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DaneRudhyar-Las-CasasAstrologicas-pdf

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r 
LA EXPERIENCIA 
INDIVIDUAL EN UN 
MARCO DE REFERENCIA 
SEGUNDA EDICION 
DANE RUDHVAR 
LAS 
CASAS 
ASTROLOGICAS 
Traducido del inglés por 
HÉCTOR V. MOREL 
EDITORIAL 
KIER S.A. 
AVDA. SANTA FE 1260 (1059) BUENOS AIRES 
Tltulo original en inglés: 
The Astrological Houses. The Spectrum of Individual Experience 
la. edición en Inglés: 
e 1972 by Dane Rudhyar; Ooubleday, Garden City, N.Y. 
2a. edición en inglés: 
e 1986 CRCS Publications; P.O. Box 20850, 
Reno, Nevada 89515, E.U.A. 
Ediciones en castellano: 
Editorial Kier S.A.; Buenos Aires 
años: 1990 • 1993 
Diseño de tapa: 
Graciela Goldsmidt 
Composición Tipogl'aflca: 
Centro Grflfico Láser 
LIBRO DE EOICION ARGENTINA 
l.S.B.N.: 950-17-0525-0 
Queda hecho el depósito que marca la ley 11. 723 
e 1993 by Editorial Kier S.A.; Buenos Aires 
Impreso en Argentina 
Printed In Argentina 
PRIMERA PARTE 
¿CUAL ES LA RAZON DE SER DE LAS CASAS? 
LAS CASAS COMO EL MARCO ASTROLOGICO BASICO 
DE REFERENCIA 
LAS CASAS COMO CAMPOS DE EXPERIENCIA 
¿ CUAL ES LA RAZON DE SER DE LAS CASAS ? 
Es probable que sean mayoría los astrólogos que, en general. 
coincidan en decir que la astrología es el estudio de las eventua-
les correlaciones entre las posiciones de los cuerpos celestes que 
están alrededor de la Tierra y los hechos fisicos o los cambios psi-
cológicos y sociales ocurridos en la consciencia del hombre. Los 
movimientos de los cuerpos celestes son. con poquísimas excep-
cione~. cíclicos y predecibles. Hasta donde podernos ver, nuestro 
universo es ordenado, aunque su orden no sea demasiado paten-
te si se lo ve de cerca. puesto que desde nuestra posición en la Tie-
rra. en medio de los acontecimientos. participando de ellos y re-
accionando emocionalmente ante ellos. somos incapaces de per-
cibir el gran cuadro de la existencia cósmica. Sin embargo. cuan-
do considerarnos los hechos celestes que ocurren a una distan-
cia enorme de nosotros, podernos experimentar fácilmente los 
majestuosos ritmos delineados en el trasfondo del cielo: la sali-
da y la puesta del Sol. de la Luna y de las estrellas. la Luna Nue-
va y la Luna Llena. las conjunciones de los planetas. y otros fe-
nómenos periódicos. Por tanto, la astrología, al referir las expe-
riencias aparentemente impredecibles y aleatorias del hombre, 
en su ambiente terrestre. a los cambios rítmicos y predecibles en 
la posición y la interrelación de los cuerpos celestes. dio a la hu-
manidad un valiosísimo sentido de orden. el cual produjo a su vez 
y por lo menos. una sensación de seguridad trascendental. 
Hay muchos modos en los que el hombre puede reaccionar y 
formular sus interpretaciones al comprender que pueden esta-
blecerse correlaciones claras y. al menos. relativamente confia-
bles. entre lo que ocurre en el universo alrededor de la Tierra y 
los cambios externos o internos en las vidas humanas. Es abso-
lutamente evidente que tales reacciones e interpretaciones de-
penden. de modo fundamental, de la etapa evolutiva del hombre 
en función de cuan capaces sean sus sentidos de percibir lo que 
9 
sucede en en cielo. y de cómo se desarrollen su consciencia. sus 
facultades psíquicas y sus instrumentos intelectuales y físicos 
para medir e interpretar lo que él experimenta. Todo se halla ex-
presado en el ambiente social. religioso y cultural que proporcio-
na al astrólogo cierto género de lenguaje. determinadas creencias 
y un modo socio-cultural de vida. 
Es absolutamente absurdo disociar a la astrología del estado 
de la cultura y de la sociedad en las que el astrólogo vive y reali-
za sus cálculos e interpretaciones. Cualquier sistema conceptual 
ha de ser entendido en función de las condiciones de vida (socia-
les y personales. al igual que geográficas) de los hombres que ac-
túan. sienten y piensan. La "verdad". o más bien la validez. de 
una acción o de un pensamiento sólo podrá ser evaluada refirién-
dola al cuadro socio-cultural más vasto. y. en mayor profundidad 
aún. a una fase particular de la evolución de la humanidad. o. al 
menos. de una porción de la humanidad. 
Mucha es la confusión que se suscita porque esto no se hace 
a menudo. o se lo hace con un sesgo que es producto de la pro-
yección de nuestro estado actual de consciencia sobre las men-
tes y los sentimientos de hombres de tiempos arcaicos y otras ra-
zas. La astrología es un campo particularmente fértil para la con-
fusión y la proliferación de opiniones expresadas dogmáticamen-
te. ya sea que éstas tomen, o no. la forma de análisis supuesta-
mente científicos y de recopilaciones eruditas de textos. o de co-
razonadas de orden psíquico. o "comunicaciones". Se han desa-
rrollado muchas teorías complejas y muchas interpretaciones 
confusas porque a la astrología se la juzgó una cosa en sí misma. 
una "ciencia" misteriosa que usa una enigmática terminología 
que no cambió desde la época de los antiguos caldeos. y que es 
supuestamente válida todavía. Empero. es por demás evidente 
que esta terminología no logró tener en cuenta. en su plenitud. 
los cambios radicales ocurridos a lo largo de estos muchos siglos 
en la con.sciencia humana. en la percepción del hombre acerca 
de la Tierra y de su propia ubicación en el universo. 
Como resultado. la actual ola de interés por la astrología se to-
pa con toda clase de obstáculos y fluye confusamente por diver-
sos cauces. Gran parte del tiempo. esto significa que se pierde de 
vista la función fundamental de la astrología. que consiste en 
aportar un sentido de orden y desenvolvimiento armonioso y rít-
mico a los seres humanos -no a los seres humanos como éstos 
eran en el Egipto o la China de la antigüedad. sino como son hoy 
con todos sus problemas emocionales. mentales y sociales. 
10 
La astrología de la época arcaica, que se centraba en el lugar 
Hasta el fin de la época "arcaica", en el siglo VI a.c .. cuando 
Gautama el Buddha vivía y enseñaba en la India, y Pitágoras ha-
cía lo propio en el mundo helénico. la consciencia de los hombres 
(quizá con raras excepciones) se hallaba centrada fundamental-
mente en el lugar. Grupos relativamente pequeños de seres hu-
manos vivían. sentían y pensaban en función de lo que podemos 
definir mejor como valores "tribales". Los grupos tribales, ele-
mentos básicos de la sociedad humana de aquella época, esta-
ban tan ligados al terruño particular del que extraían su subsis-
tencia como un embrión está ligado al vientre de su madre. La tri-
bu constituía un organismo: cada miembro de aquélla estaba to-
talmente integrado en este organismo multicelular. Cada miem-
bro de la tribu era dominado psíquicamente por el modo de vida, 
la cultura. las creencias y los símbolos del grupo. cuyos tabúes 
ese miembro no podía desobedecer. En esta etapa de la evolución 
humana no había "individuos" reales; todos los valores sobre los 
que la cultura y las creencias del grupo se fundaban eran expre-
siones de condiciones geográficas y climáticas particulares, y de 
un tipo racial particular. La comunidad tribal buscaba en el pa-
sado el símbolo. si no el hecho, de su unidad; o sea. buscaba un 
antepasado común. o algún rey divino que le había traído un gé-
nero revelado de conocimiento y una cohesión psíquica especial. 
La astrología que se desarrolló en esta etapa se centraba tam-
bién en el lugar. en vez de ser verdaderamente geocéntrica. o sea. 
en la Tierra. Cada aldea tribal tenía un lugar central al que se lo 
consideraba el centro del mundo. o la entrada de una senda se-
creta que conducía a ese centro. Lo que hoy llamamos el horizon-
te definía las fronteras de la vida. Sobre él. el cielo era el habitat 
de las grandes jerarquías creativas. constituidas por los dioses. 
La región ocura. que estaba debajo del horizonte. era el averno 
misterioso en el que el Sol se recogía cada noche para recobrar 
la fuerza necesaria para traer luz. nuevamente. al mundo hori-
zontal del hombre. Desde luego. es posible que unos pocos sacer-
dotes-iniciados supieran que la Tierra era un globo que giraba al-
rededor del Sol:pero si existió semejante tradición secreta comu-
nicada oralmente mediante ritos de iniciación, no tuvo una rela-
ción patente con la astrología. 
Para el hombre primitivo y tribal. la astrología era parte inte-
gral del simbolismo religioso. al igual que un medio para prever 
los hechos naturales periódicos que afectaban la Vida de la comu-
11 
nidad y, especialmente. sus actividades agrícolas o el aparea-
miento del ganado. En semejante condición de vida y con la cons-
ciencia humana enfocada en el suelo y en el bienestar total de la 
comunidad orgánica, la astrología era muy sencilla. Se basaba. 
esencialmente, en la salida. la culminación y la puesta de todos 
los cuerpos celestes (tanto de las "estrellas" como de las dos "Lu-
minarias": el Sol y la Luna). Diferenciábanse fácilmente dos ca-
tegorías de "estrellas". Eran mayoría las que mantenían inmuta-
ble la relación de unas con otras durante sus salidas y puestas: 
o sea que, cuando giraban por el cielo, sus puntos luminosos cre-
aban Wl patrón que permanecía "fijo". En cambio, otros cuerpos 
celestes se desplazaban independientes unos de los otros y. en 
ocasiones. parecían retroceder; se los llamaba "vagabundos". 
que es el significado original del vocablo planeta. Algunos de ellos 
aparecían, ante el observador instruido, como pequeños discos. 
más que como puntos luminosos, y se consideró que integraban 
una categoría de objetos celestes muy diferentes de las estrellas. 
