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¿Cuántos habitantes sobrevivieron del sitio de Stalingrado y cuántos habitantes tenía antes la ciudad?

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Materiales y Apuntes

Hola.

Según señala este libro de investigación geográfica y demográfica publicado en 1952 por Columbia University Press:

The Columbia - Lippincott Gazetteer of the World.

La población de Stalingrado (hoy Volgogrado) en 1939 era de aproximadamente 445,476 personas.

Hubo un éxodo masivo de refugiados provenientes de numerosos pueblos y ciudades de los territorios occidentales de la Unión Soviética, donde el sufrimiento y la miseria acompañaban, como si de una macabra sombra se tratara, el avance del ejército alemán a lo largo del vasto territorio ruso.

Como consecuencia de lo anterior, muchos centros urbanos que se encontraban más alejados de los campos de batalla, entre ellos la ciudad con el nombre del dictador georgiano, se convirtieron en centros temporales de refugiados y donde un inmenso flujo de personas transitaban día a día, dirigiéndose a distintos puntos ubicados en lo profundo del territorio ruso, incluso más allá de los Montes Urales, donde las autoridades soviéticas estaban trasladando el grueso de las fábricas y centros de producción, así como a sus trabajadores, lejos del alcance de los bombarderos de la Luftwaffe.

La ciudad ejemplar de Stalin

Foto de la ciudad de Stalingrado antes de la guerra.

Se estima que entre finales de 1941 y mediados de 1942 cerca de medio millón de civiles pasaron por Stalingrado como refugiados temporales, siendo evacuados a otros puntos de la Unión Soviética. No obstante, para agosto de 1942, mes en el que el 6° Ejército Alemán de Friedrich Paulus se encontraba prácticamente en las afueras de la ciudad, aun permanecían en la urbe más de 400,000 residentes y refugiados.

Tengamos en cuenta que, debido al caos, desorganización e incompetencia tanto de las autoridades civiles como militares soviéticas en los años iniciales del conflicto, es imposible dar números totalmente precisos, sin embargo, estas cifras (que proporcionan prestigiosos historiadores como David Glantz o Antony Beevor con sus increíbles trabajos de investigación) nos dan una idea de la inmensa cantidad de personas que permanecían cuando la batalla estaba a punto de comenzar, y la renuencia de los altos mandos del Ejército Rojo de evacuar a los civiles sino hasta cuando los alemanes ya estaban bombardeando la ciudad.

Entre el 24 de agosto, cuando las bombas alemanas ya caían incesantemente y destrozaban los edificios y casas de la urbe, y el 10 de septiembre, las autoridades soviéticas y el alto mando del 62° Ejército (el encargado de la defensa de la ciudad) señalaron haber evacuado al menos a 300,000 civiles, principalmente mujeres, niños y ancianos, al margen oriental del río Volga.

La gente cruzaba en todo tipo de barcazas, transbordadores e incluso lanchas al otro lado del río, bajo el infierno que desataban los aviones de la 4° Flota Aérea (Luftflotte) de la Luftwaffe, al mando del barón Wolfram Von Richthofen (primo de los famosos ases de la 1° Guerra Mundial, Manfred "El Barón Rojo" y Lothar Von Richthofen), que disparaban y bombardearan a todo tipo de objetos que se encontraran flotando sobre el helado río.

Debido a la tardía evacuación de los civiles por parte de las autoridades soviéticas, durante los últimos y caóticos traslados unos 50,000 civiles quedaron atrapados en el margen occidental del Volga, amontonados y desesperados, esperando a ser evacuados.

Mucha peor suerte tuvieron las decenas de miles que, debido al rápido y sobrecogedor avance alemán, fueron dejados atrás y quedaron atrapados directamente en las zonas de combate, escondiéndose en los sótanos, alcantarillas y las numerosas ruinas de los edificios pulverizados por las bombas.

El hecho de que aun permaneciera tan gran cantidad de personas dentro de la zona de combate causó que el 2 de septiembre el mismo Hitler ordenara que la totalidad de la zona de operaciones del 6° Ejército Alemán fuera despejada, sin excepciones, de civiles. Masivas columnas fueron organizadas y trasladadas con rumbo al oeste, a los territorios ocupados por Alemania. Las interminables filas de personas famélicas creaban una vista miserable y sombría; la gente no tenía absolutamente nada con que alimentarse. Los soldados alemanes habían requisado y cosechado todo tipo de alimentos en la región, por lo que los refugiados ni siquiera podían sacar provecho de la propia tierra para poder comer.

Un sargento de la 295° división de infantería, perteneciente al 6° Ejército, describió a un familiar suyo en una carta sus emociones al presenciar una columna de refugiados en su camino a Stalingrado (testimonio señalado por el historiador Beevor):

Hoy vi muchos refugiados provenientes de Stalingrado, una miseria indescriptible. Niños, mujeres y viejos (tan viejos como el abuelo) caminaban ligeramente vestidos, sin ninguna protección contra el frío. Aunque son nuestros enemigos, no puedo evitar sentir una profunda lástima. He visto mucha miseria durante esta guerra, pero Rusia lo supera todo. Pero Stalingrado… no comprenderías esto, tendrías que verlo con tus propios ojos.

La suerte de aquellos atrapados en la ciudad no fue para nada mejor: durante los pocos momentos en que los bombardeos paraban la gente salía a las calles para aprovechar la carne de los numerosos caballos muertos con tal de tener algo con qué alimentarse, antes de que las ratas y los perros callejeros lo hicieran. Eran a los niños principalmente a los que se les encomendaba la tarea de salir a buscar comida durante los limitadísimos momentos de relativa calma, pues por su pequeño tamaño podían deslizarse y moverse con mayor facilidad entre los escombros, protegiéndose de los numerosos francotiradores alemanes y soviéticos escondidos, que disparaban sin piedad en el momento en que detectaban el más mínimo movimiento.

