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No hace falta indicar que ni concedemos al texto aducido mayor va- lor histórico que al Missale Mixtum, ni tampoco hacemos nuestras las afirmacione...

No hace falta indicar que ni concedemos al texto aducido mayor va- lor histórico que al Missale Mixtum, ni tampoco hacemos nuestras las afirmaciones de Lesley, pues nuestro propósito es consignar lo que se des- prenda del estudio directo del Liber Ordinum, y sólo acudimos a la auto- ridad extrínseca por vía de ilustración. Por otra parte, la frase que encontramos en el Liber Ordinum: Aliud nihil (mihi) misero convenit, nisi pectus pro admissis proprio tundere pugno et coram sanctis pedibus tuis proferre peccatorum meorum sarcinam a te divinitus exurendam» (L o., 253, 9), no fuerza a entenderla en un sentido determinado, ya de confesión publica, ya de'confesión secreta. A las plegarias y lágrimas de los penitentes se juntaban en favor suyo las de los hermanos reunidos en la asamblea: «Oremus ut huic famulo suo remissionem peccatorum, paenitentiae fructum et vitae aeternae remedium propitius tribuere dignetur» (L. O., 89, 7)؛ «Jungentes nostros cum fletibus fletus, fratres carissimi...» (89, 12)î «videat gemitus eius et lacrymas nos- tras miseratus aspiciat» (89, 18)î «pro eo nostras propitius attendas lacry- mas» (98, 1). A inclinar la balanza de la misericordia divina sobrevenían sin duda los ayunos y penitencias de los mismos hermanos que, por gozar del favor de Dios, recibían buena acogida, al igual que en Ninive donde, «cum non solum sua (peccatorum), sed et parvulorum ieiunia detulissent, de exitiabili interitu ad misericordiae ianuam pervenire fecisti»- {L. o., 97, 30). Después de la hornilla 0 sermón-nos dice Lesley—antes de la entrega de las ofrendas, decía el diácono: «Paenitentes, orate؛ flectite genua Deo», y luego vuelto a- los fieles: «Deprecemur Dominum pro fratribus nostris paenitentibus, ut fietus eorum ac confessionem suscipere, illisque remissio- nem peccatorum et pacem Ecclesiae donare dignetur.» Entonces el Obispo, el Clero y el pueblo junto con los penitentes se postraban para orar, hasta que el diácono daba la voz: «erigite Vos in nombre Christi», a la cual se levantaban, y el Obispo procedía a la imposición de las manos sobre los penitentes recitando a la par una oración (14). Tres fórmulas distintas de esta oración, dos en plural y una en singular, nos ha conservado el Liber Ordinum (94, 918 ,96*19 ,95 ־21؛ ). En todas ellas se pide a Dios acoja las sUplicas y llanto de los penitentes, y les con- ceda el perdón. Terminada la oraefón-prosigue Lesley-, a una indicación del diá- cono, respondían los penitentes: «Amén», y volvía el diácono a ordenar: «State locis vestris ad Missam» y por fin: «Paenitentes, exite». Asi lo ,hacían juntamente con los catecúmenos y demás que no podían asistir a los divinos misterios, quedando dentro solos los fieles, quienes asimismo cui- daban no quedase dentro alguno de los excluidos. Los ostiarios cerraban las puertas, y los que habían salido permanecían orando en el pórtico, mientras duraba el sacrificio (15). En el Missale Mixtum se lee antes del lavabo una «Benedictio panis»: «Benedic, Domine, creaturam istam panis, sicut benedixisti quinqué panes in deserto؛ ut omnes gustantes ex eo recipiant sanitatem tarn animae quam corporis. Per Christum. Benedictio Dei Patris omnipotentis et Filii et Spiritus Sancti descendat super hunc panem et super omnes ex eo come- dentes» (16). Lesley sostiene que este pan bendito se distribuía al tiem- po de la Comunión a aquellos que no podían comulgar, mas no a los peni- tentes 0 