Fueron anotadas sus conjunciones periódicas. elaborándose 
croquis acerca de sus movimientos, para poder medirlos y pre-
ver las conjunciones. 
Pero, ¿sobre qué se dibujabaºn esos croquis? Evidentemente 
su trasfondo o marco de referencia era el patrón permanente de 
las estrellas lejanas. Sin embargo. debemos comprender que una 
mente arcaica no consideraba que las estrellas estuvieran fijas: 
le era dable obervar cómo se producían sus salidas y sus pues-
tas. Lo único realmente fijo era el horizonte. No obstante, el pa-
trón geométrico integral que las estrellas creaban en el oscuro 
trasfondo de los despejados cielos subtropicales y del desierto se-
guía siendo el mismo a través de los siglos. En consecuencia, po-
día servir como marco de referencia, pues se lo subdividía para 
facilitar las mediciones. 
A fin de comprender cómo surgió el concepto de constelacio-
nes zodiacales y la forma simbólica que asumió, sólo necesita-
mos advertir que todas las sociedades tribales, hasta donde sa-
bemos. usaban totems. A estos totems se los asociaba con clanes 
dentro de la tribu; y estos clanes. en un sentido, representaban 
órganos funcionales dentro del organismo total de la tribu. Muy 
frecuentemente. los totems eran animales con los que los hom-
bres de un clan sentían que tenían alguna relación especial. Sin 
embargo, los totems podían ser también objetos naturales, como 
por ejemplo, plantas. 
Cuando los hombres de épocas pasadas procuraban dar una 
12 
forma y una permanencia más definidas a su sociedad buscaban 
modelarla sobre la base de principios de orden orgánico funcio-
nal. Al cosmos se lo consideraba una totalidad orgánica anima-
da por una fuerza-de-Vida universal y bipolar, simbolizada en la 
astrología por las dos Luminarias. y en la filosofia china por los 
principios Yang y Yin, activos dentro de todas las formas de la 
existencia. En realidad, al Cielo y a la Tierra se los veía idealmen-
te como dos polos: el primero, creativo y divino, y el segundo, re-
ceptivo y fértil, pero ambos llenos de energías discordantes y sal-
vajes, a las que había que integrar y domesticar (de domus, que 
significa "casa"). El hombre sabio (el "Celestial", en la China) se 
alzaba como si estuviera en medio de estos polos. participando 
del Cielo y de la Tierra. Su tarea era la de grabar un Orden cre-
ativo en la naturaleza terrestre y organizar a la sociedad según 
ritmos y principios cósmicos. En algunos casos, también se pro-
ducía el proceso inverso, y a los totems se los proyectaba sobre 
el Cielo a fin de subrayar las estrechas conexiones que, según los 
clanes, existían con sus equivalentes celestes. Así fue como a las 
constelaciones se las denominó en función de diversos totems tri-
bales. Más tarde, se estableció el símbolo del Gran Hombre del 
Cielo, cuyos distintos órganos guardaban correspondencia, ca-
da uno, con una constelación. 
Ese modo de pensar prevalecía en Grecia: allí, a los héroes 
muertos se los transfería al cielo, y a las constelaciones les po-
nían nombres coincidentes con aquéllos. Tiempo después, en la 
Europa medieval, en los círculos alquimistas y ocultistas. al Cielo 
se lo mencionaba como natura naturans, y a la Naturaleza-Tierra 
como natura naturata (los polos creativo y receptivo de la vida). 
En regiones como Egipto y la Mesopotamia, el factor estacio-
nal no es tan evidente como en las regiones europeas de más al 
Norte; pero las inundaciones del Nilo marcaban el momento más 
crucial del ciclo anual. Aquí, los astrólogos eran primordialmen-
te astrónomos, y puede darse seguramente por sentado que su 
zodíaco se refería a las constelaciones. Permítaseme recalcar otra 
vez que, a esta altura, la astrología se centraba mucho más so-
bre el lugar que sobre la Tierra. A ningún astrólogo egipcio le ha-
bría preocupado lo que pudiera observarse en el cielo de las re-
giones polares. o del hemisferio Sur. Estos problemas inquietan-
tes empezaron a parecer tan sólo cuando se supo que la Tierra era 
un globo que daba vueltas alrededor del Sol, junto con los otros 
planetas: cuando los occidentales empezaron a viajar y mirar cie-
los muy diferentes de los de Europa. 
13 
Al ocurrir esto, si bien la vieja astrología no caducó por com-
pleto. se cargó al menos con conceptos obsoletos y con una ter-
minología arcaica. ya carente. en muchos casos. de un sentido 
real. Ciertemente. siguieron siendo válidas muchísimas correla-
ciones. largo tiempo observadas y registradas. existentes entre 
hechos sucedidos en el cielo y acontecimientos producidos en la 
biósfera de la Tierra. Pero, esta validez pertenece ahora a un or-
den nuevo de la realidad humana. La consciencia de los hombres 
que piensan en función del sistema heliocéntrico y viajan por to-
do el globo ha perdido. por lo menos, gran parte de su apego que 
la ligaba a un lugar geográfico particular. y la sociedad ya no fun-
ciona en un nivel local o tribal. Los hombres se han liberado de 
la tribu, se han "individualizado" y desarraigado, y aunque algu-
nos sigan aún realmente ligados al lugar, empero, teóricamente 
y en función de las nuevas religiones universalistas (budismo. 
cristianismo e islamismo). ellos se sienten y consideran "indivi-
duos". 
Si los astrólogos no logran tener en cuenta tales hechos his-
tóricos. espirituales, intelectuales y socio-culturales, y permane-
cen ciegos ante las realidades fundamentales. la confusión que 
surja del uso de términos y conceptos obsoletos se perpetuará, 
y a los problemas fundamentales se los seguirá entendiendo mal. 
Los párrafos anteriores forman un antecedente indispensable 
para que el estudiante se familiarice con el concepto de las casas 
astrológicas. ¿Para qué son las casas? ¿CófI10 surgió este concep-
to? ¿Qué resultó de éste en la astrología moderna? ¿Cuántas ca-
sas debería haber? ¿Cuáles son los problemas conplejos con los 
que hay que enfrentarse para establecer las fronteras. o las "cús-
pides" de estas casas? 
Responder con minuciosidad a estas preguntas desborda los 
alcances de este libro. Pero, deberíamos expresar. tan clara y 
sencillamente como nos sea posible. unas pocas cuestiones fun-
damentales antes de que nos pongamos a estudiar los cuatro An-
gulos de los mapas astrológicos. y los diferentes niveles de signi-
ficado que deberían atribuirse a las doce casas como se las usa 
en la actualidad. 
Los zodíacos y las casas 
Desde el punto de vista de la astrología arcaica. el concepto de 
casas era sencillísimo y planteaba pocos problemas. Como vimos 
en unos párrafos anteriores. el astrólogo necesitabaun marco de 
14 
referencia. o un trasfondo. en el que pudiera marcar con exacti-
tud las posiciones del Sol. de la Luna y de los planetas. y sus dis-
tancias angulares de unos con otros. cuando se los veía desde la 
región particular en la que el grupo tribal vivía. Pero. es proba-
ble que. tarde o temprano. el astrólogo advirtiera que había dos 
marcos de referencia posibles. Uno de ellos era el constituido por 
los patrones inmutables creados por los grupos de estrellas 
(constelaciones) que se hallan cerca de la eclíptica; o sea. cerca 
de la faja estrecha. o del cinturón angosto del cielo. que el Sol. la 
Luna y los planetas recorren. Evidentemente. tal marco de refe-
rencia es espacial: está constituido por cuerpos celestes que se 
mueven sobre las figuras que se extiend~n en el espacio y que son 
propias de las constelaciones zodiacales. 
El otro marco de referencia era. más específicamente. dura-
cional, pues definía el tiempo que los cuerpos celestes insumían 
para salir por el Este. alcanzar su punto culminante en lo alto. 
y ponerse por el Oeste. Lo que tal tipo de medición implica, en tér-
minos modernos. es la rotación diaria de la esfera celeste por en-
cima y por debajo del horizonte. Tal rotación proporcionó al as-
trólogo de la antigüedad el concepto de "horas", y también el de 
"vigilias". pues. especialmente durante la noche. los hombres te-
nían que velar por posibles intrusiones peligrosas. tanto de ani-
males de rapiña como de enemigos humanos. Quienes así vela-
ban trabajaban por turnos de dos o tres horas. 
El factor fundamental, en las horas del día. era el desplaza-
miento del Sol alrededor del cielo visible. pues los cambios de ele-
vación del Sol daban por resultado cambios de temperatura que, 
a su vez afectaban a todas las actividades humanas. o a la may-
oría de éstas, en las sociedades agrícolas. Los cambios de la ele-
vación solar podían reducirse fácilmente al cruce del Sol por va-
rias secciones de su curso diario alrededor del cielo visible: de 
manera que el factor tiempo podía analizarse también como un 
factor espacio: en realidad. en esto se basa el reloj de sol. que mi-
de el tiempo en función de espacio. Pero, esta clase de espacio po-
día interpretarse como un espacio estrictamente "terrestre". 
mientras que el espacio definido por las constelaciones era espa-
cio "celeste"; sin duda. la diferenciación era muy significativa en 
una época en la que la polaridad Cielo-Tierra era la base de un 
número vasto de conceptos con interminables aplicaciones posi-
bles. Esta diferencia es todavía importante para muchos astró-
logos. como en seguida veremos. 
Cuando el astrólogo moderno habla de estos dos marcos de re-
ferencia para la medición del movimiento del Sol. de la Luna y de 
15 
los planetas. menciona de inmediato que el primer marco de re-
ferencia concierne al movimiento anual aparente del Sol alrede-
dor del zodíaco (que hoy entendemos. en realidad, como la revo-
lución de la Tierra alrededor de su órbita. la eclíptica). y el segun-
do. a la rotación diaria de nuestro globo alrededor de su eje po-
lar: pero, es por demás evidente que no era este el modo con que 
los antiguos consideraban este asunto. Y lo importante no está 
constituido por los denominados "hechos" (como hoy los vemos) 
sino por el significado que el hombre da a sus experiencias inme-
diatas y directas. La astronomía se ocupa de las respuestas sig-
nificativas. racionales o irracionales que el hombre da a estos he-
chos en función de su concepto acerca de la naturaleza y del ca-
rácter del universo. 
