gran idea.
Lo que examinamos hoy son formas de proporcionar al paisaje 
una impronta sostenible y duradera para brindarle una perspec-
tiva fresca, no solo para reforzar las prácticas vigentes. Debe-
mos conectar las estrategias espaciales a lugares reales y desa-
rrollar formas de trabajar que estimulen y exijan la expresión de 
ideas fundamentales para lograr la excelencia en el diseño y la 
capacidad de generar lugares atractivos, pues la calidad del 
entorno es directamente proporcional a la calidad de vida. La 
ecuaciónes tan sencilla como incuestionable.
En el centro del jardín se 
encuentran los superárboles, una 
fusión de naturaleza, tecnología y 
arte. Los espectaculares jardines 
tropicales verticales contienen 
helechos, orquídeas y plantas 
trepadoras, así como máquinas 
medioambientales equipadas con 
celdas fotovoltaicas, colectores 
térmicos solares, aparatos para 
recoger el agua de lluvia y 
conductos de ventilación.
31Cultura natural
 
MEDIR
Investigar la importancia 
de la información de modelos 
energéticos a medida: 
un estudio del Gund Hall
Holly A. Wasilowski y Christoph Reinhart
En la industria norteamericana de la construcción las simulacio-
nes computarizadas de energía, o “modelado energético”, susci-
tan cada vez mayor interés. Estas se emplean en la toma de deci-
siones de diseño e informan de cuánto ahorro de energía 
proporciona un rendimiento superior de la inversión. Hasta aho-
ra, normalmente eran los ingenieros mecánicos o consultores 
especializados quienes realizaban el modelado energético, pero 
una nueva generación sofisticada de interfaces de usuarios grá-
ficas (IUG) comerciales parecen apuntar a las necesidades de los 
estudios de arquitectura, y sus desarrolladores insinúan que 
dichas herramientas se han vuelto tan intuitivas que “cualquie-
ra, hasta los arquitectos” puede usarlas. Este proyecto se pre-
gunta: ¿con qué grado de éxito puede un grupo de estudiantes de 
arquitectura aprender a construir un modelo energético para un 
edificio comercial complejo?
Un aspecto clave de estas sofisticadas interfaces es que ofre-
cen bibliotecas de valores por defecto para cargas de energía 
internas. Por ejemplo, si uno fuera a modelar un aula sin saber 
anticipar cuántos vatios por metro cuadrado de aparatos enchu-
fados hay, el modelador puede buscar los valores por defecto 
incorporados en el software para un aula universitaria típica. 
Esto suscita otra pregunta: ¿en qué circunstancias estos valores 
por defecto son un atajo aceptable, y en qué situación merece la 
pena el esfuerzo de generar inputs a medida?
Al margen de los inputs de cargas internas, los modelos ener-
géticos también requieren inputs climáticos. En muchas partes 
del mundo hay archivos disponibles del año meteorológico tipo 
(AMT) que se utilizan para el modelado energético. Sin embargo, 
esta información normalmente no es específica de la ubicación 
de un edificio o del período de tiempo en cuestión, de modo que 
se nos presenta otra pregunta más: ¿qué efectos tienen estos 
archivos climáticos en la precisión del modelo energético, y qué 
debe hacer el modelador en aquellas geografías donde dicha 
información no está disponible?
Cada una de estas preguntas formó parte de un seminario de 
investigación sobre simulación energética del rendimiento en edi-
ficios celebrado en la Graduate School of Design (GSD) de la Har-
vard University. El caso de estudio fue el propio edificio de la GSD, 
el Gund Hall, uno de los “peores escenarios” concebibles para 
esta investigación, dados sus horarios de ocupación atípicos y la 
32
 
