Logo Studenta

No cabe duda de que la sociedad cambia y las cuestiones de género evolucionan, poco a poco, hacia una mayor igualdad. Sin embargo, es preciso no pe...

No cabe duda de que la sociedad cambia y las cuestiones de género evolucionan, poco a poco, hacia una mayor igualdad. Sin embargo, es preciso no perder de vista dónde y quiénes toman las decisiones respecto a los contenidos de los medios. Algunos estudios muestran una clara inferioridad numérica de las mujeres en los entornos comunicativos. Según un estudio realizado en 1997 por la empresa ASEP, a instancias del Instituto de la Mujer, a nivel nacional sólo el 1% de mujeres están en puestos de alta dirección y un 13% en los considerados como de nivel medio (Moreno, 2002, 157). Un estudio de 1994 titulado “El Sostre de Vidre. Situació sòcio-professional de les dones periodistes a Catalunya”, del Institut Català de la Dona puso de manifiesto que, de un total de 30% de plantilla de mujeres periodistas en esta comunidad autónoma, sólo el 14% ostentaba un puesto de jefe/a de sección para arriba (Federación de Mujeres Progresistas, 1994, 11). En cuanto a Castilla y León, otras fuentes más recientes, de 2002, señalan que sólo 15 mujeres ocupaban la dirección de un total de 170 medios de comunicación existentes en nuestra Comunidad Autónoma (aquí se incluían 26 periódicos, 100 emisoras de radio, 41 de TV y tres agencias de información general) (Ruiz de Mencía, 2002, 610-611). Concretando los datos en relación al mundo periodístico, nos encontramos con que hay un 43% de redactoras, sólo dos mujeres son directoras y, de un total de 10 subdirectores, sólo una es mujer. Como redactoras jefe, contamos con 6 mujeres frente a 25 redactores jefe, y hay 29 jefes de sección frente a 12 mujeres en el mismo puesto. También se ve diferencia en los puestos de redacción, habiendo un total de 171 hombres frente a 114 mujeres (Marcos, 2002, 606). Dado el organigrama piramidal que enmarca la actividad periodística en su propia estructura de trabajo, las decisiones sobre lo que es noticiable y lo que no, el lugar que cada noticia ocupa y su extensión, su relevancia y tratamiento, están en su mayor parte bajo el control masculino. Son mayoritariamente hombres quienes deciden lo que el público lector encontrará al día siguiente en las páginas del periódico, y aunque la presencia equitativa o mayoritaria de mujeres no es en sí misma garante de un tratamiento menos sexista de las noticias y su lenguaje, la propia organización profesional supone una primera traba a la hora de considerar el avance hacia la igualdad en cuestiones de género. Un estudio sobre “La presencia de la mujer en la prensa de Valladolid” (Antón, 1993) donde se analizó la importancia concedida a las mujeres en dos periódicos locales, concluyó que la prensa relega a la mujer, la representa restándole importancia al aparecer generalmente como noticia cuando se ocupan de roles tradicionales. Por otra parte, y aunque se trata de una cuestión muy sutil, no podemos olvidar que la actividad periodística hace gala de un ejercicio de objetividad y reflejo de la realidad que bajo el prisma del género, no llega a ser tal. (Martín y Barros, 2007). Arrullada por cifras y estadísticas, la información ofrecida aparenta una realidad que tan sólo es parcial, pues a menudo los hechos reflejados sólo recogen aquello que ocurre en el ámbito de lo público, relegando al silencio lo que sigue siendo del ámbito privado. Tal es el caso de la violencia doméstica que durante tanto tiempo ha sido obviada por los medios y que incluso en el mejor de los casos hasta hace poco tiempo sólo se mencionaba en las secciones de sucesos. “Exponer y analizar las diferencias entre los hombres y las mujeres es un sano ejercicio, porque significa describir la realidad, en vez de ocultarla en el desván de lo innombrable con la pretensión de que somos idénticos” (Lozano, 2005, 13). Como señala la Guía para un Lenguaje no Sexista en la Comunicación de la Federación de Mujeres Progresistas (2000), el lenguaje es una herramienta de comunicación que refleja a través de sí misma los modos de pensar y comportamiento de una sociedad, cuyos valores a menudo se manifiestan a través de fenómenos socioculturales tales como los refranes, las canciones populares, los cuentos, los diccionarios y los medios de comunicación (6-12). Asimismo, esta organización no duda en denunciar una configuración y un uso de la lengua española claramente androcéntricos e ilimitadamente extendidos por toda la comunidad de hispanohablantes, fruto sin duda de la carga histórica y sociocultural previa. Aún si no admitiéramos esta aseveración, sí parece que el uso no sexista del lenguaje sigue siendo, ya entrado el siglo XXI, un tema que “levanta ampollas”. Como remarca Lakoff (2005), el uso de un lenguaje distinto para la mujer y para el hombre es un rasgo aprendido, que una vez más refleja diferencias no lingüísticas y que señala la desigualdad existente entre el trato y las esperanzas que la sociedad deposita en el hombre y en la mujer, es decir, refleja el modo y manera en que se construye el género. Los medios de comunicación […] refuerzan dicha construcción desigual (López Díez, 1998). Una cuestión es clara: la manera de presentar a las mujeres, de proyectarlas, representarlas o usarlas, puede potenciar o disminuir no sólo su marginación, sino también las inequidades de género. En el estudio realizado por las autoras Barros del Río y la que suscribe sobre el tratamiento de género en el mensaje periodístico a comienzos del siglo XXI en la prensa de Castilla y León se concluye que, a pesar de los medios legislativos que se están poniendo para erradicar la discriminación sexual, la ideología patriarcal sigue presente en nuestra sociedad y, más peligroso aún, en nuestra manera de entender la realidad, fragmentada en un claro dualismos de los que aún no somos capaces de deshacernos. Expresada en el medio prensa del siguiente modo: Las noticias de/sobre mujeres representan un 32% del total informativo. Claramente el desequilibrio sigue vigente en perjuicio de las mujeres, pues su invisibilidad en tantos ámbitos de la vida hace difícil el reconocimiento de su labor y, por ende, de sus derechos. Este 32% de las mujeres se reparte principalmente en noticias de sociedad, culturales y por último, políticas. Los deportes parecen ser la sección perdedora, quedando las noticias de deporte femenino recluidas a las páginas finales y sus protagonistas casi siempre tratadas con menos respeto y admiración que los logros masculinos. A lo largo de los cinco años estudiados, no se aprecia ningún avance en cuestión de equilibrio numérico ni de tratamiento informativo equilibrado. Los estereotipos se repiten en proporciones similares y las plantillas de la redacción no parecen alterarse sustancialmente, a juzgar por las firmas que escriben las noticias. Nuestra sociedad está conformada por mujeres y hombres en proporciones similares y, por tanto, todo medio de comunicación que se precie de imparcial y objetivo ha de saber representar esta realidad en su justa medida. Lo que se demuestra en este análisis de la prensa deja claro que aún no existe igualdad en el tratamiento de género.

Esta pregunta también está en el material:

T35759 (1)
562 pag.

Criação Publicitária Universidad LibreUniversidad Libre

Todavía no tenemos respuestas

Todavía no tenemos respuestas aquí, ¡sé el primero!

Haz preguntas y ayuda a otros estudiantes

✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image