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¿Quién es Jesús para ti: un mentiroso, un lunático, El Señor o un mito?

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Materiales y Apuntes

¿Alguna vez has oído a alguien hacer una declaración similar a ésta?:

“Creo que la idea de Jesucristo es sólo un mito. La increíble historia entera fue inventada por unos fanáticos religiosos pocos años atrás, y desde entonces, multitud de personas han sido engañadas.”

Eso es lo que la gente dice a veces cuando se empieza a hablar con ellos acerca de Jesucristo. Se imaginan que Él está en la misma categoría que Zeus, Hércules y Pandora. La idea de que Jesús es un mito, sin embargo, no tiene ninguna base en la evidencia histórica, sino que se basa únicamente en el sesgo personal del pseudo-intelectual que hace una afirmación tan absurda.

Es un hecho de la historia que un hombre llamado Jesús realmente caminó sobre esta tierra hace unos 2.000 años, y quien lo niegue está revelando una ignorancia deliberada de lo que todo estudiante de historia sabe que no puede ser negado de manera inteligente. Una persona puede también afirmar que George Washington o Abraham Lincoln fue un mito. Jesús no fue un mito. ¡La Enciclopedia Británica contiene más de 20.000 palabras bajo el rubro Jesucristo!

¿Cómo podemos saber con certeza que Jesús fue un personaje histórico? Aunque no tenemos una copia de su certificado de nacimiento o de muerte o alguna foto de Él, hay pruebas más que suficientes para demostrar que Él vivió durante treinta y tres años sobre este planeta. Un número de autores no cristianos del primer siglo documentan la historicidad de Jesús y los primeros cristianos.

Además de esos documentos, las pruebas históricas más importantes son las cuatro biografías de Jesús. Dos de los relatos de los Evangelios fueron escritos por discípulos que le conocieron personalmente, y los otros dos fueron escritos por hombres que eran sus contemporáneos.

Una Nueva Mirada a Nixon

Algunos podrían exclamar que los Evangelios son simplemente ficción imaginativa. Pero detente a pensar por un momento lo ridícula que es esa teoría.

¿Qué pasría si alguien fuera a publicar un libro sobre el ex presidente Richard Nixon y reporta en el libro que el señor Nixon hizo muchos milagros en vida, que sanó enfermos incurables, levantó muertos, multiplicó comida y caminó sobre el agua? No sólo eso, sino que el señor Nixon afirmó ser el Hijo de Dios y que fue asesinado a causa de ello. Entonces él milagrosamente se levantó de entre los muertos tres días después de su muerte, cumpliendo un acontecimiento que él mismo predijo que ocurriría.

¿Cuántas copias vendería tal libro? ¿Cuánto tiempo tomaría antes de que estuviera en la lista de los mejor vendidos del New York Times? Por supuesto, nadie más que un tonto podría comprar un libro, sabiendo que es una farsa histórica. El autor sería ridiculizado o ignorado.

Ahora, ¿cuáles son las posibilidades de que cuatro autores diferentes pudieran escribir biografías ampliamente aceptadas sobre unos cuantos años de la vida de Jesús, reportando Sus milagros, Su afirmación de ser el Hijo de Dios, y Su resurrección? ¿Cómo podría suceder eso si, de hecho, nunca vivió o vivió solo una vida ordinaria? ¿Habría alguien creído sus historias? Por supuesto que no.

No sólo fueron los relatos evangélicos de la vida de Jesús creídos, sino que fueron reverenciados y cuidadosamente copiados a mano una y otra vez. En pocos años habían sido traducidos a otros idiomas, por lo que hoy en día contamos con miles de manuscritos antiguos que contienen partes del Nuevo Testamento (y en algunos casos la totalidad del Nuevo Testamento) que datan de entre 130 dC y 400 dC.

Comparar esas cifras con las obras de Aristóteles, que escribió 350 años antes de Cristo. ¡Las copias más antiguas que tenemos de sus obras están algunas fechadas 1.100 dC -1, 400 años después de haber escrito los originales!

De la Boca de los Mártires

Hubiera sido muy fácil para cualquier persona desacreditar los cuatro relatos del evangelio si fueran en verdad falsos, especialmente a la luz de los increíbles acontecimientos que cada autor reportó. Pero la verdad es que nadie podría exitosamente desacreditar sus relatos porque hubo miles de personas que podrían corroborar la autenticidad de sus hechos.

Miles de personas habían visto a Jesús, miles lo habían oído predicar, miles fueron curados milagrosamente por Él, miles de personas habían consumido comida que Él multiplicó, miles habían sido testigos de su crucifixión, y sabemos que al menos 500 personas lo vieron después de que Él había resucitado de entre los muertos (véase 1 Corintios 15:6).

