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a los elementos esenciales del ensayismo se percibe también que el desarrollo del género es un síntoma positivo de madurez: configura la expresión ...

a los elementos esenciales del ensayismo se percibe también que el desarrollo del género es un síntoma positivo de madurez: configura la expresión de una línea crítica de pensamiento, a menudo opuesta al pensamiento dominante o sistemático. Dos fenómenos confluyen pues en la formación del ensayo como género literario: por una parte la expresión de la subjetividad del autor, consciente de la capacidad estética de su obra, la divagación del escritor que se presenta a sí mismo como tema y argumento, con un propósito extravagante, herencia de Montaigne; y por otra el deseo de dar respuesta a las demandas concretas del lector moderno, de un receptor que requiere un estímulo intelectual y estético condensado en pocas páginas y accesible a sus posibilidades culturales. La brevedad del discurso, la variedad de la temática, que se aproxima a argumentos científicos o antropológicos desde una crítica radical en la cual no están excluidas la sensibilidad y la intuición, mantienen la esperanza de que este género transversal resista los embates homogeneizadores de la globalización. Quizá la mayor virtud de este libro sea poner de relieve que un ensayo, incluso más que la ficción, es una obra en continua progresión; comprometida con la época de su creación, determinada por una situación cultural y por la comunidad para la que surge; puesto que ambos elementos dan ojos al ensayista y contribuyen a cambiar las formas del pensamiento. BELÉN HERNÁNDEZ EL BOSQUEJO COMO ARTE Discreto lector, Este volumen compila los trabajos que profesores, críticos y eruditos de las letras presentaron en la Universidad de Murcia, durante la primera mitad del año 2004, en torno al tema “El Ensayo como género literario”. Una voluntad común los aúna: indagar acerca de un determinado proceso de escritura que se nutre de la reflexión y del libre pensamiento, y se formaliza en una escritura que no obedece a cánones ni a normas. Y, por ende, tampoco se rinde a ningún programa que busque aniquilar tradiciones a favor de moldes nuevos de expresión. Si bien es cierto que el ensayo carece de una poética fundacional de estirpe clásica, como sus hermanos mayores en el linaje de los géneros: el teatro, la lírica o la épica, no por ello adolece de voluntad de estilo, ni de precisión formal, ni de vuelo imaginativo. Plasma el ensayo en su discurso los movimientos del pensar que han hallado cobijo y temperatura en el río siempre fluyente y movedizo del verbo, pero a modo de esbozo, de bosquejo. Como “centauro de los géneros” fue concebido por el muy ilustre ensayista mexicano Alfonso Reyes; como senda tentativa y sinuosa, en el juicio matemático del agudo escritor inglés Gilbert K. Chesterton. Unidad de elementos mixtos y naturalezas diversas, cabría inferir de la primera definición, pues al igual que el centauro, combina el ensayista el pensamiento feraz del humano y la energía creativa del animal. Como derivación del segundo criterio, el ensayo plantea sin demostrar, y defiende sin utilizar últimas pruebas. Pero es tan lícito su procedimiento estético como el de inventar mundos posibles o el de abrir una nueva ventana en la casa de la ficción de Henry James, pues el ensayo no aspira a tesis académica, ni tampoco a memorándum o a informe científico. Es la especulación que se atreve a exponerse y a exponer, sin reducirse a la representación acabada, conformándose en el cálido entusiasmo del intento. La supuesta juventud histórica que usualmente atribuimos al género tampoco es cierta de modo absoluto. La voz “ensayo”, en efecto, fue usada y creada a tal fin por Michel de Montaigne, en uno de sus textos emblemáticos, “De Demócrito y Heráclito”, cuando confiesa que usa su “juicio” como “instrumento para todos los temas”, a través de un medio no reglado: el de “estos ensayos que estoy haciendo”. Sin embargo, el arsenal de referencias clásicas de que se sirve el ilustre humanista, nos hace pensar en la progenie grecolatina del “método”: las citas de los discursos de Cicerón, las epístolas de Horacio, las meditaciones de Marco Aurelio o las confesiones de Agustín de Hipona