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Tomar conciencia de algo es poder verbalizarlo y correlacionarlo con la conciencia social que el individuo o el grupo han asimilado de manera predo...

Tomar conciencia de algo es poder verbalizarlo y correlacionarlo con la conciencia social que el individuo o el grupo han asimilado de manera predominante de su medio social. Lo inconsciente escapa a esta correlación, pero se manifiesta indirectamente en las vivencias, en la conducta y en los productos de la actividad, sin embargo, la tarea de la conciencia es reflejar indirectamente lo inconsciente o hacerlo consciente y someterlo a su control, que es el de la conciencia social asimilada y predominante en el sujeto, el cual actúa en correlación con el reflejo del mundo externo. La conciencia tiene una función integradora de todos los factores psíquicos que actúan bajo la influencia y el control de la conciencia social asimilada (los valores, los conocimientos, etc.). Lo anterior no niega que lo inconsciente sea también una expresión oculta de contenidos de la conciencia social e individual, pero de aquella que está subordinada en el sujeto y choca con la predominante. A menudo lo inconsciente constituye un factor de cambio y transformación en el sujeto, tanto en la esfera intelectual como en la afectiva y motivacional. Lo inconsciente puede proceder de la vida psíquica consciente por ser reprimido o no actualizado y puede retornar a ella para transformarla. La personalidad normal y adulta se caracteriza por la relativa armonía entre lo consciente y lo inconsciente, en la cual, ante un conflicto, predomina por lo general lo consciente, de ahí que la conciencia sea la instancia rectora de la personalidad y del comportamiento humano normal y adulto. La persona enferma psíquicamente pierde esta armonía y su predominio y los factores patógenos en la persona normal atentan contra ella y dan lugar a desequilibrios. El psicoanálisis pierde de vista esta diferencia cualitativa entre lo normal y lo patológico y reduce toda la motivación humana a sus componentes patógenos e inconscientes, desconociendo la función fundamental de la conciencia. Ahora bien, debe reconocerse la penetración y transformación recíprocas de lo normal y lo patológico. Lo normal contiene a lo patológico y viceversa. Sin embargo, si la conciencia de la persona normal no puede modificar y controlar los factores inconscientes que actúan contra su predominio, en última instancia, con la acumulación cuantitativa de la contradicción (gradual o súbita), ella misma se modifica para buscar dicha armonía, de ahí la importancia del estudio de los factores inconscientes tanto en la personalidad normal como en la enferma psíquicamente, o sea, la conciencia es el componente interno y superior y el regulador fundamental del comportamiento, pero tiene que armonizar con los determinantes no conscientes que se encuentran en la base de la vida psíquica. Y esta correlación entre lo consciente y lo no consciente se da tanto en la psiquis del individuo, como en la psicología social y en la dinámica psicológica del grupo pequeño. El concepto de mecanismos de defensa constituye un aporte parcialmente cierto del psicoanálisis. Enfatiza justamente la importancia de la reducción de la tensión, que hemos llamado motivación inespecífica (González DJ, 1977, 1982, 1995), pero olvida que las necesidades humanas se concretan cada vez en nuevos objetos y aparecen nuevas necesidades que buscan el objeto-meta por sí mismo (motivación específica) y no como una simple reducción de tensión. La motivación humana siempre constituye la unidad dialéctica de la motivación específica con la inespecífica, pero mientras en el sujeto normal predomina la búsqueda del objeto-meta, necesitado por sí mismo, en el enfermo mental pasa a un primer plano la motivación inespecífica (la reducción de la tensión). El psicoanálisis ha llamado la atención sobre la influencia de los acontecimientos de la infancia en la vida adulta, lo cual es cierto, pero cometiendo el error de reducir las motivaciones y problemáticas adultas a las infantiles. El pasado se repite, pero a un nivel superior y distinto, dado por las circunstancias posteriores y actuales en que vive el sujeto. La motivación adulta, aunque refleja y contiene la infantil, es diferente de ella y predomina sobre ella. Solo en casos patológicos el sujeto es víctima de su pasado e incapaz de ajustarse a su presente. La fuente de los factores inconscientes se encuentra en las contradicciones que actúan en la sociedad y el