La transición y el concepto de red De lo individual y de lo colectivo Antes de sumergirnos en los conceptos centrales es necesario configurar el ho...

La transición y el concepto de red De lo individual y de lo colectivo Antes de sumergirnos en los conceptos centrales es necesario configurar el hoy, producto del devenir de la humanidad, de lo que cada persona hemos hecho, hacemos y haremos día a día, en un contexto histórico, económico, político y social. Cada persona ha ocupado y ocupa un rol determinado con un poder, entendido éste como la capacidad de acción y transformación del entorno en el que interactuamos, el cual está configurado por condiciones, oportunidades, limitaciones y posibilidades. Si te detienes a pensar quién eres y qué quieres, saltan a tu mente recuerdos del transcurso de tu vida, en los que aparecen momentos y experiencias siempre compartidas con otras personas; interacciones enmarcadas por la época, por los aprendizajes que has ido adquiriendo y que pones en práctica según la situación en la que te encuentras, perteneciendo o no a un grupo llámese familia, escuela, amistades, vecindario, trabajo, etc. Estas pertenencias se van construyendo a lo largo de la vida a través del establecimiento de vínculos que marcan e influyen en gran medida tus respuestas a las anteriores preguntas; tu yo es el proceso permanente de integrar tu pasado, tu presente y tu futuro, reflejando tu pensar, tu querer y tu hacer, a partir de las significativas interacciones con las demás personas que te han ido moldeando y has adoptado en función de la sociedad en la que has nacido, has crecido y desarrollas tu vida. Morin haciendo referencia al bucle individuo‐sociedad‐especie afirma que la sociedad vive para el individuo, que vive para la sociedad; la sociedad y el individuo viven para la especie, que vive a su vez para el individuo y la sociedad. Cada uno de estos términos es simultáneamente medio y fin: son la cultura y la sociedad las que permiten que los individuos se realicen y son las interacciones entre individuos las que permiten la perpetuidad de la cultura y la autoorganización de la sociedad… La complejidad humana no se puede comprender disociada de estos elementos que la constituyen: la evolución verdaderamente humana significa desarrollo conjunto de la autonomía personal, de la participación comunitaria y del sentido de pertenencia a la especie humana. Esta continua y permanente retroalimentación transcurre en momentos o fases marcadas por cambios de acuerdo al ciclo vital y al nivel de conciencia puesta en marcha a través de la acción, según el rol y lugar que ocupamos. Una simbiosis que progresivamente constituyen el pensamiento, la emoción y la acción humana dentro del escenario social estructurado en múltiples niveles e interacciones con gran complejidad. Actualmente poseemos una gran capacidad transformadora gracias al bagaje acumulado a lo largo de la historia, todo lo hasta el momento leído es la recreación de ideas preocupadas por su realidad, hiladas hasta llegar a tus manos que han cobrado vida para seguir tejidas como alternativas puestas en marcha, y por deconstruir. Es aquí donde aparece lo colectivo, la colectividad con quienes creamos vínculos acorde a nuestras inquietudes y preocupaciones, intereses y afinidades, emprendiendo caminos hacia el cambio personal y la transformación social.