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En el núcleo de cada psiconeurosis estaba la fantasía incestuosa y el miedo a la mutilación del genital. Eran sin duda ideas sexuales infantiles e ...

En el núcleo de cada psiconeurosis estaba la fantasía incestuosa y el miedo a la mutilación del genital. Eran sin duda ideas sexuales infantiles e inconscientes las que se expresaban en el síntoma psiconeurótico. Freud distinguió en forma precisa entre las neurosis actuales y las psiconeurosis. Las psiconeurosis, comprensiblemente, ocupaban el centro del interés clínico del psicoanalista. Según Freud, el tratamiento de las neurosis actuales consistía en la eliminación de las prácticas sexuales dañinas, por ejemplo, la abstinencia sexual o el coito interrumpido en las neurosis de angustia, y la masturbación excesiva en la neurastenia. Las psiconeurosis, por otra parte, requerían tratamiento psicoanalítico. A pesar de esa clara distinción, Freud admitía una relación entre ambas. Pensaba en la posibilidad de que cada psiconeurosis se centrara alrededor de un "núcleo neurótico-actual". Esa brillante afirmación, que Freud nunca siguió, fue el punto de partida de mi propia investigación de la angustia estásica. En la neurosis actual en el sentido freudiano, la energía biológica está mal dirigida, encuentra bloqueado el acceso a la conciencia y la motilidad. La angustia (Aktualangst) y los síntomas neurovegetativos inmediatos son, por así decirlo, excrecencias malignas que se nutren de energía sexual no descargada. Pero, por otra parte, las manifestaciones psíquicas peculiares de las histerias y neurosis obsesivas, también parecen ser excrecencias biológicas malignas y sin sentido. ¿De dónde obtienen su energía? Indudablemente, del "núcleo neurotónico-actual" de la energía sexual contenida. Esto, y ninguna otra cosa, podía ser la fuente de la energía de las psiconeurosis. Ninguna otra interpretación estaría de acuerdo con la sugerencia de Freud. La mayoría de los psicoanalistas, empero, se opuso a la teoría freudiana de las neurosis actuales. Sostenían ellos que las neurosis actuales no existían; que esas perturbaciones estaban también "psíquicamente determinadas"; que incluso en la llamada "angustia flotante" cabía señalar contenidos psíquicos inconscientes. El principal defensor de ese punto de vista era Stekel. Al igual que los demás, no pudo captar la diferencia fundamental entre un afecto psicosomático y un contenido psíquico de un síntoma. En otras palabras, se afirmaba en general que cada clase de angustia y Freud nunca solucionó esa contradicción, pero mantuvo hasta el fin su distinción entre los dos grupos de neurosis. No obstante las afirmaciones generales acerca de la no existencia de la neurosis de angustia, vi gran cantidad de tales casos en la clínica psicoanalítica. Sin embargo, los síntomas de las neurosis actuales tenían indudablemente una superestructura psíquica. Las neurosis actuales puras son poco comunes. La distinción no era tan clara como lo había supuesto Freud. Estos problemas especializados podrán parecer poco importantes para el profano. Pero se verá que involucraban cuestiones decisivas para la salud humana. No podía existir duda alguna: Las psiconeurosis tenían un núcleo neurótico-actual y las neurosis actuales tenían una superestructa psico-neurótica. ¿Tenía algún sentido distinguir entre ellas? ¿No se trataba más bien de un asunto de diferencia cuantitativa? Mientras la mayoría de los analistas atribuían todo al contenido psíquico de los síntomas neuróticos, psicopatólogos destacados, Jaspers por ejemplo, sostenían que las interpretaciones psicológicas del significado y por lo tanto el psicoanálisis, no estaban dentro del campo de la ciencia natural. El "significado" de una actitud psíquica o una acción, decían, podía comprenderse solamente en términos de filosofía y no de ciencia natural. La ciencia natural se ocupaba únicamente de cantidades y de energías, la filosofía de cualidades psíquicas; y no había puente alguno desde lo cuantitativo a lo cualitativo. Tratábase, en concreto, del problema de si el psicoanálisis y su método pertenecían o no a la ciencia natural. En otras palabras: ¿Es posible una psicología científica en el sentido estricto de la palabra? ¿Puede el psicoanálisis pretender ser tal psicología? ¿O es sólo una de las tantas escuelas filosóficas? Freud no se ocupaba de esas cuestiones metodológicas y continuaba publicando