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iere una acción tan intencional y sistemática como la que tradi- cionalmente lleva a cabo el profesorado en el campo de sus materias académi- cas. ...

iere una acción tan intencional y sistemática como la que tradi- cionalmente lleva a cabo el profesorado en el campo de sus materias académi- cas. Intencional, porque la actividad debe ponerse al servicio de unas metas, que no son otras que los valores del Proyecto que deben inspirar la vida toda del centro; y sistemática, porque supone actuaciones planificadas y organizadas a su servicio. Y es que, como muy bien afirma McLaughlin22, “un ambiente personalizado no aparece sin más. Antes bien, es el producto de estrategias deliberadas que confi- guran las estructuras organizativas y las rutinas del centro”, indicando a continua- ción algunas características de un ambiente de tal naturaleza: — Existencia de vínculos personales. — Desaparición del anonimato en la vida escolar. — Interrelación y proyección entre vida escolar y vida exterior. — Sentido familiar de atención a cada estudiante. — Espíritu de iniciativa, flexibilidad y autonomía entre alumnos y profesores. En la construcción de un ambiente educativo deben implicarse activamente todos los educadores y, hasta donde sea posible, los alumnos más formados y com- prometidos. Sin embargo, preciso es reconocer que algunas personas, por sus espe- ciales cualidades, cobran un papel más relevante. Son las que García Hoz23 deno- mina “creadoras de ambiente”, concepto que define en los términos siguientes: 21. Naturalmente, esta afirmación se cumple cuando tal hecho ocurre; cuando el profesorado no resulta un ejemplo vivo de los valores, cuando el modelo de convivencia entre profesores pone de relieve discrepancias, tensiones y hasta enfren- tamientos; o cuando las relaciones entre compañeros se basan en antivalores, el resultado es justamente el contrario. 22. McLAUGHLIN, M.V. y otros (1990): “Constructing a Personalized School Environment”, en Phi, Delta, Kappa, noviembre, p. 232. 23. GARCÍA HOZ, V. (1991): Discurso de Ingreso en la Real Academia de Doctores de Madrid. ESCUELA_CIVICA SE:SE 18/6/07 09:33 Página 49 50 RAMÓN PÉREZ-JUSTE “La condición de creador o receptor de ambiente es una consecuencia del vigor personal de cada uno. No sería un despropósito pensar que una de las finalidades de la educación personalizada sería la de promover y reforzar personalidades cre- adoras de ambiente, capacidad que supone el dominio de sí mismo y el dominio de las circunstancias”. Estas personas, los profesores en general y, como venimos indicando, los alum- nos más formados y comprometidos, deben esforzase para que ese ambiente se caracterice por tres grandes notas24: confianza mutua, libertad-responsabilidad y cordialidad. La confianza puede alcanzarse mediante la disponibilidad para el apoyo y la ayuda a los demás, la cercanía en los problemas, dificultades y conflictos, y la aceptación incondicional del otro; la libertad y la responsabilidad es la condición bási- ca para vivir los valores que necesitan de un aprendizaje prolongado, constante, progresivo y la asunción de riesgos: también del error se aprende; y la cordialidad, emanada de la sinceridad, que permite la expresión libre de ideas y pensamien- tos sobre la base del respeto mutuo en el desacuerdo. 2.1.2. Participación y corresponsabilidad Un nuevo aspecto de este ambiente educativo es la corresponsabilización en la buena marcha del centro educativo, para lo que es preciso fomentar la participa- ción de todos. La compleja vida de los centros no puede pivotar sólo sobre las espaldas del pro- fesorado; y no por liberarles de ciertas responsabilidades, que son cada vez mayo- res, sino porque tales responsabilidades son un medio excelente de formación del alumnado. Una de las formas más interesantes de participación la representan los encargos. Es más fácil que todo esté en orden cuando las múltiples facetas de la vida en comunidad son una responsabilidad compartida por muchas personas. Por turnos, los alumnos, según su madurez y el grado de responsabilidad acreditado, pueden ir desempeñando encargos progresivamente más importantes, desde el cuidado de la limpieza o la puntualidad en el aula a la acogida y atención a los compañeros. Y, junto a los encargos, las actividades de servicio: servicio al centro y servicio a los demás, y hasta a la comunidad. La generosidad, la solidaridad, la disponibilidad 24. El profesor García Hoz denomina a estas notas “ejes de la vida de convivencia”. ESCUELA_CIVICA SE:SE 18/6/07 09:33 Página 50 51LA ESCUELA COMO ESPACIO DE CONVIVENCIA E INTEGRACIÓN CULTURAL para apoyar y ayudar al compañero que lo necesita representan una de las formas más importantes de aprendizaje y vivencia de los valores propuestos en el Proyec- to educativo25. 