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La lectura semiótica de los dos fragmentos narrativos transcritos parte necesariamente de una comprobación global de afinidades evidentes que un an...

La lectura semiótica de los dos fragmentos narrativos transcritos parte necesariamente de una comprobación global de afinidades evidentes que un análisis más detallado intentará confirmar. En efecto, esas afinidades no son más que la manifestación de una relación de intertextualidad que une los dos textos y que surge de la institución de mecanismos técnico-formales y de vectores semánticos muy próximos. Esto sin olvidar (y nunca se insistirá demasiado en este punto) que lo que aquí se busca desvelar no es la problemática de las influencias ni la existencia de plagios, sino la fluctuación de dos mensajes en el universo del lenguaje literario, cuyas normas y procedimientos semióticos tienden a divulgarse. Una lectura más atenta del pasaje de Manha submersa hará ver, sin dificultad, que, en una situación narrativa de tipo autodiegético, se encuentra activado uno de los signos del código representativo: la focalización interna. Esa activación conduce a una reconstitución pormenorizada y revivida de acontecimientos interpretados en el pasado de la historia por la entidad que, en el presente de la narración, cumple la función de narrador; para utilizar la sugestiva expresión de Franz Stanzel, tiene vigencia en este caso el estatuto de «experiencing self» (o yo-personaje), en detrimento del «narrating self» (yo-narrador). Y es en el contexto de este desdoblamiento del sujeto cuando se asiste a la entrada en el seminario del adolescente, cuyas pisadas son escrupulosamente repetidas. Pero la focalización interna se evidencia, al nivel del enunciado, a través de determinadas marcas textuales (significantes literarios) que convendrá apuntar para que se pueda establecer una confrontación más precisa con el texto de Stendhal. Así, se comprueba que la representación narrativa se encuentra condicionada, ante todo, por la visión y por el movimiento del personaje, cuya óptica se encuentra instaurada; de tal modo es riguroso ese condicionamiento, que se asiste incluso a un esbozo de asimilación de la técnica cinematográfica, a través de dos simulacros de movimiento de cámara: el travelling inicial que permite decir que «el caserón fue.rodando con la curva de la carretera» (línea 1) y el contre-plongée que va «subiendo la larga escalera en cuya cima» se encuentra «un cura impávido». Una segunda marca manifestativa de la focalización interna está constituida por ciertas formas verbales que acompañan el desplazamiento del personaje: por un lado, las perífrasis («fue rodando» (1), «fui subiendo» (5), «iba separando» (6-7)), que denotan el carácter gradual de las acciones representadas; por otro lado, el discurso singulativo («nos tragó a todos inmediatamente» (3-4)), cuando la acción es sentida como instantánea. Finalmente, un último vestigio textual de la focalización interna: la referencia al interior del personaje (8-10) que, aunque no asuma el rigor del monólogo interior, refleja, incluso así, las emociones narradas por los eventos sucedidos. Con estas emociones se relaciona estrechamente el significado global insinuado por la focalización interna: el de la fidelidad al universo de los valores infantiles, a sus fantasmas y mitos, todo eso dominado por una elaboración subjetiva del propio tiempo, concretamente por medio de las formas verbales que hemos citado. Pero este significado no puede disociarse de determinados elementos que lo confirman como tal: nos referimos a los registros de la subjetividad como ámbito particular del código estilístico estrechamente asociado al código representativo. Esa asociación se percibe mejor si nos fijamos en las marcas de subjetividad proyectadas en el enunciado. Son esas marcas el resultado de la emisión de varios discursos de especial incidencia semántica: el figurado, el connotativo y el valorativo. Por el primero (animismo: «espiándonos» (2), «cien ojos» (2), «boca» (3), etc.; metáfora: «enrolado» (4); metonimia: «curas de centinela» (9), «mirar de sombra» (9)) se marcan dos sentidos: el de la inferioridad del niño tratado como objeto («enrolado») y el de la agresividad de aquello y de aquellos que lo rodean. Es este segundo sentido el que se desprende también del discurso connotativo («tragó» (3), «mandíbulas» (4)), que, apoyándose también en la dinámica propia del discurso figurado, evoca la ferocidad y la voracidad de un universo dominado por animales salvajes. A su vez, el discurso valorativo («quietud lóbrega» (2)) sintetiza lo que de negativo se encuentra diseminado por los restantes registros, reforzando así la configuración eminentemente disfórica del escenario y de la situación representada. Ahora bien, esa configuración disfórica sólo se comprende en toda su extensión, si la ligamos al signo anteriormente descrito: la focalización interna que así surge enriquecida e ilustrada por una subjetividad que depende de ella. Lo que significa, en último análisis, que esa subjetividad evidenciada por los registros del discurso no se refiere al estatuto afectivo y emocional del narrador, sino al del niño que él ha sido, cuyo punto de vista intimidad es activado. Lo que nos conduce a los signos de otro dominio semiótico: el código temático. Aunque pudieran ser confirmados por un análisis de la totalidad de la obra, los signos temáticos aquí presentes son relativamente claros y no sufren contestación. De este modo, así como el código representativo y los registros del discurso apuntan hacia la polaridad adolescente/seminario, también los signos temáticos lo hacen: de ahí que la infancia y la opresión deban entenderse como sentidos temáticos fundamentales expresados en el enunciado de forma indirecta por medio de la elaboración particular conferida al discurso por la focalización interna y por los discursos de la subjetividad que dependen de ella. Lo que permite, por ahora, concluir que el fragmento analizado está dotado de gran coherencia, si nos fijamos en el modo como se encuentran articulados los dos vectores temáticos citados y los códigos específicamente técnico-literarios que los transmiten. A una conclusión muy próxima a ésta seremos conducidos si nos fijamos ahora en el párrafo de Le rouge et le noir transcrito. Lo que en él se comprueba es, ante todo, una dinámica de representación globalmente idéntica a la del fragmento de Manhá submersa: el joven que llega a un lugar desconocido (también el seminario) amolda a su punto de vista los hechos y personajes con que se encuentra. Por eso, puede nuevamente hablarse de focalización interna, cuya manifestación al nivel de enunciado se concretiza por la alusión directa a la visión y al movimiento del personaje: «II vit de loin» (1), «il approcha lentement» (2), «Julien le regarda» (5). Visión que, entre tanto, se traduce en algo más que una simple captación sensorial del escenario, ya que prácticamente todo lo que se narra depende de un proceso de interiorización de los eventos llevado a cabo por el joven: ese proceso se evidencia, con toda nitidez, cuando se expresan sus reflexiones (6 ss.) en lo que es un verdadero esbozo de monólogo interior. Pero la interiorización asume todavía otra metamorfosis traducida en la vivencia subjetiva del tiempo que lleva a la elaboración particular (anisocrónica) que distorsiona la rigidez del tiempo cronológico; por eso, el discurso se alarga (10 ss.) cuando Julien interioriza e interpreta las características fisonómicas del portero, metonímicamente relacionado con el seminario; en otras circunstancias, cuando está en causa el carácter instantáneo de ciertos momentos de la acción («il se decida» (3), «retentit» (4), «Julien le regarda» (5), etc.), es por el discurso singulativo como esa instantaneidad es formulada. En función del signo representativo activado y de los elementos textuales que lo expresan, alcanzamos sin dificultad significados semejantes a los que formula la focalización

Esta pregunta también está en el material:

REIS_Carlos_1985_FUNDAMENTOS_Y_TECNICAS
216 pag.

Literário Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

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