Hace muchos años visité por primera vez los túneles de Cochín en Vietnam, en donde se conoce un aspecto muy importante de la Guerra de Vietnam y cómo los vietcom combatieron a los invasores gringos utilizando conocimiento ancestral. La gente se enterraba literalmente en la tierra y brotaban de cualquier lado para atacar. Ese sitio es impresionante. También se conoce cómo los gringos lanzaron bombas químicas para quemar literalmente la tierra, matando el bosque tropical en su intento de erradicar las células de los Vietcom.
En esa primera vez que fui, había un abuelo que se ofreció a mostrarnos el sitio. Era un veterano de la Guerra de Vietnam, miembro además del grupo indígena que había creado la idea de enterrarse en la tierra como los ancestros. Era un anciano en sus 70, pero con un cuerpo atlético de envidiar, sus dientes negros por mascar tabaco, utilizaba ropa de soldado vietnamita de los años 60 y hablaba un inglés bastante pobre, sin ningún acento, el cual uno comenzaba a entender después de oírlo un buen rato y llenar los vacíos fonéticos. Por ejemplo, todas las R las volvía L, por lo cual decía This is vely good…
Este hombre nos mostró cada rincón de los túneles, nos hizo meter en los más visibles. En ese tiempo no existía mucho control de acceso. Todo era muy rudimentario, porque el Vietnam apenas se estaba abriendo al mundo y el turismo internacional era todavía escaso. Cada que nos hablaba, uno podía ver la historia en sus ojos, cómo a través de sus explicaciones, salía el niño de la guerra que vivió en carne viva cada cosa. Nos explicó cómo cocinaban dentro de los túneles y cómo hacían para que el humo del fuego no saliera en el mismo sitio de la cocina subterránea, sino que siguiera un conducto hasta que estuviera lo suficientemente lejos y no fuera ubicado por los invasores.
Nunca olvidaré a ese viejo. Pero a la misma vez comenzaban a llegar los guías de turismo preparados por el Estado, hombres jóvenes bien vestidos y con un mejor inglés. En un momento el anciano quiso enseñarnos cómo los Vietcom salían de entre trincheras especiales cubiertas con vegetación y disparaban. Para probarlo, se metió él mismo y, de pronto, saltó de adentro, tirando la tapa natural por los aires y mostrando su gran complexión física con un gran fusil de chatarra. Todos gritamos de júbilo, como si fuera un circo… entonces él, muy grave, nos miró a los ojos y nos dijo: “¿Les parece muy gracioso? Pero en esa época, todo era una tragedia… aunque era una defensa de nuestro suelo, se trataba de matar a otro joven…” Ante esa explicación, todos guardamos silencio por un momento. Pero él, que parecía tener una alegría interior superior, nos invitó a que probáramos. Me ofrecí y me metí al hueco eso. Era tan estrecho que apenas cabía yo. Pronto sentí el sopor del interior de la tierra y por un momento me imaginé cuán terrible debió ser eso de estar allí oculto a la espera de un enemigo dispuesto a volarte los sesos y tener que salir uno de pronto, disparar y regresar a su nido… una sensación de guerra inolvidable, que valió más que cualquier otra cosa. Entonces, después de unos segundos de vivir la experiencia, me levanté y la tapa natural saltó por los aires y me vi frente a mis compañeros a la espera y salí de allí. Entonces uno de los guías oficiales, los educados, los delegados, se acercó a nuestro chamán y le dijo en vietnamita (después traducido a nosotros), que no debería invitarnos a entrar a esos hoyos porque podrían haber allí cobras.
Hace dos años regresé a Cochín, pero todo había cambiado. Primero, no pude encontrar más a nuestro chamán. Todo estaba organizado como un parque temático, con vayas comerciales, tarifas bien visibles, una taquilla con una mujer seria que hablaba un inglés informativo y… jóvenes guías OFICIALES con un buen uniforme, números de identificación, inglés fácil y diciendo que estudiaban en la universidad cosas como historia, lenguas, etc.
Nuestro guía podría haber sido bisnieto de mi viejo y desaparecido chamán en el cual pensé durante todo el tiempo que tardó el tour. Lo imaginaba sentado en un rancho, perdido su vigor, olvidado de todos y prohibido en guiar a visitantes. El joven aplicaba dos métodos:
Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta
Direitos Humanos e Direitos Humanos Fundamentais
Direitos Humanos e Direitos Humanos Fundamentais
Compartir