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16 Pracilio Salud como producto social

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LA SALUD COMO PRODUCTO SOCIAL
Dr. Horacio O. Pracilio (1)
En la búsqueda incesante del bienestar, el ser humano y la sociedad que
conforma con sus semejantes, han adoptado diversas conductas y estrategias para
lograrlo. Cada individuo, cada grupo y cada comunidad, según sus percepciones, sus
pautas culturales, sus conocimientos y creencias, ha movilizado sus recursos para
modificar las condiciones desfavorables y alcanzar una mejor calidad de vida. 
Para ello, han debido luchar contra múltiples factores del medio físico y
sociocultural, por lo que esta búsqueda ha sido siempre una relación conflictiva del
hombre con su entorno natural y las condiciones de su ambiente social. Los conflictos
posibles entre el bienestar individual y el bienestar colectivo, y entre el bienestar de
una persona, de un grupo social, o de una comunidad frente a otra, han generado
situaciones en las que cada individuo, grupo o comunidad, ha utilizado su poder para
procurarse el bienestar propio. Muchas veces han confrontado, otras han concertado.
Algunos lo han logrado, y otros no, pero la búsqueda de la salud continúa todos los
días en cada individuo, en cada familia, y en cada comunidad.
 La salud, y la enfermedad, son así el resultado de esa relación dinámica y de
las complejas interacciones que se dan en la sociedad, como producto del accionar
del hombre frente a las condiciones de su entorno físico, biológico y social, y en
especial ante la producción, distribución y consumo de la riqueza social. 
La definición de salud aprobada en 1946, al constituirse la Organización
Mundial de la Salud, adoptó un enfoque positivo al considerarla como “el
completo estado de bienestar físico, mental y social, y no solo la
ausencia de enfermedad o invalidez”. El valor fundamental de esta definición
ha sido la incorporación de las dimensiones psicológica y social, es decir que
reconoce la integridad biopsicosocial del ser humano. Cincuenta años después, en
1999, la misma OMS decidió enriquecer esta definición con el componente
“espiritual”, que pasó a integrar desde entonces la clásica definición de la salud.
Esta trascendente decisión, que aún no ha sido suficientemente difundida y
analizada, tiene sin embargo un antecedente en nuestro país con una definición de
Ramón Carrillo, que ya en 1948 hablaba del elemento espiritual de la salud.
A pesar del indiscutible valor de esta concepción integral de la salud, la
definición de la OMS ha sido cuestionada por numerosos autores por considerarla
en cierto modo utópica, además de difícil de medir individual y colectivamente.
Una de las críticas más difundidas en el ámbito latinoamericano es la de Ferrara
(1968), quién tomando en cuenta aquella triple dimensión, propone una visión mas
dinámica de la salud, definiéndola como el ‘‘estado de óptima vitalidad física,
1 Ex Profesor Titular de Salud, Medicina y Sociedad, Facultad de Ciencias Médicas, UNLP. 
mental y social que surge del accionar del hombre frente a los conflictos
y a su solución”. 
Desde esta perspectiva, del éxito o fracaso en la resolución de los conflictos
que el ser humano tiene en su permanente interacción con el medio físico y Social,
resultan los estados de salud o enfermedad y sus infinitos grados intermedios. El
hombre sano es aquel que mantiene su integridad biopsicosocial en una lucha
victoriosa frente a los conflictos; el hombre enfermo, en cambio, es aquel que no
logra superar el conflicto con el ambiente en la esfera biológica, psicológica, social
y/o espiritual. De igual modo, una comunidad sana es aquella en la que todos sus
integrantes realizan constantes esfuerzos para mejorar su calidad de vida, y una
comunidad enferma es aquella que frente a los diversos conflictos que se le
plantean en la relación con el ambiente físico o sociocultural, no logra articular una
respuesta social organizada para superarlos.
Esta concepción del proceso salud-enfermedad, que a partir de enfoques
similares otros autores la definen como un “proceso” social, y mas recientemente
como un “producto” social, encuentra parte de su fundamentación en la teoría
general de los sistemas. 
En el nivel individual, si se considera que el ser humano constituye un
sistema altamente complejo, una unidad biopsicosocial en continua interacción con
el ambiente, tanto físico como sociocultural, recibe de éste en forma continua
estímulos que originan respuestas de adaptación o rechazo, existiendo siempre en
algún lugar una situación de conflicto que origina tensión o ‘stress” del sistema. Ya
sea que el conflicto se origine en el área biológica, psicológica o social del
individuo, sus efectos se manifiestan en todo el organismo, en virtud del principio
de totalidad de los sistemas.
