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¿Quién puede no aceptar una deducción racional, una evi- dencia apoyada en un consenso universal, una identificación basada en el sentido común? Sólo los locos. Y la locura cons- tituyó para Michel Foucault uno de sus primeros objetos de es- tudio. En 1961 publicó Historia de la locura en la época clásica. Sin embargo, el problema que apasionaba a Foucault estaba lejos de agotarse. A lo largo de los 25 años siguientes, Foucault continuó inves- tigando y publicando. Su búsqueda admite varias formulacio- nes, la que presenta este libro puede resumirse así: ¿qué hace que algo se nos muestre como verdadero?, ¿qué poder tiene la verdad sobre nosotros?, ¿en qué se basa la fuerza de la rebeldía contra la verdad? No sólo los locos desobedecen, rechazando una verdad racio- nal. La anarqueología es una actitud anarquista, que consiste en no inclinarse ante algunas de las verdades científicas de las ciencias humanas. Las verdades -defiende Foucault, siguien- do la senda de Nietzsche- son creaciones históricas, resultan- tes de los acuerdos entre determinados juegos del lenguaje y determinadas prácticas humanas. En el proceso de constitu- ción de nosotros mismos, establecemos una relación de ma- yor o menor aceptación/rechazo y obediencia/desobediencia con las verdades que nos hablan de lo que somos, de lo que hemos dejado de ser, de lo que devenimos. ISBN : 97!-6~9~b6b69~ 1 11 11 9 788494 686894 Maite Larrauri NARQUEOLOGÍA Foucault y la verdad como campo de batalla ANARQUEOLOGÍA MAITE LARRAURI ANARQUEOLOGÍA FOUCAULT Y LA VERDAD COMO CAMPO DE BATALLA Seguido de: Anarqueología y gubernamentalidad neoliberal· ¿Quiénes somos hoy? Lucía Gómez Enclave de libros ISB~: 978-84-946868-9-4 Depósito Legal: M-30354-20I8 Título: Anarqueología. Foucault y la verdad como campo de batalla © Maite Larrauri © de la presente edición Enclave de libros, 2018 © de la imagen de portada: Max © del posfacio: Lucía Gómez Enclave de Libros C! Relatores, r 6 28or2 Madrid enclavedelibros@hotmail.com ÍNDICE Prólogo: Veinte años después INTRODUCCIÓN 0.1 Leer a Foucault 0.2 Los textos de Foucault PRIMERA PARTE: ANÁLISIS DEL LENGUAJE 1. 1 El «enigmático» enunciado. I. 2. Invisibilidad. 1. 3. Ilocucionaridad. 1 -4- Incorporalidad. SEGUNDA PARTE: HISTORIA DE LA VERDAD 2.1 La verdad como producción 2.2. Las dos historias de la verdad. 2.3. La vida verdadera. 13 21 31 37 52 81 119 1 47 1 74 219 Posifi¡cio: Lucía Gómez Refirencias bibliográficas IO 247 z6r Ne te courbe que pour aimer René Char Para ti, Alessandra II PRÓLOGO VEINTE AÑOS DESPUÉS Cuando escribí Anarqueología ya era feminista. Y desde hacía muchos años. Sin embargo, solo una vez nombro a las mujeres en este libro. No creo que ello se deba a mi celo por seguir fielmente las teorías de Foucault, sino más bien porque no me sentía auto- rizada a hacerlo. No por falta de libertad de espíritu, sino por falta de valentía. Michel Foucault pensó y escribió a partir de su propia experiencia. Su interés por la locura, o por la mirada médica, o por la vida en las cárceles, o por la sexualidad proviene de elementos que se cru- zaron en su vida y que constituyeron ocasiones de reflexión. Y por ello, cuando tiene que establecer un puente entre la elaboración teórica de su historia de la sexualidad y la inserción en el presente de sus escritos, se refiere a la experiencia de la homosexua- lidad. Un ejemplo de un modo de hacer envidia- ble: no creo haber sido la única en haber deseado fuertemente que Fo_ucault, en vez de ser un hombre, hubiera sido una mujer. 13 Prólogo Pero no sé si habría funcionado. He podido com- probar, en el caso de grandes pensadoras como Simone Weil, como Hannah Arendt, lo cerca que estaban de haber podido reflexionar sobre la expe- riencia de las mujeres y, al mismo tiempo, la ausencia de ese argumento en sus obras. Simone Weil escribe sobre los desgraciados, sobre los humillados, pero no hace mención a las mujeres. Hannah Arendt reflexiona sobre la ciudadanía y su capacidad de hacer política, pero no toma en consideración la inclusión de las mujeres. A veces me da rabia. Y solo con la poderosa máquina del pensamiento feminista puedo volver sobre estas autoras para encontrar en sus libros lo que necesito. Foucault no escribió sobre las mujeres, porque jus- tamente no lo era. ¿Podría haberlo hecho de todas maneras? Pierre Bourdieu, siguiendo los análisis foucaultianos sobre el poder, lo hizo. En su libro La dominación masculina, lleva a cabo, por ejemplo, una disección antológica del personaje de Mrs. Ramsay, perteneciente a la novela Al foro de Virginia Woolf. Pero a pesar de establecer con enorme claridad que las mujeres son el producto de una relación de domi- nación casi eterna por parte de los hombres, cuando Bourdieu tiene que proponer una «solución», no se le ocurre otra cosa que afirmar que el camino para supe- rar este enfrentamiento consiste en el amor, porque el amor podría estar fuera de las relaciones de poder. No creo ser la única que, al llegar a este punto, haya Prólogo puesto la cara del emoticón con la boca abierta de sorpresa, para después pasar a la carcajada. Bourdieu, que analiza casi como un entomólogo el orden sim- bólico del patriarcado, cuando quiere ver dónde están las fisuras de ese orden, no puede pensar ni sentir como una mujer, por la sencilla razón de que no lo es. El pensamiento de Foucault deviene podero- samente feminista a la luz de las teorías de Judith Butler. La idea central de esta aproximación con- siste en la coincidencia de ambos en la afirmación de que el sujeto no es anterior a las prácticas. Una idea tan fácil de repetir y de recordar como lo era esa otra defendida por Simone de Beauvoir mucho antes: «No se nace mujer, se deviene». Pero también una idea difícil de asimilar, sin caer en una interpre- tación de la historia que considere que ser hombre o ser mujer son meros roles que voluntariamente . pueden superarse. En este libro desgrano los tres tipos de prácticas { que configuran el modo de vida de los humanos, y por tanto a los humanos: las prácticas discursivas,¡ las prácticas no discursivas~ y la.s prácticas de subje-\, _..- tivaCíón. Aunque la ampliación del conjunto de las \ prácticas fue paulatina, el punto de origen se man- tiene el mismo: los seres humanos no son natura- leza sino historia, fruto de lo que hacen. N o existe la naturaleza humana por debajo de las prácticas. La descripción de lo que los lenguajes y las for- mas de existencia -las dos primeras prácticas que Prólogo describió Foucault- producen ha inspirado mul- titud de estudios sociológicos, antropológicos, que han defendido la determinación social y cultural de los individuos. El trabajo de Bourdieu al que me refería anteriormente es un ejemplo. Pero política- mente el cierre analítico que estos estudios llevan a cabo es nefasto. El mismo Foucault se percató de ello y explicó que una cierta parálisis se adueñó de sus investigaciones. Si el orden social está mediado por las relaciones de poder que pueden explicitarse a través de las prácticas, y si partimos de la idea de que los individuos no son sino el producto de esas prácticas, ¿cómo y a partir de dónde se efectúan los cambios, las revoluciones? La mirada de Foucault se centraba en buscar las fisuras, las brechas del orden, el punto en el que las cosas empiezan a dejar de ser lo que son, el momento en el que los humanos dicen «no». Y entendió que 1 existe otro tipo de prácticas diferentes de las discur- ) sivas y no discursivas~~<:!;C:::I§ d~_subj~~ivac~~l!L 1 consistentes en el modo en el que cada cual asume r los lenguajes y las formas de existencia. y ahí se \podían visibilizar las imperfecciones del sistema, del ¡,orden establecido. Ese era el punto del fracaso posi- ~le. Las llamó «prácticas de libertad» para poner de ,'manifiesto que~es~eriU:gar en elque la sociedad y el ·orden se enfrentan a la no ductilidad del individuo: 'está claro que de forma masiva son las sociedades las que logran producir a sus propios sujetos como Prólogo «sus» sujetos, pero el consentimiento necesario a¡ esas prácticas lo asume cada uno en sí mismo, en/ su manera de aceptar o rechazar. Los márgenes deL una cultura están formados por los~cl~sajtiStáClos~Iº~'l J~cos, los inadaptados·, l~s desviados o los invisi- i bles.S1 estos tipos de personas existen,es porqueenj algún momento no stpieron decir «SÍ». "IR · La anarqueología(~s)una descripción de algunas prá'7:tícis~-de~~bj~ti~idad de rechazo al consentí-/, miento. Las ciencias humanas cierran el camino a lq: rebelión, hacen un corte sincrónico de una sociedaj[l e impiden ver la salida. Dicen cómo son las cosa~, / los humanos. y lo afirman apoyándose en estadís- r ticas, en demostraciones, en teorías. Sus argumen-¡ taciones están imbuidas de autoridad científica. Por eso el gesto anarqueológico es aquél que dice «es~\ verdad, pero no me inclino», o sea no consiento, no 1 obedezco. El feminismo italiano, el feminismo llamado «pensamiento de la diferencia sexual», elaboró con aportaciones de Foucault una teoría acerca del modo en el que el orden simbólico patriarcal no podía dar cuenta de la experiencia femenina, por- que de entrada estaba «descartada» -así lo expresa Alessandra Bocchetti- al tener que expresarse en los términos de la experiencia del otro, del varón. De esta manera, lo que en los ejemplos de Fou- cault eran márgenes minoritarios, aquí se planteaba como una cuestión de mayorías sociales. A lo largo Prólogo de la historia algunas mujeres parecieron locas, bru- jas, inadaptadas, desviadas, imposibles: su «no», su desobediencia les hizo la vida irrespirable. La invi- sibilidad de las mujeres y sus desajustes ponen en evidencia una gran disfunción del orden patriarcal y explican la aparición del movimiento feminista, que ahora sabe interpretar aquellas desobediencias como «descartes». Asimismo, y basándose en Arendt y su análisis de la autoridad, el pensamiento de la diferencia sexual establece la distinción entre poder y autoridad, de gran ayuda en la comprensión de las prácticas de subjetividad. Es dar un paso más allá de la descrip- ción de las relaciones de poder para establecer que si bien el poder es un movimiento de arriba a abajo, sin embargo la autoridad lo es de abajo a arriba. Para ejercer el poder hay que tener los instrumentos para ello y una cultura los pone a disposición de los que mandan: las formas de hablar -esto es, los dis- cursos- y las formas de vivir -o sea las institucio- nes sociales y políticas- encuadran a las personas y las proveen de una identidad, les dan un lugar en el mundo. Sin embargo, para que las prácticas discur- sivas y no discursivas funcionen, cada persona tiene que asentir a la identidad propuesta, tiene que reco- nocerse en ese modo de vida: ese es el movimiento de abajo a arriba, el consentimiento, la atribución de autoridad a ciertos discursos y ciertas formas de hacer sobre uno mismo. I8 Prólogo Foucault estaba apasionado por la historia de la verdad, su inspiración nietzscheana en este punto es una línea de continuidad de toda su obra. La ver- dad tiene un poder de autoridad inmenso, nuestra racionalidad occidental está basada en ello. Ese es el motivo por el que cuando la desobediencia a la verdad se lleva a cabo individualmente, la historia es en general bastante triste, casi siempre termina mal. Pero cuando la no inclinación ante la verdad, cuando la lucha contra la autoridad que tiene sobre noso- tras la palabra y las acciones de un orden patriarcal adquiere la fuerza de un movimiento colectivo, el final de esta historia está escrito en clave de alegría. El movimiento feminista transforma el gesto margi- nal anarqueológico «es verdad, pero no me inclino}} en la actitud política «es verdad, pero no nos incli- namos}}. ¿Qlé otra cosa hace el movimiento femi- nista con la autoridad de la historia, de la psicología, de la sociología, del derecho, de la medicina, de la teoría política sino darle la vuelta, desobedecerla e imponer otras verdades? Hace ahora cincuenta años de Mayo del 68. También aquellas fueron prácticas de subjetividad por las que desaparecieron ciertas identidades y aparecieron otras. Una revolución para quienes lo vivimos y para quienes vinieron después. Porque a quienes vivíamos en España, los jóvenes de París nos parecían «gent neta, lliure, desvetllada i felip} - como decía el poeta. Porque allí era fácil conseguir I9 Prólogo anticonceptivos y porros. Porque debajo de los puentes se hacía el amor. Porque la librería en la que robábamos libros se llamaba «la joie delire». Porque sonaba Billy Halliday en las buhardillas. Porque se organizaban manifestaciones contra la invasión de Checoslovaquia por parte de la URSS. Porque en las paredes se podía leer «N'écrivez pas avec bic, écrivez avec votre tete». Cuando oigo decir que la teoría de la performa- tividad del discurso y de las prácticas no discursivas es una forma no materialista de analizar las iden- tidades porque falta la determinación económica y social, pienso que el que así dice nunca ha estado inmerso en un movimiento revolucionario. Gilles Deleuze decía que una revolución no tiene porvenir, tiene devenir. El devenir es la corriente que lleva a quienes participan a convertirse en otra cosa. Como la conversión que le gusta describir a Foucault: es un viaje del que cuando vuelves, no se te reconoce porque justamente puedes decir «ego non sum ego». Valencia, mayo de 2or8 20 INTRODUCCIÓN O. I LEER A FOUCAULT El reto al que se enfrenta el filósofo-comentarista consiste en decir lo que otro dice sin caer en la tra- ducción ni en la mimetización. La búsqueda de una tercera vía en la lectura e interpretación de los textos es al menos tan difícil como ha sido dejar de pensar el lenguaje en términos de significante y significado. El «estructuralismo»1 lingüístico de los años sesenta, 1 La dificultad de ceñir lo que designa la etiqueta <<estructu- ralismo>> puede hacer pensar que no fue más que una deno- minación propagandística destinada a fomentar determinados intereses editoriales o a proporcionar una clasificación útil en medios universitarios. En el Diccionario de Filosofía Contempo- ránea, dirigido por M.A. Qyintanilla, ed. Sígueme, 3a edición, I 9 8 5, en el apartado titulado <<El estructuralismo>>, Eugenio Trías es consciente de la vaguedad de esta etiqueta cuando afir- ma que se le puede aplicar a toda la filosofía francesa en tanto seguidora de Marx, Nietzsche y Freud. De manera parecida J.M. Auzias afirma que la mayoría de los filósofos franceses (y algún ilustre extranjero incluso, como Umberto Eco) son es- tructuralistas, en El estructuralismo, Madrid, Alianza editorial, 21 Introducción heredero de la famosa distinción saussuriana pero influido decididamente por el formalismo ruso, situó la cuestión de la significación del lado del sig- nificante. Se acentuaba el interés por las conexiones, ramificaciones y sistemas de organización de los signos en detrimento del contenido referencial del lenguaje: como decía Deleuze en aquellos tiempos, para el estructuralismo es más importante señalar con precisión los lugares que lo que rellena esos lugares.2 La pluralidad de funciones que Jakobson definía para el lenguaje hacía perder a la referencia- lidad su primacía. 3 El impacto en la filosofía de esta teoría lingüística se concretó en dos tesis que con- figuraron toda una época: la atención dispensada a la estructura significante fue la base a partir de la cual negar independencia al pensamiento respecto del lenguaje y a partir de la cual disgregar o romper 1969, pág. 12. Esta ambigüedad de la denominación "estructu- ralismo", que hizo que casi ninguno de los señalados se identi- ficara con ella, explica el sarcasmo con el quealgún comenta- rista anglófono aborda una definición precisa del término; es el caso de Runciman, W. G., <<What is structuralism?>>, en Ryan, A. (ed), The philosophy if social explanation, Oxford, Oxford University Press, 1973. 2 Deleuze, G., <<A quoi reconnait-on le structuralisme?>> en Le )(Xéme Siecle, octavo tomo de Histoire de la Philosophie, dirigida por Fran¡;:ois Chatelet, París, Hachette, 1973, pág. 306. 3 Jakobson, R, Essais de linguístique générale, París, Minuit, 1963, págs. 214 y ss., ed. cast. Ensayos de lingüística general, Barcelona, Ariel, 19 84. 22 Introducción la unidad de la subjetividad como creadora de sig- nificado. Apareció un nuevo materialismo, el de los signos, y un nuevo anti-humanismo, el del sujeto sujetado por las estructuras.4 Reconociéndose o no bajo el término de «estruc- turalismo», a veces incluso oponiéndose radical- mente a él, gran parte de la cultura francesa de vanguardia -agrupada en revistas como Te! Que!, Cahiers pour l'Analyse, Change, Cinéthique- privi- legió el trabajo del «texto» y la «escritura» siendo estas las producciones que llevan a cabo investiga- dores, filósofos, ensayistas, novelistas o poetas que no desprecian «la sal de las palabras», en expresión de Roland Barthes;5 el que escribe, pertenezca a la disciplina que pertenezca, deja de ser el que expresa su pensamiento por medio de frases para ser más bien un «Piensa-Frase».6 Esta manera de concebir el trabajo de la escritura puede justificar que, a los ojos de otras tradiciones, los filósofos franceses parece que tan solo hagan literatura. Es sabido que Foucault negó repetidas veces que su teoría fuera estructuralista. Blanchot cree enten- der que lo que Foucault rechazó del estructuralismo es un cierto formalismo ahistórico según el cual 4 Deleuze, G., <<A quoi reconnait-on le structuralisme?>>, op. cit, pág. 307 5 Barthes, R., Le¡:on, París, Seuil, 1978, pág. 21 ed. cast. El placer del texto. Lección inaugural, Madrid, Siglo xxr, 2007. 6 Barthes, R., Le plaisir du texte, París, Seuil, 1973, pág. 81, o p. cit. 23 Introducción las reglas que rigen las conductas constituyen un sistema idéntico en el que se reconocen todos los acontecimientos históricos.? Ahora bien, estructu- ralista o no, Foucault empezó a pergeñar sus propias ideas a partir de una situación en la que los instru- mentos de análisis lingüístico estaban dominados por las concepciones derivadas del estructuralismo, una situación impermeable a otras tradiciones de análisis del lenguaje. Ya desde sus primeros escritos, Foucault se manifiesta en contra de hablar sobre el pensamiento de otro, o decir lo que otro ha dicho, haciendo un análisis del significado de sus pala- bras, ya que hablar del significado de un texto es suponer al mismo tiempo que hay más significado que significante: en efecto, el comentarista o her- meneuta parte de la base de que existe un resto de pensamiento mudo y escondido bajo las palabras del autor que se está interpretando. Cada lenguaje -piensa Foucault- posee en sí mismo sus propias claves de interpretación y por lo tanto hay que susti- tuir el trabajo de desciframiento de significados por el esfuerzo por analizar la red de conexiones de los significantes. El lenguaje no traduce el pensamiento porque el lenguaje se autoimplica, no dice nada si no las palabras y las frases que dice. 7 Blanchot, M.,Michel Foucault te! queje !'imagine, Montpellier, Fata Morgana, 1986, pág. 21., ed. cast. Michel Foucault tal y como yo lo imagino, Valencia, Pre-Textos, 2014. 