Aparte de los traductores, el ejército estadounidense trató de impedir que los soldados estadounidenses de origen japonés sirvieran en el Pacífico. Temían las brutales represalias que se producirían si eran capturados.
Sin embargo, algunos se colaron. Uno de los capturados fue Frank Fujita. Curiosamente, en lugar de torturarlo cruelmente, sus captores tenían mucha curiosidad por saber cómo era la vida en Estados Unidos. Le preguntaron por qué luchaba por los americanos y trataron de convertirlo a la causa japonesa. En el interrogatorio fingió que no sabía japonés y se hizo el tonto. Debido a su origen étnico, le separaron de los demás prisioneros de guerra y le obligaron a producir emisiones de propaganda para los japoneses.
Estuvo detenido como prisionero de guerra durante 3 años y medio. El otro prisionero de guerra estadounidense de origen japonés era Richard Sakakida.
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