diversidad de las actividades de sus ocupantes. Once alumnos 
de posgrado estudiaron y confeccionaron un modelado del Gund 
Hall mediante el IUG DesignBuilder para el buscador de simula-
ciones EnergyPlus del Departamento de Energía de Estados 
Unidos.1
Los estudiantes prepararon cuestionarios para los ocupantes, 
llevaron a cabo observaciones empíricas, entrevistaron al encar-
gado de mantenimiento e instalaron medidores de voltaje para 
crear inputs modelo a medida.2 Estos incluían los horarios de 
funcionamiento del sistema de climatización, información sobre 
densidades (personas/m2 o W/m2), distribución horaria de los 
ocupantes, los enchufes y la iluminación. Después efectuaron 
una simulación energética valiéndose de todos los inputs a medi-
da, seguida de una serie de simulaciones donde sustituían estos 
por los valores por defecto proporcionados por DesignBuilder.
También crearon dos archivos climáticos a medida, uno a 
partir de una estación meteorológica que los propios alumnos 
instalaron en la cubierta del Gund Hall,3 y otro a partir de infor-
mación meteorológica recopilada por otras estaciones meteoro-
lógicas locales.4 Se ensayaron múltiples simulaciones energéti-
cas utilizando estos archivos meteorológicos y los valores por 
defecto de los archivos AMT.5 Por último, se compararon los 
resultados simulados entre sí y con los datos medidos de las 
instalaciones.
Gund Hall, sede de la GSD, 
Harvard University
33
 
MEDIR
El consumo mensual de electricidad del Gund Hall se comparó 
con simulaciones que utilizaban diferentes combinaciones de 
cargas internas a medida o por defecto. A nadie sorprendió que 
las cargas completamente a medida se acercaran más al consu-
mo medido de electricidad que las simulaciones basadas en 
suposiciones por defecto. Para las cargas completamente a 
medida, el margen de error anual fue de un 0,2 %, a diferencia del 
18 % que puede observarse para una simulación completamente 
por defecto (véase la primera gráfica).
Además de las cargas de electricidad, se estudiaron las de cale-
facción y climatización, y, de nuevo, la simulación a medida 
superó con creces la simulación por defecto. Es más, cada tipo de 
input (ocupación, carga para tomas, iluminación y horario de cli-
matización) tuvo un impacto significativo en la precisión de los 
resultados de la simulación.
Las cargas mensuales de calefacción para el Gund Hall se 
compararon con simulaciones que utilizaban archivos meteoro-
lógicos diferentes (véase la segunda gráfica), donde puede apre-
ciarse que cada archivo tiene una precisión similar. Lo mismo 
sucede con el consumo de aire acondicionado.
Después de la experiencia de modelar el Gund Hall, se pregun-
tó a los alumnos si se sentían cómodos con sus aptitudes para el 
modelado y si volverían a usar el software. Parecían estar razo-
nablemente satisfechos con los resultados de la simulación, y 
había una expectativa general de que, con mínimos ajustes, los 
resultados podrían acercarse aún más a la información medida. 
Sin embargo, los alumnos expresaron su malestar al trabajar con 
un modelo demasiado complejo, e indicaron que se siguen nece-
sitando especialistas, sobre todo en las fases avanzadas del 
diseño.
En el caso del Gund Hall, cada uno de los inputs de carga 
internas estudiados tuvo un impacto significativo en la preci-
Cargas de electricidad 
mensuales: medidas 
versus simuladas
250 MWh
200 MWh
150 MWh
Aug
Gund Measured 2007/2008
Simulation with Custom Inputs
Simulation with Default Occupany & Plug Loads
Simulation with Default inputs
Sep Oct Nov Dec Jan Feb Mar Apr May Jun Jul
Simulación con inputs por defecto
Ago Sep Oct Nov Dic En Feb Mar Abr May Jun Jul
Medidas en el Gund Hall, 2007-2008 
Simulación con inputs a 
medida
Simulación con ocupación por defecto y cargas
34
 
