En cierta ocasión, discutiendo con Testigos de Jehová, descubrí algo que para mi fue importante: la palabra teoría tenía para ellos un significado muy diferente del que tenía para mí. La teoría de la que hablábamos era, cómo no, la Teoría de la evolución. No hay mejor manera de empezar a entenderse que ponerse de acuerdo en la acepción de los términos que empleamos. Por eso creo interesante hacer una reflexión sobre lo que es y lo que no es una teoría, en cada contexto.
Cuatro frases nos ejemplificarán las cuatro acepciones de la palabra, además de la coloquial que significa simplemente “elucubración”, “opinión”.
La primera frase se refiere a una teoría matemática. Una teoría matemática no tiene nada de elucubración ni de suposición. Es un cuerpo teórico en forma de definición- teorema-demostración-corolario. Dentro de su campo de aplicación, sus conclusiones son verdad absoluta, inmutable y eterna. Amén.
La segunda se refiere a una teoría científica, que la diferencio completamente de una teoría matemática. Aquí es donde muchos tienen problemas. La incomprensión a este respecto no es sino reflejo de la incomprensión de la labor de la ciencia por parte del público.
Existen básicamente dos formas de ver la labor de la ciencia entre el gran público; entendiendo “gran público” como “subconjunto de seres humanos ajenos al quehacer científico”. Por un lado están los que desde el desconocimiento comprueban, muchas veces maravillados, el progreso del conocimiento y de la técnica a través de la información normalmente nefasta que les llega desde los medios de comunicación. Para ellos, el prestigio de la ciencia como garantía de la verdad en lo que se dice es muy grande. Los agentes de publicidad lo reconocen y explotan con frecuencia, señalando que las bondades del producto X han sido "científicamente comprobadas" o que la superioridad del producto Y está "demostrada científicamente”. A veces basta introducir un vocablo de apariencia científica para añadir una pátina de prestigio a un producto comercial. Mi ejemplo preferido es un producto de limpieza con “desincrustol D”, por no hablar de los bífidus activos, las nanoesferas... para qué seguir?
De esta forma, las proposiciones científicas aparecen como ciertas y aún más, como irrefutables. Los mismos razonamientos paranormales, en busca de un prestigio del cual carecen están plagados de frases como “ha sido demostrado científicamente que...”, frase casi ausente en cualquier artículo serio.
Existe otra porción, en aumento, que “sabe” algo más, pero lo sabe mal. Saben que lo anterior no es correcto, y que las verdades científicas no sólo no son absolutas, sino que ni siquiera son permanentes. Saben de cambios de paradigmas, pero caen en el relativismo gnoseológico más pernicioso. En realidad opinan exactamente lo contrario de los anteriores. Los argumentos esgrimidos pueden ser del siguiente tipo:
Existen infinidad de variantes. La conclusión de todas ellas es que nunca podemos estar seguros de nada, y que la ciencia es un complot, una colección de dogmas no muy diferente de los dogmas de las religiones; un constructor social en todo caso. Los profetas New Age han explotado esta versión siempre que les ha sido posible.
Sería bueno explicar las falacias de todos estos razonamientos. Y en realidad no es difícil explicar que ambas visiones de la ciencia son falsas. Creemos que es mucho más fácil explicar cómo funciona la ciencia que explicar cuestiones científicas, e igualmente productivo, y quizás por ahí habría que empezar.
La tercera frase se refiere a una teoría paranormal . Las paraciencias tienen una metodología corrupta propia. De momento, baste con decir que la palabra teoría en este contexto es muy diferente a la misma palabra en los dos contextos anteriores. La estrategia paranormal debe llevar implícito un filtro que no deje pasar los hechos que se enfrenten a la tesis que se debe defender a toda costa. Cualquier posibilidad es aprovechada, dado que los planteamientos paranormales no exigen coherencia ni rigor: a veces se explotará la primera visión de la ciencia, y otras la segunda, normalmente con apelaciones constantes al principio de autoridad de “prestigiosos investigadores” a los que nadie conoce. El famoso affaire de la “Sábana Santa” es un buen ejemplo de ello: cualquier resultado que demuestre la falsedad de la síndone será automáticamente recusado por los forofos de la sindonología.
La cuarta frase se refiere a una teoría teológica o religiosa. La función de la búsqueda de la verdad en estos contextos es sustituida por una fuente de revelación. Nada que ver con lo que estamos tratando aquí...
Será en extremo difícil convencer de la existencia de falacias en sus razonamientos creacionistas a un creyente en la literalidad de la Biblia, pero es posible que entiendan perfectamente lo siguiente:
Aclarar qué acepción de la palabra teoría estamos utilizando en cada caso es un paso importante para entendernos con nuestros interlocutores amigos de lo paranormal, e intentar atraerlos hacia el pensamiento crítico.
Para ello, hace falta que el interlocutor sea rebatido con respeto, y que quien trata de eliminar el filtro no olvide nunca que en el fondo está atacando seguridades muy queridas por el creyente, y ofreciéndole a cambio un mundo incierto, inseguro... y un poco más veraz.
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Física Teórica e Experimental II
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