Análisis literario I. Narrativa. Cuento Metadiegético.
Yolohtzin Xcan Lol Castillo De Arcos. 2º C3

-¿No piensas entrar?
Le pregunta la joven al melancólico muchacho sentado en una esquina del vestíbulo.
-No puedo…
-Vamos, no es tan malo.
Dice la chica esbozando una gran sonrisa.
-…
-¿Eran cercanos?
-…
-Supongo que sí... Mi abuelo siempre decía que “la muerte no nos roba los seres amados.
Sino que nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.”
Rememora la joven mientras toma asiento a lado de su interlocutor. Este gira la cabeza y
le dirige una mirada hostil.
-Lo siento, no pretendía incomodar. Es que te veías tan solo que pensé: un poco de
compañía no le vendría mal… Creo que… voy a… tu sabes… entrar…
Y mientras se dirigía a la puerta pudo escuchar a sus espaldas:
-… estoy seguro de que esa frase es de alguien conocido.
-François Mauriac. En ningún momento dije que fuera de mi abuelo. ¿Cómo lo supiste?
Le dice y el chico hace contacto visual por primera vez.
-A ella le gustaba.
-Entiendo.
-¿La conocías?
-Algo así…
Respondió ella.
-¿Listo para entrar?
-Ya te he dicho que no puedo. ? .Dijo con desdén. Solo me tachan de loco.
No puedo con esto. Apuesto a que tú también me creerás demente.
-No lo creo. Vamos, dime que pasa.
Hubo un largo he incomodo silencio antes de que él se decidiese a hablar.
Fue la semana pasada, su obra favorita se presentó en uno de los foros del centro y
como todos los otros viernes por la tarde le propuse ir a darnos una vuelta por la
ciudad; la recogería donde siempre, iríamos al teatro y después por un par de
tragos, tal vez un café, una caminata por Reforma y al final de la noche, por fin,
expresaría en voz alta lo que mi corazón había callado todo este tiempo, o eso
pensé.
Llegué puntal al lugar indicado, no me sorprendió que ella no hubiese llegado así
que me senté en una de las bancas más alumbradas y me dedique a fantasear
sobre los posibles resultados que tendría la empresa de aquella noche, pero pasé
más de dos horas en aquel lugar. Sin mensajes, ni llamadas, muy inusual en ella.
Recuerdo que después de la tercera hora comenzó a llover, como si el cielo
estuviese quebrantándose.
Es suficiente, me dije y me dispuse a marchar. “Lo siento tanto Ben, pero ya estoy
aquí”. Estaba empapada y jadeante y sin embargo se veía tan hermosa con aquel
vestido de gaza azul que con la lluvia se había hecho uno con su piel delineando
cada curva de su cuerpo, a pesar de aquella magnifica visión el disgusto causado
persistió en mí.
– Muy bien, pero la obra terminó hace media hora y me siento indispuesto para
cualquier otra cosa. Me voy a casa.
“Vamos Ben, no ha sido mi intención hacerte esperar tanto. Ven aquí.” Me dijo
dulcemente. “Siéntate a mi lado, tengo que hablarte de algo importante”. Termine
sucumbiendo ante ella y después de sacar un suéter del auto y colocarlo en sus
hombros comenzó a relatar la razón de su tardanza.
Al salir del trabajo me encontré que Marí me estaba esperando para ir de compras.
Te preguntarás por qué, pues no es algo muy común en mi pero tu hermana es tan
insistente y en cuanto le conté sobre nuestros planes se emocionó en demasía.
Suena un poco extraño teniendo en cuenta que salimos cada viernes pero hoy es
diferente, tenía planeado decirte algo que ya no tiene relevancia, nada salió como se esperaba… Compramos el vestido que traigo puesto, es lindo ¿no?, ayudó a
peinarme y maquillarme, es una lástima que la lluvia lo haya arruinado. Pasamos
toda la tarde haciendo mil y un cosas hasta que llegó la hora, planeaba caminar a la
avenida, no está a más de 10 minutos pero ella sugirió el bus o un taxi en la
estación más cercana, lo que llegara primero. Me encontraba en la parada de
autobús cuando…
-¿Es en serio?
-¿Q