Los autores quieren agradecer a los 
siguientes alumnos su dedicación a este 
proyecto: Diego Ibarra, James Kallaos, 
Anthony Kane, Cynthia Kwan, David Lewis, 
Elli Lobach, Jeff Laboskey, Sydney Mains-
ter, Rohit Manudhane, Natalie Pohlman y 
Jennifer Sze. Quisieran también expresar 
su agradecimiento a la GSD y al Real 
Estate Academic Initiative de la Harvard 
University.
1 Se eligió este paquete de software por 
su extensa biblioteca de plantillas por 
defecto. DesignBuilder versión 
1.9.0.003BETA, acceso en febrero de 2009, 
www.designbuildersoftware.com, Departa-
mento de Energía de Estados Unidos, 
EnergyPlus versión 2.2.0.025, acceso en 
febrero de 2009. Versión DLL por defecto 
inscrita en DesignBuilder, apps1.eere.
energy. gov/buildings/energyplus.
2 Medidores de voltaje empleados: watts 
up? Pro ES, de Electronic Education Devi-
ces; www.wattsupmeters.com y Kill A Watt 
EZ P4460, de P3 International Corporation, 
www.p3international.com.
3 Estaciones meteorológicas utilizadas: 
HOBO,Onset Computer Corporation, 
Bourne (Mass.), www.onsetcomp.com. 
Incluye: kit de estación meteorológica para 
principiantes, software HOBO, sensor de 
radiación solar, nivel para sensor solar y 
juego de trípodes.
4 Ubicación de las estaciones meteorológi-
cas: Massachusetts Institute of Technology 
Green Building, ubicación: a 2,6 km del Gund 
Hall. Hardware de la estación meteorológica: 
Davis Vantage Pro 2; software: VWS V12.08. 
University of Massachusetts en Boston, ubi-
cación: a 9,4 km dle Gund Hall. Hardware de 
la estación meteorológica: Davis Vantage 
ProPlus; software: no disponible.
5 Departamento de Energía de Estados 
Unidos, EnergyPlus Climate File Database, 
acceso en febrero de 2009, apps1.eere.
energy.gov/buildings/energyplus/cfm/
weather_data.
6 La estación meteorológica del Gund Hall 
costó menos de 2.500 dólares y produjo 
resultados adecuados y pudo proveer de 
información satisfactoria a diversos pro-
yectos de construcción.
Cargas de calentamiento 
mensuales: medidas 
versus simuladas
Simulation with EPW2, Gund Weather (Nov 2008) & Boston TMY Weather 
Simulation with EPW1, MIT & UMass Weather 2007/2008 
Gund Measured 2007/2008
600 MWh
400 MWh
200 MWh
0 MWh
Aug Sep Oct Nov Dec Jan Feb Mar Apr May Jun Jul
sión de la simulación. Este ejemplo es solo un edificio, pero nos 
sugiere que registrar inputs de carga internos y fiables es un 
ejercicio muy valioso para la actualización de proyectos, y que, 
en el caso de proyectos nuevos, los supuestos presentados por 
las simulaciones deben revisarse con detalle con el propietario 
del edificio. Finalmente, este proyecto indica que confeccionar 
archivos meteorológicos a medida es innecesario allí donde los 
haya por defecto, lo que incluye la mayor parte de las ciudades 
norteamericanas; en otros lugares crear unos archivos propios 
es viable y relativamente económico.6
Ago Sep Oct Nov Dic En Feb Mar Abr May Jun Jul
Medidas en el Gund Hall, 2007-2008 
Simulación con EPW1, MIT y UMass Weather, 2007-2008
Simulación con EPW2, Gund Weather (nov. 2008) & Boston TMY Weather
35Investigar la importancia de la información de modelos energéticos 
www.onsetcomp.com.
www.designbuildersoftware.com,
www.wattsupmeters.com
 
MEDIR
Percepción de la densidad urbana
Vicky Cheng y Koen Steemers
En décadas recientes, a medida que las sociedades globales se 
han vuelto cada vez más urbanas, la densidad urbana ha pasado 
a ser un asunto muy controvertido. En el Reino Unido, por ejem-
plo, los presuntos beneficios de la compactación urbana –usos 
de tierras, transporte e infraestructuras más eficientes– han 
sido la base de cierto número de iniciativas de planificación, 
entre ellas, el Urban Task Force de 19991 y el subsiguiente plan 
para Londres de la Greater London Authority.2 Parecería que la 
densificación es inevitable. Sin embargo, cuando los planifica-
dores hablan de aumentar la edificabilidad,3 ¿cómo afecta a 
nuestro confort perceptual? En otras palabras, ¿es posible 
aumentar la densidad física al tiempo que se limita la percep-
ción de densidad?
A diferencia de cuestiones como el valor de los terrenos, el pre-
cio de la vivienda o la demanda de servicios, que pueden mode-
larse razonablemente con respecto a la densidad, el efecto de 
nuestro confort perceptivo no está bien entendido. Nuestra per-
cepción no solo depende de la densidad física, sino que también 
entran en juego otros factores del entorno. Si somos capaces de 
manipularlos, podrían abrirse oportunidades para integrar el 
Edificabilidad, ocupación y factor 
de visión del cielo
0,55
0,5
0,45
0,4
0,35
0,3
0,25
0,2
0,15
0,1
0,05
0
Vi
st
a 
ab
ie
rt
a
Densidad alta
(Aleatorio, Aleatorio) O: 9 %
(Aleatorio, Uniforme) O: 9 %
(Uniforme, Aleatorio) O: 9 %
(Uniforme, Uniforme) O: 9 %
(Uniforme, Aleatorio) O: 36 %
(Uniforme, Uniforme) O: 36 %
0,36
0,11
0,3
0,06
0,5
0,2
* O.: ocupación
Vi
st
a 
ob
st
ru
id
a
Densidad baja
Fa
ct
or
 d
e 
 
