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Se apelaba al deber, que es permanente; ahora se trata de conmover, que es el del orden de la espontaneidad. La emoción prevalece sobre la ley; el ...

Se apelaba al deber, que es permanente; ahora se trata de conmover, que es el del orden de la espontaneidad. La emoción prevalece sobre la ley; el sentimiento, sobre la norma; el corazón, sobre la razón. La ética del deber era rigurosa y severa, la del sentimiento es libre y flexible. Esta última apela a la responsabilidad y a la iniciativa de las personas; aquella, en cambio, apelaba a la obligación y a la obediencia a las leyes. Pareciera que la posibilidad de llevar ciertas problemáticas escolares a los medios masivos de comunicación les estaría dando un plus al poder que podrían llegar a ejercer los directores escolares (y también por supuesto los inspectores) frente a ciertas acciones implementadas por los inspectores, desdibujando la autoridad y diluyendo el respeto hacia el rol de supervisor. En síntesis, en la medida en que el valor del individuo aparece como un efecto de posición, toda falta de respeto o de reconocimiento debe ser reparada inmediatamente poniendo “al otro en su lugar” a fin de asegurar el suyo propio (Martuccelli, 2007). Cuestiones estas que en un escenario en el que la tensión vertical, propia de un mundo jerárquico y del rango, declinan se recurre al amparo de una opinión pública que vigila la naturaleza de las relaciones entre los individuos. Estas situaciones generan cansancio, inseguridad y temor al tener que llevar adelante algunas acciones, y también una cierta nostalgia mítica por el reconocimiento social de la figura del Supervisor, propia del normalismo, tal como lo demuestra el siguiente testimonio: “Y sí, a veces uno se siente cansada, insegura… A veces antes de proceder lo pensás más de una vez. Ahora por cualquier cosa van a los medios y Olavarría es una ciudad chica, todos te conocen. Se ventilan muchas cosas y a veces no es conveniente… viste el problema de la escuela X. No se terminaba nunca. Así nunca nos van a ver con respeto. Antes ser inspector de escuelas era un honor y además tus decisiones eran incuestionables. Hoy no,… esta todo dado vuelta” (Supervisora G). Recuperando las fuentes históricas siempre han existido muchos entredichos entre supervisores y directores y docentes, pero el relato a grandes rasgos ha perdido eso y parece que esto es solo cosa de la actualidad. O tal vez, esta situación habría sido constante a través de los años y ahora se haya adquirido mayor visibilidad. Flexibilidad del rol Retomando la palabra de Martuccelli (2007), la primera gran dimensión de un rol social está vinculado al grado de codificación y de presión que caracterizan a los contextos de acción. Al tener que desempeñarse en una diversidad de terrenos sociales, los individuos deben adquirir múltiples capacidades para poder afrontar la diversidad de acciones que se considera que deben cumplir. La crisis económica del año 2001 significó una amenaza de gobernabilidad para el Estado, de allí que este interpelara con fuerza a las instituciones escolares respecto de la inclusión. Las innumerables demandas emergentes provenientes de los sectores mas vulnerables de la sociedad recayeron sobre las escuelas, profundizando la complejidad de los roles de gestión. En palabras de Halsey (citado en Hargreaves, 1996) en momentos de crisis las escuelas se convierten en las “papeleras de la sociedad”, es decir en aquellos sitios donde se depositan todas las cuestiones que la sociedad no puede resolver. También de los relatos se desprende cierta aceptación de una creciente flexibilidad e hibridación de los roles. Para Martuccelli (2007) en un contexto de cambios profundos como los que caracterizaron a los últimos años del siglo XX y el inicio del Siglo XXI la “naturaleza de ciertos roles se transforma, a veces de una manera totalmente independiente de toda modificación de status […] Los roles no pierden su definición ni su pertinencia, sin embargo ven extenderse sus límites” (pág. 130). La normativa generada a posteriori de la reforma de los años ’90 enfatiza la necesidad de trabajar de manera reticular con otras organizaciones de la sociedad civil con el objetivo de diluir los problemas de distinta índole que han invadido las escuelas y también de trabajar de manera conjunta las diferentes problemáticas infanto - juveniles. Sin embargo, la puesta en marcha de esa red interinstitucional no es una cuestión sencilla e implica también un trabajo paciente por parte de los supervisores escolares con las otras instituciones con las que deben articular, entre ellas distintas direcciones municipales y ONGs