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En el caso de la fusión compensatoria ocurre que la necesidad de valoración se manifiesta pasivamente en un aspecto (allí donde el individuo no es ...

En el caso de la fusión compensatoria ocurre que la necesidad de valoración se manifiesta pasivamente en un aspecto (allí donde el individuo no es valorado y recibe humillaciones) y activamente en otro (donde recibe una valoración superior). La valoración que obtiene en esta dirección activa compensa la tensión pasiva de la frustración o privación que experimenta en otras áreas. Fusión de no percepción En ocasiones, la actividad dirigida a determinado objeto-meta es impulsada por las necesidades correspondientes de manera específica, pero, además, permite reducir de manera inespecífica la tensión de otras necesidades, al favorecer la no percepción consciente de aquello que las afecta negativamente. A veces un individuo se manifiesta muy impulsado a satisfacer determinadas necesidades, lo cual presupone una ostentación exagerada de determinados rasgos o tendencias. De esta forma, la persona se dirige a satisfacer de manera específica sus necesidades y a conducirse de acuerdo con sus rasgos de personalidad; pero esta ostentación exagerada le permite ocultar, ante sus propios ojos, determinados rasgos o tendencias totalmente opuestos que se manifiestan en alguna medida en su actividad y sus vivencias y le resultan altamente desagradables, por ejemplo, un sujeto expresa un intenso cariño por un familiar, en parte porque realmente lo quiere, pero también para ocultar ante sus ojos, de manera inconsciente, el rechazo que siente hacia esa persona y que le resulta muy desagradable. Así, la persona incapaz o débil y por ello insegura de sí misma, se esfuerza a menudo por lograr una alta realización que lo presente ante sus propios ojos como fuerte y capaz, para evitar esta dolorosa percepción de sí mismo. En una experiencia realizada por investigadores soviéticos (Bozhovich y Blagonadiezhina, 1965), con el fin de estudiar los determinantes psicológicos de las reacciones emocionales negativas de los escolares ante las dificultades en el trabajo, se encontró que algunos alumnos, después de fallar en la resolución de un problema, escogían otros más difíciles, evidenciando así una clara sobrevaloración de sus capacidades, la cual escondía una inseguridad, una falta de confianza en sí mismos, que no querían reconocer conscientemente. En otros casos, un individuo se centra intensamente en su trabajo o en una actividad cualquiera para no percibir determinadas circunstancias reales que le afectan mucho. La concentración en esta actividad le impide reflejar, en un primer plano, aquello que le afecta negativamente, por ejemplo, una mujer de 65 años se afana en cumplir tareas de gran utilidad a una comunidad, que le mantienen entretenida y le permiten alejar de su mente la idea de la vejez y la soledad. Transformación de la motivación específica en inespecífica y viceversa La unidad de las motivaciones específica e inespecífica se observa principalmente en su transformación recíproca. La actividad del hombre, dirigida a satisfacer de manera específica las necesidades, puede ser frustrada o amenazada por una perspectiva desfavorable. Las necesidades activas pueden pasar a ser pasivas y conducir a una descarga inespecífica de la tensión. En este caso la motivación específica se transforma en inespecífica, por ejemplo, la cólera intensa que sentimos hacia una persona la descargamos, después que esta se ha marchado, en un golpe violento que damos a la pared. La acción de golpear la pared es puramente inespecífica. En ocasiones, una frustración o privación lleva al individuo a desear una actividad o satisfacción cualquiera que diluya la tensión pasiva de estas tendencias frustradas o privadas. El sujeto puede plantearse muchas alternativas: ir a un cine, a un restaurante, a ingerir bebidas alcohólicas o a una playa; lo único que le interesa es aliviar su estado afectivo desagradable. Pero también ocurre lo inverso. La motivación inespecífica da lugar a nuevas necesidades. La forma de descarga de la tensión pasiva se convierte, con el decurso del tiempo, en una necesidad en sí misma que se manifiesta activamente. Lo inespecífico se convierte en específico; la expresión pasiva en necesidad activa, por ejemplo: Un joven alivia la tensión pasiva de sus necesidades en actividades imaginativas, a menudo se encierra a soñar con un futuro posible, a escribir versos y cuentos. Esta reiteración de la actividad, que dada su personalidad y sus condiciones de vida resulta altamente satisfactoria, le lleva a escribir cuentos como una afición estable, y al surgimiento de una nueva necesidad: la vocación de escritor. Ya esta vocación no es simplemente la expresión pasiva de otras necesidades, sino una nueva necesidad que se manifiesta activamente. Las experiencias infantiles quedan grabadas en la personalidad, constituyen condiciones