Pero. volvamos a los dos marcos de referencia usados para me-
dir posiciones, relaciones angulares y ciclos del Sol. de la Luna 
y de los planetas: el primero es lo que hoy llamamos el zodíaco; 
el segundo, el círculo de las casas. Sin embargo, estos términos 
y el modo con que se los define y usa son muy ambiguos. Pode-
mos concebir cualquier cantidad de "zodíacos", y esto depende-
rá de lo que queramos medir: de modo parecido, nuestras casas 
astrológicas modernas y las "vigilias" de la astrología arcaica son 
muy diferentes: diferentes en número, en tamaño y en significa-
do. Trataremos de proyectar alguna luz sobre estas ambigüeda-
des. y de aclarar la posición que la astrología asumió en el mun-
do occidental. 
En primer lugar, debemos comprender que es muy probable 
que los primeros zodíacos fueran lunares, divididos en 27 ó 28 
secciones, llamadas habitualmente "asterismos" o mansiones 
lunares. Es evidente que, normalmente, no podemos ver los gru-
pos de estrellas sobre los que el Sol pasa en cualquier tiempo del 
año; esta posición del Sol la tenemos que deducir de las estrellas 
que salen o se ponen inmediatamente después de la caída del Sol. 
Mucho más sencillo es determinar, de noche, la posición de la Lu-
na en relación con las estrellas. De manera que un cuadro este-
lar de referencia para el ciclo mensual de la Luna era realmen-
te lo más lógico, especialmente para los nómades que, dedicados 
a la cría de ganado, debían vigilarlo durante la noche. 1 
Luego, uno debe considerar el hecho de que el ciclo anual del 
Sol. a través de las constelaciones podría también medirse de 
1 Los zodiacos lunares se dividían, aparentemente, en 27 ó 28 secciones, y esto es evi-
dente porque la Luna necesita 27 días más para dar la vuelta a la esfera celeste de las 
16 
otra manera. Hoy hablamos del movimiento anual del Sol en lon-
gitud a lo largo del curso zodiacal; pero igualmente bien puede 
medirse en función de los cambios en declinación. Lo que esto sig-
nifica es. sencillamente. que las puestas de Sol nunca ocurren 
exactamente en el mismo lugar del horizonte Oeste. El Sol se po-
ne exactamente en el Oeste sólo en la época de los equinoccios de 
primavera y verano. En el solsticio de verano. se pone a unos 23 
1/2 grados al Noroeste: en el solsticio de invierno. alrededor del 
mismo número de grados al Sudoeste. Además. también hay 
cambios en la elevación del Sol en el Cielo a lo largo de todo el año, 
lo cual determina el ángulo siempre variable en el que los rayos 
caen sobre la superficie de la Tierra, y. como resultado. los cam-
bios estacionales de temperatura y clima. 
Hubo grandes culturas que erigieron piedras enormes al ho-
rizonte Oeste a fin de medir la posición del Sol en su ciclo anual 
de cambios en declinación, lo cual. a su vez se relacionaba con 
cambios estacionales. Si estas culturas usaban también unzo-
díaco de las constelaciones tal vez no sea demasiado fácil deter-
minarlo. aunque ambos tipos de mediciones puedan haberse co-
nocido: el tipo zodiacal que se refería principalmente a la Luna. 
y el tipo de declinación. o estacional. que se refería al Sol. 
El concepto de zodíaco se tornó ambiguo y se prestó a mucha 
confusión cuando los astrólogos fueron plenamente conscientes 
del movimiento llamado "precesión de los equinoccios", que in-
troduce una discrepancia constantemente creciente entre las 
mediciones estacional y estelar. Esta confusión se acentuó más 
cuando en la tradición occidental reapareció el zodíaco sideral (el 
de las constelaciones). habida cuenta que. durante muchos si-
glos. se había usado exclusivamente el zodíaco tropical. consis-
tente en signos referidos al patrón.fijo de los equinoccios y los 
solsticios. 
No consideraré aquí minuciosamente los valores de estos dos 
zodíacos solares que. por desgracia. usan los mismos términos 
"estrellas fijas". El día es la medida básica del tiempo porque se refiere a la alternación 
de la luz y la oscuridad, de la consciencia vigil y del sueño -hecho fundamentalísimo en 
la experiencia humana. Los zodíacos lunares se refieren a un tipo de consciencia huma-
na en la que todo lo que la Luna simboliza es básico -una consciencia que halló su ex-
presión en el matriarcado y que depende de factores biológico-psíquicos y de respuestas 
propias de los sentidos. El zodiaco solar alcanzó presumiblemente un lugar destacado 
cuando los tipos patriarcales de organización se impusieron sobrelos sistemas matriar-
cales. En la antigua India, hubo largas guerras entre dinastías solares y lunares. El de-
sarrollo del teísmo en la época de Bhagavad-Gíta en la India, luego con Akenaton en Egip-
to, y finalmente con Moisés, estuvo indudablemente vinculado con el ascenso de un ti-
po "solar· de consciencia, y más tarde con el desarrollo del individualismo. 
17 
(Aries, Tauro. Géminis, etc.) para referirse a dos conjuntos dife-
rentes de factores. Sólo diré que, mientras el zodíaco sideral di-
vide la faja de doce constelaciones cuyas fronteras son muy in-
ciertas y han sido alteradas varias veces (la última vez, hace unos 
cuarenta años). el zodíaco tropical se refiere a un factor conoci-
do con claridad y medido con exactitud: la órbita de la Tierra. 
También depende de factores igualmente claros, como lo son el 
equinoccio y los solsticios. que definen implicancias estaciona-
les que son muy significativas en las vidas de los seres humanos 
que viven en las regiones templadas del hemisferio Norte {se tra-
ta de nuestra civilización occidental que hoy domina a todo el 
mundo).2 
Aparentemente, hay pocas dudas de que la civilización arcai-
ca, de la que tenemos constancias, usaba zodíacos {lunares y/ o 
solares) que eran "siderales", o sea. que se basaban en constela-
ciones; pero estas civilizaciones no concibieron ni imaginaron al 
universo como nosotros lo hemos hecho desde el periodo heléni-
co y, especialmente, desde los inicios del Renacimiento europeo. 
Además. estas civilizaciones primitivas se hallaban en regiones 
del globo algo diferentes y bajo condiciones climáticas diferentes. 
Y no puedo dejar de subrayar vigorosamente la importancia fun-
damental de estos hechos cuando tratamos de debatir y evaluar 
datos y técnicas de carácter astrológico. 
Las ocho "vigilias" 
Consideremos ahora el segundo cuadro de referencia que pue-
de usarse, y se usó, para medir las posiciones del Sol, de la Lu-
na y de los planetas; a saber, el círculo de las casas astrológicas. 
En realidad, como lo señaló no hace mucho el extinto Cyril Fa-
gan. es muy probable que, en astrología arcaica. lo que ahora lla-
mamos "casas" fueran lapsos, o períodos ("vigilias") que se basa-
ban en la salida. la culminación y la puesta del Sol. Se trataba de 
divisiones del día solar en cuatro períodos básicos. y al cuarto 
momento significativo del ciclo se lo postulaba como una contra-
parte de la culminación del Sol al mediodía. o sea, la medianoche. 
Uno debería comprender tanto el significado filosófico-psico-
lógico como cosmológico de este cuádruple patrón que domina el 
2 Ver mi libro Birth Pattemsfor a New Humanity (1969) en relación con un comen-
talio sobre los dos zodíacos, las épocas de precesión y el comienzo de la denominada Era 
de Acuario. 
18 
pensamiento astrológico. La cuádruple división de cualquier ci-
clo estriba en el conocimiento del dualismo inherente a toda la 
existencia y a la consciencia humana. Ya mencioné la polaridad 
de día y noche, luz y oscuridad. actividad consciente y sueño, 
Yang y Yin. En las filosofias de la India hallamos una referencia 
constante a los estados de "manifestación" e "inmanifestación". 
En el Bhagavad-Gita. Krishna. como la encarnación del Yo uni-
versal (Brahman). expresa que él es el principio, el medio y el fin 
de todos los ciclos. Pero, estos ciclos existenciales son sólo "semi-
ciclos", pues cada período de la manifestación cósmica (manvan-
tara) es equilibrado por un período de inmanifestación (pralaya): 
un día cósmico es equilibrado por una noche metacósmica. 
Los períodos de transición entre estos días y noches (tanto en 
el cosmos como en la experiencia humana) son los momentos 
más significativos de la existencia. En función humana, son sim-
bolizados por el horizonte, porque éste divide al movimiento dia-
rio del Sol en dos periodos fundamentales. separados por lasa-
lida del Sol y su ocaso. La alborada y el ocaso son breves en las 
regiones que están cerca del trópico. El día irrumpe velozmente, 
y la noche cae con rapidez (hecho este que es de gran importancia 
si deseamos (imprudentemente, según creo) efectuar la transfe-
rencia de ciertas ideas: por ejemplo, transferir el concepto de 
"cúspide", propio de una astrología subtropical. a la astrología 
que es válida para países templados y de alta latitud. 
El despertar a la vida consciente (el amanecer. el punto alfad el 
ciclo del día) y la conclusión de la actividad diaria al ponerse el 
sol (el punto omega) son y han sido siempre fundamentales enas-
trología. lo mismo que en el simbolismo religioso y cultural. El 
mediodía es el punto de culminación del esfuerzo, que conduce 
(especialmente en climas calurosos) a una fase de alimentación 
y descanso. Su polo opuesto, la medianoche. es el tiempo del mis-
terio más profundo. es un tiempo mágico. 
Otra división de este cuádruple patrón del tiempo era lógica. 
especialmente cuando se la vinculaba con la necesidad de defi-
nir la duración de las guardias nocturnas. Un período de tres ho-
ras es muy adecuado para tales guardias. y el ángulo de 45 gra-
dos se calcula fácilmente cuando el avance del Sol en el cielo se 
marca en el plano horizontal del reloj de sol. Esta medida de 45 
grados ha tenido muchísimo significado en ocultismo, y aparen-
temente es importantísima cuando hoy se estudian los campos 
de fuer.ta eléctricos y magnéticos. 