vi
si
ón
 d
el
 c
ie
lo
3,61,44 7,2
Edificabilidad
36
 
análisis urbano a desarrollos futuros y a la regeneración urbana, 
de modo que la incomodidad perceptiva pueda aliviarse.
Tomando Hong Kong como un laboratorio urbano, estudiamos 
las principales variables de la percepción de la densidad urbana, 
explorando parámetros alternativos a aquellos que normalmen-
te se emplean para expresar la densidad. En este contexto muy 
denso, examinamos la percepción de la gente y su satisfacción 
respecto de la densidad urbana con dos métodos: 1) respuestas a 
fotografías de escenarios urbanos reales; y 2) respuestas a ubi-
caciones urbanas reales. Ambos métodos se administraron 
mediante cuestionarios. Seleccionamos ocho lugares, todos ellos 
dentro de Hong Kong, como contexto de nuestro estudio. Cada 
uno de estos lugares expresa densidades y disposiciones distin-
tas, con un amplio abanico de características urbanas asociadas 
a la forma construida.4
Los resultados presentan una fuerte correlación negativa 
entre satisfacción y densidad percibida,5 lo que sugiere que la 
percepción de las altas densidades se considera un aspecto 
negativo de la vida urbana de Hong Kong. Por tanto, crear un 
entorno urbano satisfactorio implicaría reducir la percepción 
de la densidad. Seguidamente investigamos un número de pará-
metros urbanos y calibramos sus efectos en la percepción de la 
densidad.
La edificabilidad, una de las medidas de densidad más utiliza-
das en urbanismo, tiene una relación importante, aunque débil, 
con la densidad percibida y sugiere que la densidad física real 
tiene una influencia menor en la percepción de la densidad. 
Urbanizaciones con edificabilidad similar pueden mostrar for-
S1
Battery Street
S3
Wai Ching Street
S2
Parklane
S4
Southwall Road
S5
TST East
S7
Hillwood Road
S6
Granville Road
S8
Man Wah Estate
Factor de visión del cielo
0,
9
0,
8
0,
7
0,
6
0,
5
0,
4
0,
3
0,
2
0,
1
Hong Kong desde lo alto: uno de los 
tejidos urbanos más densos del 
mundo
Mapa del factor de visión del cielo 
para ocho casos de estudio en 
Hong Kong que presenta la 
distribución de dicho factor medio 
en diversos entornos urbanos
37
 
MEDIR
mas urbanas distintas y, por tanto, percibirse de maneras com-
pletamente diferentes. Dos de nuestros lugares de estudio, 
Southwall Road y TST East, tienen edificabilidades similares 
(aprox. 5), pero expresan formas urbanas muy diferentes. 
Southwall Road es un típico ejemplo de edificios de baja altura y 
alta ocupación, mientras que TST East muestra lo contrario, de 
modo que los encuestados percibieron Southwall Road como un 
lugar más agradable. Sin embargo, lo que hace que TST East se 
percibía como algo más deseable que Southwall Road es su aper-
tura espacial.
Utilizamos el factor de visión del cielo como medida de aper-
tura especial; un factor 1 de visión de cielo implica una visión 
completa del cielo (por ejemplo, a campo abierto) y un factor 0 
implica una visión nula. Según nuestro estudio, la percepción de 
la densidad disminuye al incrementarse la visión del cielo. TST 
East cuenta con un factor de visión de cielo mucho mayor que 
Southwall Road6 por baja ocupación, lo que produce como resul-
tado un amplio campo de visión del cielo.
Debe hacerse hincapié en la importancia tanto de la cantidad 
como de la calidad de ese espacio abierto. Aunque la relación 
S1
Battery Street
S3
Wai Ching Street
S2
Parklane
S4
Southwall Road
FV
C
Lu
ga
r
E
A
V
Ocho lugares estudiados. La EAV 
es un espacio abierto visible, la 
relación del espacio visible total 
respecto a la superficie en un radio 
de referencia de 100 m. FVC es 
el factor de visión del cielo, la 
proporción de cielo visible en un 
punto respecto a la bóveda celeste.
38
 
