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Me preocupa esto. La enseñanza de las matemáticas no despierta interés en niños que no estén predispuestos a ello. ¿Cómo hacer las matemáticas más...

...interesantes en primaria?

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Aprendiendo a Aprender

Con mucho gusto contesto a la pregunta de Irene Molina.

No es fácil la cuestión y hace mucho tiempo que se discute en todos los países desarrollados y menos desarrollados. No sé si mi punto de vista puede ser de interés, pero espero que al menos estimule a la reflexión.

Yo sobre este asunto no mantengo una postura equidistante: tengo algunas dudas sobre qué procedimientos nuevos debieran ensayarse, pero no tengo ninguna duda sobre lo que NO debe hacerse, que es justo lo que seguimos haciendo durante décadas, sin obtener resultados satisfactorios para una amplia mayoría de los alumnos.

En principio, sobre las matemáticas y su didáctica opina absolutamente todo el mundo, y ya es muy conocido el refrán que dice: "con muchos cocineros se estropea el guiso".

La educación, en general, forma parte de la política de un país, por eso hay en todos ellos un Ministerio de Educación, o de Instrucción Pública, como se llama en algunos países, incluida España desde 1900 hasta los últimos años anteriores a la guerra civil.

Por ser un asunto político, y en esta nuestra época, marcada por el predominio de los medios de comunicación y las telecomunicaciones, por haber adquirido una dimensión social muy relevante, es objeto de preocupación por parte de padres y madres de alumnos, en primer lugar, y también de profesionales de la enseñanza y de la investigación.

EL DIAGNÓSTICO

Pero antes de discutir qué medicina debemos tomar, hasta el peor médico imaginable acertaría en recomendarnos primero el análisis, el diagnóstico de nuestro problema, previamente a empezar con ningún tratamiento.

Por tanto, en el caso de la enseñanza de las matemáticas en primaria, deberíamos, en primer lugar, evaluar en qué punto estamos y diagnosticar qué problemas tenemos.

Sin embargo, es aquí, en la base de la actuación, en la planificación, donde más y peores errores se están cometiendo: con frecuencia, para simplificar el problema complejo, y aplicarle soluciones fáciles, rápidas … ¡y falsas! se ha reducido todo a una cuestión sobre las calificaciones: para que los alumnos no suspendan, para que no protesten diversas y considerables partes de la sociedad (unas con toda la razón, otras con parte de ella y otras sin ninguna razón en absoluto), se ha creído conveniente ir rebajando el nivel de exigencia, ir suprimiendo del currículo las partes más teóricas y genuinamente lógicas, que distinguen precisamente a la matemática de todas las demás ciencias, y se ha insistido hasta el exceso en las tareas repetitivas, puramente mecánicas.

De modo que si un alumno cualquiera se encuentra con tales tareas, que no se ve a dónde se dirigen, ni para qué se necesitan, probablemente lo más que puede hacer, si es buen estudiante, es memorizar las reglas y procedimientos ad hoc, y superar la asignatura para "quitársela de encima".

En el caso de alumnos con menos interés, motivación, o peor organización del estudio, o con menos madurez, el mismo aburrimiento que sufren los otros alumnos se une a una mayor dificultad de recordar mecánica y machaconamente unas reglas repetitivas; así pues, el fracaso está servido.

Como consecuencia de esto, tenemos a los alumnos con menos facilidad o menos habilidades matemáticas, empantanados en una materia en la que no solo no progresan, sino que les resulta, en muchos casos, una tortura; y a los otros alumnos, con mayor facilidad, y en casos minoritarios, hasta vocación o gusto particular por las matemáticas, que no disfrutan y que no avanzan tanto como podrían porque se ha reducido la asignatura a sus aspectos menos estéticos y menos razonables, en favor de las destrezas mecánicas y reiterativas.

Si esta "metodología", por llamarla de una manera benévola, se justificase por sus buenos resultados académicos, aún sería muy criticable en muchos aspectos, puesto que el objetivo de la enseñanaza de las matemáticas no es único, y no se agota en dominar instrumentalmente destrezas operativas y repetitivas, sino que debe inculcarse al alumno, sobre todo, el poder del razonamiento aplicado a la resolución de problemas matemáticos, el enorme y saludable ejercicio intelectual que supone discurrir para resolver un problema, y aun dejar la puerta abierta a futuros estudios más avanzados.

Pero es que, para mayor desolación, tampoco los resultados prácticos de tal "metodología" son ni siquiera relativamente buenos ni aceptables.

En cada ocasión en que se ha intentado alguna reforma de la enseñanza, en España, pero también en algunos otros países, se les encarga elaborar las directrices y líneas maestras a los mismos o parecidos "pedagogos" o "psicopedagogos" que demostraron su incompetencia en la Reforma anterior.

Y algo que, desde luego, en España NUNCA se ha hecho, y por lo tanto puede especularse cuanto se quiera sobre tal medida, pero no rechazarse de plano sin haberla probado, es consultar con auténticos matemáticos, investigadores y especialistas en matemáticas (no enchufados ministeriales) y confiar en su criterio: no dejar toda la capacidad decisoria en manos de la poderosa pléyade de "psicopedagogos", puesto que no aspiramos a que los alumnos sean "psicopedagogos", sino a que aprendan matemáticas, las valoren y las asimilen.

La pedagogía es una noble y necesaria rama del conocimiento; pero solo podrá considerarse como ciencia cuando someta sus teorías a la experimentación y no las mantenga contra viento y marea en contra de evidentes resultados negativos.