2.1.3. Orden y disciplina Cerraremos este punto dedicando unas líneas a uno de los aspectos más delica- dos al hablar de convivencia, pero a la vez uno de los que encierran mayor poten- cial educativo. Me refiero a las normas y al sistema de disciplina. Vale la pena señalar que orden y disciplina son una de las variables clave, iden- tificadas por la investigación sobre Escuelas eficaces26, para alcanzar los objetivos educativos. Orden y disciplina permiten al alumnado aprender aumentando el tiempo útil de aprendizaje (Purkey y Smith, 1983), y al profesorado promover, estimular y facilitar el aprendizaje mediante la enseñanza y el conjunto de actua- ciones a su servicio, desde la motivación a la metodología, e incluso la evaluación entendida desde una función formativa. Sin embargo, preciso es reconocer que, con frecuencia, las normas son vistas por el alumnado como una imposición de sus profesores; y que, también con frecuen- cia, son vulneradas sin que se haga mucho por recomponer la situación. Por otra parte, es frecuente que los reglamentos de los centros sean, más que un documen- to educativo, un catálogo de normas con sus correspondientes sanciones. Parece conveniente, si deseamos educar para la convivencia en un ambiente educativo, que las normas sean percibidas como algo de todos, cuyo sentido es garantizar la convivencia pacífica de todos los miembros de la comunidad y, toda- vía más, de contribuir a su educación. Para ello, es preciso actuar al menos en tres líneas complementarias: la prime- ra relacionada con su elaboración; con su aplicación la segunda; y, por último, con su utilización. Para que las normas no se perciban como algo impuesto por el profesorado y, por tanto, como algo suyo “frente a” o “contra” el alumnado, se debe promover la participación de la comunidad educativa en su elaboración, aplicación y mejora. Las formas de participación dependerán de las funciones de cada uno y del 25. Una de las formas de ayuda que reciben más atención en la actualidad es la de mediación en los conflictos, como procedimiento alternativo a su resolución por la fuerza mediante la violencia. 26. Recordemos las referencias a los trabajos de Purkey y Smith (1983) y a Mackenzie (1983); citaremos también a Edmons (1980). ESCUELA_CIVICA SE:SE 18/6/07 09:33 Página 51 52 RAMÓN PÉREZ-JUSTE grado de madurez y de responsabilidad ya acreditadas. Pero es imprescindible aso- ciar a las familias y a los alumnos a la elaboración, actualización y aplicación de las normas. Una aplicación, por cierto, que debe ser consistente, evitando cualquier forma de impunidad, lo cual no haría sino reforzar la conducta no sancionada al llegar el alumno a la conclusión que ese es el camino adecuado para lograr sus metas; pero también de arbitrariedad, para que no se cree la sensación de que el profe- sor se sirve de ellas para sus propios intereses y, en particular, para imponerse por la fuerza. Pero —y fundamentalmente— las normas deben tener un sentido educativo, deben utilizarse al servicio de la educación de todos aquellos a quienes se refie- ren. Para ello, y aunque cuando se incumplen lo primero debe ser el restableci- miento del orden27, de inmediato debe pensarse que las sanciones, por sí mis- mas, no resultan educativas ni, menos aún, resuelven el problema que las originó. Una expulsión del aula o del centro, lejos de resolver el problema, suele conducir a un agravamiento28 si no se llevan a cabo otro tipo de actuaciones, pre- cisamente las de carácter educativo. Para que la aplicación de sanciones por indisciplina, por vulneración de las nor- mas, resulte educativa, es preciso llevar a cabo una serie de actuaciones, todas ellas muy propias y adecuadas al ámbito de la tutoría, donde la privacidad permite una relación directa y personal en un marco propicio para la confianza. En lo fundamental, tales actuaciones básicas son las siguientes: — Lograr el reconocimiento de los hechos. — Promover mediante el diálogo tutor-alumno la toma de conciencia del mal realizado. — Pedir disculpas, pedir perdón —según las circunstancias— a quienes se ha per- judicado29. — Buscar de forma conjunta las posibles causas y soluciones. 27. Debe quedar claro que, mientras los valores no pueden imponerse sino proponerse, quedando a la libertad de cada persona su aceptación y compromiso, las normas, como elemento de regulación de la vida en común, podrían

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La-Escuela-Civica
224 pag.

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