24 Introducción De todas maneras, Foucault, al igual que otros pensadores franceses, fue rápidamente consciente de que debía abandonar los límites metodológicos que el análisis del lenguaje estructuralista tenía. Su bús- queda, sin renunciar a los postulados lingüísticos- filosóficos materialistas y anti-humanistas, rehuirá la entronización del «texto» como única fuente de significación. La originalidad foucaultiana cobra sentido si interpretamos sus primeras obras -hasta L'archéologie du savoir- como un intento de apro- ximación a los textos con un método nuevo que se va perfilando al mismo tiempo que se hace. Cuando Foucault «encuentra>> la filosofía analítica, ya lleva mucho tiempo trabajando y elaborando conceptos y teorías sobre su propio trabajo, todo lo cual no le impedirá aprovecharse de las coincidencias que existen entre su método de análisis del lenguaje y el de la filosofía analítica. Ahora bien, el desprecio hacia el análisis del con- tenido significativo de los textos, que ha impregnado la cultura francesa aunque haya sido practicado en grados diferentes según autores, tuvo sus repercusio- nes en quienes eran lectores del pensamiento fran- cés, que ya no podían despegarse de las palabras con las que un texto estaba escrito, convirtiéndolas así en fórmulas mágicas cuya repetición, hasta la náu- sea, debía ser suficiente para comunicar toda su sig- nificación: hablar como Foucault, o como Deleuze, o como Lacan, o como Derrida, o como Althusser, 25 Introducción dispensaba a los estudiosos de estas obras de tener que comprenderlas y explicarlas. 8 Huyendo de la idea del lenguaje como traducción del pensamiento, se caía en la mimetización. Esta es la razón de que algunos textos de comentaristas del pensamiento francés sean escritos miméticos más incomprensi- bles o más difíciles que el original al que se refieren. Una tercera vía de aproximación a los textos, que escape a la traducción y la mimetización, tiene que partir de la consideración de que el lenguaje no traduce un pensamiento previo sin palabras y que dominar un lenguaje es no solo configurar una manera de pensar sino también vivir según unas normas de comportamiento. Por eso, cuando se aprende un nuevo lenguaje además del que ya se posee se están aprendiendo nuevas formas de pen- sar y nuevas formas de hacer. Hay, sin embargo, algo más, puesto que lo que se aprende se apoya sobre la base de lo que ya se sabe. La naturalidad con la que hablamos nuestra lengua materna y con la que nos comportamos en nuestro medio social 8 Como efecto probablemente combinado de no saber mucho francés y de mantener una enorme fidelidad con el significante, se han cometido aberraciones, en castellano, como la de tradu- cir la expresión althusseriana <<Structure a dominante» COmO <<estructura a dominante>>, expresión esta que al ser dicha oral- mente produce un sentido contrario al que Althusser quería poner de manifiesto ya que significa que la estructura no tiene dominante. z6 Introducción lingüístico contrasta con la torpeza, falta de seguri- dad y ausencia de espontaneidad con la que habla- mos una lengua extranjera y nos comportamos en un medio extraño: ello indica que no es tan fácil ni tan directo aprender nuevas formas de vida como lo fue aprender la nuestra. Ante esta situación, los humanos reaccionamos básicamente según uno de estos dos modelos: traducimos la lengua extran- jera a la nuestra y seguimos pensando en nuestra lengua, con lo que poco aprendemos de nuevo, o intentamos adoptar los usos lingüísticos nuevos haciendo, por lo tanto, un esfuerzo por pensar en esa nueva lengua.9 Los filósofos no somos distintos de los humanos y una de dos, o abordamos un pen- samiento nuevo traduciéndolo al que ya poseemos, con lo que nuestra actitud será claramente enemiga de lo nuevo, o intentamos que la lectura de algo dis- tinto nos transforme. La lectura de apropiación -la 9 Jenaro Talens, en <<La escritura como traducción» (estudio preliminar que acompaña la edición bilingüe de Holderlin, F., Las grandes elegías, Madrid, Hiperión, r 9 So) hace una reflexión sobre el trabajo del traductor y las distintas formas que hay de llevarlo a cabo: traducir salvando el contenido, traducir siendo fiel al orden formal y, finalmente, traducir re-escribiendo el texto original. Este tercer tipo de traducción <<no hace sino actualizar el texto traducido, hacerloválido para el presente de su lectura! realización». Talens, J, op. cit., pág. 13 (El entrecomillado es del autor). La re-escritura o actualización del texto que Talens propone es una tercera vía de lectura y de traducción al margen de la dicotomía significante/significado. 27 Introducción lectura que hace míos pensamientos que con ante- rioridad no me pertenecían- se lleva a cabo conec- tando lenguajes, sumándolos. La ampliación de la experiencia, por la que nuevas maneras de hacer y de hablar se incorporan a las que ya poseemos, es el resultado de esta manera de leer. Qyizá no todo sea conectable pero, cuando se logra, los resultados son una nueva producción, cuya fuerza solo podrá ser medida por su posibilidad de desencadenar a su vez la creación de nuevas producciones. Esta forma de leer o de incorporar un nuevo len- guaje que aquí expongo está parcialmente inspirada en el modelo rizomático de ampliación de la expe- riencia y de conocimiento del mundo que Deleuze y Guattari proponen10 y del que pienso que Fou- cault se sintió muy solidario. Conocer algo nuevo, conectar con otro movimiento distinto del propio no es imitar o copiar sino dejarse invadir por lo dis- tinto para que el resultado sea una combinación o conexión de dos movimientos, el propio y el ajeno. Conocer otros juegos del lenguaje u otras formas de vida tiene, por fuerza, que proponer una nueva com- binación en la que unas formas a otras se aclaren, perfilen, critiquen o completen. En una ocasión le preguntaron a Foucault si estaba proponiendo una actualización de la idea griega del 10 Deleuze, G. y Guattari, F. Mille Plateaux, París, Minuit, 1980, ed. cast. Mil mesetas, Valencia, Pre-Textos, 1994. 28 Introducción epimeleia eautou (preocupación o cuidado de sí). Foucault contestó afirmativamente pero matizando que no pretendía decir que hubiera que «volver>} a un principio olvidado por la filosofía: Nada me es más ajeno que la idea de que la filoso- fía se haya descarriado en un momento dado, que haya olvidado algo y que haya, en algún lugar de su historia, un principio, un fundamento que ha- brá que redescubrir. Creo que todas estas formas de análisis, ya tomen una forma radical diciendo que, desde el punto de partida, la filosofía ha sido olvido, ya tomen una forma mucho más histórica diciendo: «En efecto, en tal filósofo hay algo que ha sido ol- vidado>>, no son muy interesantes, no puede sacarse gran cosa de ellas. Todo lo cual no quiere decir que el contacto con tal o cual filósofo no pueda produ- cir algo, pero habría que subrayar que este algo es nuevo. 11 Foucault no reivindica un retorno a los griegos sino que, más bien, de la misma manera que hay griegos nietzscheanos y griegos heideggerianos, nos pre- senta unos griegos foucaultianos. Este nuevo pro- ducto, fruto de la conjunción de dos pensamientos, modifica tanto el punto de partida como aquello por lo que se deja llevar. 11 Foucault, M., <<L'éthique du souci de soi comme pratique de la liberté>>, Concordia. Revista internacional de filosofía, n. 4, 1984, pág. 1 IO. 29 Introducción De este tercer modelo de lectura de los textos me gustaría dejarme llevar en el trabajo que sigue a continuación: ni traducción del significado de las palabras de Foucault revelando así lo no-dicho de su pensamiento, ni mimetización significante impi- diendo arrojar nuevas luces sobre lo que ya está dicho. Tengo la pretensión de que el lenguaje de la analítica pueda conectarse parcialmente con las reflexiones de Foucault, sin preocuparme por saber si esta conexión habría sido aceptada por él mismo: si lo logro, habré presentado un Foucault pragmá- tico de cuya verdad solo se podrá obtener la prueba porque otros puedan leer productivamente así sus textos. Bouveresse, hablando de los lenguajes privados, dice que el mejor ejemplo posible de estos lo consti- tuye el lenguaje filosófico mismo. Y añade: Hablar de un <<lenguaje filosófico>> es ya en muchos aspectos un abuso de lenguaje característico: lo que se designa comúnmente bajo este nombre no es en realidad nada más que una familia de idiolectos más o menos privados, y el verdadero problema plantea- do por las discusiones entre filósofos no es sin duda, como se dice a menudo, que no estén de acuerdo sobre casi nada, sino que, literalmente, no se com- prenden.12 12 Bouveresse, J., Le mythe de l'intériorité, París, Minuit, 1976 (nueva edición 1987), pág. 684. 30 Introducción Espero que todas las páginas de este libro en las que conecto parcialmente dos tradiciones sean un lugar posible en el que ambas se comprendan. En este caso, demostrar que la combinación es posible es demos- trar al mismo tiempo y- en la práctica la justeza de los presupuestos de esta manera de leer, por lo que, si es posible hacer lo que hago es porque la filosofía de Foucault encierra algunas verdades. 0.2 LOS TEXTOS DE FOUCAULT He periodizado la obra de Foucault en tres partes, considerando -como espero demostrar- que no hay grandes virajes sino más bien aproximaciones sucesivas y cada vez más precisas a su objeto de estudio que, por decirlo ya de entrada, es el sujeto humano en tanto se da a conocer y en tanto se conoce. Estos tres períodos son los siguientes: r. De 1960 a 1970: desde la publicación de Histoire de la folie hasta L'archéologie du savoir. Foucault inicia una búsqueda de una nueva teoría del len- guaje. El sujeto humano se aborda desde los sabe- res que lo han configurado como sujeto que habla, vive y trabaja, loco o cuerdo, enfermo o sano. 2. De 1970 a 1980: desde que Foucault ocupa la cátedra del College de France hasta que inicia, en 31 Introducción sus cursos una reflexión sobre los procesos de sub- jetivación. Su investigación sobre el lenguaje con- cebido como una práctica se ve ampliada al estudio y consideración de las prácticas en general, tanto lingüísticas como no lingüísticas. Por mediación de la relación entre las prácticas y la reflexión sobre la acción humana surge el problema del poder. El sujeto humano se explica desde la red de prácticas en las que se encuentra «sujetado». 