Las biografías de Jesús que Mateo, Marcos, Lucas y Juan escribieron fueron aceptadas por una amplia audiencia, ya que gran parte de lo que escribieron era de conocimiento común a multitudes de personas.

No sólo las multitudes de contemporáneos de Jesús creyeron los cuatro relatos históricos de su vida, algunos de ellos creyeron a tal grado que estaban dispuestos a dar su vida por sus creencias. Los primeros mártires fueron diez de los doce discípulos de Jesús. ¿Habrían muerto por algo que sabían que era sólo una broma? Por supuesto que no.

Se ha estimado que alrededor de seis millones de personas dieron su vida como mártires durante tres siglos después de la vida de Jesús. ¿Todas esas personas murieron por alguien de quien no se podía probar históricamente su existencia?

La Precisión de los Evangelios

Este mismo razonamiento se puede aplicar para demostrar la exactitud histórica de todos los acontecimientos específicos que figuran en cada uno de los cuatro Evangelios. Si Mateo, Marcos, Lucas o Juan hubieran escrito incluso un solo evento en la vida de Jesús que no sucedió realmente, miles de personas del siglo primero habrían reconocido inmediatamente su error. Y si ellos pudieran demostrar una inexactitud, la fiabilidad del relato evangélico entero habría sido justamente cuestionada.

Por ejemplo, ¿qué si Jesús no resucitó realmente a Lázaro de entre los muertos? Si Él no lo hubiera hecho, podría haber sido fácilmente refutado. Una persona pudo visitar Betania (ciudad natal de Lázaro), a pocos kilómetros de Jerusalén, y llevardo a cabo una entrevista muchos años después de que el incidente supuestamente ocurrió. Todo lo que se necesitaba era que una persona mayor preguntara:

“¿Hubo un hombre llamado Lázaro que vivió aquí? ¿Lo conoces? ¿Murió? ¿Cuánto tiempo estuvo muerto? ¿Un hombre llamado Jesús vino a Betania y lo levantó de entre los muertos? ¿Estabas allí cuando Lázaro salió de la tumba? ¿Estaba realmente vivo? ¿Alguien más vio que esto sucedió? ¿Cuánto tiempo vivió después de su regreso a la vida?” No tomaría mucho tiempo para saber si Jesús realmente había resucitado a Lázaro.

Sabemos por lo que la Biblia cuenta que una multitud de personas fueron testigos de la resurrección de Lázaro (Juan 12:17). Tampoco fueron simplemente seguidores de Jesús demasiado entusiastas que sufrieron una alucinación colectiva. Fue este milagro el que convenció a los fariseos celosos de que Jesús debía ser asesinado (ver Juan 11:47-53).

Si Jesús, en efecto, no resucitó a Lázaro de entre los muertos, entonces todo lo que los fariseos tenían que hacer era presentar el cuerpo de Lázaro ante la multitud que gritaba durante la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Eso habría demostrado que Jesús era un falso y terminado con su ministerio. Pero no podían negar que Lázaro había de verdad muerto y vuelto a la vida. La única manera en que creyeron que podrían detener a Jesús era matarlo, ¡e incluso eso fracasó miserablemente!

¿Y qué si Jesús no hubiera resucitado a Lázaro de la muerte, como el apóstol Juan informó que lo hizo? Entonces puedes estar seguro de que el Evangelio de Juan nunca la hubiera hecho en el segundo siglo, mucho menos en el siglo XX. Dicho sea de paso, poseemos un fragmento del Evangelio de Juan que se ha fechado 130 dC.

Un autor de cualquiera de los cuatro evangelios no podía arriesgarse a informar algo impreciso. Si cometía un solo error, todo su libro habría sido desacreditado, ya que habría demostrado ser un autor en el que no se podía confiar. Por eso Lucas, que no fue testigo presencial de los acontecimientos de la vida de Jesús al igual que Mateo y Juan, comenzó su relato con estas palabras:

Puesto que ya muchos han tratado de compilar un recuento de las cosas cumplidas entre nosotros, así como los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra [Jesús] han llegado hasta nosotros, ha parecido conveniente para mí también, después de haber investigado todo cuidadosamente desde el principio, escribirlo para ti en orden consecutivo… para que tú puedas conocer la verdad exacta de las cosas que se les ha enseñado (Lucas 1:1-4, énfasis añadido).

Hazte a un lado, Orson Wells

Si los Evangelios no son ciertos, deberían ser clasificados en una categoría muy lejos de simple mito, cuento de hadas o de ciencia ficción. Esto es cierto al menos por dos razones.

En primer lugar, debido a los muchos acontecimientos milagrosos que registran como hechos absolutos, todos los cuales validan la deidad de Jesús.

