¿Por qué no se pueden derrotar las armas de energía dirigida simplemente haciendo que sus objetivos sean altamente reflexivos?

Las armas de energía dirigida se derrotan solas. Son un fracaso que sólo sirve para un puñado de aplicaciones pequeñas, y a menudo no muy bien.

El otrora fabuloso "Jumbo-láser" Boeing YAL-1, desguazado en 2014 sin sucesores.

¿Por qué no se pueden derrotar las armas de energía dirigida simplemente haciendo que sus objetivos sean altamente reflexivos?

Es mucho más fácil hacerlo con un simple aerosol, y si nos ponemos sofisticadas, con aerosoles multiespectrales. O con cubiertas ablativas. O simplemente rotando para que no pueda enfocar al mismo punto durante el tiempo suficiente. O de mil maneras más, a cual más sencilla y barata, como las humildes cortinas de humo, especialmente si se les inyectan tiritas metálicas.

En la práctica, como decía arriba, se derrotan solas por la vía de ser impracticables con la ciencia y tecnología conocidas. Por ejemplo, en todos los proyectos de armas láser dentro de la atmósfera terrestre el thermal blooming ha resultado ser un problema insuperable; y fuera de la atmósfera terrestre, son una locura de peso, baterías y fuentes de energía para lanzarlas con los cohetes existentes o previsibles si se pretende que hagan algo.

Después de décadas y miles de millones en I+D, las armas de energía dirigida siguen siendo un futurible que sólo tienen un puñado de aplicaciones de nicho, ninguna de ellas muy importante. Todos los grandes proyectos fueron cancelados y lo que hay ahora mismo no pasan de "láseres de soldadura potentes." En el estado actual y previsible de la tecnología, son un fracaso salvo para esas aplicaciones diminutas.

Décadas de investigación. Ni se sabe de miles de millones. Y esto es lo máximo que puede hacer lo último de lo más en armas de energía dirigida desplegadas actualmente, a una distancia máxima de 1,5 km aproximadamente. Eso sí, pueden consolarse con que los railguns llevan un camino parecido.