3· De 1980 a 1984: desde el comienzo de sus cursos sobre la subjetividad hasta la publicación de los dos últimos tomos de la Histoire de la sexualité. A la investigación de las prácticas lingüísticas y no lingüísticas, Foucault añade las prácticas de sí para pensar, gracias a ellas, el polo subjetivo activo en la asunción de las reglas que rigen las prácticas. Ello le permite asimismo abordar una explicación del sujeto humano desde la libertad. En cuanto al material bibliográfico que utilizo, quiero hacer alguna precisión. He utilizado libros y artículos publicados por el propio Foucault, entre- vistas revisadas y publicadas con su autorización, entrevistas no revisadas y publicadas tras su muerte, conferencias transcritas estando Foucault en vida ' conferencias transcritas después de su muerte, cur- sos de los que hay transcripción escrita, textos de los que hay versión original francesa y textos que están 32 Introducción solo en lenguas a las que fue traducido el original francés hablado y, finalmente, textos cuyo original fue directamente el inglés hablado.13 En el seno de esta dispersión he aplicado un criterio de lectura ins- pirado directamente en Deleuze.14 Según Deleuze hay dos clases de textos de Foucault: los que tie- nen un carácter analítico y los que tienen un carác- ter diagnóstico. Los textos analíticos proponen un análisis de las regularidades que establece tal o cual proceso, es decir, nos hablan de lo que somos o de lo que fuimos y empezamos ya a dejar de ser, mientras que los textos diagnósticos establecen la actualidad de estos análisis o, si se quiere, su intempestividad o su inactualidad en términos nietzscheanos, esto es, nos plantean lo que estamos empezando a ser. Los libros y los artículos de Foucault pertenecen a la parte analítica de su obra: son la historia delo que somos o ya no somos. Las entrevistas establecen el uso que se puede hacer de la historia que expone 13 El material que incluyo en este libro está citado según su fuente original, pero se encuentra reunido, en su mayor parte y excepción hecha de los cursos en el College de France, en los cuatro volúmenes compilados por Daniel Defert y Frans:ois Ewald que llevan por título Dits et Ecrits (París, Gallimard, r 994). Al final del libro, en las referencias bibliográficas, junto con la fuente original de cada texto, están indicados el volumen y las páginas de Dits et Ecrits en el que puede encontrarse. 14 Deleuze, G., <<(hl'est-ce qu'un dispositif?>>, en Michel Fou- cault philosophe. Rencontre international. París 9, 1 O, 11 janvier 1988, París, Seuil, 1989. 33 Introducción en sus libros y artículos para cambiar y llegar a ser otra cosa. Partiendo de esta clasificación, considero que los cursos que Foucault impartió están a mitad camino entre el análisis y el diagnóstico puesto que permiten ir viendo a través de qué vericuetos va emergiendo un nuevo pensamiento, cómo se une la paciencia del análisis con los imperativos del diag- nóstico. Por ello suscribo la opinión de los que dicen que no se puede lograr una interpretación coherente de la obra de Foucault si se desconoce su enseñanza oral.15 15 Esto es lo que reza la contraportada de la primera edición de cassettes conteniendo algunas clases de Michel Foucault, realizada por J acques Lagrange. 34 PRIMERA PARTE ANÁLISIS DEL LENGUAJE I. I EL «ENIGMÁTICO>> ENUNCIADO. Let me announce once and for all that I am not a structuralist, and I confess, with the appropriate cha- grín, that I am not an analytic philosopher. Nobody is perfect. 1 Efectivamente, Foucault no es un filósofo analí- tico, como él mismo declara. Sus primeros pasos le condujeron por el camino de la Historia de las ciencias y sus verdaderos maestros fueron Can- guilhem, Bachelard, Koyré y no la fenomenolo- gía en boga, por la que necesariamente tuvo que pasar en sus años de Universidad. 2 Huyendo de la 1 Foucault, M., <<Sexuality and solitude», London Review of Books, m, 9, 2 r de mayo-3 de junio de r 9 8 r, pág. 3. 2 Foucault, M., <<Structuralism and Post-structuralism>>, Telos, spring r983, pág. r97-r98: <<Tampoco podemos olvi- dar que en el período r 945- r 9 55 en Francia, la totalidad de la Universidad francesa -la joven Universidad francesa, por oposición a la tradicional- estaba mucho más preocupada en la construcción de algo que no fuera Freud-Marx sino Husserl-Marx: la relación de la fenomenología con el marx- ismo.[ ... ] En concreto en torno a Canguilhem, figura de gran 37 L Análisis del lenguaje fenomenología y su problemática de la experien- cia del sujeto vivencia!, y encontrando en la frial- dad del objeto un talante más propicio para reali- zar sus trabajos, Foucault dedicó intensamente su vida intelectual a hacer Historia, hasta el punto de considerarse a sí mismo más como historiador que como filósofo; y, aunque este extremo quede con- tradicho por las declaraciones que acompañaron la aparición de sus dos últimos libros -L'usage des plaisirs y Le souci de soi-, su trabajo puede con- siderarse como el de un pensador cuya materia prima fue idéntica a la empleada por un historia- dor. Ahora bien, Foucault no es un filósofo de la historia: pensaba que si la tarea especulativa de la filosofía se hacía sobre la base de la lectura de obras históricas escritas por historiadores, entonces se estaban aceptando los postulados implícitos con los que habían sido investigados tales fragmentos históricos. En su opinión, una reflexión filosófica rigurosa sobre la historia no podía satisfacerse con dar un nuevo sentido a acontecimientos narrados y construidos por los historiadores sino que el trabajo lo «tiene que hacer uno mismo. Hay que influencia en la Universidad francesa, en la joven Universidad francesa. Muchos de sus estudiantes no eran ni marxistas, ni freudianos, ni estructuralistas. Estoy hablando de mí mismo>>, trad. castellano <<Estructuralismo y postestructuralismo>> en Estética, Ética y hermenéutica, obras esenciales, vol. nr, Barce- lona, Paidós, 1999. Anarqueología bajar al fondo de la mina; requiere tiempo; exige esfuerzo».3 Desde su primer libro, Foucault se sumergió entre papeles viejos, pergaminos, libros sepultados por el polvo, registros apolillados, tintas descoloridas; en resumen, frecuentó los laberintos de las bibliotecas como hace todo historiador. Cuando, después de sus tres primeros libros -Histoire de la folie, Naissance de la clinique y Les mots et les choses-, Foucault quiso dejar explícito el método con el que había realizado su trabajo, escribió L'archéologie du savoir. Con este libro, Foucault salía al paso de todas aquellas crí- ticas dirigidas a la falta de fundamentación de su investigación: se trata de una explicación acerca de lo que había hecho, de cuál había sido su método de búsqueda, de cómo había repartido el material, del punto de vista que había presidido su lectura. Todos los documentos -que Foucault prefiere llamar «monumentos» para marcar una línea de separación entre su método y la hermenéutica- que forman la base de su trabajo como historiador son abarcados en el concepto de «discurso». Los reglamentos disciplinarios son discurso; los libros de registros de entrada son discurso; los edictos reales son discurso; las denuncias son discurso; los poemas son discurso; los libros de matemáticas, 3 Foucault, M., <<A propos des faiseurs d'histoire>>, Libération, 21 de enero de 1983. 39 I Análisis de/lenguaje filosofía, medicina, alquimia, quiromancia, etc. son discurso. A lo largo de L'archéologie du savoir, Foucault intenta fijar este concepto de «discurso». Para el que lee ese libro, sin embargo, esta tarea no está exenta de numerosas dificultades, debidas en gran parte a que el contenido de «discurso» experimenta un tránsito, un deslizamiento desde la primera parte del libro, en la que se avanzan una serie de precisiones, hasta el final en el que las modificaciones y matizaciones a las que ha sido sometido, impiden que se siga man- teniendo el significado primero. Hablaremos, pues de dos significados de «discurso». El significado primero de «discurso» opone este término al de lengua. Mientras la lengua es «Un con- junto finito de reglas que autoriza un número infi- nito de perfomances»,4 el discurso es «el conjunto siempre finito y actualmente limitado de las únicas secuencias lingüísticas que han sido formuladas».5 El discurso son las performances que efectivamente se han dado, las cosas dichas, los acontecimientos discursivos. Del conjunto ilimitado de enunciados que una lengua permite emitir, aquellos de los que la Historia tiene constancia, los restos lingüísticos 4 Foucault, M., L'archéologie du savoir, París, Gallimard, r 969, pág. 39, ed. cast. La arqueología del saber, Madrid, Siglo XXI, 2009- 5 Idem. 40 Anarqueología -los documentos, o monumentos como dice Fou- cault- son finitos: cualquier cosa que efectiva- mente haya sido dicha (oralmente o por escrito) y registrada (en cualquier tipo de papeles o cintas de grabación) constituye lo que Foucault llama «dis- curso». La materialidad del discurso6 a la que aquí se hace referencia es una materialidad sensible, consti- tuida por los manuscritos, libros, pergaminos o cin- tas concretas, y espacio-temporal, puesto que tales performances verbales están, a través de los docu- mentos-monumentos que lo acreditan, localizadas en el tiempo y en el espacio. En la segunda parte del libro de Foucault que nos ocupa, aparecen rectificaciones al significado pri- mero de «discurso». En cuanto al término discurso, del que se ha hecho uso y abuso en sentidos muy diferentes, podemos comprender ahora la razón de su equívoco: de mane- ra muy general e indecisa designaba un conjunto de peifbrmances verbales; y, por discurso,se entendía en- tonces lo que había sido producido (eventualmente todo lo que había