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Parte, de los mecanismos por los cuales las personas resistían y se adaptaban a las deficientes condiciones y medio ambiente de trabajo y, por otra...

Parte, de los mecanismos por los cuales las personas resistían y se adaptaban a las deficientes condiciones y medio ambiente de trabajo y, por otra parte, al desgaste psíquico y mental que significaba para los trabajadores hacer frente a esos riesgos para “no volverse locos” al tener que aceptar, en virtud de sus necesidades, el ejercicio de un trabajo heterónomo, concebido y decidido por otros, y al mismo tiempo riesgoso para su vida y su salud (Déjours, Chr. 1996). Esta nueva disciplina tiene por objeto "el analisis de los procesos psiquicos intra e intersubjetivos movilizados por las presiones del trabajo". Dadas las exigencias y las restricciones generadas por la organización del trabajo, que implican defenderse, adaptarse y resistir para permanecer en los límites de la normalidad, el trabajo es concebido como el resultado de un gran esfuerzo y de una verdadera conquista, que al mismo tiempo provoca, según Déjours placer o sufrimiento. El sufrimiento se debe a varios factores: los requerimientos y exigencias de la tarea, la carga física, síquica y mental derivadas de la configuración del proceso de trabajo. El trabajador sufre al encontrar resistencias por parte de la materia prima y los demás insumos para ser transformados, debido ya sea a su propia naturaleza, a su deficiente calidad, o debido a los obstáculos existentes para que las máquinas y herramientas funcionen correctamente. Pero también sufren los trabajadores cuando tienen miedo de fracasar o hacer mal el trabajo, a causa de su complejidad, a los incidentes provocados por el mal funcionamiento de las máquinas o los equipos, o al desajuste existente entre por una parte sus calificaciones y competencias adquiridas y por otra parte las que son requeridas por el puesto de trabajo. También se sufre cuando se es identificado por sus superiores y por sus colegas como alguien poco calificado, incompetente, o en el extremo como inútil. El sufrimiento puede también provenir de la distancia y desfase existente entre, por una parte, el trabajo tal como es prescripto al trabajador por los responsables de la producción, o como figura en los Manuales de Operación y, por otra parte, la actividad, es decir la forma concreta en la que él debe organizar y ejecutar el proceso de trabajo para lograr los objetivos fijados en cuanto al volumen y la calidad requeridas para que la obra sea bien hecha. El postulado derivado de los estudios ergonómicos es el siguiente: la ejecución de un trabajo programado por otros -los conceptores, diseñadores, tecnólogos y especialistas en métodos de producción- no puede nunca ser ejecutado totalmente y de manera exacta tal como fue prescripto, porque en su desarrollo concreto se ponen de manifiesto defectos de fabricación de los medios de trabajo y de las materias primas, aparecen los errores de concepción y de fabricación que no fueron detectados al hacer el control de calidad, surgen los incidentes (no previstos) en el proceso productivo e intervienen factores aleatorios exógenos que siempre exigen sobre la marcha hacer adaptaciones, ajustes y rediseños del proyecto original si se desea cumplir con los objetivos fijados en materia de productividad, costos y calidad del producto o servicio, y para entregarlo dentro de los plazos estipulados. Los trabajadores sufren también al verse necesariamente obligados a violar con frecuencia esas reglas, a desobedecer las consignas, a fingir que las cumplen o a mentir a sus superiores jerárquicos; todo esos son mecanismos a los cuales se recurre para poder cumplir de la mejor manera que sea posible con los objetivos establecidos. Pero se puede llegar a transformar el sufrimiento para que sirva al trabajador como incitación para la realización de sí mismo, la construcción de su identidad, e incluso para encontrar un verdadero placer en el trabajo. Para que ello ocurra, es necesario encontrar un sentido al trabajo, mediante el involucramiento. Si no se le encuentra o no se le otorga un sentido al trabajo, éste sólo es fuente permanente de sufrimiento. Ahora bien, encontrar o darle un sentido al trabajo no es algo que suceda frecuentemente de manera fácil y automática, sino que es el resultado de la movilización de los recursos o potencialidades síquicas y cognitivas de los que disponen las personas y de la ayuda que éstas reciben por parte de su colectivo de trabajo, de sus familiares y amigos. Las capacidades (limitadas y erosionables) de adaptación y de resistencia que tienen todos los trabajadores sin excepción para