nos obligan a remitir a dicho ámbito la prehistoria del decir literario como ensayo. Pero amigo como lo es de la libertad y de la curiosidad del intelecto, hermano de la lucubración, primo de la sátira y nieto de la historiografía que avista “otros modos” de concebir la cultura y las costumbres, parece convenir de manera armónica a la época en que renacen las fórmulas y los sueños antropocéntricos. No hay que dudar por ello en que esta modalidad literaria traduzca afanes e inquietudes de escritores que no propenden sólo a la fábula, y por ello dará en su devenir el ensayo con los nombres de Stevenson, De Quincey, Santayana, Walter Pater, Carlyle, Emerson o Auden, en la literatura anglosajona, o los de Ortega y Gasset, Eugenio D´Ors, María Zambrano o José Bergamín, en la española. Muy nutrida y vasta, la tradición del ensayo hallará cobijo y solar en Hispanoamérica. Allí, hará las delicias de los mundos geométricos del ensayo como “esfera de Pascal” o buscará sumirse en las “eras imaginarias” para regocijo de la “expresión americana”. Compañero de la reflexión sobre la identidad de una cultura, un pueblo o un individuo, espacio laberíntico donde atraer las contraluces de la soledad, ámbito de consideraciones estéticas o espirituales, los “reinos” del ensayo abarcan muchos territorios, pero en ellos prevalece el cometido de alumbrar intuiciones con el cincel del escultor, modelando la pieza hasta mostrar el rostro, y sin la armadura de quien se protege en la escolástica, viajando “a pecho descubierto”. En todo caso, sirva este volumen para insistir en los hitos de la trayectoria histórica del género, o participe en la múltiple valoración crítica de su esencia, y sobre todo, estimule el deseo de cuantos buscan en el ensayo la expresión original en torno a un motivo que se encauce en forma estética. Y reconozca, en suma, el talento de aquellos que honraron y honran su desarrollo, elevando a estilo artístico la línea abocetada del bosquejo. VICENTE CERVERA SALINAS MARÍA DOLORES ADSUAR 12 EL GÉNERO ENSAYO, LOS GÉNEROS ENSAYÍSTICOS Y EL SISTEMA DE GÉNEROS La triple distinción categorial enunciada es concatenadamente imprescindible en la medida en que los dos primeros elementos son condición para la existencia del último, y éste es condición al fin, cuando menos metateórica, de los dos anteriores. Esto, que podrá parecer obvio a quien no esté al tanto de la historia del problema que aquí se convoca, entiendo que es el modo en un primer momento más directo y efectivo de afrontar el caso. Me propongo en esta disertación dar respuesta precisa de la problemática relativa a los conceptos, y en un plano general a la realidad morfológica que éstos asumen, de “género ensayo”, “géneros ensayísticos” y el, necesariamente incluyente de los anteriores, “sistema de géneros”, subsanando así una carencia a todas luces injustificable aunque paradójicamente estable más allá de ciertas componendas habilitadas. Mi exposición no va a ser, según me parece que con preferencia lo exige la ocasión, ni dominantemente polémica ni dominantemente especulativa, sino de constructiva síntesis técnica y, por otra parte, sin excesos de erudición ni metodológicos. Espero que de esta forma sea posible transmitir con eficiencia mi argumento, y, en un tiempo de debate o diálogo final, quepa puntualizar o matizar aquello que los asistentes consideren de mayor pertinencia. Es un hecho que la ciencia literaria no ha sabido o no ha querido afrontar este asunto del ensayo y sus repercusiones, quizás por sobrevenido abrumadoramente en tiempos tanto de desagregación poetológica como de degradación de la historiografía literaria. Si las cuestiones de género habitualmente se han desenvuelto con lentitud y pérdida de la intensa inmediatez teórica, el caso del ensayo en nada desmiente esto. Ello a pesar de que, aun tardíamente, el siglo XX alcanzó a producir con Theodor Adorno la gran poética del género, mediante el que considero uno de los textos mayores del pensamiento contemporáneo, tanto en sentido poetológico como general, lo cual no ha sido reconocido,

Esta pregunta también está en el material:

El_ensayo_como_clase_de_textos_del_gener
190 pag.

Literário Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

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