sido producido) como conjunto de signos. Pero se entendía también como un conjun- to de actos de formulación, una serie de frases o de proposiciones. Por último -y este es el sentido que ha sido finalmente privilegiado (con el primero como horizonte)- el discurso está constituido por un con- 6 Ibídem, pág. 41. I Análisis de/lenguaje junto de secuencias de signos, en tanto que estas son enunciados, es decir, en tanto que se les puede asignar modalidades de existencias particulares.7 Foucault percibe que su propio concepto de «dis- curso» -tal y cómo lo ha empleado hasta ese momento- puede inducir a error y que la identi- ficación del discurso con las performances verbales requiere precisiones mayores. Por eso propone Fou- cault definir «discurso» como «conjunto de enun- ciados», desplazando así la dificultad hacia el signi- ficado de «enunciado». Los enunciados guardan respecto a las perfoman- ces verbales una relación como la que lo invisible guarda con lo visible. No se trata de oponer la mate- rialidad visible de las performances a la inmateria- lidad invisible de los enunciados sino más bien de definir dos regímenes distintos de materialidad. Las performances verbales, lo que ha sido dicho o pro- ferido, lo ha sido en ese lugar y en ese momento y de ello hay constancia de esta o de esa manera. En cambio los enunciados no tienen esa con- dición de visibilidad y solo pueden ser encontrados mediante un proceso de abstracción y de análisis. Pero Foucault se apresura a aclarar, para combatir a la hermenéutica, que no puede considerarse a los enunciados como lo no dicho de lo dicho, como el 7 Ibídem, pág. 141. 42 Anarqueología discurso latente u oculto frente al discurso mani- fiesto. 8 El enunciado recuerda en este sentido a la carta robada que tan afanosamente se busca en un cuento de Edgar Allan Poe y a la que Lacan dedicó uno de sus seminarios: no está escondido pero tam- poco es visible, requiere <<Una cierta conversión de la mirada y de la actitud para poder reconocerlo y considerarlo por sí mismo».9 A la materialidad de los enunciados, Foucault le reserva el calificativo de ser «incorporal»10 Las dificultades implícitas en el concepto de «enunciado» aparecen claramente al lector que se pregunta cómo puede decir Foucault que los mate- riales de su investigación histórica son el conjunto de documentos-monumentos de los que la memoria histórica tiene constancia, para después afirmar que no deben confundirse los discursos con las perfor- mances verbales y cómo puede ser que los enuncia- dos estén en la superficie y sin embargo no puedan verse. Las respuestas de Foucault avanzan en forma de delimitación negativa ya que está interesado en 8 Ibídem, pág. 141. 9 lbídem,pág.I45· 10 La expresión de <<materialismo de lo incorporal>> es empleada por Foucault en L'ordre du discours, París, Ed. Gallimard, 1971, pág 6o, (El orden del discurso, Barcelona, Maxi-Tusquets, r 999) para hablar de los acontecimientos discursivos de los que el discurso está compuesto. Aquí en L'archéologie du savoir no la emplea todavía. 43 L Análisis de/lenguaje separar su «enunciado» de cualquiera de los siste- mas de signo a los que pudiera pensarse que podría pertenecer: el enunciado no pertenece ni a la lógica, ni a la gramática; no es ni una proposición, ni una fraseY Tampoco es sin más un conjunto de signos porque ya hemos dicho antes que se trata de un conjunto limitado y no ilimitado como lo es una lengua. Parece como si Foucault se encontrara en la situa- ción del que critica y rechaza el instrumento teó- rico que su entorno cultural le proporciona para leer e interpretar los lenguajes, buscando al mismo tiempo, sin decidirse del todo, otra teoría: la primera delimitación positiva del enunciado se la propor- ciona la filosofía analítica. 11 En inglés, algunos autores traducen <<enoncé» por «sentence», lo que a mí parecer es absolutamente erróneo (es el caso de Hacking en su artículo <<Michel Foucault's Inmature Science», Nous n.IJ, 1979), aunque lo más normal es que se traduzca por <<statement». Esta última traducción tampoco parece muy precisa ya que difícilmente podría decirse que los contenidos de las columnas de un libro de registros de entrada son <<statements». Podemos ver en estos problemas de traducción que la comprensión de gran parte de la filosofía de Foucault depende de ceñir bien lo que es el <<enoncé». En History if the present, revista editada en Berkeley por Paul Rabinow y que pretende ser <<an open forum for presenting work that is in progress» sobre la obra de Michel Foucault, han optado por no traducir <<enoncé». 44 Anarqueología ¿No podemos decir que hay un enunciado siempre que podamos reconocer y aislar un acto de formula- ción, -algo como ese <<speech act>>, ese acto «ilocu- cionario» del que hablan los analistas ingleses? Se entiende que por ello no se apunta al acto material que consiste en hablar (en voz alta o baja) o en escri- bir (a mano o a máquina); no se apunta tampoco a la intención del individuo que está hablando (el hecho de que quiera convencer, de que desee ser obedecido, de que busque descubrir las soluciones de un pro- blema, o de que desee dar noticias sobre sí); no se designa tampoco con ello el resultado eventual de lo que ha dicho (si ha convencido o suscitado descon- fianza; si se le ha escuchado y sus órdenes han sido cumplidas; si su ruego ha sido atendido); se describe la operación que ha sido efectuada por la fórmula misma, en su emergencia: promesa, orden, decreto, contrato, compromiso, constatación.12 Foucault sigue con precisión, en la descripción que hace de los actos de habla, los desarrollos de Austin: 13 un acto de habla no debe confundirse con el acto material de hablar o escribir (esto es, según Austin, el acto locucionario o el acto de decir algo); tampoco es la intención del que habla (Austin dis- tingue entre la intención y los efectos realizados); tampoco se confunde con las consecuencias del 12 Foucault, M., L'archéologie du savoir, op. cit., pág. r ro. 13 Austin,J.L., Cómo hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós, 1982, octava conferencia. 45 L Análisis del lenguaje acto de hablar (para esto reserva Austin el nombre de acto perlocucionario). El acto ilocucionario es el acto que se efectúa por el hecho de decir algo. Ahora bien, a Foucault le parece que esta teoría tampoco le conviene exactamente para describir «sus» enunciados. La objeción que formula es, no obstante, menor: Foucault dice que hace falta a menudo más de un enunciado para efectuar un acto de habla.14 La prueba de que su objeción era menor la tenemos en la aceptación del término «actos de habla» por parte de Foucault, diez años después de la publicación de L'archéologie du savoir, tras una discusión con Searle en la que este último precisó que un acto de habla podía contener otros actos de habla. Hubert Dreyfus y Paul Rabinow, en su libro Michel Foucault. Beyond structuralism and hermeneutics, aluden al intercambio epistolar que tuvo lugar entre Searle y Foucault, con estas palabras: Searle, por su parte, ha contestado esta diferencia presumida entre los actos de habla y los enuncia- dos, y señala en una carta a Foucault que es posible también en la teoría del acto ilocucionario encontrar un acto de habla, una afirmación por ejemplo, que forme parte de otro acto de habla, como por ejemplo 14 Foucault, M., L'archéologie du savoir, París, Gallimard, 1969, pág. 110-111, ed. cast. La arqueología del saber, Madrid, Siglo XXI, 2009. Anarqueología una promesa. Foucault ha aceptado esta objeción: «En cuanto al análisis de los actos de habla, estoy totalmente de acuerdo con sus precisiones. Me he equivocado al decir que los enunciados no eran actos de habla, pero diciendo esto quería subrayar el hecho de que los considero bajo un ángulo diferente delsuyo». (Carta de Foucault a Searle, del 15 de Mayo de 1979).15 Foucault asume, pues que el objeto de su investi- gación parte del enfoque del conjunto de las perfo- mances verbales desde el punto de vista de los actos de habla, aunque, eso sí, «desde un ángulo diferente». Lo que sea ese ángulo, el propio Foucault lo precisó declarando que los juegos de lenguaje o estrategias discursivas que Wittgenstein, Austin, Strawson o Searle interrogaban eran algo limitadas, del tipo de las que se realizan «alrededor de una taza de té, en un salón de Oxford», 16 mientras que a él le intere- saba saber si la teoría del lenguaje de los analíticos podía ser aplicada dentro de un contexto más apa- sionante, dentro de prácticas discursivas «diferentes de conversaciones de salón».17 15 Dreyfus, H. y Rabinow, P., Michel Foucault. Un parcours philosophique, París, Gallimard, 1984, pág. 73, ed. cast. Michel Foucault, Más allá del estructuralismo y la hermenéutica, Buenos Alres, Nueva Visión, 2001. 16 Foucault, M., La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1980, pág. 154. 