En el tema central de este apartado, se nos hace necesario dedicar algunas líneas a la descripción de los parámetros bajo los cuales ha sido conce...

En el tema central de este apartado, se nos hace necesario dedicar algunas líneas a la descripción de los parámetros bajo los cuales ha sido concebido “el cambio u evolución en las representaciones sociales”. Sobre este, la principal línea argumentativa al respecto es la que proviene de la reformulación teórica que Jodelet desarrollo a partir de sus trabajos y revisiones respecto al concepto de representación. Estos trabajos nos muestran que a pesar que este concepto tuvo sus orígenes en la sociología, no es sino desde la sicología social en primera instancia y desde la antropología en segunda, que toma mayor envergadura para explicar los fenómenos sociales y para acceder a los procesos discurso creativos que por largo tiempo han dado significación a las prácticas y conductas humanas. Con procesos discurso creativos queremos referirnos a que la transformación del conocimiento en representación social y de esta en fenómeno social, no es una situación que se concrete de una vez para siempre, si no que más bien se da en forma dinámica por medio de dos procesos que Jodelet llamó: objetivización14 (constitución) y anclaje15 (inserción). Y cuya función es la vinculación dialéctica de las tres funciones esenciales de la representación, es decir, la interpretación de la conocimiento biomédico da por supuesto una dependencia unilateral entre sus conocimientos y los saberes tradicionales. Dependencia que según su forma interpretativa se daría desde este último saber hacia el conocer biomédico. El cual se autoproclama superior, objetivo y “moderno”, por el hecho de estar amparado en la metodología de las ciencias naturales, que privilegia el uso de técnicas positivas, neutras e infalibles (además de cuantitativas). El mismo que tampoco transparenta el modo en que construye su concepción del mundo pobre, y por tanto, no se encuentra en condiciones para visualizar que pone en práctica una lógica modernizante, pues al estar propiciando un cambio de estilos de vida ( del sedentarismo, la alimentación industrial y estandarizada a una vida activa y subestimar la capacidad que tienen las agrupaciones sociales que son su objetivo para valorar, dar significado y uso, bajo sus propios marcos culturales, (representaciones que les han sido trasmitidas vía endoculturación) a aquellas informaciones que les son presentan como “neutras” y objetivas”, y cuando la diferencia sustancial es el orden de priorizaciones que ambos cuerpos de conocimientos dan a la alimentación y sus temas relacionados. Pues si bien hemos planteado que ambos campos coinciden en dar a la alimentación un papel en el mantenimiento de la salud y colocar a ésta como uno de sus principales objetivos, son muy distintos los valores que cada representación le asocia, ya que para la representación biomédica, esta última constituye predominantemente un tema personal, vinculado al mejoramiento de la expectativa de vida individual y no así como ocurre en la representación social bajo la cual esta mayormente imbricada al tema del placer y las relaciones sociales “armónicas y felices” que se dan en los momentos de comensalidad como práctica de alimentación. Por otra parte, debemos tener en cuenta que lo que se entiende por saludable y la forma en que este concepto ha penetrado al mundo del sentido común, no sólo se puede atribuir al esfuerzo exclusivo que en el último tiempo han llevado a cabo los profesionales de la salud, si no que más bien ha emergido de las muy diversas comunicaciones que circulan en la vida actual, como son los discursos gastronómicos, los estéticos, los éticos y morales y también publicitarios que se han apropiado de dicha terminología, para reforzar sus particulares objetivos. Entonces, sobre la dinámica entre saberes tradicionales y biomédicos, debemos enfatizar que ésta no se da exclusivamente en las capacitaciones orientadas a tal tarea, si no que un aspecto importante a considerar en este ámbito es la relevancia que tiene la relación entre los apoderados y los distintos discursos sociales que circulan a través de los medios de comunicación, (los cuales no sólo muestran las categorías médicas, sino que también estéticas, gastronómicas, ideológicas etc.) y que se constituyen como una de las principales fuentes a partir de las cuales los apoderados construyen sus propias representaciones. De acuerdo a lo anterior y ante la pregunta sobre si prevalecen las nociones sobre alimentación tradicional, una vez que los apoderados son incorporados a estos tipos de iniciativas, habría que indicar que la respuesta es de naturaleza dual, pues si bien por una parte hay resabios de interpretaciones “ancestrales” (lo cálido y lo frío, etc.) éstas ya están dotadas de una estela biomédica, más “actual”, que sin embargo no es total y tajantemente distante en sus conceptos primordiales, pero que requiere de un mayor reconocimiento y apropiación de aquellos a los que están dirigidas. Si bien por parte de los apoderados existe una positiva disposición al cambio que se ve reflejada en sus actitudes referidas a la alimentación, en las premisas del paradigma biomédico falta tomar en cuenta las consideraciones respecto a las prácticas que tienen los mismos grupos involucrados, pues si estos valoran positiva y desde distintos puntos de vista su modo de hacer las cosas, difícilmente van a llevar a cabo una transformación sustancial de las mismas. Si visualizamos, entonces, las representaciones sociales como el punto de encuentro entre los factores biológicos, las prácticas sociales y los significados culturales que los sujetos atribuyen a las comidas, nos será fácil comprender porque su estudio se nos ofrece como una esencial herramienta para acceder a las intrincados relaciones entre las condiciones y significados que envuelven la alimentación. Sobre la base del estudio aquí realizado, es esperable que las experiencias subjetivas, referentes a la alimentación, la salud, y la vida, hayan sido reflejadas en base a los diferentes contextos y discursos sociales que las envuelven. Así también, esperamos que este análisis de las representaciones sociales sobre alimentación pueda hacer una contribución útil para la comprensión de cómo los procesos de intervención (particular y general) en salud penetran los mundos de vida de los individuos y grupos afectados, así cómo sobre la forma en que sus contenidos pasan a formar parte de los recursos y obstáculos de las estrategias sociales que se desarrollan bajo su alero. Por otra parte, anhelamos que este esfuerzo, sirva para reforzar la idea de que tanto en los aspectos conceptuales como los aplicados la promoción de la salud debe tener una visión integral de los individuos y del contexto en que estos se desenvuelven. Para ello, creemos que la antropología debe posicionarse como puente u interfaz en el abismo comunicacional existente entre la representación biomédica y las representaciones sociales, entre médicos y pacientes, así como entre las distintas disciplinas avocadas al universo de la salud. Si bien, los resultados obtenidos por esos medios no serán inmediatamente comparables con los provenientes de la ciencia positivista a la que se adscribe la investigación nutricional y médica. El mutuo entendimiento que puede surgir desde estos distintos cuerpos de conocimiento, pueden significar una mejor oportunidad para definir claramente las extensiones y limitaciones de sus propios esfuerzos académicos y por lo tanto, contribuir a un mejor entendimiento de los fenómenos.