La división en ocho se relaciona también. probablemente, con 
19 
la asignación del número 8 al Sol. En la India. la carroza del dios 
Sol era tirada por ocho caballos blancos, y el símbolo numérico 
que los gnósticos asignaban al Cristo como un Principio Solar 
-Rudolph Steiner hablaba de Cristo como de un gran "Arcángel 
Solar"- era 888, o el 8 operando en los tres niveles de la cons-
ciencia: el biológico, el mental y el espiritual. 3 
Cyril Fagan afirmó recientemente que la división de un mapa 
astrológico en ocho fue lo más antiguo que se registró, y señaló 
que estas ocho "vigilias" adquirían su significado en función del 
avance del Sol alrededor del cielo en la dirección de un reloj -y 
también en función de los tipos de actividades más característi-
cas de las cuatro vigilias que transcurren entre la salida y la 
puesta del sol. Es muy probable que Fagan esté en lo cierto al su-
poner eso, pero sólo si se lo aplica al tipo de sociedad agrícola de 
la antigüedad, aunque evidentemente semejante patrón de acti-
vidad exista todavía dondequiera que vivan hombres en íntimo 
contacto con el suelo que cultivan o con los animales que ellos 
crían. Se trata de un patrón vitaUsta. y. en astrología, al Sol se 
lo ha de considerer siempre la fuerza original de la Vida. Pero, los 
patrones vitalistas pierden gran parte de su significado a medi-
da que el hombre ~e divorcia cada vez más (en realidad, se alie-
na cada vez más) del suelo y de los ritmos impuestos por los ins-
tintos y las etapas de la vida; a medida que el hombre desarro-
lla una mente individualista y un ego ambicioso. Entonces, se de-
sarrolla un nuevo conjunto de problemas, y, hoy en día, la tarea 
principal de la astrología es hallar solución a estos nuevos pro-
blemas. ¿Por qué? Porque en este nivel de la individualización 
psicomental existen las necesidades más cruciales del hombre 
moderno. Y todo tiene valor en función de su aptitud para respon-
der a la necesidad de la humanidad, ya se trate de astrología, me-
dicina, o ciencia y conocimiento en general. 
El ritmo psicomental individualista del hombre moderno ope-
ra en contrapunto con el de los seres humanos ligados a la tierra 
y centrados en el lugar. Esto es demostrado claramente por el he-
cho de que, en función de consciencia contemporánea, se sabe 
que el planeta Tierra rota sobre su eje, y no que el Sol se mueva 
diariamente alrededor de ella. Por tanto, todo el cuadro cambió, 
3 Ver mi libro The Lwiation Cycle para un estudio más completo de los ocho patro-
nes en función de la lunación y los ocho tipos de personalidades sol!-lunares. Hace mu-
cho tiempo escribíuna serie de artículos para AmericanAstrology; "La Técnica del Aná-
lisis de las Fases", con el uso, también, de manera especial, de mapas divididos en ocho 
sectores. 
20 
y vemos la serie de las casas astrológicas modernas, numeradas 
e interpretadas al revés de la marcha del reloj. La consciencia, la 
mente y el sentido de responsabilidad individual del hombre cre-
cen y se desarrollan desde la potencialidad. al nacer, hacia un es-
tado cada vez más completo, de concreción, en oposición al ritmo 
de la fuerza de la Vida. Esto produce, inevitablemente, problemas 
individuales, conflictos y complejos psicológicos. Pero esa es la 
vía para que el ser humano madure, tenga confianza en sí mis-
mo, y se realice creadoramente como "persona". 
Dos enfoques del Sol, que son fundamentales 
Desde el punto de vista astrológico arcaico, la determinación 
de las "vigilias'' era bastante sencilla, pues eran nada más que di-
visiones del tiempo que al Sol le insumía moverse alrededor de la 
bóveda del Cielo desde el amanecer hasta su puesta. Cuando los 
astrólogos pudieron definir la posición del Sol en cualquier mo-
mento con referencia a estrellas y constelaciones zodiacales, fue 
relativamente fácil determinar las posiciones zodiacales aproxi-
madas de los comienzos de las ocho vigilias en intervalos de tres 
horas. Eso no entrañaba problema alguno, y cuando más cerca 
vivia uno del ecuador, más armónico era el cuadro. 
Sin embargo, cuando uno considera a la Tierra como un glo-
bo que rota sobre su eje y da vueltas alrededor del Sol, y uno tra-
ta de construir un sistema astrológico que deje de "centrarse en 
un lugar" y se "centre en un globo", lo cual viene al caso para 
aquellas personas que experimentan el universo desde un pun-
to particular sobre la superficie de este globo, entonces uno se en-
cuentra con toda clase de dificultades. Ahora los hechos tridi-
mensionales han de proyectarse de algún modo sobre una hoja 
bidimensional de papel. Pueden usarse, por lo menos, tres con-
juntos de coordenadas: local, ecuatorial y eclíptica. Para empe-
orar más las cosas, la actitud conservadora y tradicionalista de 
la mayoría de los astrólogos los impulsó a seguir usando muchos 
términos y figuras del lenguaje que encajaban con la arcaica vi-
sión del mundo pero que ya no tienen sentido en función de nues-
tro conocimiento astronómico. Los mismos astrónomos tampo-
co obraron más acertadamente en algunos casos cuando usaron 
los mismos términos para referirse a dos conjuntos de hechos 
(por ejemplo, latitud y longitud), pero manteniendo las viejas de-
nominaciones. 
21 
No hay aquí espacio como para entrar en pormenores técnicos 
que abarquen la geometría esférica y los diversos sistemas de di-
visión de casas. o sea. la "domificación". Empero. para el estu-
diante moderno de astrología es importante comprender que lo 
que él habitualmente da por sentado al ocuparse de las casas de 
un mapa natal es susceptible de varias interpretaciones básica-
mente diferentes. Cyril Fagan. quien reintrodujo el concepto del 
zodíaco sideral. también procuró no sólo promover la división de 
· un mapa en ocho casas sino también interpretar su secuencia si-
guiendo la dirección de un reloj. Esta era probablemente la prác-
tica antigua. al menos en algunas regíones. pero creo que el error 
de Fagan fue forzar creencias vitalistas arcaicas sobre individuos 
modernos. ¡También podríamos aceptar la mitología caldea como 
base para una renovación de la religión! Cada tiempo y cada cul-
tura tienen sus propias necesidades características. y hoy nece-
sitamos una astrología que satisfaga las necesidades de egos psi-
cologizados. confusos y alienados -y particularmente, las nece-
sidades de una gran cantidad de jóvenes modernos que. proba-
blemente por primera vez en la historia. fueron fascinados por la 
astrología, y esto por razones muy claras. aunque a menudo se-
an. en gran proporción, inconscientes. 
El significado de las casas astrológicas. como se las usó en la 
cultura cristiano-europea, se relaciona estrechamente con el zo-
díaco. y esta es. al menos. una de las razones de porqué la astro-
logía occidental usó un sistema de doce casas. En consecuencia, 
debo referirme nuevamente al zodíaco. 
Al analizar horóscopos regístrados en Grecia, Alejandría o Ro-
ma. uno puede presentar un buen ejemplo para afirmar que el 
cambio de un zodíaco sideral a un zodíaco tropical. (o sea. de 
constelaciones a signos que representan secciones iguales de 30 
grados. de la eclíptica) se debió a un conocimiento inadecuado de 
los hechos astronómicos. y a una confusión general en las men-
tes de los hombres que vivían durante un perturbado período de 
la historia, lo cual. en un sentido, guarda un estrecho paralelis-
mo. en un nivel diferente. con nuestro tiempo. Pero las conclu-
siones de esta índole son habitualmente superficiales y creo que 
no dan las razones filosóficas más profundas para que se adop-
tara este zodíaco. Fue demasiado lo que se dejó librado al azar y 
a los errores de uno o más individuos. Lo que está en juego es al-
go mucho más profundo, y hoy subsiste un problema fundamen-
tal, aunque de manera diferente. El problema es metafisico y cos-
mológico. y trata sobre el significado que se ha de dar al Sol. 
22 
Pocas páginas atrás dije que las constelaciones tenían origi-
nalmente por objeto proporcionar un trasfondo conveniente en el 
que pudieran graficarse los movimientos del Sol, de la Luna y de 
los planetas. Tal vez de este modo se consideraba, en cierto pe-
ríodo de la historia, la relación del Sol con las constelaciones, pe-
ro hay abundantes pruebas de que en épocas arcaicas también 
se dio un significado diferente y casi dramáticamente opuesto a 
esta relación: un significado que aún es muy significativo en fun-
ción de un tipo de pensamiento metafísico que he desarrollado en 
otra parte. Según este enfoque, al Sol ha de considerárselo sólo 
como un canal o una lente a través de la cual las energías del Es-
pacio cósmico se concentran y dirigen sobre la Tierra y sobre to-
do el organismo vivo que hay en ésta. 
Desde un punto de vista, el Sol es el factor dominante y las 
constelaciones forman meramente un trasfondo para medir su 
movimiento y su relación cíclicamente alterada con la Tierra. En 
el segundo caso, el factor activo es el espacio mismo (y hoy dirí-
amos espacio galáctico). El Sol es sólo un instrumento de foca-
lización-algunos ocultistas han dicho "una ventana" a través de 
la cual fluyen día tras día las inmensas energías de un espacio 
que es mucho más que tridimensional y físico. 
Estos dos conceptos de la naturaleza fundamental de la fuer-
za de la Vida pueden llamarse, respectivamente, monoteísta y 
panteísta. Cualquier estudiante de la religión sabe con cuánta 
fiereza la iglesia cristiana combatió todo lo que se relacionara con 
el panteísmo. Testimonio de esto es cómo la Iglesia Católica Ro-
mana condenó hace pocos años la visión que Teilhard de Char-
din tenía sobre el mundo, a pesar de que él se esforzó constan-
temente en repudiar toda influencia panteísta. 