17 Idem. 47 L Análisis del lenguaje Asimilando los enunciados de Foucault a los actos de habla, Dreyfus y Rabinow han encontrado una expresión afortunada que conserva la diferencia de la que hablamos: «actos de habla serios>>. La «seriedad>> tiene que ver con la aspiración a ser conocimiento. Cualquier acto de habla puede ser serio a condición de que se convoquen los procedimientos de valida- ción necesarios, la comunidad de expertos, etc. por ejemplo, «Va a llover» es normalmente un acto de habla de la vida cotidiana que solo tiene un signifi- cado local; pero <<Va a llover>> puede también ser un acto de habla serio si es enunciado por un portavoz del servicio meteorológico nacional como apoyo a una teoría meteorológica general.18 Los «discursos serios>> de Foucault, que han for- mado el campo concreto de su investigación histó- rica, se encuentran a mitad camino entre las ciencias «duras>> y el lenguaje ordinario: allí donde el discurso cotidiano pretende franquear un umbral epistemo- lógico y constituirse en discurso autónomo, desli- gado de un trasfondo familiar o local, y con pre- tensiones de verdad. Este extremo conviene tenerlo permanentemente presente: la epistemología fou- caultiana tiene un ámbito de aplicación referido a «ciencias menores>>, como lo son la psiquiatría, la 18 Dreyfus, H. y Rabinow, P., Michel Foucault. Un parcours philosophique, op. cit. pág. 76. Anarqueología psicología, la medicina, el derecho, la sociología, en definitiva las ciencias humanas. Otro problema reside en la posible validez de sus argumentos en el terreno de los conocimientos científicos de las cien- cias formales o físicas. De ello, en este libro no nos vamos a ocupar. De la definición del «enunciado» foucaultiano como siendo un acto ilocucionario serio, esto es, con pretensión de verdad, resaltamos que su caracterís- tica esencial, lo que lo hace especial frente a otros actos de habla, es justamente su «pretensión de ver- dad». No se está diciendo que un enunciado solo tiene sentido si se pueden explicitar las condiciones bajo las cuales puede afirmarse que es verdadero o falso, porque si dijéramos eso estaríamos asimilando el enunciado a la proposición, y cayendo en una especie de falacia descriptiva según la cual la única posibilidad para un acto de habla de estar relacio- nado con la verdad es pertenecer al juego de las des- cripciones de los estados de hecho. Los enunciados pretenden la verdad sin ser por ello verdaderos o fal- sos. Su acción -su performatividad o realización- no es una promesa, un compromiso, una amenaza o una orden sino una validación, es decir, el acto por el que se fijan los valores de verdad o falsedad a partir de los cuales se pueden construir proposiciones.19 Se 19 <<[ ... ] por producción de la verdad no estoy entendiendo la producción de enunciados verdaderos, sino el establecimiento de 49 L Análisis de/lenguaje podría decir que, como todo acto de habla que no es descriptivo, el acto de validación no es verdadero ni falso, sino afortunado o desafortunado.20 Este es un asunto que marca la novedad radical de la teoría foucaultiana. Foucault nos está diciendo que entre el cúmulo de cosas que hacemos los seres humanos con las palabras, hay una que se viene haciendo desde Platón pero cuya genealogía no ha sido estudiada: se trata de los discursos, y por lo tanto de los enunciados, con pretensión de conocimiento. El acto de habla serio es un acto de habla más, que efectúa la verdad, y la verdad es, al lado de las pro- mesas, los ruegos, las órdenes, los compromisos, los chistes, las declaraciones, etc., una realización más aunque desde luego muy importante. El acto de habla de validación es lo que Foucault designará, unos años después de L'archéologie du savoir, como <~uego de verdad». La verdad como efectuación- es decir la acción que se realiza cuando los hablan- tes hacen este juego de verdad- es distinta de la verdad proposicional o verdad dentro del juego de dominios en los que la práctica de lo verdadero y lo falso pueda ser al mismo tiempo regulada ypertinente».Foucault,M.,<<Table ronde du 20 mai 1978» en Perrot, M. (ed.), L'impossible prison, París, Seuil, 1980, pág. 47; ed. cast. Foucault, M., La imposible prisión: debate con Michel Foucault, Madrid, Anagrama, 1982. 20 De las enunciaciones performativas, Austin decía que no son verdaderas o falsas sino afortunadas o desafortunadas. Ver Austin,J.L., Cómo hacer cosas con palabras, op. cit. 50 Anarqueología lo verdadero y de lo falso, a la que nos referimos cuando pensamos que entre lo que dice una pro- posición y el estado de cosas que describe hay una correspondencia. 21 Este tipo de acto ilocucionario no ha sido espe- cialmente tratado por los filósofos analíticos. Pero quiero defender que lo que avanza Foucault puede ponerse en la lista de los análisis del lenguaje que, a partir de la segunda etapa del pensamiento de Wittgenstein, se han venido realizando. Y, en este sentido apuntado, puede existir un diálogo directo entre la filosofía de Wittgenstein y la de Foucault. Podríamos resumir en tres puntos las oscuridades del que, en alguna ocasión, ha sido nombrado como el «enigmático»22 «enunciado» foucaultiano: r. Los enunciados o los actos de habla serios no son visibles, pero tampoco están escondidos (no 21 De momento no me interesa precisar más sobre lo que llamo <<verdad proposicional>>. No es importante para mis intereses distinguir entre teorías distintas de la verdad como correspon- dencia. Lo que quiero es poner por un lado la verdad como pro- posiciones o teorías que describen la realidad y la verdad como el producto o el efecto de un determinado juego de lenguaje. Como espero demostrar más adelante, Foucault no cuestiona la cientificidad o la verdad de los enunciados científicos: su teo- ría de la verdad es algo distinto y algo más. No se pregunta por criterios de cientificidad o por teorías de la verificación sino por el mismo hecho de que exista el conocimiento científico. 22 Blanchot, M., Michel Foucault te! queje !'imagine, op. cit., pág. 2 7· 5I L Análisis de/lenguaje están detrás ni debajo de las performances ver- bales). 2. Los enunciados o actos de habla serios realizan un acto de validación, aunque en sí mismos, como todo acto de habla que no sea el meramente des- criptivo, no son verdaderos o falsos. 3. Los enunciados o los actos de habla serios tienen una materialidad incorporal. En lo que sigue, abordaremos una explicación posi- ble de estos tres puntos. I .2. INVISIBILIDAD. Las reglas del discurso. Lo que le permite a Foucault llamarse a sí mismo positivista es fundamentalmente su rechazo de la hermenéutica y de la fenomenología. Describir los enunciados sin referencia a un sentido no dicho o a la intención de un sujeto es constituir al discurso en una «positivité». Tantoen L'Archéologie du savoir,Z3 como en L'ordre du discours,24 Foucault se conoce a sí mismo como «un positivista feliz».25 23 Foucault, M., L'archéologie du savoir, op. cit. pág. r 64. 24 Foucault, M., L'ordre du discours, op. cit, pág. 72. 25 Dos comentadores relevantes de la obra de Foucault han subrayado la caracterización de <<positivista» para referirse a su Anarqueología El sentido primero de la palabra «posltlVIsmo» nos remite a entender que se trata de quedarse con lo que está ahí, negarse a buscarle un sentido o una interpretación a lo que hay, por debajo de su misma afirmación. El mundo de las prácticas humanas se desarrolla en un nivel de superficie sin profundi- dad. Referido al universo de las prácticas discursi- vas, el término «positivista» tiene en este contexto el sentido de lo que Foucault llamó el principio de pobreza enunciativa o de rareza enunciativa: hay que quedarse con lo dicho, no hay que multiplicar lo ya dicho con palabras que no se dijeron pero que puede suponerse que yacen por debajo del discurso. Las cosas que han sido dichas son pocas y hay que res- petarlas. Respecto a todo lo que en una época deter- minada podía haberse dicho teniendo en cuenta las reglas gramaticales y el vocabulario, lo que efectiva- mente se dijo debe ser objeto de una atención parti- cular: ¿por qué se dijo eso precisamente?26 obra. Paul Veyne declara que Foucault es <<le premier historien completement positiviste>> en Veyne, P., <<Foucault révolution- ne l'histoire», en Comment on écrit l'histoire, Seuil, París 1978, pág. 204. Por otra parte, Franc;ois Ewald piensa que Foucault nos ha enseñado que no puede fundarse una moral o un dere- · cho naturales ya que <<nous sommes condamnés au positivis- me» en Ewald, F. <<Droit: systemes et stratégies»,Le débat n. 41, sept-oct. 1986, pág. 64. 26 Foucault, M., L'archéologie du savoir, op. cit. pág. r 56, ed. cast. Siete sentencias sobre el séptimo ángel, Madrid, Arena, r 999· 53 L Análisis del lenguqje Cuando decimos que Foucault parte de lo que realmente ha sido dicho, debe quedar claro que el elemento primero para él son los juegos de lenguaje y nunca las palabras o los conceptos aisladamente. Este punto de vista está particularmente bien ilus- trado por lo que Foucault escribió a propósito de la Grammaire Logique de Brisset, libro de principios de siglo que, a modo de una gramática histórica, expone el origen de algunas palabras a través de una escenificación en la que las palabras proferidas van paulatinamente modificándose. En su comentario a este libro, Foucault dice que detrás de las palabras debemos encontrar preguntas, deseos, órdenes - juegos de lenguaje, diríamos nosotros. Las palabras son fragmentos de discursos trazados por ellas mismas, modalidades de enunciados pe- trificados y reducidos a algo neutro. Antes de las palabras, estaban las frases; antes del vocabulario, estaban los enunciados; antes de las sílabas y del arreglo elemental de los sonidos, estaba el indefinido murmullo de todo lo que se decía. Mucho antes de la lengua, se hablabaY Los elementos primeros del análisis del lenguaje que hace Foucault son los juegos de lenguaje, lo 27 Foucault, M., Sept propos sur le septieme ange, Montpellier, Fata Morgana, 1986, pág. 23., ed. cast. Siete sentencias sobre el séptimo ángel, Madrid, Arena, 1999. 