catecúmenos, sino a solos los fieles, los cuales lo recibían en ayu- nas y con gran reverencia por dárseles en lugar de la comunión (17). No entendemos quiénes pudieran ser estos fieles que no podían co- mulgar. Por esto, y por tener lugar esta bendición casi al tiempo de la ex- pulsión de los penitentes, creemos no se trata de otra que de la «Bene- dictio oblatae quam in sacrario benedicunt paenitentibus dandae» que con otra fórmula encontramos en el Liber Ordinuni) y en la cual, después de ponderar la misericordia de Dios que al Bautismo añadió como segundo remedio la Penitencia, se pide su bendición sobre aquel pan para que sirva a la santificación de aquellos que, por estar sometidos a la penitencia, no pueden participar de la Eucaristía: «Pari nunc itaque pietate dignatus pro annuis festivitatibus huius gaudiis, et sanctificatione humilium paeni- (14) Missale Mixtum. Notae; pág. 506.. (15) Missale Mixtum. Notae: pág. 506. (16) Missale Mixtum; pág. 220. (17) Missale Mixtum. Notae؛ pág. 537. Pero hay más. Las oraciones que a lo largo de dicho proceso y aun en el acto mismo de la reconciliación se recitan, piden la remisión del pecado por parte de Dios؛ y todas las prácticas penitenciales, asi del pecador como de los fieles, se dicen encaminadas a conseguir el perdón de la culpa 0 la satis- facción de la pena eterna, no de la pena temporal. «Exaudi gemitus lacry- masque dolentium, ut hii qui praeteriti temporis commissa deplorant, per indulgentiam tuam inferni carceris futuram poenam non sentiant» (96, 14). Respecto a la fórmula de la absolución, ninguna nos ha conservado el Liber Ordinum. En cambio, Berganza nos transmite una, cuyo texto es el siguiente: «Dominus lesus Christus, qui discipulis suis dixit: quaecumque ligaveritis super terram, erunt ligata et in caelis, et quaecumque solveritis super terram, erunt soluta et in caelis؛ de quorum numero, quamvis indig- num ministrum me esse voluit, intercedente Dei Génitrice Maria, et Beato Michaele Archangelo, et Sancto Petro Apostolo, cui data est potestas ligandi atque solvendi, et omnibus sanctis: Ipse vos obsolvat per ministe- rium nostrum ab omnibus peccatis vestris, quaecumque aut cogitatione vel operatione negligenter egistis؛ atque a vinculis peccatorum vestrorum abso- lutos perducere digneturad regna caelorum. Qui vivis.-Absolutio: Absolu- tionem et remissionem peccatorum vestrorum percipere mereamini hic et in aeternum. Amen» (18). Como puede Verse, está expresada en términos mam terialiter deprecativos. El sacerdote reconoce en si la potestad recibida. (18) Antigüedades de España; t. II, pág. 666. DOCTRINA Y PRÁCTICA PENITENCIAL EN LA LITURGIA 241 mas al hacer uso de ella hace profesión de ser simple ministro de Jesucristo, a quien ruega perdone por su medio a los delincuentes arrepentidos. Una vez reconciliado con Dios, el pecador es reconciliado con la Igle- sia, vuelve a asistir al Sacrificio y a participar de la Eucaristía: «Ad te de aerumnis huius saeculi revertentes, in gremio matris Ecclesiae suscipere digneris» (L. o. 557, 59), «Unitati corporis Ecclesiae tuae membrun remis- sione perpetua restitue» (92, 15), «hodierna die Dominus lesus Christus in gremio Ecclessiae suae reconciliare dignatus est» (100, 5), «recipi mereatur in congregatione iustorum» (556, 22), «societati electorum adiuncti, sine cessatione te exorent e terris» (258, 59)؛ «His famulistuis, quos post paeni״ tentiae lamentationem tuo sacro reconciliamus altario» (556. 16), «concede ei. Domine Deus noster, ab hodierno die sancto tuo altario adhaerere, ut liceat ei deinceps sacrificia laudum per

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