En la astrología arcaica, al menos en algunos países, a las do-
ce constelaciones se las consideraba los cuerpos colectivos de las 
"jerarquías creadoras" pertenecientes a un "Mundo" cósmico "de 
Formación". Desde este punto de vista, al Sol (y de modo secun-
dario, a la Luna y a los planetas) se los juzgaba como instrumen-
tos que ponían en movimiento y circulación a las energías crea-
doras, propias de esta Mente Divina. Otras constelaciones podrí-
an ser también aspectos creadores, propios de esta Mente Divi-
na. pero, al no tener en el Sol y en los planetas canales directos 
para bajar sus energías al nivel de las vibraciones y la conscien-
cia humanas, sólo eran raramente eficaces en un sentido huma-
no. Por tanto, las doce jerarquías zodiacales eran las únicas ver-
daderamente a cargo de los procesos de vida sobre la Tierra. 
23 
Semejante cuadro cósmico era esencialmente "panteísta", 
aunque el vidente metafisicopudiera avizorar oscuramente. más 
allá de esta "esfera de las estrellas fijas". un reino más trascen-
dente aún, el reino del PrimumMobile, o sea. en términos más fi-
losóficos, el del Absoluto eternamente incognoscible. el Ain Soph 
de la Cábala. En contraste con esto, tenemos el cuadro "mono-
teísta" del mundo, en el que el Dios Unico, que se manifiesta ví-
vida y personalmente al hombre es representado por el Sol, por 
el YO SOY solar. por el Atan egipcio. 
Desde este punto de vista monoteísta, lo que es básico en la 
existencia humana es la relación entre la criatura humana y su 
Creador, entre lo humano y lo divino. Esta relación, en función 
del simbolismo astrológico, es la relación entre la Tierra y el Sol: 
y esta relación se expresa en la órbita de la Tierra. Cada mes del 
año (el punto alto del mes es la Luna Llena, o para algunos la Lu-
na Nueva), representa el desarrollo de una de las doce respues-
tas básicas de la naturaleza humana a sus doce tipos esenciales 
de consciencia del Alma. doce avenidas a través de las cuales la 
Vida divina única puede hallar medios de expresión. 
Por tanto, desde este punto de vista, el zodíaco es, lógica e ine-
vitablemente, un factor "orbital". Es la órbita de la Tierra, a la que 
seguimos dando el nombre viejo y no revelador de "eclíptica" 
-un nombre que poco tiene que ver con lo que tanto concreta co-. 
mo simbólicamente representa. Las estrellas constituyen enton-
ces un trasfondo en el que transcurre el gran "diálogo" entre los 
tipos básicos de hombres y el Dios único. Ellas constituyen un 
prodigioso escenario cósmico en el teatro universal. No obstan-
te, algunas estrellas pueden involucrarse individualmente, de 
modo significativo, en asuntos humanos, pero, si lo hacen, se re-
fieren a Visitaciones supemormales que con muchísima frecuen-
cia se entrometen y tienden a perturbar el diálogo entre el hom-
bre terrestre y su Creador. o sea, el Sol. 
Como los planetas, desde este punto de vista orbital y helio-
céntrico, son también creaciones del Sol, y como la luz o los ra-
yos que ellos reflejan sobre la Tierra tienen su origen en el Sol, 
ellos simplemente diferencian o modulan la Energía solar origi-
nal, el Dios que es la energía de la creación. Es, por tanto, lógi-
co interpretar estas posiciones y relaciones mutuas en términos 
de la órbita de la Tierra. En realidad, las órbitas de los planetas 
(algunos adentro, otros afuera de la órbita de la Tierra), pueden 
considerarse campos de fuerza que actúan sobre la relación en-
tre la Tierra y el Sol. La Luna es especialmente significativa en es-
24 
te sentido porque, como da vueltas cada mes alrededor de la Tie-
rra, ella distribuye (al menos, simbólicamente) las energías pues-
tas en circulación por el Sol en Luna Nueva y que son reflejadas 
en todo momento por los planetas. 
Debido a la importancia suprema de la relación entre la Tie-
rra y el Sol, era casi inevitable que la clasificación clásica, en do-
ce, de los principales aspectos del patrón cíclico anual de los 
cambios en esta relación deberla aplicarse al círculo de las casas. 
Creíase que las doce casas se equiparaban y relacionaban estre-
chamente con los doce signos (no con las constelaciones) del zo-
díaco. Pero deberíamos entender claramente cómo se hizo esto. 
La vieja actitud astrológica, centrada en el lugar, se había con-
vertido en centrada en el globo, en geocéntrica. La relación orbi-
tal-zodiacal de Tierra con Sol fue transferida a todo el globo te-
rrestre, más que a un lugar particular limitado por su horizonte. 
Esto puede verse claramente por el hecho de que lo que hoy en 
astrología llamamos el "horizonte" (el horizonte "racional" de la 
astronomía) es un gran círculo que atraviesa el centro del globo. 
No es el horizonte local del sitio para el cual se confecciona el ma-
pa; sólo es paralelo al horizonte local. 
El horizonte local ha de entenderse como un "horizonte medio" 
que no toma en consideración si una persona nació en una hon-
donada o en la cima de una montaña-diferencia ésta que, des-
pués de todo, es extremadamente pequeña en comparación con 
el tamaño de nuestro globo terráqueo, puesto que cuando a la su-
perficie de la Tierra se la ve desde varios miles de kilómetros en-
cima de ella, hasta las montañas más altas parecen de tamaño 
casi insignificante. Además, toda la astrología actual se ocupa de 
las "posiciones medias" más que de las posiciones reales, lo cual 
tiene sentido tan pronto consideramos que la astrología es un 
lenguaje compuesto por símbolos arquetípicos y es esencialmen-
te "numerológica" en la atribución de significados específicos a 
los factores separados que constituyen una serie cíclica -o sea. 
la serie de signos zodiacales, de casas y hasta de los planetas en 
función de su distancia respecto del Sol. 
Pero, volvamos a la relación existente entre los doce signos zo-
diacales y las doce casas. La manera en que el tipo tradicional o 
clásico de astrología europea interpreta esta relación implica la 
idea de que los signos zodiacales se refieren a la sustancia ener-
gética de los procesos biológicos, mientras las casas se ocupan 
de los modos existenciales, concretos y circunstanciales con que 
estos procesos operan durante la "ida de un individuo, o de un 
25 
ente social colectivo. El zodíaco (de "signos") es. al menos para al-
gunos astrólogos europeos actuales. el campo positivo de fuerza 
desde el que fluyen todas las energías que operan en la biósfera 
de la Tierra; el círculo de casas representa. entonces. al reino te-
rrestre receptivo y sensitivo. En términos más modernos. esta es 
la diferenciación teísta entre el Dios creador y la criatura hu-
mana. 
Los dos polos (el divino y el humano} son simétricos en prin-
cipio. El "destino" del hombre no está escrito en las estrellas si-
no en el zodíaco tropical que se refiere a la naturaleza celeste di-
námica del hombre, a la natura naturans. Las "circunstancias" 
reales según las cuales este destino celeste opera en la vida dia-
ria del hombre son indicadas en las casas. y por las posiciones 
de los planetas, del Sol y de la Luna en estas casas. Es eviden-
te, pues, que las dos series cíclicas (los signos y las casas} avan-
zan en la misma dirección, o sea en sentido contrario a las agu-
jas del reloj. 
Esta es y ha sido la actitud fundamental de la astrología occi-
dental que todavía se enseña (con variaciones individuales) en la 
mayoría de los textos. Por desgracia y a menudo, la terminología 
que se usa es confusa porque aún se evidencian muchos concep-
tos arcaicos y "panteístas". La difusión de la "astrología sideral" 
empeora la confusión. Históricamente hablando, es probable que 
el señor Fagan y sus adeptos estén en lo cierto. mientras hablen 
del pasado arcaico (de un pasado que aún afecta a las muchas 
escuelas astrológicas en conflicto que existen en la India, país de 
tradiciones espirituales). Pero, psicológicamente hablando, ni 
Fagan ni sus adeptos lograron comprender el cambio profundo 
ocurrido en la mente humana. en parte durante el período gre-
co-latino. y más aún durante el Renacimiento europeo. Según mi 
opinión aquéllos no comprenden la necesidad crucial de los se-
res humanos en la actualidad; y el hecho de que se involucren en 
técnicas científicas y afirmen que la astrología tiene valor como 
una entidad en sí misma (o sea, como un sistema que deba ser re-
conocido por la "comunidad científica") parece impropio en fun-
ción de las necesidades actuales de nuestra sociedad en crisis; 
a menos que. por supuesto. creamos que el futuro de la huma-
nidad será determinado por una confianza más total aún en la 
tecnología y en el intelecto analítico y sus procesos. 
Esto no significa que el enfoque sideralista carezca de validez, 
ni que las técnicas clásicas de la astrología europea sean, en mu-
chos sentidos, confusas y obsoletas. Lo "bueno" y lo "malo" nun-
26 
ca cuenta con una clara definición en lo que respecta a asuntos 
socio-culturales. religiosos o científicos. por la sencillarazón de 
que todas las mentes humanas no funcionan. en un momento 
dado. en una sola longitud de onda. El mundo contiene todavía 
una gran cantidad de personas arcaicas. centradas en un lugar, 
ligadas a una raza. y de individuos nacionalistas que rinden cul-
to. más o menos dogmáticamente. a la "gran herencia" de su país 
y/ o cultura particular. La demanda de adivinación en función de 
hechos específicos es tan grande como siempre. y probablemen-
te mayor: y la búsqueda de comodidades. felicidad egocéntrica. 
goce sensual y prestigio social es aún el impulso de la mayoría de 
los seres humanos en nuestra sociedad neurótica, opulenta y 
hondamente polarizada. 
La astrología se ajusta a la mentalidad y a las expectativas 
emocionales de la persona que acude a ella como profesional o 
cliente. {igual que la psicología. e incluso la medicina). Recibimos 
lo que damos. Según sea nuestra pregunta. así será la respues-
ta. Lo que queremos saber y. en situaciones muy constructivas. 
lo que necesitamos saber condicionará (si es que no determina-
rá enteramente) la clase de conocimiento que adquiriremos. 