En segundo lugar, debido a las palabras de Jesús -las cuales los autores del Evangelio afirman que determinarán el destino eterno de cada persona, dependiendo de sí son o no creídas.

Si los relatos de los Evangelios no son verdaderos, entonces son los documentos más diabólicos jamás escritos por alguien, habiendo guiado a millones a un engaño en el que han confiado su destino eterno y por lo que millones desperdiciadamente sacrificaron sus vidas.

Si los Evangelios no son precisos documentos históricos, entonces sus autores son de lo más despreciable y no deben ser reverenciados como santos. En su lugar, deben ser clasificados bajo las figuras más ignominiosas de la historia.

Es posible que haya oído hablar del relato en la radio de Orson Welles de La guerra de los mundos en la noche de Halloween en 1938. Ese drama, considerado por muchos oyentes como un noticiero real, dio lugar a muchas locuras más tarde lamentadas por ciudadanos aterrorizados que se prepararon para una invasión desde Marte.

Ese engaño palidece un millón de veces en comparación con el daño que se ha hecho por la escritura de los Evangelios, si no son verdaderos. Multitudes de personas sinceras, a lo largo de los siglos, han creído las palabras de los escritores de los Evangelios y replantearon sus vidas y futuros sobre ellas. Muchos han sufrido mucho a causa de sus creencias.

Es imposible, pues, concluir que los relatos de los Evangelios se pueden clasificar como mitos o cuentos de hadas inofensivos. Las maravillas que reportan como verdaderas son demasiado espectaculares, el mensaje que contienen es muy importante.

O bien son parte de la conspiración más cruel y diabólica jamás perpetrada, o son los relatos exactos del hacedor de milagros Hijo de Dios que se hizo hombre. Ya sea que usted debe amar los Evangelios, o debe odiarlos. Pero no se puede decir que son un simple mito más, como las de acerca de Pandora o Zeus.

¿Quién es Jesús?

Debido a la exactitud histórica de los Evangelios, podemos confiar en que ellos contienen las mismas palabras que Jesús habló. Y Jesús no nos los dejó para adivinar quién era. El afirmó ser el Hijo divino de Dios.

Algunas personas no son tan tontas como para negar que Jesús fue un personaje histórico, sin embargo, prefieren pensar que él era una persona, un buen líder noble religioso que enseñó muchas cosas maravillosas.

Los evangelios, sin embargo, no nos dejan otra opción que creer que Jesús fue solo una buena persona. Uno que clama ser el Hijo de Dios y la única fuente de salvación para toda la humanidad no puede ser clasificado como “sólo un hombre bueno”.

Piense en esto por un momento. Jesús afirmó ser el Hijo de Dios. Él perdonó pecados (Marcos 2:5, Lucas 7:48), aceptó adoración (Mateo 4:10, 14:33, 28:9), dijo ser eterno (Juan 8:56-58, 17:5), y se presenta a sí mismo como el único camino de salvación (Juan 14:6).

A su juicio ante el Sanedrín, el sumo sacerdote le preguntó directamente: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?”, respondió Jesús: “Yo soy, y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo “(Marcos 14:61-62).

Podemos concluir que Jesús o estaba diciendo la verdad, o estaba diciendo una mentira. Si Él estaba diciendo la verdad, entonces Él era el divino Hijo de Dios. Si Él estaba diciendo una mentira acerca de quién era Él, entonces o lo estaba haciendo conscientemente, haciéndose un cruel engañador, o de lo contrario erróneamente pensó que estaba diciendo la verdad, lo que le hace a él mismo un lunático.

Así que ahí están nuestras opciones. O Jesús era 1) Dios en carne, 2) un mentiroso malvado e hipócrita, o 3) Era un hombre loco. Esas son las únicas opciones que tenemos. Pensar que era solo un buen hombre, -un buen maestro de moral- está fuera de la cuestión.

Cada uno de nosotros debe decidir. Podemos despreciar a Jesús como el peor mentiroso que jamás haya vivido, podemos reírnos de él como un tonto con un complejo de Mesías, o podemos adorarlo como Dios. Pero no podemos estar considerando la idea de que Jesús era solo un buen maestro de moral.

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GEYSE CRUZ

Ele foi a primeira criação de Deus e ajudou a criar todas as outras coisas. Ele é o único que foi criado diretamente por Jeová e, por isso, é chamado de Filho “unigênito” de Deus. Jesus serviu como Porta-Voz de Deus.
Deus enviou seu Filho à Terra por transferir sua vida do céu para o ventre de uma virgem judia chamada Maria.
Ele veio à Terra (1) para ensinar a verdade sobre Deus, (2) para dar o exemplo de como fazer a vontade de Deus e (3) para oferecer sua vida perfeita como “resgate”. — Leia Mateus 20:28; João 18:37.
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