El séptimo mandamiento en relación con el respeto a la propiedad privada y el bien común implica que el hombre, al utilizar los bienes, debe considerar las cosas que posee legítimamente no solo como suyas, sino también como comunes, de manera que puedan beneficiar no solo a él, sino también a los demás. Los bienes de producción, ya sean materiales o inmateriales, como tierras o fábricas, requieren el cuidado de sus poseedores para que su productividad beneficie al mayor número de personas. Además, la autoridad política tiene el derecho y el deber de regular el ejercicio legítimo del derecho de propiedad en función del bien común. En materia económica, el respeto a la dignidad humana exige la práctica de la virtud de la templanza, la justicia y la solidaridad.
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