La astrología centrada en la persona 
Vivimos en una época de individualismo extremo. y el enfoque 
"humanista" de las astrología que durante muchos años he es-
tado formulando procura hacer que cada persona capte más 
conscientemente el significado más profundo de sus experien-
cias. a fin de que sea capaz de cumplir con su individualidad 
esencial y con su destino. o sea, con su lugar y su función en el 
universo. En este tipo de astrología. al ser humano no se lo en-
tiende como exterior respecto de su mapa natal: no se lo supone 
"rigiéndolo" mediante la represión de sus rasgos "malos" y me-
diante la búsqueda del beneficio emergente de los rasgos "bue-
nos". Al mapa natal se lo ve como la fórmula que define estruc-
turalmente "la naturaleza fundamental" de un hombre. Es un 
símbolo cósmico complejo: es una palabra, o logos. que revela lo 
que la persona es potencialmente. Es el "nombre celeste" de la 
persona individual, y también un coajlUlto de instrucciones sobre 
cómo una persona podrá concretar mejor lo que en su nacimien-
to era solamente potencial puro: "la potencialidad de una semi-
lla". El mapa natal es un mandala, un medio para lograr una in-
tegración de la personalidad que lo incluya todo. 
27 
He desarrollado muy extensamente estas ideas en muchos li-
bros y una gran cantidad de artículos. Una vez que se las entien-
da bien. y se las asimile emocional e intelectualmente. es eviden-
te que tendría que cambiar, de modo inevitable, todo el enfoque 
interpretativo de los factores fundamentales de la astrología: en 
caso contrario, los resultados psicológicos para el cliente, y pa-
ra el astrólogo como cliente de sí mismo. podrían ser desgracia-
dos. y. a veces. hasta desastrosos. El enfoque no debe ser esen-
cialmente "ético". o sea. no debe basarse en una actitud dualis-
ta: bueno-malo. afortunado-desafortunado. Ningún mapa natal 
debe considerarse mejor que otro. aunque evidentemente algu-
nos mapas indiquen vidas "más fáciles que otras", pero raras ve-
ces las personas grandes y creativas tienen una existencia fácil 
en lo interno o en lo externo. 
Tal tipo de astrología, que apunta a responder a las necesida-
des de hombres, mujeres y adolescentes de nuestra sociedad in-
dividualista. debe proyectar una nueva luz sobre la mayoría de 
los viejos conceptos astrológicos. especialmente en lo que con-
cierne a los jóvenes disconformes que procuran construir un 
nuevo modo de vivir. Una astrología humanista debe centrarse 
en la persona porque su interés fundamental es el desarrollo de 
cada persona: el desarrollo de la consciencia y los sentimientos, 
al igual que el desarrollo a través de acciones externas. Y este he-
cho de centrarse en la persona tiene implicancias muy claras y 
consecuencias práctico-técnicas, pues lo que esa astrología pro-
cura definir e interpretar es la relación directa de cada persona 
con todo el universo, lo cual, en términos prácticos, significa su 
relación con nuestra galaxia considerada como un "organismo" 
cósmico. 
Como ya lo expresé, la astrología arcaica se centraba en el lu-
gar. La astrología europea, en su forma clásica, se centraba en la 
Tierra: a ésta se la estudiaba como un globo. Lo que ahora nece-
sitamos, en un sentido más claro y coherente que el intentado 
durante los decenios pasados de este siglo psicologizado, es un 
enfoque orientado hacia la persona, relativo a todo el contenido 
de nuestro universo galáctico. Este enfoque se halla tal vez, en un 
aspecto, más cerca de la astrología arcaica centrada en el lugar 
que la astrología del pasado reciente, que se centraba en el glo-
bo; pero el papel del lugar (cuyo carácter afectaba a un grupo tri-
bal, de seres humanos aún no individualizados, dominados por 
impulsos vitalistas) debería ser ocupado, ahora, por una perso-
na individuat al menos parcialmente capaz de desarrollar un en-
28 
foque independiente. totalmente abierto. creativo y consciente de 
su ambiente total. cósmico, al igual que biosférico y social. 
Tal cambio de énfasis será particularmente evidente cuando 
enfoquemos los tópicos de las casas natales a las cuales este li-
bro está consagrado. Intentaré definir las consecuencias princi-
pales de la nueva perspectiva: pero deseo recalcar. desde el prin-
cipio, que el cambio no podrá efectivizarse aún plenamente con 
los datos astronómicos de que disponemos. Tenemos que cono-
cer mucho más sobre la galaxia y sus millones de estrellas. Em-
pero. podemos empezar a reorientar nuestras interpretaciones 
en dirección a lo que debería desarrollarse plenamente en los si-
glos venideros. Concretamente. en lo atinente a las casas nata-
les, esta reorientación no altera en gran medida el significado que 
tradicionalmente se les da, o al menos. a la mayoría de ellas, pe-
ro introduce nuevos niveles de significado y, particularmente, en 
lo concerniente a las posiciones planetarias. hace que el énfasis 
principal pase de los signos zodiacales a las casas. Por supues-
to, el inconveniente consiste en que tal cambio exige que se co-
nozca el momento exacto del primer aliento de una persona. Pe-
ro, las técnicas hospitalarias modernas y el interés de los padres 
hacen que en la actualidad disminuya la dificultad de satisfacer 
tal requisito. 
29 
LAS CASAS COMO EL MARCO 
ASTROLOGICO BASICO DE REFERENCIA 
Cuando un ser humano nace en una hora particular y en un 
lugar particular en la superficie de la Tierra, lo rodean por todos 
lados cuerpos celestes, visibles en el cielo o invisibles debajo del 
horizonte. La astrología declara que las posiciones de estos cuer-
pos celestes, si se relacionan con el recién nacido y si esta rela-
ción es interpretada significativamente, definen el carácter es-
tructural básico del organismo biológico y psíquico del niño, al 
igual que la manera en la que su potencial al nacer se concreta-
ría o debería concretarse a través de una serie de experiencias 
personales. 
La palabra "persona" puede referirse a personas colectivas, 
como podría serlo una firma comercial, una nación, o incluso 
una serie muy definida de actividades sociales organizadas (el 
reinado de un monarca o la asunción de una administración pre-
sidencial) pero en este libro sólo consideraré asuntos pertene-
cientes a personas individuales. Este es el campo de la astrolo-
gía "natal", y, como yo lo veo. ningún sistema de la astrología na-
tal tiene mucho sentido hoy si realmente no está "centrado en la 
persona". 
La astrología centrada en la persona se ocupa de la relación 
entre una persona y el universo que la rodea: su ambiente cós-
mico. Cuando nos ocupamos de una relación, deberán ser con-
siderados. por lo menos. dos factores: en el caso de la astrología 
centrada en la persona. el organismo humano individual que, en 
su primer aliento, vino a relacionarse independiente. directa y or-
gánicamente con el universo. y los cuerpos celestes todos que se 
mueven alrededorde aquél en patrones cíclicos. 
En el universo nada está "fijo"; todo se mueve. Sin embargo, 
tal movimiento no tiene sentido si no se lo observa e interpreta 
en relación con una persona consciente. Vivimos en un mundo 
31 
de relatividad, pero esta relatividad sólo puede recibir un signi-
ficado conscientemente definido en función de un marco parti-
cular de referencia y. por los menos, según un foco relativamente 
estable de percepción. Una persona individual es un ente relati-
vamente estable, pues aunque su cuerpo está evidentemente en 
un estado de constante transformación eléctrica y química. y de 
modo parecido su consciencia nunca es absolutamente la mis-
ma. no obstante. el patrón genético de sus células (o sea. lo que 
fuere lo que estos genes representen biológicamente) sigue sien-
do la misma desde que nace hasta que muere. Conserva normal-
mente su nombre original y habla su idioma natal cuyas palabras 
y sintaxis juegan un papel fundamentalísimo en la formación de 
su mentalidad; es una unidad social relativamente permanente, 
perteneciente a una cultura que sólo raras veces experimenta un 
cambio radical, incluso a pesar de crisis revolucionarias. 
La ciencia moderna tiene sus "constantes universales". Es 
probable que éstas sean sólo relativamente constantes y univer-
sales, pero sirven como un marco de referencia, sin el cual difi-
cilmente alguna "ley de la naturaleza" podría considerarse con-
fiable. Filósofos de inclinación religiosa (como Aldous Huxley) 
hablan de una "filosofia perenne" y hay ocultistas que se refieren 
a una "tradición universal" o a una "revelación original". repre-
sentando ambas una base estable, sólida y segura de creencias 
que se consideran esenciales para el bienestar mental, espiritual 
y emocional de la humanidad. La mística oriental. e incluso al-
gunos tipos de mística occidental, tal vez renuncien a todo lo que 
sea seguro y concreto, pero los místicos apuntan a una identifi-
cación total con Dios o a una completa absorción dentro de un 
"estado unitivo". y hablar de Dios. Brahman, Nirvana o Tao es re-
ferirse a una condición inmutable y absoluta que constituye, en 
sí misma, un estado supremo de estabilidad, aunque esto impli-
que un cambio constante en lo que concierne a puntos de vista 
parciales y formaciones existenciales individuales. 
La astrología, en su sentido occidental tradicional, tiene, de 
modo parecido, su marco de referencia "relativamente estable": 
el zodíaco. Este zodíaco puede ser concebido en función de cons-
telaciones -(patronesff:jos de estrellas que parecen fijas porque 
en relación con nosotros se desplazan con extremada lentitud) o 
en función de las doce divisiones de la órbita de la Tierra. órbi-
ta ésta cuya figura cambia sólo levemente a través de largos lap-
sos: el zodíaco tropical. Uno u otro de estos sistema satisface la 
necesidad de un marco de referencia relativamente estable. Lo 
32 
que he estado sugiriendo en varios escritos es la posibilidad de 
otro género de marco de referencia -un marco de referencia cen-
trado en la persona, que se adapte mejor a las necesidades y al 
carácter de un individuo moderno. Hablaré de esto, al principio, 
como la cruz del horizonte y del meridiano. 
El lector familiarizado con textos astrológicos o incluso con ar-
tículos astrológicos de revistas pensará probablemente que no 
hay nada nuevo en tal marco de referencia. Y dirá que todo ma-
pa natal moderno contiene una línea que se llama "horizonte" y 
una línea vertical, que es el "meridiano". Pero los nombres son 
ambiguos y pueden ser equívocos. Como ya lo expresé. el hori-
zonte astrológico (y astronómico) es un círculo que pasa a través 
del centro del globo. No se refiere al horizonte "sensible" (que pue-
de ser muy limitado si uno está en el fondo de un profundo ba-
rranco). a lo que yo llamo el horizonte "medio" (que se refiere al 
círculo del espacio que sería visible para un ojo sobre la super-
ficie de un océano en calma). En cuanto al meridiano de un ma-
pa natal, es la proyección bidimensional de un "gran círculo" per-
pendicular al horizonte astronómico ("racional") y que pasa a tra-
vés de los puntos Norte y Sur. En el mediodía local exacto, el Sol 
verdadero se halla cruzando el meridiano. _pero lo que se llama 
Medio Cielo de un mapa astrológico no es el punto que está en lo 
alto (Cenit) sino más bien el grado del zodíaco en el cual el Sol ver-
dadero se halla al mediodía. El meridiano es un círculo de lón-
gitud que pasa desde el punto Sur, a través del Cenit, hacia el 
punto Norte del horizonte. 
