¿De qué otra forma se podría promocionar un producto estadounidense en un régimen nazi? Asociando a Coca-Cola con el mismísimo líder, ¡Hitler! El entonces jefe alemán de Coca-Cola, Max Keith, fue muy astuto y aprovechó la oportunidad para insinuar sutilmente que los nazis apoyaban la bebida gaseosa. (Más tarde, después de la Segunda Guerra Mundial, se le investigó y se le eximió de cualquier cargo nazi, ya que había rechazado la afiliación al Partido Nazi como un atajo para obtener el favor oficial. Se descubrió que sólo había actuado en interés de la empresa).
Anuncios alemanes de Coca-Cola
Una campaña publicitaria relámpago se encargó de convencer a los alemanes de que era una excelente alternativa a la cerveza. Cada vez que Hitler aparecía en la portada de una revista, aparecía un anuncio de Coca-Cola en la parte posterior, y cada vez que el ministro de propaganda Joseph Goebbels reservaba el Sportpalast, para hacer demostraciones masivas de retórica serpentina, aparecían vallas publicitarias de Coca-Cola en el exterior, justo donde los fieles del Partido hacían cola.
Sin embargo, en la Segunda Guerra Mundial, era casi imposible producir Coca-Cola en Alemania, debido a las prohibiciones de importación. Así nació la Fanta. Utilizando únicamente ingredientes que se encontraban en Alemania, se registró como producto alemán y se vendió en el mercado. El nombre fue el resultado de una breve sesión de brainstorming, que comenzó cuando Keith exhortó a su equipo a "usar su imaginación" (Fantasie en alemán), a lo que uno de sus vendedores, Joe Knipp, respondió inmediatamente "¡Fanta!".
Al final, Coca-Cola rió el último: después de la guerra, la corporación Coca-Cola recuperó el control de la planta, la fórmula y las marcas del nuevo producto Fanta, así como los beneficios de la planta obtenidos durante la guerra.
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Metodologia e Prática de Ensino de História e Geografia
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