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El problema principal, entonces, consiste en diferenciar las generalizaciones accidentales, como “Todas las monedas que tengo en el bolsillo son de...

El problema principal, entonces, consiste en diferenciar las generalizaciones accidentales, como “Todas las monedas que tengo en el bolsillo son de $1”, de leyes universales estrictas como “Todos los cuerpos caen con la misma aceleración”. Hempel propuso, con este fin, que toda ley universal debe ser un enunciado universal irrestricto. Para que un enunciado general sea irrestricto, debe cumplir dos requisitos: 1. No debe tener indicaciones acerca de ningún objeto particular, ni a ninguna región espacio-temporal determinada. 2. No debe ser equivalente a una conjunción de enunciados singulares. Estos requisitos son bastante fuertes, puesto que existen ciertas leyes, como las de Kepler (“Los planetas giran alrededor del Sol en elipses”), que hacen referencia a objetos particulares, y que normalmente son aceptadas como leyes científicas. Por otro lado, se asume que toda ley tiene forma general (“Todos los x son y). Pero, como vimos antes la ley fundamental de la mecánica clásica parece un enunciado mixto, es decir, con existenciales y universales. Los intentos de caracterizar adecuadamente las leyes científicas han sido numerosos. No veremos aquí esta larga discusión. Es interesante señalar que al carecer de un buen análisis de lo que son las leyes científicas, o al menos, uno aceptado unánimemente entre la comunidad de filósofos de la ciencia, algunos autores han señalado que ciertas disciplinas carecen de ellas. Por ejemplo, en el espíritu de la propuesta hempeliana, se ha señalado que las leyes de la genética están restringidas espacio-temporalmente a la Tierra, puesto que hablan de especies de animales ubicadas en esta (no pretenden aplicarse a otras especies extraterrestres, por ejemplo). En general, estas afirmaciones son muy discutibles (Lorenzano, 1998). El Estructuralismo metateórico, por ejemplo, señala ciertas características sintomáticas de las leyes científicas (sintomáticas porque no funcionan ni como condiciones necesarias ni suficientes, sino que solo suelen encontrarse en diferentes leyes de distintas teorías): - en ellas se relacionan todos o casi todos los conceptos fundamentales de la teoría; - son altamente abstractas permitiendo obtener por especialización leyes especiales; - proponen conceptos con fines explicativos (que suelen ser T-teóricos). Bajo esta caracterización, se han encontrado leyes científicas en todas las disciplinas de las ciencias sociales y de las naturales. Este tipo de enfoque, de todos modos, es más funcional, pues supone que una ley científica se constituye como tal si cumple cierto rol en una teoría científica. Por lo tanto, es más naturalista o descriptivo y, en consecuencia, no tiene la meta de permitir distinguir entre teorías y pseudoteorías científicas ni las pretensiones normativas de otras propuestas. Las reflexiones de los dos últimos puntos ponen de manifiesto que el espíritu normativo que, a veces, pretende darse a la filosofía de la ciencia, como capaz de generar un tribunal que pueda detectar casos de pseudociencia, está lejos de cumplirse. La actitud del filósofo de la ciencia, en este sentido, debería ser más tolerante y pluralista. Lo mismo ocurre con los ataques que muchas veces científicos de una disciplina realizan sobre otras disciplinas, pues, en muchos casos, se juzga a otras disciplinas bajo los estándares de la disciplina propia (olvidando la inconmensurabilidad existente entre diferentes enfoques). Actividad 15 Esta parte gira en torno a la cuestión de los alcances de lo estudiado durante la cursada. Es importante resaltar que todo lo desarrollado no debe ser considerado como un análisis del método de la ciencia, pues, la idea de que todas las disciplinas tienen un único método es sumamente discutible. A modo de ejemplo de esta cuestión, se menciona, frente a la forma de explicación por subsunción a hipótesis o teorías científicas, que es lo que estuvimos viendo a lo largo de la materia hasta el momento, el ideal de la comprensión. Si bien no es razonable afirmar, como se dice en este documento, que la comprensión es característica de las ciencias sociales, mientras que la explicación por leyes lo es de las ciencias naturales (pues las ciencias naturales a veces apelan a