Perpendicular a este círculo, pero aún en la dimensión verti-
cal, encontramos lo que se llama la "vertical prima". Esta es tam-
bién un círculo grande; pasa desde el punto Este, a través del Ce-
nit hacia el punto Oeste del horizonte, y. por supuesto, también 
pasa a través del Nadir. 
Estos tres grandes círculos (horizonte, meridiano y vertical 
prima) son recíprocamente perpendiculares en el espacio tridi-
mensional. Sus intersecciones determinan seis puntos funda-
mentales: en el nivel horizontal, Este, Oeste. Norte y Sur: y en el 
vertical. Cenit y Nadir. Desde luego, podríamos pensar en cual-
quier cantidad de puntos en el horizonte a través de los cuales pa-
sarían grandes círculos que también cruzarían el Cenit y el Na-
dir, y a menudo se hace referencia a los puntos Noreste, Noroes-
te. Sudeste y Sudoeste. No obstante, es fundamental el concep-
to de seis direcciones del espacio: Este, Oeste, Norte, Sur, Arri-
ba y Abajo. En un mapa natal bidimensional aparecen sólo cua-
33 
tro direcciones básicas. El Sur y el Cenit están algo integrados. 
y de modo parecido ocurre con el Norte y el Nadir. La razón de es-
to. además de la bidimensionalidad del mapa. es que lo que el ma-
pa considera aún esencial es el movimiento diario (aparente) del 
Sol. El zodíaco se ~ueve diariamente junto con el Sol porque, en 
nuestra astrología clásica occidental. el zodíaco es la "creación" 
del movimiento del Sol; lo cual. en términos astronómicos moder-
nos. significa la órbita de la Tierra. Y. por supuesto. la Luna y los 
planetas marchan también con el Sol. 
Como ya dije. en la astrología arcaica. centrada en el lugar, el 
único marco verdaderamente "fijo" de referencia era el horizon-
te del lugar en el que la tribu vivía, o más tarde, en el que se ha-
llaba la ciudad. Cuando llegamos a la etapa de desarrollo en la 
que. al menos teóricamente. el individuo se convierte en una uni-
dad básica -con confianza en sí mismo, libre y creador- enton-
ces. la astrología. tras centrarse en la persona. debe usar lógica-
mente, como su marco de referencia. la estructura geométrica 
tridimensional producida por las seis direcciones del espacio en 
cuyo centro está el individuo. 
Los tres grandes círculos antes mencionados -horizonte. me-
ridiano y vertical prima- constituyen. por tanto. la estructura 
básica del €Spacio del individuo. Todo lo que en el Cielo se mue-
ve -estrellas. Sol, planetas. cometas. etc.- tiene su lugar den-
tro de esta estructura del espacio. La posición de todo cuerpo ce-
leste podría marcarse y medirse con referencias a aquélla. 
Algún cuerpo celeste. como el Sol. puede ser mucho más im-
portante que otro. Ciertamente. es más importante. por ejemplo. 
que una estrella fugaz en una trayectoria que no tiene relación 
geométrica con el cinturón zodiacal. o sea. con el plano de la 
eclíptica. Pero en una astrología centrada en la persona no hay 
razón para dar un valor cuasi-absoluto al Sol o al zodíaco. Como 
símbolo del origen de las energías de vida. el Sol es esencial. del 
mismo modo que el corazón de una persona (vinculado con el fac-
tor solar) es esencial para la continuación de la vida. Si el cora-
zón cesa de latir durante más de unos pocos minutos, el cerebro 
se perjudica y no tiene remedio, y el organismo pierde su cons-
ciencia individualizada al igual que su existencia biológica. 
Pero si bien el Sol y todo lo que se refiere al zodíaco pueden ser 
muy importantes y básicos. notiene que ser necesariamente el 
único marco esencial de referencia en una astrología centrada en 
la persona. Lo que debe considerarse como el marco fyo de refe-
rencia es la estructura espacial tridimensional que cada perso-
34 
na individual lleva en tomo de sí dondequiera que va (al menos. 
donde aquélla está sobre una superficie sólida). 
Para decirlo tal vez más sencillamente: cuando una persona 
viaja de la costa del Atlántico a la costa del Pacífico. lo que cam-
bia constantemente es lo que esa persona ve que está pasando 
en el horizonte con cada paso que ella da. Pero. el hecho de que 
ella es el centro del horizonte se mantiene sin variantes. Es el via-
jero quien lleva siempre su horizonte consigo. y siempre existe un 
Cenit directamente encima de su cabeza. Las estrellas van y vie-
nen en este punto del Cenit; ningún cuerpo celeste es "fijo", pe-
ro el Cenit está siempre en la misma dirección. en lo alto. El he-
cho de que este o aquel signo zodiacal se eleve a las 9 de la no-
che y otro lo haga a las 2 de la mañana. no altera la circunstancia 
de que el individuo. en ambas horas. fije su mirada en el mismo 
horizonte Este: astrológicamente hablando, en el Ascendente. 
Si algunas personas hallan dificil seguir tal línea de pensa-
miento es porque tienden a confundir una estructura con lo que 
que ocurre en ciertos puntos dentro de la estructura. Esta es una 
tendencia casi universal. porque el hombre reacciona ante un 
hecho en vez de reconocer el lugar en el que ese hecho ocurre. 
Cuando digo "lugar" significo el papel que este hecho debe repre-
sentar en la "estructura" total del ser individual de la persona y 
en el proceso de concreción de su potencial de nacimiento. o sea. 
de su destino. 
En términos astrológicos sencillos. si un particular fenómeno 
celeste (por ejemplo. una conjunción de Júpiter y Saturno) ocu-
rrió en la novena casa de un mapa natal, esto indica que la con-
junción de estos dos planetas caracteriza la cualidad de la cons-
ciencia social de la persona que animará -y que en realidad de-
bería inspirar su participación en la vida y el trabajo de su comu-
nidad-. Digo "debería" porque pienso en un mapa natal como un 
"conjunto de instrucciones" para que se cumpla el papel que el 
individuo ha de representar si es que él ha de cumplir su desti-
no. Llámeselo "karma", si así se lo desea. 
Resumiendo: en una astrología centrada en la persona nos 
ocupamos de dos factores esenciales: (1) la estructura geométri-
ca básica del espacio, del cual la persona individual es el centro: 
y (2) todos los cuerpos celestes que pasan a través de esta estruc-
tura en sus siempre variables interrelaciones. o "aspectos". Ca-
da uno de estos cuerpos tiene características diferentes porque 
cada uno se mueve de diferentes modos y con diferentes veloci-
dades. y también porque cada uno se nos aparece con diferentes 
35 
características de tamaño. color y. en términos de astronomía 
moderna, lugar en series ordenadas -especialmente. la serie de 
los planetas dentro del sistema solar-. 
Debe aclararse que el segundo factor incluye no sólo las dos 
Luminarias y los planetas. sino también todas las estrellas que 
nos rodean. pues. lo repito, las estrellas se mueven efectivamen-
te en nuestra experiencia humana -sólo que se mueven mien-
tras, hablando prácticamente. mantienen un patrón permanen-
te de relación. y esto es lo que en el pasado les dio el carácter de 
estar "fijas". En cuanto al primer factor. se refiere a las casas co-
mo divisiones del espacio centrado en la persona. En nuestra as-
trología occidental tradicional, sin embargo, estas secciones del 
espacio centradas en la persona no sólo se reducen a dos dimen-
siones sino que también se considera que existen en el zodíaco, 
y es aquí donde radican la ambigüedad y la confusión. pues hay 
por los menos dos zodíacos solares. más zodíacos lunares. y po-
drían inventarse nuevas clases de "zodíacos". Por otra parte, no 
hay nada ambiguo respecto a Este, Oeste, Norte, Sur, Cenit y Na-
dir. Estos puntos y la estructura del espacio que ellos definen son 
hechos universales de la experiencia humana y nos suministran 
una base estructural universalmente válida para la interpreta-
ción de nuestras relaciones individuales con el universo. 
En la actualidad, por supuesto, una astrología tridimensional 
que use "esferas natales" en vez de mapas natales no es prácti-
ca, aunque creo que será la astrología de un futuro más o menos 
lejano. Tenemos que ocuparnos de lo que ahora disponemos. o 
sea, de los mapas bidimensionales. No obstante, podemos y de-
bemos reorientar nuestra comprensión de lo que estos mapas 
significan, y particularmente nuestra interpretación de las ca-
sas. Debemos considerar a.estas casas como proyecciones estric-
tamente bidimensionales del espacio tridimensional, del cual el 
individuo es precisamente el centro. 
¿Por qué doce casas? 
Así como en los mapas bidimensionales se establecen cuatro 
secciones del espacio, las seis direcciones básicas del espacio tri-
dimensional deben reducirse a cuatro, o sea, a la cruz formada 
por el horizontal y el vertical; y así como una astrología centra-
da en la persona se ocupa esencialmente de problemas arraiga-
dos en la experiencia personal y en cambios de la consciencia, ca -
36 
da una de estas cuatro secciones debe subdividirse en tres sub-
secciones. en razón de que la consciencia se desarrolla de un mo-
do dialéctico que es trinitario. Por tanto. debe mantenerse el con-
cepto de las doce casas. En sentido genérico. podernos hablar de 
la serie de tesis, antítesis y síntesis. pero corno estos términos 
son más bien ambiguos y susceptibles de diversas interpretacio-
nes, quizá sería más exacto hablar de sujeto. de objeto y de la re-
lación entre sujeto y objeto, o, metafísicamente, de espíritu. sus-
tancia y forma, o de la acción. de los medios para la acción, y de 
la evaluación de los resultados de la acción. 