tranquilamente sus observaciones clínicas; le disgustaban las discusiones filosóficas. Pero yo tenía que combatir contra esos argumentos, esgrimidos por antagonistas incomprensivos. Procuraban clasificarnos de místicos y así liquidar el problema. Pero sabíamos que —por primera vez en la historia de la psicología— estábamos en el terreno de la ciencia natural. Queríamos que se nos tomara en serio. Y fue en las caldeadas controversias sobre esos problemas donde se forjaron las armas filosas que más tarde me permitirían defender la causa de Freud. Si era cierto que sólo la psicología experimental en el sentido de Wundt era "ciencia natural", ya que permitía medir cuantitativamente las reacciones humanas, entonces, pensaba yo, algo andaba mal en las ciencias naturales. Porque Wundt y sus discípulos nada sabían del hombre en su realidad viviente. Lo clasificaban con arreglo al número de segundos necesarios para reaccionar a la palabra "perro". Lo siguen haciendo. Nosotros, en cambio, valorábamos a una persona según la manera en que manejaba sus conflictos vitales y los motivos determinantes de su conducta. Para mí, por detrás de ese argumento asomaba la cuestión, mucho más importante, de si sería posible llegar a formular concretamente el concepto freudiano de una "energía psíquica", o por lo menos subsumirlo en el concepto general de energía. Los argumentos filosóficos no admiten ser contradichos por los hechos. El filósofo y fisiólogo vienes Allers rehusó considerar el problema de la existencia de una vida psíquica inconsciente, basándose en que la suposición de un "inconsciente" era, "desde un punto de vista filosófico, un error a priori". Todavía hoy suelo oír objeciones similares. Cuando demuestro que ciertas sustancias perfectamente esterilizadas pueden producir vida, se argumenta que el portaobjeto estaba sucio, y, si parece haber vida, es "sólo una resultante del movimiento browniano". Se prescinde del hecho de que es muy fácil distinguir entre la suciedad del portaobjeto y los "biones", e igualmente fácil discriminar el movimiento browniano respecto de los movimientos vegetativos. En síntesis, la "ciencia objetiva" es un problema en sí misma. En esa confusión, fui inesperadamente ayudado por las observaciones clínicas diarias que efectué en los dos pacientes ya mencionados. Gradualmente comprobé que la intensidad de una idea depende de la cantidad de la excitación somática con la cual está vinculada. Las emociones se originan en los instintos, en consecuencia, en la esfera somática. Las ideas, por otra parte, son indudablemente algo "psíquico" no "somático". ¿Cuál es, entonces, la relación entre la idea "no somática" y la excitación somática? Por ejemplo, la idea del coito es vívida y llena de fuerza si uno se encuentra en un estado de plena excitación sexual. Sin embargo, durante cierto lapso después de la gratificación sexual, esa idea no puede reproducirse vívidamente, es borrosa, descolorida y vaga. Precisamente ahí debe estar escondido el secreto de la interrelación entre la neurosis de angustia "fisiógena" y la psiconeurosis "psicógena". El primer paciente perdió temporariamente todos sus síntomas psíquicos obsesivos después de experimentar gratificación sexual; al retornar la excitación sexual, reaparecieron y perduraron hasta la próxima ocasión de gratificación. El segundo paciente, por el contrario, exploró cuidadosamente todo su campo psíquico, pero en él la excitación sexual estaba ausente; las ideas inconscientes en que arraigaba su impotencia erectiva no habían sido tocadas por el tratamiento. Las observaciones tomaban forma. Empecé a comprender que una idea dotada de una pequeña cantidad de energía era capaz de provocar un aumento de la excitación. La excitación así provocada hacía a su vez la idea vívida y potente. Si la excitación se calmaba, la idea también cedía. Si, como en el caso de la neurosis estásica, la idea del coito no emerge a la conciencia debido a la inhibición moral, la excitación se adhiere a otras ideas que están menos sujetas a censura. De aquí llegué a la conclusión siguiente: la neurosis estásica es una perturbación somática causada por la excitación sexual desviada por la frustración. No obstante

Esta pregunta también está en el material:

La funcion del orgasmo
382 pag.

Psicologia, Psicanálise, Psicologia Humano Universidad Nacional De ColombiaUniversidad Nacional De Colombia

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