Precisamente por la cuestión de los francotiradores, incluso los mismos militares alemanes y soviéticos utilizaron una gran cantidad de niños para llevar a cabo las tareas y actividades del diario, como llenar las cantimploras de agua o llevar mensajes y munición de un lado a otro, a cambio de trozos de comida. Actividades que dentro de Stalingrado se volvían mortales para cualquiera que asomara la cabeza de entre la destrucción, por algo los Alemanes llamaron al combate dentro de Stalingrado Rattenkrieg (guerra de ratas).

La Feldgendarmerie (policia militar) del 6° Ejército, dividida en 3 distintos Kommandanturs (zonas administrativas) a lo largo de la ciudad, fue la encargada del registro y evacuación de civiles de la zona de operaciones alemana. Wilhelm Moritz, un oficial al mando de una de estas zonas capturado después de la batalla, señaló que tenían también ordenes de "seleccionar civiles aptos para ser enviados a trabajos forzados a Alemania, así como entregar a comunistas y judíos al SD (Sicherheitsdienst/servicio de seguridad alemán).

Se estima que cerca de 3,000 civiles murieron a causa directa de los militares o autoridades alemanas en la zona, y unos 60,000 fueron trasladados al Reich para ser utilizados como esclavos en trabajos forzados, incluso hasta fechas tan tardías como el 5 de octubre, o a inicios de noviembre, los alemanes siguieron evacuando civiles, a través de la espesa nieve, hacia campos improvisados en las zonas de retaguardia, donde las condiciones eran peor que miserables (como los ubicados en las localidades de Gorkovski, Marinovka, Kalach y Nizhne).

Entre los refugiados se encontraban principalmente mujeres, niños y ancianos.

"Cada hombre debe convertirse en una de las piedras de esta ciudad".

A pesar del gigantesco éxodo de refugiados al lado seguro del río Volga, a todos los civiles varones capaces de caminar y empuñar un arma se les ordenó, bajo amenaza de muerte, quedarse en la ciudad a defenderla, creándose unidades improvisadas de hombres adscritos al 62° Ejército soviético que, sin experiencia ni entrenamiento militar previo, fueron enviadas a enfrentarse a los invasores alemanes, la mayoría de las veces con resultados fatales.

La total falta de respeto por las autoridades soviéticas hacia la persona individual, ya fueran civiles o sus propios soldados, se hacia más evidente conforme los alemanes avanzaban más y más dentro de la urbe: las botas, uniformes y equipo nuevo estaba completamente reservado para las unidades que se estaban formando en la retaguardia, en el margen oriental del Volga. Para aquellos combatiendo en la línea de frente, las instrucciones eran simples: todo lo que se necesite, se obtendrá de los cadáveres de los camaradas muertos; durante el cobijo de la noche hombres eran enviados a las zonas repletas de cadáveres, para recuperar lo que se pudiera de los mismos.

Al mismo tiempo, la propaganda soviética y los informes periodísticos mostraban un optimismo, y señalaban historias de extrema valentía personal que no podían estar más alejadas de la realidad; se señalaba que los frontovik (soldado soviético en la línea de frente) se encontraban motivados y no paraban de hablar, en sus trincheras, de su enorme orgullo por estar bajo el heroico mando del camarada Stalin, y que durante sus ataques avanzaban cobijados por el grito de "Za Stalina!" (¡Por Stalin!).

En realidad, los hombres vivían en condiciones miserables e inhumanas, teniendo el soldado soviético promedio una esperanza de vida de tan solo 24 horas, debido a la violencia e intensidad de los incesantes combates.

Para ser franco sobre esto, en las trincheras, en lo último en lo que pensábamos era en Stalin - Yuri Semenovich Belash, poeta ruso que peleó en Stalingrado.

Incluso, durante los seis meses que duró la batalla de Stalingrado, las autoridades militares soviéticas (principalmente la NKVD, el "departamento de seguridad" de Stalin) ejecutaron a 13,500 de sus propios hombres, principalmente por deserción, cobardía y "actividades anti soviéticas".

El 2 de febrero de 1943 el 6° Ejército Alemán, aniquilado en la práctica, se rinde incondicionalmente a los soviéticos. La alguna vez ciudad ejemplar de Stalingrado ahora se encuentra arrasada hasta las cenizas. La escala de la muerte, el sufrimiento y el dolor presenciados en este episodio, el más sanguinario en la historia de la humanidad, no tiene precedentes. Millones de cadáveres en y alrededor de la urbe yacen medio putrefactos, otros congelados. La magnitud de la destrucción y miseria vivida en Stalingrado difícilmente puede ser descrita con palabras.

Aproximadamente 40,000 civiles (la mayoría de los que quedaron atrapados en la ciudad y no fueron evacuados) murieron, siendo víctimas directas de los terribles bombardeos, del indiscriminado fuego cruzado o de hambre, incapaces de encontrar alimento entre la destrucción.

Milagrosamente, más de 10,000 civiles quedaban vivos en la ciudad cuando la batalla llegó a su fin, mismos que vivieron por meses bajo las peores condiciones que un ser humano podría soportar, contando únicamente con su instinto de supervivencia y la férrea voluntad de vivir otro día.

Rusia no puede ser comprendida con el intelecto - Fiodor Tiutchev

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