internas del proceso motivacional y del desarrollo de las necesidades, pero no debemos ni podemos reducir las motivaciones adultas a las infantiles, pues los objetos-metas del comportamiento adulto son actuales y orientados hacia el futuro, son cualitativamente diferentes y relativamente autónomos e independientes de los factores dinámicos que actuaron en la etapa infantil. Freud planteó la tesis de que las fijaciones infantiles de los instintos siguen actuando en la personalidad adulta. Aseguró que el complejo de Edipo, surgido en la infancia, constituye un factor motivacional fundamental de la personalidad adulta. El psicoanálisis pretende encontrar los motivos de un acto en los contenidos dinámicos del pasado de un individuo. En cambio, Lewin destacó que la motivación es una función del campo psicológico actual, y los teóricos del sí mismo (Maslow, Allport, Rogers, Nuttin y otros) enfatizaron que la personalidad se orienta hacia el futuro en la realización de su yo ideal. En nuestra opinión, la motivación adulta es cualitativamente diferente de la infantil, aunque esté ligada en su génesis a las experiencias infantiles y en ella se expresen los hechos y tendencias de la vida anterior. futuro posible, a escribir versos y cuentos. Esta reiteración de la actividad, que dada su personalidad y sus condiciones de vida resulta altamente satisfactoria, le lleva a escribir cuentos como una afición estable, y al surgimiento de una nueva necesidad: la vocación de escritor. Ya esta vocación no es simplemente la expresión pasiva de otras necesidades, sino una nueva necesidad que se manifiesta activamente. Las experiencias infantiles quedan grabadas en la personalidad, constituyen condiciones internas del proceso motivacional y del desarrollo de las necesidades, pero no debemos ni podemos reducir las motivaciones adultas a las infantiles, pues los objetos-metas del comportamiento adulto son actuales y orientados hacia el futuro, son cualitativamente diferentes y relativamente autónomos e independientes de los factores dinámicos que actuaron en la etapa infantil. Freud planteó la tesis de que las fijaciones infantiles de los instintos siguen actuando en la personalidad adulta. Aseguró que el complejo de Edipo, surgido en la infancia, constituye un factor motivacional fundamental de la personalidad adulta. El psicoanálisis pretende encontrar los motivos de un acto en los contenidos dinámicos del pasado de un individuo. En cambio, Lewin destacó que la motivación es una función del campo psicológico actual, y los teóricos del sí mismo (Maslow, Allport, Rogers, Nuttin y otros) enfatizaron que la personalidad se orienta hacia el futuro en la realización de su yo ideal. En nuestra opinión, la motivación adulta es cualitativamente diferente de la infantil, aunque esté ligada en su génesis a las experiencias infantiles y en ella se expresen los hechos y tendencias de la vida anterior. futuro posible, a escribir versos y cuentos. Esta reiteración de la actividad, que dada su personalidad y sus condiciones de vida resulta altamente satisfactoria, le lleva a escribir cuentos como una afición estable, y al surgimiento de una nueva necesidad: la vocación de escritor. Ya esta vocación no es simplemente la expresión pasiva de otras necesidades, sino una nueva necesidad que se manifiesta activamente. Las experiencias infantiles quedan grabadas en la personalidad, constituyen condiciones internas del proceso motivacional y del desarrollo de las necesidades, pero no debemos ni podemos reducir las motivaciones adultas a las infantiles, pues los objetos-metas del comportamiento adulto son actuales y orientados hacia el futuro, son cualitativamente diferentes y relativamente autónomos e independientes de los factores dinámicos que actuaron en la etapa infantil. Freud planteó la tesis de que las fijaciones infantiles de los instintos siguen actuando en la personalidad adulta. Aseguró que el complejo de Edipo, surgido en la infancia, constituye un factor motivacional fundamental de la personalidad adulta. El psicoanálisis pretende encontrar los motivos de un acto en los contenidos dinámicos del pasado de un individuo. En cambio, Lewin destacó que la motivación es una función del campo psicológico actual, y los teóricos del sí mismo (Maslow, Allport, Rogers, Nuttin y otros) enfatizaron que la personalidad se orienta hacia el futuro en la realización de su yo ideal. En nuestra opinión, la motivación adulta es cualitativamente diferente de la infantil, aunque esté ligada en su génesis a las experiencias infantiles y en ella se expresen los hechos y tendencias de la vida anterior. futuro posible, a escribir versos y cuentos. Esta reiteración de la actividad, que dada su personalidad y sus condiciones de vida resulta altamente satisfactoria, le lleva a escribir cuentos como una afición estable, y al surgimiento de una nueva necesidad: la vocación de escritor. Ya esta vocación no es simplemente la expresión pasiva de otras