¿Podrían los aztecas haber derrotado a los conquistadores españoles?

Siempre pudieron, nunca se atrevieron.

Lo extraño es que los españoles hayan conquistado el Anáhuac, esa fértil tierra que se extendía desde la Huasteca hasta Nicaragua.

En realidad las primeras incursiones españolas fueron un desastre total.

En la costa tabasqueña se conocía un paraje como El lugar de la mala pelea, pues los españoles habían sufrido 50 bajas mortales peleando contra los naturales. 50 muertos a descontar de las escasas tropas con que siempre se movían los hispanos era una catástrofe. Los indígenas podían perder miles en una batalla, pero siempre había masas humanas con que reponer las bajas.

Un equipo arqueológico y antropológico descubrió hace poco algo escalofriante: otro grupo español fue capturado, también eran 50 personas, entre ellas algunas mujeres.

Fueron devorados, no sólo muertos, sino comidos como carne por sus captores; así lo revelan las marcas que tienen los huesos, y que fueron hechas al roerlos mientras tenían carne cocida.

En realidad la conquista española es un prodigio. Sólo el valor imponderable de los aventureros españoles, su mística, y sobre todo, la astucia política de Hernán Cortés, pueden dar alguna explicación al hecho extraordinario de que un puñado de europeos haya sometido para el rey de España un territorio tan gigantesco, más grande incluso que el territorio que hoy ocupa la Europa occidental.

La batalla que decidió la suerte del imperio azteca, y permitió el surgimiento de México

De acuerdo a la lógica, la aventura española debió terminar en Otumba. Esa fue la mayor e inmejorable oportunidad de los aztecas de vencer a los españoles y dejarlos en calidad de pozole.

Pero a Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, una dama española (María de Estrada) y 597 españoles más, la lógica les importaba un carajo. Hay que dar mérito a los tlaxcaltecas, enemigos mortales de los mexica, y que en número de dos mil guerreros reforzaban las huestes de Cortés.

El arrojo suicida de los conquistadores los hizo desbaratar una legión azteca de 200 millares en Otumba, penetrando con acero la masa humana hasta aniquilar al portaestandarte. Con ello, los aztecas se dieron por perdidos.

Esa fue la extraordinaria y extrañísima batalla de Otumba, la última oportunidad de los americanos de seguir con su ancestral estilo de vida. Fue el comienzo del dominio español sobre la mayor parte de América.

Más tarde la leyenda y el afán de fama y gloria de los conquistadores de Aridoamérica los hacían relatar cómo unos pocos cientos de españoles enfrentaron y derrotaron a un ejército indígena de cien mil elementos. Inverosímil leyenda, pero que no está tan lejos de la verdad; al principio los europeos siempre combatían en inferioridad numérica; era gritar ¡Santiago y cierra, España!, y lanzarse al ataque, confiando en la bendición del apóstol Santiago.