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a la I&D militar y sus implicaciones negativas, como la energía nuclear, sobre la vida de las personas (CUTCLIFFE, 2003). Después de la primera ten...

a la I&D militar y sus implicaciones negativas, como la energía nuclear, sobre la vida de las personas (CUTCLIFFE, 2003). Después de la primera tentativa de emulación de la cadena lineal de innovación en los países de Europa, cuya infraestructura económica productiva estuvo mucho más afectada por la Segunda Guerra Mundial que su base científico-tecnológica, el Modelo Institucional Ofertista Lineal (MIOL) se aplicó en los demás países desarrollados y fue, en seguida, trasplantado a los países periféricos3. La aceptación de este modelo fue de tal orden que, a comienzos de la década de los 70, prácticamente todos los países latinoamericanos contaban con organismos y políticas explícitas de C&T orientados a la implementación del MIOL. Fue la pujanza que había alcanzado la ciencia argentina4 –acontecimiento inédito, sino único, teniendo en cuenta la condición periférica del país– lo que catalizó el surgimiento de los ECTS en la década de 1960. Fue el contraste con el escaso apoyo que la comunidad de Investigación recibía del gobierno para la realización de sus actividades el que hizo emerger –en contexto académico– un debate que se extendería por toda la región. Se libraba batalla –en la arena económica– entre conservadores e intervencionistas, replicando aquélla de los países centrales, entre liberales y “keynesianos”. Aquí, en Latinoamérica, eran los partidarios del apoyo al modelo primario-exportador, que había sido dominante hasta la década de 1930 bajo la hegemonía de la oligarquía rural, que se oponía a los defensores de la industrialización por sustitución de importaciones que transfería ingresos a la burguesía industrial y las clases medias urbanas. Lo que en los países centrales había originado el Estado de Bienestar que duraría hasta 1970, aquí había dado lugar al nacional-desarrollismo. En un momento en que mecanismos de protección a las élites locales –y al propio capital extranjero que fuera atraído por ellos– aún no se habían consolidado, agravando la pobreza –como ocurriría con las dictaduras militares–, el nacional-desarrollismo se constituía en un pacto modernizante de amplio espectro, que englobaba burguesía nacional5 y clase trabajadora sindicalizada. En el ámbito académico, el nacional-desarrollismo tenía aceptación prácticamente generalizada. El debate interno se concentraba en cómo el país debería obtener el conocimiento necesario para industrializarse. Había dos posiciones extremas: la de la independencia científica y tecnológica, y la de la importación de tecnología que defendía el explotar las ventajas de los late comers. La primera implicaba un apoyo a la C&T mayor y –dentro del MIOL por entonces francamente dominante– un decidido apoyo a la investigación básica y la formación de recursos humanos. Fue en el interior de esta posición que profesores argentinos de las ciencias exactas y naturales, que querían hacer investigaciones y no encontraban las condiciones para ello, que nació PLACTS. El argumento central en este debate era que el justo apoyo que demandaba la comunidad de investigación, suponía un “Proyecto Nacional” que radicalizara el componente democrático-popular del nacional-desarrollismo y contuviera – por esto– un desafío científico-tecnológico original. De lo contrario, ya que la condición periférica, con su inherente dependencia cultural implicaba una pauta de consumo imitadora, que conformaba una estructura industrial en que la importación de tecnología era la regla impuesta por la racionalidad económico-empresarial, la escasa demanda local por conocimiento científico y tecnológico era una consecuencia lógica e inamovible (Herrera, 1971). Al mismo tiempo en que señalaba la escasa demanda por el conocimiento científico y tecnológico como la causa fundamental de la debilidad de nuestros sistemas de C&T, el PLACTS destacaba que nuestro problema no era la falta de capacidad para desarrollar “buena ciencia”, ni ninguna otra característica relacionada a nuestra herencia ibérica o indígena. Tampoco era algo asociado a un determinismo geográfico entonces de moda, del tipo “la ciencia no puede prosperar en los trópicos”. El argumento que nuestra capacitación científico-tecnológica tendería a volverse redundante, económicamente prohibitiva y, hasta incluso, socialmente inaceptable, formulada a finales de 1960, sigue siendo válido y se muestra hoy, después de décadas de apoyo al MIOL y al vínculo universidad-empresa, incuestionable (Dagnino, 2003). Cabe destacar, inclusive, que argumentos como éstos –que fueron minuciosamente analizados por los integrantes del PLACTS (Sábato, 1975) – tardaron mucho en formar parte de la agenda de investigación de los ECTS de los países avanzados (Dagnino, 1994). El Nacional-desarrollismo y el pensamiento latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Sociedad como vectores de la PCT Es a inicios de la década de 1970 que comienza a existir una preocupación más generalizada en Latinoamérica acerca de la PCT. A partir de este período hasta principios de 1990, el PLACTS proporcionó el sustrato analítico-conceptual para los argumentos de aquellos que defendían la necesidad de fortalecer la estructura de I&D local. Argumentos, destáquese, contrarios a la visión imitativa y simplista de la teoría “etapista” del desarrollo –divulgada por el establishment académico-gubernamental norteamericano. Éste es un período de difusión del PLACTS y su matriz analítica, que pasa a ser utilizado por analistas de la PCT, por la comunidad de investigación y por las élites tecnocráticas progresistas, ubicadas en el aparato de Estado militar-autoritario argentino, brasilero y de otros países latinoamericanos. Debido a las ventajas que la interpretación de aquellos primeros científicos argentinos fundadores de los PLACTS presentaba, tanto en relación al pensamiento convencional basado en la cadena lineal de innovación que informa el MIOL, como a la visión “etapista” de la transferencia de tecnología, se fue constituyendo en un movimiento que abarcó la totalidad de la región. Este proceso se dio, en parte, a través de la divulgación de sus ideas. Pero, también, por el esfuerzo y la contribución original de otros investigadores latinoamericanos. De hecho, la semejanza de la situación concreta que enfrentaban los países de la región –la de una industrialización por sustitución de importaciones que presentaba un creciente obstáculo de importación de tecnología— contribuyó al fortalecimiento del PLACTS. Tuvo igualmente importancia en este proceso, la pertinencia del marco de referencia de la Teoría de la Dependencia –como fundamento teórico para el análisis de esa situación–, así como su significativa aceptación en el medio académico latinoamericano. Al mismo tiempo en que crecía la producción analítica de contenido más o menos académico –de naturaleza claramente multidisciplinaria– fundamentada en los PLACTS, se fue difundiendo en cada país, y principalmente en las instituciones supranacionales que se dedicaban al tema de la C&T, una visión de PCT inspirada en ésta. Frecuentemente, eran los propios analistas los que representando en ésta aunque en general no oficialmente en ésta a sus países en reuniones de esas instituciones, enunciaban esa visión de PCT6. Dos características asociadas al discurso que expresaba esta visión merecen ser destacadas. La primera es que ésta se diferencia de aquella predominante en los países avanzados, en lo que respecta a cuestiones como la transferencia de tecnología. La segunda es la que destacaba la oposición del contenido que propugnaban en ésta –y que llegaba a contaminar la política explícita de C&T– con aquel que orientaba la PCT efectivamente implementada en sus países, resultado de otras políticas (industrial, agrícola, de comercio exterior, etc.) denominadas por Herrera (1973), la política implícita de C&T. Cuestiones ligadas a lo que hoy conocemos como la perspectiva y los principios de los ECTS: necesidades de aumentar la participación social en las decisiones de la PCT; orientar la investigación para la atención de las

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314 pag.

Democracia Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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