asumir y enfrentar al sufrimiento se movilizan, como mecanismos alternativos de defensa para superar el miedo, -sin lo cual no se puede desarrollar la tarea-. Para ello los trabajadores recurren a diversas “estrategias defensivas”, como son el someterse o aceptar los costosos ritos de iniciación (“bautismos”) y de integración a una profesión, o el consumo de estimulantes (café, golosinas, etc.), de drogas o productos farmacéuticos automedicados, o más frecuentemente del alcohol que por sus cualidades ayuda a olvidar o minimizar el riesgo (Déjours, Chr., 1991). La permanencia de esas estrategias en la conciencia de los trabajadores para evitar tener que pensar en permanencia en los riesgos del trabajo que ejecutan, tiene finalmente repercusiones negativas no sólo sobre su salud física, psíquica y mental, sino también sobre la eficiencia de la empresa, en términos de ausentismo justificado y también deficiencias en cuanto a productividad, costos, calidad y cumplimiento de los plazos establecidos, que son los elementos claves de la ¨nueva competitividad¨ (Coriat, B., 1995). Los trabajadores buscan normalmente obtener un trabajo ¨bien hecho¨, pero eso es imposible de lograr si no se cuenta con un cierto margen de involucramiento, autonomía y libertad de los trabajadores, condiciones necesarias para hacer posible la expresión, comunicación, coordinación y cooperación entre los miembros del colectivo de trabajo para cumplir su tarea. Esto significa que el trabajo requiere también necesariamente una movilización subjetiva, es decir mental y síquica del trabajador, para compensar las fallas de la concepción y del trabajo prescripto por otros y hacer frente a los problemas aleatorios encontrados en la realidad del proceso de trabajo. Esta movilización subjetiva es indispensable, pero la misma sólo se opera plenamente cuando el trabajador espera obtener, en contrapartida de la actividad, alguna satisfacción, su realización personal y un reconocimiento social de su identidad. Dada la centralidad del trabajo este es, o puede ser, tanto un operador de salud, constructor del equilibrio o, por el contrario, constituir una restricción al desarrollo personal con efectos patológicos y desestabilizadores para la salud. Cuando las condiciones y el medio ambiente de trabajo son deficientes, las mismas atentan contra la salud biológica, síquica y mental, generan sufrimiento y provocan incidentes y accidentes. Por esa causa es que la interrupción de la actividad laboral durante un cierto tiempo y por razones independientes de la voluntad del trabajador (la desocupación), es también fuente de un sufrimiento del trabajador que está en relación directa con su nivel educativo y de formación profesional, su grado de conciencia, la identidad lograda en su profesión, el reconocimiento esperado de sus pares, y su grado de involucramiento en la actividad laboral. Desde ese punto de vista, la desocupación bajo cualquiera de sus modalidades, puede estar en el origen de la alienación y de numerosas patologías, razón adicional por la cual debería ser combatida por todos los medios (Déjours, D. y Molinié, P., 1995). IV.- El concepto de trabajo que fundamenta la concepción renovadora de CYMAT Partimos del postulado que el trabajo es un derecho humano fundamental y al mismo tiempo es un deber social, porque de el depende la reproducción de la fuerza de trabajo y la continuidad de la especie humana. Se trata de un valor de características complejas que reúne varias dimensiones. Estas son las que fundamentan de manera objetiva el derecho del trabajo o, mejor dicho, los derechos del trabajador (Neffa, J. C., 1992). 1) El trabajo es una actividad socialmente necesaria, porque al transformar y dominar la naturaleza es creadora o transformadora de bienes y servicios necesarios, sin los cuales no podría existir ni reproducirse la especie humana. El trabajo asalariado, por cuenta propia o el del empleador, permite obtener ingresos para asegurar el acceso a los medios de subsistencia y reproducir la fuerza de trabajo. Desde ese punto de vista el trabajo puede considerarse una necesidad y un deber social y es también fuente de derechos. 2) El trabajo permite o contribuye a la realización personal o sea el desarrollo de la personalidad de quienes lo ejecutan y define una identidad social cristalizada en la profesión o el oficio, porque al mismo tiempo que permite la actualización de todas, o al menos algunas, de las potencialidades físicas, biológicas, síquicas y mentales del ser humano, trasciende a la persona del trabajador. En efecto, la obra o el fruto del trabajo tiene una existencia objetiva, separada, propia e independ

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