No se va a tratar aquí un problema clásico fronterizo entre la semántica y la pragmática, a saber, el de la perspectiva. En cada situación comunica...
No se va a tratar aquí un problema clásico fronterizo entre la semántica y la pragmática, a saber, el de la perspectiva. En cada situación comunicativa, el hablante tendrá una determinada «posición» y unas determinadas actitudes en relación con los acontecimientos denotados, las personas o el oyente en particular. Esto es, no sólo proporciona afirmaciones valorativas explicitas, sino también, implí-citamente, selecciona, describe y combina objetos y acontecimientos desde su punto de vista. Lo mismo ocurre en la comunicación literaria, pero el sistema de perspectivas puede ser más complicado porque, además de su propio punto de vista, el autor puede representar el punto de vista de un narrador y/o el de los personajes representados —posiblemente a través del punto de vista del narrador (o algún yo en general)—. En cuanto entra en juego la representación, ya no estamos en el nivel pragmático, sino en el semántico, aunque el aspecto específico es que estén representados los contextos comunicativos. La pragmática de la literatura, pues, sólo tiene que ver con la perspectiva del propio autor y con las relaciones de éste con su o sus lectores.
Compartir