En el pasado, sin medios de visión nocturna ni radios para coordinarse, dependías por completo de la luz del día tanto para ver al enemigo como para ver a tus propias fuerzas y las señales de tus comandantes. Por tanto, conforme anochecía o aparecía algún fenómeno que limitara seriamente la visibilidad (niebla, etc.), las batallas se apaciguaban "naturalmente" hasta que fuera posible ver en condiciones otra vez.
Seguía siendo posible realizar lo que hoy llamaríamos "operaciones especiales" de "comandos" a la luz de la luna o las estrellas, o combatir en el interior de ciudades iluminadas (o ardiendo), pero no en las clásicas batallas antiguas a campo abierto (o "a mar abierto"). Algunas veces se aprovechaba la noche para reubicar fuerzas sin que el enemigo se percatara, pero aún eso era complicado sin encender delatadoras luces para orientarse.
Así que más que acuerdos tácitos, lo que había era una casi-imposibilidad práctica de librar grandes batallas en la niebla o las tinieblas. Todo eso fue cambiando con la llegada de la radio al nivel táctico, la artillería iluminante, el radar y definitivamente con la generalización de los medios de visión nocturna o en condiciones de baja visibilidad.
Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta
Metodologia e Prática de Ensino de História e Geografia
Metodologia e Prática de Ensino de História e Geografia
Metodologia e Prática de Ensino de História e Geografia
Metodologia e Prática de Ensino de História e Geografia
Compartir