individuo, en la esfera afectiva, en la cognoscitiva y en la relación entre ambas. La sociedad engendra el conflicto antagónico entre la moral que exige y las tendencias individuales o de grupo que ella misma estimula. El egoísmo, la agresividad, el afán de riquezas y prestigio, de placer y seguridad, son promovidos intensamente por una sociedad caracterizada por la desigualdad, que a la vez exige al ser humano la inhibición y el cumplimiento con la moralidad y la leyes. Estos conflictos sociales son reflejados por el individuo y el grupo y asimilados según sea su propia dinámica individual o de grupo, dando lugar al surgimiento de tendencias inconscientes que tienen una génesis y un carácter sociohistórico. Estos antagonismos también surgen en las privaciones, frustraciones o conflictos de la vida individual o del grupo y engendran lo inconsciente. Así se puede explicar el surgimiento de motivaciones inconscientes estudiadas por el psicoanálisis, como las tendencias al placer y al sexo, agresivas, de superioridad, de seguridad, de trascender y otras. Estas no son innatas ni instintivas. La posibilidad innata es estimulada y se concreta según sea el medio, tienen un origen y una determinación histórico-social. Todas las necesidades humanas son adquiridas, sociales, aunque parten de las posibilidades y requerimientos innatos. El inconsciente es un reflejo del medio sociohistórico y de la vida del grupo o del individuo que surge en la actividad externa. En cuanto a reflejo de la vida, el inconsciente se impone al sujeto como algo que lo obliga, sin embargo, en la medida en que el inconsciente actúa dentro de la conciencia misma, participa en la obra creadora de esta, en la construcción de la personalidad, del mundo conocido y de la cultura. El inconsciente expresa y contiene todos los traumas y conflictos de la vida anterior y las tendencias inconscientes actuales participan con la conciencia en la tarea de construir una personalidad que más o menos integre y armonice dichos factores inconscientes, con las características personales y circunstancias y posibilidades del medio. Como consecuencia, el inconsciente es un reflejo creador y participa junto a la conciencia en la labor activa y creadora de ésta, construyendo la personalidad, el mundo percibido y pensado, y la cultura. Aquí el inconsciente no se impone al sujeto, sino que es un agente de su libertad. Pongamos un ejemplo para demostrar lo dicho: En su infancia, un niño negro del primer matrimonio del padre es rechazado por el color de su piel por su madrastra, que es una mestiza clara. Este sentimiento inconsciente de insuficiencia, de inferioridad, le acompaña en su vida. Pero su conciencia elabora proyectos para superarlo y se propone ser un destacado intelectual. En esta elaboración creadora de un proyecto de vida el colaborador de la conciencia es el inconsciente, que le ayuda a seleccionar aquellas posibilidades del medio y de sí mismo que permiten integrar más o menos armónicamente y satisfacer las tendencias conscientes y las inconscientes, las exigencias del medio y de la propia personalidad (el sentimiento infantil de inferioridad). Unidad de lo biológico y lo social Este es otro principio fundamental de la psicología marxista y también del pensamiento psicológico de José Martí (González DJ, 1999), al cual contribuyó notablemente la obra de destacados psicólogos y neurofisiólogos soviéticos, aunque aquí también se encuentran discrepancias entre los que enfatizaron el factor biológico y los que destacaron el social. José Martí (1983) expresó que el hombre es una "fiera educada" y que "en el espíritu del hombre están… todas las edades de la naturaleza" (Martí J, 1975 C). En la historia de la psicología este tema, al igual que otros, está lleno de polémicas e incógnitas, sin embargo, constituye una de las temáticas fundamentales de la investigación psicológica, donde polemizan 2 polos opuestos: de un lado, los que afirman de manera absoluta y reduccionista la naturaleza o la determinación biológica y hereditaria de la psiquis, a los cuales se les ha puesto el nombre de biologistas; del otro, los que enfatizan la génesis del psiquismo en virtud del aprendizaje y de la asimilación de la cultura y de la vida social y niegan o menosprecian la influencia de los determinantes biológicos e innatos, que podríamos llamar teorías

Esta pregunta también está en el material:

Psicología de la Motivação
274 pag.

Avaliação Psicológica Universidad VeracruzanaUniversidad Veracruzana

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