Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Como el niño que no sabe dormirse sin cogerse a la mano de su madre, así mi corazón viene a ponerse sobre tus manos, al caer la tarde. Como el niño que sabe que alguien vela su sueño de inocencia y esperanza, así descansará mi alma segura sabiendo que eres tú quien nos aguarda. Tú endulzarás mi última amargura, tú aliviarás el último cansancio, tú cuidarás los sueños de la noche, tú borrarás las huellas de mi llanto. Tú nos darás mañana nuevamente la antorcha de la luz y la alegría, y, por las horas que te traigo muertas, tú me darás una mañana viva. Amén. El Señor rodea a su pueblo. Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiemblan, está asentado para siempre. Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre. No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. El Señor rodea a su pueblo. Escucha, Señor, a tu Iglesia, que espera de ti la unidad, la fuerza y la paz; tú, que dijiste a los discípulos en la tempestad nocturna «Soy yo, ¡no tengáis miedo!», no permitas que pese sobre nosotros el cetro de los malvados; en ti confiamos, Señor Jesús. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Señor Jesús, tú que eres manso y humilde de corazón, tú que dijiste que quien acoge a un niño te acoge a ti, tú que prometiste el reino de los cielos a los que se hacen como un niño, no permitas que nuestro corazón sea ambicioso, sino ayúdanos a acallar y moderar nuestros deseos, esperando en ti, como un niño espera en brazos de su madre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra. Dignos es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Señor, Dios nuestro, que has creado el universo para nuestro bien y, en el misterio pascual de Cristo, tu Hijo, nos has abierto el sentido de la historia; haz que los hombres de toda raza, pueblo y nación canten con nosotros la salvación que tu Hijo ha realizado y disfruten de su triunfo, por los siglos de los siglos. Amén. Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amos entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Tu palabra; Señor, es eterna, más estable que el cielo. Tu palabra; Señor, es eterna, más estable que el cielo. Tu fidelidad de generación en generación Más estable que el cielo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Tu palabra; Señor, es eterna, más estable que el cielo. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Invoquemos a Dios, esperanza de su pueblo, diciendo: Escúchanos, Señor. Te damos gracias, Señor, porque hemos sido enriquecidos en todo por Cristo, tu Hijo; haz que por él crezcamos en todo conocimiento. R./ Escúchanos, Señor. En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan; dales, pues, acierto en sus decisiones para que te sean gratos en su pensar y obrar. R./ Escúchanos, Señor. Tú, que a los artistas concedes inspiración para plasmar la belleza que de ti procede, haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres. R./ Escúchanos, Señor. Tú que no permites que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas, da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos. R./ Escúchanos, Señor. Se pueden añadir algunas intenciones libres Tú que nos has prometido la resurrección en el último día, no te olvides de tus hijos que ya han dejado el cuerpo mortal. R./ Escúchanos, Señor. Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén. Recibe la , la la y la presionando en las letras azules para unirte al grupo de WhatsApp o Telegram. https://chat.whatsapp.com/DJrcUlVXtLyDWKcQ7jB9XW https://t.me/oficioylectiodivina ______________________ Septiembre 07, 2021. PORTADA: Klauber Workshop. 1750. Virgo Fidelis. Maquetado por: https://chat.whatsapp.com/DJrcUlVXtLyDWKcQ7jB9XW https://t.me/oficioylectiodivina Sé fiel hasta la muerte. Ap 2, 10 CONSIDERACIÓN I. Representemos un corazón y en el centro de él a María parasignificar su fidelidad. En verdad que esta Santísima Señora según el texto del principio, con razón se puede llamar: Mujer fiel y su corazón fiel, pero ¿por qué? Porque guardó fielmente su pacto que hizo por la palabra fiat. Diciendo fiat prometió en cierto modo a su esposo el Espíritu Santo, que conservaría su cuerpo puro de toda mancha; y al Padre Divino que quería ser Madre de su Hijo, y por consiguiente tener de él todo cuidado. Así María llenó fielmente una y otra promesa. CONSIDERACIÓN II Fiel era la esposa Micól que descolgó a David por la ventana, para que se librara del furor de sus enemigos. Fiel fue Adriana que sacó a Teséo del laberinto por medio de un cordel que le dio; pero incomparablemente es mayor la fidelidad de María, que como Madre fiel asistió a Jesús su Hijo hasta la muerte y quiso padecer en su corazón y en su ánimo todos los tormentos que el padeció en el cuerpo. CONSIDERACIÓN III. Pero María no solo fue Madre fiel para con Jesucristo su Hijo; también se muestra Madre fiel para con nosotros. Consta que Cristo hizo en la Cruz su testamento y adjudicó a María Santísima a san Juan y en el a todos los hombres como hijo. Ahora pregunto ¿por ventura María consintió en esta voluntad de Cristo? Consintió es verdad y por esto nos recibió por hijos lo que de ahí se sigue: si nosotros somos hijos fieles, también su Majestad se nos muestra Madre fiel. ¡Oh María! Sé ciertamente que Sara fue Madre fiel, cuyo mayor cuidado era que su hijo Isaac se separara de la mala compañía. Sé que Rebeca fue Madre fiel, quien con un piadoso engaño le alcanzó a su hijo Jacob la bendición paternal paterna. Pero tu fidelidad es mucho mayor y por eso te ruego ¡oh Madre fiel! que seas para mí como Sara y no permitas que yo caiga en manos de los engañadores y malos compañeros; que seas para mí como Rebeca y me alcances la bendición divina y el derecho al cielo ¡Oh María! Virgen fiel, ruega por nosotros.
Compartir