Logo Studenta

EL HOMBRE-JET El hombre-jet es el piloto de avión a reacción. Según Match pertenece a una raza nueva de la aviación, más próxima al robot que al hé...

EL HOMBRE-JET El hombre-jet es el piloto de avión a reacción. Según Match pertenece a una raza nueva de la aviación, más próxima al robot que al héroe. No obstante, y como veremos en seguida, en el hombre-jet hay varios residuos parsifalianos. Pero lo que impresiona ante todo en la mitología del jet-man es la eliminación de la velocidad: en la leyenda, nada la alude específicamente. Aquí necesitamos entrar en una paradoja, que por otra parte todo el mundo admite perfectamente e inclusive consume como una prueba de modernidad; esta paradoja consiste en que demasiada velocidad se vuelva reposo. El piloto-héroe se singulariza por toda una mitología de la velocidad sensible, del espacio devorado, del movimiento embriagador; el jet-man se definirá por una cenestesia del in-situ ("a 2000 por hora, altura constante, ninguna impresión de velocidad"), como si la extravagancia de su vocación consistiera precisamente en sobrepasar el movimiento, en ir más rápido que la velocidad. La mitología abandona las imágenes del roce exterior y aborda una pura cenestesia: el movimiento ya no es percepción óptica de los puntos y de las superficies; se ha convertido en una especie de confusión vertical, hecha de contradicciones, oscurecimientos, terrores y desvanecimientos; ya no es deslizamiento, sino estrago interior, turbación monstruosa, crisis inmóvil de la conciencia corporal. Llegado a este punto, es lógico que el mito del aviador pierda todo humanismo. El héroe de la velocidad clásica podía seguir siendo un "buen hombre" en la medida en que el movimiento era para él una actuación episódica que sólo requería coraje: se andaba rápido por placer, como un aficionado entusiasta y no como profesional; se buscaba la "excitación", se llegaba al movimiento con un moralismo ancestral que aguzaba la percepción y permitía extraer una filosofía. En la medida en que la velocidad consistía en una aventura, incorporaba al aviador una cantidad de papeles humanos. El jet-man, en cambio, parece que ya no conoce ni aventura ni destino; sólo reconoce una condición. E inclusive, esta condición parece ser más antropológica que humana: míticamente, el hombre-jet se define menos por su coraje que por su peso, su régimen y sus costumbres (temperancia, frugalidad, continencia). Su particularidad racial se lee en su morfología: el traje anti-G de nylon inflable y el casco pulido, insertan al hombre-jet en una piel nueva, donde "ni siquiera su madre lo reconocería". Se trata de una verdadera conversión racial, tanto más plausible por el hecho de que la ciencia-ficción ya ha legitimado ampliamente esa transferencia de especies: todo ocurre como si hubiera habido una trasmutación brusca entre las antiguas criaturas de la humanidad-hélice y las nuevas criaturas de la humanidad-reacción. En realidad, y a pesar del aparato científico de esta nueva mitología, hubo un simple desplazamiento de lo sagrado: a la era hagiográfica (santos y mártires de la aviación-hélice) sucede un período monástico. Lo que en un primer momento aparece como simples prescripciones dietéticas, muy pronto se presenta dotado de significación sacerdotal: continencia y temperancia, abstención lejos de los placeres, vida común, vestimenta uniforme, todo, en la mitología del hombre-jet, concurre a manifestar la plasticidad de la carne, su sumisión a fines colectivos (púdicamente imprecisos) y esta sumisión, justamente, es la que se ofrece en sacrificio a la singularidad prestigiosa de una condición inhumana. La sociedad termina por encontrar en el hombre-jet al viejo pacto teosófico que siempre compensó la potencia con las ascesis y que paga la semidivinidad con la moneda de la "felicidad" humana. La situación del jet-man supone tan claramente un aspecto vocacional, que se muestra como el premio de mortificaciones previas, de actos iniciáticos destinados a probar al postulante (paso por la cámara de altitud, por la centrifugadora). Hasta el instructor, canoso, anónimo e impenetrable, tiene el aspecto perfecto del necesario mistagogo. En cuanto a la resistencia, se nos indica nítidamente que, como en toda iniciación, no es de orden físico: el triunfo sobre las pruebas anteriores es, en realidad, el fruto de un don espiritual, se está dotado para el jet así como otros son llamados por Dios. Todo esto sería banal si se tratase del héroe tradicional cuyo premio consistía en practicar aviación sin abandonar su humanidad (Saint-Exupéry escritor, Lindbergh de traje). Pero la particularidad mitológica del hombre-jet consiste en no conservar ninguno de los elementos románticos e individualistas de la función sagrada, sin abandonar, por eso, la función misma. Asimilado por su nombre a la pura pasividad (¿qué podría ser más inerte y desposeído que un objeto lanzado?),* reencuentra el ritual a través del mito de una raza ficticia, celeste, que obtendría sus particularidades de su ascesis y llevaría a cabo una suerte de compromiso antropológico entre humanos y marcianos. El hombre-jet es un héroe reificado, como si los hombres de hoy sólo pudieran concebir el cielo poblado de semiobjetos.

Esta pregunta también está en el material:

MITOLOGÍAS ROLAND BARTHES - Gabriel Aspetia
139 pag.
Todavía no tenemos respuestas

Todavía no tenemos respuestas aquí, ¡sé el primero!

Haz preguntas y ayuda a otros estudiantes

✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image

Más contenidos de este tema