destinadas a trabajar con niños y jóvenes provenientes de sectores sociales más golpeados por la crisis económica. “ [..] nos esta costando muchas reuniones, desde la primera a la de ayer que era la cuarta… ayer hubo un sinceramiento de todas las partes, porque en este tránsito todos cometemos errores. Esto de escuchar a los chicos, de presentar la denuncia para defender los derechos del chico. Por ahí nuestros tiempos no son los mismos, estamos muy ansiosas porque lo que buscamos es proteger a los chicos. Ellos ven que nosotros somos demasiado ansiosas y que los tiempos de la justicia no son los tiempos de la educación. Nosotros decimos que los tiempos de los chicos no son los tiempos que la justicia tiene. Nosotros queremos que lo saquen ya de un hogar, que los pongan en alguna parte” (Supervisora M). Es claro que las reformas educativas impulsadas en los últimos años no resultan del todo sencillas para los distintos actores escolares, ni tampoco son percibidas del modo que se pretende desde la normativa. Así por ejemplo, la creación de la Dirección de Inspección General, y la designación de Inspectores Jefe para cada Región Educativa e Inspector Jefe para cada uno de los distritos que las constituyen (Resolución N° 300/05) responde a materializar los principios y objetivos establecidos en la Ley Provincial de Educación Nº 11.612 la que en su artículo 25 establece la necesidad de profundizar procesos de descentralización y participación tendientes a fortalecer las autonomías regionales. Sin embargo la inspectora de EGB de la Región 25 sostiene lo siguiente: “Se habla de descentralización y de autonomía en los distritos. Eso no existe, porque nosotros tenemos que seguir enviando información para allá arriba y que alguien detrás de un escritorio decida... O sea, que lo que nosotros decimos desde acá, desde las bases del territorio, allá no se toma. Desde atrás del escritorio se decide y se arma una resolución y se arma mal”. Se podría decir que la autonomía que se concede a otros es una de las dimensiones en las que se manifiesta el respeto. Sin embargo, esta concesión no es fija ni irrevocable, sino que esta en permanente renovación, es mayor o menor, según cambien las condiciones sociales, las formas administrativas y organizacionales, o bien los sujetos involucrados en los procesos de construcción de mayores rangos de autonomía. A modo de reflexiones finales Los requerimientos que se le hacen hoy a las escuelas en general y a sus actores en particular vinculados a la organización institucional, la estructura administrativa, la reconfiguración del curriculum, y muy especialmente las formas de vinculación con las familias y el entorno social mas amplio, hacen que la escuela sea una institución muy diferente a la que se había imaginado y diseñado a fines del XIX y principios del XX. Estas mutaciones también imprimen su huella en la función de la supervisión escolar, función que al igual que la de otros actores educativos, adoptan disímiles respuestas y formas relacionales frente a situaciones similares. De lo que se ha planteado hasta aquí es posible afirmar que entre las nuevas figuras de la supervisión distrital y las supervisiones de enseñanza y modalidades existen ciertas formas de fricción que de alguna manera estarían incidiendo en los canales de comunicación ascendentes, necesarios para lograr la articulación del sistema. El sistema educativo es una institución jerárquica desde su origen. Sin embargo aquella legitimidad y su correlato con la autoridad que el cargo ocupado confería, estaría siendo cuestionada de forma más visible. La necesidad de legitimar la autoridad conferida por lo que se conocen como cargos políticos estaría en la base de ese malestar entre los distintos niveles del cuerpo supervisivo. En este sentido la fricción o malestar entre los mencionados supervisores se aprecia mas en el distrito 25 que el en distrito 20. En palabras de los propios entrevistados de esta ultima región la “supervisora distrital M es absolutamente reconocida por su capacidad de generar vínculos, proyectos y confianza, por sobre todas las cosas”. Cualidades que se podrían resumir en el capital social acumulado por esta supervisora, pero que interesa destacar, aluden más a sus características personales que a su dimensión profesional. Por otro lado, los supervisores de enseñanza y modalidades estarían visualizando una falta de reconocimiento de las instancias jerárquicamente superiores, lo que los l

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TFLACSO-03-2010MAM
259 pag.

Gestão Escolar, Gestão Não Escola e Curriculo. Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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