El individuo consciente esperirnenta todas estas trinidades en 
función de las cuatro realidades básicas de la existencia huma-
na que corresponden a los cuatro "ángulos" del mapa: Ascenden-
te y Descendente. Cenit y Nadir. Pero. debo recalcar nuevamen-
te que según el modo tradicional con el que los astrólogos occi-
dentales interpretan y definen estos ángulos. no corresponden al 
esquema real del espacio, del cual una persona individual es el 
centro. El horizonte de estos mapas astrológicos modernos pasa 
a través del centro de la Tierra. mientras el hombre vive en un 
punto sobre su superficie. El Medio Cielo no es el Cenit real, si-
no sólo un punto del zodíaco. De manera que si una estrella es-
tá ubicada en el grado del Medio Cielo. la estrella no tiene que es-
tar necesariamente justo en lo alto en el verdadero Cenit, y esto 
también se aplica, desde luego, al Imum Coe[l o cúspide de la 
cuarta casa, que no es el verdedero Nadir. 
Lo repito: esto es así porque nuestra astrología está centrada 
en la Tierra. pero no en la persona. Prácticamente. en todos los 
casos sólo considera la relación de la Tierra. como un globo. con 
el Sol. y secundariamente con los planetas que se mueven a lo 
largo del curso aparente del Sol. Las estrellas y las constelacio-
nes no tienen un lugar astrológicamente significativo en la astro-
logía europea clásica, salvo como un vago residuo de una tradi-
ción arcaica. No obstante. por relativamente inadecuados que se-
an nuestros mapas astrológicos actuales en función de un enfo-
que verdaderamente centrado en la persona. tienen que usarse; 
y pueden ser usados con eficacia si tenemos presentes las rea-
lidades básicas que ellos simbolizan. Puede usarse cualquier 
conjunto coherente y significativamente estructurado de símbo-
los si uno es consciente de lo que ese conjunto representa y del 
nivel en el cual deberá operar. 
La astrología es un lenguaje simbólico. del mismo modo que 
el I Ching, cuando se relaciona con sus conceptos metafisicos 
37 
profundísimos, y las cartas del Tarot. con su trasfondo cabalís-tico, constituyen tal lenguaje. Todos estos conjuntos "funcionan" 
si se los usa apropiadamente. Funcionan en términos de la rela-
ción existente entre el intérprete y el consultante. pues sólo el ca-
rácter de esta relación, y los niveles en los cuales las mentes de 
ambas personas operan, definen adecuadamente la manera en 
que todo el conjunto de símbolos ha de ser interpretado. 
La religión y la ciencia deben entenderse humanísticamente 
del mismo modo. ¿"Funciona" el cristianismo como un conjun-
to de grandes imágenes y de símbolos que potencialmente tras-
formarán al ego? Ciertamente. pero funciona tanto constructiva 
como destructivamente. La ciencia tiene también su lado des-
tructivo: prueba de ello es la contaminación y la destrucción de 
elementos naturales. y la despersonalización y la proliferación 
mostruosa de seres humanos en ciudades contaminadas. Por 
supuesto. uno debe minimizar dialécticamente los resultados 
negativos y echarle la culpa a la naturaleza humana. El valor de 
todo símbolo deriva del modo con que se lo use. lo cual significa 
a menudo: del modo con que los seres humanos lo usarán inevi-
tablemente, si consideramos la etapa particular de su actual evo-
lución. Pero hasta un uso evidentemente destructivo podrá, a su 
tiempo, tener resultados constructivos. En manos de un santo, 
los medios más falaces y normalmente indefendibles pueden 
producir cambios espirituales. mientras que en manos de un cri-
minal o de un loco, pueden llevar a la destrucción o a una bur-
da esclavitud. 
Esta es la verdad acerca de los métodos que hoy se usan en as-
trología. No obstante. estamos en un momento crucial de la his-
toria de la civilización. Federico Nietzche, el trágico poeta y filó-
sofo del siglo XIX. proclamó la necesidad de una "revaluación de 
todos los valores". Tal necesidad es hoy mucho más universal-
mente imperativa que hace cien años. Es imperativa en todos los 
campos del pensamiento humano. en todas las respuestas codi-
ficadas y tradicionales, basadas en los sentimientos, que están 
incluidas en lo que se denomina moralidad (especialmente lamo-
ralidad social) y en toda conducta interpersonal al igual que in-
tergrupal. He hablado en otra parte de la necesidad de un cam-
bio en todos los niveles desde un enfoque "atomístico" hasta un 
enfoque "holístico" de la realidad. 1 El cambio que ahora estoy de-
1 Ver la serie de opúsculos sobre Astrología 1 !umanista ( 1969-70-7 l) que en breve re-
aparecerá en forma de libro. 
38 
lineando en función del concepto de casas astrológicas es parte 
de esta gran "revaluación de todos los valores". 
Tal cambio parece relativamente insignificante, pues enlama-
yoría de los casos no cambia demasiado radicalmente el signifi-
cado atribuido a cada casa de un mapa natal. Empero. puede y 
debe considerarse que simboliza lo que tiene lugar en todos los 
campos del esfuerzo humano. porque se refiere a la relación en-
tre la persona individual y el universo en conjunto; es decir, im-
plica una revaluación fundamental del significado de esta rela-
ción. En este sentido. constituye una transformación "religiosa" 
muy profunda. Guarda paralelismo con la diferencia entre la ac-
titud de los devotos de cualquier religión organizada (con su je-
rarquía de sacerdotes intermediarios entre criatura y Creador) y 
la actitud del místico práctico que se relaciona, sin intermedia-
rios, con la totalidad de la existencia. 
En términos astrológicos más sencillos. el factor de "posición 
en el zodíaco" como se la entiende hoy es un factor intermedio en-
tre el planeta y el individuo. Júpiter, como símbolo de una fun-
ción básica de la personalidad humana (expansión y asimilación, 
compañerismo social y prestigio o riqueza. etc.) sigue si~ndo 
siempre Júpiter el cualquier signo zodiacal. Lo que es esencial co-
nocer es el campo de experiencia en el que la función opera muy 
significativamente en términos del cumplimiento de la individua-
lidad y del destino de una persona particular. Eso es esencial si 
consideramos al mapa natal (o cualquier otro mapa en niveles di-
ferentes) como un "conjunto" celeste "de instrucciones". Por 
ejemplo. si tengo a Júpiter en mi séptima casa natal. debo bus-
car expansión, y cualquier otro resultado jupiteriano, en función 
de mi relación con socios y compañeros, en cualquier nivel que 
sea. La séptima casa se refiere a las relaciones y asociaciones de 
todo tipo, y los compañeros incluyen no sólo a nuestra "pareja" 
sino también a nuestros enemigos, pues ambos constituyen o 
conducen hacia una polarización de valores que a menudo es ne-
cesaria. 
El astrólogo moderno puede coincidir hasta cierto punto con 
esto: pero lo primero que él procura habitualmente conocer es la 
denominada "fuerza" del planeta en función de su posición zodia-
cal. Empero. cree. consciente o semiconscientemente, que un 
planeta enfoca las energías que fluyen desde un signo zodiacal o 
constelación, y que éstas "energías" son las que realmente hacen 
que la astrología funcione. Hay energías solares. planetarias y 
cósmicas a través del espacio, y es evidente que la Tierra en su 
39 
conjunto es afectada por aquéllas. Pero, en realidad esto nada tie-
ne que ver con la astrología como se la practica hoy con referen-
cia a la vida y la personalidad de un individuo. Sin duda. algún 
día surgirá una ciencia que se base en el estudio de estas ener-
gías (posiblemente se denomine "Cosmoecología") pero no se 
ocupará de la persona individual. Ya no será astrología, tal como 
la alquimia medieval o asiática no es química moderna. 
Creo que Cyril Fagan realizó un valioso trabajo al definir con-
ceptos astrológicos en términos de una astrología arcaica, cen-
trada en el lugar. Pero no vivimos en épocas arcaicas ni en el Re-
nacimiento europeo. Vivimos en un siglo psicológico, en una épo-
ca de revolución total y. es de esperar que estemos en el umbral 
de una nueva era en la que los individuos puedan enfrentarse 
abiertamente con el universo y con todas las experiencias sin in-
termediarios que fuercen sobre ellos categorías sociales, religio-
sas o éticas. ¿Esto es una utopía? Tal vez, pero todos los nuevos 
pasos que el hombre da se basan en un anhelo que parece utó-
pico a quienes son ancianos y están sosegados. Todas las nue-
vas eras empiezan con confusión e incertidumbre. Unos pocos 
individuos pueden ser el puro manantial de la montaña, genera-
dor de una nueva corriente. Sus mentes y sentimientos tal vez 
brillen con una liquidez clara, límpida e inadulterada, pero ellos 
son los menos. Los ideales por los que ellos viven o que ellos só-
lo anhelan en grandes momentos de iluminación actúan sobre 
las masas como un potente fermento, y donde ellos actúan hay 
caos. Hoy en día, casi todo se halla realmente en estado caótico, 
y la astrología no es una excepción. 
Los sistemas de división de casas 
El método que en astrología moderna se usa para determinar 
las cúspides de las doce casas es particularmente caótico. Ha-
blando literalmente. el término cúspide se refiere al comienzo de 
una región del espacio o de un período, o lapso. Empero, algunos 
astrólogos contemporáneos piensan que el término debería apli-
carse a la parte media de una casa. Cyríl Fagan llegó también a 
tal conclusión, pero fue bastante sagaz como para sugerir que, 
en el sistema que él postulaba, ese término debería reemplazar-
se por "mediano". Lo que a menudo hace que un astrólogo piense 
en la cúspide como en la sección media de una casa es la creen-
cia de que las características de una casa se encuentran de mo-
40 
do más explícito y eíkaz después que un planeta llegó a la mitad 
de esta casa. 
Aquí están implícitos dos conceptos. El primero, fundamenta-
lísimo, se refiere a la naturaleza misma de la astrología. Marc Ed-
mund J ones definió hace mucho tiempo a la astrología como "la 
ciencia de todos los comienzos". En un sentido metafísico. esto 
significa que un mapa astrológico puede considerarse como la 
fórmula arquetípica o "seminal" que establece

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