La adopción de políticas encaminadas a eliminar los obstáculos al librecambio y a favorecer la expansión de los mercados, estimularán una creciente...

La adopción de políticas encaminadas a eliminar los obstáculos al librecambio y a favorecer la expansión de los mercados, estimularán una creciente división del trabajo y con ello un aumento de la productividad (Roncaglia, 2006: 186). De las observaciones de Marx y Polanyi se deduce cómo la separación del trabajo de la persona del trabajador logra convertir a éste en un posible objeto del mercado del trabajo (Supiot, 1996: 662). Pensar el trabajo de esta manera implica ver en él una utilidad económica, a la cual se adhiere luego una función social: el trabajo deviene la actividad pública por excelencia, separada del ámbito familiar y privado (Castel, 1996). Es sobre esta noción de persona trabajador donde se inscribe un régimen jurídico específico: el derecho laboral. Un sistema de reglamentación como éste no sólo permite establecer en el trabajo el principio de reconocimiento social, sino que además pone coto a la libertad del intercambio e instala protecciones sobre las leyes del mercado (Castel, 1996: 674ss). Alain Supiot (1996) identifica al menos dos procesos que acompañan esta innovación. En primer lugar, observa una dinámica de penetración del sistema de trabajo asalariado a los otros ámbitos de la vida social: formación profesional, intrusión de la relación salarial en la esfera doméstica, privatización del sector público, integración jurídica de los trabajadores independientes. En segundo lugar, surge una corriente de asimilación por el derecho laboral de los valores que eran patrimonio del trabajo asalariado. La articulación de estas dimensiones económicas, sociológicas y jurídicas dará forma a lo que se ha denominado la “sociedad del trabajo” (Eder, 1992; Kalberg, 1992; Offe, 1992a; Castel, 1996; Méda, 1996).