la comprensión, y las ciencia sociales también explican con leyes), parece claro que esta es una de las cosas que hacen los científicos para dar cuenta de ciertos fenómenos. En La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Weber intenta dar cuenta del siguiente problema: Si alguien perteneciente a la civilización moderna europea se propone indagar alguna cuestión que concierne a la historia universal, es lógico e inevitable que trate de considerar el asunto de este modo: ¿qué serie de circunstancias ha determinado que sólo sea en Occidente donde hayan surgido ciertos sorprendentes hechos culturales (ésta es, por lo menos, la impresión que nos producen con frecuencia), los cuales parecen señalar un rumbo evolutivo de validez y alcance universal? (Weber, 1979) En esta explicación, se puede notar que hay interrelaciones complejas entre métodos explicativos y comprensivistas. La tesis de Weber es que el protestantismo es una condición de posibilidad para el capitalismo. En sus investigaciones comienza relacionando el fenómeno con hipótesis estadísticas. Consideren el siguiente fragmento: Fragmento 1 Al disponernos a examinar las estadísticas profesionales de países en los que existen credos religiosos, sobresale con mucha frecuencia un fenómeno, motivo de vivas controversias en la prensa y la literatura católicas, así como en congresos de católicos alemanes: es la índole por excelencia protestante que se distingue en las propiedades y empresas capitalistas y, también, en las esferas superiores de las clases trabajadoras, sobre todo del alto personal de las empresas modernas, con más experiencia técnica o comercial. Dicho fenómeno se refleja en cifras de las estadísticas confesionales, allí donde las diferencias de confesión coinciden con las de nacionalidad y, por consiguiente, con el distinto nivel de desarrollo cultural (de la misma manera que en la Alemania oriental acontecía con alemanes y polacos), como, por lo regular, allí donde el progreso capitalista en el periodo de su mayor apogeo tuvo poder para organizar la población en clases sociales y profesionales, a medida que las requerían. El mundo protestante es más exitoso económicamente que el mundo católico. Puede notarse que los protestantes participan en la posesión del capital mucho más que los católicos. También sus estadísticas señalan que los protestantes acuden y estudian para profesiones de tipo industrial y mercantil en mayor proporción que los católicos, quienes prefieren en su mayoría los estudios humanistas. (Weber, 1979) Sin embargo, la investigación no se encuentra completa para Weber hasta señalar por qué el protestantismo es más afín al capitalismo que otras religiones, por ejemplo, el catolicismo. En este caso, el autor apela a otro tipo de señalamientos. Fragmento 2 La causa de tan disímil conducta habremos de buscarla no solo en una cierta situación histórico - política de cada confesión, sino en una determinada y personal característica permanente. Antes que nada habría que dilucidar la problemática, investigando cuales son o fueron los elementos de las características confesionales que actuaron o actúan, en parte, en la dirección de referencia. Podríamos intentar la explicación de la antítesis, desde un punto de vista superficial y moderno, afirmando que el mayor “distanciamiento del mundo” católico, el cariz ascético peculiar de sus más altos ideales, tiene que ejercer su influjo en el espíritu de sus fieles con respecto a un despego ante los bienes terrenales. En tal explicación podría hallarse la coincidencia con el popular esquema que sirve en la actualidad para juzgar las dos confesiones. En cuanto a los protestantes, estos se valen de dicha concepción para censurar el idealismo ascético, real o supuesto, de la vida del católico, a lo cual este responde reprobándole el espíritu materialista, que podría tomarse como resultado de la campana de instrucción laica de toda la compilación vital llevada a término por el mundo protestante. Nos valemos de la formula lograda por un escritor moderno cuya intención fue dar, precisamente, la explicación acerca de la conducta observada, opuestamente, en la vida industrial de ambas confesiones: “El

Esta pregunta también está en el material:

Teorías de la ciencia - Ginnobili
321 pag.

Pensamento Científico Universidad de Buenos AiresUniversidad de Buenos Aires

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