De hecho, los "grandes pedagogos" no suelen ser la mayoría, como ocurre en casi todas las profesiones. Se podría evaluar a cualquier "pedagogo" o "profesor", con bastante justicia, echando un vistazo a su biblioteca particular.

Necesitamos de la MINORÍA de pedagogos y de la MINORÍA de matemáticos que puedan elevar la temperatura matemática media de la MAYORÍA de los alumnos.

Cuando recordamos a brillantes matemáticos "simpáticos", "sonrientes", que disfrutan de lo que hacen ¿porqué no les preguntamos cómo hacer que sientan eso mismo los alumnos, y porqué no los fichamos como asesores? Siempre escuchamos al respecto los consabidos tópicos y lugares comunes: que el premio Nobel de Medicina no sabe poner inyecciones y que los "sabios" no se adaptan bien al nivel de los alumnos principiantes. Por lo visto, los que sí se "adaptan muy bien" son quienes han diseñado el actual desaguisado…

Después hay otro tronco fundamental que considerar:

LA PROFESIÓN de "Profesor"

Es una creencia tristemente generalizada, que quien es muy bueno en una materia debe investigar y quien es "menos bueno" (por no decir directamente "malo") debe conformarse con dedicarse a enseñar.

Mientras esta estupidez siga asentada en tantas cabezas, nos va a ir muy mal a todos.

Cualquier ganadero que, por ejemplo, cría toros, elige a los mejores ejemplares, los más fuertes, sanos y bellos, como sementales, para que se reproduzcan mejorando siempre la especie; pero esto, que tienen claro todos los ganaderos, no lo tienen claro, por lo visto, nuestras autoridades educativas, en esta sociedad tan "desarrollada" y "avanzada", y preferimos primar cualquier otro aspecto meritorio de un profesor (alguien que debiera "mejorar la especie"…) antes que su brillantez y competencia técnica para aquello que justamente va a enseñar.

Ni que decir tiene que en el acceso a la enseñanza habría una competencia mucho más eficaz y fructífera si los puestos de trabajo en la enseñanza tuvieran una mejor consideración social, incluida la mejor remuneración económica. Porque entonces no se perdería a muchos talentosos profesionales, que acaban dedicándose a otras cosas, o a las mismas, pero en el extranjero. Y en los países donde esto lo tienen claro, quizá no sea por eso, pero "casualmente" los profesores enseñan mejor, están menos agotados, consiguen mejores resultados en sus alumnos…

Quien ama una materia quizá pueda transmitirla o no; pero quien no la ama es seguro que no lo logrará.

Y una tercera "pata" del problema:

Las matemáticas son parte de la CULTURA, no un lenguaje cifrado para espías.

Un ejemplo:

¿Porqué cuando un profesor habla del antiguo Egipto a los niños, el misterioso país de los faraones y las pirámides, siempre es profesor de historia o de literatura o de Arte, pero nunca de matemáticas?

Pues porque el profesor de matemáticas solo debe enseñarles cosas como calcular el área de un triángulo… la Geometría ¡ese "rollo" que no sirve para nada, mamá!

El Nilo se desbordaba periódicamente y entonces inundaba las tierras de cultivo de diversos propietarios, lo que las fertilizaba asombrosamente, y era la clave para conseguir buenas cosechas; por eso, cada uno debía pagar un tributo o impuesto proporcional, en relación con el tamaño, o la extensión de su "tierra". También para comprar o vender tierras, y sobre todo para comparar el tamaño de tierras de diferentes formas, se les planteó el mismo problema: medir una "tierra" (Geo, en griego), y medida, o metría (del griego, Metron).

La medida de la tierra dio lugar a la Geo-metría, que ahora llamamos cálculo de áreas, y que los agrimensores egipcios llegaron a dominar, dividiendo las figuras complicadas en triángulos, y también en rectángulos, o en general, en paralelogramos (rectángulos, cuadrados, romboides y rombos), que a su vez podían partirse en triángulos trazando una diagonal; empleaban para ello cuerdas, cordeles, estacas, reglas de madera... ellos sabían "medir" con métodos muy eficaces.

Un trapecio, por ejemplo, podía dividirse en triángulos, cuadrados y romboides.

Con las curvas tenían más problemas, pero también empleaban buenos trucos aproximados, como rellenar los huecos curvos con pequeños objetos planos y medirlos después de retirarlos.

Aún hoy en día se utiliza la descomposición de un terreno o parcela en triángulos para medir su extensión como suma de las áreas de los triángulos componentes.

Y si nos fijamos en las pirámides no solo tenemos un gran Tratado de Matemáticas, sino que todavía hoy en día no conocemos la totalidad de secretos matemáticos y astronómicos que guardan entre sus medidas y proporciones.

Las matemáticas son también parte de la cultura, y las han descubierto (o inventado…esa es otra historia) hombres y mujeres, no se han descubierto solas; también son profundamente humanas, a pesar de los intentos de muchos autores de suprimir palabras y dejar un texto seco, apto para máquinas, y no para alumnos…

Por último, debe señalarse que los alumnos, cada vez más, tienden a desconcentrarse si algo no sale inmediatamente, la impaciencia absoluta es el signo de estos tiempos; y las matemáticas, como todos los grandes placeres, requieren de un esfuerzo inicial hasta que se llega al punto desde donde ya se va viendo un paisaje interesante, y cuanto más alto se sube, más fascinante es la vista.

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