¿Qué se siente al no ser atractivo ni deseado por nadie?

Es horrible. En mi caso es un problema desde hace mucho tiempo. Todavía recuerdo cuando me di cuenta de que no era atractiva. Estaba en tercer grado y me costaba mucho aprender las multiplicaciones. Noté como mi profesor prestaba más atención a aquellos alumnos con un aspecto concreto. El profesor les ayudaba más que a mí. Fue en aquel momento en el que comprendí que tenía que aprender a depender solo de mí misma.

Y en el instituto fue mucho peor. Tardé mucho en desarrollarme y sufría acné, además de tener una nariz muy gruesa y chata, lo cual no es una buena combinación, especialmente para las chicas. Mi madre tampoco es que me ayudara mucho porque en lugar de ayudarme a tener una mejor autoestima, me hundía todavía más con sus comentarios y diciéndome que era fea.

Empecé a recibir folletos para diferentes tipos de becas y oportunidades. Una de ellas incluía competir en un concurso de belleza. No tardó nada en dejarme claro que no tenía ninguna posibilidad, e incluso convenció a mi padre para que me quitara la idea de la cabeza. Mi padre me dijo que solo las personas muy guapas podían entrar en ese tipo de competiciones. No te puedes ni imaginar lo que es tener que escuchar la opinión verdadera de tus padres sobre tu aspecto físico. No deja de ser culpa suya que tenga la apariencia que tengo.

Cuando llegó el momento de socializar y salir con chicos, todo emporó. Tuve mi primer novio a los 16, y me dijo que cualquier chico que mostrara interés por alguien de mi aspecto solo buscaba tener sexo. Esto me hizo sentir muy insegura y extremadamente tímida. Llegué a la conclusión de que nadie iba a querer estar conmigo. Odiaba el rechazo por las repercusiones emocionales, era un infierno.

La gente puede ser muy maleducada con sus comentarios. Por ejemplo, cuando estaba trabajando en un centro comercial y llegó la hora del descanso, pasé por la zona de restaurantes (donde suelen estar los chicos y chicas más populares) y un hombre dijo en voz alta “es fea de cojones”. Yo caminaba con la cabeza baja para evitar entrar en contacto visual con nadie. Tras escuchar aquello, corrí a esconderme.

Sufrí depresión y ansiedad social, apenas tenía amigos porque interioricé todos los mensajes negativos con los que me habían bombardeado. Vivía en un estado de miedo.

Ahora ya de adulta sigo padeciendo ansiedad y depresión, pero he buscado ayuda. Estoy intentando curar mis heridas emocionales y he aprendido que:

. No puedo controlar las acciones de los demás, pero puedo controlar como reacciono a ellas.

. Lo que las personas dicen es una proyección de ellos mismos.

. Puedo concentrarme en mejorarme a mí misma según mis propios criterios.

. No soy del agrado de todo el mundo, y no hay ningún problema en ello.

No estoy diciendo que me haya recuperado completamente de mis traumas, es un trabajo en progreso.