entre la calidad del espacio abierto y la percepción de densidad 
no se investigó en detalle, nuestros resultados sobre un número 
de propiedades no morfológicas en la percepciónde la densidad 
pueden arrojar luz sobre la materia.
Según nuestro estudio, el tráfico rodado, la intensidad del trá-
fico peatonal y la señalética fueron rasgos que aumentaban la 
densidad percibida. El efecto de la vegetación fue ambiguo y, 
aunque en general parecería reducir la sensación de densidad, 
hubo quien mostró preocupación por que la vegetación ocupara 
los escasos espacios peatonales, haciendo que las calles parecie-
ran más densas. De modo similar, el efecto del arte urbano públi-
co –como las esculturas– no se aprecia claramente en nuestros 
resultados, aunque parece que no se valora demasiado y se regis-
traron muchos comentarios sobre las calles de Hong Kong, 
demasiado congestionadas y angostas.
El factor de visión del cielo es un parámetro muy utilizado 
para definir la apertura del cielo en estudios urbanos microcli-
máticos, y es fácil de computar.7 Se ha relacionado con cuestio-
nes medioambientales como el rendimiento de la luz natural y el 
fenómeno de la isla de calor urbana.
S5
TST East
S7
Hillwood Road
S6
Granville Road
S8
Man Wah Estate
39Percepción de la densidad urbana
 
MEDIR
Como cabría esperar, los estudios teóricos de disposiciones 
urbanas muestran que el factor medio de visión del cielo se redu-
ce a medida que aumenta la densidad física. Aun así, esos mis-
mos estudios también ponen de manifiesto que para una densi-
dad determinada (edificabilidad) el factor de visión del cielo 
varía mucho más en función de la ocupación. Esto demuestra 
que pueden crearse disposiciones urbanas físicamente densas –
con una edificabilidad de 7,2, por ejemplo– donde el factor de 
visión del cielo pueda variar desde un pobre 0,06 a un 0,3 más 
aceptable. Como resultado, en teoría la densidad urbana con una 
edificabilidad de 7,2 puede tener una densidad percibida menor 
que una zona con una edificabilidad de 1,44.
Este estudio introduce una nueva dimensión, el confort per-
ceptivo humano, a la aplicación del factor de visión del cielo y 
deja ver el potencial de la integración global y sinérgica de la 
percepción humana y el conocimiento microclimático urbano, 
sobre todo en un contexto muy denso. El factor de visión del cielo 
puede ser un indicador para evaluar los rendimientos del urba-
nismo, tanto en términos de percepción como de microclima 
urbano, y puede arrojar luz para la creación de una nueva políti-
ca de planificación urbana.
1 Rogers, Richard, Towards an Urban 
Renaissance: Final Report of the Urban 
Task Force, Department of the Environ-
ment, Transport, and the Regions, Londres, 
1999. 
2 The London Plan: Spatial Development 
Strategy for Greater London, Greater Lon-
don Authority, Londres, 2004.
3 La edificabilidad es la proporción entre la 
superficie construida y la del solar. Con 
fines comparativos, en este estudio la 
superficie del área se define como la super-
ficie del terreno en un radio de 100 m desde 
un punto de referencia preestablecido.
4 La edificabilidad osciló entre 2,9 y 7,8; la 
ocupación entre el 29 y 49 % aproximada-
mente.
5 La densidad percibida se tasó sobre 
una escala de siete puntos, donde el 1 y el 
7 representaban las densidades más bajas 
y altas respectivamente.
6 Los factores de visión media del cielo 
para TST East y Southwall Road son de 0,4 
y 0,23 respectivamente.
7 Cheng, V.; Steemers, K.; Montavon, M. y 
Compagnon, R., “Urban Form, Density, and 
Solar Potential”, PLEA 2006: Twenty-Third 
International Conference on Passive and 
Low Energy Architecture, Ginebra, Suiza, 
6-8 de septiembre de 2006, págs. 701-706; 
Ratti, C.; Baker, N. y Steemers, K., “Energy 
Consumption and Urban Texture”, Energy 
and Buildings, vol. 37, núm. 7, 2005, págs. 
762-776.
40
 
