La amada, tras los requiebros del amado, se ha transmutado definitivamente en tormenta, imposibilitando toda consumación amorosa con su desdén. Nos...
La amada, tras los requiebros del amado, se ha transmutado definitivamente en tormenta, imposibilitando toda consumación amorosa con su desdén. Nos recuerda a la actitud desdeñosa de Pirra en la Oda I 5 de Horacio:
4) El náufrago queda a merced del oleaje (118-135) 5) El náufrago retirado implora a su Soberano no volver a la navegación amorosa (136–202)
Compartir