54 Anarqueología que se dice. Foucault trata estas pocas cosas dichas como tesoros, como monumentos preciosos. Fou- cault toma los discursos como petrificaciones de la acción humana -en este contexto puede enten- derse mejor por qué era pertinente tratar a los docu- mentos como monumentos- pero a las que no hay insuflar la vida artificialmente desde la nuestra, la de los lectores de ahora. En la superficie misma de lo dicho se encuentran fijadas las prácticas que produ- jeron los discursos puestos que estos, en tanto que juegos de lenguaje, ya son por sí mismos prácticas. Si aceptamos los juegos de lenguaje del pasado en su «positividad», se trata de describirlos para saber qué se pensaba o cómo se vivía en otra época, evi- tando así el reduccionismo que como peligro acecha a algunas interpretaciones históricas. De la valoración y estima en las que Foucault tiene lo que efectivamente ha sido dicho, nace su fasci- nación o su sorpresa por algunos textos del pasado. Aparte de los que utiliza para probar sus teorías sobre el nacimiento de la clínica y de la cárcel, o de la problematización del sexo en Occidente, Fou- cault rescató algunos textos que, de no haber sido por él, hubieran permanecido sepultados y olvida- dos. Es el caso de la confesión de Pierre Riviére,28 28 F oucault, M. ( ed.), Moi, Pierre RivüJre, ayant égorgé ma mere, ma sr:eur et mon frere. Un case de parricide au XIX siecle, présenté par M. Foucault, París, Gallimard, 1973, ed. cast. Yo, Pierre 55 L Análisis de/lenguaje de la autobiografía de Herculine Barbin29 o de los documentos que, sacados de denuncias, registros de internamiento o lettres de cachet, dibujan antes nues- tros ojos las vidas de algunos hombres infames.30 Foucault confiesa que tuvo una sensación física, una vibración, cuando leyó algunos de estos textos - estos «poemas-vida» como él los llama- que le sir- vieron para interrogarse sobre la realidad de la cual formaban parte: estos textos serán considerados como actos de habla cuya relación con la realidad no es de referencia sino de realización. En efecto, en ellos, más que en ningún otro texto, puede perci- birse cómo la realidad de los discursos no es lo des- crito por las palabras con mayor o menor exactitud, sino lo que constituyen con todo aquello que dicen. N o es una colección de retratos lo que se leerá aquí: son trampas, armas, gritos, gestos, actitudes, arti- mañas, intrigas en los que las palabras han sido los instrumentos. Unas vidas reales han sido <~ugadas» Riviére. Habiendo degollado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano, Barcelona, Tusquets, 2001 29 Foucault, M. (ed.), Herculine Barbin dite Alexina B., París, Gallimard, 1978, ed. cast. Herculine Barbin llamadaAlexina B, Madrid, Talasa, 2007. 3° Foucault, M., <<La vie des hommes infames>>, Les cahiers du chemin, n. 29, 1977, págs. 12-29, ed. cast. La vida de los hombres infames, Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1996. Anarqueología en estas pocas frases; 31 no quiero decir con ello que así han sido figuradas, sino que, de hecho, su liber- tad, su desgracia, su muerte a menudo, su destino en todo caso han sido ahí decididos, al menos en parte. Esos discursos han cruzado realmente sus vidas; esas existencias han sido efectivamente arriesgadas y per- didas en estas palabras. 32 Así pues, Foucault aplica un análisis del lenguaje de corte pragmático a discursos históricos: toma los actos de habla en un sentido ilocucionario y cons- tata lo que se hace cuando se habla; no analiza el lenguaje desde una única función de representación de la realidad, y no cree que la referencia sea la única relación posible con la realidad. De esta manera pone en práctica una investigación histórica posi- tivista que intenta analizar la realidad tomando en consideración los juegos de lenguaje que tuvieron lugar sin añadir a ellos una interpretación. Pierre Riviere y Herculine Barbin son dos perso- nas de cuya existencia no nos hubiéramos enterado a no ser porque dejaron escrito el testimonio de sus anhelos y de sus desgracias. Fueron perseguidos por el poder judicial, por los médicos, por la curiosidad periodística, pero además elevaron la voz para decir 31 Mi traducción es, en este caso, muy literal. El texto francés dice: <<Des vies réelles ont été "jouées" dans ces quelques phrases>>. Me importa, sobre todo, salvar aquí la expresión entrecomillada. 32 Foucault, M., <<La vie des hommes infames>>, op. cit., pág. 15. 57 L Análisis del lenguaje ellos mismos lo que les había pasado. El interés por los testimonios en primera persona de un parricida y de unhermafrodita estriba en ver cómo hablaban de sí mismos individuos que son hablantes corrien- tes de una comunidad lingüística de hace r 5o años, en poder establecer los juegos de lenguaje de una época determinada. Foucault nos desvela una manera excelente de saber qué es lo que pasó en el pasado: se trata de analizar los juegos de lenguaje como acciones monumentalizadas que pueden ser presenciadas por un lector-historiador del presente. Pero también hay algo al mismo tiempo desafiante en publicarlos: ver qué dirían los psicoanalistas, los médicos, los historiadores del derecho penal, los sociólogos, de un chico inculto de pueblo que se ve a sí mismo como un héroe bíblico y que no demues- tra estar aquejado de ninguna enfermedad mental, o de una maestra que vacila respecto a qué sexo per- tenece y cuenta las dulzuras del mundo femenino sin por ello ser ni un hombre ni una lesbiana. El silencio con que los especialistas respondieron a la publicación de estos discursos fue entendido por Foucault como la demostración práctica de que las categorías bajo las cuales se da hoy en día nuestra experiencia difícilmente pueden clasificar o enten- der el pasado. 33 33 Foucault, M., <<Entretien avec Michel Foucault>>, Cahiers du cinema, n. 2JI, Nov. r976, pág. 52. Anarqueología El punto de vista de Foucault no es, sin embargo, exclusivamente el de un historiador, aunque este sea un historiador positivista. Es más bien el de un filósofo, más concretamente el de un epistemólogo. El epistemólogo -nos dice Foucault- «no puede contentarse con reunir lo que los sabios del pasado creyeron o demostraron»,34 ni puede filtrar «el pasado a través del conjunto de los enunciados o de las teorías actualmente validadas}},35 sino que debe buscar «la normatividad interna de las diferentes actividades científicas tal y cómo efectivamente fue- ron llevadas a cabm}.36 Analizar los discursos como un epistemólogo positivista significa descubrir cuá- les han sido sus reglas de formación en la distancia que las separa de las que hoy rigen nuestros pro- pios discursos y no intentar rellenar la diferencia o la discontinuidad de estos discursos respecto de los nuestros con lo que para nosotros hoy constituye lo que tiene sentido. Establecer positivamente los jue- gos de lenguaje de una época es extraer de lo que ha sido dicho las reglas de su formación sin añadir un sentido oculto. Herculine Barbin o Pierre Riviere mantienen un discurso que nos sorprende por su extrañeza, esto es, las reglas que presiden sus juegos 34 Foucault, M., <<La vie: l'expérience et la science>>, Revue de métaphysique et de mora/e, enero-marzo I 98 5, pág. 9· 35 Ibídem, pág. ro. 36 Ídem. 59 L Análisis de/lenguaje de lenguaje no son las mismas que las nuestras, por lo que hoy psicoanalistas, médicos o juristas no saben qué decir de esos discursos. Foucault llama arqueología al análisis del lenguaje que extrae las reglas que explican por qué en una situación histórica determinada lo que se dijo fue eso. Las reglas establecen las condiciones de posibi- lidad de un discurso y, puesto que son estas las cosas que una época ha dejado dichas y no otras, conviene investigarlas para saber por qué ésas y no otras cosas se dijeron. Un historiador del pensamiento debe, a juicio de Foucault, establecer en primer lugar los discursos que se mantuvieron y, en segundo lugar y a través de ellos, establecer positivamente qué reglas hacen posibles esos discursos. Es de suma importancia precisar cuál es el lugar en el que se dan las reglas. Foucault descarta, con la descalificación de que hace objeto al término «ideología}}' que las reglas estén en una instancia más «infraestructural}} que el discurso mismo. Su mayor alejamiento de las teorías althusserianas se encuentra representado en su rechazo del análisis causal o determinista para explicar la formación de los discursos, y por lo tanto de las ideas.37 La especi- 37 La procedencia (a Foucault le parece este término más per- tinente que el de <<origen>>) de un acontecimiento es una plura- lidad de acontecimientos que se entrecruzan y se determinan unos a otros a la manera de series yuxtapuestas. Foucault no busca la fundamentación de un acontecimiento en una causa 6o Anarqueología ficación althusseriana de que la determinación de la superestructura por la infraestructura era una deter- minación «en última instancia}}' así como el valor concedido a las ideologías como lo que se reproduce con una cierta independencia de otras instancias de la sociedad, aunque son cambios y enriquecimien- tos importantes hechos al marxismo, siguen man- teniendo la idea central de que la economía sub- yace a todos los procesos y debe ser empleada como último recurso explicativo de una realidad. Para Foucault, la estructura epistemológica de una prác- tica discursiva no puede ser explicada por referen- cia a las condiciones económicas o políticas aunque tenga alguna relación con ellas; en cualquier caso, esta relación no será mayor ni superior que la que tiene con otros discursos. El análisis arqueológico se basa en los discursos y las reglas internas que hacen posibles esos discursos. A partir de 1970, Foucault considerará incompleto ese análisis en la medida en que en la formación de nuevos discursos no solo hay que contemplar las reglas discursivas sino también las otras prácticas discursivas y no discursivas que actúan sobre ellos. A esa arqueología ampliada con la consideración de la acción que otras prácticas tie- nen en la formación de nuevos discursos le dará el jerárquicamente superior: la <<causalidad>> foucaultiana es se- mejante a las relaciones de contigüidad, sucesión y conjunción entre efectos defendidas por Hume. 61 I Análisis del lenguaje nombre de genealogía. Sin embargo, la concepción arqueológica según la cual el análisis del lenguaje es la parte fundamental por la cual, a partir de un discurso dado, se pueden establecer las reglas de for- mación de ese mismo discurso, permanecerá como el núcleo mismo del método