Vistas de la calle desde cada lugar 
de Hong Kong estudiado
41Percepción de la densidad urbana
 
MEDIR
La región del estuario de Londres
Terry Farrell
Últimamente he invertido mucho tiempo en pensar y trabajar 
sobre la interrelación entre la ciudad de Londres y su periferia 
suburbana y rural. Siete millones de personas viven dentro de 
los límites metropolitanos de esta gran ciudad pero, aun así, sor-
prendentemente en esta “esfera urbana” existen quinientas gran-
jas en funcionamiento, así como grandes parques y numerosos 
ríos y lagos. Esta interrelación es en parte física –e incluye el 
suministro de agua, el drenaje y la producción de alimentos–, 
pero también en parte sociocultural (una agencia gubernamental 
establece el acceso a los espacios abiertos como un tema de cali-
dad de vida, y cualquiera, incluso las clases pobres, que esté a 
más de 300 metros de un espacio abierto entra a formar parte de 
la categoría de los “privados de espacio abierto”).
El estuario del Támesis, una subregión natural de la metrópo-
lis, poco a poco se ha ido convirtiendo en la sala de máquinas de 
Londres, pues gestiona sus residuos, su producción de electrici-
42
 
dad y sus puertos, y constituye el frente de defensa contra la 
subida del nivel del mar. La experiencia nos dice que la necesi-
dad agudiza el ingenio; el potencial del estuario londinense para 
convertirse en una fuente de innovación para las industrias eco-
lógicas ha sido reconocido por múltiples agencias y e importan-
tes medioambientalistas como Nick Stern, de la London School 
of Economics. Stern ha ayudado a cuantificar los efectos econó-
micos de preparar a una mano de obra empobrecida y marginada 
para regenerar el parque agrario y la ecología de un paisaje post-
industrial. La gestión de residuos y el reciclaje, las nuevas for-
mas de producción eléctrica, la gestión del suministro de agua, 
etc., son una base sólida para la regeneración económica en el 
siglo xxi, y también la base para una zona que el Gobierno britá-
nico ha declarado como la primera ecorregión del país. El objeti-
vo no es buscar un resultado a corto plazo, sino utilizar lo que el 
Gobierno designó como “el mayor proyecto de regeneración en 
Europa” como ejemplo y como un banco de pruebas para la futu-
ra planificación urbana y regional del país. La clave de la rele-
vancia de esta ecorregión no tiene que ver ya con edificios nove-
dosos y utópicos, sino con reaprovechar y mejorar lo que ya 
existe (1,5 millones de personas viven en la región del estuario de 
Londres).
No obstante, el otro objetivo importante es conectar a los ciu-
dadanos con la naturaleza y ofrecer, mediante la educación y la 
Estrategia para la Isle of 
Dogs, al este de Londres
43
 
MEDIR
práctica, unos cimientos más firmes para la cultura rural. Hubo 
un tiempo en que el estuario de Londres desempeñó un impor-
tante papel en el acceso al paisaje de los obreros de la industria. 
Los barcos de vapor y los ferries llevaban a las masas a sus tra-
bajos de verano en los campos de lúpulo de Kent y los fresales de 
Essex, y la clase trabajadora pasaba sus vacaciones en los embar-
caderos y en los paseos de las riberas del Támesis. Todo esto 
resulta difícil de creer ahora que el estuario está repleto de alma-
cenes de petróleo, naves y muelles industriales, fábricas de auto-
móviles, centrales de electricidad a base de petróleo, gas y carbón 
del siglo pasado, y la mayor parte de las plantas de tratamiento del 
Londres metropolitano que contamina el Támesis.
Cuando trabajé hace años en el proyecto de parques para la 
isla de Chongming, en Shanghái, me quedé impresionado por 
cómo las nuevas culturas urbanas emergentes ya estaban pen-
sando en el equilibrio entre lo urbano y lo rural. En Europa, par-
Plan de parques de Thames 
Gateway
44
 
ques como el Emscher, en Alemania, han sido ejemplares para la 
planificación de paisajes postindustriales. Londres, la gran capi-
tal y metrópolis británica, fácilmente cuenta con el peor acceso a 
la naturaleza y las zonas verdes de todo el país. Las ciudades 
otrora industriales del centro y norte de Inglaterra están rodea-
das de grandes

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