necesidades, sino una nueva necesidad que se manifiesta activamente. Las experiencias infantiles quedan grabadas en la personalidad, constituyen condiciones internas del proceso motivacional y del desarrollo de las necesidades, pero no debemos ni podemos reducir las motivaciones adultas a las infantiles, pues los objetos-metas del comportamiento adulto son actuales y orientados hacia el futuro, son cualitativamente diferentes y relativamente autónomos e independientes de los factores dinámicos que actuaron en la etapa infantil. Freud planteó la tesis de que las fijaciones infantiles de los instintos siguen actuando en la personalidad adulta. Aseguró que el complejo de Edipo, surgido en la infancia, constituye un factor motivacional fundamental de la personalidad adulta. El psicoanálisis pretende encontrar los motivos de un acto en los contenidos dinámicos del pasado de un individuo. En cambio, Lewin destacó que la motivación es una función del campo psicológico actual, y los teóricos del sí mismo (Maslow, Allport, Rogers, Nuttin y otros) enfatizaron que la personalidad se orienta hacia el futuro en la realización de su yo ideal. En nuestra opinión, la motivación adulta es cualitativamente diferente de la infantil, aunque esté ligada en su génesis a las experiencias infantiles y en ella se expresen los hechos y tendencias de la vida anterior. futuro posible, a escribir versos y cuentos. Esta reiteración de la actividad, que dada su personalidad y sus condiciones de vida resulta altamente satisfactoria, le lleva a escribir cuentos como una afición estable, y al surgimiento de una nueva necesidad: la vocación de escritor. Ya esta vocación no es simplemente la expresión pasiva de otras necesidades, sino una nueva necesidad que se manifiesta activamente. Las experiencias infantiles quedan grabadas en la personalidad, constituyen condiciones internas del proceso motivacional y del desarrollo de las necesidades, pero no debemos ni podemos reducir las motivaciones adultas a las infantiles, pues los objetos-metas del comportamiento adulto son actuales y orientados hacia el futuro, son cualitativamente diferentes y relativamente autónomos e independientes de los factores dinámicos que actuaron en la etapa infantil. Freud planteó la tesis de que las fijaciones infantiles de los instintos siguen actuando en la personalidad adulta. Aseguró que el complejo de Edipo, surgido en la infancia, constituye un factor motivacional fundamental de la personalidad adulta. El psicoanálisis pretende encontrar los motivos de un acto en los contenidos dinámicos del pasado de un individuo. En cambio, Lewin destacó que la motivación es una función del campo psicológico actual, y los teóricos del sí mismo (Maslow, Allport, Rogers, Nuttin y otros) enfatizaron que la personalidad se orienta hacia el futuro en la realización de su yo ideal. En nuestra opinión, la motivación adulta es cualitativamente diferente de la infantil, aunque esté ligada en su génesis a las experiencias infantiles y en ella se expresen los hechos y tendencias de la vida anterior. futuro posible, a escribir versos y cuentos. Esta reiteración de la actividad, que dada su personalidad y sus condiciones de vida resulta altamente satisfactoria, le lleva a escribir cuentos como una afición estable, y al surgimiento de una nueva necesidad: la vocación de escritor. Ya esta vocación no es simplemente la expresión pasiva de otras necesidades, sino una nueva necesidad que se manifiesta activamente. Las experiencias infantiles quedan grabadas en la personalidad, constituyen condiciones internas del proceso motivacional y del desarrollo de las necesidades, pero no debemos ni podemos reducir las motivaciones adultas a las infantiles, pues los objetos-metas del comportamiento adulto son actuales y orientados hacia el futuro, son cualitativamente diferentes y relativamente autónomos e independientes de los factores dinámicos que actuaron en la etapa infantil. Freud planteó la tesis de que las fijaciones infantiles de los instintos siguen actuando en la personalidad adulta. Aseguró que el complejo de Edipo, surgido en la infancia, constituye un factor motivacional fundamental de la personalidad adulta. El psicoanálisis pretende encontrar los motivos de un acto en los contenidos dinámicos del pasado de un individuo. En cambio, Lewin destacó que la motivación es una función del campo psicológico actual, y los teóricos del sí mismo (Maslow, Allport, Rogers, Nuttin y otros) enfatizaron que la personalidad se orienta hacia el futuro en la realización de su yo ideal. En nuestra opinión, la motivación adulta es cualitativamente diferente de la infantil, aunque esté ligada en su génesis a las experiencias infantiles y en ella se expresen los hechos y tendencias de la vida anterior.

Esta pregunta también está en el material:

Psicología de la Motivação
274 pag.

Avaliação Psicológica Universidad VeracruzanaUniversidad Veracruzana

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