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¿Estos derechos son suficientes? Tal cuestionamiento es hecho por los movimientos sociales contemporáneos. Según ambientalistas, feministas, grupos étnicos, de género y política del cuerpo-consumo, parte del movimiento sindical y de los trabajadores, precisamos ir más allá, con derechos de cuarta generación, de control de la manipulación del dominio tecnológico sobre procesos biológicos y vitales para el futuro de la sociedad, abarcando diferentes clases de organismos, desde las bacterias hasta las plantas y los animales genéticamente modificados. Si las personas del común ven a la tecnología como un instrumento para alcanzar valores y deseos, significa que éstas toman al sistema técnico como algo neutro: instrumento de lo político y del poder económico. Tal perspectiva convalida el comportamiento de los tecnólogos e ingenieros que adoptan el instrumentalismo (P1). P1 es esta neutralidad asociada al derecho comercial de propiedad intelectual como algo natural. Un circuito, una combinatoria, el diseño de un proceso técnico, de un objeto o dispositivo tecnológico se ven coartados por el derecho de patente. Este conocimiento patentado convierte a la transformación técnica en resorte propulsor de las tecno-estructuras. Desde los años 1970 particularmente en América Latina, vivimos las tecno-estructuras como parte del régimen cognitivo social y político de penetración de las relaciones mercantiles en otras esferas de la subjetividad humana en la sociedad. Aquí se recurre al argumento determinista (P2) de que estamos ante la mejor o más avanzada de las tecnologías, y el mejor modelo de tecnología es decidido en el juego de las disputas por las patentes. Acciones de este tipo se acumulan en los tribunales de las ciudades del mundo. El sistema de innovación y la política de patentes más que impedir el dominio público del conocimiento, con todo, alimenta el régimen cognitivo de las tecno-estructuras en su tránsito por la sociedad civil. Todas las otras formas de conocimiento se tornan pasibles de apropiación privada. Esto presenta evidentes riesgos para los derechos civiles –los humanos incluidos–, pues genera apropiación intelectual con reglas comerciales de patentado de los componentes de la cultura local que son antiguas o tradicionales, tecnologías tácitas o informales. La tecno-estructura tiene una poderosa arma para controlar estos conocimientos y saberes tácitos en el día a día de las personas, por medio de ambientes de transculturación (concreción) capaz de generar un mundo o mundos sistémicos. Es necesario que los derechos de cuarta generación puedan ser orientados por otros regímenes cognitivos o, fundamentalmente, para proteger otros regímenes cognitivos de desaparición o muerte cultural. Una de las propuestas mejor calificadas en las últimas décadas ha sido debatida en América Latina dadas las contribuciones de la teoría del actuar comunicativo, del filósofo Jurgen Habermas (1929). El actuar comunicativo está relacionado a la articulación de la democracia representativa con la deliberativa. Formas de consejo, asambleas, organizaciones y movimientos civiles pueden ampliar y socializar las decisiones en base a los conocimientos compartidos. ¿Cómo? Por medio de nuevos acuerdos institucionales y deliberativos en bases locales y vecinales, comunales o socializados (por ejemplo, por los medios de comunicación). Esto podría darse en una base ampliada de racionalidades en la cual hubiera otras racionalidades presentes, además del régimen cognitivo de mercado. Esta influencia de la teoría habermasiana del actuar comunicativo en América Latina aún es un capítulo a ser analizado con cuidado. Creo que ésta es insuficiente por varias razones. Las formas de conocimiento y experiencia se sitúan más allá del actuar comunicativo: para esto se hacen necesarias decisiones que están no sólo por sobre la decisión de grandes tecnologías en abstracto; de allí la necesidad de revisar no la tecnología en sí, sino la construcción social de la tecnología. Existirán numerosos ejemplos concretos en América Latina, de que la ampliación de la base comunicativa no será suficiente para alterar decisiones que involucran operaciones en sistemas técnicos complejos, dominados por las estructuras corporativas. Ciertamente es importante esta base comunicativa sin distorsiones y depurada de la propaganda y del marketing. Estos fueron, por ejemplo, fundamentales para la diseminación de la entonces Revolución Verde en América Latina, en medio del caos comercial de productos y servicios que estas compañías promueven para la aplicación de productos petroquímicos a la agricultura industrial que a pesar de las reglamentaciones, se torna fuente irremediable de muertes de productores en todo el continente latinoamericano y en el mundo. El campo de la energía nuclear en América Latina es otro ejemplo de que se volvieron enteramente fluidas las fronteras entre las aplicaciones militares y las civiles. Ante estas situaciones, el sistema legislativo o democrático presenta grandes limitaciones o bloqueos imposibles de ser catalogados. Esto es porque son restricciones dictadas por límites claros: los gobiernos pueden avanzar hasta cierto punto –por ejemplo, imponiendo dictados por las normas técnicas, cuyos responsables en general no están preparados para lidiar con la complejidad de los procesos económicos en la actualidad. Se trata en este caso de reorientar y reconducir a la tecnología en dirección a la satisfacción de las demandas de base social o popular. En América Latina debemos preguntarnos en qué sentido existe una demanda de ciencia y tecnología en vivienda rural y urbana, transportes de masa, recursos hídricos, salud pública, bio-sistemas y biodiversidad con mejores técnicas en el complejo social de la producción agro-familiar, o en la agricultura urbana, además de la coordinación económica y financiera viables para la democratización del crédito o finanzas y economía solidarias. Hay, por lo tanto, en estas áreas, demandas sociales reprimidas por la política de ciencia, tecnología e innovación tecno-científica convencionales. ¿Podrían estar siendo enfrentadas si existiesen estos canales de representación y de deliberación en lo cotidiano para demandas sociales y soluciones adecuadas en tecnología? Para encontrar la respuesta a este interrogante vamos a retomar las otras perspectivas sobre la tecnología en lo cotidiano. Existen otras dos perspectivas sobre la tecnología, como fuera mencionado en la introducción. La tercera levantó su mirada esencialista (o P3). Su tesis es radical: toda tecnología es una manipulación de las personas. Ella aniquila nuestro potencial de crear y elaborar libremente, y nos tornamos apéndices de las máquinas. Medios y fines son determinados por el sistema. Esta crítica esencialista proviene de Martin Heidegger (1889-1976).

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culturas-cientificas-y-alternativas-tecnologicas
314 pag.

Democracia Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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