¿Siendo doctor o enfermero alguna vez has tenido a un paciente que hiciera avances inapropiados?

Sí. Tuve a un paciente de unos cuarentitantos, casado. Había sido diagnosticado con diabetes y problemas renales. Las pruebas revelaron que uno de sus riñones no se había ajustado de forma correcta y que necesitaba cirugía. Mientras tanto yo le enseñaba a administrarse su propia insulina, su dieta, etc. Estaba dispuesto a aprender, entonces fue demasiado dispuesto. Comenzó a venir al escritorio a hablar conmigo.

Llamaría por cosas triviales. Estaba decidido que se iría a casa por unas semanas y luego de vuelta para la cirugía. Yo estaba feliz de que se fuera, dado que sería improbable que volviera a nuestra unidad. Pero, dos semanas después ahí estaba él. Él va a la cirugía, pero fue un caso tardío. Así que no lo mantuvieron por mucho tiempo en la Sala de Recuperación. Nos llamó para recogerlo, seguía estando muy sedado. Pero ¡Mientras lo estábamos rodando de vuelta, comenzó a gemir mi nombre! ¡Naaancy! Una y otra vez. Yo estaba horrorizada. Seguía tratando de mantenerlo callado, pero él siguió haciéndolo. Una vez estuvimos de vuelta a su habitación, mi compañera, entre risas, dijo que cubriría esa habitación. Yo escapé, sonrojada hasta estar púrpura. Afortunadamente había dejado de gemir mi nombre. Y me cambié de su habitación hasta que se fue. Todavía se burlan de mi por eso.

De cualquier forma, varios meses después abrí la puerta de mi casa ¡Y ahí estaba él! Nunca supe que trabajaba para la compañía de electricidad. Me había buscado en su base de datos, y ahí estaba. Y por si fuera poco traía un ramo de flores.

No dudé ni un segundo, le dije que si no se iba para no volver nunca más, yo iba a llamar a la policía, a la compañía de electricidad, y a su esposa, en ese orden. ¡El soltó las flores y corrió! Nunca volví a saber de él.