En la dimensión poblacional, la situación de salud de los diferentes
conjuntos sociales está también determinada por las interacciones con el ambiente
físico y social donde desarrollan su existencia. La población es entonces una
unidad biopsicosociocultural que conforma una determinada comunidad, con un
entorno ecológico de naturaleza física y biológica, pero también integrado por el
ambiente social que conforma la cultura o subcultura de cada sociedad. En los
ecosistemas humanos, los determinantes del ambiente sociocultural han pasado a
ocupar un lugar preponderante con relación a las variables del medio natural.
En tal sentido, siguiendo a Castellanos es necesario diferenciar tres niveles
o categorías de determinantes sociales: 
 Los modos de vida, que son los modelos estructurales que conforman en
general la cultura de una determinada sociedad, con sus aspectos
ideológicos (valores, creencias, conocimientos), sociológicos (formas de
organización social, instituciones, relaciones sociales de producción) y
tecnológicos (productos materiales de la cultura) que constituyen
determinantes sociales básicos. 
 Las condiciones de vida, generadas en procesos predominantemente
biológicos, ecológicos, culturales y económico-sociales, que se expresan en
formas de vinculación con el medio físico y social característicos de
conjuntos o grupos sociales según sea su nivel de ingresos, vivienda,
educación, trabajo, cobertura social, etc. 
 Los estilos de vida, que son los comportamientos regulares y sostenidos
de las personas y los grupos primarios (familias o equivalentes) ante las
condiciones de vida del conjunto social de pertenencia. Aunque expresadas
generalmente a través del individuo, los comportamientos están, sin duda,
condicionados por categorías colectivas: los valores, los hábitos y las
condiciones socioeconómicas del grupo de referencia del individuo y del
contexto social más amplio, limitan o amplían las opciones para la acción.
La interrelación de la población con el ambiente es también por naturaleza
conflictiva, desde la lucha por la supervivencia de los pueblos en todas las épocas
y en particular de los grupos humanos aislados, marginados o excluidos, hasta los
conflictos psicosociales y culturales de las sociedades modernas y desarrolladas.
Entre ellos, toda la gama de posibilidades de comunidades con multiplicidad de
fenómenos conflictivos de tipo politico, económico, social y cultural de naturaleza
diversa. Desde la disponibilidad y utilización de los recursos naturales, hasta las
relaciones económicas, sociales, culturales y políticas de la sociedad actual,
constituyen factores frecuentemente conflictivos, determinantes de la salud
colectiva. Nuevamente, de la mayor o menor resolución de estos conflictos
depende el estado de salud o enfermedad de esa comunidad.
La salud es así un producto social, en la medida en que es una resultante
y depende de las acciones que realizan, a favor o en contra, los diversos actores
sociales y políticos que intervienen sobre el ambiente y las condiciones de vida de
las poblaciones. 
La salud,individual y colectiva, es el resultado de la relación
dinámica que se da en una sociedad entre los procesos
biológicos, ecológicos, culturales y económico-sociales. Como
producto social, depende de las acciones que realizan los
actores sociales y políticos que intervienen sobre el ambiente
y las condiciones de vida de las poblaciones.
Tratándose entonces de una construcción social, la salud está condicionada
a una determinada visión del bienestar que es propia para cada cultura, definida y
materializada de manera autónoma por la sociedad, según cada contexto social y
cultural. Esto significa que el concepto de salud no es unívoco, sino que depende
de la percepción que cada persona, cada grupo o cada comunidad tiene en función
de una determinada concepción o ideal de salud.
Para alcanzar la salud del conjunto social, deberán resolverse los conflictos
que se generan entre los intereses de los distintos actores, a través de procesos de
concertación cuyo objetivo debe ser lograr el mayor grado de bienestar para todos
los integrantes de esa comunidad, en condiciones de la mayor equidad posible.
El proceso de producir salud socialmente no puede interpretarse ya sólo como
el producto de una acción intersectorial, sino que involucra a todos los actores y
sectores sociales, institucionales y comunitarios, que pueden influir sobre la situación
de salud de los conjuntos sociales de un determinado espacio geográfico poblacional.
La producción social de la salud es la activación de los
procesos y acciones sociales que conducen al desarrollo de la
salud individual y colectiva, en base al esfuerzo positivo de
toda la sociedad. 
	LA SALUD COMO PRODUCTO SOCIAL

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