de trabajo de Foucault. Foucault no admite que las reglas sean una especie de gramática profunda, que se encuentren en forma de discurso silenciado, esto es, que sean lo no dicho y que la función de un análisis del lenguaje consista en desvelar el sentido oculto del discurso: los enun- ciados no son la traducción de procesos que suceden en otro lugar (en el pensamiento, en la conciencia, en la subjetividad).38 Foucault piensa que las regu- laridades están en los propios enunciados y que en este sentido, y solo en este sentido, el discurso es autónomo y puede ser analizado apelando única- mente a lo que se dice en él positivamente, aunque, claro está, una práctica discursiva no está aislada de las otras prácticas ni deja de guardar relaciones con ellas. Plantearse -como hace Foucault- que las reglas forman el discurso pero no son anteriores ni exte- riores a él es un problema semejante al que Searle aborda a propósito de las reglas que rigen los actos de habla. Searle distingue entre reglas regulativas 38 Foucault, M., L'archéologie du savoir, op. cit, pág. r 6o. 6z Anarqueología y reglas constitutivas.39 Después de definir el acto ilocucionario como una conducta gobernada por reglas, Searle diferencia entre las reglas regulati- vas, que se aplican a conductas ya existentes, y las reglas constitutivas, que crean o definen conductas. Los ejemplos que Searle pone de conductas que son creadas por las propias reglas que rigen dichas con- ductas son juegos: el ajedrez o el rutbol no existirían como tales juegos de no ser por las reglas que los forman. De la misma manera, Searle piensa que se puede hablar de las reglas constitutivas de los actos de habla.40 El rutbol no sería el juego de pelota que conoce- mos si no fuera por las reglas que lo constituyen: si estas reglas varían, estamos en presencia de un juego diferente. Lo mismo puede aplicarse a los jue- gos de lenguajeo a los actos de habla: «amenazar» o «preguntar» son prácticas lingüísticas formadas por reglas inseparables de esas mismas prácticas. Si 39 Searle, J., ¿Qué es un acto de habla?, Valencia, Cuadernos Teorema, 1977;Actos de habla, Madrid, Cátedra, 1980. 40 Searle dice que las reglas constitutivas son <<subyacentes>>. Ver Actos de habla, op. cit., pág. 46. No creo sin embargo que Searle pretenda con ello decir que solo son extraíbles mediante interpretación o dotación de sentido. Searle dice que las reglas subyacentes son las que hacen traducibles unas lenguas a otras (íd., pág. 48). También Foucault considera que el mismo enun- ciado puede expresarse en lenguas diferentes (L'Archéologie du savoir, op. cit., pág. 136). L Análisis de/lenguaje no empleamos las palabras precisas, la entonación conveniente o si no es la situación adecuada, no estaremos amenazando o preguntando de manera afortunada; habremos fracasado en nuestro intento de querer hacer eso, amenazar o preguntar. Sin embargo, la comparación entre las reglas de un juego lingüístico y las reglas constitutivas de un juego no lingüístico contiene un cierto engaño en la medida en que las segundas pueden explicitarse mientras que no está claro que esto mismo pueda suceder con las primeras.41 Es un lugar común de la filosofía de la segunda etapa de Wittgenstein la identificación entre el significado y el uso. Por «USO» entiende Wittgens- tein una práctica sometida a reglas.42 Para Wittgens- tein buscar el significado de los juegos de lenguaje es una operación de superficie43 que consiste en poner 41 Ver a este respecto lo que dice Bouveresse en Bouveresse, ]., <<l:animal cérémoniel: Wittgenstein et l'anthropologie>>, en Wittgenstein, L., Remarques sur le Rameau d'or de Frazer, Montreux, I.:Age d'Homme, 1982, pág.I08., ed. cast. L. Witt- genstein, Observaciones a La rama dorada de Frazer, Madrid, Tecnos, zoo8. 42 Wittgenstein, L. Sobre la certeza, Barcelona, Gedisa, 1988, párrafos 61 y 62. 43 Puede existir la duda de si Wittgenstein se refiere a una gramática profunda y escondida: el propio Wittgenstein así se refirió a ella en un único y -en opinión de algunos (es el caso de Hottois: ver Hottois, G., La philosophie du langage de Ludwig Wittgenstein, éd. de l'Université de Bruxelles, 1976, pág. 169)- desgraciado texto: el texto concretamente es el párrafo 664 de Anarqueología de manifiesto las reglas. Ahora bien, la manifestación de las reglas debe hacerse a través de los usos o apli- caciones prácticas de los diversos juegos de lenguaje ya que existe de hecho una identificación entre reglas y prácticas lingüísticas, lo que significa que las reglas no pueden separarse de los juegos más que mediante un proceso de abstracción. A juicio de Wittgenstein, debe evitarse un peligro que inmediatamente nos acecha cuando pensamos Investigaciones jilosijicas. En él opone la <<gramática superficial» engañosa a la <<gramática profunda>> y verdadera. En la medida en que esta oposición no fue mantenida en ningún otro texto, Hottois se siente justificado al defender que la gramática pro- funda a la que hace alusión Wittgenstein no es más que una gramática extensional que contemplaría todos los usos o juegos de lenguaje de las palabras, teniendo como fin superar terapéu- ticamente de esta manera la unidireccionalidad, base de mu- chos errores filosóficos. La gramática superficial nos presentaría un cuadro restrictivo de los usos lingüísticos de una expresión mientras que la gramática profunda-extensional nos pondría frente al cuadro completo de usos de una expresión. Tiene ra- zón Hottois al advertirnos de que, en efecto, si suponemos que el juego de lenguaje no es más que la expresión visible de una gramática oculta, nada nos impediría volver a considerar que los errores o las inconcreciones del lenguaje tal y como lo usamos podrían ser corregidos tras el descubrimiento de la gramática profunda de las expresiones, y esto no sería más que volver al terreno del lenguaje ideal, propio del Tractatus. Por eso Hottois concluye que la gramática de Wittgenstein es extensional y su- perficial, y que las reglas de esta gramática tendrán que encon- trarse en el uso mismo de los juegos lingüísticos. 6s 1. Análisis del lenguaje en encontrar las reglas de un juego de lenguaje, y es creer que las reglas son una especie de mecanismo cuyas aplicaciones ya están contenidas en ellas.44 Wittgenstein piensa que adoptamos el modelo de la mecánica para explicarnos a nosotros mismos de manera errónea la forma cómo unas reglas actúan sobre un comportamiento. La incorrección de este modelo estriba en que nos obliga a pensar que el comportamiento está ya presente en las reglas mis- mas y que, con solo entender o captar las reglas, ya podemos deducir todas sus aplicaciones.45 «Seguir una regla» es llevar a cabo una práctica, es hablar, simplemente. Si queremos seguir empleando la denominación searliana de «reglas constitutivas», tendremos que retener que la constitución no es una relación causal, ya que lo que dice la regla no 44 Este es el peligro de reificación de las reglas que, según Bou- veresse es propio del estructuralismo. Ver a este respecto, Bou- veresse,J., <<L'animal cérémoniel>>, op. cit, pág. 109. Los motivos que llevan a Foucault a criticar el estructuralismo y a rechazar esta denominación para su propia teoría no son muy diferentes de los que aquí maneja Bouveresse para afirmar que las reglas wittgensteinianas son diferentes de las estructuralistas: en am- bos casos se rechaza una concepción de las reglas que las sitúa como causa del lenguaje, como trasfondo de un efecto de la superficie. Ver Foucault, M., L'ordre du discours, París, Galli- mard, 1971, pág. 72 , ed. cast. El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1999. 45 Wittgenstein, L., Investigaciones jilosijicas, Barcelona, Crítica, 1988, párrafos 193,195 y 197. 66 Anarqueología es algo distinto de lo que se hace al aplicar dicha regla. Las reglas no determinan causalmente el lenguaje sino que lo determinan lógicamente.46 No se encuen- tran por fuera de las prácticas lingüísticas, por lo que la tarea del filósofo consiste en describir tales prácticas a fin de mostrar lo que a primera vista no se ve o incluso mueve a error. La teoría searliana de las reglas constitutivas, con las precisiones que hemos hecho, nos ofrece un modelo posible de comprensión de la presencia de las reglas en la positividad del «discurso» foucaul- tiano. La separación entre los discursos o juegos de lenguaje en su positividad y las reglas de formación de los discursos no se puede llevar a cabo más que en el terreno del análisis, pero si bien las reglas están en los juegos lingüísticos, su presencia se confunde con los propios juegos: las reglas son invisibles. Los enunciados foucaultianos son las reglas, invisibles aunque no escondidas, de formación de un discurso. Están en la superficie misma del discurso. En 1970, Foucault consideraba que existían tres tipos de reglas que ordenan el discurso y que se dan con el propio discurso: las reglas represivas o prohi- bitivas, que fijan las cosas sobre las que no se puede 46 Wittgenstein llama "lógica'' a la descripción de los juegos de lenguaje. Ver Wittgenstein, L., Sobre la certeza, op. cit., párrafos s6 y 6z8. !.Análisis del lenguaje hablar, las personas que no tienen derecho a hablar o las circunstancias en las que no es posible hablar de algo; las reglas de exclusión, que establecen las condiciones de racionalidad de un discurso a partir de las cuales se excluye el discurso de la locura; y, finalmente, las reglas de veridicción, que hacen que los discursos entren en los límites de lo que se puede considerar verdadero o falso.47 De estos tres tipos de reglas, las reglas de veridicción son las que acaba- rán por centrar el interés de Foucault. Puede decirse que la búsqueda de los enunciados invisibles o de las reglas de formación de los discursos
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